Partida Rol por web

Drazth iba a contestar al semiorco, cuando su vista se centró en el cadáver. Iba a decir algo, cuando se giró ante un gritito de Ladiena. Rápidamente Fewyhn se prepara para ayudar a su compañera. El semidrow mueve rápidamente sus pies, ve a la araña que acaba de alcanzar con sus colmillo a la pequeña, cuando esta lanza a la araña, ve el momento perfecto para sacar una flecha y arrojarla contra la araña.

Abrahel sonrió ante al aceptación del clérigo. Era importante para ella su aprobación, aunque no había tenido tiempo de decírselo. Se sintió segura por el brazo de Torm y la presencia de Códice tras de ella, mientras se acercaba al bulto misterioso que se asemejaba a un cuerpo. Fue entonces cuando ocurrió.

A pesar de sus intentos porque los elfos y la mediana se mantuvieran a distancia para atraer una posible trampa sobre ella, la paladina vio quebrada su astucia cuando repugnantes sabandijas de ocho patas atacaron a Beleg, Ladfiena, Klain y Fewyhn. 

_¡¡Debemos ayudarlos!!_ gritó mientras corría con la hoja desenfundada y el escudo prendido al brazo, pues debía defender a sus compañeros. Al fin y al cabo, se sentía culpable por haberles pedido que se quedaran atrás.

La curiosidad por el cuerpo del suelo mantenía al elfo lunar tan abstraído que ni siguera se dió cuenta de que una familia entera de arañas se abalanzaba sobre él y sus compañeros. Pero en cuanto notó las peludas y asquerosas patas de los arácnidos encima de él, saltó como un poseso intentando apartarlas, dándose golpes de arco a diestro y siniestro.

- ¡¡¡Malditos bichos!!!- vociferó- ¡Volveros a la cloaca de donde venís!

Cuando consiguió tirar a todas las criaturas al suelo, volvió a colocar la flecha en el arco y disparó sobre la que tenía más cercana, descargando en el arco todo el odio que aquellas alimañas le producían. Pero erró el tiro, evidenciando que si no enfriaba la cabeza, no sería capaz de hacerlo.

El hermano Códice iba a poner sobre aviso a sus compañeros del peligro (adicional) que corrían cuando los hechos se precipitaron frente a sus ojos: ¡sus desprevenidos amigos estaban siendo víctimas del ataque de media docena de artrópodos asesinos! El fraile entonces soltó el cuerpo del mercenario muerto (que volvió a su posición original), cogió de nuevo su maza y salió corriendo hacia el combate, con la tiflin pisándole los talones*.

Corría sin prestar mucha atención a las estalagmitas que estaban por todas partes, destruyendo alguna de las más frágiles debido a su gran perímetro. Su objetivo: una de las feas arañas que se habían lanzado sobre Beleg y que el elfo se había quitado rápidamente de encima. Cuando la paladina le espoleó para que corriera sólo pudo decir un agitado "¡Sí!" casi sin aire. El entrechocar de sus amuletos sonaba como unas maracas y el farol se bamboleaba en el extremo de su gran brazo, amenazando con soltarse del asa.

Finalmente, el enorme mestizo llegó hasta su enemigo, balanceó su arma como si de una honda se tratara y lanzó un fuerte golpe circular ascendente contra la criatura, que no llegó a ser consciente de cómo cuatro kilos de metal forjado levemente oxidado impactaban contra su exoesqueleto de quitina y la mandaban volando a algún lejano punto del bosque de formaciones calizas.

La paladina, enarbolando su acero, corre hacia los repugnantes arácnidos para destrozarlos a su paso y liberar de su ponzoñoso ataque a sus compañeros. Sin embargo, Códice parecía sentir un mayor afán de proteger a sus camaradas, ya que en su carrera, adelantó sin dificultades a la tiflin, quién aminoró su paso cuando el clérigo corrió cual saeta delante de ella, cegado para aniquilar a aquellas malditas criaturas de Lolt.

Debido a esto, y al tamaño de las arañas, la paladina no acertó en su empeño de partir en dos a una de ellas. Eran rápidas, y la hoja de Abrahel se encontró rebotando contra una estalagmita, en vez del cuerpo peludo de aquella asquerosa criatura.

Como si estuviera en su entorno natural, Fewyhn se movía con sutileza y gran agilidad entre las estalagmitas del suelo donde logró coger una posición ventajosa desde la cual disparó una flecha que se clavó en una de las arañas que acosaba a su pequeña compañera de viaje.
Era evidente el acoso de las arañas contra Beleg, este desconcentrado tiró una flecha que impactó contra el suelo y se rompió en dos pedazos, mientras intentaba estar fuera del alcance de las alimañas.
Como poseido por una extraña fuerza, Códice corrío desenfrenado a socorrer a su compañero Elfo, dejó a la Paladina unos pasos atrás y llegó con su pesada maza a aplastar al pequeño insecto, con una fuerza brutal y desmedida, propias de las circunstancias en las que se encontraban.

Mientras códice adelantaba a Abrahel, una gigantesca araña apareció repentinamente de un gran salto y se posó entre el clérigo que seguía corriendo y la paladina a la que le cortó el paso. Abrahel rápidamente improvisó y dirigió su ataque contra la araña, pero no tuvo el éxito que ella hubiera deseado, ahora, se encontraba ella sola combatiendo mano a mano contra esa enorme araña que había aparecido de la nada, pero ella era una bendecida por Torm y sabía que la mano decidida de su deidad se posaba en su hombro derecho para ayudarla, sin temor alguno preparó su espada y su escudo para recibir la embestida. La araña lanzó el contrataque con sus colmillos del tamaño de una daga apuntando al pecho, pero un agil movimiento de la paladina ayudó para que los colmillos quedaran clavados en el escudo. Un líquido ponsoñoso proveniente de los colmillos empezó a derramarse sobre el escudo, era la araña inyectando su mortal veneno.

las arañas seguían acosando a Beleg, el elfo las esquivaba como mejor podía, pero una de ellas alcanzó a clavar sus pequeños colmillos en una de sus pantorrillas y alcanzó a inyectar algo de Veneno antes que el Elfo se la quitara de encima.
La otra araña restante parecía empecinada en seguir atacando a la mediana, un ser de al menos inteligencia animal habría huido por su vida, pero las arañas no tenían inteligencia y solo actuaban por instinto, y el instinto de huir al parecer no estaba en su codigo genético. La araña clavó sus colmillos en el pequeño y peludo pie de Ladfiena, el dolor no fue intenso, pero lo mas peligroso había ocurrido: El Veneno había sido inyectado en la fracción de segundo que el colmillo duró clavado.

La ventaja en el combate la llevban los héroes, pero una nueva amenaza había aparecido de improvisto. Por ahora Abrahel mentenía a raya a la gigante araña, pero podría mantenerla por más tiempo?, el tiempo de ladfiena empezaba a cerrarse poco a poco a medida que el veneno circulaba por su torrente sanguíneo, debilitándola físicamente cada vez mas ¿Cuanto tiempo más resistiría?........ Es su turno!

Fewyhn seguía moviéndose para asistir a Ladfiena, era lo primordial para él. Que su compañera pudiese disponer de cobertura para matar luego juntos a las arañas de Beleg y luego los tres a por la araña gigante. Una flecha salió disparada rumbo a otra araña, la que acababa de morder a su compañera. La flecha pareció rozar superficialmente a la araña que no recibió un impacto directo. Una de sus patas parecía resentida, pero claro... estos bichos tenían ocho...
La araña gigante parecía encararse con Abrahel, Fewyhn en un intento de coordinar a sus compañeros gritó KLAIN, CÓDICE CON ABRAHEL! el asistiría a sus compañeros arqueros...

El mestizo medioorco no se había detenido ni un segundo a observar dónde aterrizaba el cuerpo de su enemiga, sino que se había dado la vuelta al momento para informarse de la situación de sus compañeros. Con horror comprobó que... ¡La hembra tiflin está siendo atacada por una araña gigante! Códice no se lo pensó dos veces: era cierto que tres arañas atacaban aún a Beleg y Correestepa (¡Tengo que recordar curar a la mediana en cuanto acabe esta violencia!, pensó), pero precisamente por eso él y Klain eran los únicos que podían ayudarla contra aquella bestia de las profundidades. De esta forma, no fue necesario el grito del elfo oscuro al que el fraile, no obstante, asintió con la cabeza.

—¡Sí, maese Drazth! —Tras lo cual, se puso a correr hacia la paladina.— ¡No temáis, mi señora! ¡Allá voy!

Haciendo de palabras y obras una y la misma cosa, el hermano Códice llegó hasta la retaguardia de la criatura y descargó un fuerte mazazo hacia su bulboso y crujiente abdomen, pero con tan mala suerte que la maza sólo impactó de refilón y apenas provocó al bicho una imperceptible rozadura.

Intentando sacarse de encima a las dos arañas, Beleg parecía danzar de forma espasmódica y absurda. Cuando una de ellas consiguió morderle la pierna, le sacudió con el arco, acertando de pleno en su bulboso y escamoso cuerpo y lanzándola hacia su mugrienta compañera. Las dos rodaron por el suelo, momento en que Beleg aprovechó para preparar una nueva flecha y dirigirla hacia uno de los engendros. Esa vez, el proyectil impactó con un satisfactorio crujido y, gritando efusivamente, el elfo pudo permitirse un segundo de satisfacción.

La flecha de Fewhyn salió disparada directo en contra de la araña que asediaba a su amiga, esta se clavó fuertemente en su abdomen y la hirió casi de muerte, pero estos bichos parecían estar dispuestos a luchar hasta el final.
El arquero Beleg aprovechó un momento de respiro para cargar una flecha en su arco y dispararla rápidamente a una de las arañas que se lanzó contra él. La flecha la atravesó de lado a lado matándola al instánte.
El clérigo atacó vehementemente a la araña, pero aun fallando la distrajo lo suficiente para que el Enano llegara rápidamente y la impactara con su hacha. El impacto fue muy leve y lastimó apenas una de las patas de la araña.

El ligero impacto fue suficiente para que la araña cambiara de victima, ahora centró su atención en Klain, mientras su pequeño ratón de campo asustado buscaba refugio en su espalda, bajo las gruesas capas de tela que llevaba encima. Los colmillos se enterraron en su hombro derecho haciéndo aullar del dolor al explorador Enano, las glándulas empezaron a inyectar un poco de veneno antes de que el Enano pudiera retomar fuerzas para alejarla de un manotazo. Afortunadamente el resiliente cuerpo de Klain impidió que el veneno tuviera el efecto que normalmente tiene en sus víctimas.

Abrahel y Ladfiena seguían defendiéndose de los ataques pero nunca encontraron un momento adecuado para lanzar los suyos. La mediana resisitió muy bien los efectos de la última mordida de araña.

Ya solo quedaban dos arañas de las pequeñas para que pudieran concentrarse en la madre de ellas, pero estas últimas parecían más agresivas que el resto. Un pequeño salto de una de ellas hizo que alcanzara el antebrazo de la mediana quién ya tenía aguijones clavaados por casi todo su cuerpo.
Otro agresivo salto puso a la altura de la mano de Beleg los colmillos de la araña restante y clavó sus colmillos e inyectó su ponzoñoso veneno en sus venas.

Fewyhn seguía moviéndose rápidamente entre las estalactitas, recordaba su entrenamiento Drow. Sacó una flecha para poner fin a la araña de Ladfiena, pero vio con el rabillo como Beleg sufría el acoso de dos arañas Mierda! dijo Fewyhn, quien vaciló un segundo dudó en ayudar al Elfo... Serían los odios del pasado, su sangre profana, pero rehusó en su ayuda. Su flecha voló acabando con la araña de la mediana. Se arrepentía de su acción justo después de lanzar su flecha, pero ahora estaba liberada y podían acosar al rival. Siguiente en la ayuda Beleg...

El ataque de las arañas la habia dejado anonadada, sin experiencia para reaccionar la mediana apenas las esquivaba como podia sin embargo Fewyhn acudió a su auxilio provocando que volviera a centrarse, sin perder un instantese dispuso a ayudar a sus amigos lanzando una flecha contra la araña de Beleg, la araña centrada en el elfo no se percato del ataque y la flecha se clavo con fuerza en su cuerpo.

Concentrado en la enorme criatura que tenía delante, Códice dejó de ver lo que les ocurría a sus compañeros a sus espaldas, aunque estaba convencido de que tres expertos combatientes como Beleg, Ladfiena y Fewyhn no tendrían problema para librarse de sus enemigos. En cambio, la araña que tenía delante no parecía verse apurada por el hecho de que tres fuertes humanoides estuvieran atacándola a la vez, algo que preocupó al sacerdote y le hizo preguntarse si estarían acertando con la estrategia.

—¡Guardaos de su tóxica mordida, maese enano! —rugió a Klain cuando vio que recibía un mordisco del monstruo—. ¡Como trágicamente descubrió el rey Rosemund II el Cándido, estas arañas no se deben al código de caballería de Cormyr!*

Al mismo tiempo que decía esto, el fraile de Chauntea echó una visual a sus alrededores, buscando alguna estalagmita contra la que pudieran empujar a la bestia o algún otro accidente del terreno que les diera alguna ventaja. Mientras hacía esto, pensaba: ¡Oh, Gran Madre, ayuda a este fiel hijo tuyo! Sé que no odias a ningún animal, ni siquiera a este bicho nauseabundo, pero si no nos ayudas... ¡Campesinos inocentes morirán!

En ese momento un movimiento en falso de su enemigo dio la oportunidad al hermano Códice para descargar un nuevo mazazo, y él no la desaprovechó: erguido en toda su altura y cogiendo su vieja y estropeada arma con tanta fuerza que sus uñas bestiales se clavaron en su palma, el mestizo propinó al monstruo tal golpe que su exoesqueleto crujió de forma escalofriante.

El Enano sintió cmo todo su cuerpo en el interior empezaba a calentarse, como su sangre empezaba a correr más rápido por sus venas y como su cuerpo combatía el pernicioso veneno que había sido inyectado.

Ante las advertencias del Mestizo, el Enano solo respondió asintiendo con la cabeza. Empezaba a pensar que las abominaciones de hijos entre los Hombres y los Orcos no eran del todo malvados como había creído hasta el momento y este mestizo en especial empezaba a caerle incluso bien.
Apretó con sus guantes de cuero desgastado su hacha de gran manufactura Enana lanzó una vez más un ataque en contra de la criatura que ahora les preocupaba, sin embargo, la armadura externa del vermin fue mas resistente que la fuerza con la que empuñó su arma.

-Parte superior de bicho ser más dura! -Advirtió con voz ronca a sus dos compañeros, haciendo referencia al lugar donde había estrellado su hacha sin causar efecto en la criatura.

La siguiente mordedura que recibió el elfo lunar lo hizo aullar de dolor, pero su cabeza estubo suficientemente fría como para arrearle al maldito bicho otra castaña con su arco. La vil alimaña salió volando y, justo al aterrizar, la certera flecha de la mediana atravesó su cuerpo.  Beleg sonrió a Ladfiena agradecido con una leve inclinación de cabeza, pero sin perder más tiempo se movió para encontrar el ángulo adecuado para disparar a la araña más grande.

Volvió a preparar una flecha en el arco y cogió aire profundamente antes de soltarla.
 

La flecha del SemiDrow silvó en la oscuridad de la caverna y e clavó contundentemente en una araña ya herida con anterioridad, tan potente el disparo que la araña quedó en varios pedazos de exoesqueleto y fluidos regados por todo el suelo cavernoso.
Beleg por su lado intentaba atacar a su rival, su flecha apenas rozó la última araña en pie que amenazaba con lanzársele de nuevo al Elfo.
Aprovechando que la araña estaba concentrada en Klain, Códice empuña con gran fuerza su maza de guerra y el poderozo brazó guió su arma a un golp contundente que hizo que la araña se tambaleara de dolor, el sonido crujiente de su exoesqueleto fue el único sonido que emanó la criatura.
Aprovechando que la araña se había volteado para poner su atención en el Semiorco, Klain lanzó un hachazo confiando que tendría la misma suerte del ataque del clérigo, pero no fue así: Su hacha rebotó ante el asombro del Enano.

La araña no se inmutó con el fallido ataque del Enano y centró toda su atención en el Clérigo de Chauntea, y sería él quién recibiría toda la furia de la araña: Un salto puso a la araña encima del Semiorco y lo derribó al suelo, sus colmillos como dagas intentaron clavarse en la clávicula de Codice, pero este agilmente arrojó su rma y la lámpara a un lado y con sus brazos intentó detener el ataque, pero la fuerza de la araña era demasiada y lentamente enterró sus colmillos en el pecho del guia espiritual, hasta clavarse por completo y dejar al semiorco al borde de la muerte, inconsciente y apenas respirando por su propia cuenta. Su vida corría peligro a menos que alguien lo ayudara.

Abrahel seguía distraída y algo tímida de atacar, se refugiaba en su escudo buscando el momento apropiado para atacar, un momento ideal que hasta el momento no había llegado y como seguían las cosas, tampoco llegaría, debía arriesgarse si quería lograr su cometido.
Por su lado, Ladfiena, ya libre de arañas, decide ayudar a su compañero Beleg que aún se encontraba en apuros. Su pequeña flecha se clavó directamente en el abdomen aniquilándola al instánte.

Ya no quedaban más arañas pequeñas y todos podían concentrarse en la grande, pero un compañero había caído y se encontraba cerca a las sombras ¿Acabarán primero con la araña y arriesgarán la vida de su compañerpo?¿Alguno se arriesgará a salvar a su compañero moribundo?¿Quizá decidan que el Semiorco es un pretencioso y lo dejen abandonado a su suerte?.... Es su turno.

Cuando la araña monstruosa apartó su atención (¡y sus colmillos!) del cuerpo moribundo del mestizo, la magia de la Gran Madre comenzó a hacer su trabajo: primero, la magia sutil, la chispa que hay en todas las cosas, ¡la semilla de la Vida!, que la Señora del Grano había puesto en su pequeña criatura incluso antes de que su madre y la madre de su madre fueran concebidas; pues hasta una especie tan bestial como los orcos tiene alguna bendición, en su sangre y en su carne, de Aquella Que Hace Florercer Los Campos. Fue así, por medio de esta magia primordial, que el cuerpo del medioorco rechazó el veneno de la araña.

La segunda magia que operó sobre el sacerdote de Chauntea fue, a diferencia de la otra, del tipo que el común de la gente, insensible a las maneras sutiles de obrar de la Diosa, sí identificaba como tal, pues se trataba del poder que la diosa otorgaba a aquellos sus siervos que abrazaban la fe de la Renovación: a estos clérigos devotos que sintonizaban su espíritu con los ciclos de la naturaleza (el de las estaciones, el del día y la noche, el del agua, el de la vida), Chauntea les dotaba de tamaña energía vital que, en condiciones de gran daño, su cuerpo se regeneraba automáticamente para así seguir sirviéndola. Fue por este poder que la herida del pecho del mestizo se cerró espontáneamente, dejando en su lugar, bajo el hábito y la malla, una gran cicatriz hermosamente cruzada por venas y arterias de sinople.

En cuanto la herida se cerró, apenas unos segundos después de que la araña dejara al orco, el valumbrino salió de la inconsciencia con un fuerte espasmo de todo su cuerpo y buscando aire de respirar. ¡POR LOS PULGONES DE LA CREACIÓN!, exclamó mentalmente. ¿¿QUÉ DIANTRES ACABA DE...?? Pero, en cuanto vio a la enorme araña todavía sobre él, recordó. Por desgracia, en aquel momento se sentía muy débil para atacar a la araña, ¡incluso para escapar!, y sabía que si no hacía algo pronto se desmayaría otra vez, así que, moderando el tono para no atraer la atención sobre él, hizo lo que mejor sabía hacer...

-¡Oh, Madre Amantísima, Dadora de Dones -rezó-, te ruego que des nuevas fuerzas a este leal pero frágil siervo tuyo para que pueda llevar la justicia de Tu azadón a los topos de la era...!

Y ese fue el tercer tipo de magia de la Diosa que le salvó la vida aquella noche.

Fewyhn ve como su pequeña amiga reacciona y una flecha pasa a una velocidad de vértigo de su carcaj a la arañita de Beleg, Quedando así los arqueros liberados para azotar a la reina gigante.

Sin pensárselo dos veces, Beleg echó a correr hacia el semiorco, que había recibido un brutal ataque del la alimaña más grande y estaba en el suelo, en muy mal estado. La sangre corría por su pecho y era evidente que no tardaría mucho más en debilitarse del todo; necesitaba urgentemente curación, pero lo primero era conseguir que la araña se apartara de él, así que se arriesgó: Se detubo a escasos metros de ella y, lanzando un silencioso ruego para que desviara su atención del clérigo, disparó mientras vociferaba.

- ¡Ven aquí, bicharraco cobarde, te voy a meter la siguiente flecha por un sitio mucho más desagradable!

Frustrada por el ataque incesante de la aberrante araña, que impedía cualquier movimiento de la paladina, Abrahel buscó en su fuero interno la luz de su adorado Torm y descargó, en un sólo golpe, todo el peso del Bien y la Lealtad sobre la malévola criatura.

_¡Siente el poder del Bien, maldita criatura! ¡Regresa al Abismo que te engendró!_ gritó la paladina mientras clavaba su espada entre los ponzoñosos colmillos de la araña.