Partida Rol por web

De momento todo iba bien, no había indicios de que nos hubieran encontrado, ni siquiera de que fuéramos ya un objetivo, pero como siempre, era mejor prevenir en estos casos. Busqué un sitio concurrido para poder consultar los horarios en el teléfono, había cuatro barcos que salían desde el puerto en dirección a Tánger.

No te separes de mi.

Había "liberado" por fin a la chica a la que tenía que proteger, casi estuve a punto de decirle que se agarrara a la bolsa o algo así, no sería la primera vez que algún cliente no era capaz de serenarse, pero ella parecía saber lo que se jugaba, ser consciente de que yo era su mejor opción.

A las ocho de la mañana, a las doce, a las cuatro y de nuevo a los ocho de la noche.

Miré mi reloj, suponía que estaríamos cerca del mediodía, pero llevaba un poco de lío con los cambios horarios. Le mostré la pantalla a Lidia para que fuera consciente de las cosas también, no tenía sentido no compartir toda la información.

Vamos a la taquilla, aunque los comprara por internet tendría que imprimirlos explicó ¿ves algo raro? ella había vivido aquí, a lo mejor estaba más acostumbrada y podía detectar algo anormal.

Hasta que no entró en la oficina de billetes casi que no volvió a respirar, aunque iba menos tensa conforme se iba acercando a ella. Por los nervios habia apretado un poco la mano del imprevisto guardaespaldas, así que se alegró cuando se separaron, abriendo y cerrando la mano un par de veces mientras organizaban el siguiente paso.

Déjame a mí....

Isabella cogió aire, poniéndose muy recta y se colocó la mejor de sus sonrisas, la que tenía más ensayada, no quería que el chico tuviese toda la iniciativa, ella había hecho esas cosas un millón de veces y no necesitaba para nada a un tío para conseguirlas, según los horarios que había mirado White sabía que iban para Tánger, así que esos eran los billetes que tenía que pedir. Pedir un billete no era nada del otro mundo, pero no iba a transigir en su independencia.... las persecuciones no habían acabado con su cabezonería en según que asuntos.

Buenas tardes señor -su español a estas alturas ya es perfecto, igual que el inglés, pero sin acento ninguno. - Dos billetes para Tánger, por favor, para las ocho. -amplió la sonrisa formada por sus bonitos labios y sacó uno de los billetes de cincuenta que le había dado su compañero de aventura.

Mientras el dependiente hacía lo correspondiente, ella hizo el barrido que le había dicho su acompañante, mirando alrededor sin perder la expresión en ningún momento, parecía la mujer más relajada del planeta, pero siendo meticulosa en cada detalle de lo que tenía a su alrededor, era la típica turista sin complicación alguna.... nada más lejos de la realidad, pero con tanto entrenamiento durante tanto tiempo era como respirar para ella. Vigilaba también la gente que iba entrando o había entrado a la oficina después de ellos dos.

No sabes qué es lo que has visto o escuchado... pero algo no va bien. No hay nada físico para comprobarlo, puro instinto, pero sabes segura que tu habitual paranoia en estos momentos contiene parte de verdad.

Allí estais, frente a la taquilla, con un par de billetes. La estación contiene un parqué de sillones para esperar los Ferrys. Hay unas veinte personas que se volverán más a medida que se acerque la hora. Aparte hay una cafetería con pinta bastante decente y un pequeño kiosko inundado de periódico y libros. Veis unos aseos y unas cuantas máquinas de refresocs. Es un lugar bastante tranquilo. Y teneis una hora y media por delante.

Isabella mordió su labio inferior, la sonrisa se volvió un poquito más artificial mientras volvía a recorrer el espacio con la mirada, se giró del todo, para acercarse a su acompañante, indicándole con el dedo que se agachase para poder hablarle en susurros el oído.

Algo va mal White, no sé explicártelo... pero te juro que estoy segura de que hay algo raro -Asentía convencida mientras le decía estas cosas en el oído, sus ojos estaban muy serios, aunque los labios estuviesen en la misma expresión artificial.

Estas cosas son las que me han mantenido viva tío, joder, algo va mal....  - Se encogió de hombros, no tenía más datos, pero para ella eran hasta suficientes.

Tienes la certeza de que el miedo de la chica es real. Es dificil saber que proceso subconsciente te lleva a suponerlo -debe ser algo que has visto- pero aunque no tengas "pruebas" y no sea algo definido. Está allí.

Las corazonadas te mantenían vivo, muchas veces tu propia cabeza te intentaba advertir de algo que sabías pero que no eras consciente, así que escuché a la chica con atención, y asentí con la cabeza tras echar un vistazo a mi alrededor.

De acuerdo, saldremos de aquí.

Comencé a andar despacio hacia la salida, pero no con prisa, sino como alguien que simplemente camina aburrido sin ninguna dirección concreta, hasta que en una esquina resguardada, "acorralé" a Lidia contra la pared tranquila mi mano derecha abrió la bolsa de viaje y saqué la pistola que ella me había dado, llevándola yo mismo hasta la parte trasera de su espalda, donde la coloqué tras separarle un poco el pantalón ahora ponte una camisa o algo anudada a la cintura para que no se note demasiado, saldremos de aquí, si nos cogen en el barco no habrá salida me separé de ella, cubriéndola un poco para darle tiempo a que realizara la maniobra que le había indicado.

El objetivo siguiente sería salir del puerto y buscar un lugar apropiado para "hacerse" con un coche, más vigilante que antes, si cabe.

Isabella abrió los ojos enormemente, no sólo la creía sino que abortaba el plan (así lo llamaban en las pelis). Si hubiese estado en otra situación incluso le hubiese sonreído de forma natural, pero que fuese un asunto tan chungo le quitaba las ganas.

Andaba a su lado, sin dejar de mirarle fijamente la cara, como si intentase averiguar que era lo que se le pasaba por la cabeza, anticiparse a cualquier gesto suyo que hiciese prevenir el siguiente paso.

Mordió su labio inferior mientras ayudaba al tipo a colocar la pipa en su espalda lo antes posible, era una puta marioneta, pero debía ser tremendamente gordo lo que podía pasar como para sacar la pistola, así que nada de delicadezas ni vergüenzas... cogió la mochila que estaba en su espalda, sacando el primer jersey que encontró al abrirla y se lo colocó como le había indicado White, con enorme presteza e intentando que no le temblara el pulso, la mochila volvió a su espalda.

A ella también se le habían quitado las ganas de montarse en ese barco, habían tirado el dinero, pero a lo mejor eso les salvaba la vida, así que bien pagado el desembolso. - Desde Algeciras también salen barcos cada poco, está cerca. - Se colocó la mano en la boca, para que nadie pudiese leer sus labios con lo que había dicho. Puede que estuviese montándose películas, pero lo de "prevenir antes que curar" lo tenía grabado a fuego. 

Sin pensarlo, cogió la mano de su guardaspaldas, marchando a su lado.

Al momento, casi a la otra punta de la estación, se abren las puertas dobles por las que vosotros entrasteis. Entran tres hombres de diferentes nacionalidades llevando a una mujer casi en volandas. Es una mujer mayor, de unos sesenta años. Parece inglesa y su color de piel es de un blanco absoluto. La sientan y le hacen aire.
La mujer no para de darles las gracias en inglés y al momento, parece recordar un suceso cercano.
Mi marido...mi marido me ha...me ha llamado!! dice acaloradamente al borde de la taquicardia mientras los hombres le hacen aire con revistas y diarios, intentando calmarla.

Obediente y sin rechistar, así daba gusto trabajar, nada que ver con la gente a la que tenías que dar explicaciones sobre cada paso que dabas, capullos, a esos si que daban ganas de dejar que los liquidaran. Ella sería un desperdicio, en más de un sentido.

Era consciente de su mirada, pero no tenía nada que decirle, simplemente esperaba una oportunidad para salir del puerto, aunque...

Estamos en una estación, a lo mejor hay algún tren a punto de salir, de momento el lugar no es importante.

Desvié los ojos por unos instantes hacia la mano que agarraba la mía, sorprendido, en estos momentos era cuando lamentaba ser alto y destacar, claro que si nos pillaban y había pelea, lo agradecía, y es que como decía Mike, no se puede tener todo.

De nuevo otra escenita captó mi atención, joder, demasiadas cosas a la vez, pero si me había fijado yo, tal vez nuestros perseguidores también.

Vamos

Avancé ahora si más rápido, fijándome en los horarios y vías, no era una estación muy grande, sino había nada inmediato, buscaría de nuevo refugio en el pueblo.

Es en momentos como ese cuando uno recuerda que tiene ácidos gástricos en el estómago.
Justo en el momento que miráis hacia el panel eléctrico que dice las próximas salidas y llegadas. Los horarios comienzan a desaparecer y mostrar un “cancelado” que, cual ficha de dominó, va extendiéndose de arriba hacia abajo.
Escucháis dese la calle el sonido de frenéticas sirenas pasar quemando rueda. Algo gordo ha ocurrido, algo que debe ser mucho más grabe que vuestras propias vidas.

Para cuando Isabella escuchó a la mujer pegando voces ya estaba nerviosa. Aceptó el aumento de ritmo hasta contenta, asintiendo y hablando desde su experiencia personal, en susurros:

Vamos a las vías y en cuanto un tren vaya a salir, nos montamos y pagamos al revisor dentro -No hubiera podido darle más datos a su acompañante, no tenía ni idea cuantísimas veces había hecho eso, luego se bajaba en la primera que le parecía oportuna, y volvía a hacerlo, y así hasta que decidía un destino final, cuando ya se había mareado suficiente.

Estaba dirigiendo sus pasos hacia allí cuando se percató del cambio en los paneles, los ojos se le abrieron como platos, -Hostia... ¿qué pasa ahora? - se puso a mirar para todas partes, el ruido que le llegaba de fuera no era nada halagüeño. No sabía si salir era una buena idea, quedarse dentro tampoco le parecía una opción, con el mal rollo que le había dado mientras compraban los billetes, no parecía que tuvieran más variedad de elección, o ¿o sí?

¿Saltamos a las vías White? -Volteó la cabeza hacia arriba, no lo conocía de nada pero tenía la seguridad de estar más tranquila que si todo aquello le hubiese pasado sola.

No tengo ni puta idea.

Esto no era normal, joder, ni mucho menos.

Verás, ¿por qué demonios te buscan? Si esto es por ti, es que hiciste algo muy gordo, pero mucho, no te juzgo, simplemente intento hacerme una idea de la magnitud de los que te siguen.

Empezaba a dudar que esto fuera con ella, pero las dichosas casualidades me tocaban los huevos sobremanera, joder, si querían matarla, y por extensión a mí, era mucho había formas mucho más sencillas que todo esto, no tenía sentido.

No, saldremos fuera, si hay tanto jaleo será mucho más fácil pasar desapercibidos también tenía un poco de curiosidad, pero ante todo era un profesional es lo mejor afirmé con seguridad intentando tranquilizar a la chica que llevaba de la mano tú ponte detrás de mí saltar a las vías hubiera sido una buena opción, pero a lo mejor no todos los trenes estaban parados, y se llevaban una sorpresa poco agradable.

Vamos.

Tiré de ella con suavidad mientras buscaban las puertas dobles de salida, luego un vistazo rápido a mi alrededor, y a partir de ahí decidir el siguiente movimiento. Paso a paso, como debía ser, si había pasado algo gordo, mejor que mejor, más fácil sería escapar.  

Aquello era un ultraje, Isabella se molestó enseguida, que injusticia más grande pensar que ella había hecho algo y que se había buscado de alguna manera la pesadilla en la que vivía desde hacía cinco largos años.

Se enfuruñó, ofuscada, era una víctima, una auténtica superviviente, se le notaba el cabreo en la voz - Yo no he hecho nada malo, me persiguen porque son unos zumbaos -La verdad es que para ella era difícil definirlos, mucho menos con el tiempo de que disponían y la situación en la que se encontraban. Y además, tenía ordenes expresas de no hablar de ellos: “No existimos. Nunca estuviste aquí. No hagas que me arrepienta jamás de esto. Si lo haces enviaré a Miguel a matarte.”.... Aunque claro, visto lo visto, lo mismo habían decidido que la querían muerta y punto, con lo cual podía hablar de lo que le diera la gana, pero que conste que ella cumplió el trato todo el tiempo. -Y ya te dije que eran muy muy peligrosos.

Hizo caso a lo que le proponía White, sin preocuparse ya por la expresión de su cara, ya estaba alterado todo el mundo dentro de la estación, ahora sólo era una joven asustada más, así que se concentró en ir detrás de su guardaespaldas, lo más pegada posible a él, la mano apretada un poco más fuerte, con ambas manos y mirando por el lateral para enterarse de lo que pasaba al mismo tiempo que el hombre.