Partida Rol por web

Dokeria asiente a las palabras de Nekareng, por lo que parece estar de acuerdo con su razonamiento. Convencer a Nekareng, es convencer a Dokeria y probablemente tendrán la ayuda de unos guías telmori por las peligrosas tierras que tienen que atravesar.
 

Obendiya mira a Hal con cara pensativa al no saber con que comerciar, ante lo que habla Nekareng, cuando este termina, empieza a buscar en las alforjas que porta Michabo, al que intenta tranquilizar con unas caricias cerca del morro.

-¿Hal esto les podría servir? son botines de que conseguí combatiendo- dice Obendiya mientras le muestra unas pequeñas joyas sin sacarlas de las alforjas

Háloric ha asentido con la cabeza ante las palabras de Nekareng, pues entiende sus dudas, espera a que termine de hablar y mira a Obendiya.
- Creo que puede interesarles algo de lo que tienes ahí - respondiendo al nómada - además podria ofrecer - sacando algo con cuidado y volviendo a dirigirse a Nekareng - esta hachuela con cabeza de bronce, la daga que llevo al cinto, también de bronce - dejandola ante el Telmori metida en su funda de cuero - y esta lona, buena para protegerse de la lluvia y la nieve. Si os gustan las cosas que os mostramos podemos tener trato. Si más tarde encontrar cazadores de La Sangre en la Pradera podemos ofrecer algo más como tributo.
 

A la mujer se le escapa una sonrisa al ver el brillo de las alhajas de Obendiya y se adelanta a su compañero:

- El brillo de plata y las piedras de colores gustar a Dokeria. Dokeria comerciar por ellas y por el cuchillo de Háloric el que busca las sendas.

También el telmori parece satisfecho ante la posibilidad de obtener objetos valiosos:

- Sí, a Nekareng gustar el buen hacha y la manta que no deja pasar el agua -dice valorando con la mirada los objetos que muestra Hal.

Devora una pata de conejo que retira del pequeño fuego que han encendido para parlamentar y hacer la carne y le tiende a Cekake un buen trozo de conejo. Luego husmea el aire y apaga la fogata.

- Debemos darnos prisa y llegar a las tierras de la Sangre en la Pradera mañana. Pasado mañana la luna ser redonda y mejor no toparse con los Sangre en la Pradera...

El telmori guarda deliberadamente un silencio ominoso.

- Partir ya hacia el lugar donde Yelm asoma -concluye ya en pie.

-Pues partamos no hay tiempo que perder-comenta el nómada mientras le entrega las joyas a Dokeria.

- Cierto, movámonos rápido, a ver si descubrimos qué se esconde detrás de un viaje tan extraño - el orlanthi no lo dice pero, presiente que algo oscuro ha llevado a esa carreta y sus ocupantes a adentrarse en esas tierras. Espera que sus aliados Telmori los mantengan ocultos a los olfatos del clan de la Sangre en la Pradera, lo que ha dicho Nekareng sobre la luna redonda le eriza los pelos de la nuca. Si lo contara en su aldea no le iban a creer, aliado con dos Telmori. Hal piensa un momento que esto es lo que ocurre cuando recorres el mundo.
Mientras cabalgan de nuevo, espera a que los Telmori se alejen un poco y susurra algo a su compañero - Dejaremos las señales con disimulo a partir de ahora pero, al final, tendremos que revelarles que viene compañia tras nosotros - Háloric mira a Obendiya esperando que entienda que habla de mantener oculta la presencia de los enanos el mayor tiempo posible.

Los exploradores se sorprenden de cómo de rápido avanzan los telmori por la pradera. A pesar de ir ellos sobre sus monturas, los telmori y sus lobos se mueven raudos y veloces a paso vivo o incluso a un trotecillo en algunos tramos y además abandonan el pequeño sendero para dirigirse algo más al norte del mismo, pues en esta época el clan de la Sangre en la Pradera tiene sus campamentos de invierno en unos abrigos rocosos de las colinas situadas en esa región.

Hal y Obendiya no tienen medio de contactar con la carreta de los mostalis que les sigue sin que los telmori vean la señal que tienen que preparar y además ahora avanzan a un ritmo tan rápido que cada vez les sacarán más distancia. Deben tomar una decisión, o dejar que sus compañeros sigan por el sendero sin dejar más señales y alcanzarles luego, o explicar a los telmori para qué dejan señales cada cierto tiempo.

Hal y Obendiya tratan de dejar con disimulo alguna señal a sus compañeros mostalis, que bastante más retrasados, les siguen en la carreta confiados en que sus guías humanos les llevan por buen camino. Sin embargo para los telmori no pasa desapercibido el montoncito de piedras con el palo que colocan cerca de la senda antes de abandonarla.

Interrogados por unos suspicaces Nekareng y Dokeria, Hal y Obendiya les hablan de sus amigos mostalis que les siguen a más de medio día de camino, quizá más ahora que ellos han forzado la marcha. Los telmori reciben la noticia con extrañeza y desconfianza, pero tras unos tensos instantes en los que parlamentan entre ellos en su idioma, Hal y Obendiya observan que el trato se mantiene. Sin embargo, los telmori dicen que sus amigos mostalis corren peligro. El clan de los Cuatro Colmillos Hundidos no es tan agresivo como otros, pero si los hijos de Mostal reaccionan de forma agresiva a un acercamiento, los telmori atacarían sin piedad. Y no hay que dudar de que si es el clan de la Sangre en la Pradera el que les encuentra en sus tierras de caza... les emboscarían a la primera oportunidad.

Resuelven volver sobre sus pasos con rapidez para encontrarse con la carreta de mostalis y continuar juntos hacia el territorio del clan de la Sangre en la Pradera, aunque eso suponga perder casi todo el día.