Partida Rol por web

Aunque la explosión le provoca un estremecimiento involuntario, el humakti le devuelve la mirada a Holguer. En sus ojos hay un punto de sorpresa que da paso a la frialdad y a la determinación.

- Es una lástima, Anciano -le responde con un murmullo quedo al oído- La Cazadora era una gran luchadora, y podría habernos sido de mucha ayuda en la batalla contra El Que Llora. Espero que tengas razón y no haya más accidentes.

No puede evitar preguntarse si Holguer está loco ¿será toda la historia del ogro fruto de la imaginación de un fanático? Cuando todo termine le pedirá las pruebas necesarias, pero no ahora, no con Horen a punto de estallar. Le mira a los ojos esperando un gesto de confirmación y después concentra su atención en la puerta ¿habrá funcionado la magia del mostali?

Horen se contiene al escuchar el comentario de Thorkegar sobre Gábriel. Ahora mismo le da igual, sólo piensa en entrar cuanto antes y matar hasta el último de los ocupantes de la torre y limpiar estas tierras de esta maldad caótica.

Se aparta como hacen todos, sin saber aún cuál es el verdadero potencial de la magia enana. Mira con desconfianza y se cubre la cabeza dudando de lo que ocurrirá. Daos prisa, cuanto antes lleguemos abajo, antes podrán entrar los demás.

-Con la ayuda de mi diosa, puedo hablar mentalmente con alguien que esté lejos -comenta el mercader después de echar un vistazo hacia la zona donde está el ariete-. Así podría avisar al grupo de abajo -luego se tapa los oídos y se acurruca en un rincón.

Vaerles se asoma por el almenado que da al sur (que es donde está la puerta) y comprueba que abajo la cosa está tan mal como Argörath ha dicho. El ariete está inservible, y Darnor el granjero de la larga barba, está tirado en el suelo curándose una herida recibida en las tripas, Bosporus Garan el mercader, que también ha sido herido pero parece haberse curado, y se parapeta tras un mantelete, Palgrem el granjero y Sokendal el uroxi, parapetados tras el carro parecen ilesos. Tambien puede ver a los mostalis parapetados en los manteletes, con las ballestas devolviendo los disparos.

Un trueno y un relámpago se producen al unísono en la azotea de la torre. En un instante tras el ensordecedor ruido todo es humo y un olor penetrante. Pero la ventisca se lleva pronto la humareda que se ha producido y revela que la puerta, que ahora está entreabierta y se mece con el viento, tiene un boquete en la zona donde está el asa para abrirla.

La abertura de la puerta revela un tramo recto de escalera que desciende en la oscuridad por un pasillo estrecho. A los pocos metros se ve que gira a la izquierda. Un resplandor al fondo indica que en el piso inferior hay algún tipo de iluminación.

Reserrva tu enerrgía parra el interrior de la torrre Vaerles. Abajo habrrán eschuchado el rruido de mi arrtefacto. Mis herrmanos sin duda sabrrán que hemos tomado la azotea y hemos abierrto la puerrta. De todas forrmas yo entrrarré el último o me quedarré aquí, ya no soy útil, mientrras les puedo avisarr. Terminó diciendo mientras observaba los pezados desmembrados de los cuerpos vendados. Se dirigió a unos de los trozos esparcidos en la azotea, lo cogío y se aproximó al borde, asomándose hacia abajo para tirarlo hacia sus compañeros para atraer la atención.

En cuanto el acceso al interior de la torre está abierto, con el portalón destrozado por el trueno de los mostalis, el viejo sonríe con malicia y dirige unas palabas muy bien escogidas a Horen:

- Tu compañera, la vingana, ha muerto luchando heróicamente contra esas cosas no muertas, cuando tú no estabas aquí - susurra con veneno - Yo ya la he vengado destrozando a dos de esos engendros con mi hacha, mutilándolos hasta reducirlos a todos esos pedazos que ves repartidos por ahí... pero no eran sino marionetas de esos malditos meldeks, ellos son los verdaderos asesinos - provoca arteramente al berserker solar - ¿Acaso no piensas cobrarte tu propio precio en sangre por la muerte de la pelirroja?

Siempre es mejor que sea otro quien abra el camino, por si hay sorpresas... el implacable Holguer no persigue la gloria en combate, sino asegurarse la victoria final sobre El Eneimgo... a cualquier precio. Y para eso debe llegar ante El Que Llora.

Vaerles escucha al enano y ve cómo arroja con precisión el brazo amputado de un enemigo.

-No me importa usar la magia de mi diosa, señor enano -responde rápidamente-, en esta empresa hay que darlo todo. Por cierto, apresurémonos a bajar para aprovechar la ventaja de la sorpresa. Creo que Argorath podría proteger con su magia al guerrero que avance en primer lugar, porque es posible que la torre tenga defensas mágicas. O, si es capaz de ver la magia, avanzar en segundo lugar para detectar las trampas mágicas -el mercader hace una pausa en la tormenta de ideas y se dirige a Hensheen:- ¿Habéis interrogado al prisionero? ¿Os ha revelado las defensas internas de la torre? ¿Sobre quién usaréis el conjuro de oscuridad? -pregunta el mercader a toda prisa. Luego se vuelve hacia las almenas, apoya el escudo en ellas y le pide a Etyries poder comunicarse con Bosporus, ahí abajo.

Sigue con la mirada al mostali, todavía un poco sordo a causa del estruendo.

- También puedes utilizar la lámpara para hacer señales -le señala el candil que golpea rítmicamente contra la pared de roca- Así sabrán que estamos bien y en marcha.

Después escruta el angosto pasillo mientras menea la cabeza. Es justo lo que se temía.

- Puedo ir delante, podré defenderme con el escudo, pero tendré problemas para contraatacar. Por otro lado... ¿puede alguno de nosotros ir por delante de un berserker? -explica mientras balancea su gran espada bastarda- Así que si alguien es más ágil, usa una daga, lanza o espada de punta, mejor. Y tras la caída, mi fuerza espiritual ha menguado: la necesité para curarme, así que soy vulnerable a los ataques mágicos. 

Por último, toca ostensiblemente su vetusta armadura bezanteada. Ha estado buscando una armadura mejor durante todo su viaje, pero su gran tamaño, tan bueno para combatir, se la ha negado hasta ahora. Hace una mueca, mira a los demás y se encoge de hombros.

Mientras deciden, se acerca a los enemigos caídos por si tuviera suerte por fin y alguna de sus armas o armaduras le pudiera ser útil. Incluso una espada ancha... tal vez podría usarla en el pasillo angosto. Agarra una y la sopesa tranquilamente mientras esboza una sonrisa.

Bosporus recibe el conjuro sin resistencia, e inmediatamente sus mentes se funden extrañamente, de forma que los pensamientos pueden fluir de uno a otro. Y no solo sus pensamientos. Sus energías mágicas también pueden ser compartidas, y hasta sus conjuros. Vaerles de repente nota como en los recovecos de su propia mente ahora puede acceder a un conocimiento mágico que antes no poseía... ¡y un escalofrío recorre su espalda cuando descubre al poder al que tiene acceso y quién es en realidad el mercader barbudo de ahí abajo!

El hechicero mostali prepara un nuevo conjuro. Debe estar prevenido ante posibles trampas mágicas...

Una vez con el conjuro activo, es el primero en entreabrir la puerta y asomarse a escrutar.

- El prrimerr trramo de bajada está despajado. Irré detrrás del que vaya prrimerro. Así podrré avisarr de la magia que pueda esperrarrnos en el camino y apoyarr con mi magia al que vaya prrimerro, aunque debo avisarr de que estoy a punto de agotarr mis últimas enerrgias mágicas.

Vaerles abre los ojos como platos al descubrir que Bosporus Garan conoce conjuros tan extraños como Adorar al Cacodemonio, Bloquear Detección o Vomitar Ácido. El rubio mercader ha oído historias terroríficas acerca de los seres del Caos que parecen humanos y se dedican a infiltrarse en las comunidades humanas mientras rinden culto al mismísimo Diablo. Por un segundo, Vaerles piensa en gritar a los cuatro vientos que Bosporus es un ogro y unos sudores fríos resbalan por su frente, pero luego se lo piensa mejor. Etyries es servidora de la Diosa Roja, y Rufelza predica que el Caos puede ser controlado y usado para un buen fin. Personas como Holguer serían incapaces de comprender esto, pero Vaerles decide probar si puede jugar con fuego y así conseguir usar los poderes mágicos de Bosporus en beneficio de la misión. La sutileza es muy importante. Se concentra, y dirige el siguiente mensaje hacia Bosporus:

«Camarada mercader, soy Vaerles y te hablo a la mente por gracia de mi diosa. Sé que adoras al Caos, pero no temas, no diré nada a nadie... Ya sabrás que la diosa de la luna roja acepta el Caos en su seno. A cambio, solo te pido que me prestes una pequeña parte de tu energía mágica cuando te lo pida. ¿De acuerdo?»

Vaerles se aparta de las almenas tan de súbito que tropeza con un cadáver y cae de culo al suelo helado. Tiene los ojos abiertos como platos, pero luego se concentra unos segundos. Luego vuelve a pedir ayuda a la diosa viajera, mirando a la luna, y le pide que le proteja la magia extraña que puedan encontrar en el interior de la torre. Mientras espera la respuesta de Bosporus, recoge el escudo y desenvaina la cimitarra, preparado para bajar. Después repite la pregunta a Hensheen:

-Hensheen: ¿ya has usado tu conjuro que permite hacerse invisible en la oscuridad? Porque sería buena idea lanzarlo ahora para ir abajo y abrir la puerta de la torre desde dentro.

El guerrero le dirige una frase escueta y directa a su interlocutor Holguer: La pelirroja murió como deseaba y sus asesinos pagarán por ello, lo juro por Shargash. Horen está dedicado a su dios y no tiene ningún temor a morir, así que, aunque sus habilidades no son precisamente las mejores para encabezar el descenso, es demasiado orgulloso y devoto como para no hacerlo.

Se arma con su hacha y su escudo de una mano y comienza a bajar las escaleras cuando se cerciora de que todos están listos. Dobla ligeramente las rodillas y eleva el escudo para protegerse la cabeza por si alguien estuviera esperando para cortar su cabeza. Aprovechando el desconcierto que puede haber provocado el trueno de los enanos, desciende sin perder tiempo.

El mercader vuelve la cabeza hacia Vaerles y le contesta rápidamente.

- El pequeño enlo recibió esa bendición, debe andar ya por ahí dentro oculto en las sombras... intentando cumplir esa misión de abrir la puerta de abajo.

Luego vuelve a forcejear con el soldado.

- Este mercenario dice que solo deben quedan tres soldados más ahí abajo, y uno de sus capitanes. También habla de otras tres momias de estas que tanto daño han causado, y que solo quedan dos de los discípulos de Samaliman, aunque uno de ellos tiene una criatura simiesca como esclava y aprendiz. También hay un par de simples sirvientes, que han recibido la orden de encerrarse en su alcoba y no salir hasta que pase el peligro.

Comienza a atar al mercenario con una pequeña cuerda.

- Id bajando, yo os seguiré con el prisionero cuando lo tenga bien atado y amorzdazado.

Al parecer, Bosporus no responde a los mensajes mentales que Vaerles le ha enviado...

Groth repasa mentalmente lo que le ha explicado el mercader. "Cuatro hombres de armas, tres muertos vivientes, dos hechiceros y un demonio", enumera, "siguen siendo demasiados para nosotros".

- Yo cerraré el grupo, caminaré hacia atrás si es necesario -saca la espada ancha, mucho más útil para luchar en lugares estrechos- Podría haber pasadizos ocultos y que intentaran sorprendernos y rodearnos. Si vas delante, Horen, sácanos un par de metros de ventaja y ve con cuidado: aunque no esperaran un ataque por arriba, es posible que hayan activado alguna trampa. Si puedes, lleva una antorcha contigo. Vaerles, en cuanto veas a una de esas criaturas vendadas, quémala.

Flexiona los músculos ¡por fin entran en la guarida del lobo!

- Recordad que nuestra prioridad es abrir el portón principal para que entre el grueso de las fuerzas -mira al enano  y al mercader que se van a quedar en la cima de la torre- Enviad a los que suban detrás de nosotros y advertid a los demás de que seguimos con el plan.

En cuanto Horen gira a la izquierda en la esquina, ve que el tramo de escalera se interrumpe a los tres o cuatro metros formando un descansillo iluminado por la luz de una antorcha que parece dar acceso a la planta inmediatamente inferior, para luego continuar hacia la oscuridad que conduce aún más abajo.

En mitad del pasillo le espera uno de los soldados, protegido por su gran escudo en forma de lágrima y con su espada lista. Sin embargo Horen carga con un grito salvaje y aunque el soldado se afianza para resistir su envite, la fuerza y corpulencia del berserker lo empuja hacia atrás y a punto está de caer escaleras abajo. Solo su gran agilidad y una evidente experiencia en combatir en estos entornos le ha salvado de la caída, pero ha terminado varios metros más abajo, en el tramo que continúa al siguiente piso inferior.

Horen logra llegar al rellano, que tiene amplitud suficiente para blandir su hacha con ambas manos. Sin embargo, una enorme figura aparece por el lateral justo en el momento en el que Horen empuja al soldado. El nuevo e imponente enemigo le ataca mientras una siniestra voz de alguien que se mantiene fuera de la vista resuena: "¡mátalo, Wendell!, ¡mátalos a todos!, ¡Kelmor, Peloblanco, ahora!".

Una figura corpulenta y siniestra aparece en un lateral, presto a asestar un lanzazo por el flanco al guerrero con hacha que acaba de irrumpir en el pié de la escalera. La punta de su lanza llamea con azulado fuego sobrenatural y cuando alcanza la pierna izquierda de Horen atraviesa la armadura del guerrero como si se tratase de tela barata, asomando por el otro lado del muslo.

Horen cae fuera de combate con la pierna destrozada y sangrando profusamente y, tras sacar su lanza de la herida, el guerrero lo aparta para situarse bloqueando la escalera para el siguiente oponente.

- ¡Rematad a ese! -ruge con voz cavernosa por el yelmo mientras comienza a subir las escaleras en dirección al siguiente enemigo...
 

Por detrás del guerrero de negra armadura que ataca por sorpresa al guerrero del hacha, aparece una siniestra criatura deforme, embozada en una negra túnica, que se prepara para atacar al enemigo caído.