Partida Rol por web

Sonríe al ver acercarse a Gabriel, y aún más al escucharla.

-Creo que ahora entiendo por qué te llaman La Cazadora- le dice por toda contestación, mirándola a los ojos con aire divertido-  Y perdona si doy demasiadas órdenes, he pasado la última década dándolas y recibiéndolas.

Sigue mirándola... y no exactamente a los ojos, cuando se dirige hacia Heenshen y vuelve a sonreír al escuchar el intercambio de ironías y darse cuenta de lo consciente que es la joven del efecto que provoca en los hombres.

- Creo que será mejor que vaya yo con el mercader... al fin y al cabo él es mi patrón - interrumpe con tono divertido  y ante la previsible respuesta de Heenshen levanta la palma de las manos con gesto conciliador- Pero a mi no me importa ir sentado al lado de la anciana ¡Seguro que aprendo mucho! Y estate tranquilo, patrón, estoy casi seguro de que Suk sabrá comportarse.

Vuelve a contemplar el camino por última vez antes de ir hacia Sombra para coger su arco y carcaj y atarlo a la parte trasera del carro de Heenshen.

- O tal vez estaría bien que te adelantaras, Cazadora -sugiere- Supongo que nadie como tú para prevenir emboscadas. Podrías llevarte mi caballo, y que te acompañara ese guerrero cubierto de pieles amigo tuyo. Pero te perderíamos como arquera y como acompañante del patrón, así que como prefiráis.

Se encoge de hombros y se gira hacia el trollkin, haciéndole un gesto hacia el interior del carro y luego hacia Bosporus, asintiendo.

- Sí, pongámonos en marcha lo antes posible. Este lugar es peligroso- ya no hay burla en su voz. No mira hacia la guerrera caída. No es su botín.

Todavía no se había sentado en el pescante cuando escuchó la propuesta de Groth-Ir yo delante con ese mameluco...preferiría quedarme aquí y que Heenshen me hablara más de Groth. Además de llamarme la atención por viajar con un trollkin y tratarle con tan buenos modales, el mozo está de muy buen ver...pero lo primero es lo primero-la mujer da un giro y de un salto, bajó de nuevo-Si me dejas tu caballo yo iré delante-le dice al hombre. Antes de dirigirse hacia su caballo le pregunta-¿Lleva alforjas? Si cabe, me gustaría llevar mis pertrechos lo más cerca posible- antes de que le conteste va llamando a Horen para que se prepare- ¡Vamos, Horen! Monta en tu caballo y ven delante conmigo para proteger a una servidora-dice con una medio sonrisa, mirando de reojo a la anciana.

Horen se incorpora lentamente cuando comienza a recuperarse de las heridas. Se frota el pecho y le da las gracias a los que le han atendido, de forma amistosa. Siempre hay que mostrar agradecimiento a los que te ayudan, claro que sí. Entonces ve a su enemiga tendida en el suelo y a Suk olisqueando junto a ella. ¡Eh! ¡Esa es mi recompensa! Siempre ha sido costumbre en Horen quedarse el botín de sus vencedores, y ni unos mercaderes ni un apestoso trollkin van a impedirle reclamarlo. Se acerca a la mujer sin brazo aferrando el hacha con ambas manos, con grandes y pausadas zancadas, sereno pero intimidatorio al mismo tiempo. ¡Aparta! -le dice a la extraña criatura- ¡Tengo que ver si llevaba algo de interés! Rebusca entre las, aparentemente, pocas pertenencias, por si hubiera algo más aparte de las armas.

A continuación, escucha a la vingana gritarle "¡Vamos, Horen! Monta en tu caballo y ven delante conmigo para proteger a una servidora". Esta mujer va a tener que entender quién puede dar órdenes y dónde está el papel de cada uno. Jansheen casi me ciega con su hechizo femenino, pero yo sé cómo se las traen estas bárbaras. Entonces monta en su caballo y se acerca a ella. Se inclina sobre el lado de su caballo para estar más cerca de ella y poder susurrarle en tono calmo -Vingana, podrás demostrarme con el tiempo si sabes manejar ese arco mejor que tus caderas, aunque me conformaría con que me mostraras lo segundo-. Y le lanza un guiño. Y por cierto, ni los hombres pueden decirme lo que puedo hacer, a menos que me paguen lo suficiente. Vamos, avanza. Seguro que me entretengo en este viaje.

Le pasa las riendas a la mujer con cierta reticencia.

- Lleva alforjas, sí, aunque están mis cosas. Intenta llevar solo lo imprescindible -le da un par de palmaditas en la grupa (al caballo, claro)- Se llama Sombra. Hay caballos más rápidos, más fuertes y más bonitos, pero nos hemos aceptado, y no me gustaría perderlo, así que no lo pongas en peligro. Si os topáis con problemas, volved las caravana a avisarnos como si Umath os agarrara por los sobacos.

Groth acaricia el morro de Sombra y, con un suspiro, clava su mirada en los ojos de Gabriel. No sería el primero en ser engañado por una cara bonita, y un caballo es un buen botín, lo bastante bueno como para justificar la fuga de los únicos viajeros montados. "Pero no se puede vivir así", decide, "hay que arriesgarse de vez en cuando". Si es una ladrona... la acabará encontrando.

Sin decirle nada, coge la jabalina que le lanzó la bandida, apresta su arco compuesto y sube al lado de Heenshen, dejando su gran espada y el escudo justo detrás del asiento. Entonces se levanta y mira hacia atrás, al resto de la caravana.

- Cuando se encuentre bien, sería bueno que el hombre de piel oscura viajara con la anciana. O él, o cualquiera que sepa usar un arco o una jabalina. En caso de ataque, intentad unir los carros para formar una muralla improvisada. Eso podría darnos una pequeña ventaja -se da cuenta de que de nuevo está impartiendo órdenes y con una sonrisa socarrona añade- Por favor.

Antes de que se aleje demasiado, Gabriel siente a su lado la presencia del hombre y medio, el lacónico agimori de piel negra.

-Si te alejas demasiado, ¿cómo voy a saldar mi cuenta contigo? Debo estar a tu lado.

La anciana gruñe por lo bajo mientras se dirigía hacia el despreciable enlo que estaba engullendo a puñados la arena empapada en sangre, junto al cadáver de la incursora orlanthi caída… y lo echa a escobazos.

Luego, respetando siempre la prioridad del saqueo ejercido con diligencia por el agresivo Horen, se acerca al cuerpo y parece hacer algo durante unos breves instantes. Tal vez lo esté enviando con sus antepasados, o lo que quiera que resultase apropiado para sus extrañas creencias. Cuando se levanta tiene una pequeña mancha de sangre en los dedos de la mano con que la ha tocado…

Después emplea la sempiterna escoba, de la que no parece separarse nunca, para barrer algo de la tierra del camino que cubra la sangre medio coagulada, a fin de evitar que alguna otra alimaña haga lo mismo que la miserable criatura de la oscuridad que les acompaña, por el inexplicable capricho de uno de sus guardias.

Finalmente, vuelve a subir a su carromato cubierto, desdeña participar en la conversación general, repleta de insinuaciones e ironías… y ante la propuesta de los guerreros hace un sucinto gesto al hombre alto de piel negra como la noche, invitándole a que suba al pescante con ella mientras le dice con su voz cascada:

- Ya tendrás tiempo de saldar deudas en el futuro, hombre oscuro, por ahora intentemos salir todos con bien de ésta...

Aunque es poco probable que la compañía de la vieja resulte muy agradable en el viaje, pues parece estar farfullando para sí misma permanentemente y luego se queda callada con la mirada perdida, como ida. Por fortuna, se diría que las mulas se conducen solas y el carro avanza con firmeza incluso sin usar las riendas.
 

Cuando se acerca al cadáver reciente aprovecha para recoger una muestra de sangre humana de una brava guerrera en un tubo con citrato para evitar que se coagule…

Además Agay decide que la posibilidad de recibir un nuevo ataque es lo bastante elevada como para tomar drásticas medidas mágicas para evitarlo, de forma que utilizará los hechizos de Extensión de la Vista para lograr una visión cenital desde arriba, a una altura de unos 120 metros, así como una versión de largo alcance del hechizo de Visión Mística que le permitiría distinguir el aura de PER de criaturas vivas, los objetos mágicos que lleven con ellos así como cualquier magia activa en la zona que abarca el Alcance. Eso sin duda debería facilitarle mucho la detección de cualquier posible emboscada enemiga en las próximas horas…
 

-No soy un hombre oscuro, soy un hombre y medio. -La mirada de Onaekko no se separa de la espalda de Gabriel mientras esta se aleja a caballo. 

No obstante, el agimori se encarama al carromato de la anciana y se sienta a su lado sin girarse a mirarla.

-Cuéntame una leyenda de tu tierra -le dice con aire dubitativo-. Las arrugas de tu piel me dicen que sabes muchas. En mi tierra se dice que, por cada leyenda que sabes, una arruga adorna tu rostro. 

Viendo que su curiosidad por el sabor de la sangre humana solo le sirve para recibir golpes, Suk obedece a su acompañante humano y se dirige, cabizbajo, hasta el primer carromato donde se introduce silenciosamente y se acomoda lo mejor que puede entre la mercancía.

La lona filtra la luz solar y además no tendrá que caminar, por lo que el enlo se siente cómodo y se permite dormir a pierna suelta.

Lanzando una mirada de arriba abajo al alto hombretón vestido tan sólo con un escueto taparrabos, la vieja comenta con tono apreciativo:

- Ya, entiendo que te llamen hombre y medio… mmm... y además sin un solo pelo…

Con una sonrisa cargada de ironía le hace sitio a su lado en el pescante y pese a parecer algo distraída, consiente en ofrecerle la leyenda que ha pedido. Durante el relato parece chistar algo molesta en dos o tres ocasiones, sin que venga a cuento con la historia o lo que pasa en el entorno. Tal vez sea cierto que está algo ida. Sin embargo la historia que cuenta está bien construida y narrada con vigor…

- Si deseas oír una leyenda de mis viejos y resecos labios, mi lampiño hombre y medio, te ofreceré la mejor de todas, la historia del héroe más grande que ha conocido esta tierra, un hombre que llegó a reinar sobre un Ralios unificado que tras su muerte se fragmentaría para no recuperar ya nunca su vieja gloria – se diría que le cuesta empezar, pero cuando se arranca no calla – Estoy hablando, por supuesto, del legendario Rey Arkat, el más famoso de todos los héroes, que nació en la Primera Edad en las tierras de occidente, donde tuvo la fortuna de ser educado en el pensamiento racional de estas tierras – dicen que siempre que cuentas una historia explicas cosas sobre ti mismo, además de sobre lo narrado y si es así esta pobre anciana como mínimo tiene buenas dotes de oratoria – Pero si algo iba a marcar y definir la existencia de Arkat sería su enemistad mortal con Osentalka, el emperador de Dorastor, al que él llamaba Gbaji, el Impostor – sin duda esta vieja historia sonará a cualquiera, pero lo importante es la versión particular que hoy están narrando – Arkat era listo e implacable por lo que no tardó en darse cuenta de que la empresa de destruir al maldito Gbaji sobrepasaba a cualquier hombre… pero estaba dispuesto a todo por lograr su objetivo, demasiado dependía de ello… por lo que decidió adquirir las herramientas mágicas necesarias allá donde estas estuviesen, aunque fuera en manos de otros pueblos, a veces incluso rivales irreconciliables… y por ello se dispuso a engañarlos para que le aceptasen como uno de los suyos y de ese modo hacerse con sus secretos místicos – sin duda en este relato la anciana presenta a su Arkat cargado de razones – Así que durante los siguientes años fue pasando de un pueblo a otro entre diferentes culturas, incluso entre diferentes razas y especies, para recopilar todas las herramientas que necesitaba para su guerra personal – hace un pequeño alto en su relato y se diría que suspira aliviada, sin saber muy bien por qué… y luego continúa, aunque pone los ojos en blanco y parece muy distraída - ¿Por dónde iba? Ah, sí… Pues bien, muchos le llamaron traidor por sus continuos devaneos entre pueblos que eran enemigos entre sí, incluso llegaron a llamarlo a él mismo por el nombre de Impostor… pero eso no importaba a nuestro héroe porque él perseguía un objetivo que estaba más allá de todas esas minucias. Y así fue como al final logró encontrar todo lo que buscaba, todo lo que necesitaba. Y entonces se fue a por Gbaji y le aniquiló. Vaya si lo hizo. Definitiva y absolutamente, aunque pareciera una tarea imposible – la vieja parece entonces acelerar el fin de su relato, tal vez cansada por la larga perorata – Luego el poderoso Arkat fundaría el reino del que te he hablado en esta misma tierra del valle de Ralios, en torno al lago Guredo y gracias a sus extensos conocimientos mágicos, bajo su mandato se obrarían maravillas… aunque hoy día no queda casi nada de todo eso en pié, apenas la portentosa Torre de Xud, en Kustria, donde ahora se celebran todos esos estúpidos torneos… pero el relato de su caída orquestada por la intervención de los cobardes y envidiosos reinos vecinos… o el modo en que robaron su Visión Rúnica, ya es como suele decirse otra historia…

Y diciendo esto, la anciana parece sumirte en un ausente mutismo.

La caravana se pone de nuevo en marcha, con Horen y Gábriel en vanguardia como batidores, alerta ante posibles emboscadas. El pequeño Suk, echado a puntapiés y a escobazos del cadáver de la guerrera caída en combate, duerme dentro de la carreta de Heenshen durante el día... pero está activo y vigilante de noche, como su naturaleza dicta. Bosporus y Vaerles viajan al final de la caravana, acompañados del perro de Vaerles que tras la escaramuza con los incursores orlanthis vuelve a su lado. Groth va en la primera carreta, junto a Heenshen, que por cierto no parece tan contento de que el mercenario haya ocupado el puesto de Gábriel. Finalmente el enorme cazador de piel negra que responde al nombre de Onaekko viaja sentado junto a la vieja Aleü, a la que no para de escuchar con atención mientras vigila el horizonte.

El camino entre las colinas de Vustria es sinuoso y traicionero, pero al cabo de unas horas se hace evidente que los guerreros no van a volver y la noche que pasan en una explanada cercana al sendero transcurre tranquila y sin sobresaltos. Al día siguiente, reanudan la marcha sabedores de que el viaje toca a su fin: desde los altozanos se ven en lontananza cada vez más próximas las poblaciones del Ducado de Naskorion...

Horen busca en el cadáver de la mujer algo de valor...

La vieja hechicera lanza sus conjuros y a ratos rompe momentáneamente su contentración para observar con disimulo a sus compañeros de viaje...

-¿Y por qué no pidió ayuda al Hijo Pródigo para cazar a su enemigo? A veces no entiendo a los pálidos. Con el Hijo Pródigo de su lado, ese tal Arkat habría despellejado a su presa sin tener que esperar tanto tiempo ni dar tumbos de un lado a otro. -Onaeko se va relajando poco a poco mientras pasa las horas sentado al lado de la anciana. Siempre ha sentido veneración por los ancianos, pero esta mujer, tan arrugada como dicharachera, le ha caído especialmente bien... para ser una mujer pálida.  

Heenshen está muy callado y con el ceño ligeramente fruncido. De vez en cuando se lleva la mano a la tripa, donde tiene las vendas. No le debe haber hecho mucha gracia cambiar las insinuantes curvas de Gábriel por la rotunda corpulencia de Groth, pero eso no arredra al guerrero, deseoso de entablar conversación y de limar asperezas con su patrón.

Consciente de que su punto fuerte es la labor médica que ha llevado a cabo, Groth sonríe ampliamente y señala los aparatosos vendajes del mercader.

- Estuvo cerca ¿eh? Fuiste todo un valiente, desafiando así a un tipo que te amenazaba con una jabalina desde tan cerca. ¡Seguro que sabes utilizar esa combinación de espadita y puñal que llevas! Me gustaría saber dónde aprendiste a usarlos. Donde yo nací no suelen utilizar ese tipo de armas. Supongo que somos menos civilizados.

Contempla el paisaje con aire distraído, aunque en realidad está atento a cualquier signo de peligro mientras aferra su arco con decisión.

- Intenta mirarlo por el lado bueno: no te han robado las mercancías y además hemos ganado unas cuantas jabalinas. Yo no me he decidido sobre qué hacer con la mía. Por un lado me gustaría aprender a usarla... me daría una nueva ventaja en un cuerpo a cuerpo, porque podría lanzarla sin soltar el escudo -hace el movimiento con el brazo- pero por otro... me vendría bien el dinero que pueda sacar por ella.

Se encoge de hombros y concluye su distendida charla.

- Me gustaría gastarme el dinero antes en aprender a montar. Ya viste lo que pasó cuando nos atacaron esos malnacidos. Sé mantenerme sobre un caballo pero luchar ahí arriba... eso es diferente. Incluso con un caballo valiente como Sombra, me siento mucho más torpe montado que a pie -se rasca la barbilla pensativo- ¿Cuánto crees que me darían por esa jabalina?

Sin dejar de sonreír se vuelve otra vez hacia Hensheen y espera su contestación. No cuesta nada ser amable.

El mercader escucha a Groth, que habla animadamente mientras avanzan por el camino. Es un tipo simpático y casi hace que Heenshen se olvide de que ha sustituido a su lado a la bella Gábriel. Solo casi.

- La espada ropera y la daga no son armas para la guerra, ni yo soy un guerrero, me temo -le dice a Groth tocando la cazoleta del arma que lleva al cinto. Te sacan del atolladero en la ciudad, donde es habitual que los guardias no te impidan ceñirlas y no suele uno tener encontronazos con enemigos bien pertrechados para batallar, precisamente debido también a que la guardia no lo permite. Pero fuera de ese entorno... no son armas para detener un mazazo o un tajo de alabarda.

Echando un vistazo a las jabalinas mencionadas por el mercenario, menea la cabeza.

- Pues mira Groth, para serte sincero, no he mercadeado con este tipo de armas. Las armas de asta no son precisamente mi especialidad. Sí que he vendido y comprado algunas espadas y cuchillos, pero ni siquiera puede decirse que sea un experto.

Luego señala a Horen que pasa montado a caballo en una de sus idas y venidas.

- Él sí que ha conseguido un botín más jugoso... por el cual previamente ha pagado en sangre, claro. La espada que llevaba la muchacha que ha derrotado en combate lo menos valdrá cuatro monedas de oro y por la daga algo menos de una. Y luego se queda pensativo unos momentos, antes de continuar... 

- Horen -dice llamando la atención del jinete antes de que se aleje- ¿qué te parece si te ahorro los trámites y la pérdida de tiempo de malvender en una ciudad que no conoces esas armas que has recogido? Te doy cuatro monedas de oro por la espada y la daga que has recogido. ¿Hay trato?

Todas las noches, a última hora, siempre después de haber cenado y departido distendidamente con sus compañeros de viaje si es que la ocasión se presta a ello, la vieja Aleü se refugia en su carromato, cierra con llave y prepara con largas ceremonias el lanzamiento de sus hechizos periódicos, con larga Duración, según un minucioso calendario meticulosamente registrado… muy alejado de lo que podría esperarse en una vulgar feriante echadora de cartas.

Y de vez en cuando, como mínimo con una frecuencia estacional, pero si se suceden acontecimientos de interés con una mucho mayor asiduidad… intenta desvelar mediante su sofisticada ciencia hechicera lo que le depara el siempre inestable destino. Cuando opera sus cálculos cabalísticos para sí misma, la máscara de la feriante desaparece y asoma de nuevo la sobria y erudita Agay Abab. Entonces no hay estúpidas parafernalias, pues no precisa distraer la atención de nadie ajeno a su verdadera ciencia hechicera para confundir sus sentidos. De modo que dice adiós a los elementos puramente teatrales de la escenificación, como las cartas, la bola de cristal, los posos de las exóticas infusiones, la lectura de las líneas de la mano y todas las demás zarandajas… para concentrarse puramente en los números y los cálculos de probabilidad, tan exactos como sea capaz de manejar.

Y como siempre, pregunta tan sólo lo que le deparará el futuro más inmediato, ya que con sus actuales medios y recursos sólo puede aspirar a atisbar con seguridad a muy corto plazo. Pues es muy consciente de que debido a la complejidad de sus cálculos y a la potencial irrupción de una infinidad de agentes externos, no ponderables en el momento de formular el hechizo, cuanto más te alejas en el futuro más vaga e imprecisa es la información que la ciencia adivinatoria te puede proporcionar.

Por eso es mucho más fiable intentar discernir tan sólo el futuro inmediato, a una o dos semanas vista. Y teniendo la posibilidad de formular las preguntas a diario, si fuera necesario, lo que le preocupa es la precisión y exactitud de sus respuestas.

Porque lo cierto es que ya son bastante difíciles de interpretar incluso así, con este escaso alcance al adentrarse en las mareas del destino…

Observo las tierras de Naskorion que se extienden ante nosotros mientras charlo un rato con Bosporus:

-Y bien, señor Garan, ¿esperáis vender muchas pociones y ungüentos en Marost o continuaréis vuestra ruta enseguida? Yo creo que proseguiré mi viaje hacia Drom, en el ducado de Helby, asistiré al mercado y de allí intentaré encontrar una caravana que se dirija hacia el río Noshain. Aunque si se presentan oportunidades más provechosas sin duda podría valorar otras opciones. De todos modos, lo primero es vender algunas cosas que compré en Belstos y recuperar mi carreta, que dejé a buen recaudo en Marost. ¿Creéis que nuestro amigo Hensheen se quedará muchos días en la ciudad? Si se dirigiera pronto hacia el sur, sería un placer acompañarle, sobre todo si los guerreros que hemos encontrado también siguen con nosotros -me vuelvo entonces hacia el mercader-. Por cierto, aún no me habéis dicho a qué dioses honráis y pronto tendré que brindar por ellos en la taberna más cercana. De hecho, no habáis mucho de vos. ¿Sois de Seguredo o de tierras más lejanas, como yo?

Horen no ha sido nunca un hombre de hacer negocios. La lengua es para la gente que no sabe usar un arma. A pesar de ello, y de serle necesario el dinero, nunca se ha fiado un pelo de la gente, y menos aún de los que no conoce. Haciendo un alarde de educación desconocida en él, mira a Heenshen y trata de simular una sonrisa que no sale tan amistosa como él pretendía:

-Sí, podemos llegar a un acuerdo. Pero que sea cuando lleguemos a la ciudad. Igual puede serme útil en el viaje. Y Shargash no bendice al guerrero que no esgrime un arma que le pertenece por derecho propio.

Sin saber cómo salir del atolladero, se gira rápidamente y se dirige hacia la anciana para decirle unas palabras.

Bosporus escucha a Vaerles y con la mejor de sus sonrrisas le contesta - Bueno.... dice sonrriendo todo el rato .... espero poder hacer algo de dinero, pero necesito algunos ingredientes que no son faciles de conseguir... estoy dispuesto a ir donde el dinero suene, si el dinero suena en Marost pues alli voy, que suena en Drom, pues a Drom que voy.... JAJAJAJAJA!!!!! rie placidamente y continua con su sonrrisa - Estaras de acuerdo conmigo ¿no? Vaerles. Y a la pregunta de los dioses... Orlanth es mi protector, la verdad es que no siempre fuy mercader, de joven luche en varias campañas, pero eso es algo que me gustaria olvidar. Y respecto a lo de brindar.... me gustaria empezar cuanto antes JAJAJAJAJA!!!!! Luego intenta entonar una cancion para amenizar el viaje, pero sus cuerdas vocales no estan adiestradas para tal cometido y pronto se calla cuando la gente lo mira y hace muecas o incluso se tapan las orejas.