Partida Rol por web

Albius maldijo por lo bajo en cuanto el blindado ligero apareció traqueteando en dirección a su trinchera. Contempló impotente su arma, que era ideal contra infantería, pero totalmente inútil contra un blindado, aunque fuera ligero. Hizo un repaso mental de todas sus armas, pero ninguna podría perforar el blindaje de aquel cacharro. Como no hubiera alguien con granadas de fusión o lanzamisiles en su unidad, estaban jodidos. 

Probablemente no le haría nada, pero tenía que intentarlo al menos. Apretó los dientes con rabia y apuntó al blindado, mientras por el canal general avisaba a su unidad. - ¡Sargento, vehículo enemigo a la vista, blindado ligero avanzando hacia nuestra posición, necesitamos un lanzamisiles o granadas de fusión, lo entretendré un momento, pero no podré hacer mucho, señor ! - 

Miró a su ayudante y sólo su mirada, bastó para transmitirle lo que quería.* Celonius temblaba de miedo, pero ahí, quien mandaba, era él...y Celonius lo sabía. 

Con un rezo interior al Dios Emperador, alabado sea por todos, tras fijar la retícula de su arma en el vehículo, disparó. Las balas trazaron una línea desde él hasta el blindado, golpeando uno de sus costados. Albius rezó muy fuerte para dañar algún componente vital y que se detuviera. Así igual tenían que salir de su armadura móvil. 

Marcus dadme fuego de cobertura intentaré volarlo con algunas cargas de demolición, si lo inmovilizamos lo podreis detrozar con los cortadores laser.

Conmigo Lucius enseñemos a esos malditos el valor de los hombres de la Schola, coge un par de cargas y sigueme.

Cogo dos cargas demolición y corro hacia el crater grande enfrente mío.

Asiento a mi compañero sargento

- Date prisa, y regresa pronto. Solicito también apoyo artillero. Agrippa, informa: eliminada infantería, se acerca blindado ligero. Indica posición, solicita apoyo artillero, no sabemos si vienen más blindados ligeros, indica la posición donde está. Todos, preparados para si llega aquí usar las granadas de mano. Mientras tanto, fuego de cobertura para proteger el movimiento de Aurelius.

No tenía nada con lo que combatir un tanque, la carabina láser no servía absolutamente de nada contra un blindado.

— Sargento, solicito permiso para ir a retaguardia a por un arma capaz de atravesar ese blindado— preguntó a su superior por el comunicador—. Puede que vengan más tanques tras este y el Sargento Naevatis no tiene suficientes explosivos para todos.

Mientras esperar a la confirmación de su propuesta, Cneo cubre el avance del Sargento Naevatis.
 

El terror por el blindado recorre la trinchera, mientras que este avanza, impasible a los impactos del arma de Albius. Mientras, su torreta y el bolter que lleva montado en el frontal del casco abren fuego contra uno de los soldados. Solo el bólter logra alcanzarle, aunque los tres impactos le pulverizan, reduciendo al hombre a poco más que una amalgama sangrienta de restos humanos y ceramita machacada. 

Agripa asiente y empieza a transmitir:

-Estado de la trinchera, señor. Infantería eliminada, blindado ligero acercándose, coordenadas...-se asoma, quizás más de lo prudente, para luego transmitirlas-... aproximadamente. Se solicita apoyo artillero, desconocimiento de si es la vanguardia de un grupo más grande. 

Una breve pausa de estática precede a la voz del propio Lord General, que responde al comunicado.

-De acuerdo. Aguanten, enviaremos apoyo. Corto.

Albius observó como sus queridas balas rebotaban en el blindaje de aquella bestia acorazada, sintiéndose impotente mientras repasaba otra vez mentalmente las armas de las que disponía. Si su bolter pesado no podía atravesar aquella piel, nada de lo que llevaba encima podría hacerlo. 

- Maldita sea...¿a nadie se le ha ocurrido que podría venir un blindado? ¡Espero que sea el único, porque como vengan más detrás, vamos a tener que abrir la lata para poder sacar el molusco!. Agacha la cabeza y no llamemos la atención mientras vigilamos si viene más infantería mientras alguien de la trinchera se encarga del blindado. 

Le ordenó a su pardillo que se cubriera, mientras él hacía lo propio, asomando apenas la cabeza para vigilar por si veía venir más tropas de a pie. 

¡Sargento!¡Mis balas no consiguen penetrar ése cacharro! ¡Voy a esperar que se acerque un poco más e intento destrozarle las orugas desde un lateral! - transmitió a su Sargento.

Nicodemus esperó que fuesen viniendo después de que hubiese estado ocupado convirtiéndose de un despojo agonizante a un soldado en perfectas condiciones de combate en unos instantes mientras Titus iba a recoger a algún pobre desgraciado que se perdiese la celebración...

...y para cuando levantó la vista de nuevo el olor a miseria se podía palpar, y su compañero estaba cagadito vivo. No le costó más que unos instantes averiguar qué estaba pasando como para poder unirse él también al carro de la gente que estaba esperando lo peor. UN PUTO TANQUE. EN AQUEL BARRIZAL DE MIERDA CON UNOS TIPOS QUE NO TENÍAN NI BALAS PARA REMATARSE COMO MISERABLES VENÍA UN PUTO TANQUE. El medicae ni siquiera se molestó en meterle un tiro, lo que hubiera necesitado que asomase la cabeza fuera de la trinchera, lo que hubiera implicado que el tanque le podía haber metido zapatilla a gran escala.

Además, la orden del sargento de que se cuidara el primero en esta situación implicaba también no ser tan subnormal como para ponerse a la vista de un tanque.

-¡Jesús Emperador! -gritó- ¿¡Dónde están las malditas escuadras de apoyo!? ¡Somos un regimiento de rompeasaltos y combate urbano! ¿¿Por qué nadie avisó de que esta gente se traía la división blindada??

- Mantengan la posición en la trinchera. Cubranse por completo, y usen las granadas cuando esté suficientemente cerca. Cneo, permiso denegado. Estamos demasiado lejos.

Marcus Druso se cubre por completo, y espera hasta que esté lo bastante cerca como para usar la granada.

Era la hora de los héroes. Y Aurelius, seguido de cerca por el heroico Lucius Arrio estaba dispuesto a demostrar aquello. Echando a correr como alma que llevaba el diablo, cargado con varios kilos de explosivo, se adentró más allá de la línea de trincheras, intentando alcanzar la relativa seguridad de un cráter. La tripulación del blindado, alertados por aquella súbita carrera, le eligió como objetivo de su torreta, y los proyectiles de cañón automático silbaron, haciendo saltar surtidores de barro e inmundicia peligrosamente cerca del sargento y su ayudante. 

-¡Iguales órdenes!- gritó Marcus sin salir de su cobertura- Especialista Cneo, ¿no hay nada en su equipo contra vehículos pesados?

Decidido a  hacer volar por los aires al puto taqnue nos arrojams al crater con objeto de buscar un lugar seguro donde preparar las las cargas. 

Aquel mastondonte seguía avanzando hacia la trinchera sin que nadie pudiera hacer nada por evitarlo. O al menos eso pensaba Vespillo mientras maldecía su suerte por no tener un lanzamisiles a mano.

- ¿Dónde está la artillería cuando se la necesita, Celonius? - le dijo a su pardillo, mientras seguía asomando apenas los ojos por encima del borde de la trinchera. En el momento que veía a la torreta moverse en su dirección, no se esperaba, agachaba de nuevo la cabeza dejándola fuera de la vista.

Le pareció fijarse en una cosa. Él juraría que había visto tanques ligeros ir hacia el combate, y que iban mucho más rápido que éste. - Si vas de cara a una trinchera enemiga, digo yo que no irás al trote cochinero esperando que tengan todo el tiempo del mundo en dispararte, si no a toda velocidad para llegar cuanto antes y aplastarlos. - razonó mientras veía lo poco que había avanzado el blindado.

Se le ocurrió una idea. - ¿Y si van varios soldados detrás del tanque escondidos? -

Trató de asomarse un poco y ver si alguien seguía al tanque, utilizándolo de escudo para avanzar. **
 

Mientras Albius se disponía a examinar... Nicodemus no estaba por la labor.

Estaba bastante más firme que su compañero, que parecía estar a dos tris de echarse a llorar o derrumbarse (el fruto de la clásica decisión "asignémosle al novato al med y así tendremos dos meds en el futuro"), esperando como los demás espalda contra la pared terrera agazapado y las granadas a mano del acceso rápido de la armadura para en cuanto se diese la orden. Se había visto en unas cuantas, pero esperando en una trinchera a que pasara un tanque como para que pudieran tirarle granadazos a la de una no era una de ellas... y aunque estaba seguro de que había alguno que podría haberse salvado si hubieran movido las camillas en vez de agazaparse, que se habrían desangrado o lo estarían haciendo ahora, no iba a quejarse. Y no sólo por el delito disciplinario.

-¿A cuánto los tenemos mi sargento?

Se lo estaba tomando con calma CONTROL para lanzar las putas salvas de artillería. No es como que se lo hubieran pedido a la Armada Imperial o algo.

La espera se hacía tensa, mientras el sargento Aurelius avanzaba con aquel plan en mente, y el blindado recorría más distancia todavía. Sin apoyo de ningún tipo, y con el aire tan saturado de adrenalina que casi podía olerse el miedo y la ansiedad... Hasta que el vox de Agripa chasqueó brevemente, como anticipo de una entrada de sonido. 

-Fuerzas de tierra del 13º de Asedio, aquí el capitán Marco Dándolo de la "Furia", aguanten. Entrada en cinco-transmitió brevemente. 

El blindado se encontraba cada vez más cerca. El sargento había emprendido una misión suicida para acabar con él. Era un hombre valeroso que estaba dispuesto a dar su vida por lograr los objetivos, exactamente lo que se espera de un sargento de 13º de asedio.

— Cayo, ¿se te ocurre alguna idea? — le pregunta Cneo a su compañero. — Este tanque va a penetrar la trinchera como no le detengamos.
— Ten… ten… — tartamudeó Cayo.
— ¡Suéltalo ya! No tentemos todo el día.
— Ten... tengo esta arma — dijo mientras sacaba un rifle de fusión entre su equipo.
— ¿Te habías traído esto y no me habías dicho nada? ¿A qué estabas esperando? —le recriminó furioso Cneo. — Maldita sea, dámelo ahora mismo. Estás en la parra.

Sin pensárselo dos veces, enganchó el arma y revisó que todo estuviese en orden. El alcance del rifle de fusión era muy limitado, pero el tanque se acercaba a sus posiciones. Así que esperó a tenerlo a distancia de tiro y apretó el gatillo. Un chorro láser salió directo hacia el objetivo que empezó a fundir el metal como si fuese mantequilla.