Partida Rol por web

Mientras tanto, los prisioneros iban siendo agrupados. Un registro somero reveló que los rifles iban descargados, les habían mandado a tomar la trinchera sin munición (lo que podría explicar por qué cargaron de ese modo). Más allá, salvo por el hecho de vestir con harapos, y de algún signo más, casi parecían habitantes corrientes de este mundo, granjeros asustados como los milicianos. 

Con un estruendo de botas, un pelotón de arbitradores hizo acto de presencia desde la zona trasera de la trinchera. Llevaban insignias del comisariado, y caminaban a buen ritmo con sus escudos antidisturbios y porras de energía, enfundados en sus armaduras. 

-Venimos a hacernos cargo de los prisioneros-dijo el que les encabezaba, tras saludar marcialmente a los mandos. 

Sin embargo, apenas un par de segundos después de su llegada, se pudo escuchar como otro pelotón llegaba al lugar. Enfundados en armaduras de caparazón selladas, con la gran I de la Inquisición pintada en cascos y hombreras, y rifles láser hotshot colgando de las correas. 

-En nombre de la Sagrada Inquisición, venimos a hacernos cargo de estos prisioneros-dijo el que los encabezaba, con un tono que no parecía dejar lugar a la réplica y sonaba más bien a orden. 

El sargento Marcus mira, primero, a su par, Aurelius, para luego mirar a ambos recién llegados, asintiendo, y acercándose a ambos.

- Arbitrador, inquisidor, bienvenidos. Alabado sea el Sagrado Emperador. Como veis, hemos eliminado a nuestros enemigos, y procedido a capturar varios prisioneros. ¿Desean llevarse cada uno la mitad o decidir entre ambos a quien les corresponde tomar a los prisioneros?

Lo de los cargadores fue mucho más rápido de lo que esperaban: cero. Y ya era una pena, porque un poco de munición extra nunca viene de más en el bolsillo de nadie... claro que eso no tenía que explicárselo al pobre que estaba medio lloriqueando con un jirón en la boca, que había cargado contra ellos sin balas. Lo meneó un poco con la bota, sin demasiadas ganas: había visto a alguno de sus compañeros ensartado, Caminus no iba a volver a levantarse de esa como nadie encontrase un estómago biónico y si les tenía algo de lástima no era la lástima que le impediría romperles unas cuantas cosas para que se acordaran de lo que habían hecho el resto de su (admitido, corta) vida.

Y mientras estaban reposando con todos aquellos imbéciles, llego el Arbites. ¿El Arbites? ¿A la campaña?

"¿Bwuh?"

¿Qué coño pinta el Arbites aquí? No tienen ni voz ni voto y-

"Venimos a hacernos cargo de los prisioneros"

Se encogió de hombros un poco y volvió a mirar a sus compañeros: si venían con órdenes de arriba de llevarse a los prisioneros, eh, los jefes sabrían. Ellos habían hecho ahí todo el trabajo ya y no pintaban nada en la decisión del alto mando. Que los envíen a la tienda de CG y el Teniente se encargue de todo este asunto y...

...!

Sonido de MUCHA gente llegando. MUCHA gente llegando, muy rápido, muy fuerte y muy, muy profesionalmente. Como un despliegue rápido de tropas de élite. Pegó la espalda a la pared apartando al prisionero más cercano con la suela, buscando una granada, cuando los soldados empezaron a irrumpir, presentando las placas y continuando hasta llegar al sargento.

Apenas intercambió una mirada con sus compañeros ahí presentes antes de saludar y ponerse en firmes ante el paso de las fuerzas del Inquisidor. Una cosa era el proyecto rutinario de mandar a un jerifalte con otro jerifalte y que se hablasen los dos y terminar lo que era un trámite. Otra cosa era que LA SANTA INQUISICIÓN estuviera por en medio. En ese caso podían llevarse a quien quisieran cuando quisieran y sólo tendrían que hablar con el Teniente si lo consideraban necesario.
 

— ¿Te has dado cuenta de que los enemigos portaban armas sin munición? — dijo Cneo a su compañero para llamar su atención. — ¡Normal que se rindieran!, hay que estar loco para enfrentarse en estas condiciones a nosotros, el 13º regimiento de asedio. Es terrible lo que hace el Caos en las mentes de las personas. ¡Menos mal que el emperador nos protege! — La alegría por la victoria se había tornado en un sentimiento agridulce. — ¿Por qué desperdiciaban sus enemigos estas vidas? Y si las vidas no les importan, no tiene sentido malgastar blindados en  esta guerra de desgaste. Todo esto me resulta muy extraño, tengo un mal presentimiento.

En ese mismo instante apareció el arbitrador y la inquisición pidiendo prisioneros. Tras los formalismos iniciales, vio como la situación se volvió tensa. Entonces, Cneo habló por el comunicador interno del regimiento para lo que oyesen sus sargentos. — Los prisioneros pertenecen al regimiento. Es el Teniente Augustus el que debe decir que hacer con ellos, no nosotros. Además, no quiero quedarnos sin el botín de guerra.

Tiró el último rifle al rincón, sacudiéndose el sudor de la frente.

"¿Te has dado cuenta de que los enemigos portaban armas sin munición?"

Nicodemus puso cara de falso asombro después de meterse el aburrido trabajazo, como Cayo, de registrar, comprobar y apartar a todos los prisioneros.

-¡Nooooooo! -resopló, irónico, mirando el último arma vacía que habían apartado al montón- Son idiotas y están cagados: mucho miedo tenía que darles el que tengan detrás. Poca pena que me dan. Traidor es traidor. Bastante tienen que no los ponemos en fila y los apiolamos aquí en medio.

Cuando su comp-

......!!!!!?????????

Con cara de ABSOLUTA URGENCIA, hizo un gesto de pasarse el pulgar por el cuello en horizontal a la vez que apretaba los dientes, la señal más directa para cierra-la-boca que se podía imaginar. Esperaba que aquello no llegase a oídos inadecuados, porque, joder. Iban a estar cagando guardias de aquí al fin de los tiempos si el que lo oyese tenía un humor medio regular. Y los Sagrados Ordos no sonaban como la gente que tuviese motivos para tenerlo.

*¿Pero qué me estás, jodiendo?*

Le susurró, sin dejar de estar en posición de firmes.

*¡Eso valía con el Arby´s!* sacudió la cabeza *¡La Inquisición está por encima de la cadena de mando! ¡Se llevan lo que quieran, hacen lo que quieran y el sargento informa de que ha pasado a manos del Ordo! Si les cuestionas siquiera un poco y les pìlla de malas PUEDEN PURGAR ESTA SECCIÓN*

Amaba a sus compañeros, pero la reputa, qué mal llevaban a veces lo de las circunscripciones. Y el sentido común. Vale que nunca habían tenido un encontronazo con la Inquisición en ninguno de los campos de batalla, pero... teóricamente conocían el sistema. O a lo mejor él lo recordaba más porque para ser Med tienes que tenerte el catecismo bien-bien fresco.

En cualquier caso. Owgh.

Mientras vigilaban el frente, la tarea aburrida les tocaba a un par de compañeros suyos, que era registrar y requisar cualquier arma y munición que llevaran los traidores. Con la mirada desdeñosa de uno que desprecia a aquel que se ha dejado engañar y seducir por el Caos, paseó sus ojos por la patética fila de traidores. - Si pudiera... - pensó, imaginándose a sí mismo apuntando con el cañón de su bólter pesado a aquellos putos traidores y apretando el gatillo hasta que no quedara ninguno en pie.

Una pequeña conmoción de gente llamó su atención, mientras le decía a Celonius que ni se le ocurriera quitar la vista del frente, para poder cotillear algo más a gusto. Parecían un grupo de arbitres que venían a por los prisioneros, cuando llegó un pelotón de otra fuerza de élite.

- Hostia puta, la Santa Inquisición. - dijo por lo bajini, mirando incrédulo al pelotón que acababa de llegar. - Pues...¿a quién coño hemos atrapado? - pensó durante unos segundos, intentando visualizar a alguien que pareciera tan importante entre los sucios y patéticos traidores como para enviar un pelotón de élite de la inquisición a por él...pero no conseguía imaginarse cual de aquellas pobres expresiones de "soldados del caos" sería el importante.

Entonces llegó por el comunicador, por la banda general del pelotón, una transmisión de, si no se equivocaba, Cneo.

Los prisioneros pertenecen al regimiento. Es el Teniente Augustus el que debe decir que hacer con ellos, no nosotros. Además, no quiero quedarnos sin el botín de guerra.

Los ojos del fornido "arma pesada" se abrieron como platos ante la insensatez de su compañero. - ¿Pero qué cojones está pensando Cneo para enviar ése mensaje a los sargentos....delante de...? Joooooooooooooooderrrrrrrrr. Se lo crujen...se lo crujen fijo..hostias, va a comer tantas guardias, hacer letrinas y limpiarlas y abrillantar tantas botas que se va a quedar ciego antes de que le perdonen eso. - pensaba intentando adivinar cual sería el castigo a su compañero ante tal insensatez.

Se fijó que su otro compañero, Nicodemus, estaba haciéndole señales a Cneo para que cerrara la boca, pero era tarde. - Le van a meter el rifle de fusión por el culo...y suerte va a tener si no le dan al gatillo. - le dijo a Celonius, comentando la jugada.

Silencio Todos, digo mirando a los hombres del regimiento ,  Arbitres, con todo mi respeto y admiración por el servicio que realizan para la sagrada causa de Terra,no podemos entregarles los prisioneros, ante la sagrada Inquisición no hay jurisdicción superior.

 Asumo la responsabilidad de la entrega de los prisioneros, Con una cabeza que vuele el comisariado sera más que suficiente,debemos evitar conflictos internos. Pienso para mí.

 Fuerzas inquisitoriales os hacemos entrega de los prisioneros, formalizaremos  los documentos de entrega ahora mismo, perdonen las molestias y el formalismo burocrático pero debemos cumplir con las ordenanzas y las disposiciones legales.Necesito su identificación, rango y número de Servicio. Digo mientras saco mi placa de datos y comienzo a teclear en ella febrilmente un documento de entrega de prisioneros.

 Lucius, haz un recuento detallado de los prisioneros, después me dirijo al que encabeza el pelotón de fuerzas inquisitoriales de nuevo, designe un miembro de su pelotón para el recuento conjunto, necesitare los datos de identificción de su hombre para el informe. 

El sonido de las palabras de Cneo, en el intercomunicador, no había sido alto, y quizás los recién llegados no lo hubieran escuchado, así que Marcus, pensando en luego cantarle las cuarenta, hizo como si no hubiera escuchado nada. Desgraciadamente no pudo hacer lo mismo con la actuación de Aurelius.

Marcus mira a Aurelius enarcando una ceja. Por unos instantes piensa en mandarlo a la mierda, pero se contiene. Luego piensa en recordarle que no tiene ninguna autoridad sobre él, y que él ya ha hablado, dando además ocasión para que la patata caliente se la repartieran entre los recién llegados. Pero no podía mostrar más desacuerdo entre ambos. No debía.

- Sin duda, todos respetamos la autoridad de la Sagrada Inquisición, aunque es posible que, tal como indicaba, la Santa Inquisición pueda repartir prisioneros con los arbitres, pues gracias a la 13ª y a la labor de sus dos sargentos presentes, hemos logrado bastantes presos para el bien del Omnípodo Imperio. En todo caso, y como bien ha recordado mi colega Aurelius, si no hay acuerdo la prioridad debe ser de la Inquisición.

Los stromtrooper fueron girando sus máscaras de interlocutor en interlocutor, siendo imposible saber qué pasaba bajo aquellos cascos, aunque el mutismo y su expresión corporal no indicaban precisamente relajación. El que parecía estar al mando se llevó la mano a un lateral del casco, activando un microcomunicador e intercambiando rápidamente unas palabras con alguien, para después asentir levemente y levantar la mano con el puño cerrado. Automáticamente, más de 20 rifles láser hotshot apuntaron a todos los presentes.

-Se vienen todos con nosotros. Al Inquisidor no le ha gustado que nos hagan perder el tiempo. Tú-dijo, señalando a uno de los suyos con un vox a la espalda-contacta con el Lord General y dile que mande tropas de reemplazo a esta posición, que la Inquisición ha requerido a los hombres aquí desplegados. 

Automáticamente, el stormtrooper increpado se puso a aplicar las órdenes correspondientes.

-Y los miembros del 13º presentes, vienen con nosotros. Preferiría no tener que abrir fuego contra fuerzas leales, pero eso lo dejo a su elección. Los arbites podéis largaros, aunque os aconsejo quedaros hasta que lleguen los refuerzos. 

Las armas de los dos tipos que estaban delante suyo les apuntaron.

"CLARO QUE LO HABÍAN ESCUCHADO. ¿¡COMO NO IBA LA INQUISICIÓN A TENER UN MALDITO INTERCEPTOR DE COMUNICACIONES!?"

-...a sus órdenes.

Tragó saliva mientras guardaba las cosas y se dirigía con los demás hacia su nueva posición, La Inquisición, donde lo más afortunado que iba a pasar era que le dieran la paliza del siglo y le dejaran tirado en la cuneta en medio de la noche roto por quince lados. Estaba deshonrado. No se merecía el servicio que había hecho toda su vida, desde la últioma clase que se había inscrito en el glorioso ejército del Hombre. Cneo se había vuelto loco y nadie se había dado cuenta de ello y ahora era demasiado tarde y ahora iban a morir como herejes y excommunicatus.

Tenía miedo. Por su vida y su alma. Era difícil admitirlo, pero, era lo que pasaba.

-Por el Trono que está arriba, Varrón, más vale que no salgamos de aquí vivos ¡¡¡porque TE MATO YO!!!

Puta, puta, PUTA VIDA.

¿Así iba a acabar todo? ¿El viaje y el accidente habían roto a Cneo y la unidad iba a acabar rota y desvanecida? Pero había hecho los test y las evaluaciones requeridas, ninguno de ellos había mostrado una mutación dementable para los cánones admitibles.

...

"Mier-da"

Él había hecho los tests. Iba a ser de los primeros a los que "interrogaran" después de a los mandos.
 

Marcus quiso suspirar, pero era tarde. Como era de esperar, habían oído todo. Como era de esperar, no les había gustado.

- Por supuesto. Iremos con ustedes. No vamos a desobedecer a la inquisición.

Albius se quedó rígido cuando vio como todos los soldados de la Inquisición levantaban las armas y les apuntaban.

Aquello había pasado de ser una mala broma a una cosa extremadamente seria. Algo de lo dicho o hecho no había gustado a alguien con poder, y eso era malo. Siempre era malo.

Lo que no se esperaba es que, fuera quien fuera el que había ordenado esto, no hubiera pensado en que, si ellos se iban, aquella zona de la trinchera quedaría desguarnecida. Sin nadie para parar al enemigo, aquello era un agujero en sus defensas. Como el enemigo entrara por allí, estaría todo perdido...y unos simples arbitres con porras y escudos no iban a detener al enemigo.

De todas formas, no era misión suya decir esto, así que, cogió el bolter, se lo puso encima de los hombros y a buen paso, se colocó en la fila dispuesto a seguir a los soldados de la Inquisición. La mirada que dirigió a Cneo fue algo menos que amistosa.

Cneo no esperaba una reacción tan hostil por parte de los soldados de la inquisición. El sargento únicamente quiso repartir los prisioneros entre el arbitrador y el inquisidor, no hay motivo para el arresto.

« ¿Así es como trata la guardia a sus regimientos?», pensó Cneo. «Hemos estados dos malidtos siglos perdidos en la disformidad para que, después arrastrarnos entre barro y sangre en el campo de batalla bajo fuego de obuses y blindados, nos arresten». Estaba furioso, muy furioso. Iba a protestar, pero se contuvo, los rifles láser que le apuntaban eran bastante disuasorios. Así que levantó los brazos y siguió a su regimiento.

La situación le parecía muy rara a Cneo. Campesinos cargando a una trinchera sin munición e inquisidores desprotegiendo puntos clave antes de haber asegurado el terreno. ¿Era esta una de la razones por la guerra duraba más de tres décadas? ¿Había algún interés en prolongar esta guerra?

Atención ya habeis oido al sargento Druso. Que nadie toque sus armas

Digo al tiempo que desenfundo muy despacio mi pistola y espada sierra y se las entrego al que parece comandar el destacamento inquisitorial.

 Servimos al divino emperador Señor de la Humanidad y obedecemos a la Santa Inquisición.

Escuadra formad.

Estamos a sus órdenes. Digo a mi interlocutor mientras esperamos la  orden de marcha.

Los stromtrooper fueron recorriendo a los miembros presentes del 13º, despojándoles de sus armas, con lo que además ganaron algo de tiempo antes de llevárselos de allí. Al menos, el tiempo justo para que otro grupo del 13º llegara para cubrir a sus compañeros. No parecían precisamente contentos, por no decir que no tenían deseo alguno de mirar a los stormtrooper inquisitoriales, probablemente por miedo a compartir el destino de sus compañeros, sea cual fuera. 

Una vez todos estuvieron listos, los soldados de la Inquisición los sacaron a buen paso de allí, adentrándose en la línea de trincheras, llevándose a los prisioneros que habían capturado los miembros del 13º de asedio, y a los soldados que habían hecho posible aquella captura. 

Poco después, y ante la llegada de los nuevos soldados para la trinchera, el grupo de arbites desapareció también de allí. 

Quinto miró con tristeza a los camaradas que eran despojados de su equipamiento y empujados sobre el fango como si fueran también el enemigo, como si no hubieran estado arriesgando sus vidas por el Imperio no mucho antes. Su mirada se desvió de los prisioneros hasta centrarse en los guardianes. La tristeza se convirtió en desconfianza. ¿Qué clase de hombre colaboraba en causar daño a los suyos? Uno de los stormtrooper alzó la cabeza hacia Quinto, y este fingió estar muy centrado en comprobar la munición de su rifle de plasma. Una mirada inapropiada podía ser todo lo que se necesitaba par acabar en una mazmorra.

Cuando los arbitres se marcharon, Quinto observó a quienes estaban a su alrededor y preguntó en voz alta.

¿Alguien sabe qué vamos a hacer aquí?

-Supongo que guardar la posición hasta que nos digan otra cosa-respondió otro de sus compañeros, encogiéndose levemente de hombros dentro de la anticuada caparazón ligera del regimiento. Lo cierto es que ahora mismo aquella sección de trinchera seguía tranquila, aunque en la distancia podía escucharse aún algún eco de combates. 

¿Como de amplia sería la zona fortificada? Lo cierto es que era difícil de decir, con los cambios en ella y la paranoia respecto a los mapas y sus secretos que parecía embargar a las fuerzas planetarias leales, pero sin duda se trataba de una franja de bastantes kilómetros de ancho. 

El tiempo seguía pasando allí, en la siempre monótona labor de vigilancia, aunque en aquel caso probablemente necesaria. Sin embargo, los soldados presentes estaban lejos de estar aburridos. La preocupación por el destino de sus compañeros podía notarse, y quizás algo más. Cuando la Inquisición se entromete, nunca se sabe cuantos pueden salir perjudicados.