Partida Rol por web

Muy lejos de la cueva de Thekz Xahaz, donde nuestros compañeros trasportaban a los heridos hacia el exterior en camillas e improvisadas parihuelas, en una habitación tan oscura como su alma, los ánimos no estaban para fiestas. El puño enfundado en un guantalete metálico golpeó con tanta fuerza contra la pesada y gigantesca mesa que ésta estalló en miles de astillas tan finas como un mondadientes al igual que una jarra de cristal se hace pedazos al caer al suelo. Las dos corpulentas figuras que permanecían postrados ante su señor con una rodilla sobre el oscuro suelo de piedra no hicieron el menor aspaviento ni intentaron cubrir sus rostros frente la súbita lluvia de trozos de madera que caían sobre ellos. Una voz sepulcral cortó el silencio de la habitación como una afilada cuchilla corta la tirante carne de la garganta de un hombre. Su amo sólo pronunció una palabra: Arregladlo... 

A lo que ambos contestaron al unísono - Sí padre - antes de salir de allí.

Los pájaros cantaban en las ramas de los árboles desde donde acechaban a los insectos que huían de las abrasadoras piras que ardían en el claro. La niebla aún persistía agarrada al suelo y el olor a carne quemada inundaba todo el lugar cuando los primeros hombres eran depositados con cuidado en la boca de la caverna, la cual, hasta hoy, les había servido como cobijo durante varios meses. "Ninguno la echamos de menos"  manifestaron todos ellos cuando muchos años después los trovadores y bardos les preguntaban acerca de las vivencias del grupo de muchachos que ese día les hizo ver que había otros caminos para vivir sus vidas. Pero tranquilos, ya llegaremos a esa parte. Por ahora, lo importante es saber que los fardos con las exiguas provisiones se cargaban sobre los caballos que menos peso soportaban y en la terca mula de Aldo, que había recobrado su característico genio y de vez en cuando lanzaba una dentellada a los incautos que se acercaban al tozudo animal. Aún persistían los quejidos y las altas fiebres, pero todos sabían que aquello había terminado y que otro episodio en sus vidas había comenzado. Desde lejos al ver al medio centenar de personas y la veintena de caballos cualquiera pensaría que se trataba de un glorioso grupo de soldados de un ejercito de ensueño... Lástima que sólo hacía falta acercarse a menos de cien pies para ver que el estado de los hombres dejaba mucho que desear en cuanto a salud y pertrechos. Grasp, Yenian, Jonas y dos chiquillos que parecían mendigos al lado de los tres muchachos, aseguraban a los heridos a las camillas arrastrables que habían construido con sogas, lonas y las maderas más largas de las jaulas. Thekz recorría las filas de hombres dándoles ánimos y pidiéndoles que se aferrasen a sus vidas a la par que separaba los caballos que ya estaban listos para empezar la marcha. Pero...¿Por dónde?

Pues bien, eso es precisamente lo que Aldo, Sally, Al-Baridel y los hermanos elfos Zhaelín y Nü estudiaban. Sobre un mapa de la zona que el mago elfo había pintado con un palo sobre el húmedo suelo del bosque se perfilaban los últimos detalles para mover a semejante procesión de almas en pena. El consuelo es que aún quedaban algunas horas de luz según podía adivinarse por la posición del sol, pero desde luego no había tiempo que perder ya que moverse a través del bosque con semejante impedimenta no iba a resultar fácil...

Una vez hubo terminado de asentar a los heridos, el clérigo se acercó al grupo del mapa.

-Algo sé sobre los pueblos de esta zona y, salvo que queráis volver a Hap, cosa que no veo demasiado necesaria, creo que lo más apropiado sería ir hacia el lago que vimos de camino.-Dijo señalándolo en el mapa.-Allí podemos descansar y refrescarnos. Luego creo que lo mejor será continuar a Oaknoll y desde allí a Edgewood y a la abadía. ¿Os acomoda? 

La unica pega es que perderemos el rastro de los secuestradores... Aunque la verdad es que creo que ya lo hemos perdido. Si Thekz iba a trasladar a sus hombres hacia el norte de paso alto o a Castillo alto, quizás deberíamos ir hacia allí a continuación y ver lo que averiguamos. Si los rastros llevan aqui y los dracos se han ido... no podemos rastrear a algo que vuela, así que creo que es la mejor opción.

¿A alguien se le ocurre otra cosa?

Jonas asiente a las palabras de Grasp - Es una proposición muy buena - dice el druida.

Aldo intentaba halar su terca mula sin tener mucho éxito, se arrepentía no haber tenido más dinero aquel día para comprar esa otra mula que le estaban ofreciendo -Demonios! -Le susurraba a la mula con cierta rabia -Te juro que si no te mueves.... -Halaba fuerte sin tener respuesta satisfactoria del animal -Te regalaré en el próximo pueblo que visitemos!.

Era claro que el semblante del Bardo había cambiado, si bien la preocupación aún se reflejaba en su rostro, ya no era esa necesidad imperiosa de andar como loco de un lado para otro. Si bien no olvidaba el infierno que estaba atravesando su hermana, sabía que sus compañeros lo apoyaban con todo su ímpetu. Ya no era esa persona que decidía cada paso que daban, y eso en parte le reconfortaba. Estaba seguro que sus amigos actuaban de la mejor manera en pos del evento que desencadenó este viaje o esta aventura: La desaparición de Aywa.

Pidió a Grasp un poco de ayuda con sus manos, sus ampollas reventadas solo le traían dolor y confiaba plenamente en la magia de su compañero que con una corta plegaria hizo que el dolor cesara y que la carne viva se cubriera por un manto de nueva piel, una piel un poco más callosa y dura que sin duda resistiría más las fricciones de la madera.

-Me parece lo más sensato -Dijo en respuesta a Grasp, paradójicas palabras viniendo de un hombre reconocido por su carencia de sentido común y sensatez (Vamos, Sab=5). -Y después? -Preguntó a todos sus compañeros, adelantándose a responderse a si mismo. -Cincido en que deberíamos ir a Castillo Alto, podriamos cruzar palabras con ese mercaderucho de pacotilla que mencionó antes Thekz, ese tal contrabandista Basrim Polter. Si es un espía de la organización, quizá deba saber algo.

Escupió al suelo para limpiarse un mosco que había entrado en su boca mientras hablaba tanta cháchara. -Y ciertamente debemos tener en cuenta a esos Drows, por ahí está el popular refrán que dice que el enemigo de mi enemgio es mi amigo. Quizá ellos les interese algo de todo este tema. Aunque confiar en los orejudos negros es como tratar de convenzer a Yenian que estar con una puta es algo que no infringe su bienaventurado código.

Rió por la broma, demostrando sus dientes perfilados, al fin rió, desde hacía mucho tiempo no lo hacía y ciertamente contagiaba al resto de sus amigos, ya que era bien sabido que cuando Aldo estaba de buen humor, sus amigos estaban de buen humor!

Jonas al darse cuenta del sumamente inadecuado trato de Aldo para con su mula y sus palabras se preguntó - ¿Quien sera el animal en este momento? - en el momento en que tiraba bruscamente de las riendas miro a su amigo con una cara no muy amigable. Si bien no estaba molesto dio a notar su incomodidad con respecto al trato...

Se acerca seriamente y le dice sin perder la compostura recordando la situación que su amigo vive en este momento - Si me permites yo la puedo llevar, no me parece correcto la manera como la tratas y estoy seguro que si la situación fuera inversa a ti no te gustaría que te halarán así... 

Esperaba por supuesto la respuesta afirmativa de su amigo de tantos años, ya anteriormente Aldo había visto en más de una oportunidad a Jonas poner en su sitio pacífica o agresivamente según fuera necesario a cualquier persona que atentará contra la integridad de las plantas o los animales. Si bien Jonas se caracterizaba por su carácter calmado la mayor parte del tiempo pero, bastaba con perturbar levemente a las criaturas, a todo ente viviente concedido a nosotros a través de la naturaleza para despertar la furia de la tormenta más temible que cualquiera pueda imaginar.

Aldo sabía que Jonas aspiraba convertirse en cierta manera en la encarnación de la naturaleza, ese fue el destino señalado para él, su sello al nacer, podía pasar con la misma inmunidad a través de personas o una jauría de lobos hambrientos, algo de lo que no muchos pueden presumir.

Sé que te sientes exaltado por tu hermana, pero esta bella creación no tiene la culpa, si no te sientes en capacidad de lidiar con ella, yo puedo encargarme por ti y aliviar un poco tu peso de esa manera amigo Aldo.

El tiempo había transcurrido y al fin habían salido de aquella cueva, el joven Elfo guiado por sus conocimientos geográficos propuso una ruta hacia el pueblo más cercano, Oaknoll, sabía que si continuaban hasta allí en línea recta no demorarían más de un par de horas en llegar.

-Me parece correcto lo que dices Grasp, sin embargo si nos desviamos al sur, hacia el lago, demoraremos más de lo necesario... En cambio si avanzamos directamente hacia Oaknoll...- Dijo mientras trazaba una línea recta desde la cueva hasta el pueblo en el imporvisado mapa -Llegaremos en un par de horas, sólo debemos atravesar el bosque y la verdad no es una distancia tan abrumadora, aproximadamente unas 10 millas si no estoy mal... -Al hizo una breve pausa mientras hacía pequeos calculos en su cabeza sobre cual sería la mejor opción.

Finalmente decidieron tomar rumbo hacia Oaknoll, Al avanzaba junto a los demás y observaba constantemente a su alrededor, hacia la espesura del bosque, su comitiva era grande y los enfermos exigían constantes cuidados, quizás había pasado por alto este factor y su avance no seria tan rápido como lo esperado... Escuchaba a Aldo y permanecía en silencio, quizás tenga razón, si lográbamos convencer a los Drow de alguna manera serían unos "aliados" perfectos, "el enemigo de mi enemigo es mi amigo", aquella frase rondaba la mente del joven Elfo, ¿Que sería lo correcto?...., Indagaba para sí mismo, mientras ayudaba con uno que otro convaleciente en el camino.

Plumas, mientras tanto, lideraba la comitiva desde los cielos, avanzando entre las copas de los árboles, deteniéndose sólo para dar caza a uno que otro insecto descuidado.

El destartalado ejército emprendió su lento avance desde la cueva bajo una fina pero persistente llovizna proveniente de unas oscuras nubes negras que habían ido formándose a lo largo de la tarde. De todas formas, lo peor del clima no era el agua, si no el viento que llegaba desde el oeste y que permitía que el agua incidiese sobre el rostro de los integrantes de la formación de manera casi horizontal. Por suerte, cuando ya el sol se escondía tras las copas de los árboles, las luces del pequeño pueblo de Oaknoll aparecieron frente a ellos insuflando nuevas esperanzas a todos. 

El pequeño pueblo se mostraba ante ellos como una desordenada aglomeración de casas que crecía alrededor de una pequeña colina en el centro de éste. Aunque en número sus habitantes no llegaban a los cuatrocientos la villa disponía de un cuidado templo de Helm en el que una treintena de sacerdotes de Helm, El Vigilante, hacía más placentera y segura la vida de la zona. No era esto lo único característico de Oaknoll, además del templo disponía de una curiosa torre en la que habitaba un mago, Villeran Halsur. Villeran era conocido por ser el único de la zona que se dedicaba única y exclusivamente a la venta de pergaminos y ayudas mágicas. Era joven y por lo que decían las malas lenguas bastante rico ya que había comprado la roñosa torre hacía tan sólo cuatro años y la había reformado en su totalidad para poder dedicar íntegramente su vida a la magia y su estudio pormenorizado en este apartado rincón de los Reinos. Varias tiendas salpicaban además la zona: un flechero y fabricante de arcos, un almacén general dedicado a la venta de equipo, un molino que era a su vez panadería y la casa de los guardabosques, una estructura de piedra que albergaba a casi una decena de muchachos que aprendían el oficio de guardabosques y guías de caminos, de los que la mayoría de cada curso acababan uniéndose a los Hombres del Señor en Essembra. Sin embargo, el complejo más imponente era la Posada del Roble, un amplio y bien construido edificio de piedra en el que varios robles centenarios habían sido incorporados a su estructura sirviendo como andamiaje y porqué no decirlo, de llamativa decoración a la ya de por sí bella posada. Un perro de no más de dos palmos de alto fue el primer vecino de Oaknoll en salir a recibir a la numerosa comitiva. De color gris, hocico alargado, mojado como estaba y con unos ladridos agudos tan que se metían hasta el tímpano recordaba más a una rata que a cualquier otro representante de su raza. A pocos pasos tras él, dos mujeres llegaban a la carrera con un par de cestos de ropa mojada sin duda dirigiéndose a sus casas. Desde luego no fueron discretas en cuanto a la curiosidad que sentían por la numerosa formación que había llegado hasta el pueblo ya que ambas miraba con descaro a todos y cada uno de los integrantes hasta que llegaron a sus casas. 

Al contrario que éstas, el para entonces ya cansino perro seguía allí plantado en mitad del camino tal cual gigante protegiendo un paso montañoso. Varios hombres mayores se asomaron a las ventanas de sus hogares para comprobar a que venía tanto revuelo. Y muchos de ellos, sin muestra alguna de miedo o desprecio por el grupo levantaban la mano en señal de saludo a los recién llegados.

Thekz desmontó de su caballo y se colocó sus empapadas ropas lo mejor que pudo. Se sentía inquieto y a disgusto en un pueblo en el que sus actos habían causado un daño irreparable a esas gente a las que ahora miraba a los ojos mientras tenía la sensación de tener un fuerte nudo atado en el estómago. ¿Y bien? ¿Creéis que habrá sitio para todos ahí dentro? - Dijo apuntando con su dedo índice hacia la Posada de Roble y posteriormente examinando a los soldados más graves tendidos sobre las improvisadas camillas.

El viaje fué un relajante y a la vez extenuante calvario para el clérigo. Parar cada puñado de metros para recolocar un vendaje, atender alguna hemorragia o ayudar con cualquier otro contratiempo, fué una tarea agotadora. Casi agradeció el instante en el que Aldo se le acercó para pedirle que echase un vistazo a sus ampollas.

-Claro, compañero.-Dijo.-Grumbar, oye mi voz.-Empezó a rezar.-Tu humilde siervo te suplica ayuda. Sana la herida entre mis manos, te lo suplico.-Dijo finalmente.- Al instante, las ampollas de Aldo sanaron y sus heridas cicatrizaron por completo cubriendo su mano de una nueva piel algo más curtida que antes.

-Ya está.-Dijo sonriendo.-Grumbar te ha sanado. Es una prueba inequívoca de que su voluntad está con nosotros.-Añadió dandole una ligera palmada en la espalda.-Encontraremos a tu hermana, te lo prometo.

Sin perder su eterna sonrisa, volvió a atender a los heridos.

Finalmente, la lastimosa marcha llegó a su fin. El clérigo llegó al final del camino sin apenas tenerse en pié. Sus armas y su armadura pesaban como un yunque. Incluso su nuevo escudo, más pequeño que antes, pesaba más y mas a cada paso. Sin embargo, gracias a los dioses, las luces del pueblo insuflaron nuevas fuerzas al clérigo.-Un poco más, solo un poco más.-Pensó avanzando mientras arrastraba un pié.-Unos metros más. 

La ayuda de los dos muchachos fué más que bien recibida. Sabía que Jonas también podía ayudar, pero no quería que se pasara el viaje encargándose de los heridos y velando por los animales. Era demasiado. Con lo último era suficiente.

Conforme entraban en el pueblo, Grasp suspiró aliviado. Habían acabado el primer tramo. Con un poco de suerte no habría muchos más contratiempos y el resto de tramos serían más fáciles. Sonrió al perro y se acercó a acariciarlo, pero este retrocedió.-Vaya una primera impresión.-Dijo sonriendo. Cubierto de sangre de los heridos y barro del camino, debía dar un aspecto lastimoso.-Necesito un baño. 

En ese instante, escuchó a Thekz.

-No creo que lo haya.-Dijo el clérigo resignado.-Aunque voy a intentar algo. Con suerte los más graves podrán alojarse en el templo y podremos alquilar un granero para los demás. Se que no es gran cosa, pero mi bolsa no da para mucho más y... bueno, será mejor que la cueva... o eso espero. Yo me quedaré con vosotros y atenderé vuestras heridas con la magia que me queda.  Con suerte mañana podré comprar un par de carretas y unos mulos... con eso debería ser mucho más sencillo cubrir largas distancias.

El viaje fue todo un suplicio.

No dejaba de darle vueltas al peligro y lo mal que debía estar pasándolo la hermana de Aldo, ¿y ellos que hacían?, cuidar de los que la habían secuestrado.

Sally no entendía como Aldo podía aguantar todo aquello. Por si no fuera suficiente el ritmo que llevaban era lento, muy lento. Con tanto herido y moribundo no podían ir más deprisa sin ir dejando el camino plagado de cadáveres.

La chica resopló... me iré adelantando para asegurarme que no hay peligros en el camino. 

Sin esperar respuesta taloneó su caballo y se distanció del grupo.

Mantuvo la distancia con el grupo, deteniéndose sólo para esperar a tener al grupo de nuevo a la vista. Cuando eso sucedía volvía a adelantarse con el caballo.

Así hasta que visualizó su destino, Oaknoll, detuvo su caballo y esperó impacientemente al resto.

Por lo menos la soledad del trayecto le había venido bien a Sally para despejar su cabeza, y su corazón. 

El sitio era un pequeño poblado y sería difícil albergar a tanta gente. 

Pues en vez de donar a tu iglesia tu parte de lo que hemos encontrado, dámelo a mí y trataré de buscar refugio para tanta gente. Si hay algo que hace ablandar el corazón de la gente es el sonido de unas cuantas monedas tintineando.

El comentario iba hacia Grasp, 200 monedas de oro podían dar para mucho y por lo menos Sally sabía como sacar beneficio de esos tratos.

Al fin, después de tanto caminar,Oaknoll y si bien el recorrido no había sido el más largo la tensión presente debido a los cuidados de los enfermos lo hicieron una eternidad.

Finalmente el pueblo se abría ante nosotros, en todo su esplendor, una pequeña mascota daba la bienvenida, un pequeño de 4 patas aguardaba a la entrada. Jonas se adelantó un poco a saludar y ver como se encontraba el joven perro...

Que bueno, un nuevo amigo... Dijo ante el salto del perro a sus brazos, a las palabras de Thekz respondió - Quizás no para todos pero al menos sí para los mas graves., no debemos perder tiempo.

Al colocar al perro al suelo e invitarlo a caminar con él Jonas respondió al saludo de los pueblerinos y siguió adelante...

No había entrado el último caballo aún en el el pueblo cuando el repicar de unas campanas sonó en la parte oeste del pueblo, cerca del templo de Helm. Probablemente la noticia de semejante partida de hombres heridos hubiese cruzado la villa mucho más rápido de lo que los hombres eran capaces de hacer por sus propios medios. 

Probablemente pronto tendremos visita... - Susurró pensativo Thekz mientras se retiraba a la parte más retrasada de la formación dejando el tema de las presentaciones en manos de los muchachos. Apunto estuvo de tropezar y caer cuando el inquieto perro que daba vueltas alrededor de Jonas se metió entre sus piernas. - Me cago en... - Éste apenas se inmutó y continuó moviendo la cola mientras se acercaba a Melk para olisquear su trasero no sin evidente respeto ante el poderoso lobo.

No hubo de pasar mucho rato cuando entre la cortina de lluvia parecieron tres hombres vestidos con perfectamente pulidas armaduras completas acercándose lentamente hacia el numeroso grupo. Los tres llevaban una sobrevesta en la que se podía distinguir perfectamente el símbolo de su Dios. No portaban armas desenfundadas pero sí que tenían los escudos preparados enganchados en su brazo izquierdo y una maza cada uno colgado de su cinto.

Nü ayudaba en lo que podía aquella marabunta de heridos era lo peor que había visto en su vida, junto al crematorio de heridos que encontraron antes en la cueva y los malditos en el interior. Por aquí deben estar a los que dejé inconsciente... Pensaba Nü. Al llegar al pueblo vio como Jonas simplemente al tocar una criatura está enloquecía de amor, lo que sorprendió bastante al monje...Si puedo hacer eso con un perro lo que le hará a una mujer. Pensaba Nü a menos que le vayan los animales...BBRR - Un escalofrío recorrió su cuerpo, prefirió dejar el tema y al llegar al pueblo parecía que unos hombres venían a recibirles. Clérigos como Grasp a lo que el monje no pudo evitar hacer una broma - Mira Grasp amiguitos... entre clérigos resolverían sus asuntos...

Los clérigos llegaron hasta el grupo y se detuvieron a unísono a pocos pies frente a los compañeros. Una fina película de agua resbalaba sobre sus yelmos y caía sobre las impolutas armaduras exaltando su pureza. No había forma visual de conocer sus identidades o puede que incluso ni su sexo o edad ya que en todo su cuerpo no existía ni un sólo resquicio que permitiese ver su piel.

El que ocupaba la posición central levantó la mano izquierda mientras extendía el brazo hacia los cielos; con la mano derecha en movimientos perfectamente armonizados desabrochaba su pesado casco y descubría de su cabeza. El hombre que emergió bajo él, era un varón de edad avanzada, probablemente cerca de la cincuentena si no la sobrepasaba ya. Con un pelo canoso y bien cortado y profundas cicatrices que mostraban un currículo apartado de lo que es una vida monástica tranquila, el hombre sonrió levemente y saludó. - Que la paz del Vigilante sea con vosotros nobles viajeros. En nombre de Helm y de todas las gentes de nuestro humilde pueblo os damos la bienvenidos a Oaknoll.

¿Qué funesto propósito ha hecho que vuestros hombres lleguen hasta aquí debatiéndose entre la vida y la muerte? Puedo percibir un halo de sufrimiento sobre todos ustedes y una aciaga sombra que los abriga bajo su manto de oscuridad. Pero no teman, en la casa de Helm todas las almas son bienvenidas siempre y cuando no perturben la paz de los que allí residen. - Concluyó con una voz clara, lenta y una pronunciación exquisita.

-Gracias por el ofrecimiento, Sally.-Rió Grasp al escuchar el comentario de su amiga.-Pero me sentiría tentado de pedirte algo más a cambio y prefiero librarme del bofetón si no te incomoda.-Continuó riendo a carcajadas. Probablemente Sally no se tomase a bien la broma. No era la primera vez que ambos bromeaban en ese sentido, pero las circunstancias no eran las más idoneas. Sin embargo, tras el cansado viaje, Grasp necesitaba reirse un poco, aunque le costase una bofetada.-Perdón, lo necesitaba.-Se disculpó.-Lo creas o no, la risa es una gran medicina.

En ese instante, llegó el comité de recepción.

-Eso espero.-Apostilló el clérigo a las palabras de Nü. Esperaba no tener problemas con los clérigos de Helm, sin embargo sabía por experiencia que muchas veces eran un tanto intransigentes. Lo mejor sería escoger las palabras con calma.

-Que la paz del vigilante sea con vosotros también.-Dijo finalmente haciendo una leve reverencia. Lamentó esta decisión al instante, pues apenas si fué capaz de enderezarse de nuevo bajo el peso de la armadura.-Mi nombre es Grasp, es todo un placer conoceros.

Hizo una pausa dudando si tenderles la mano o no, su aspecto, lleno de sangre y barro, no era el más adecuado, por lo que optó por alzar levemente la mano y limpiar un poco el símbolo de su pecho, cubierto por una mancha de sangre de una de las heridas más feas.

-Estad tranquilos a ese respecto.-Dijo en ese momento.-Como devoto y leal servidor de Grumbar puedo aseguraros que a mí y a él nos gusta la tranquilidad tanto como a vosotros y jamás se nos ocurriría venir a este lugar a perturbar la paz.-Sonrió amistosamente.-Únicamente estamos de paso. No deseamos causar problemas. Confiábamos en poder alojarnos aquí una noche, si algún amable granjero tiene a bien cedernos un granero o algo similar a cambio de unas cuantas monedas,  y poder adquirir un par de carretas para trasladarnos con más facilidad hacia nuestro destino, la Abadía de la Espada.

Calló por un instante mientras sopesaba las reacciones de amigos y desconocidos por igual.

-Mis hombres...-Empezó a decir dudando.-Se me hace raro decirlo asi, en fin, ellos desean unirse a la Abadía para hacer del valle un lugar más seguro. Además, con un poco de suerte, allí podrán ayudarles a reponerse por completo de sus heridas. No deseamos perturbar la paz de estas tierras más de lo que ya lo ha hecho nuestra presencia.

El resto de mis acompañantes son mis amigos, Aldo, Al-Baridel, Jonas y su fiel compañero Melk, Sally, Yenian Nü y Zhaelin. Estoy seguro de que ellos mismos gustarán de presentarse.

Miró alrededor, a los heridos y la lluvia cayendo sobre todos ellos.

-Lamento importunaros, pero hay una quincena de hombres muy graves que necesitan mis cuidados. ¿Sería posible pediros continuar esta reunión bajo techo? A mi no me importa mojarme, pero en su estado no es conveniente... os explicaré todo con detalle en cuanto los haya acomodado, tenéis mi palabra, pero mi primer deber es para con quienes me han jurado lealtad. Estan a mi cargo, por lo que son mi responsabilidad, como tal debo protegerles y velar por ellos. Sobretodo en sus horas bajas.

Dicho esto, inclinó ligeramente la cabeza y esperó la respuesta de los clérigos.

El veterano clérigo asintió a ver el símbolo de Grumbar y escuchar las explicaciones de Grasp. Tras unos segundos el hombre se mantuvo callado mientras reflexionaba para sus adentros. Por fin, añadió mientras miraba al cielo y parecía percatarse de la lluvia que caía en esos momentos. - No disponemos de tantas camas para tantos hombres pero a buen seguro podréis conseguir paja seca de algún granjero para hacer con ellas unos cuantos lechos más. Si no les incomoda lo expuesto, serán bienvenidos en la casa de Helm, donde mis hermanos podrán echar un vistazo a esas heridas y aliviar en lo que sea menester la pesada carga que vuestras mercedes transportan. - Haciendo un gesto hacia su espalda indicó el camino hacia el templo de Helm. - No disponemos tampoco de establos para tanto animal pero no creo que sus monturas tengan problema en descansar al aire libre con tal de desprenderse de sus jinetes durante unas horas.

Por favor, síganme y podremos debatir en un sitio más confortable bajo la atenta mirada de nuestro señor Helm.

Alabado sea - Contestaron los otros dos clérigos.

Mi nombre es Hulgarion, y soy el guía de nuestro humilde monasterio. Un placer hermano Grasp. - El hombre hizo un asentimiento a medida que el clérigo de Grumbar presentaba a sus compañeros y dos profundas reverencias cuando llegó hasta Sally y Zhaelín.

Finalmente habían arribado al pueblo de Oaknoll, el viaje, aunque corto, se había hecho tedioso por el traslado de los moribundos y heridos que habían decidido "rescatar"... Al avanzó en su caballo hasta el pueblo junto a los demás mientras observaba como los pueblerinos los miraban con curiosidad, Plumas finalmente voló hasta posarse en el hombro de su amo para inmediatamente buscar refugio de la lluvia en su abrigo.

El joven Elfo permaneció en silencio mientras la comitiva de recepción aparecía y cruzaba palabras con Grasp, al parecer encontrarían refugio para todos en aquel lugar para pasar la noche... Al estaba decidido, acompañaría a los demás hasta el santuario de Helm donde terminarían de cruzar palabras con los regentes del lugar y después buscaría la torre del mago, eso era lo que más le llamaba la atención de aquel lugar, mientras tanto permaneció neutral, no pronunció palabra alguna y sólo atinó a hacer una leve reverencia de cabeza a modo de presentación cuando Grasp mencionó su nombre.

Tras un viaje más lento de lo que el paladín hubiese deseado, llegaron al pequeño pueblo de Oaknoll. La verdad es que cuando entraron en él, lo último que se esperaba Yenian es el trato que recibían de aquellas gentes, que lejos de asustarse al ver tanto hombre herido, saludaban amablemente.

El humor del grupo parecía haber mejorado y ya volvían a hacerse pequeñas bromas entre ellos, aunque a Yenian había algunas que no las entendía como tal, sabedor que sus amigos lo hacían para picarle, negaba con la cabeza sonriendo.

Mientras avanzaban por el pueblo, tres clérigos de Helm salieron a su paso, ofreciendo su ayuda para tratar de cuidar de los heridos. Yenian les saludó inclinando la cabeza y asintió cuando éstos les indicaron que les siguiesen.
 

Quizás algún día tengas suerte.- 

Sally devolvió la pulla con una sonrisa, hacía tiempo que jugaban a ese juego y la chica seguía diviertiéndose con él. 

Desmontó cuando los enlatados iban llegando y saludó con un cabeceo cuando Grasp la presentó.

No tenía nada que decir, parecía que los de Helm les ayudarían así que pasó una mano por sus mojados cabellos y aguardó.

Casi se muere de risa al ver al caballero hacerle aquella reverencia con su flamante (y seguro que pesada) armadura. Tuvo que morderse el labio inferior para que nadie se diera cuenta.

Nü escuchó al clérigo hablar y a Grasp responderlo, cuando este último le mencionó el monje respetuosamente saludó. Tras que el tema se zanjase, el monje espero unos segundos para terminar diciendo: Bueno ya estáis en buenas manos, mejores que las mías. Ya no puedo ayudar en nada más. - Y tras esto dejó a los clérigos hacer su trabajo y fue en dirección a la tienda.