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El segundo advenimiento

Mar de ajó (Interior Casa de Amalia) [Partida]

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14/03/2011, 18:06
Director

 Quizás por primera vez en su vida Carlos se proyectaba hacia el futuro, lo organizaba de alguna forma, puede que de manera inconsciente, puede que no, el hecho es que esa proyección existió aunque sea por un instante y eso determinó que ciertas sincronicidades ocurriesen y su futuro cambiase.

Estaba determinado a averiguar que era aquello que le había sucedido en el hospital, que tenía que ver aquella compañía con la muerte de su padre, si es que tenía algo que ver, y a desarrollar sus capacidades psíquicas al máximo posible.

Una vez se hubo reincorporado al trabajo, luego de que su hija volviese a Córdoba, habló con Alfredo y le contó lo sucedido en el hospital y con su madre, Alfredo le respondió que no conocía una forma de recuperar los recuerdos alterados y que intentarlo era peligroso, de hecho era ya peligroso modificarlos.  Sobre lo sucedido el día que su padre murió le contó que a él se le ocurrían dos hipótesis y explicó:

 

-Se me ocurren dos cosas, pero cómo no conocí a tu viejo no se si alguna puede ser correcta.  Incluso puede que haya otra explicación que no conozca.  La primera es sencilla de entender.  Se me ocurre que quizás tu viejo tenía habilidades como las que vos tenes, de hecho sería bastante probable que así fuera porque esto es genético.  Bueno, no quiero irme por las ramas, siguiendo esa línea de pensamiento si tu viejo tenía tus habilidades, aunque sería más correcto decir que vos tenés las de él o una combinación entre las suyas y la de algún o algunos otros ancestros tuyos... – hizo un gesto con la boca y continuó –otra vez me estoy yendo por las ramas.  Bueno, te decía, si tu viejo también tenía habilidades y sabía que vos las habías desarrollado puede que decidiese dejar grabado un mensaje en aquel lugar sobre lo que le pasó.  También está la segunda opción, que tu viejo no tuviese ninguna habilidad y que la impresión psíquica haya sido dejada involuntariamente.  Esto sucede generalmente en situaciones con una carga emocional muy grande, lo objetos, lugares quedan impregnados de esa carga psíquica y aquellas personas sensibles las perciben.  Son las famosas casas embrujadas y eso.  En realidad no hay ningún embrujo, eso no existe, son mitos, tonterías de los charlatanes para sacarle plata a la gente.  Pero las impresiones psíquicas son reales.  En definitiva, por lo que me contás, creo que a tu viejo lo mataron y esa muerte tiene algo que ver con la empresa que me nombraste y el tipo ese.  Ojo, esto no quiere decir necesariamente que el tipo lo haya matado o que la empresa lo haya mandado matar.  Digo, siempre tenés que tener en cuenta que las impresiones psíquicas son relativas a quien las deja, a su forma de ver la vida, las cosas, la realidad.  Una vez cuando...- se detiene unos segundos pensativos y continúa obviado una parte de la historia –una vez capté las impresiones psíquicas de un esquizofrénico, el tipo prácticamente vivía alucinando, veía criaturas que no existen, pero no te hablo de fantasmas no.  El tipo veía dragones, vampiros, hombres lobo, demonios.  Si, le faltaban muchos jugadores.  La cosa es que cuando yo capté su impresión psíquica vi esa realidad.  Por supuesto que carecía de sentido y que era la impresión de un enfermo, pero con esto te quiero mostrar lo relativo de todo esto.  Siempre tenés que tener presente que lo que ves en este tipo de cosas es relativo a como el que deja la huella ve la realidad.  Pasa más o menos lo mismo que lo que te conté antes de porque, cuando alguien tiene un recuerdo alterado, podemos sentir que fue alterado pero no desalterarlo, y es precisamente porque para el afectado ahora esa es la realidad-  Alfredo hizo un alto y miró el brillo que iluminaba los ojos de Carlos y percibió que comprendía el poder que significaba alterar el cerebro de una persona, pero ¿Percibiría también los riesgos que se corrían? –Se en lo que estas pensando y te diría que no intentes meterte con los recuerdos, de una persona.  No solamente porque es inmoral y porque al hacerlo se altera la esencia misma de la persona, sino porque también joder así con el cerebro cuando no se tiene el poder o no se lo sabe controlar completamente puede provocar grabes daños, a ambos.  Puede que sin quererlo dejes una impresión psíquica en la mente de esa persona, puede que esa persona termine absorbiéndote de algún modo y posea tus memorias, que parte de ella pase a vos o incluso que le hagas mierda el cerebro y la mates, la dejes deficiente o le afectes algún centro motriz.  Hace lo que quieras con tu poder, pero si querés aceptar un consejo... nunca toques el recuerdo o la voluntad de alguien.  Eso, alterar la voluntad de otros, respetarla o no, nos define también como personas-

La charla derivó luego hacia otros derroteros y finalmente Alfredo aceptó ayudar a Carlos a dominar sus capacidades psíquicas con la condición de que no le enseñaría a perturbar otras mentes.  Pasaron los días, por las noches, en el cementerio Alfredo le explicaba algunos ejercicios al guardia.  Lo hacía practicar horas y horas pero en apariencia no había resultado alguno.  Carlos no se sometía por completo a Alfredo y eso hacía que la enseñanza costase más, su ansiedad no le permitía adoptar el estado mental necesario, quería que todo sucediese ya y se desalentaba con rapidez, sin embargo su maestro lo alentaba a continuar.

Una noche en la que Alfredo no apareció por la recepción Carlos decidió buscarlo entre las tumbas y bóvedas del cementerio, al pasar por uno de los panteones al que el hombre solía frecuentar una imagen se formó en su mente.  Era una estatua de un ángel que reposaba sobre el techo una construcción amplia en el centro de la necrópolis.  Acostumbrado ya al patrón psíquico de Alfredo, Carlos, identificó aquella como una impresión psíquica del hombre y se dirigió sin pensarlo al lugar indicado.  Allí encontró un nuevo mensaje que, si bien parecía algo confuso, Carlos tuvo la seguridad de entender su significado “Me necesitan. Nos están cazando.  No uses tus habilidades”.  Entre las imágenes identificó a una anciana, no la conocía, pero decidió memorizar su imagen porque supuso Alfredo no la dejaría allí por casualidad.

Viendo que habían pasado ya casi dos semanas sin noticias de su maestro y teniendo prácticamente ningún avance en el uso de sus habilidades decidió invertir su tiempo en la investigación de Raytheon.  Fue poco lo que encontró, al menos en lo referente a la investigación que el llevaba, la empresa tenía cedes en varias regiones de la Argentina y además en varios otros países, recientemente había comenzado a invertir también en la India, México y Perú y entre sus subsidiarias tenía presencia prácticamente en todo el mundo.  Entre toda esa información descubrió que la seguridad de algunos de sus edificios administrativos y plantas fabriles estaba tercerizada y que en una de estas construcciones ubicada en el partido de Avellaneda era la empresa para la que él trabajaba la que proveía el servicio.  Impulsado por aquel aparente golpe de buena suerte se reunió con su jefe y pidió el traslado alegando que no le hacía bien estar cerca de los muertos y que aquel parecía un trabajo más tranquilo.  Sin prometer nada su superior le dijo que lo intentaría y cuatro días más tarde estaba ya trabajando en el edificio de la multinacional.

Pasó una semana más hasta que tuvo el tiempo y la confianza como para comenzar una investigación interna en el lugar.  Las puertas poseían un sistema de seguridad basado en tarjetas magnéticas que habilitaban o no el acceso a los diferentes pisos y sectores del establecimiento, había sensores de presión en los pisos, infrarrojos en paredes y aberturas y varias cámaras de seguridad.  Su puesto estaba en el noveno de lo doce pisos del lugar, allí pasaba aburridas noches observando monitores donde las imágenes de las cámaras infrarrojas proyectaban solitarios y vacíos pasillos y oficinas.  De tanto en tanto debía realizar una ronda por las instalaciones que aprovechaba para pasar por la máquina de café o la de golosinas y extraer una bebida caliente o algo dulce para comer.

El tiempo pasaba y Carlos comenzaba a sentirse frustrado pues, pese a estar dentro de la compañía, poco podía averiguar sobre esta.  Sin embargo aquel día se le había presentado la oportunidad que esperaba, su compañero, Santiago Morales, había faltado sin aviso y no había sido reemplazado, eso le permitiría escurrirse sin llamar la atención y quizás descubrir algo que le permitiese saber la verdad.  Dejó que la noche avanzara y pasadas las doce se dirigió en una solitaria caminata a los subsuelos.  El primer obstáculo fue el ascensor que sólo permitía acceder a los pisos subterráneos mediante el ingreso de una llave que él no poseía.  Evitó aquel obstáculo deslizándose por la escalera de emergencia que recorría el interior de la fosa del elevador y llegó así al primer subsuelo, forzó la puerta y, sin saberlo activó una alarma silenciosa que se disparó en el departamento de Marcos Salazar.

 

Marcos Salazar se encontraba en su hogar revisando unos documentos que le habían sido entregados esa misma tarde cuando la alarma silenciosa envió una imagen a su teléfono celular y una porción de video a su e-mail.  Con preocupación revisó la fotografía y luego la filmación.

-Así que al pendejo de Acosta le picó la curiosidad.  Ya me parecía que no era casualidad que viniese a tocar nuestra puerta hice bien en darle el día libre a Morales- dijo hablando con él mismo y en voz alta mientras accedida a las cámaras IP, tecleaba sobre su computadora y tomaba su teléfono celular. –Sakiwara.  Te necesito en la planta de Avellaneda...  Me importa una mierda si estas a punto de dar con tu hermana, te quiero ahí y rápido.  Si llegas antes me esperas en la entrada- colgó el teléfono, tomó un abrigo y se dirigió al garaje en busca de su vehículo.

Al observar el lugar al que había accedido, Carlos, tuvo la sensación de haber dado con lo que buscaba.  La entrada al primer subsuelo era amplia y prácticamente carente de decoración, en su interior podía observarse un escritorio y un puesto de seguridad vacío, avanzó unos cuantos pasos preguntándose cómo haría para abrir la puerta principal, sin embargo al acercarse se activó un sensor óptico y la misma se deslizó hacia la izquierda permitiéndole la entrada.  Era extraño y sospechoso, pero sabía que aquella oportunidad era única y no volvería a repetirse por lo que decidió aprovecharla.  Se acercó a varias puertas más e intentó girar sus picaportes pero no tuvo mucha suerte, de las que se abrieron una era un cuarto de limpieza, otra un baño y una tercera comunicaba con un pasillo tan blanco como las anteriores salas.  Continuó por él intentando con cada una de las puertas que abría.  De repente al trascender un nuevo portal una impresión psíquica golpeó su mente con una fuerza terrible.

Un hombre se sacudía en una cama presa de terribles convulsiones antes de morir a causa de la sustancia que se expandía en su interior y que había sido inyectada en su cuerpo hacía apenas unos segundos.  Antes de morir varios embases de vidrio que había a su en derredor estallaron, algo del mobiliario se desprendió de las paredes y varios objetos volaron por los aires para estrellarse finalmente contra las paredes.

Carlos se sintió mareado y se apoyó contra el marco de la puerta, a sus oídos llego el ruido que hacía la campanilla del ascensor al abrirse la puerta.

Lee Sakiwara esperó pacientemente en la entrada del edificio hasta que llegó su jefe, luego ambos ingresaron y se dirigieron directamente a los ascensores, Salazar introdujo la llave y automáticamente se marcó el primer subsuelo.

-No lo mates, lo quiero vivo.  Si el pelotudo heredó algo de su padre puede que nos sirva- Lee sonrió ante las formas de su jefe, siempre tenía aquel trato despectivo salvo, claro esta, cuando hablaba de Coldbrige, ni siquiera en privado se atrevía a hablar de aquel hombre en malas formas.

Las puertas se abrían en el primer subsuelo.  Carlos, todavía aturdido por la violencia de la visión era incapaz de reaccionar, cuando lo hizo comenzó a alejarse del lugar a toda prisa preparándose para combatir contra el guardia con el que esperaba encontrarse.  Por lo que sabía todo el personal iba desarmado, pero viendo lo que acababa de ver no podía asegurar que lo mismo sucediese en las instalaciones subterráneas.  Al llegar a la sala del ascensor pudo ver a dos hombres esperándolo.  Uno con un marcado linaje europeo y vestido con traje, el otro de ascendencia oriental vestido con jeans, zapatillas deportivas y un chaqueta de tela.

-Señor Acosta  ¿Se puede saber que anda haciendo por acá? Creo que su tarjeta no le da acceso a estas instalaciones- Carlos no supo que responder, era evidente que a aquel hombre no le interesaba la respuesta. –Acosta, Acosta.  ¿Se puede saber que le pasa a ustedes conmigo?  Primero me cagas el negocio que tenía en Puerto Norte metiéndote donde nadie te llamó, después tu viejo empieza a hacer pelotudeces y no coopera con nuestros muchachos.  Una lástima la verdad, el viejo no estaba en buena forma y no resistió cuando buscamos la información que no quiso darnos.  Ahora vos te metes acá y husmeas cosas que están más allá de tus capacidades.  ¿Se puede saber que mierda les pasa a los de tu familia?- el tono de Salazar comenzó a elevarse y su estridencia y violencia junto con el a medida que llegaba al final de la frase.

Sintiéndose amenazado Carlos adoptó una guardia marcial casi de inmediato y no contestó.

-jajajaja.  Lo que faltaba, el pelotudo es karateca- dijo mirando a Lee Sakiwara –Dale una paliza ¿Querés?-

Sakiwara se dedicó a divertir a su Señor, le permitió a Carlos creer que tenía alguna oportunidad de derrotarlo y luego, lenta pero continuamente fue aumentando su nivel hasta que a Carlos le resultó casi imposible esquivarlo o detenerlo.  Allí se mantuvo hasta que finalmente lo derribó.

-No pelea tan mal- dijo con un marcado acento Lee

Carlos se incorporó y aquella electricidad que le recorría por momentos comenzó a desplegarse, se abalanzó con velocidad hacia Lee y consiguió golpearle en el rostro, el oriental se enfureció y con un solo golpe dejó fuera de combate a Carlos.

Mientras se desvanecía, Carlos fue capaz de escuchar como Salazar se burlaba de Lee por el impacto recibido.  Antes de llegar al suelo todo se volvió negro y perdió completamente el sentido.

 

Varios meses habían pasado desde que Ángeles y su abuela se mudasen a mar de ajó, tiempo que la joven mujer aprovechó para maximizar e indagar sobre aquellas nuevas capacidades que poseía.

Practicar le resultaba entretenido y sorprendente, si bien el uso de sus habilidades la agotaba su entusiasmo por conocer y dominar cada vez más aquellas capacidades mentales la estimulaban para no cejar y continuar esforzándose.

El dinero que cobraba Babu les permitía vivir sin que Ángeles tuviese que trabajar por lo que aquella nueva vida resultaba muy estimulante para la joven mujer ya que podía dedicar su tiempo a sí misma, algo que hacía mucho tiempo no realizaba.  Por supuesto que ayudaba con la limpieza, las compras y demás quehaceres pero el tiempo parecía haberse multiplicado de repente y eso a Ángeles le agradó.  Le intrigaba poderosamente la fuente de aquel ingreso pero no se animaba a confrontar a su abuela, finalmente cobró valor y una tarde mientras tomaban un té en el patio interior le preguntó.  La mujer respondió que aquello era un “resguardo” que su abuelo había invertido antes de ir a Rusia, que le había dicho que lo usase cuando fuese necesario si algo llegaba a pasarle y, para ella, aquel era el momento adecuado para hacer uso de aquel dinero.  Inútil era intentar convencer a Babu y además sus fundamentos tenían cierta lógica que Laika no podía negar.  Su abuela se basaba en el hecho de que era necesario que ella aprendiese a controlar y dominar sus habilidades cuanto antes y eso insumía tiempo, tiempo que se acortaría demasiado si trabajaba y contra eso nada podía objetar Laika.

Si bien era cierto que sus progresos habían sido importantes, también lo era el hecho de que las horas que dedicaba tanto a la meditación, como a practicar su concentración y a cómo “conectar” con aquellas áreas de su cerebro que le liberaban su poder, eran muchas y a eso había que sumarle el hecho de que su mente debía estar despejada, sin preocupaciones y su cuerpo descansado.  Aunque a Laika le costase admitirlo, su abuela tenía razón.

 

El mensaje había sido claro, aquello que había comenzado con la muerte de Alyosha, su hija y su yerno, los había dejado tranquilos durante muchos años.  Si tan sólo Alyosha hubiese tenido el tiempo de compartir sus hallazgos quizás hoy podrían entender un poco más de que se trataba todo aquello.  No era ilógico para Alfredo que era necesario mantener un perfil bajo en cuanto al uso de sus capacidades, había conocido de primera mano lo que gobiernos y entidades religiosas eran capaz de hacer con aquellos que ostentaban este poder.  Algunos los veían como un arma, otros como una fuente de estudio a la que era necesario explorar para así hallar los orígenes de aquellas capacidades y así poder replicarlas y hasta mejorarlas.  Quienes no los veían como armas o conejillos de indias los creían demonios, seres que era necesario exterminar o al menos esa era la excusa que utilizaban aquellos que celaban sus capacidades pero que eran incapaces de poseerlas.  Por todo esto fue que aquellos siete jóvenes que por causalidad, pues ahora comprendía Alfredo que la casualidad no existía, se habían reunido en Europa, más precisamente en los Balcanes, a comienzos de 1950 decidieron unirse en 1955 y conformar una hermandad encargada de proteger a la gente como ellos.

Nada fue como habían pensado, todo resultaba difícil pues carecían de recursos y debían buscar a los poseedores del don a una escala global, además había que agregar el hecho de que no eran muchos quienes nacían o despertaban con aquellas habilidades y que si bien los siete eran capaces de sentir el uso de estas capacidades, esto sólo se producía cuando se hallaban cerca, por lo que la mayor parte del tiempo debían rastrear rumores, pistas falsas o leyendas místicas que no conducían a ninguna parte.  Aún con todos aquellos inconvenientes se las arreglaron para hallar algunos discípulos a quienes transmitir sus enseñanzas.  Con el tiempo las necesidades personales de cada uno de los miembros cambiaron.  Amalia esperaba un hijo de Alyosha y aquella vida itinerante se volvía demasiado riesgosa.  August Candau, que era quién más dinero aportaba a la causa, había descubierto algo nuevo, algo distinto que le absorbía por completo, algo que dijo sería revolucionario pero que a su vez era tan antiguo como el universo mismo, algo que haría al hombre trascender las barreras de lo físico y lo mental.  Habladurías.

El grupo se disolvió oficialmente en 1965 cuando la pequeña hija de Alyosha había cumplido ya los cinco años de edad y comenzaba a mostrar sus capacidades psíquicas.  Candau se excusó de la reunión mediante una carta.

Queridos amigos.  Es mi deseo reunirme con ustedes para transmitirles las sabidurías que me han sido conferidas.  Sin embargo mi investigación me ha llevado por rumbos impensados y me es imposible abandonar mi lugar de momento.
Alyosha, Francisca, si supieras cuan acertados estaban en algunas cosas pero a su vez cuan alejadas de la verdad se encuentran sus deducciones.  Amigo Blobosky, cómo desearía mostrarte en persona la verdad que se esconde tras los grabados que el mítico Flamel dejase en el Cementerio de los Inocentes, o los escritos de Madame B, cómo me gustaría hacerte comprender que no son habladurías […]
 

La misiva se extendía casi a cuatro páginas donde Candau intentaba explicar sin éxito parte de sus hallazgos, cosa que Aflredo tildó de “locuras sin sentido, paparruchadas de una mente crédula e intoxicada”.  Lo último que supo fue que Francisca se había reunido con August  y que este la había arrastrado consigo en un viaje que consumiría su fortuna y credibilidad.

Pero ahora todo eso no importaba, eran meros recuerdos de tiempos que ya no volverían, ahora Amalia había hecho contacto y le había dicho que quienes acabaron con la vida de su esposo, hija y yerno habían comenzado a moverse nuevamente y era por eso precisamente que aquella noche había dejado las impresiones psíquicas en el cementerio de la recoleta y había partido a encontrarse con la mujer.

Demoró más de lo planeado en poder hacer el viaje, se había escondido tan bien que oficialmente nunca había existido.  Le había costado mucho dinero alterar los registros del estado, partidas de nacimiento, aportes jubilatorios, historias clínicas, cuentas bancarias, títulos de propiedad, etc.  Todo había desaparecido y él se había hundido en una no vida que se hacía más difícil de sostener conforme el mundo se volvía cada vez más tecnológico.  Fue por eso que cuando necesito existir apenas por unos segundos le resultó imposible.  No debía realizar ningún movimiento sospechoso, confiaba en que todavía no habían dado con él, pero el incidente con el padre de Carlos lo hacía dudar.  Comprar pasajes en cualquier medio de transporte requería una existencia, una vida virtual que él hacía ya más de diez años había perdido por voluntad propia y así, una semana más tarde de lo previsto se hacía presente en la viviendo que ocupaban Amelia y su nieta.

 

Laika había salido a trotar temprano, se encontraba algo perturbada aquella mañana y sabía, por experiencias anteriores, que cuando aquella sensación aparecía corría el riesgo de que alguna de sus habilidades se disparase sin que ella realmente lo desease.  Hasta el momento aquello no había comprendido mayor inconveniente pues como mucho podría enterarse de lo que pensara alguna persona cercana o hacer estallar alguna maceta o adorno.  Sin embargo todo eso cambió el día que aquella misma sensación pero infinitamente más intensa se manifestó en la forma de un rayo de electricidad que impacto en la arena fundiéndola casi al instante.  Había salido a trotar por la playa como todas las mañanas, se había alejado casi tres kilómetros de la zona urbanizada cuando de repente aquella especie de molestia surgió en su cabeza, la impresión se intensificó al punto que sintió como si una especie de carga estática se formase en su coronilla y rodease luego su cabeza como una suerte de aro a la altura de las sienes, en sus oídos pudo escuchar un zumbido, un chisporroteo y de repente cuando aquella sensación comenzaba a hacer más y más insoportable, la electricidad bajo hacia su hombro derecho, luego hacia su brazo y finalmente se proyecto desde su mano hasta un médano cercano en una suerte de rayo violáceo que fundió la arena con su intenso calor.  Laika cayó de rodillas, se tomó la cabeza y tardó mucho tiempo en asimilar lo ocurrido, todavía no le había dicho nada a Babu de aquel poder y quizás siguiera callándolo un buen tiempo.

Desde aquel día se alejaba mucho  de la urbe y practicaba una y otra vez hasta que lograba provocar esa sensación, había aprendido a manipularla, sabía cómo transportarla por su cuerpo pudiendo expulsarla por uno u otro brazo e incluso por los dos.  No había vuelto a producir una descarga tan fuerte como la primera, quizás porque su propio miedo se lo impedía, quizás porque no lograba generar la misma intensidad, todavía no lo tenía muy claro.

Venía pensando en eso de regreso a su casa y sin darse cuenta notó como su cabello comenzaba a crisparse signo de la energía que se estaba acumulando.  Se relajó y cuando estuvo segura de que ningún rayo saldría de ella de forma inconsciente se acercó a la puerta.

Amalia charlaba con un hombre mayor, de aspecto bastante desalineado.  El individuo se presentó como Alfredo y ofreció a Laika se sirviera una bola de fraile o quizás un churro bañado en chocolate.

-Me encantan de pastelera- dijo –Pero no conseguí, así que traje todos de dulce de leche, menos las berlinesas que de esas si había de crema- añadió.

Laika se excusó diciendo que debía bañarse y Amalia le dijo que se apurase puesto que Alfredo había venido por petición de ella y tenían algo importante de lo que hablar y de lo que Ángeles debía ser partícipe.  Ángeles se bañó y cambió lo más rápido que pudo y volvió de inmediato al patio interior donde la salamandra de hierro los protegía del frío exterior.  En los cristales de la galería podían verse las gotas que la reciente tormenta traía consigo lo que acrecentaba la melancólica sensación de frío que reinaba por aquellos lares.

Luego de una mejor presentación Laika se enteró que Alfredo era un viejo amigo de la familia y que había conocido tanto a su abuela como abuelo en la juventud e incluso había visto a su madre de pequeña.

-Ángeles- comenzó su abuela luego de tomar entre sus manos la taza de café con leche y beber un sorbo –yo poseo algunos dones, como vos, como Alfredo, pero uno de ellos es algo casi único, a veces, en sueños o visiones puedo ver el futuro.  Es algo muy extraño y que no controlo a voluntad y que además se presenta en una suerte de acertijo simbólico que a veces es claro y a veces me cuesta mucho deducir- Laika se quedó petrificada por unos instantes, primero supuso que su abuela bromeaba, luego no pudo discernirlo y finalmente comprendió que era verdad. –Si, es complicado.  Hace poco, cuando decidí que debíamos dejar la capital fue por una de estas visiones.  Sé que algo va a pasar, algo que no es bueno.  Primero pensé que la amenaza era sólo para nosotras o para los que son como nosotros, pero en esta última semana vi cosas que me hacen pensar que no es así.  No puedo entender todavía el significado de estos sueños y puede que no logre hacerlo hasta que suceda.  Sólo recuerdo a una joven vestida de blanco que me alerta sobre el caminante eterno y una lluvia negra que asolará el mundo.  También veo imágenes del ser de metal que es menos que un hombre pero a su vez es más. No sé, no puedo entenderlo, pero de lo que sí estoy segura es que algo malo va a pasar.  Por eso le pedí a Alfredo que venga, creo que si estamos juntos vamos a tener más posibilidades de salir adelante.  Creo que es imperativo no volver a capital, al menos por un tiempo-

Laika no supo cómo reaccionar ante aquella novedad, temió por la salud mental de su abuela, pero luego, rememorando lo que había pasado en el último tiempo no le pareció tan extraño, después de todo si ella podía lanzar rayos de su propio cuerpo.  ¿Qué le impedía a su abuela percibir el futuro?  Acepto la idea pero no pudo más que callar en aquel momento.

-Bueno, yo no tendría problema en quedarme- dijo Alfredo –Pero debería volver a avisarle a Carlos que me voy a ausentar.  Es… una especie de pupilo- agregó ante la mirada inquisitiva de Amalia.

-Pensé que ya no enseñabas tus artes- dijo pícara la mujer.

-Y no lo hago.  Es sólo que si mínimamente no lo guían no sé a dónde puede ir a parar.  No sé qué habilidades es capaz de desarrollar y dejarlo sólo me parece peligroso-

 

El entrenamiento en el Templo Blanco y bajo la atenta mirada de Muriel era realmente duro y difícil.  Andrés y su hermana Josefina practicaban y practicaban casi sin descanso.  Les costó percatarse de aquello pero al cabo de un tiempo se dieron cuenta que aquel lugar nunca cambiaba, no sólo el templo, sino que tampoco lo hacía el clima, el bosque o la luz.  Siempre el sol brillaba de la misma manera, la temperatura jamás incordiaba, no hacía frío ni calor, una brisa suave y caprichosa mas no caótica jugueteaba con las hojas de los árboles y acariciaba las mejillas y el cabello de los hermanos cuando estos concurrían al río o paseaban por el bosque en compañía de Muriel.  No habían vuelto a tener noticias de aquellas criaturas cánidas desde que el amuleto de Jose había sido robado.  La Dama Blanca había hecho hincapié en la importancia de recuperarlo pero luego había centrado sus esfuerzos en entrenar a los hermanos y no había vuelto a mencionar el tema.

Andrés disfrutaba del entrenamiento físico, gozaba de acelerar su cuerpo en vertiginosos movimientos mientras trepaba una y otra vez, incansable, por las diversas montañas.  En cambio su hermana prefería moldear criaturas de barro y otorgarles vida momentáneamente, también disfrutaba de llamar a los animales que poblaban los bosques y las alturas y, por insistencia de Muriel, había aprendido a crear fuego y una especie de energía que, según su maestra, tenía la capacidad de afectar criaturas incorpóreas.

Así, entrenando arduamente, escuchando las enseñanzas de la Dama Blanca, llegó el momento en que los hermanos estuvieron listos para afrontar su primer reto, recuperar el medallón robado.

El viaje fue largo y peligroso, una vez abandonada la realidad de Muriel, se enfrentaron a un terreno árido que parecía absorber todas y cada una de las gotas de agua que había en ellos.  Habían cubierto sus cuerpos con túnicas blancas y su cabeza la escondían en una capucha de igual color con la intención de proteger sus cuerpos del abrazador sol.  Muriel sufría aquel calor casi tanto como ellos y los tres avanzaban lentamente en un intento de conservar sus energías.  El suelo duro hacía que su andar fuese sencillo, sin embargo con el tiempo resentía sus piernas que se cansaban más rápidamente de lo normal.  Muriel les había advertido antes de partir de lo enormemente imperativo que era evitar a toda costa el uso de sus poderes espirituales.

Llegaron por fin a un paso entre montañas por el cual accedieron a un valle al que no le cabía otro adjetivo que muerto.  Vegetación, animales y hasta las rocas se percibían cubiertas por un halo de mortandad que los volvía completamente repulsivos.  En el medio de aquel valle hallaron una arcada de roca cristalina similar al cuarzo, en su interior una especie de energía violácea se movía conformando extrañas figuras.  La Dama Blanca se acercó encabezando el grupo y tras murmurar algunas palabras en una lengua extraña, la roca refulgió con intensidad para luego proyectar una especie de vórtice que giró violentamente contenido por la arcada, y que luego, cuando se disipó,  dejó abierto un paso a un extraño mundo.

-Feralis- dijo la mujer –una realidad que hoy se esconde de los hombres, pero que como muchas otras, fue conocida por los antiguos humanos.  Nos adentraremos en un mundo salvaje donde son pocos los hombres libres.  Iremos al norte, en busca de la ciudad capital de la Raza Maldita, las bestias que robaron el amuleto.  Ustedes serán mis esclavos, se mostrarán sumisos y jamás hablarán, ni siquiera entre ustedes, no alzaran la vista y mirarán siempre al piso, deberán lucir derrotados en todo momento y se llegamos a cruzarnos con algún nigromante no se les ocurra mirarlo a los ojos.  Es importante para nuestra supervivencia que el brillo de sus almas permanezca oculto.  Asumiré otra forma, más propia de este mundo y a partir de ahora y en todo momento, deberán dirigirse a mí como amo Hellfire- hizo unos segundos y agregó con infinita tristeza –Lo siento mis niños pero no lo haría si no fuese necesario-

La Dama cerró sus ojos, concentró su energía y el cambio comenzó a sucederse de inmediato.  Allí donde había reinado la luz y la blancura aparecieron ahora sombras y obscuridad.  Su cabello se torno negro y degradó al lila obscuro al llegar a las puntas, su tez se volvió de un gris obscuro y marmolado, sus ojos brillaron violetas y dos cuernos brotaron de sus sienes.  Sus ropas, blancas y translúcidas se volvieron negras y luego fueron cubiertas por una capa color ocre de la cual brotaban  puntas que emulaban el fuego.  De sus manos brotaron cadenas que se aferraron fuertemente a los grilletes que aparecieron en el cuello de ambos jóvenes.  Las ropas de estos se volvieron abrigadas pero andrajosas y su aspecto se deterioró terriblemente al tiempo que su energía menguó tremendamente y alimentó a la mujer

-Andando- dijo una vez hubo acabado la transformación con tono mandatario y prepotente  y así, amo y esclavos cruzaron el umbral.

Mucho fue lo que debieron caminar y cuanto más al norte los llevaban sus pasos más desolación y tristeza mostraba el pasaje.  No cruzaron sus pasos con ser vivo alguno, a no ser por algunos animales a los que dieron caza para alimentarse, Muriel ahora autobautizada como Sir Clyde Hellfire, purificaba el agua de los mal olientes arroyos para que ella y sus ahora esclavos bebiesen.

Aún en aquellos parajes inhabitados la Dama Blanca insistía en mantener su nueva imagen y trataba a los hermanos como verdaderos esclavos.  No dispensaba para ellos cuidado alguno más allá de aquel que pueda brindarse a una mercancía y es que, en Feralis, aún los árboles y ríos podían llevar noticias, sobre todo en las tierras de la Raza Maldita.

Siete meses viajaron por aquellas tierras y sólo dos veces cruzaron sus pasos con animales parlantes que se acercaron curiosos y precavidos a los visitantes.  Parecían temerle a Sir Clyde y se alejaron prontamente luego olfatear el aire e intercambiar un par de palabras con él.

Llegaron al fin a su destino, una atestada ciudad donde convergían algunos Señores de los Hombres, poderosos nigromantes al servicio de las huestes demoníacas, Licántropos que habían sucumbido a las tentaciones y promesas y, sobre todo, miríadas de Gnolls, las verdaderas gentes de La Raza, aquellos que habían abrazado el poder de los obscuros hacía miles de años y a los que tanto el Guerrero Sombra como Kivarha, líder y protectora del clan Tearsha habían dado caza finalizada la primer llegada.

Mezclados entre aquella chusma, atentos a los comentarios y con la vista siempre fija en el suelo, los hermanos Acosta transitaban con las cadenas que amarraban sus cuellos y siempre a espaldas de su amo Clyde las apestosas y sucias calles de la polis.

Debieron pasar dos meses más de esclavitud hasta que la buena fortuna les sonriese, Clyde se había alojado en una mansión ni bien llegaron y los hermanos, como sirvientes personales del Señor, gozaban de algún beneficio extra entre el resto de la servidumbre, uno de ellos era el de poder dormir sobre dos duras camas en una habitación cercana a la de su amo.  Tanto Andrés como Josefina se sintieron asombrados del cambio que había sufrido Muriel, le temieron y obedecieron de verdad pues ya no quedaba resto alguno de aquella servil y protectora dama que los había acogido y entrenado.

Aquella noche uno de los tantos espías del amo había llegado con un recado importante, los sacerdotes de la madre habían obtenido lo que creían un importante tesoro de un grupo de cazadores Gnoll.  Según decían se trataba de uno de los siete sellos, del más importante, pues era el único que faltaba.  Hellfire pagó con oro la novedad y se propuso robarlo esa misma noche.

 

Mariuz había experimentado el poder que había en su interior, había conocido aquella sensación de superioridad en el momento mismo en que, de forma inconsciente, pudo deformar su brazo para alejar a los maleantes.  Aquel acto no había pasado inadvertido a August Candau quien, luego de muchos, muchos años de peregrinar por tierras lejanas en busca de una sabiduría perdida, había vuelto a establecerse en su querida Francia.  Hacía añares que Candau no recibía pupilos, no por falta de ganas, sino porque ya no era capaz de encontrar jóvenes despiertos.  A eso se había sumado la grave enfermedad que lo acechaba, producto del último enfrentamiento que había tenido con la efigie cuando intentaba dilucidar un antiguo misterio que había embargado sus pensamientos, aquella obsesión le había costado demasiado, pero si tan sólo podía transmitir una parte de la sabiduría heredada a ese joven, entonces, para August, habría valido la pena el sacrificio.

Manipulando el principio de generación August logró crear las sincronicidades que permitieron a Mariuz convertirse en su nuevo discípulo.

Fue realmente poco lo que pudo enseñarle, su condición se lo impedía, decidió centrarse en transmitirle lo necesario al muchacho como para que este pudiese controlar, aunque fuera en escasa medida, las habilidades que ya había manifestado.

Una tarde cuando regresaba de la universidad, Mariuz observó que junto a la cuenta de la luz y el gas se hallaba un sobre de aspecto antiguo, lo inspeccionó y se percató de que era enviado por su Maestro.  Se dirigió con prontitud a su habitación y allí, con sumo cuidado para evitar romper el contenido del sobre leyó:

Querido Discípulo:

Debo decirte que no podré continuar impartiéndote mis enseñanzas pues debo partir en un viaje del  que tal vez no regrese.  He vuelto a hablar con Adonai y me ha guiado con sus palabras de luz.  Me ha contado que la Dama Blanca tuvo éxito en su empresa y que sus discípulos serán tus maestros.  Sabrás reconocerlos pues él volará con sus alas de luz y ella dará vida a lo no vivo.  Para esto deberás volar tú también mas lo harás en las alas metálicas de un avión, a la carta adjunto un pasaje y un sobre que deberás entregar a mi amigo Rubén.  Tienes la dirección en el remitente.

Te saluda, tu Maestro,
 

Desilusionado Mariuz se echó sobre la cama y durmió.

 

El plan era sencillo y dejaba poco que hacer a los hermanos, agentes pagos de una cofradía de ladrones se introducirían en el templo aquella misma noche, robarían el amuleto y lo entregarían en las afueras de la ciudad donde Andrés y Josefina lo estarían esperando, una vez recibido y confirmada su autenticidad los hermanos debían partir hacia el sur donde deberían hallar el portal, abrirlo y regresar a la realidad de la Dama Blanca.  Muriel los alcanzaría en algún punto del camino cuando resolviera algunos asuntos pendientes.

Fue reconfortante para ambos observar la caligrafía de la mujer y leer sus tiernas y acogedoras palabras, en ella les pedía perdón por dejarlos en las manos de Sir Hellfire y hablaba de él como si de una entidad diferente se tratase, a los hermanos les costaba creer y, por supuesto, no entendían como aquella gentil mujer se había transformado en ese despótico tirano, una vez transmitido el mensaje la carta se transformó en un pequeño gorrión que salió volando por la ventana a toda prisa y se perdió en el obscuro cielo de Feralis.

 

Alfredo había llegado a buenos aires en una combi que le había sido prestada por un amigo de la familia Sergéevich Petrovich Perevich.  Durante la última semana había estado entrenando a la nieta de Amalia y Alyosha en el control de aquellos poderes que compartían, sin embargo evitó hablar sobre aquellos que le permitían jugar con mentes ajenas y le pidió a Laika que intentase no utilizarlo de ser posible.

Había esperado a Carlos durante tres noches en el interior del Cementerio pero este nunca llegó, indagando supo que lo habían transferido a otro lugar y luego de hacer buenas migas con el guarda nocturno este averiguó por él la dirección de su nuevo trabajo.

-Parece que Carlos la pegó.  Al lugar donde lo mandaron tiene horario fijo y además es mucho más cómodo que este.  Un amigo que estuvo ahí me dijo que hasta tienen una máquina de café y otra de golosinas- dijo el guarda mientras le entregaba un papel con la dirección y el teléfono.

 

Habían huido durante tres semanas luego de recuperar el paquete de mano de los ladrones y todavía no había noticias de La Dama ni de su “álter ego” Sir Clyde Hellfire.  Se encontraban desorientados y perdidos, no sabían si habían tomado el camino correcto y comenzaban a desesperarse cuando el grito de un halcón llego desde los cielos.  El animal descendió en picado hacia los hermanos y se posó lentamente en el suelo mientras su forma cambiaba a la de La Dama.

El camino de regreso fue largo y peligroso,  más peligroso aún que la primera vez que lo transitaran pues, según les había contado Muriel, algunos buscaban a aquel que estaba detrás del asesinato de Sir Clyde Hellfire y del robo de la reliquia.  Los hermanos no entendieron muy bien aquello del asesinato de Hellfire pues La Dama estaba con ellos, pero aquel no era el momento para tener una charla.  De una especie de granja cercana Muriel robó tres Ampalas con sus respectivas sillas de montar.  Los animales eran dirigidos por la bestia que montaba Muriel así que la ni la experiencia de Andrés ni la de Josefina supuso problema alguno.  El uso de aquellos animales les otorgó una gran ventaja y disminuyó mucho el tiempo de viaje, aún así tardaron meses en llegar y debieron sortear dos batallas intermedias.  La primera se suscitó a escasos kilómetros de la granja y fue contra cuatro guerreros de la Raza Maldita que no tuvieron oportunidad alguna frente a los tres hechiceros, la segunda se produjo cerca del paso del Lutz cuando se vieron emboscados por un grupo de cazadores licántropos, las bestias resistieron un poco más, sin embargo también fueron derrotadas con facilidad.

Atravesaron el portal sin los animales pues aquellas bestias pertenecían a Feralis y allí se debían quedar, deshicieron el camino hecho y volvieron sobre sus pasos hasta llegar a la realidad de Muriel y si templo, allí, bajo las copas de los árboles de aquel claro al que llegaron por primera vez los hermanos dos criaturas les aguardaban, el primero era ser alto y corpulento, su piel era tersa y de tonos lilas y azulados, su frente parecía dura y plana y llevaba un pendiente dorado en cada oreja, iba vestido con unas ropas grises que parecían más una toga de artista marcial que otra cosa.  El segundo era un hombre, como ellos, de avanzada edad y aspecto cansado, al percatarse de su presencia se incorporó, pues se había recostado en el verde suelo para calentarse con el tibio y sanador sol que brillaba en aquella realidad.

Muriel extendió la mano y le pidió a Jose le entregase el medallón, luego se lo entregó al hombre mientras decía:

-August es un placer verte de nuevo, lo mismo digo de ti Adonai.  Aquí está el séptimo- y alzó colgante que brilló con fiereza –August, es tu deber esconderlo y en tu mundo.  Allí pertenece y allí debe quedarse-

August Candau estuvo a punto de abrir la boca para protestar pero a último momento decidió callar, Adonai parecía estar de acuerdo y eso para él fue más que suficiente.

Aquello fue todo y una vez entregado el medallón ambos seres abandonaron el mundo de Muriel.

Nuevamente en el Templo Blanco los hermanos tuvieron tiempo de recuperarse, Muriel se deshizo en cuidados y volvía a disculparse por lo sucedido aunque se negó a hablar de Hellfire y prohibió a los hermanos mencionarlo dentro del templo o su realidad.

Había llegado el momento, finalmente Andrés y Josefina estaban listos para regresar a su mundo.

El portal se abrió y los hermanos saltaron en el con algo de júbilo pues extrañaban a los suyos, sobre todo a su hermano y Andrés deseaba mucho contarle a Victoria lo que había aprendido en aquel lugar.

Abrieron los ojos en al mismo tiempo y descubrieron que se hallaban en camas de hospital, a su lado, en medio de ambos se encontraba Victoria.  A Andrés le costó reconocerla pues parecía haber envejecido, la mujer se sobresaltó cuando este estiró su mano para tocar su rostro y se abalanzó sobre él para abrazarlo, lo mismo hizo con Jose y luego comenzó a llorar.

El llanto y las palabras resonaron en el hospital y atrajeron la atención de una joven japonesa que caminaba algo aturdida y en silencio por los desiertos pasillos del hospital.  Sin pensarlo dos veces la mujer se introdujo en la habitación, cerró la puerta tras de sí, encendió la luz y observó incrédula la escena, Yukizake no sabía qué hacer.  ¿Estarían aquellas tres personas en el mismo estado que la enfermera? No lo parecía, pero por las dudas decidió ponerse en guardia.  Andrés, Josefina y Victoria observaron a la extraña mujer que ingresaba en su habitación con cierta perplejidad, sería Andrés el primero en hablar y pedir explicaciones.  La mujer ya más relajada hizo señas de silencio y contó a sus incrédulos escuchas lo que había sucedido, como aquella enfermera la había atacado, cómo parecía inmune al dolor y cómo había resistido golpes que hubieran sido mortales hasta que por fin la arrojase por la ventana.  Los tres no hubiesen creído una sola palabra de lo dicho si no hubiese sido por el hombre que ingresó con brusquedad en la habitación.  Su piel tenía un tono grisáceo, iba desnudo y en su torso podía apreciarse el corte en Y propio de las autopsias.  Fue Jose la actuó instintivamente y que extendiendo una mano para dirigir su energía golpeó a la criatura y la expulsó de la habitación.

 

Alfredo esperaba cerca de la entrada del edificio, era su tercera noche allí pero aún así no lograba dar con Carlos, supuso que algo estaba mal y lo confirmó cuando sintió aquella onda psíquica demoledora.  Sin duda se trataba del patrón mental de su aprendiz, pero esto se había magnificado tremendamente.  Instantes más tardes se escuchó una explosión y una llamarada salió de uno de los costados de la edificación, los gritos se dejaron oír al igual que las alarmas y nuevas explosiones se sucedieron en el interior.  Un hombre completamente en llamas abandonó el edificio gritando de dolor  seguido luego de otras personas que parecían aturdidas, vestían batas, como de hospital y su paso y andar denotaban que no estaban completamente lúcidas.  De repente Alfredo observó entre aquellos a Carlos y acelerando la camioneta se acercó veloz.  Del interior del edificio se escucharon disparos, detonaciones de armas que luego apuntaron y dispararon contra las aturdidas personas que de allí escapaba.  Alfredo sólo tuvo tiempo para ir por su alumno, introducirlo como pudo en la camioneta y pisar a fondo el acelerador para salir de allí.

En la calle comenzaba a sucederse un espectáculo dantesco donde las gentes se golpeaban unas a otras sin un porque aparente.  La atención de Alfredo, que conducía veloz pensando sólo en regresar donde Amalia y su nieta, se centró en cuatro jóvenes que abandonaban un hospital, tres de ellos, dos mujeres y un varón, llevaban todavía las batas propias del lugar, la última mujer llevaba un delantal blanco cubriendo sus ropas.  Alfredo sonó dos veces la bocina y se dirigió hacia ellos.

-Rápido, no sé qué está pasando pero suban- fue lo único que atino a decir.

Los cuatro jóvenes subieron y se hicieron lugar en el vehículo, mientras Alfredo aceleraba y esquivaba alguno de aquellos desquiciados que se abalanzaban sobre la camioneta, comenzaron a escucharse las sirenas de los autos de policía, camiones de bomberos y ambulancias que respondían a las llamadas aterradas de los ciudadanos.

-Voy hacia la costa, a Mar de ajó- dijo el hombre pero no obtuvo respuesta, los cuatro se encontraban todavía muy afectados por lo que acababan de vivir.

 

En un primer momento Mariuz no pensaba hacer caso a la carta de su maestro.  ¿Qué tenía él que hacer en Argentina?  ¿Debía abandonar Francia, sus estudios, su familia sólo porque un viejo loco se lo decía?  No, por supuesto que no, sin embargo cuanto más próxima se hacía la fecha del vuelo, más le intrigaba aquello y decidió finalmente que le daría una oportunidad, después de todo siempre podría tomar un avión de vuelta.  Así fue como el día indicado el y su can se hicieron presentes en el aeropuerto, abordaron el vuelo y partieron.

Llegando unas cuantas horas más tarde al territorio sud americano.  Luego de desperezarse y estirarse, Mariuz fue en busca de su maleta y de su fiel Razhor, tomó algo caliente en uno de los bares del lugar y luego buscó un transporte que lo llevase hacia la capital.  El único que le permitió subir con su perro fue un remis algo destartalado, aunque no mucho.  El conductor hablaba hasta por los codos y si bien Mariuz le comprendía a la perfección prefirió hacer de cuenta que no para evitar que el hombre siguiese hablando.  Era de noche, más bien de madrugada y una vez el hombre hubo dejado de hablar, Mariuz no pudo evitar cerrar los ojos y dormir.

Cuando despertó se hallaba sobre el pavimento de la ruta, la lengua de Razhor lamía su cara y el fuego iluminaba el lugar.  Aturdido y dolorido presenció el espectáculo, el vehículo en el que él viajaba se hallaba volcado a un costado de la ruta, al otro un ómnibus de larga distancia había volcado y se había incendiado, desorientado y sin saber qué hacer decidió tomar la correa de Razhor y caminar por la ruta hasta dar con algún teléfono de emergencias o con algún vehículo que pudiera ayudarle.

 

Luego de dar vueltas y rodeos evitando los incidentes Alfredo por fin pudo tomar la ruta y dirigirse hacia el partido de la costa, hasta que dejó la ciudad sólo pudo ver luchas entre personas, vehículos accidentados y mucho, muchísimo caos.  Carlos se hallaba inconsciente y los cuatro muchachos que había recogido tan sólo miraban por las ventanillas con cara atónita y asombrada.

La ruta estaba despejada por lo que pudo aumentar la velocidad y ganar algo de tiempo, las potentes luces de la camioneta alumbraban el camino y le permitían una conducción segura, a poco rato de andar una luz lejana le hizo disminuir la velocidad, un accidente en la ruta, un colectivo de larga distancia proveniente de la costa había chocado con un automóvil, el colectivo ardía y Alfredo no quiso detenerse a ver cuál era la suerte del conductor, en su lugar tomó el teléfono móvil que Amalia le había prestado y advirtió al 911 del accidente.  No hizo más de dos kilómetros cuando divisó a un muchacho que caminaba por la ruta llevando a un perro, no pudo hacer otra cosa más que invitarlo a subir.  El joven accedió pero, al igual que los otros no se encontraba muy bien y para colmo sólo hablaba francés.  Alfredo lo invitó a reposar y volvió a acelerar tomando rumbo hacia el partido de la costa, en el camino encontró otros accidentes y a poco más de una hora de alcanzar por fin su destino, se hizo con una nueva pasajera.

Llegaron por fin a la casa de Amalia y Alfredo bajó para abrir la pequeña verja y luego la puerta de aluminio y vidrio del garaje, volvió a la camioneta y la ingresó.  Una vez allí llamó a Amalia y a Ángeles a quienes les narró lo sucedido y les pidió permiso para alojar a los jóvenes hasta que se hubiesen recuperado lo suficiente como para retornar a sus hogares, ambas mujeres asintieron y les ofrecieron cobijo y descanso.

Cerca del mediodía siguiente todos se encontraban conscientes y en mejor estado que la madrugada anterior, todos tendrían preguntas, pero sólo algunos encontrarían respuestas.

 

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14/03/2011, 19:46
Ángeles Díaz (Layka)

Mar de Ajó

Había cuatro desconocidos en nuestra cocina, y este hombre, Alfredo, los había traído hasta aquí. Por ello no tenía miedo, confiaba en él, pude ser entrenada una semana completa por él y, sobre todo, Babu creía en él, con eso era suficiente.

Me paré y pregunté:

-¿Quieren algo de beber? Tengo la cafetera andando, hay leche en la heladera. También tenemos té.

Me parecía medio estúpido en parte ese ofrecimiento, tan normal, cuando ninguno de nosotros era normal, pero estábamos en mi casa y yo quería ser una buena anfitriona. Sobre todo ahora, antes del millón de preguntas que se amontonaban en mi garganta.

Sin esperar respuesta fui a la cocina, traje 6 tazas, la jarra con café caliente, unas bolsitas de té, un poco de ázucar, y una jarrita pequeña con leche.

-Por si… quieren tomar… variado- expliqué, tosiendo un poco.

Tenía mil preguntas. Pero se debía empezar por el comienzo.

-¿Todos ustedes son…?

“¿Cómo nosotros?” pensé para ver si alguno captaba mi pensamiento, hecho que me pareció divertido aunque no quise mirar a Babu por si no pensaba lo mismo.

Dejé un segundo en suspenso la pregunta, quería realmente saber si alguien más del grupo leía la mente.

Notas de juego

 Sé que es hora del almuerzo pero supuse que habrían dormido hasta tarde, por eso puse lo del té y eso. También pongo desde que fue lo último el turno, si tengo que relatar más de antes corríjeme Rj. Bueno esperando interactuar con muchas ganas. Bsos

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14/03/2011, 20:09
Victoria

-Gracias por el ofrecimiento, yo quisiera un café con leche- dijo Victoria luego, ante la pregunta mental de Layka, abrió los ojos y la miró sorprendida

Notas de juego


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14/03/2011, 20:17
Ángeles Díaz (Layka)

 Serví un poco de café en la taza y luego agregué la leche, de a chorros.

-Díme cuándo- pregunté. Luego miré la expresión de sus ojos. Habrá escuchado mi pregunta...

"¿Me oyes?" pregunté de nuevo mientras le alcanzaba la taza y completaba la frase que antes había dejado por la mitad.

-¿Son todos... especiales? Como yo... y mi abuela.

Aclaré. Esperaba que la chica me contestara a la pregunta mental y que mi abu no me moliera a codazos.

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14/03/2011, 20:18
Josefina Costas

-Yo tomaría una chocolatada fría, si se puede.  Si me decís donde están las cosas yo me la preparo- dijo y esperó que se lo indicaran.  Ya buscaría el momento de hablar con su hermano y Victoria sobre lo que había pasado.  Sin quererlo pensó en cuanto había envejecido Victoria y en cuan hermosa seguía siendo.  Sin quererlo obró su poder y la novia de su hermano se sintió más vigorosa de golpe.

Luego llegó aquella voz a sus cabeza a la que respondió -"De algún modo supongo que sí"- y observó luego la reacción de la mujer que había obrado el sortilegio

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14/03/2011, 20:26
Ángeles Díaz (Layka)

 -Sí... ehm.

Dije un poco atolondrada y señalé la heladera. Luego me dí cuenta de que me preguntaba más bien por el cacao ya que la leche estaba aquí.

-Hay más leche en la heladera y, en la alacena arriba.

Me giré para que viera el sitio.

-Allí hay un tarro de cocoa... creo que sirve.

Luego dije despacio, me daba un poco de vergüenza.

-Pero huélelo por las dudas cuando fui al super ehr... hubo un altercado, lo elegí a las apuradas.

"Sobre todo cuando se cortó la luz por mi causa", pensé pero solo para mí.

Notas de juego

 Bueno, en todo caso, intento pensar sólo para mí xD

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14/03/2011, 20:26
Victoria

Victoria se alejó temerosa de Ángeles y se refugió tras Andrés, sabía de las habilidades de ellos pero no suponía que todo el mundo fuera a tenerlas.  Había pasado diez años esperando que Andrés regresase, su cuerpo, a diferencia del de aquel muchacho había envejecido.  Ella había terminado la carrera de medicina y había seguido el caso de los hermanos desde lo clínico, era extraño pues sus cuerpos no parecían acusar el paso del tiempo y como si aquello fuese poco, en lugar de debilitarse se fortalecían.  Aquello estaba siendo demasiado para las emociones de la mujer que sentía que la realidad toda había cambiado en apenas una fracción de segundos.

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14/03/2011, 20:33
Mariuz Abernathy

me encontraba en una casa acogedora, al parecer era de una señora de edad y de una chica rubia muy atractiva, todos los que estábamos en el auto pronto nos encontraríamos en la sala, la joven se dirigió a la cocina y trajo bebidas calientes para servir a todos, yo me encontraba sentado en uno de los muebles acariciando a mi perro y dije a la joven
Je veux un peu de lait tiède s'il vous plaît

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14/03/2011, 22:54
Mariuz Abernathy

No me había percatado que ya no estaba en Francia y que el lenguaje común aquí es español, me sentí algo entupido. Así que mire de nuevo a la joven rubia y le dije
-Désolé señorita estoy algo distraído y había olvidado que estaba en un país sudamericano, dieu!!!, tengo algo de jaqueca. Mmm te decía que si podrías darme un poco de leche tibia s'il vous plaît-

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14/03/2011, 23:28
Ángeles Díaz (Layka)

 -Seguro - contesté y fuí a calentar un poco de leche. Mientras tenía unos minutos para estar en la cocina, pensando en todos ellos. ¿Cuáles serían sus historias? Estaba muerta de curiosidad pero no quería abusar de mis poderes para entablar una conversación telepática con los que pudieran hacerlo, sobre todo por no relegar a los demás.

Paco también miraba todo con sus ojos curiosos, azules.

Notas de juego

 Paco es mi gato siamés.

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15/03/2011, 00:22
Andres Costas

Volver, despues de todo lo vivido y sin sentirse ni siquiera un día más viejo, físicamente al menos, parecía un premio. Andrés se preguntaba si volverían al mismo momento en que habían partido, o si por el contrario habían pasado siglos. Como fuera se despidió de Muriel con un beso y una sonrisa, e ingresó al portal con ánimos renovados, pensando en su familia y amigos.

El paso que dió desde el marmol del Templo blanco finalizó acostado en una cama, sus ojos recorrieron la habitación, su mente exploró su cuerpo. Tardó unos instantes en reconocer a la mujer que lo miraba anonadada, y extendió el brazo al tiempo que la joven envejecía en su mente y su boca pronunciaba su nombre

- Victoria - dijo en un susurro mientras sus dedos acariciaban el rostro de su amiga, y algo más, reconociendo arrugas de preocupación, y un envejecimiento más provocado por el cansancio que por los años. Las siguientes palabras se vieron agogadas por los abrazos y los besos, y Jose también recibió su parte. Despues de estar separados tanto tiempo, cuánto realmente dependía de cada uno, las palabras se atropellaban para salir y finalmente fue el cierre de la puerta y la luz al encenderse lo que los trajo a la realidad.

Una mujer oriental los miraba desde la puerta, atónita, pero en guardia de combate. Andres sonrió y dejó escapar un - Ippon - punto en japonés, universal para cualquier artista marcial. A la sonrisa siguieron los nombres, y un relato extraño que se vió corroborado por la aparición de un cadaver viviente, una pesadilla que los hermanos esperaban haber dejado en Feralia. Jose actuó primero, repeliéndolo brutalmente con un golpe de energía.

La salida de allí fué una mezcla de golpes, empujones, y velocidad. Andrés puso en práctica las microaceleraciones al momento de golpear, aumentando la potencia de sus patadas al punto de destrozar los cuerpos de las criaturas que los enfrentaban. Cuando lograron salir a la calle la situación no mejoró, y ni siquiera se cuestrionaron el peligro de subir a la camioneta de un extraño. El destino apenas si entró en la mente de Andrés, recién cuando estaban en la ruta digirió que su familia quedaba en Devoto, o al menos eso creía.

En el viaje supo que habían pasado diez años desde que viajaran al otro plano, casi la mitad de su propia vida al momento de viajar, un tercio de la vida de Victoria en ese momento. El hecho de que ella lo hubiera esperado decía mucho, podía haber hecho su propia vida, conocer a otros hombres, enamorarse... y quizá así había sido y sólo la casualidad había dispuesto que ella estuviera allí cuando despertaran. Pero... el beso que le había dado había sido sincero, sentido, correspondido en todo. ¿Había sido un beso de alivio al ver que despertaba, sin importar que tuviera quizá mrido e hijos? ¿O realmente había sido la bienvenia a alguien esperado por 10 años?

Durmió durante el viaje, consciente de que cualquier oportunidad de recuperar energía era vital. Cuando despertó un par de horas más tarde se les habían sumado un francés, su perro, y una chica. Quince minutos más tarde llegaron y les ofrecieron techo y reposo, en la mente de Andrés daban vuelta demasiadas cosas como para preocuparse por otra cosa que su hermana y su ¿novia?

Al día siguiente aún no se había atrevido a hacer la pregunta, tán sólo aceptaba y disfrutaba de su presencia, de las manos entrelazadas y las caricias ocasionales, y finalmente, una vez hubieron llegado y con un té de por medio y más relajado, lo dijo en forma de chiste. - Bueno, parece que ya no me podes decir asaltacunas - le dijo con una sonrisa mientras acariciaba su cara - Te extrañé, mucho.

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15/03/2011, 10:41

Carlos despertó sin saber siquiera dónde estaba. Sentía que había estado durmiendo durante meses, y aún así ese sueño no había sido reparador. Por el contrario, se sentía aturdido, confundido, tenía la vista nublada. Escuchó unas voces provenientes de algún lugar y procuró acercarse a ellas; necesitaba que alguien lo ayudara, que alguien le diera respuestas. Comenzó entonces a dar unos pasos, sin demasiada destreza. En uno de sus pasos sintió que su pié arrastró algo, posiblemente un mueble, aunque no sabía ni qué mueble ni si había tirado algo.

_Perdón -dijo sin embargo, incluso sin saber si había alguien allí para escucharlo-.

Finalmente llegó hasta el origen de las voces. Vio que habían muchas personas, jóvenes en su mayoría, pero no reconocía sus caras, de hecho no las distinguía claramente. Pero hubo una cara que sí reconoció, la de Alfredo. Se lanzó encima del viejo como pudo, y cuando lo alcanzó lo tomó por la ropa, quizás más para intentar sostenerse en pie. La emoción de verlo le había hecho perder la poca estabilidad que había ganado desde sus primeros pasos luego de despertar.

_¿Qué me han hecho? -preguntaba llorando, apoyando la cabeza en el pecho de Alfredo-. ¿Qué ha pasado conmigo, qué han hecho conmigo? -continuó, llorando sin parar e ignorando al resto de los presentes-.

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15/03/2011, 14:24
Andres Costas

Andrés abrazó a Victoria, notando su envaramiento, y acarició su espalda para tranquilizarla. - No importa lo que pase, vamos a salir de esta. - dijo, y despues miró atentamente al resto de los desconocidos que ocupaban la sala. Cada uno tratando de asimilar las cosas a su manera, unos mejor que otros, y Jose cumpliendo un sueño largamente postergado... una taza de chocolate caliente.

- Disculpen que no me presenté antes, soy Andrés, y creo que todos, sin importar lo que puedan hacer son especiales. - guiñó un ojo, sabía a lo que se refería la chica rubia - Creo que seía bueno que cada uno se acomode en su centro y después hablemos, de seguro van a haber más preguntas que respuestas, pero no estaría de más hacerlas cuando estemos listos y sepamos con quien hablamos. - Miró a Josefina, que miraba al techo con cara de disimulada, seguramente pensando que hablaba como Muriel.

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15/03/2011, 16:32
Mariuz Abernathy

Un joven había entrado en la habitación y se abalanzo contra el señor que me había recogido en el camino cuando me encontraba errante, lo agarró por la ropa y comenzó a preguntarle unas cosas muy insólitas, como si hubiesen experimentado con él, me hice el desinteresado pues pensé que era algo familiar. En ese momento otro de los hombres, Andres, que se encontraba en el salón abrazado de al parecer su novia, dijo unas palabras que sonaban muy similar a unas que la chica rubia había pronunciado- “especiales”- pensé-¿Por qué tanto empeño en pensar que todos los que estamos acá tenemos algo especial? Es obvio que no hablare de mi don con desconocidos- registro mi chaqueta y encuentro el sobre que tenia que entregar a una persona llamada Rubén, sigo guardando un poco de silencio rascándole las orejas a Razhor y esperando mi leche tibia.

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15/03/2011, 22:19
Ángeles Díaz (Layka)

 Volví con la leche caliente y se la serví a Mariuz. Escuché al chico que se llamaba Andrés presentarse y luego mis ojos se posaron en uno que estaba en muy malas condiciones y que se abrazó a Alfredo.

-¿Está bien? ¿Necesita algo para él?- pregunté verdaderamente preocupada. También quería inquirir sobre el causante del estado del chico pero no correspondía. No hacía falta que Babu me enseñara eso.

Esperé a que Alfredo me contestara mientras dije.

-Siéntense como en su casa, y si... si podría señor Alfredo iluminarnos sobre el por qué de esta reunión, lo agradezco pero primero creo que él necesita ayuda.

Dije señalando al chico que parecía estar muy mal.

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15/03/2011, 23:10
Alfredo Hernan Blobosky

La reacción de Carlos lo sorprendió, tenía la impresión de que era un hombre más duro, más... insensible quizás.  Sólo pudo atinar a abrazarlo y responder un -no se- a forma de susurro.  Luego la nieta de Amalia habló preguntando a que se debía aquella reunión y Alfredo no pudo más que sacudir la cabeza y llevarse una mano a la frente.  ¿Es que acaso no había esuchado nada de lo que había relatado la noche anterior?  Como fuera decidió responder de forma muy resumida.

-Bueno, como les conté anoche- comenzó haciendo énfasis en la oración para remarcar que no le gustaba decir las cosas dos veces -Fui a avisarle a Carlos que me venía acá un tiempo por pedido de tu abuela, no lo encontré en su trabajo y pregunté a uno de sus compañeros quién logró conseguirme el lugar en el que trabajaba ahora.  Intenté localizarlo ahí pero no pude y una de las noches en la que esperaba en la puerta a ver si lo veía hubo una explosión, después se escucharon disparos y algunas personas comenzaron a salir del lugar, entre esas personas salió él así que me acerqué con la camioneta y lo subí.  Mientras hacía esto empezaron a disparar desde el interior contra la gente que abandonaba el lugar, hubieron otras explosiones cuando nos íbamos.  Intente dar con una avenida para poder tomar la ruta y venir hacia acá pero las calles eran un caos.  La gente se peleaba entre si, y noté algunos accidentes de tránsito.  De repente los vi salir a ellos del hospital, me llamó mucho la atención porque tres de ellos todavía vestían las cosas esas de friza que te ponen y que no te tapan nada... esos delantales, vos sabes.  Bueno frené y les ofrecí ayuda, de camino para acá, cerca de Ezeiza lo encontramos al franses y a su perro que iban caminando por la ruta y más adelante, cerca de San Clemente, a ella- dijo señalando a la joven que no había hablado hasta el momento -Cómo no quería demorar mi retorno lo único que se me ocurrió fue traerlos para acá, después una vez que descansaran y se recuperaran verían que hacer.  Qué se yo, en ese momento me pareció oportuno, ahora no se si fue tan buena idea, sobre todo con ellos- dijo señalando a Andrés y los suyos -Igual no se preocupen que si necesitan pasaje y me prestan la camioneta los puedo llevar de vuelta- 

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15/03/2011, 23:41

Hizo bien el llanto a Carlos para desahogarse. Nadie se había acercado a ayudarlo y Alfredo... digamos que ya sabía cómo era Alfredo. Se incorporó y se dirigió a una esquina de la habitación para poder ver todas las caras, con la certeza de que debía reponerse y ser fuerte, pues a pesar de estar acompañado estaba solo.

Mientras escuchaba a Alfredo hablar, algunos recuerdos fueron volviendo a su cabeza. Aún había un vacío en los últimos ¿días? ¿semanas? ¿meses? de su vida, en todo lo que había vivido luego de recibir una paliza cuando fue encontrado espiando, pero recordaba lo que había ocurrido antes. Entonces habló directamente a Alfredo.

_¿Qué es eso de que nos están cazando? Recibí tu mensaje, en el cementerio. ¿Es esa mujer de la que me dejaste su imagen quien nos caza? ¿Y cuánto tiempo pasó desde aquello? Nunca volviste, pasadas unas dos semanas de tu desaparición conseguí trabajo en la empresa que te conté. Una semana después comencé a investigar y me descubrieron, y ya no recuerdo más. ¿Cuánto pasó?

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15/03/2011, 23:57
Mariuz Abernathy

recibí la tasa de leche por parte de la rubia, quien preguntaba por el estado del joven que reciente se incorporo en el salón, después el señor Alfredo, creo así era su nombre según escuche, inicio una narración en la que involucraba al joven que poseía un aspecto como el de una persona desorientada. Alfredo en algo tenia razón, yo me encontraba mucho mejor y a pesar de lo sucedido en las ultimas horas debía seguir con mi camino, tenia que dar con el paradero de Rubén, así que me pare del sillón donde me encontraba e interrumpiendo al joven que hablaba de alguien que los estaba cazando, me pareció algo absurdo y definitivamente no era de mi incumbencia
-disculpe señor...- me dirigí hacia Alfredo y le extendí el sobre donde estaban los datos a donde debía ir -como ya se dio cuenta señor no soy de por acá y la verdad es que no tengo la mas mínima idea de donde queda este lugar-
señalo con mi dedo una dirección que estaba marcada en el sobre
-J'ai besoin d'obtenir ici.... necesito encontrar este sitio-

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16/03/2011, 00:53
Ángeles Díaz (Layka)

Escuché todo lo que nos dijo Alfredo. Es verdad que ayer había hablado de ésto pero realmente no me quedaba claro pero no el por qué general, sino el verdadero "por qué". Yo no creía que era casualidad, por algo el destino había traído a estas personas aquí.

Otra cosa que noté es que el chico lastimado se puso a hablar directamente con el hombre, no prestando demasiada atención a nada más.

El francés, o al menos eso indicaba su manera de hablar, quería irse ya.

Yo quería saltar y preguntar muchas cosas pero no me sentía totalmente segura de hacerlo.

Preferí esperar y ver si Alfredo contestaba las preguntas del muchacho herido, quizás así supiese algo más del asunto. Acaricié a Paco, que se subió a mi regazo, mientras todo esto pasaba.

Siempre me daba un poco de tranquilidad.

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16/03/2011, 01:08
Director

Alfredo ignoró la muchacho francés pues en verdad le importaba más la salud de Carlos y, aunque no quería demostrarlo, se había encariñado con el muchacho y de verdad intentaba ayudarlo.  Cuando este último pregunto por el tiempo que llevaban sin verse Alfredo pareció hacer unos cálculos mentales y después respondió -Tres semanas hace que me fui, mas o menos, si creo que tres semanas-

En ese preciso instante las imágenes aparecieron con violencia.  Pudo ver su brazo, pudo ver cómo le colocaban una goteo que lo sedaba y confundía impidiendo que pudiese siquiera intentar utilizar sus poderes, escuchó gritos de terror y dolor, vio su brazo nuevamente, esta vez el derecho y en él inyectaban algo.  Sintió el calor del líquido corriendo por su brazo, pasando por su pecho y llegando directo a su cerebro, recordó el terrible dolor y volvió a sentirlo.  Sus manos aferraron su cabeza y cayó de rodillas al piso presa del sufrimiento.

Aquella electricidad volvió a rondar su cabeza, comenzó a crecer a hacerse cada vez más poderosa y con cada pulsión de poder llegaba más y más dolor, los adornos comenzaron a agitarse, dos de los vasos estallaron y el sobre que sostenía Mariuz en la mano ardió de repente.