Partida Rol por web

Su hermana comenzó a moverse antes de que terminara de hacerle la pregunta al patriarca de la familia.
Donovan no sabía hasta donde le había destrozado la vida Madsen, no sabía cuanto le había borrado de su mente, cuantos recuerdos le habría arrebatado... Y eso lo perturbaba. Y mas porque si que sabía cuanto había sufrido desde entonces. Sabía cuales eran los primeros recuerdos que tendría de esa nueva vida... Sabía lo que le habían hecho el militar y Art Connor... Y sabía que los dos pagarían por ello. Y mas ahora que estaba su padre. Él sabría que hacer.

Donovan no le dijo nada a su hermana cuando esta le tendió la muñeca con el nombre de su hija tatuado en ella. Le cogió la delicada mano entre las suyas, que ya no eran perfectas y de piel tersa, sino las manos, ligeramente temblorosas, de un chico que lo había pasado realmente mal en muy poco tiempo.

Asiente con firmeza antes de levantarse de la cama y dejar que padre e hija recuperen un poco del tiempo perdido entre ambos, que tengan un poco de tranquilidad y sosiego.
Aún así, antes de salir por la puerta, manteniendo las lágrimas a raya, le dirigió una mirada a Jolene extremadamente tierna y cálida. Una mirada que transmitía lo que los dos ya sabían: Que era la chica mas importante en su vida y que la quería como solo un hermano mayor podría hacer.
Voy a buscar a Amber... En seguida estoy de vuelta, Jolie...

Al salir a los pasillos del Ice Hotel, de nuevo sentiste esa atmósfera mística que lo envolvía todo, los dominios de una diosa arcana y más antigua que la civilización que conocías. No avanzaste más que hasta las intersecciones, donde, en el bar, descubriste a María sentada y dormida, sin la protección de la ropa del hotel, en una de las butacas.
Entre los brazos sostenía un pequeño saco de dormir polar que envolvía a Amber. Una mustia e igual de bonita Amber que ya tenía puesta la grasa protectora en la carita.
Frente a ellas, en la mesa, había restos de papilla ya congelada y también lo que debió ser un guiso...
María tenía una mano colgando sobre el brazo de la butaca, lejos de Amber... Una mano completamente envuelta por la terrible enfermedad enrojecida y rodeada por aquel cinturón de sarpullidos que se alargaba, anudándose poco a poco en torno al cuerpo de quien infectaba como una soga, como una condena a muerte...

No voy a morir lentamente... No pienso hacerlo...
Pensaba, aterrado pero seguro de si mismo, mientras se adentraba en el bar.
Solo había pasado 48 horas fuera... ¿Qué le habían hecho a su pequeña?... La falta de su madre la estaba destrozando...

Y María... No podía evitar mirar su brazo, atacado por el Ígnea, sin sentir una fuerte punzada de remordimiento e impotencia. Ver a aquella dinámica chica, que siempre solía sonreír y ser positiva en ese estado... le hundía un poco mas en el pozo de la depresión.

Se acercó hasta las dos chicas y agarró con suavidad el hombro sano de Maria, para intentar despertarla con un suave zarandeo.
María... despierta, por favor... Soy Donovan...

María abrió los párpados hinchados por el frío, azulados al igual que los labios... Pero sonrió al ver a Donovan, y los ojos se le habrían llenado de lágrimas de no tenerlos en aquel estado... Aún así, la española nunca se esforzaba mucho en disimular lo que su mirada decía, que en éste caso era una alegría tremenda al ver vivo al muchacho...

- Dios mío... Cielo... Me alegro tánto de verte bien... - le daban espasmos típicos del llanto de emoción, pero las lágrimas tardaron en salir. Todo apuntaba a que esos ojos castaños temían no volver a ver al mediano de los Dryden - ¿Cómo está tu hermana...? ¿Habéis vuelto todos...?

Tenía la voz débil, cansada... Pero la alegría, la esperanza y las ganas de vivir no escapaban de su forma de actuar... Nunca ocurría así.

Yo también me alegro muchísimo de verte María.
Respondió a su vez al verla, recordando como esos ojos castaños que ahora parecían tan enfermos estaba llenos de vitalidad aquellas noches que pasaron juntos.
Ahora que Dale había entrado en su vida, estaba mas seguro que nunca de que María era la amiga que tanto necesitaba... Y así se lo demostró cuando posó un suave beso sobre la helada frente de la española. Quería muchísimo a aquella chica.
Jolie... bueno... hemos vuelto al hotel... aunque solo algunos. Al resto aún le queda por hacer el viaje desde Inglaterra... Nos tuvimos que separar para hacer diferentes trabajos... Hugo capitanea al otro equipo, así que no creo que tardemos demasiado en verlos por aquí otra vez.
Sonríe debilmente y se sienta en el apoya brazos libre del sillón.
Mírame... parece que hablara como si lleváramos años en esto...
Suspira y vuelve a sonreír. Saber que aún quedaba gente con esperanza, con ganas de luchar y de vivir... que aún estaba maría con ellos, le hacía sentirse muy bien, le hacía luchar contra la depresión.
¿Quieres conocer a mi padre? Se va a quedar un año con nosotros en el hotel... Resulta que distribuía vacunas contra el Ígnea... y a los tipos malos no les hacía ninguna gracia... ¿Te lo puedes creer? Conseguimos un trato y aquí lo tienes... Casi todo el clan Dryden bajo el mismo techo helado.

Una sombra de preocupación asomó en sus ojos al oir que Hugo y los demás no habían vuelto... Pero preocuparse por algo sobre lo que no tenía control no merecía la pena, máxime cuando su amigo parecía necesitarla en ese momento, a juzgar por cómo le había cambiado la mirada...

- Todo ésto es un infierno... Pero por otro lado, Don... También hemos forjado relaciones que seguramente no olvidaremos... ¿No crees? Tienes a tu familia aquí... Y tenemos muchas cosas que hacer, no podemos hacerle hueco en nuestra agenda a lo de rendirnos, ¿eh? - guiñó el ojo y sonrió a Donovan dulcemente, imitando su coletilla para animarlo un poco. Le tendió el bebé a su tío con cuidado de no despertarla. No parecía poder levantarse cargando con el poco peso que era el de Amber. Hizo fuerza sobre los reposabrazos de su butaca y se levantó, débil pero sonriendo... - Estoy deseando conocer al hombre que tuvo una idea tan bonita y tuvo tres hijos maravillosos y éste bombón de nieta... Discúlpame ante él por no saber inglés, ¿eh, cariño? - caminó apoyándose en la pared - Y claro que me lo puedo creer. Yo siempre creo... Es lo único que tengo.

María tenía esa magia. Esa personalidad contraria a la de Dale y los constantes mazazos de realidad que recibía la australiana. La española, cuando peor estaban las cosas, más creía en sí misma y en los demás... Resultaba un optimismo entre contagioso e insultante...

Donovan jamás podría sentirse insultado por el optimismo... Así que le respondió a la española con una sonrisa mucho mas cálida y humana que las que había dibujado en su cara por días.
¡Eeeeeeeeh! ¡Ese ¿eh? es marca registrada! ¡No puedes usar mis armas contra mi!
Funcionaba. María sabía como hacerle recuperar el ánimo. O quizá sabía como hacer que el chico recordara lo que ya sabía pero que había olvidado por culpa de las múltiples desgracias. María sabía llegar hasta el fondo de Donovan y despertar esa magia que ambos compartían, esas ganas de vivir. Y de vivir bien.

Ven aquí cariño... que el tito Nonoman te ha echado mucho de menos.
Aunque se lo decía a la pequeña, lo hacía con un tono de voz bajo y dulce, para que no se despertara innecesariamente. Quería que lo primero que vieran sus ojitos fuera a su madre, y que su hermana pudiera verle los ojos del color del agua marina.

Acomoda a la niña, sujetándola con un solo brazo mientras María se levanta.
Seguro que mi padre sabe francés o español... ¡así que tranquila!
Le asegura optimista mientras le tiende el brazo correspondiente al brazo sano de María para que se coja a él y caminar juntos.
¿Me acompaña, mademoiselle?

- Te echo una carrera, ¿eh, monsieur? - le chinchó de nuevo cogiéndose del brazo.
Caminando por el pasillo de intersecciones, María comenta que todo el mundo ha querido hacerse cargo de Amber. Por la mañana estuvo con Balaguer y Alice, a medio día la propia Isenhall fué la única que logró hacerla reír jugando con la comida y dándosela ella misma sentada sobre su regazo. Por la tarde, Elodie y Sven la habían llevado a dar un paseo y comprarle un alce de peluche a Kiruna.

- A mí me la dieron hambrienta, insomne y llorona - ríe amargamente - , pero incluso así es mona y da gusto estar con ella.

En el momento de entrar en el pasillo de habitaciones, un acólito empujaba una camilla de ruedas de la enfermería, sobre la cual se había desplomado una muñeca de trapo con varios remiendos. Parecía dormir tan profundamente, estaba tan quieta y tenía tal cara que casi parecía muerta o letárgica. María la siguió con la mirada abriendo los ojos debatida entre la preocupación y la sorpresa, hasta que la entraron en una habitación.

- Dios mío... ¿Quién es...? ¿Qué le pasa...? ¿Vive...?

Creo que está mejor que nunca, María.
Dice al ver pasar la camilla y su pasajera, sonriendo con cierta nostalgia y un brillo extraño en la mirada.
Es una buena chica, con muchos problemas y un poco mal de la cabeza por culpa de sus poderes... Es quien me rescató de una muerte segura.
Aprieta con cariño el brazo de María y le sonríe.
Ya le debo la vida a dos chicas ¿eh? Va a parecer que no podéis vivir sin mi
Le guiña un ojo, sonriente, olvidado de momento el horror que acababa de vivir. Ya tendría tiempo cuando se durmiera de tener pesadillas.

Siempre te toca cuidar de todo el mundo cuando peor está
Sus palabras encerraban una gratitud enorme que no solo abarcaba a que la española hubiera cuidado de su sobrina. Volvió la cabeza y le plantó otro beso en la mejilla.
Muchas gracias María. Sin ti estaríamos todos un poco mas perdidos.

- Si le debes la vida... Yo le debo un monumento a esa poquita cosa - dijo cariñosamente, mirando la puerta de la habitación donde la habían metido, sonriendo al no pasarle desapercibido el inusual brillo en los ojos de Donovan, sin comentar nada al respecto - Sólo te queremos por el dinero y el sexo, ¡no te equivoques! - bromeó de nuevo, quitándole hierro al asunto. Cuanto menos recordara ese chico que su vida había corrido peligro varias veces, mejor.

"Siempre te toca cuidar de todo el mundo cuando peor está. Muchas gracias María. Sin ti estaríamos todos un poco mas perdidos".

Ante aquellas palabras un destello melancólico de orgullo surgió en aquellos ojos negros que poco a poco despertaban.

- No soy sólo yo, Donovan... Sin cualquiera de los que somos, por muy mal que nos caigamos entre nosotros o desconfiemos... Nos quedaríamos cojos. No quería darme cuenta hasta que vi a un conductor y a su atropellado sonreírse y animarse el uno al otro donde antes el uno se habría alegrado de la desgracia del otro... No sé... Creo que éste lugar me está enseñando, que estoy aprendiendo... Y dudo que sea la única... Al final sólo hay que abrir los ojos para aprender. Como aquella frase de la peli "El Jardín Secreto": "Tanto si quieres que tus sueños se hagan realidad como si quieres que terminen las pesadillas... Despierta".

Al fin ante la puerta de la habitación en que estaban Arthur y Jolene. Le tocaba abrir y hacer las presentaciones a Donovan.

¡Al final voy a terminar por creerme el mejor amante del mundo! ¡O por lo menos el mas accesible!
Exclama entre ofendido y escandalizado, pero completamente en broma, mientras sigue caminando hacia su cuarto.

Estaba a punto de responder a María cuando se da cuenta de que han llegado hasta la puerta. No estaba del todo de acuerdo con ella. Sinceramente, había gente imprescindible y otra del todo prescindible que no solo nadie echaría de menos, sino que su desaparición haría a algunos mas felices.
Donovan estaba seguro que había un par de elementos que tenían los ojos bien abiertos y que se aprovechaban de eso para su propio beneficio.

Sonríe y se encoje de hombros en lugar de añadir nada, abriendo la puerta del cuarto y haciéndole un gesto a María que le precediera.

María entra en la habitación, encontrándose a Jolene arropada por el brazo de su padre tal como la dejaste. La española sonríe y no reprime que una lágrima le caiga por la mejilla al comprobar que aquella niña de dieciséis años estaba bien...

Se hizo a un lado cuando padre e hija obviaron de forma natural la presencia de la española y se levantaron al ver el saquito polar que portaba Donovan. Jolene lo cogió movida por el puro instinto, podría decirse, entreabriendo los labios al ver la carita que asomaba en él, dormida.
Arthur no salía de su estupefacción al ver a la criatura... La hija de su niñita, que tánto tenía que crecer...
Era un bebé precioso, perfecto como lo fuera su jovencísima madre cuando la sostuvo en sus brazos al sacarla de la cuna, no hace tanto a su gusto...
Miró a Donovan y a Jolene fugazmente para luego volver a clavar una mirada entre triste y maravillada en su nieta.
Por una parte le embargaba la felicidad al verla sana y hermosa... Por otra parte no podía imaginar a su hija teniendo un parto duro sin nadie que le cogiera la mano... Sin olvidar que sus dos hijos pequeños y aquella ricura estaban enfermos y no podría ver a su mujer para compartir aquel momento.

La presencia de Elisabeth, su sóla presencia siempre hacía que Arthur Dryden se sintiera invencible. Había conquistado el paraíso desde que la besara por primera vez, y después de aquello se vió siempre capaz de todo...
Esa niña tenía el magnetismo de la rama de Elisabeth, igual que Donovan... De hecho casi se parecía más a su tío que a su propia madre, aunque esos labios rojizos y carnosos eran inequívocamente de Jolene...

La muchacha, al coger a su bebé, se sentó, contemplándola y apartando un poco la capucha para ver el pelito rubio de la niña, sonriendo, al margen del mundo.

- Amber... Eres lo más bonito que he visto nunca... Es lo único que puedo decirte... - susurró.

María no entendió aquellas palabras, pero sí las comprendió. La suavidad y la ternura eran un idioma universal que ella dominaba como si fuese la mismísima Cervantes. Se mordió los labios enternecida al ver que Amber abría los ojitos y toda la languidez que había acumulado esos días desaparecía vista y no vista al tener delante a su bienamada "mami".

- ¡Mami...! - se revolvió enérgica en el saco, queriendo sacar los brazos y abrazar el cuello de su madre hasta que le faltara el aire. Y Jolene se volvió a enamorar de su hijita, estrechándola en sus brazos con la voz colmada de alegría, un inexplicable alivio y una sonrisa tan radiante que casi parecía estar recuperando su belleza sobrenatural incluso entre los muros de hielo.

- ¡Hola, nena...! ¡Hola, hola, hola...! ¿Me has echado de menos...?

Mientras Amber vencía al saco y cubría la cara de su madre de besos y le preguntaba si estaba llorando "lágrimas buenas", Arthur ya sentía que el corazón se le salía del pecho. Una parte de él intentaba verlo desde los ojos de un tercero... Pero eran su hija... Y su nieta.
Se llevó una mano a la boca con los ojos humedecidos y fijos en la escena, sin poder articular palabra o hacer nada... Nunca fué un hombre emotivo. Muy pocas veces en su vida se le habían cargado los ojos, se podrían contar con los dedos de una mano...
Había sonreído de oreja a oreja cuando Donovan y Jolene nacieron y sacaron sus primero sobresalientes. Había apretado los labios y aplaudido orgulloso en soledad cuando en la televisión de su despacho vio la gala de los Premios Joven Promesa, tras lo que se levantó de su silla y fué a buscar a su mujer, sacándola de una reunión con sus amigas para ver juntos el discurso de su hijo...
Pero que Donovan hubiera visto, sólo una lágrima cayó por debajo de unas gafas de sol el día del funeral de Rewell...

Ésta vez intentaba resistirse. Se frotó los ojos para lograrlo, pero lo que no pudo evitar fué una sonrisa estúpidamente triste y alegre a la vez...

Donovan no tenía el problema de su padre, no necesitaba fingir ni hacerse el duro... y no tenía que dar el aspecto de padre y abuelo protector delante de sus hijos y nieta... Así que se echó a llorar sin cuidado alguno cuando Jolie reconoció a su pequeña en brazos de María.

No solo eran lágrimas de alegría por el reencuentro, sino que también había una gran parte de alivio en ellas, y otra de pura ternura.
Su hermana pequeña, la niña de sus ojos, estaba sonriendo de nuevo. Y su otra pequeña, la niña que le había robado el corazón, estaba pletórica, radiante. parecía que el sol hubiera salido por fin entre los nubarrones que cubrían a cada una de las chicas Dryden.
Solo un par de lágrimas de tristeza se le escapaban al joven actor, las mismas que quizá se le escaparan a su padre y que eran por la ausencia de Elisabeth... e incluso de Rewell. Con ellos dos presentes, el cuadro hubiera sido perfecto.

Se sentía mas Dryden que nunca. Se sentía integrado, bien, completo. Nunca había sido un hombre familiar... Tuvo que llegar Amber para que se diera cuenta de lo mucho que quería a los suyos, de lo muy importantes que eran para él.

Se separó de María con una amplia sonrisa y de nuevo una mirada de gratitud en los ojos, y se acercó hasta su padre, colocándose a su lado y agarrando su hombro con familiaridad. Verlo intentando tragarse las lágrimas le había demostrado que ese hombre al que llamaba padre y que parecía siempre tan duro y distante era tan humano como cualquiera.
¿No es lo mas emotivo que has visto nunca? Tienes una hija preciosa y la nieta mas linda que hay en todo el mundo...
Donovan se sentía fascinado por la escena y tenía en el rostro una sonrisa idéntica a la de su padre, acompañada por un lagrimeo de pura alegría.

Arthur levantó una ceja mirando a su chico. ¿Pretendía hacer que su "viejo" llorara? Ni hablar. Precisamente porque era su viejo. Se reservaba las lágrimas de emoción para una cena de Navidad tranquila en una casa nueva que llenar de fotos de viajes con su familia al completo... Pasarse los platos entre Elisabeth, Rewell, Donovan, Jolene, Amber y, aunque la idea era un poco perturbadora, los adjuntos y adjuntas de sus hijos si llegaba a haberlos.

Le echó el brazo por encima de los hombros a Donovan, estrechándolo contra sí y frotándole el hombro paternalmente.

- ...Y una estrella de hijo, y no lo digo por el cine o los premios... - pocas veces se deshacía Arthur en cumplidos con Donovan. Sabía que era vanidoso y creído, así que no quería potenciar los únicos dos defectos que le veía a su muchacho... Pero en éste punto, los defectos eran tan dignos de su amor paternal como las innumerables virtudes.
No podía apartar la vista de Amber y Jolene, y María hacía verdaderos esfuerzos para no hipar de emoción. Otra que lloraba absolutamente enternecida por haber compartido un momento semejante con el actor, aunque fuese desde una posición discreta.

Una vez se hubo colgado del cuello de su madre y comprobado que ésta se alegraba de verla, Amber se volvió hacia los varones Dryden y sonrió, levantando los brazos hacia Donovan.

- ¡¡Nonomaaaaaaan!! ¿Tú tambén tas ido a por un regalo para mí? - preguntó con su vocecilla de pito - [ES]¡Maía! ¡Mía, uncle Nonoman aiquí! ¡Mía, mía![ES]

- [ES]Sí, el tito Donovan, ¿eh, cariño? ¡Y mamá! ¡Y mira! ¡El abuelo también![ES]

- ¿Abuelou...?

- Yes, love... Eh... - María intentaba buscar en sus bancos de memoria de inglés básico leído en un día la palabra "abuelo"... Pero el señor Dryden se adelantó, ladeando una sonrisa y soltando a su hijo un instante acercándose lentamente a Amber...

- "Grandfather", señorita...

María se puso colorada y juntó las manos tras la espalda, mordiéndose el labio inferior con una sonrisa amplísima...
Jolene cogió a la niña y se la tendió a su padre, que la cogió con sumo cuidado, acariciándole el pelo y la carita, besando su pelo y frotando su nariz con la pequeñísima naricita de Amber, sonriendo como un tonto.
Se sentó con ella cogida junto a su hija a los pies de la cama, y Jolene le hizo un gesto a Donovan para que también se sentara con ellos. María comprendía que lo mejor y lo más perfecto y precioso que podía hacer era exáctamente lo que hizo...

Se acercó a Donovan y le abrazó el cuello para atraerlo hasta ella, tras lo que plantó un sonoro beso en su mejilla y siguió abrazándole un instante más, contenta por él.

- Ha sido un verdadero placer saber más de tu preciosa familia, querido amigo... Que durmáis muy bien, y que por la mañana os despertéis igual de bien... ¡Ya me contarás!

Le revolvió el pelo, dedicó una enorme sonrisa a los demás con un gracioso y muy latino "Pleased to meet you, see you tomorrow".
Un último apretón en la mano de su amigo y se marchó tras recibir un asentimiento de Arthur, un saludo con la manita de Amber y un beso mandado de Jolene.

[Fr]El placer siempre será nuestro, querida amiga.[/Fr]
Le devolvió el abrazo con ternura e incluso el sonoro beso en la mejilla, como si realmente se conocieran de toda la vida y hubieran pasado meses sin verse.
No habían muchas como María. Era irrepetible.
[Fr]Cuídate, cherie y descansa... Mañana tendremos mucho de que hablar y me gustaría que vinieras con nosotros a pasear a Amber.[/Fr]

Cuando María se ha despedido ya de todos, Donovan se sienta en la cama, junto a su familia, y pasa un brazo en torno a los hombros de Jolie, a la que le planta un beso en la mejilla como si aún fueran críos.
Me alegro mucho de tenerte de vuelta Jolie... Me alegro de que estemos todos juntos
Extiende un poco mas la mano y revuelve un poco el pelo de la niña, con cariño, pero dejando que, por una vez, sea su padre el que se lleve el protagonismo y toda la atención de su recién conocido nieta.
¿Verdad que sí, cariñito mío? ¡Mañana mismo te doy el regalito que te he traído!
Sonríe enternecido a la niña y se queda ahí, parado, abrazado a su hermana, disfrutando del reencuentro y dando gracias a Dios porque todo haya salido bien hasta ese punto, completamente feliz.

FUNDIDO EN NEGRO.

Donovan despertó envuelto en el saco de dormir y el grueso pijama, cogido a su sobrina. Pero su padre y su hermana no estaban por ninguna parte, y la puerta de la habitación estaba abierta...

- ¡Hola tito! ¿Y mamá y el abelo? - preguntó la niña desperezándose.

¡UUUUUUAAAAAAAAAAAAA!
Donovan se desperezó de manera idéntica a la de su sobrina, sin decoro alguno y extendiendo brazos y piernas cuan largos eran. Tenía el pelo revuelto, unas leves ojeras producto de la tensión y la falta de descanso de los días anteriores y la voz cascada por los efectos de la constante sed que le hacía padecer el Ígnea.
Aún así, sonreía.

Alza las cejas cuando Amber le pregunta por sus familiares y se incorpora ligeramente para comprobar en que cuarto se encontraban. El suyo.
No se cariño, habrán ido a desayunar... ¿tu tienes hambre, pequeñina?

- Sí... ¿Desayunamos, tito? - la niña se escurrió de su saco de dormir y se bajó torpemente de la cama, caminando correteando graciosamente hacia la puerta abierta y saliendo por ella.