Partida Rol por web

Trantor hizo un gesto apotropaico cuando Ulthor habló de los aboleths y sus poderes.

-La visita no se prolongó demasiado -le contestó a Saphia-. En diez minutos a lo sumo ya estaba fuera.

El alcaide aguardó unos instantes, mirando a uno y a otro, pero sin agregar nada más sobre las ideas lanzadas al aire por la Inquisidora y el Caballero Pálido.

Saphia apoyó un codo sobre su mano y llevó la otra a su mentón, acariciándolo con suavidad en actitud pensativa ante lo último escuchado. Asintió ante la aportación de Ser Talisker: tal vez la diosa Aundra fuera quien estuviera representada y Eraias pintó una alegoría. La diosa encadenando al monstruo y este representando a su clero o culto ferreamente controlados y dirigidos.

Tal vez una secta de dicha deidad esté infiltrada en la ciudad, que podría ser la bestia de muchos tentáculos. Los brazos con que Aundra llega a los mortales y que la diosa dirige, pensó como hipótesis.

Tal vez los tentáculos devorando la ciudad sean dicho culto que se extienden por Valle de Oro corrompiéndolo todo, siguió elucubrando, imaginando posibilidades.

Tal vez dichos tentáculos están detrás de los asesinatos, a modo de rituales y sacrificios que absorbían las vidas... ¿En un pozo? ¿Las alcantarillas tal vez?, arguyó mentalmente la mujer sin certezas.

O tal vez, realmente, un monstruo de esas características ronde por aquí y el desdichado Eraias logró recuerdos de él cuando cayó bajo el influjo del mismo, logrando plasmarlo en estas paredes... Por Ishtar, que sea alguna de las tres primeras, concluyó en silencio tras sopersarlo.

El que Sodderheim a penas estuviera unos breves minutos pudo responder, a juicio de la clérigo, a que el hombre quiso averiguar si el reo sabía algo de lo que le había ocurrido. Posiblemente se fue muy satisfecho de comprobar que el pobre pescador no recordaba nada... o que había plasmado algo que le interesaba. Pero claro, eso era otra conjetura y ellos necesitaban certezas. Aunque dichas conjeturas siempre podían ser explotadas e investigadas para ver si les llevaban a algo más tangible.

Tal vez trajeron a este lugar a Eraias no porque el sanatorio tuviera algo especial, si no porqué, por algún motivo, no debía ser llevado a la capitanía, pensó la mujer como otra opción. Otra más. Habría que investigar ambas.

No dijo nada en voz alta. No delante de Trantor. Tan pronto salieran de aquel lugar haría audibles sus cavilaciones e hipótesis a sus compañeros. Sí, salir de ese lugar terrible y profundo. Profundo...

- ¿Hay conexión desde aquí con el alcantarillado... o algún tramo subterráneo? - preguntó, casi distraída, sin saber siquiera si existían alcantarillas en Valle de Oro.

Emil Trantor parpadeó, confundido.

-Sí, señora. Todos los edificios públicos tienen una acometida con el sistema de alcantarillado de la ciudad. ¿Por qué lo pregunta?

La respuesta de Trantor le resultó significativa y a tener en cuenta. Asintió memorizando el dato.

- Por que tengo entendido que la mayor basura transita por él - respondió de manera críptica, con una sonrisa aviesa -. Señor Trantor, si deseara un plano del alcantarillado, ¿Donde podrían proporcionármelo? - preguntó al hombre, ya que parecía informado. Tal vez no le sirviera para nada, pero quería agotar una nueva idea que había surgido en su mente y así descartarla para investigar otras opciones.

- Cuanto tiempo tuvo la carbonilla entre sus manos Eraias ? preguntó el caballero tambien. Tenia que estar decidido a perpetuar esto si le pidió la carbonilla.

Observó los trazos del dibujo, para ver si le parecian desordenados y titubeantes o firmes y decididos

-No tengo ni idea -admitió Trantor-. Supongo que el gremio que se encargue de su limpieza y mantenimiento. Aparte de ellos, el Consejo, pero no creo que ninguno de los dos grupos les de los planos a los primeros que los soliciten.

Carraspeó.

-Pues... tuvo el carboncillo un día o así. Luego se lo llevaron para ejecutarlo.

Saphia volvió a asentir antes las palabras del hombre.

- Una última pregunta, señor Trantor ¿El acceso del sanatorio al alcantarillado, por ventura, no estará cerca de estas celdas? - preguntó mientras lanzó una mirada a sus compañeros. Tal vez Ulthor o Faicán quisieran preguntar algo al hombre.

-No señora. La acometida está lejos de estas celdas por cuestión de seguridad -respondió Trantor, mirando también a los demás presentes por si tenían algo que preguntar.

El guerrero del bosque, miraba hacia todos lados, intentado asimilar lo que veía. Este sitio es una especie de prisión, sin embargo los que están aquí parecen trastornados y con comportamientos que hacen daños a los demás y a sí mismos. En su pueblo alguien afectado por alguna maldición o enfermedad parecida, se me acompaña a la otra vida de la forma más misericorde posible.

El centauro es estoico en su sembamblante como siempre pero no le gusta ese lugar. Huele a locura, la mugre corre por los pasillos y me invade una sensación de asco que trepa por mi piel como los hongos en los árboles. Cuando oye hablar de túneles subterráneos donde circulan las heces humanas espera que no haya que entrar, Faicán es demasiado grande para ellos.

Con su gran vara negra, el centauro sigue la línea de esa criatura llamada aboleth, según el elfo, en la pared, parece una formidable criatura, ojalá algún dia pudiera enfretarla. Recorre la habitación con sus refulgentes ojos verdes, su raza puede ver en la penumbra de una noche sin luna, así que no es problema estudiar los garabatos de la pared, los tres dibujos y la posible mano de un dios maligno en las sombras.

- Todo dios tiene su templo- añade con su potente voz, aunque no entiende los por menores del caso, siempre intenta ayudar en lo que puede. Después de decir eso vuelve a su silencioso porte.

-Y todo templo sus sacerdotes -apostilló el elfo a las palabras del centauro.

A pesar de haber completado aquella frase, Ulthor no añadió más, aunque lo que había dicho era de lo más sugerente. Faicán posiblemente andaba en lo cierto, podía haber alguna suerte de templo secreto en la ciudad, no era algo tan descabellado. O tal vez los sacerdotes del atroz culto que estaban empezando a investigar se reunían en secreto en las casas de los pudientes que practicaban ese culto. Sodderheim era un buen sujeto de investigación, aunque probablemente no se hubiera arriesgado a mantener las reuniones/ritos en su propia casa.

Lo que no veía tan claro era el tema de las alcantarillas. Bien podían utilizarse para moverse sin ser visto, eso era muy cierto, pero no eran un lugar agradable. No se imaginaba al consejero descendiendo a aquellos estrechos y malolientes túneles. Lo que no quitaba que otros sí pudieran hacerlo.

El elfo, con los brazos cruzados, permaneció allí plantado, todavía contemplando los dibujos en las paredes de la celda. Había sido un acierto seguir la pista de Eraias hasta allí. Ahora la cuestión era por dónde seguir. Pero era algo que no deberían comentar delante de otras personas, por su propia seguridad y la del grupo.

Las pocas palabras del centauro y el elfo resultaban suficientes para que todos coincidieran en investigar sobre la posible existencia de un culto. No sabrían si existía, pero había que ser optimistas: era preferible creer que había una secta oculta en Valle de Oro a creer que un monstruo de dichas características y dimensiones amenazara la ciudad.

- Muchas gracias, señor Trantor. Creo que, por mi parte, no tenemos mucho más que añadir - agradeció la mujer a decano del sanatorio, comenzando a salir. Entonces oyó los griteríos de las celdas contiguas, de lo más dispares y demenciales, haciendo que se detuviera y una duda la abordara, queriendo disiparla antes de abandonar aquel lóbrego lugar.

- Señor Trantor... ¿Llevan mucho tiempo estos recluidos en estas celdas? ¿O son "enfermos" recientes? De los últimos meses, vamos - inquirió la clérigo - Oh, ¿Y nadie los visita nunca?

-Hay de todo, pero la mayoría de los pacientes llevan mucho tiempo aquí. Años, en ocasiones -había contestado Emil Trantor a Saphia mientras les acompañaba a la salida del sanatorio-. Pero no, estas son las celdas de aislamiento. Sólo en casos muy excepcionales se permite visitar a los reclusos. Como el de Eraias.