Partida Rol por web

Historia de Luz y Sombra

Servir a la guardia

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09/11/2016, 16:48
Director

Ulthor había pasado las últimas semanas en Matalagartos a petición del capitán de la guardia. El elfo había estado revisando el estado de las fortificaciones, de las provisiones, del suministro de agua y del equipo de los soldados que la defendían. También había discutido los planes de defensa de la fortaleza con sus mandos. Y es que Matalagartos se alzaba como un dedo admonitorio a los pies de los Páramos Sombríos. Los hombres lagarto eran una constante amenaza para la gente del Valle del Oro, y aquel bastión era la piedra de toque que los mantenía a raya, lejos de las ciudades y de los campos de cultivo.

Le pareció mentira cuando por fin regresó a Valle del Oro y pudo descansar en su propia cama. Los elfos no solían dormir, sino que entraban en un trance meditativo. Pero Ulthor estaba tan cansado que durmió a pierna suelta como si fuera un humano.

 

Notas de juego

Da algún detalle en tu próximo post de cómo ha aconsejado Ulthor a los mandos de Matalagartos. Si ha establecido patrullas para vigilar el perímetro, si quiere que hagan incursiones en territorio enemigo, si prefiere que sean cuidadosos y se queden en el castillo... lo que se te ocurra.

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09/11/2016, 17:00
Lanzhel

Lanzhel había permanecido en Ciudad de Valle del Oro todo el tiempo que Ulthor anduvo fuera. El joven guardia se alegró de ver al elfo, pero se mantuvo inusualmente serio y distante durante los entrenamientos. No asedió a Ulthor con preguntas acerca de cómo mejorar su puntería o cómo cuidar del arco. Parecía abstraído. Cuando acabó el entrenamiento dedicó un cabeceo a Ulthor y se dispuso a regresar a su casa, sin mediar palabra.

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10/11/2016, 18:39
Ulthor Wyrmslayer

Matalagartos tenía un nombre que dejaba poco margen a las dudas sobre cuál debía ser su utilidad. Era un bastión dedicado a la protección de Valle de Oro de los hombres-lagarto, la más seria amenaza para sus gentes, y hacía tiempo que no se había revisado convenientemente ni su estado ni su funcionamiento. Por fin el consejo se molestaba en destinar algún esfuerzo a su mejora. Tal vez incluso se dedicara algún dinero y algunas personas para su puesta a punto. Le hacía falta.

Ulthor tenía la suficiente experiencia como para saber que la fortaleza adolecía de diversos defectos, el principal de los cuales era, por supuesto, no poderse mover. Más allá de eso, suponiéndolo una ventaja, debería servir como puesto avanzado para que batidores o exploradores revisaran cada palmo del terreno en busca de movimientos del enemigo (es decir, de hombres-lagarto), de sus asentamientos e intentos de fortificación, así como de sus posibles intentos de minar la capacidad defensiva o de vigilancia de Matalagartos. Esto llevaba tiempo pensándolo, que unos túneles bajo la fortificación, que ellos excavaban con tanta facilidad, o una simple incursión para envenenar su suministro de agua acabarían con la guarnición en un santiamén y sin demasiado esfuerzo. No, Matalagartos debía hervir de actividad, con patrullas constantes e incursiones preventivas bien estudiadas. No se podía dejar que aquellas sucias alimañas tuvieran oportunidad de minar la prosperidad del valle, no tenían derecho...

Poder hablar de sus ideas sobre el bastión le supuso al elfo una experiencia agridulce: Por un lado estaba encantado de poder expresar su opinión experta, pero por otro odiaba hablar en público y, lo que era peor, se temía que todo lo que dijera fuera a caer en saco roto. Pese a todo, Ulthor dijo claramente, sin adorno alguno, lo que podía certificar como estado de la fortaleza (deplorable, algo que iba en detrimento de aquellos que defendían su buen estado, dadas las circunstancias) y de su modus operandi. Quedarse encerrados allí no iba a resolver nada, ni aún cuando el lugar estuviese a pleno rendimiento. Matalagartos jamás sería atacada a menos que se declarase una guerra abierta y mientras no sucediera tal cosa (algo poco probable, pues había muchos más humanos que hombres-lagarto, así como mejor equipados), los hombres-lagartos se escurrirían bajo su sombra para tratar de enriquecerse a costa de los habitantes del valle. No, lo que había que hacer era patrullar para conocer cada palmo del terreno, para evitar que les pudieran sorprender y para localizar cualquier conato de incursión y frenarla de raiz. Y luego, si todo iba bien, planificar concienzudamente incursiones en territorio de los hombres-lagarto para diezmarlos y así evitar durante largo tiempo que fueran capaces de minar la prosperidad presente y futura del Valle de Oro. Su postura, por supuesto, sería criticada por pro-belicista, pero él había ofrecido su visión táctica, de soldado, no de diplomático. Él, de esas cuestiones nada sabía.

Al regreso a casa, extenuado (posiblemente más por el agotamiento mental de las conversaciones con sus superiores que por el ejercicio físico o el viaje en sí), tuvo que reincorporarse al servicio al día siguiente, tras un único día de descanso. Era abusivo, pero como siempre no dijo nada, no merecía la pena. Lo que sí le preocupó fue la actitud de Lanzhel, su aprendiz más destacado, de quien esperaba un futuro brillante como soldado. No era propio de él no asediarle con preguntas sobre su misión en Matalagartos o sobre las diferentes técnicas y trucos de la arquería. Le pasaba algo, estaba demasiado abstraído.

-Lanzhel, ven conmigo, te invito a un trago -dijo el elfo, amigable- Creo que te conviene contarme algo... -añadió, en un despliegue conversacional poco habitual en él.

Normalmente era el joven humano el dicharachero pero en esta ocasión Ulthor advirtió el preocupante estado mental del muchacho y decidió intervenir. Puede que en cuestión de madurez ambos compartieran edad relativa en sus respectivas razas, pero Ulthor llevaba vivo mucho más tiempo que él y varios lustros dentro de la ciudad, tiempo más que suficiente para poder valorar experiencias humanas como si de un anciano se tratara. Y eso sería lo que haría en esta ocasión, invitar a Lanzhel a una bebida o dos para soltarle la lengua y que revelase sus preocupaciones. Tal vez incluso pudiera ayudarle.

Notas de juego

Siento no poder dar formato correcto al texto, pero estoy escribiendo desde el móvil... :-(

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12/11/2016, 13:34
Lanzhel

-Está bien -dijo Lanzhel con laconismo y una sonrisa apagada.

Ulthor llevó a su aprendiz aventajado al Último Puerto. Regentada por una enana llamada Fraula, la selección de bebidas era una de las mejores de la ciudad. Su hijo, Herrman llevaba ahora el día a día del negocio, y había añadido sabrosas viandas a la carta de ofertas del establecimiento.

El Último Puerto tenía un salón largo y estrecho, con reservados a los lados, y siempre estaba amenizado con la actuación de los mejores bardos locales e itinerantes. Ulthor y Lanzhel se sentaron en uno de los reservados y encargaron sus bebidas.

-Me gusta ser guardia -dijo el joven, poniendo voz al fin a sus inquietudes-. No es como estar en el ejército, luchando porque un duque u otro consiga un puñado más de tierras. Sirviendo a la guardia tienes la oportunidad de ayudar a la gente. Pero la ciudad no es la misma en los últimos meses. Y la guardia tampoco.

Miró en derredor y añadió con un susurro:

-Creo que están sobornando gente, a nuestros superiores. Tú estabas fuera de la ciudad en las últimas semanas. Eres el único en quien puedo confiar.

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13/11/2016, 13:57
Ulthor Wyrmslayer

-¿Sobornos para qué? ¿Para permitir crímenes? ¿Para abrir la ciudad a gentes de fuera? Sea como sea, no me gusta y eso seguro que lo tienen claro, por eso ni lo habrán intentado, se figurarían que los denunciaría... Cuéntamelo todo, con detalle.

Lanzhel era un buen chico. Si le dieran oportunidad acabaría ascendiendo, pero por desgracia había escogido seguir la estela de un advenedizo elfo de altos ideales, que no lamía las botas de ningún superior. No eran proclives a hacer sin pensar o a pensar que hay otra vía al ascenso que el esfuerzo personal. Era parte de su código de honor, un código no escrito más firme y rígteo que el de los supuestos caballeros. No tenían blasón, ni orden, ni patrón, pero aún así, a su manera, eran más caballerescos que los arrogantes humanos de sangre azul. La corrupción era despreciable y si estaba en su mano acabarían con ella. Ulthor había hecho bien en confiar en aquel chico.

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14/11/2016, 22:58
Lanzhel

-Fui yo quien lo encontré, plantado delante del cadáver, todo lleno de sangre y con una daga aún en las manos -empezó Lanzhel-. Al Asesino de la Linterna. Ya sabes, como llamaba a la gente al asesino de que descuartizaba a sus víctimas en lugares púlbicos para que las encontraran al amanecer. Me pareció extraño que alguien capaz de infligir tal mutilación a una persona estuviera tan tranquilo y fuera tan educado. Me dijeron que no hablara del caso con nadie, pero supuse que era para tratar de que las aguas volvieran a su cauce. No le di importancia. Hasta ahora.

Negó con la cabeza.

-Ha habido un nuevo asesinato que encaja en el perfil del Asesino de la Linterna y han intentado taparlo. Creo que ese hombre no trabajaba sólo, y que alguien ha sobornado a los jefes para impedir que se sepa qué es lo que está ocurriendo realmente.

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15/11/2016, 09:46
Ulthor Wyrmslayer

-Has hecho bien en contármelo. Iré a pedir explicaciones. O me ayudan a aclarar la situación o me mienten a la cara. Ninguna de las dos cosas será olvidada. Tú mantente al margen, no atraigas la atención sobre ti, por lo que me has contado correrías peligro de muerte.

Y eso fue todo. Ulthor era parco en palabras, pero resolutivo, tanto que se levantó en ese mismo instante, pagó las bebidas y se fue directamente a la casa del consistorio a pedir explicaciones. Por fortuna se fue "enfriando" por el camino y decidió que era demasiado tarde, que entrar de malos modos y exigir explicaciones sería una acción poco acertada, con más problemas potenciales que soluciones y que debía conservar su posición para ser útil. No, sería mejor si simplemente pidiera un traslado temporal a las calles, para buscar al asesino de la linterna, pues éste había acabado con un conocido (quién no era conocido en una ciudad como aquella, especialmente para él, que llevaba más de una vida humana viviendo allí). Eso lo haría a primera hora de la mañana. Esa noche, en cambio, la utilizaría en hablar con su único contacto con el Consejo, Myriel Alameda, en la que confiaría su vida. A ella le preguntaría por la situación. A ella no podrían haberla sobornado. ¿Verdad?