Partida Rol por web

Seguisteis al muchacho por los pasillos de la escuela que tenían gente por aquí y por allá, parecía que ibais hacia vuestra sala común cuando se desvió en otro pasillo y atento a que no pasara nadie más saco su varita y toco cinco ladrillos en la pared que comenzó a crujir dejando abriendo un pequeño pasillito para que entrarais.

Damon os guiño un ojo entrando.

El pasillo era muy estrecho, entraba una sola persona pero también era corto, tras apenas cuatro pasos entrasteis en una pequeña salita y el pasillo se cerró. En la sala solo había una cosa, una pila en colores plateados. Y si como había dicho el Slytherin era un lugar muy pequeño...

- Hay tres ocultas en el castillo, oro, plata y bronce. Cada una tiene una habilidad, esta contesta una pregunta a cada persona al día pero solo con un sí o un no. La de bronce dicen que te muestra algo que has olvidado. Y la de oro responde a una duda o pregunta que ni tú te atreves o sabes que quieres realizar.

Aunque sentía cierto recelo, la curiosidad que le producía explorar el castillo eran más fuertes. Intentó seguir los pasos de Damon intentando aparenta normalidad y esconder su emoción o nerviosismo, pero no podía evitar lanzar miradas furtivas allí por donde pasaban para observar los cuadros o estatuas.

Cuando Damon tocó unos ladrillos procuró memorizar el sitio y los golpes, colocada a un lado del chico. Cuando éste entró, Eve dedicó una mirada a Liz antes de seguirle adentro. Al llegar a la pequeña salita, observó la pila con ojos brillantes. Atendió a la explicación de Damon y luego se acercó un paso más para examinar la pila con la mirada.

-¿Y...siempre dice la verdad?-no era extraño que algunos objetos del mundo mágico cambiaran su comportamiento segun su humor o carácter.

Cuando el muchacho propuso enseñarles el castillo, Liz aceptó de buena gana. Sin embargo, Evelyn parecía ocupada y no muy interesada. Pero a medida que avanzaban por el mágico colegio, las dos se intercambiaban miradas de emoción. Liz señalaba todo lo que le parecía lo mínimamente curioso para enseñárselo a su amiga. Desde paisajes pintorescos hasta retratos vivos.

-Mira pelofuego, ese gato me está sacando la lengua.- señaló un cuadro ya lleagndo a las mazmorras de la planta baja. Liz quedó rezagada cuando le sacó la lengua al gato y bajó corriendo a volver a reunirse con sus compañeros de casa.

Al llegar al muro, cerca de las mazmorras de Slytherin, Damon sacó la varita y tocó a cinco ladrillos despertando la curiosidad de de Liz. La pared se abrió entre crujidos de los ladrillos hasta dejar una pequeña entrada secreta.

-¡Atiza!- gritó Liz, sorprendida, una vez dentro del pasillo. Todo estaba vacío salvo por una pila plateada, aparentemente antigua con agua.

El chico explicó que en el colegio había más salas secretas con pilas como aquella, y que las otras pilas concedían otra respuesta. Liz, dispuesta a curiosear, se acercó a la pila junto a su amiga. Miró a Eve, luego al techo y  finalmente, decidida se asomó a la pila llena de agua.

-¿Es realmente Gwendolyn Collingwood, la elegida?- preguntó secamente.

- Siempre - contesto el rubio a la pelirroja sonriendo a las chicas a la espera de que hicieran sus preguntas, pues la verdad es que le picaba la curiosidad sobre que podrían preguntar.

Pero entonces fue cuando Elisabeth se acerco y solo aquella pregunta que le arrebato una carcajada enorme al Slytherin, pero rápidamente su risa se silencio cuando el agua comienzo a cambiar de color, tornadose de color rojizo antes de volverse de nuevo transparente y cristalina.

- El rojo... es no... el verde es si...

Comento el muchacho mirando el agua y quedándose un poco pensativo.

Cuando Damon le aseguró la fiabilidad de la pila fue como si les hubiese hecho el mejor regalo de bienvenida. Se sintió abrumada, mirando aquñel objeto, notando como le cruzaban miles de preguntas por la mente y no conseguía cazar ninguna al vuelo para poder preguntarle.

Pero Liz fue directa a preguntar y como no, el tema giró alrededor de Collingwood. No pudo reprimir una sonrisa y fue a bromear que empezaba a sospechar que tenía un problema de obsesión cuando la luz roja inundó la salita por unos segundos antes de volver a la normalidad. Miró a Damon confusa cuando él se adelantó aclarando el porqué del color.

Entonces miró a Liz a los ojos, grandes como platos.
-¿Gwendolyn Collingwood... no es la elegida?-repitió murmurando mirando a Liz, asimilando lo que acababan de decubrir. Tantos periódicos y bombos para descubrir algo así. Pero había una profecía. Si la pila nunca mentía, ¿qué significaba aquello? Miró la pila y se humedeció los labios. Repasó mentalmente sus compañeros de curso, pero ninguno le parecía extraño o que pareciera especial.

Excepto...
-¿Entonces es la chica Blackspot la Elegida?-preguntó, muy concreta. Aquella chica había salido de la nada durante la ceremonia de selección resultando ser ni más ni menos que la hija del primer ministro. 

Decida, la Rochester formuló la pregunta ante la pila, provocando una risotada al chico y una sonrisa a su amiga. Todo el asunto con la elegida le enervaba, y conocer la verdad le parecía exquisitamente interesante.

Y rápidamente el agua se tornó de color rojo, una mágica luz del agua iluminó todo el pasillo de rojo. Tan solo duró unos segundos, cuando de nuevo se volvió transparente y cristalina. Pero antes de conocer la respuesta, Damon lo explicó visiblemente afectado por la respuesta.

Rojo es no. Gwendolyn no era la elegida.

Fue Elizabeth la que sonrió esta vez mirando de soslayo a sus compañeros. – Lo sabía.- dijo triunfante de conocer ese secreto. –Ahora sí que se va a enterar la niña impostura…- musitó. Se echó hacia atrás su cabello en un gesto vanidoso y se retiró de la pila para que el siguiente formulara la siguiente pregunta.

Evelyn, sorprendida del secreto, se acercó a la pila y tras meditar unos segundos, formuló otra interesante pregunta. Liz, junto a Damon se impacientaba por conocer el color de la respuesta del agua. Blackspot era todo una novedad, pero estaba claro que algo ocultaba…

El agua volví a moverse de forma suave generando un pequeño remolino y su tono volvió a ponerse rojizo de nuevo iluminando solo unos segundos la sala antes de volverse cristalino.

¿Estabais seguros de que no mentia?

Aunque las profecías no siempre son ciertas ¿No?

Damon tras ver que cada una había realizado una pregunta miro un reloj de bolsillo que tenia - Deberíamos ir volviendo al comedor para la cena, mañana mas cosas interesantes de Hogwarts - Comento recuperando de nuevo su media sonrisa, aunque claramente aquello que habíais visto a el lo tenia pensativo tambien.

Aquel segundo brillo rojo hizo que se relajara, pero aún no se sacaba de la cabeza el primero. Miró a Liz y se encogió de hombros por un momento.

-Había que intentarlo. Podemos ir viniendo cada día haciendo un quién es quién hasta encontrarle-comentó divertida con la idea. Ahora había la nueva misión de desenmascarar a Gwen y encontrar la verdad. Le iba a gustar la cara de la niña cuando descubriera que ella no era la Elegida y que su vida fue una farsa. Seguro que Alex querría fotografiarla.

Luego miró a Damon y asintió.
-Damon tiene razón... vamos Liz, tenemos que hablarlo con Andrew-tomó la mano de su compañera y tiró levemente de ella. Antes de irse sonrió a Damon-Muchas gracias por enseñárnoslo. Espero que otro día nos digas donde están las otras dos...-sonrió emocionada y amplamente. Miró a Liz mientras le daba tiempo de despedirse antes de tirar de ella hacia el Gran Comedor.

Ante la pregunta de Evelyn, el agua se tornó rojiza de nuevo, iluminando la sala un brillante rojo. Boquiabierta, Liz estuvo a punto de pronunciar su repetida expresión “Atiza”. Pero en lugar de eso, se le ocurrió una brillante idea. Demon no había realizado, todavía su pregunta y Liz tenía una pregunta más. –Damon, pregúntale si Blackspot es, realmente la hija del ministro.- y juntó sus manos a modo de súplica antes de marcharse. Elizabeth sospechaba de la que la niña era otra farsante como la elegida. Pero Eve ya la cogía del brazo para encaminarse al Gran Comedor. Debían contárselo a Andrew, y la sola idea de contar el gran secreto se le antojaba malévolamente divertida.

Miró su mágico astrolabio, como si de un reloj se tratara y dijo. –Aún tenemos tiempo para tu ultima pregunta! – miró a su amiga, a modo de súplica que esperara unos minutos más.