Partida Rol por web

Ace maldice cuando se da cuenta de que la escopeta se ha trabado. Nervioso, casi fuera de sí, intenta reparar el arma...

- ¡¡ ACE, INTENTA ARRANCAR ESTA PUTA ANTIGUALLA !! - dice algo nervioso, más o menos colérico.

- ¡¡ VOY AYUDAR A PETUCHO A CARGARME ESOS MAMONES !!,¡¡ CIERRA COMO PUEDAS LAS VENTANAS Y LAS PUERTAS !!c - Renato después de estas palabras, se pone en la parte trasero de la Furgoneta, para ayudar a Petucho a abrir fuego contra esos mamones.

-¡¡ PETUCHO, ESTAMOS JODIDOS, NO SE QUE COÑO HAN HECHO A LA FURGONETA QUE NO ARRANCA !! - dice a Petucho, mientras se prepara el arma y dispara a algún maniaco que se quiera acercar más de la cuenta.

El rostro de Michael, cubierto de sangre, refleja un sentimiento de casi trance entre todo aquel dolor. La imagen de su hijo y su mujer pasan ante las pupilas de Michael.
-Homero...hijo...! Te quiero...
Entre flashback y flashback, agarra la pistola y vuelve a disparar al bulto
-Constanza...puta!!

Renato vuelve a cambiar de plan y se abalanza hacia la parte trasera pasando por encima del asiento del conductor, dejando a Ace delante que, agobiado, no sabe si dejar la pistola o coger el coche. Saltando al lado de Michael el asesino abre fuego contra uno de los psicópatas que se aproximan. Por desgracia debido a su mal ángulo sólo alcanza a rozar a uno en el hombro.

Los tres psicópatas alcanzan la parte trasera de la furgoneta: dos de ellos son tipos anodinos, vestidos con ropa de calle y armados con navajas automáticas, pero el tercero es realmente singular: un individuo alto vestido de cowboy, aunque de tez morena, armado con un cuchillo de enormes dimensiones.

Petucho abre fuego contra el psicópata vaquero.

- ¡Que te den por culo caballo loco!

Y tanto. El disparo revienta la cabeza al vaquero antes de que pueda hacer nada más. El viejo soldado de la mafia parece estar pasándoselo en grande. Se detiene para volver a cargar la escopeta mientras le habla a Renato:

- Luego ya arreglaremos cuentas paliducho.- fue lo único que le dijo a Renato mientras recargaba su escopeta sin prestar atención a los dos psicópatas que habían alcanzado la parte trasera de la furgoneta

-Vamos a morir.

A pesar de sus palabras, una extraña calma se adueñó de Ace. Dejó caer la escopeta, y, como en un sueño, se colocó en el asiento vacío, sintiendo como sus manos se movían solas. De repente, ya no temblaba: De alguna manera, tenía la certeza de que en cualquier momento despertaría en su cama, sudando entre sábanas revueltas, con alguna belleza ronroneando a su lado, aún dormida.

Sí, eso estaría bien.

Renato dispara de nuevo contra uno de los psicópatas que estaba detrás de la furgoneta.

-¡¡¿ HABLAR DE QUÉ ?!!,SOLO HAGO MI TRABAJO.NO SOY UN PUTO TAXISTA, LOS COCHES NO SE ME DAN BIEN !! - dice a la vez que dispara su pistola sin compasión , contra uno de los psicópatas.

Renato si viera que uno de los psicópatas estuviera a distancia de una patada en los morros, se la da sin vacilación.*

-Nos vamos.

Ace no se lo podía creer. El motor rugía, y era coro celestial para sus oídos.

-¡Nos vamos! ¡Todos adentro!

Acto seguido cerró la puerta y se dispuso a meter primera.

Michael, cuya vista se nublaba por momentos, solo puede disparar al bulto de nuevo. Sin emabrgo, escucha un grito cuando consigue impactar sobre algo.

-Cazzo di merda...

El coche arranca con un rugido y sale disparado cuando Ace pisa el acelerador. Petucho se agarra a la furgoneta y Michael, pese a estar tirado, aún alcanza a otro de los psicópatas en un hombro con su disparo. Renato pierde pie con el acelerón y se tiene que agarrar a uno de los asientos, perdiendo la escopeta en el movimiento y haciendo que el disparo salga desviado. La escopeta se desliza por el suelo de la furgoneta y cae al parking, quedando atrás con el acelerón(1).

El jugador da un volantazo que provoca que una de las puertas traseras se cierren. Luego sale a la carretera dejando atrás el motel.

¡Por los pelos!

Mientras el coche se aleja Petucho cierra las dos puertas traseras:

- ¡Ace! ¡Conduce directo al Hospital de Veteranos!

Se acerca a Michael:

- Tranquilo amigo... allí encontraremos algo con lo que tapar esos agujeros... dios... te ha dado un buen repaso.

Luego se vuelve hacia Renato. Habla calmado, como si todo lo que acabase de pasar le hubiera sucedido a otra gente:

- Escúchame chaval: claro que no eres un puto  taxista. Eres un jodido pistolero... o eso pretendes. El taxista es Derek, y si tú no hubieras perdido la calma intentando hacerlo todo a lo mejor Michael no se estaría desangrando ahora mismo.- habla con calma, como un profesor enumerando los puntos en una clase - Por tu charla pensé que eras más profesional pero lo que he visto en ese parking ha sido una chapuza. La próxima vez que vea que puedas ser un problema te vuelo la cabeza. No es nada personal: cuestión de supervivencia. No es ninguna amenaza: voy viejo para ser un gallo de corral.

La mirada de Petucho es firme. En su mano sigue sosteniendo la escopeta.

- Lo entiendes ¿verdad? Es cuestión de aprender de los que saben.

Luego se vuelve hacia Michael:

- El hospital está a media hora... allí encontraremos ayuda tío, aguanta.

Renato permanece en silencio como en trance.Su mirada esta vacia mirando a Michael.Se sentía culpable, todo lo dicho por Petucho eran verdades afiladas que se clavaban sobre Renato.

Permaneció en silencio, como poseido por un extaño trance y la vista algo perdida.El gran Renato, el buen sicario de la familia Terrasini, por sus errores había metido la pata, dejándose llevar por los sucesos, aun con lo frío que era.Todo lo extraño que le estaba pasando le superaba, pero tenía que volver a ganarse su buena fama en la familia.Los errores que estaba cometiendo, son imperdonables para el propio Renato.

Como si el propio peso le abatiera cae sentado en un rincón de la puerta trasera de la furgoneta.

- Tienes razón Petucho.Ultimamente no soy yo mismo.Mi trabajo es matar gente, que esta se quede inmóvil, quietas, frías.Sin un corazón que le lata o una cabeza con la que pensar.Pero...¿por qué coño los muertos se levantan?,¿por qué esas cosas demoniacas lo han tomado con la familia? - las manos de Renato sujetan su cabeza, mientras en su cara hay un reflejo, de la locura que estará por llegar.

Molido y semiinconsciente, Michael intenta mediar en la disputa.

-No seas duro con el enterrador, Petucho. Estoy jodido pero he salido de cosas peores.

Entonces tose incontrolablmente y más sangre le mancha la cara.

-Recuerdo una vez en que Constanza se empeñó en hacerme unas enchiladas...¿una napolitana haciendo comida mexicana? Joder, tio, los fantasmas son menos peligrosos...

La tez de Michael va empalideciendo y cada vez le cuesta mas mantener los ojos abiertos.

Ace se limitaba a seguir órdenes, como un autómata. Iría al hospital de veteranos, dejaría a Renato a cargo de la furgoneta, se encargaría de que Michael y Petucho estuvieran a salvo... Y se iría al bar a beber. Sí, eso estaría bien.

En ningún momento se giró. No sabía cuál era el estado de sus compañeros, pero los comentarios de estos eran suficiente aviso como para mantener su vista en la carretera. Suficientes horrores había visto ya a esas alturas.

Petucho asiente en silencio ante las palabras de Renato. Baja la escopeta y le da una palmada en el hombro al asesino:

- Calma. Estamos jodidos... una vez has atravesado el velo no hay marcha atrás, pero por lo que sé los fantasmas no son mucho más jodidos que los vivos la mayoría de las veces. ¿Qué más da quien sea tu víctima? Hombre, demonio o fantasma... todos pueden recibir un disparo en la cara.

Luego se vuelve hacia Michael:

- Por eso no me casé nunca chico. No hay nada más peligroso que una mujer con un anillo en el dedo.

Ace conduce hasta el destino fijado para su viaje: el Hospital de Veteranos de New Bridge, a las afueras de la ciudad. Al menos hasta la verja de entrada. Un enorme muro de hormigón de dos metros cierra una parcela de varias hectáreas. La puerta metálica está cerrada, aunque hay un telefonillo a un lado. Desde la cancela puede verse una avenida con árboles y un camino que conduce hacia un edificio que se ve a lo lejos iluminado por unas farolas. Es un enorme caserío de dos plantas. El muro cuenta con una alambrada por encima: lógico si entendemos que se trata de un manicomio.

Ace abrió la ventanilla y pulsó el botón para hablar por el interfono.

-Abran la puerta, traemos a dos heridos.