Partida Rol por web

Al parecer mi intervención no fue del agrado de nadie... no los culpo, es comprensible. No todos pueden seguir los ideales de la bondad y la sumisión que Velex ofrece.

Aunque hay que recalcar que me llamó mucho la atención las palabras de mi hermano de fe. No demasiadas pragmáticas ni demasiado acertadas para un sacerdote. ¿Habrá perdido el camino? ¿Debería de reportarlo a nuestros superiores?

Imaginar solamente que Velex proponga enfrentar fuerza con fuerza sin distinción de corrupción e ignorancia era algo que no debía de ser tomado a la ligera. La fuerza no siempre es el mejor camino para lograr el cometido, muchas veces la voluntad y el buen diálogo son suficientes para convencer a quienes creen estar en lo cierto.

Meneo la cabeza en negación y reproche y sigo escuchando al resto de mis compañeros de mesa.

El posadero observa ignorante la discusión de aquellos valientes aventureros. Parecía no entender nada, suponía que era cosas de aventureros. Lo único que sabía era que el Caos era algo que debía evitarse a toda costa y pensaba que la presencia de los aventureros era la respuesta a sus plegarias.
- Los ataques son más intensos como antaño y que la frontera está siendo más peligrosa - con aire preocupado añade. - sé que muchos aventureros se han adentrado en las cavernas al pie de las montañas algunos en busca de gloria y otro atraídos por los tesoros que se cuentan que son incontables - moviendo la cabeza con pesar añade: - ninguno ha regresado jamás - luego alzando la cabeza sentencia - Pero creo que vosotros sois el grupo ideal, se os ve fuertes y valientes.

Mis compañeros de mesa debatían enérgicamente. Era fabuloso. Estaba poniéndome las botas con los retazos que de tanto hablar se iban dejando en los platos, ¿o quizá se trata de que comen despacio por la larga conversación?

Bah, sea como fuere, estaba tragando como si la vida me fuera en ello.

Cuando estuve satisfecha me recosté hacia atrás conteniendo un eructo que provocó que se me ensancharan y cogí la conversación por dónde se me antojó.

- Pues yo lo que creo es, Posadero, ¡que falta más vino!

Me dejé caer sobre la silla con la copa en alto, y seguí comiendo hasta que el posadero dijo la palabra mágica: Tesoros. Abrí muchísimo los ojos a la par que abría la boca con una gigantesca sonrisa.

- Y ni la fe ni la magia mandan hoy en día queridos compañeros - dije soltando una risotada - El valor del oro es la única ley que impera en estos días.

Sonrío a la pequeña mediana que no para quieta. 

—El oro también es poder, sí, pero tan pronto como viene, se va de las manos. ¡Y me apunto a un poco más de vino!

Me muestro afable con la mediana, pero no le saco ojo de encima, por si acaso. La veo muy bulliciosa.

—Entonces, amable posadero...¿podría darnos más detalles? 

-JAJAJA ¡Eres ambiciosa pequeña! y rápida también, son buenas cualidades en estos días...¡Y claro que necesitamos más vino, posadero! Estos héroes, como dices tú, necesitamos conocernos y no hay mejor manera que con el pico caliente...JAJAJAJAJA-

El jugo de uvas mágico me estaba haciendo efecto, me sentía a gusto y relajado. De seguro los próximos días serian ajetreados así que me estaba dando mi propio festín de bienvenida a una nueva aventura.

Retraido seguía analizandolos, necesitaba analizarlos. Ambos guerreros, parecían decididos e intrepidos...habría que conocer su fondo. Respecto al mago, nunca le gustaron mucho y menos aún los elfos. La mediana, preocupantemente ligera, era la arte menos interesante...mas simple y sin ninguna opción de miras elevadas. Finalmente la Guardiana de Velex le preocupaba y alarmaba, demasiada libertad de pensamiento.

Solo Velex juzga, solo Velex guía e impulsa...no existe mas conocimiento que su voluntad, no hay mas juicio que el suyo...no hay mas verdad que su existencia.

Sigo escuchando la conversación y el tema de las recompensas... Oro y riquezas, es en lo único que piensan, nunca en la satisfacción personal de ayudar al prójimo y dejar tras de sí un legado de bondad y sacrificio con la única recompensa de lograr estar al lado del que les ayudó a lograrlo. 

Me dirijo hacia nuestro anfitrión, no el posadero, sino el encargado de la guardia de la fortaleza.

- Sabrá usted disculparme, me gustaría saber si poseen un templo a Velex en este lugar, y de ser así si fuese tan amable de indicarme como llegar a el.

El anfitrión tras aseguró que todo estaba correcto estaba a punto de salir cuando la paladín salió a su encuentro. Ya en la puerta se volvió hacia Elderane.

- ¡Velex! - responde sorprendido. luego  mirando su medallón comprendió - Un guerrero entregado a la causa, ya quedan pocas personas honorables y virtuosas, te alegrará saber que hay un pequeño altar junto a la Puerta Fortificada Interior ya que la mayoría de los centuriones rinden culto sólo a Velex.

Algunos parecen medir sus palabras, otros se diría que analizan a quienes ahí nos encontramos. ¡Las incertidumbres en vida para quién podría morir mañana no tienen sentido, así que celebrémoslo!  

Me encuentro pensando en ello y rellenando mi copa con una mano mientras con la otra me acerco al pan del elfo, que me llevo rápidamente a la boca, cuando el gigante con bíceps del tamaño de mi cabeza levanta su copa entre risotadas.

Aún masticando el pan, me pongo en pie para chocar mi copa con la del enorme guerrero, pues es la única forma que tengo de llegar a alcanzar su mano.

- Phuegges jamarme - tragué el pan que aún estaba por masticar, casi ahogándome - Jillian. Puedes llamarme Jillian - dije mientras brindaba, sonriendo y con los mofletes visiblemente enrojecidos por el vino.

- Le agradezco la información - le digo haciendo una reverencia.

Salgo a la calle, dejando el grupo atrás y caminando en busca del templo siguiendo las instrucciones que se me habían dado. Ya había saciado mi hambre y era hora de agradecer por un día más en este mundo.

Mientras voy escuchando al resto del grupo no dejo de jugar con mis dedos sobre la copa de vino, de la que voy sorbiendo poco a poco su contenido, desde luego era un grupo variopinto, con una sonrisa miro de reojo como la mediana estira su brazo para llevarse mi hogaza de pan a su boca, como bien era sabido en los de su raza no había maldad en ese acto, aunque había que tenerlo en cuenta en un futuro, hoy era una simple hogaza de pan, pero otro día podría ser algo mas peligro, me dirijo al grupo que estamos alrededor de la mesa encantado Jillian, mi nombre es Elessar, si en algo puedo ayudaros no dudéis en decirlo, estaré encantado de hacerlo...Jillian un consejo, mejor comeros el pan poco a poco en vez de golpe, podríais atragantaros y seria una pena desperdiciar esa hogaza de pan...

- ¡Elessar! - levanté la copa en su honor - jijiji

Asentí rápida y repetidas veces con la cabeza ante su observación, prestando muchísima atención a sus palabras. El elfo tenía razón, aún recordaba cuando el primo Tom Barrigagris casi muere por asfixia en una situación similar.

Vi a cierta distancia cómo la aburrida paladín abandonaba la taberna y entonces me giré hacia mi gigantón compañero.

- Él es Sar - le dije al fornido guerrero señalando al simpático elfo - es bueno con el arco, le vi usarlo. Es un luchador sabio - hablé en tono serio plenamente convencida de mis palabras mientras asentí diversas ocasiones - y sabe mucho de pan jum jum jum - seguí asintiendo moviendo mi cabeza con rápidos movimientos verticales.

-Es bueno tener entre nosotros a un arquero...nunca se sabe cuando una flecha podría salvarte la vida Jillian...así que ten cuidado con sus panes, no querrás hacer enfadar al hábil elfo... ¡JAJAJA!-

 Exprese en tono burlón guiñándole un ojo a la ladrona y levantando mi copa hacia Elessar.

-¡A tu salud compañero! 

Los pocos parroquianos que se hallaban en la sala común no desviaban su mirada de tan variopinto grupo. Murmuraban entre sí. Cuando alguno de los aventureros clavaban su mirada hacia ellos miraban hacia otro lado como para disimular. Parecía que la presencia del grupo iba acompañado de expectación. En ese momento la puerta se abre ruidosamente y entra un hombre ataviado por un hábito claro raído con capucha que avanza apoyándose de un bastón de roble. A grandes pasos se dirige hacia la mesa de los aventureros.

- Parece que al fin Valion ha oído mis plegarias - comenta el sujeto mientras se coloca frente a la mesa.
El individuo se aparta la capucha para revelar un rostro macilento y envejecido surcado por una infinidad de arrugas. Sus ojos parecían salirse de las órbitas y su cabello gris escaso. Su habla era pausado y meloso y sus ojos parecían revelar una falta de lucidez que hace dudar de su actual estabilidad mental.
- Mmmm, qué tenemos aquí, un grupo de aventureros ávidos de gloria y poder, mmm.

Sin soltar mi copa de vino, adopto una expresión arrogante, la de un tipo al que todo el mundo le debe un favor. 

—Pues quizá sea lo que usted dice, aunque no creo que Valion tenga nada que ver. Al menos en lo que a mí respecta.

Carraspeo y toso un poco, por culpa de un poco de vino que se ha ido por mal sitio. Echo una fugaz mirada a mi alrededor, a ver que cara ponen mis colegas de banquete.

—¿Qué se le ofrece, buen hombre?

-Por una vez coincido contigo, mago.- dijo asintiendo. -pero diganos...continue..
 

Mmmm si que les gusta echar miradas rápidas a la gente de este lugar...JA! ¡Nada es más rápido que mi brazo ni más tajante que mi hacha!

La puerta se abre y entre el murmullo distingo la voz de un hombre errante con un rostro marcadamente sufrido. Murmura algo sobre un dios, nosotros y ..."gloria y poder"...Interesante, dos de mis más preciadas ambiciones.

Dejo mi copa a un lado y me dispongo cómodamente a prestar atención a las palabras del vagabundo.

Levanto mi copa en dirección al guerrero, a la tuya, iba a seguir hablando cuando un hombre entra por la puerta y se encamina directo hacía la mesa donde nos encontramos, dejo pausadamente mi copa sobre la mesa mientras al igual que mis compañeros esperamos haber que tiene que decirnos.

De repente me veo sola comiendo en la mesa y me doy cuenta de que todos mis compañeros miran en una misma dirección, entonces levanto la mirada.

Claro... ¿pero este hombre está bien?

- Y oro señor... y oro - tragué la comida después de hablar ¿Quizá debería haberlo hecho antes? da igual.