Partida Rol por web

Los cuatro viajeros llegan a la posada de Mirgorod en la noche del Sabado.

Llegáis al pueblo de Mirgorod por la carretera del castillo, que confluye casi en la entrada del pueblo con otro camino que cruza el bosque, seguramente el que deberíais haber seguido en el carruaje de no ser por el accidente.

La calle principal de Mirgorod es también la única calle de Mirgorod, al menos empedrada. Las casas están diseminadas a ambos lados de la calle principal, dejando espacios que hacen las veces de caminos de tierra. Mas o menos en mitad de la calle principal se levanta una pequeña iglesia, y al final de la calle la posada.

Si esperabais un pueblo vació y silencioso, esta claro que os equivocabais. La mayor parte del pueblo esta a oscuras, aunque hay antorchas repartidas por las viviendas que iluminan levemente el camino. Pero la posada por el contrario esta llena de gente, hasta el punto de que pese al frió de la noche hay gente en el exterior, participando en conversaciones animadas en el idioma local, y disfrutando de lo que probablemente será cerveza local.

Cuando dejáis el carruaje os encontráis a Hans, el cochero, mezclándose entre la multitud, con una cerveza en la mano, y la barba llena de espuma. Presenta un aspecto mucho mas jovial que el que os demostró durante todo el viaje, y no parece sentir ningún pudor cuando os ve, más bien al contrario alza la jarra y os saluda alegremente.

- Bienvenidos …hic… señores…, tienen su …hic… alojamiento preparado …hic.

Su aliento apesta a cerveza, como el resto de su cuerpo, y casi os parece un milagro que este de pie.

- Pueden …hic… preguntarle a la posadera …hic… dentro.

A través de la puerta veis a una mujer de pelo canoso, y curtida que sirve cerveza de un barril en la barra, debe ser la posadera.

Llegando al pueblo, tomo nota mental de la localización de la iglesia. Si hay tiempo mañana, intentaré acercarme un momento.

Al fin paramos, y me sorprendo al llegar a la taberna, pues no la esperaba tan animada. La segunda sorpresa es menos agradable, ya que encontramos a nuestro cochero, y el hombre muestra claros síntomas de ebriedad. El buen humor que traía desde el castillo Vadja se esfuma un tanto al oler el aliento de Hans, ya que lo primero que pienso es que se ha dedicado a beber y no ha reparado el carruaje. Espero francamente estar equivocado.

-Buenas noches, Hans. Veo que no ha perdido el tiempo a la hora de remojar el gaznate. ¿Debo entender que está celebrando que nuestro carruaje tiene una nueva rueda y que, por tanto, partiremos mañana como estaba previsto?

- Ah si …hic… la rueda, claro …hic… este es mi nuevo amigo …hic… Rotrich, saluda amigo …hic…

Hans se vuelve hacia el hombre con una sonrisa, y este os saluda.

- Mi amigo Rotrich. …hic… Rotrich me ha …hic… ayudad …hic… si, con el carru …hic… aje. Mañana …hic… la rueda …hic… estará mañana.

-Sinceramente, eso espero.

Echo un rápido vistazo al tal Rotrich. No estoy muy seguro de confiar en el compañero de borracheras de nuestro conductor. Lo cierto es que no me quedo en absoluto tranquilo, pero no hay mucho que podamos hacer ahora. Por la mañana veremos, cuando Hans ya no esté borracho.

Me froto las manos para intentar mantenerlas calientes. No veo el momento de entrar a la taberna para resguardarme del frío, pero espero por si mis compañeros tienen algo que decir o hacer antes.

Cuando subimos al carruaje dejamos atrás la elegancia y solemnidad de un gran castillo, y al bajar, nos encontramos con esta animada fiesta que, debo admitir, no me disgusta. Cuando era más joven solía formar parte en borracheras de este calibre, pero desde que comencé con mi trabajo actual, y el tiempo fue pasando, estas costumbres han quedado en el recuerdo, y a veces las echo de menos.

Cuando veo a Hans no puedo más que sonreír, pero intento disimular cuando observo el rostro serio del buen doctor.

-Ejem... me voy adelantando para hablar con la posadera.

Me abro paso entre la multitud hasta llegar a la posadera y preguntarle sobre nuestras habitaciones.

Holzer se acerca a la posadera que en ese momento se encuentra bebiendo alegremente de una enorme jarra de cerveza mientras bromea con dos hombres en la barra. Al verlo, la mujer deja la jarra en la barra con un golpe seco y le habla.

- Usted debe ser uno de los Caballeros que trajo Hans, ¿verdad?

Sin dar tiempo a una respuesta por parte de Holzer prosigue.

- Sus habitaciones estan listas, pero tendran que compartirlas dos en una y dos en la otra. Si desean bañarse o cualquier cosa solo tienen que pedirlo.

 La actividad del pueblo me sorprendió favorablemente, era algo inesperado, pero sirvió para desterrar las sospechas que tenia de que estábamos por hospedarnos en un pueblo desolado y tenebroso. Las historias de Katia me estaban haciendo imaginar cosas que no eran.

Ingrese detrás de Holzer a la posada para averiguar sobre nuestros aposentos. Sin poder evitar una sonrisa ante la simpática posadera y su bienvenida.

- Buenas noches, le agradecería si se podría preparar la habitación de baño para mi, siempre y cuando ninguno de mis compañeros desee utilizarla primero. Tantos contratiempos en el viaje han logrado entumecer todo mi cuerpo.

Ansioso por bocetar la imagen de Lady Katia paseando por el bosque, comencé a trazar líneas con mis manos sobre el mostrador húmedo por la cerveza intentado no olvidar ni un detalle, mientras esperaba por la respuesta de la posadera.

La posadera sonríe a Modesto, y lanza un grito.

- ¡ETEL! ¡PREPARA EL BAÑO PARA ESTE SEÑOR!

Desde el otro lado de la estancia aparece una niña de no más de trece años que corre para acudir al grito de la posadera. Cuando llega ante vosotros la mujer tras la barra vuelve a hablar, en tono fuerte pero sin gritar.

- Hija, prepárale el baño al señor.

La niña pone mala cara pero la mirada iracunda de su madre la convence de no pronunciar objeción alguna. Se vuelve hacia modesto y obediente le responde.

- Voy a por agua señor. En unos minutos le tendré el baño preparado.

No pude evitar sentirme incomodo ante la mirada de la niña, al parecer no le agradaba demasiado su tarea.

- Si no es molestia creo que tomare una de esas apetitosas jarras de cerveza para hacer más dulce la espera.

Me acomodó en contra la barra observando a la multitud intentando escuchar cuales son sus temas de conversación.

-  Bonito lugar, ¿no les parece Señores?

La niña sale de la posada y antes de perderse en la oscuridad recoge dos cubos de madera de buen tamaño que hay junto al camino. Mientras tanto, la posadera te sirve una jarra de cerveza caliente y con un fuerte olor a especias.

El bullicio nos envuelve, embriagador. Tras ver el estado de Hans sin comentarios me adentro en la posada alejándome del frio traicionero de la noche rural. Modesto y Holzer ya se han puesto a la tarea de proceder a las habitaciones, por lo que simplemente me uno a ellos en la barra. En el ambiente se respira una mezcla de sudor, cerveza y humo de tabaco negro, aunque desagradable en un principio, empieza a traerme recuerdos y sensaciones de mi querido Londres.

Veo que el señor Arrabbiati ha pedido que le preparen el baño. Yo lo agradecería también, pero puede esperar. Así aprovecharé para mezclarme un poco más con el gentío en este día tan largo.

- Otra pinta por aquí, por favor le pido a la posadera. nunca es mal momento para una cerveza...

Por fin entro en la taberna, de mal humor por el estado de Hans. Al entrar en calor, y ver que mis compañeros están tranquilamente bebiendo cerveza, me calmo un poco. La perspectiva cercana de un baño y una noche de sueño reparador también ayuda bastante.

La posadera me mira, y con un gesto me ofrece una cerveza a mí también. La rechazo con una sonrisa.

-No, muchas gracias, no tomaré nada. Sí me vendría bien un baño, para quitarme el olor del viaje y el bosque.

Tras esto, me dirijo a mis compañeros, bromeando. 

-Caballeros, ¿están seguros de querer tomar una cerveza ahora, tras haber degustado el vino de los Vadja? Como solemos decir en Viena, "Bier auf Wein das lass sein; Wein auf Bier das rat' ich Dir". Creo que otros idiomas tienen sus propias versiones del dicho, pero básicamente significa que la cerveza antes del vino sienta bien, pero después del vino sienta fatal. Aunque carezco de evidencia médica para sustentar el refrán, éste tiene cierta base empírica basada en la observación personal directa. ¡Mañana me contarán, amigos!

La posadera tras atender a Abberline, sirve la jarra que habia ofrecido al doctor a otra persona.

- ¿Un baño? por supuesto señor, pero solo disponemos de una bañera, asi que habra de esperar a que el otro señor tome el suyo. ¿Quizá quiera tomar algo mientras espera?

Pasais un rato en la posada, bebiendo, o simplemente hablando hasta que la joven hija de la posadera baja las escaleras. Evidentemente ha entrado de nuevo por alguna otra puerta de la posada. La niña se acerca a Modesto y le toca la mano.

- Señor, su baño esta preparado. Por aqui.

Se da media vuelta y se dirige de nuevo a las escaleras.

-¿Qué? Oh, no, muchas gracias, no me apetece tomar nada ahora mismo, hemos cenado copiosamente. Esperaré a que el señor Arrabbiati tome su baño y después iré yo. La verdad es que tengo ganas de asearme e irme a dormir. Por cierto -digo, mirando de nuevo a mis compañeros-, creo haber oído que tenemos que compartir habitación ¿Cómo nos repartimos?

- Bien señores, mi baño está listo, dejare en sus sabias manos la división de las habitaciones. Ya todos me han demostrado ser nobles señores por lo que no me preocupa compartir habitación con ninguno de ustedes. - Me volteo hacia la pequeña hija de la posadera – Tu me dirás por donde pequeña.

La idea de un buen baño caliente comenzó a relajar mi cuerpo siquiera antes de llegar a la tina, por fin podre relajarme del duro viaje y mientras mis compañeros toman su baño podre dedicarme a bocetar algunas ideas sobre los Vadja. 

Modesto sube las escaleras siguiendo a la pequeña.