Partida Rol por web

Busco algún candil o vela entre la penumbra y de paso miro el reloj del bolsillo de mi chaqueta, ¿qué demonios? ¿qué hora es? pienso mientras busco a tientas los objetos.

Encuentras un candil junto a tu cama, y lo enciendes. A la luz del mismo miras tu reloj, y compruebas que apenas ha pasado media hora desde que te acostaste.

Me pongo la bata encima, y candil en mano salgo de la habitación en dirección a la primera puerta de este. Llamo a la puerta de la habitación de mis compañeros de viaje. Dios, !que frio! pienso mientras me acerco un poco más el candil al cuerpo.

Knock Knock

¿Hola? Soy Abberline ¿podéis abrirme?

Aunque llamas insistentemente nadie te responde. Finalmente pruebas a girar la manivela y la puerta se abre. La habitacion es prácticamente idéntica a la tuya, con dos camas y la misma orientación, pero no hay nadie dentro.

El pasillo se extiende a izquierda y derecha, hacia la izquierda esta tu habitación y dos puertas mas, hacia la derecha las escaleras y otras dos puertas.

Estas tratando de decidir que hacer cuando oyes el crujido de la madera provocado por unos pasos pesados. El sonido proviene de la planta baja.

-Ah, ¡muchas gracias!

Casi no me da tiempo a agradecer a la niña que me prepare el baño. De repente veo que Arrabbiati pasa en dirección a las habitaciones, pero no se fija en mí. Evidentemente no se ha dado cuenta de que estoy en una de las mesas. Me vuelvo de nuevo hacia el joven comerciante.

-Ya lo ha oído, enseguida tendré el baño preparado. Me disculpará que le deje tan pronto, pero necesito un baño y un sueño reparador urgentemente. Trataré de escribir la carta antes de acostarme y se la dejaré a Idrich.

fantástico... susurro mientras miro el interior de la habitación. ¿Qué esta ocurriendo? En ese momento me sobresalto por el sonido de pasos y por poco no me incendio con el candil. ¿Debería bajar? medito durante unos instantes, finalmente me armo de valor y bajo las escaleras con el candil a un lado para que no me deslumbre y pueda ver en la penumbra. Instintivamente busco algo contundente que sujetar con la mano libre, mientras sigo bajando las escaleras.

- Claro, claro, no se preocupe. Yo tambien voy a retirarme.

Dice el comerciante que te estrecha la mano con una sonrisa. Observas como el comerciante se va, cuando tu mirada se cruza con la del joven cochero que os trajo desde el castillo. El hombre esta en la puerta, y parece que te buscaba, porque cuando os veis empieza a acerté gestos para que te acerques.

Bajas las escaleras y encuentras el salón de la posada desierto. Las sillas estan vacías, y en las mesas hay jarras de cerveza algunas medio llenas, pero en la posada no hay nadie. La puerta exterior esta abierta.

Al marcharse Pyotr, me dispongo a quedarme sentado un rato mientras espero que esté preparado el baño. De repente me fijo en un hombre que hay en la puerta. ¿No es ese el cochero de los Vadja? Como para confirmar mi sospecha, el hombre me hace señas para que me acerque. ¿Qué querrá? Me levanto y voy a donde está.

-Buenas noches, ¿quería usted algo?

Necesito unos segundos para asimilar la situación. El despertarme en la cama y el leve murmullo que llega a mis oídos me indican que todo ha sido una pesadilla... entonces me percato de la pistola en mi mano, y mi respiración se acelera. No soy capaz de encontrar una explicación para todo esto.

Si sólo ha sido un mal sueño... ¿Por qué empuño esta pistola?

Pienso en el candil que se me cayó en el bosque, y lo busco con la mirada por la habitación. Estoy a punto de levantarme de la cama cuando oigo unos pasos acercarse. No puedo evitar recordar al encapuchado, y me quedo paralizado. Miro fíjamente la puerta mientras agarro con fuerza la pistola bajo las sábanas.

El baño había reconfortado mi cuerpo y me había ayudado a deshacerme de las molestias del viaje. Al ver que ambas habitaciones ya estaban ocupadas me encamino hacia una de ellas, pero al no saber cual me correspondía me vuelvo hacia la niña.

- Pequeña, sabes en cuál de las habitaciones han dejado mi equipaje, no me gustaría molestar a uno de mis compañeros en vano, ha sido un viaje largo y no quiero interrumpir su descanso.

Mientras espero la respuesta de la joven Etelka examino las puertas en busca de alguna señal de luz por debajo de las hojas de madera, tratando adivinar si alguno de mis dos acompañaste aún permanece despierto.

Doctor, gracias a dios que le encuentro. - dice el joven cochero visiblemente preocupado.

Katia me pidio que viniese a buscarle doctor. Poco despues de que ustedes se fuesen el principe sufrio un ataque. Por favor señor, ¿puede volver conmigo al castillo?

Lo siento señor, pero la verdad es que no lo se.

Observas las puertas. Mientras que la segunda puerta no se ve nada, en la primera puedes ver el resplandor de lo que probablemente es una vela. La luz asoma tenue por debajo de la puerta.

El candil esta en la mesita, junto a tu cama. Sigue encendido.

Los pasos se han detenido, y escuchas la voz de un hombre, aunque a trabes de la puerta eres incapaz de saber que dice o de quien es, pero algo en esa voz te resulta familiar.

-   Gracias por tus servicios.

Me acerco a la puerta y le doy dos golpes leves como para ver quien responde desde el interior esperando que aún no se haya dormido. Después de tantos acontecimientos no pretendía molestar a mis compañeros en su descanso. 

Al oír aquello, me olvido del baño, del cansancio, del sueño, y hasta del viaje a Moscú. De repente me mueve el mismo impulso que me llevó a internarme en lo profundo del bosque cuando oí lo que parecía un lamento. La llamada del deber.

-¿Un ataque? Por supuesto. Sólo déjeme recoger mi maletín -digo con seriedad, e inmediatamente me dirijo a la barra-. Señora, ¿puede usted alcanzarme el maletín que le dejé al llegar? Ha surgido una urgencia médica en el castillo y tengo que ir a ejercer. Por favor, si fuera usted tan amable, si alguno de mis compañeros se despierta y pregunta por mí, dígales que he tenido que ir a atender al príncipe.

Sin esperar respuesta, ataviado con mi maletín, me dirijo a la salida.

Al ver el candil no sé qué pensar.

¿Estaba encendido cuando me acosté? ¿Y estaba aquí, en la mesita?

Esto y la pistola en mi mano son las cuestiones que me atormentan.

¿Y cómo ha llegado el arma a mi mano? ¿Quizás la cogí sonámbulo mientras soñaba? Pero nunca me había sucedido nada parecido...

Sin embargo, todo lo demás indica que sólo había experimentado un mal sueño. La sensación distinta de la habitación, el murmullo de abajo, y esa voz en la puerta, que probablemente se trate de uno de mis compañeros.

Relajo la mano que empuña la pistola, y deslizo esta última debajo de mi almohada. Me recuesto en la cama mirando hacia la puerta. No creo que pueda volver a dormir el resto de la noche. Mañana les contaré todo esto a mis compañeros.

El sonido de los pasos regresa y llegan hasta tu puerta. Se detienen un instante y puedes ver la sombra que se proyecta por la rendija de la puerta.

¡Toc,Toc!

Idrich te da el maletin, y te indica que asi lo hara.

Sales con el cochero, subes al carruaje, y comienzas el viaje de regreso al castillo.

Por un momento la llamada a la puerta me pone en tensión, pero en seguida me relajo, cada vez más convencido de que aunque todavía no puedo explicar con certeza lo que he vivido, ahora las cosas parecen estar tal y como las había dejado antes de acostarme.

Respiro profundamente y me levanto de la cama. Me acerco hasta la puerta y la abro para dar la bienvenida, con toda seguridad, a alguno de mis compañeros de viaje.