Partida Rol por web

Así de primeras me quedo parado pensando que hacer. Pero pensandolo mejor, debería ir al encuentro de mis compañeros de viaje; ellos me podrán explicar mejor los pormenores de la desaparición. Por lo que me dirijo hacia el cementerio detrás de la posada en su busca.

Llegas al principio del cementerio, y aunque no ves ninguna puerta en la zona donde te encuentras, la vaya es lo suficientemente baja para pasar por encima.

El cementerio no es demasiado grande, pero tampoco es pequeño, pese al tamaño del pueblo. Desde donde te encuentras puedes avanzar recto hacia el sur, o ir hacia la derecha o la izquierda. Sin embargo ves el resplandor de una luz ha cierta distancia, probablemente de una lampara.

A pesar de lo tenebroso del lugar y de lo amodorrado que todavía estoy después de dormir sigo adelante y salto la vaya. Parece que es muy fácil perderse en mitad de la noche, por lo que voy a lo seguro y me dirijo hacia el resplandor esperando esta vez no encontrarme ningún ritual de ejecución.

Cuando Thomas se vuelve hacia el cochero, observa que este no le esta mirando, sino que tiene la vista clavada en algun punto a sus espaldas. Thomas, intrigado, trata de ver que es lo que mira el hombre, y Modesto hace lo propio. Un hombre con un candil avanza hacia ellos a traves del cementerio.

Frederick se dirige hacia la luz para descubrir que se trata de sus compañeros de viaje, y de un desconocido alto y robusto que se encuentra frente al carruaje en el que vinieron desde el castillo tras la cena.

Buenas noches caballeros. ¿Cómo es que nadie subió a avisarme de que la hija de la posadera había desaparecido? Yo estaba tan plácidamente durmiendo... (no precisamente pero bueno)

En ese momento me doy cuenta de que el tercer hombre no es el buen doctor. Ui, disculpeme, soy el señor Frederick Abberline, encantado, le digo mientras le extiendo la mano.

Bueno, pónganme al corriente de cómo va el asunto. ¿Algún hallazgo? pregunto preocupado.

-Me alegro de verle, señor Abberline. Han sucedido tantas cosas en las últimas horas que casi no sé por donde empezar. Como sabrá, el señor Arrabiati y yo compartimos habitación. La madre de la niña desaparecida nos despertó y contó lo sucedido. Decidimos salir a ayudar, empezando la búsqueda por aquí, el cementerio. Confieso que no pensé que fuera preciso despertarles a usted y al doctor. El caso es que durante nuestra búsqueda por aquí nos encontramos a este señor, que nos acaba de comunicar que le envía nuestro amigo el doctor, el cual necesita nuestra ayuda...-yo mismo me doy cuenta de lo rocambolesco de lo que acabo de decir-. Habíamos decidido acompañar a este señor justo cuando usted ha aparecido ¿Cuándo fue la última vez que vio al doctor?

- Señor Abberline, por fin alguien que no me hace pegar un susto en esta noche. Como ya le ha contado muy bien Thomas, estamos dispuestos a ir en busca del Doctor, que al parecer ha tenido un percance y necesita de nuestra ayuda. Y no descarto la esperanza de encontrar a la pequeña Etelka en el viaje, podremos aprovechar el carruaje para cubrir un territorio más amplio.

¿Sabe usted, querido amigo, que ha llevado al doctor al castillo de los Vadja? – Esperaba con todas las ansias que Frederick supiera del destino del Lenhard, pero algo en los extraño acontecimientos de esta noche me decía que no era así.

- El Doctor espera. dice nuevamente el hombre con su tono aspero Necesita la ayuda de uno de ustedes. Y mis ordenes son llevarles. No se nada de niñas, ni voy a desviarme de mis ordenes. Si van a venir varios suban.

Pues la verdad es que lamento defraudarle, pero la última vez que vi al doctor fue en la barra de la posada antes de subir a la habitación. Por lo que yo sé, ni siquiera subió a la misma respondo desconcertado.

Miro hacia el hombre ¿ha dicho que el doctor necesita nuestra ayuda? pregunto un poco alarmado. Si ese es el caso debemos asistirle lo antes posible, ¿no creen caballeros?. El resto del pueblo esta buscando a la niña con bastante eficiencia por lo que veo. Y si por el cementerio no han dado con ningún rastro, el camino hacia el castillo de los Vadja puede ser tan buen sitio para seguir buscando como cualquier otro; es más, tal vez el doctor haya dado con alguna pista sobre su paradero.

Acto seguido, anticipándome a la decisión de mis compañeros y con alguna que otra reticencia a subir a un carruaje tan lúgubre, subo al mismo.

El hombre se vuelve hacia Frederick, vuelve a decir.

- El Doctor Heideck necesita ayuda, me han mandado a buscar a uno de sus tres acompañantes. No se nada mas.

-Modesto propuso exáctamente eso señor Abberline, y yo no podría estar más de acuerdo con ustedes. Marchemos pues.

Sigo los pasos del abogado hasta subir al carruaje.

- No hay más que decir, será mejor apresurarnos y partir en busca del Doctor Heideck.

Apresuro a subirme al carruaje mientras le hago seña al cochero de emprender el viaje.

-Por momento desearía no tener que volver a subir nunca más en uno de estos carruajes - les comento a mis compañeros mientras me acomodo en el interior.

El cochero sube al carruaje y en seguida comenzáis a moveros. Los caballos galopan con rapidez cruzando la oscuridad. Pronto abandonáis la zona del pueblo y comenzáis a atravesar el bosque, viendo como los árboles pasan peligrosamente cerca vuestro y a una velocidad poco aconsejable para un sendero como este.

No reconocéis el camino, aunque en la oscuridad es difícil estar seguro de nada. De pronto el carruaje se detiene prácticamente en seco, llevados por la inercia os cuesta manteneros en vuestros asientos, pero no sufrís ningún golpe de relevancia. El exterior esta totalmente a oscuras, y solo veis el brillo de una luz que parece alejarse del carruaje por la parte delantera del mismo.

Al asomaros por la ventana, veis que la figura del cochero avanza en la oscuridad con la lámpara de gas que colgaba de la parte delantera del carruaje, pero no veis señal del castillo ni de nada que reconozcáis en el exterior.

¡Dios mio! exclamo mientras intento no darme con el asiento de adelante poniendo las manos de por medio.

Me incorporo asustado y miro por la ventanilla de la puerta derecha. Solo para ver como el cochero se aleja del carruaje. ¡Eh, usted! ¿a dónde va? Esto no es el castillo de los Vadja grito indignadamente hacia el cochero.

No es posible, nos ha dejado aquí tirados.

¿Qué habra pasado? - pregunto mientras observo a Abberline asomarse por la ventanilla del carruaje - No debe ser nada bueno para habernos detenido de esta manera.

Tratando de recuperar la compostura abro la portezuela para observar por delante de los caballos tratando de tomar noción de donde estábamos.

Ves que el hombre se aleja andando con la lampara, pronto desaparecera entre los arboles. Estais rodeados por bosque, y ni siquiera ves un camino, se diria que habeis atravesado el bosque sin direccion.

Mi inquietud inicial para con el cochero, lejos de disiparse, se incrementa cuando nos deja en la oscuridad de un lugar desconocido, y se marcha sin mediar palabra.

-¡Por todos los diablos! He conocido gente poco comunicativa, pero este sujeto los supera a todos... Estoy harto de esta intriga. Propongo que lo sigamos de inmediato, antes de perder la pista de la luz de su lámpara.

Acto seguido me bajo del carruaje, armado con mi pistola.

Ves que el hombre se aleja andando con la lampara, pronto desaparecera entre los arboles. Estais rodeados por bosque, y ni siquiera ves un camino, se diria que habeis atravesado el bosque sin direccion.

No deberia ser dificil alcanzarlo, pues aunque se aleje puedes seguir su luz.

La idea de Thomas era más que acertada, sin saber donde estábamos nuestra única pista hasta el amanecer sería seguir a aquel hombre.

- Será mejor apurarnos, ¿alguno de ustedes sabe conducir este carro? Si logramos alcanzar al conductor podremos indagar que es lo que ocurre aquí. 

Me preparo, lampara en mano a seguir al Holzer o a ir hacia la parte delantera del carruaje en caso de que alguno sepa conducirlo.