Partida Rol por web

Wendel arruga los labios y su rostro se torna rojo de ira al escuchar las palabras del paladín.

- ¡¿Miedo?! -exclama mientras se pone tieso -¿¡Miedo!? Brrrrrrrrr

El enano respira un par de veces sin dejar de mirar hacia Arnold.

- ¿Cómo te atreves a insultarme así, paladín? Tal vez alguien debería enseñarte la diferencia entre la valentía y la estupidez ¡No verás a este enano arrugarse ante el peligro! Miedo.... Brrr.... ¡Miedo!

Las jocosas palabras de Arnold provocan una explosión de ira en el enano, poco acostumbrado a que se bromee con su valor.

- Os pido mil disculpas, Wendel, aunque no pretendía ofenderos. Tan sólo se trataba de una broma para tratar de distender el ambiente -sonríe amistosamente el paladín, reaccionando ante los bufidos- Nadie duda de vuestra valentía, maese. Ni de la de vos, ni de la de ninguno de nosotros.

Después se acerca a la librería y, con un fuerte soplido, libera de polvo y telarañas algunos de los libros que hay en ella, y se pone a examinarlos.

- Esperaremos las explicaciones del obispo, como dice Khelben -dice distraidamente a todos, con uno de los libros en la mano- pero es cierto lo que dice la mediana: una misión sin aventura sería un tanto aburrida. -mira sonriente a los que serán sus camaradas en esas supuestas aventuras.

Algo más tranquilo ante las disculpas del paladín, Wendel interviene de nuevo.

- Pues yo creo, si es que a alguien le interesa la opinión de este enano, que la aventura llegará por sí sola sin necesidad de que vayamos buscando los peligros -hizo una pausa mirando a sus compañeros -Esperaré a ver qué dice el obispo.

A continuación Wendel, mide con la mirada a cada uno de sus nuevos compañeros. Arnold, el paladín, no parece llevar mala intención a pesar de la desfachatez de su comentario pero aún está por demostrar su valía en la batalla. Khelben sí le parece un guerrero capaz de derribar a muchos rivales aunque el enano se guarda este juicio para más adelante. Luthien es un misterio para él, pues desconoce totalmente los poderes mágicos y más tratándose de elfos aunque bien es cierto que es una suerte que el enano no comparta los prejuicios de su pueblo hacia los "orejas picudas". Por último, Fibbin, una mediana arquera cuya inquietud sería conveniente mantener vigilada.

¿Quién habrá elegido este grupo? piensa el enano mientras espera la llegada del obispo.

La joven elfa, aguarda paciente junto al resto de sus compañeros, pero con un ojo atenta al gruñon barbudo que no hacía mas que quejarse de todo, lo cierto es que aquella situación no hacía mas que sacarla una sonrisa divertida en su rostro, había algo ciertamente cómico en la escena.

Tratando de distraerse, mira la carta que le dió su maestro e intrigada decide guardarla en uno de los bolsillos de su túnica, mientras se acerca hacia el paladín y el enano.

-Maese Wendel, no os ofendáis, seguro que el comentario de Arnold no tenía mala intentención. Nadie duda del valor de un enano, pero esto es algo grande y por los dioses se nos ha permitido formar parte de ello, La profecía no es un secreto, y debemos demostrar a esas viles criaturas que su tiempo ha terminado.-

Luthien sin duda habla ilusionada, pero desde la ignorancia de alguien que ha vivido gran parte de su vida encerrada en los muros de la academia de magia de Kajin, su tono jovial y un cierto aire de inocencia rodea a la elfa, a lo que dice y como lo dice.

Allí estaba Eddi apartado de todos escuchando a sus compañeros discutir por una tontería, claro que la misión debía ser publica por que así la profecía lo decía, pensaba mirandolos. Era de sentido común que alguien tenia que llevar las cenizas y nosotros eramos los elegidos. Sin hacer mucho caso aquella discusión no paraba de pensar en las palabras que le había dicho anteriormente  el obispo.

Todo estaba siguiendo un extricto  protocolo.Menos  mis compañeros que solo hacían que murmurar y quejarse ante la mirada de todos los presentes.

Pasado un rato, por fin el obispo hizo acto de presencia ante vosotros. Entrando por el umbral de la puerta os miro detenidamente de arriba abajo, haciendo especial hincapié en el guerrero y en el enano, mirando a este ultimo frunció el ceño recordando la insolente actuación de haberse sentado en el banco cuando debía permanecer de pie.

Tomándose su tiempo para una pequeña reflexión comenzó diciendo…

La muerte del cardenal no es un secreto y se ha corrido la voz de norte a sur y de este a oeste en todo Embelyon, créanme queridos amigos que es algo difícil de mantener en el mas absoluto de los anonimatos la identidad de cualquiera de vosotros.

Seguramente y sin que os hayáis  percatado, a  todos y cada uno de vosotros os habrán seguido, desde vuestro punto de partida hasta kajin, noche y día, fuera del alcance de vuestra vista, siguiendo vuestro rastro.

Así que no os preocupéis por el hecho de que haya revelado vuestra identidad en el acto religioso que acabamos de realizar, ya que como os acabo de decir, seguramente ya estéis en el punto de mira de vuestros enemigos.

Ahora si me permiten un consejo….mirando y señalando al enano dice… No le dejen hablar con semejante vozarrón en un lugar tan silencioso como es un templo sagrado, pues todo lo que se dice se escucha a la perfección a varios metros de distancia.

Una vez dicho esto os dio la bienvenida a kajin…

… Bienvenidos seáis a Kajin valientes aventureros. Deberíais estar orgullosos de estar aquí con esa carta entre las manos. Esa carta con el sello de vuestro, pueblo, comarca, ducado, lo que sea de donde quiera que vengáis, quiere decir que sois los mejores del lugar, que destacáis y sobresalís del resto de los vuestros, dando a conocer así vuestra valía como dignos emprendedores de la empresa que os va a ser encomendada.

Así pues, dadme vuestras respectivas cartas y después de la incineración del cardenal, que se llevara a cabo en breves instantes,  las leeré en las dependencias del monasterio, mientras a vosotros os acomodan en vuestros aposentos donde pasareis la noche de hoy y os darán de comer.

Una vez hayáis acabado de comer, me volveré a reunir con vosotros para daros todos los detalles necesarios para portar las cenizas a la cripta de Jhoannes.

Ahora, el que quiera dar el ultimo adiós al cuerpo del cardenal que tenga la bondad de seguirme. El que no desee hacerlo, será acompañado por uno de los guardias que hay en la puerta de la catedral hasta el monasterio donde se os alojara en vuestros aposentos.

Una vez dicho esto, os extendió su mano para que le hicierais entrega de vuestras cartas. Una vez las tuvo todas en sus manos, las dejo en uno de los cajones del escritorio, cerro el cajón con llave y os invito a salir para emprender camino hacia el crematorio o el monasterio.

Las insultantes palabras del obispo obligan al enano a morderse la lengua para no responder y perderse en una discusión interminable.

¿En algún momento dejaré de ser insultado a lo largo de esta misión? piensa mientras no aparta la vista del hombre que les habla.

- Espero que mi vozarrón no suponga un impedimento para asistir a la incineración del cardenal -dice controlando exageradamente su tono de voz.

A continuación hace una reverencia hacia el obispo.

La misión ya ha empezado. No me puedo fiar de nadie y debo continuar pase lo que pase. Así me ha sido ordenado y así lo haré por mucho que me insulten o desprecien.

 El obispo enseguida noto el enfurecimiento del enano e intento apaciguarlo con unas palabras...Espero que no mal interpretes mis palabras. Solo quise decir que debeis ser prudentes en todo momento, ya que nunca se sabe que oidos pueden estar escuchando.

El obispo acaba haciendole  un gesto de disculpa al enano. MIentras se dio cuenta de que no sabia el nombre de ninguno de vosotros.

Perdon, por mi mala educacion. no me he presentado... mi nombre es Alexander... el obispo espero a que cada uno de vosotros os presentarais diciendo vuestro nombre en voz alta.

- Wendel Thornsteel, enano de las minas de Burag-zal -el enano hincó una rodilla en el suelo apoyando el mango de su hacha y bajando la cabeza -Guerrero entregado a esta misión, dispuesto a afrontar cualquier peligro y dar la vida por llevar esta misión a buen puerto.

- Luthien Alcarin- Dice la elfa haciendo una humilde reverencia al obispo -Estudiante de magia de Kajin mi señor, dispuesta a serviros en que tengáis a bien disponer.-

En el tono de la elfa donataba un marcado respeto por la figura que tenía frente a ella, ya que así se le había sido inculcado, desde los inicios en la Escuela de magia, de hecho mantuvo la reverencia unos minutos, y nunca sostenía la mirada del obispo.

-Sería un honor para mi poder asistir a la incineración y ofrecer un último adiós al Cardenal con los honores que se merece.-

Khelben se queda impresionado por la presentación del obispo y su reacción ante los comentarios mantenidos entre él y el enano. Sólo eran simples opiniones entre guerreros que saben que las cosas no son fáciles ahí fuera y toda precaución siempre es poca.

 - Su ilustrísima señoría Alexander, mi nombre es Khelben Arunsun, más conocido en mi tierra como Khelben "Black" Arunsun. Soy hijo del capitán de las tropas que vigilan el sur de Kajin. Vos conocéis muy bien a mi familia, en especial a mi padre. Ya desde pequeño se me entrenó muy duro, quizá con la esperanza de algún día poder llevar a cabo la misión en la que hoy me veo inmerso y de la cual es un gran honor poder realizar.

Khelben hace una breve pausa al tiempo que señala las puertas de la catedral...

- Desde que he entrado por esas puertas sé que debo acompañar en todo momento a los restos de nuestro amado cardenal. Mi misión es, por tanto, no separarme de ellas hasta cumplir mi cometido. De esta forma os acompañaré, junto a los compañeros que así lo deseen, para asistir a la incineración.

Dicho esto Khelben se posa junto a Wendel y Luthien, ambos con los mismos deseos de acompañar a los restos del cardenal a su incineración.

El paladín deja el libro que tiene entre sus manos de nuevo en la estantería. Escucha atentamente las palabras del obispo y, cuando llega el turno de presentarse, da un paso al frente.

 - Excelencia, mi nombre es Arnold Greydove y vengo desde Lumen -dice con orgullo- El obispo Clarion me ha elegido para trasmitiros sus respetos y para representar a la Orden en la misión de custodiar las cenizas del Cardenal hasta su última morada.

Y eso pienso hacer, con la bendición de Pelor, aunque me vaya la vida en ello -Arnold inclina levemente la cabeza y se retira de nuevo un paso hacia atrás, dando por concluída su presentación, no sin antes añadir- Y, naturalmente, es un deber y un honor para mí asistir al acto de incineración de su Señoría.

 El obispo, con cara de satisfaccion asiente a todas y cada una de vuestras presentaciones.... Vuestros principios son cuanto menos, dignos de mencion. Con vuestras presentaciones no haria falta abrir estos sobres... esbozo una pequeña sonrisa.

Dirigiendo su mirada hacia Bhelben, lo mira de arriba a bajo, y haciendo un gesto de afirmacion con la cabeza mientras con su mano derecha se masajea el menton dice... Por supuesto!!! como no os he reconocido antes. Acercandose a el, posa su mano sobre el hombro del guerrero y zarandeandolo suavemente  le dice... no sabeis lo mucho que le debemos a tu familia en estas tierras. Estoy orgulloso de que uno de los portadores de las cenizas seis vos... dirigiendo su mirada hacia el resto de sus compañeros dice... por supuesto,sin menospreciar a los presentes.

Todavia faltaban dos compañeros por presentarse, el elfo y la mediana. Alexander dirigio su mirada hacia ellos esperando su presentacion.

La mediana ve como sus compañeros se van presentando y espera pacientemente a que llegue su turno. Justo en el momento en el que se dispone a hablar el obispo toma la palabra para dirigirse a uno de sus nuevos compañeros de aventuras, lo que hace que se quede con la boca medio abierta dando la impresión de que no le sale la voz. Una vez recuperada y después de mirar al obispo con cierta mirada de reproche por haberla cortado, se decidió a presentarse.

- Yo soy Fibbin Casaverde-dijo mientras hacía una reverencia- vengo desde los verdes valles que rodean Lippelt. Fue una sorpresa y un orgullo que los ancianos de mi comarca me eligieran a mi para participar en esta misión, por lo que cuenta con mi arco y mis flehcas para asegurar que se lleve a cabo correctamente. Lo haré lo mejor posible y espero no defraudarle-aunque casi siempre se muestra inquieta, algo normal ya que nunca antes había salido de los valles y siempre había sido su máxima ilusión, la joven sabe cómo comportarse en situaciones como aquella y siente el peso y el honor de representar a su pueblo en este momento histórico.-Y si me lo permite, a mi también me gustaría asistir a la incineración  del Cardenal.

Hmmm...nunca he ido a una incineración, seguro que resulta interesante.-pienso mientras imagino el momento de ver como queman el féretro-Cuanto menos, interesante. Tendré que estar bien atenta para luego narrar todos los acontecimientos a mi pueblo.

 Eddi espera pacientemente a que todos acaben de presentarse al obispo,mientras piensa en lo que le va a decir una vez la mediana acaba empieza su discurso:

 Mi nombre es Eddi wiliam señor, procedo de una familia humilde siendo hijo  de Leonor y Bernard. me criaron en los senos del ejercito y soy el mejor tirados e las tierras de  Aldulume.

Hace una breve pausa  y continua:

 Mi señor para mi sera un gran honor ir ala cremación, ya ke fue un gran hombre y devemos estar presente para que se cumpla la profecia.

Dicho esto eddi dio un paso a tras y espero que iniciaran la marcha.

Una vez entregados los sobres y realizadas las presentaciones ante el obispo, salisteis de la catedral en dirección al crematorio que estaba situado justo detrás de la misma. Así que tardasteis poco tiempo en llegar hasta allí. Las calles ya no estaban tan abarrotadas de gente, ya se respiraba más tranquilidad y desasosiego.

Una vez concluida la misa por el cardenal al pueblo solo le quedaba esperar al día siguiente para ver vuestra partida hacia las tierras del sur.

Llegasteis la crematorio y la simplicidad del lugar llamo vuestra atención. Apenas un par de bancos dispuestos en frente del horno crematorio para sentarse en ellos mientras se le da el último adiós al difunto.

Al entrar en el crematorio vuestras fosas nasales se inundaron del  característico olor a carbón  y vuestros oídos enseguida detectaron el sonido crepitante del fuego que había en el interior del horno de piedra, en el cual ya estaba preparado el féretro del cardenal para introducirlo dentro.

 El obispo os indico que os sentarais en los bancos y así lo hicisteis. El calor desprendido del horno crematorio era bastante intenso en el lugar donde os encontrabais  y eso hizo en alguno de vosotros que alguna gota de sudor resbalara por vuestra mejilla hasta caer al suelo, evaporándose de inmediato por el calor.

Sin demorarse lo más mínimo, el obispo se situó nuevamente en frente del féretro y después de una oración, se dirigió a vosotros con las siguientes palabras.

Es hora de darle el último adiós, quien tenga a bien de mostrarle sus respetos por última vez, este es el momento

 Una vez, le disteis el ultimo adiós, el féretro fue empujado bruscamente hacia el interior del horno por un monje, quedando así  a merced de las llamas, dicho monje mantuvo la puerta del horno abierta durante unos segundos, quedando así grabada en vuestra mente la imagen del féretro rodeado de llamas. 

Así pues, durante todo el día y toda la noche los restos del cardenal seguirán  consumiéndose poco a poco hasta quedar reducido a cenizas.

En el mismo instante en que el féretro fue empujado dentro del horno…

… un manto de nubes cubrió la ciudad de Kajin, como si de las lagrimas de los dioses se tratara, una fuerte lluvia empezó a caer, acompañada por rallos y truenos. El soleado día que había amanecido se volvió en poco tiempo en un día, triste y desolador. Esto hizo que un escalofrió recorriera todo vuestro cuerpo de pies a cabeza

 Vamos, es hora de marchar…. Dijo el obispo viendo que la tormenta no tenía pinta de amainar.

Salisteis del crematorio y os dirigisteis a mano derecha, un par de calles más hacia abajo, donde os encontrasteis de frente con el monasterio.

Allí os estaba esperando Ohepa que después de que el obispo se despidiera de vosotros, os  condujo  por entre los pasillos del monasterio hasta una amplia habitación compuesta por 6 camas y un armario situado en un lateral de la misma. La habitación estaba amueblada mínimamente por un par de mesas auxiliares, una especie de palancana debajo de cada una de las camas y un par de  antorchas encendidas colocadas a cada extremo de la puerta de entrada. A parte contaba con un amplio ventanal que daba al patio interior del monasterio desde donde podíais observar a los religiosos de la congregación del monasterio dando un paseo por el jardín mientras meditan o simplemente hablan efusivamente entre ellos.

 Una vez llegado al monasterio Eddi se dirigió  hacia una de las camas donde  puso sus cosas una vez llegado se giro y miro a Ohepa y le pregunto:

-Donde podemos dejar secar nuestras ropas mojadas por la tormenta.

Espero la contestación paciente mente mientras veía que los demás se iban posicionando en sus camas