Partida Rol por web

Me mostré sorprendida. ¿Como diablos sabia todo eso? 

- De donde has sacado todo eso? - Le pregunté y al momento cerré la boca. - Ah, creo que entiendo. Has llegado a lso registros de conocimiento de la Inconnu no? Pues eso es lo que dices que guarda esta nave. Cuantas naves mas hay? Hay registros de donde pueden encontrarse? - No paraban de bullir preguntas en mi mente, pero seria mejor no soltarlas todas de golpe. Intuia que a Elora no le agradaba demasiado hablar en pubico y no queria atosigarla tampoco. 

Elora torció ligeramente el gesto sin saber muy bien cómo expresar aquello (ni dónde meterse ya puestas)

—No... —carraspeó cuando Elvos le preguntó—. No me considero mejor que todos los profesionales que lo han intentado hasta ahora sin éxito.

El Inconnu era un enigma flotante para todos. Y necesitaban resolverlo si querían tener alguna oportunidad contra la que se les venía encima pero, detalles aparte, las preguntas de Kerius fueron un poco más difíciles de contestar.

—Más bien "cuando"—respondió mirando al turiano—. Esas naves se construyeron hace... unos 130.000 años por una civilización ya extinta. La primera fue precisamente Némesis y la última, Inconnu, una nave experimental. Eran siete, la Flota Zero, el pináculo de la tecnología.

Recordar la estampa de aquellos siete gigantes reunidos en medio del mas absoluto caos seguía siendo sobrecogedora. La llenaba de una sensación de admiración y a la vez de tristeza por la inmensidad de  todo lo que se había perdido aquel hórrido día. Pero aquel no era momento para sensaciones, sino para exposiciones.

—Tuvieron que huir precipitadamente hacia el espacio profundo y quedar ocultas en él. Aunque el Inconnu ha sido encontrado y ahora por lo visto también la Némesis. Pero dudo mucho que sea su tripulación original quien está dentro.

»No sabría decir dónde está oculta cada una de las demás pero el propio Inconnu puede encontrarlas. Aunque hace falta un poco de tiempo para preparar la nave y sólo un tripulante original sabría hacer eso—dijo—. Nova, la veloz, es la primera nave a encontrar. Si se me permite la observación: nos da tiempo de llevar a cabo esa misión en esa segunda colonia y luego partir a por ella.

Elora sabia muchas cosas acerca de la nave. Y de las otras. A saber como lo habria descubierto. Siete naves, La flota Zero, civilizaciones antiguas... Esto empezaba a salirse de madre. 

- Que mision en que colonia? No deberia ser nuestra prioridad encotnrar la "Nova" ? - Pregunté confusa, La capitana no habia hablado de ninguna mision en ninguna colonia. 

La capitana se había mantenido callada desde el principio de la exposición. Ni siquiera había cambiado el gesto a lo largo de toda la narración de la asari. Correspondía a la perfección con la mentalidad turiana pero ahora estaba en su mano tomar las decisiones más complicadas, ya que una nave casi idéntica estaba ahora mismo en busqueda y captura por terrorismo asesinato en masa.

- Por partes, 130.000 años es historia preproteana. Coincide con las pruebas hechas para averiguar la identidad de la nave, aunque los científicos le daban a la baja unos entre unos 95.000 o 112.000 años. El margen de error es aceptable, no se pueden realizar cálculos en metales desconocidos y las plantas del botánico han ido creciendo, muriendo y creciendo otra vez.

La pregunta común, ¿de dónde ha logrado toda esa basta información? -

Como era de esperar, Caelia hizo la pregunta obvia. La capitana no era estúpida, siempre se había mostrado muy práctica. Elora suspiró esperando que no fuese precisamente ahora cuando la tomasen por loca.

—Supongo que todos los presentes han oído alguna vez ese dicho tan conocido entre nuestro pueblo sobre "abrazar la eternidad"—dijo—. A grandes rasgos viene a significar que todo lo que ocurre en la galaxia perdura en esa eternidad. Se pueden guardar imágenes y sonidos de cosas que ocurrieron para conservarlos en objetos. Sólo hay que saber cómo.

La asari levantó una mano de la mesa, recubriéndola de una tenue aura biótica durante un instante para ilustrar aquello. Luego la dispó y la volvió a bajar.

—Todo lo que he dicho lo he... visto. En la memoria de la nave—carraspeó—. Y no es lo único, pero eso es otra historia. Que también nos sirve, aunque no ahora.

»Es necesario preparar el Inconnu para que pueda buscar a Nova. Pero nos da tiempo a llevar a cabo la misión antes porque necesita tiempo para ello ya que no puede hacerlo cualquiera que no sea un miembro original de la tripulación—esbozó una sonrisa muy tenue que ni ella misma sabía si era de tristeza o de inquietud por la que se les venía encima—. Por suerte en eso al menos tenemos ventaja sobre Némesis: ellos no tienen uno, nosotros sí.

- Hay otra colonia cuya población al igual que Terra Nova ha desaparecido. Ir allí iba a ser nuestro próximo destino, pero la aparición de Némesis nos ha dejado en un punto comprometido.- aclaró el turiano a Elvos. De hecho, antes de la reunión, Kerius había partido en busca de sus compañeros para contarles toda la información. Sin embargo, sólo había encontrado a Elora y ahora todos se encontraban en la sala de comunicaciones.

Los nuevos detalles que revelaba Elora dejaron desconcertado al soldado. Sin duda era algo increíble de escuchar. Una flota compuesta de siete naves que representaban la cúspide y que habían desaparecido por algún motivo, ahora regresaban. Al menos dos de ellas.

Kerius se preguntó cómo había descubierto Elora semejante información. La capitana Sancrinus se adelantó y formuló la pregunta que seguramente pasaría por la mente del grupo.

Su respuesta fue igual de misteriosa que el enigma que representaba esa Flota Zero. El halo azul que cubrió la mano de Elora, mientras ella explicaba le recordó al turiano que las asari eran una raza especial, capaces de hacer cosas que otros no podrían. Por segunda vez, mencionó el tiempo que necesitaría El Inconnu para encontrar la tercera nave. Luego añadió un nuevo elemento inesperado.

- ¿Un miembro de la anterior tripulación?- Se preguntó a si mismo, para luego abrir los ojos a modo de asombro. Una imagen se le vino a la mente y era una posibilidad ya que era la única pieza que se encontraba dentro de la nave cuando la encontraron.- ¿Te refieres a… Khan?

Elora asintió sin borrar la expresión. Sabía que lo que estaba sugiriendo podía resultarle un auténtico disparate a más de uno.

No me lo poria creer, Jamás se me hubiese ocurrido intentarlo. 

- No puede ser... Como diablos has conseguido entrar en la "mente" de una nave? - Miré a mi alrededor un poco acobardada. Yo habia podido abrazar la eternidad con seres vivos, con parejas, en especial aquellas mas afines a mi. Era un acto muy intimo y personal. Pero jamás lo habia intentado con objetos. Me llevé la mano a la empuñadura de la espada. Pero no habia nada ahi, pues descansaba encima de mi cama. - No... No es posible. Una nave no puede tener mente. No puede ser un ser vivo... - Me sentia como en estado de shock. Muchas preguntas acudian a mi mente. Lo que decia Elora no tenia ni pies ni cabeza. Pero si fuese posible... Oh, Leena... 

—Aun no sé exactamente qué es el Inconnu—intentó explicar Elora—. Conocí... al capitán original de esta nave. Y ojalá existiera más gente en la galaxia como él; si el Innconu es un reflejo de lo que Dragos era, os garantizo que podemos fiarnos.

Se rascó la nuca, no le extrañaba que Elvos estuviera tan confusa, ¿quién no lo estaría tras escuchar aquello? Ella misma se mostraría escéptica de no haberlo vivido.

—Los miembros de la tripulación también dejaron memorias... Pude ver alguno de estos mementos. Los adeptos entrenamos nuestra faceta biótica desde pequeños porque es más fuerte de lo normal, y aun así me agotó una barbaridad—carraspeó con cierto nerviosismo—. Aunque si una cosa me quedó bien clara es que la tripulación del Inconnu dejó ese legado para ayudarnos. Hay otras memorias que podría ver. Y si nos ayuda, con más razón aún.

Kerius se acomodó en su silla, sin cambiar la expresión serena de su rostro. Respiró profundamente, asimilando toda la información que estaba revelando Elora. Se rascó el mentón intentando comprender todo aquello.

Su especialización era la de soldado, por lo que todo lo que tenía que ver con la biótica o con habilidades que permitían ver cosas que otros no, le resultaba complicado de asimilar. En otras circunstancias, escuchar semejantes historias le habría resultado prácticamente imposible de creer. La flota zero, naves que reflejan la personalidad de los capitanes y que habían permanecido ocultas, sin olvidar las palabras de alguien que decía haber visto la memoria de una nave y de su tripulación.

Cuanto más escuchaba, más inverosímil parecía todo aquello. Pero la situación era la que era y sólo podía confiar en ella.

- Entonces si hay más memorias, tendremos que acceder a ellas, aunque supongo que eso también requerirá tiempo, ¿verdad?- dijo el turiano. Por su mente pasaba la imagen de Elora exhausta minutos antes de la reunión.- Y si, como has dicho, tiempo es lo que necesita el Inconnu para rastrear a Nova, ¿tendremos el suficiente como para ir a esa otra colonia? ¿Qué estaríamos buscando allí?

—Me temo que no podeis acceder a ellas—respondió Elora con cierto timbre de inquietud. Aunque entonces cayó en la cuenta de algo: lo único que tenían como garantía de la existencia de aquello era su palabra. Tras pensárselo unos instantes añadió:—. No lo he probado nunca... pero creo que se me ocurre una forma de "mostraroslas". Requeriría tiempo si hubiese que hacerlo con más de una pero lo haré con las que haga falta si con ello puedo ayudar.

Cruzó los brazos sobre la mesa por hacer algo con ellos, básicamente. No tenía ni idea de qué pensarían de ella a estas alturas las tres personas que la estaban escuchando pero la alternativa era callárselo todo, lo cual hacía automáticamente que dejase de ser una alternativa en sí porque no traería nada bueno.

—Da tiempo, confía en mí—fue lo único que contestó con respecto a la colonia.

Luego miró a la capitana. Por desgracia, Elora tenía una idea muy clara de lo que se iban a encontrar allí... pero no quería hablar de las misiones sin su permiso: aquello le correspondía exclusivamente a Caelia.

Aquello era increible. Era una faceta que nunca habia explorado de la biótica. 

- Si necesitas ayuda con esas memorias, es posible que pueda ayudarte. Aunque no sea tan buena en la biótica como tu. 

Demasiada información en un tiempo muy breve, tan compleja que las posibilidades no hacían más que multiplicarse.

- La nave no está viva, pero N'Wani ya lo ha resuelto, solo hay que saber como guardar los recuerdos. Quienes crearon el Inconnu llevan siglos o quizás milenios de ventaja a los mejores científicos de la galaxia, basta una mirada al sistema de armamento o a cualquier otro dispositivo para darse cuenta de ello. Puede que vislumbrar esos recuerdos solo se necesite una biótica sumamente depurada, o algo más que nosotros no tenemos pero ella si. - La capitana argumentaba con seguridad su posición, pero sus dudas parecían estar en otro lugar.

Ha dicho que se extenúa , ¿el procedimiento tiene riesgos? De ser así no es aceptable correr un peligro innecesario. -

Elora se lo pensó un momento.

—No, mientras no esté sola. Y mientras descanse antes de ver otra—terminó respondiendo—. Si el precio por contribuir a que la galaxia no termine convertida en polvo espacial es agotarme un poco, lo pago encantada.

Peligro innecesario, unas narices. Era la Vía Láctea lo que se estaban jugando allí. ¿Qué era ella en comparación a una galaxia entera? Tal vez hubiera algo de peligro si no se tenía cuidado, vale... pero desde luego la asari no lo veía ni de lejos innecesario.

—Hay algo más sobre esas imagenes. El motivo de que sólo Nemesis posea un arma diseñada para matar dioses, bueno... —se detuvo un instante de duda. Luego pensó que iba a ser mejor resumir:— . Shepard tenía razón.

Tras un carraspeo y un momento de silencio incómodo, se levantó sin brusquedadde la silla. Iba a ser mejor que lo vieran con sus propios ojos y ya está.

—Necesito encontrar un memento para poder mostrarle a los presentes la memoria de la que hablo. ¿Permiso para ausentarme unos minutos, capitana?

La capitana parecía debatirse sin cuartel en su foro interno, pero la urgencia del momento exigía que lograsen cualquier avance, por absurdo o arriesgado que pareciera.

- Haga lo que tenga que hacer. -

Minutos después una sudorosa Elora volvía a la sala cargando un rarísimo cubo fabricado en metal y crista emitiendo destellos de energía extraña, no era posible que ninguna raza conocido hubiera creado una pieza semejante.

Kerius agachó un poco la cabeza. De modo que para poder acceder a esas memorias se requería ser un experto en biótica o algo relacionado con ella. Por suerte, Elora creía saber cómo mostrarlo al resto, lo cual era un alivio para el turiano.

La asari salió de la sala de comunicaciones en busca de uno de esos mementos de los que había hablado, mientras el restó se quedó en silencio. El torbellino de información ofrecía respuestas enigmáticas que conducían a nuevas preguntas. Todo lo que parecía ficción, se convertía en realidad. Qué descabellado resultaba todo.

Poco tiempo pasó hasta que Elora regresó junto con un objeto. ¿Eso era el memento?

- ¿Qué es ese cubo?- preguntó el turiano. Si ese era el objeto que guardaba algunos recuerdos de la nave, ¿qué otras funciones tendría, a parte de albergar dicha memoria?.- ¿Dónde lo has encontrado?

Elora miró un instante el cubo metálico y de cristal que tenía entre las manos; algo tan pequeño y con un valor tan inconmensurable. Lo que eran las cosas.

—Es un memento—respondió a Kerius—. Uno de los últimos testimonios de Dragos: el capitán original del Inconnu.

La segunda pregunta sin embargo la hizo esbozar una sonrisa tenue, casi con disculpa.

—De la memoria de la nave...

Carraspeó. Seguramente Elvos pillaría enseguida el concepto de lo que iba a hacer pero los dos turianos necesitaban una explicación. Incluso Caelia que era una cábala... ya que aquello era algo propio de una raza, no de un biótico per sé.

—Mi gente puede "conectar" su mente a la de otro ser vivo. Con eso se pueden ver pensamientos o mostrarlos—expuso—. ¿Se acuerda todo el mundo de cuando Shepard llegó a la Ciudadela diciendo algo sobre una vision del planeta Illos y cómo una asari le había ayudado a entenderla viéndola ella también? Pues hizo algo así.

Miró el cubo y se concentró un instante antes de empezar a emitir una tenue aura biótica, como si fuera el vaho que desprende un trozo de hielo. En versión azul brillante, eso sí.

—Sois tres pero si genero un campo lo suficientemente fuerte, creo que podré mostraros lo que hay en el memento—dijo—. Pase lo que pase no toqueis el cubo, tocadme a mí.

Estaba un poco en shock pero se me pasaba rapidamente. Albergaba la esperanza secreta de volvera conectar con Lenna, pero rapidamente se desvanecia esa esperanza. 

Elora aparecio con un cubo, decia que era un pedazo de memoria de la nave. Iba a juntar su mente con la suya y mostrarnoslo. - Elora. Puedo ayudar en algo para que te sea mas leve?

Elora negó con la cabeza antes de concentrarse en el cubo.

—Ya lo estás haciendo—dijo—. Siempre es más fácil conectar con otra asari.

Cuando la asarí comenzó a presionar el cubo la luz que contenía en el interior aumentó en proporción a la fuerza ejercida. Llego un punto en donde la intesidad era tan luminosa haciendo necesario cerrar los ojos para evitar molestias, los laterales del cubo se fueron acercando paulatinamente, deslizándose finamente entre el diseño, en cuanto las paredes metálicas del dispositivo se juntaron la luz reclamo el absoluto dominio de la estancia y los recuerdos de los antepasados se mezclaron con todas las mentes gracias a la conexión única de la biótica.

Eran testigos de mundos que no podían existir, planetas extraños y exóticos en donde la vida había evolucionado hasta la inteligencia en razas tan dispares como parecidas a las conocidas, ciudades con diseños que solo en sueños podían concebirse, extraordinarias naves espaciales flotando por el cosmos, tecnologías similares a las que conocía, otras totalmente distintas. Aquel lugar era un universo o quizás rincón del universo distinto, poblado de vida y misterios.

Solo había una nota común que reconocía con facilidad, los ya tan conocidos relés de masa, aunque con algunas pequeñas diferencias pero a la vista era evidente que eran los mismos ingenios alienígenas.

Pero la vida, plena y consciente como lograba contemplar se extinguió en un apocalipsis que inclusó el mejor autor de fantasía sería incapaz de describir. Maquinas, extrañas máquinas de guerra y muerte aparecieron en los cielos de cada mundo, de todos los tamaños y proporciones, cada una con formas bien definidas y fijadas. Eran ángeles de muerte y destrucción sin duda ni misericordia.

Cientos de mundo cayeron en bombardeos planetarios, otros destruidos en brutales asaltos terrestres en donde los asesinos de metal despedazaban y trituraban a sus víctimas con rapidez y macabra eficacia. Los pocos que se defendieron solo lograron prolongar lo que era un fin inevitable.

La muerte no terminaba la desgracia de los vivos, muchos eran alterados, deformados y combinados hasta transformarse en meras parodias de lo que antes habían sido, pero con un propósito distinto, exterminar a los que antes habían sido sus semejantes.

Uno a uno, sin  prisa pero sin pausa todos los mundos cayeron hasta que solo un pequeño sistema solar quedaba indenme.

Las imágenes se centraron un sistema binario, en donde el planeta y su luna eran mundos azules y verdes llenos de vida, extrañas ciudades de cristal se integraban en el ambiente sin que ni un solo atisbo de polución contaminase el planeta.

Pero en el lejano relé del sistema la energía no ceso de crepitar y el ejército infinito de las máquinas salió para buscar a sus últimas presas.

En ese instante la visión de los presentes descendió como una nave un picado suicida, adentrándose en la atmósfera del planeta para contemplar maravillas por las que muchos darían años de vida. Los ojos llegan al suelo pero no hay golpe ninguno, no hay dolor que la aqueje. La vista se adentrá en la oscuridad hasta una inmensa sala. Su tamaño empequeñece los estadios más grandes que han conocido. Millones de cubos como el que usaban se repartían por doquier y en el centro en una enorme mesa de cristal, como una replica aumentada de la que habían visto varias figuras humanoides discutían el destino de la raza más poderosa en la existencia.

Pronto el suelo comenzó a temblar y era evidente que el asalto al planeta había comenzado. En el mismo punto en donde dos figuras se levantaron y discutieron quizás en los últimos días de un universo.

Todas vestían de negro, muchas se protegían con túnicas, en cada una había el mismo aspecto demacrado de una vejez prematura y síntomas de decrepitud, pero en todos latía una poderosa biótica natural y sus extraños dispositivos revelaban unas mentes científicas sin precedentes.