Partida Rol por web

Hay nieve por todas partes, lo cual no es de extrañar por dos razones; es pleno invierno y la altitud a la que se encuentra Canterlot ayuda a que apenas se deshiele. Por suerte, con un pequeño hechizo tu maestro es capaz de derretir las zonas por donde pasáis, cosa que tus cortas patas agradecen. Al final llegáis ante una de las casas y Cloudy se detiene unos instantes, agachando la cabeza para estar a tu altura.

-Voy a tardar un tiempo en terminar con estos asuntos. Aprovecha y date una vuelta por la ciudad, Canterlot es precioso estos días, pero no te metas en líos. ¿Seguro que vas bien abrigado con eso?

Es la quinta vez que lo pregunta desde que salisteis, pero parece no recordarlo. Te aprieta un poco más la bufanda y comprueba que el gorro esté bien colocado, hasta que casi acabas medio asfixiado. 

Book rodó los ojos cuando Cloudy volvió a preguntarle lo mismo ooootra vez.

- Voy bien abrigado, tendré cuidado y nada de líos -repitió una vez más con cierto tonillo musical de quien está cansado de responder lo mismo una y otra y otra vez.

Y en cuanto se dio la vuelta, ya estaba aflojándose la bufanda para no ahogarse. Si ya se había puesto tres veces enfermo ese invierno... No debían quedar más enfermedades ese año. Aun así evitaría mojarse y la diversión de hacer un pony de nieve para no tener que aguantar otra semana de estornudos, cama y sopas calientes. De vez en cuando estaban bien pero estaba hasta la punta del cuerno de sopas.

Y bueno… se había quedado solo. Tomaría la sugerencia de su maestro y daría una vuelta. Era un alivio salir de las inmediaciones de Cerro Blanco. Seguramente allí nadie le conocería y podría pasearse sin tener que preocuparse por todo. Pero cuando quiso darse cuenta, estaba en las afueras de la ciudad. La costumbre había guiado sus cascos y tampoco le importaba. Le hubiera gustado echar un vistazo al mercado de Canterlot o haber visitado lugares importantes pero podría leer sobre ellos en otro momento, las vistas de la montaña toda nevada sólo podía tenerlas en invierno.

Haciendo mi patrullaje matinal, aprovecho para disfrutar del aire de Canterlot, volando alto y disfrutando de la vista de una ciudad.

Hacía pocas semanas me habían trasladado de las fronteras a la ciudad por orden de la Princesa Celestia que necesitaba alguien que manejara la nieve y los vientos helados. Al principio resultaba excitante. Salir de la villa e ir a una de las grandes ciudades, con gente, con barullo, con edificios altos, comidas variadas y frescas, etc.

Mas toda esa belleza duro pocos días. Nunca imaginé que el desarraigo de la familia podría jugarle tan en contra. La ciudad es hermosa, pero así también la soledad se hizo más latente. Una cosa es ir a las montañas durante un par de semanas y volver a ver a la familia.... Otra muy distinta es patrullar un solo día y volver a una habitación vacía y no tener a nadie con quien hablar.

Si bien siempre fuí más solitario que sociable, nunca venía mal entablar relación con alguien. El ser de una tierra lejana y encima un pueblerino jugaba muy en contra en un entorno donde las jerarquías jugaban un papel importante a nivel social.

Las nubes y los vientos fueron regulados, ya se acercaba la hora del cambio de turno, así que me dispongo a volver a la guardia y presentar informe.

Antes de darse cuenta había dejado la ciudad atrás siguiendo algunos copos de nieve. Había sido divertido conseguir recoger un par con la lengua pero esperaba que se tratase sólo de algunos copos retrasados y no del inicio de una ventisca. Eso les podía dificultar mucho el camino de vuelta y ahí seguro que sí enfermaría. Al mirar a su alrededor ya no había apenas edificios de ponis pero seguía cerca del camino que llevaba a Canterlot. ¿Le daría tiempo para una pequeña excursión?

Paseando sin un objetivo claro y sin terminar de perder de vista alguna referencia que le sirviera para volver, Book encontró unas preciosas flores que crecían entre la nieve y se acercó a olisquearlas. Parecían pequeñas gotas de nieve, como si el manto blanco que lo cubría todo hubiera sido cosa de las plantas.

Mientras sobrevolaba por última vez la zona lindante de la ciudad alcanzo a divisar a un unicornio. Pequeño aparentemente, ingresando a un espacio donde podría no llegar a salir.

Así que decido bajar, lentamente para no asustarlo ni que se levante mucha nieve por el aletear de mis alas.

Aún flotando cerca del piso y sin tocar el manto blanco que había en el mismo me dirijo hacia el pequeño poni:

- Hola. ¿Qué haces por aquí? Esta es una zona peligrosa, un ruido fuerte y podría suceder una avalancha.

Distraído en sus cosas no escuchó llegar al otro pony y al escuchar su voz se sobresaltó dando un pequeño respingo. Se dio rápidamente la vuelta para encararle, pensando que si tan peligroso era deberían haberlo señalizado con algún tipo de cartel. Aun así… aquel enorme (comparado con él, desde luego) pegaso lo había dicho más bien como advertencia por su bien, sin ninguna mala palabra hacia él o tono de desprecio. Él agachó las orejas avergonzado y removió un poco la nieve con el casco delantero.

- Eh… hola… S-solo paseaba, lo siento.

La mirada de Book cambiaba nerviosamente del suelo poco a poco hacia él para volver a retirarse a otra parte rápidamente al ver que seguí ahí de pie mirándole. Sí, seguramente no le habría reconocido. Se suponía que las cosas de los pueblos no llegaban hasta allí, ¿verdad?

Aquel pequeño se lo veía más que avergonzado, asustado, aunque no logro comprender bien porque. ¿Dije algo malo? ¿O de mala forma?

Tratando de componer mi comportamiento indebido, al menos a mi entender, me acerco de a poco hacia el unicornio hablandole con tono suave.

- No hay problemas, en épocas de nieve cualquier zona puede ser peligrosa. ¿Me permites acompañarte hasta la ciudad? Recién termino mi turno de patrullaje.

Al ponerme a la par me presento:

- Por cierto, soy Icy - digo extendiendo mi casco en forma de saludo.

No pudo evitar sonreír levemente. Ni siquiera parecía molesto y le supo mal llevarle la contraria, así que se dejó acompañar. Su paseo de investigación había sido interrumpido pero, bien pensado, tampoco quería quedar sepultado bajo la nieve.

- Book Shield.

Vale… igual no había sido la mejor presentación de la historia de las presentaciones pero era culpa de la falta de práctica. Según caminaban él iba mirándole de reojo. No se parecía a la mayoría de los unicornios que vivían en esa ciudad. Tenía aspecto de… venir de algún lugar realmente frío. Estaba seguro de haber leído sobre lugares en los que era invierno prácticamente todo el año y que por eso algunos ponis habían desarrollado un pelaje más grueso que les permitía mantener la temperatura de sus cuerpos. Una especie de bufanda integrada permanente.

- ¿Es usted… miembro de la Guardia Real? -terminó preguntando en referencia a lo del turno de patrullaje.

Rio de buena gana ante la pregunta del unicornio, hacía tiempo ya que no lo hacía y me hizo sentir bien.

- No, disto mucho de serlo todavía... Aunque algún día espero poder serlo. Estoy en un escuadrón aparte dentro de la milicia, pero fuera del ámbito de la Guardia Real. Mi padre es uno de los defensores de la frontera en las Montañas Heladas y yo vengo de esa guardia a pedido de la Princesa Celestia. Soy quien maneja los vientos helados y la nieve en este lugar, de ahí mi nombre, Icy Breeze.

Suspiro al recordar mi pequeña villa.

- ¿Y a ti que te ha traído hasta aquí?

- Vaya… Suena alucinante -comentó en voz baja mientras le escuchaba hablar de cómo la propia princesa había solicitado sus servicios.

Tenía que ser alguien realmente importante. Y no le extrañaba si provenía de una familia de defensores de fronteras y cosas así de geniales. Aunque creía saber por experiencia que no tenía por qué ser así. Él era la muestra viviente de ello si todo lo que había escuchado siempre de los otros ponis del pueblo era verdad.

- Oh. Mi maestro tenía cosas que hacer y le he acompañado. Se suponía que iba a dar una vuelta mientras le esperaba… pero me alejé un poco. No sabía que podía ser tan peligroso.

Ahora que lo pensaba… igual ellos sí estaban en la ciudad después de todo… Se alegraba de no saber qué aspecto tendrían… porque podría haberse puesto muy nervioso de haberles visto.

- Ah, eres un pequeño estudiante. Que bueno - le digo mientras sigo aleteando sin tocar la nieve mientras el unicornio camina - Ojalá todos tuviesen la suerte que tienes de contar con un maestro y un mentor a tu lado. Y no te preocupes por los peligros, el peligro siempre está presente, solo es necesario saber como reaccionar en el momento que suceda. Esa piedra de allí puede ser peligrosa si pisas mal, podrías golpearte, o quebrarte. ¿Eres de por aquí o un foraneo como yo?

La charla me estaba gustando, no había presiones y el pequeño unicornio parecía bastante sincero en su respuesta, cosa rara donde cualquier otro podría haberme mandado a volar sin más ante mis preguntas "pueblerinas".

Consiguió hacerle sonrojar. Dicho por él su vida no sonaba nada mal y tenía razón. Disfrutaba con lo que hacía y no había un pony en toda Equestria al que quisiera más que a su maestro. No debería permitir que las opiniones de otros ponis le hicieran olvidar lo afortunado que era.

- Venimos de Cerro Blanco, la aldea del Árbol Blanco. No queda demasiado lejos desde aquí.

Sólo lo suficiente para que fuera tranquila pero poder llegar a escuchar las últimas novedades con celeridad. Y… bueno… él no vivía estrictamente en Cerro Blanco… pero podía servir para que se hiciera una idea.

- Y... no soy pequeño. Sólo soy un poco bajito para mi edad.

- Jajajaja, no te ofendas. No fue con esa intención. Todo estudiante es pequeño en relación a su maestro. Nunca quise hacer referencia a tu estatura... - viendo que ya estamos llegando a la plaza - Bueno. Ha sido un gusto hablar con vos Book Shield. Creo que aquí ya estarás a salvo. Me he entretenido y no me he dado cuenta de que ya llegamos a la plaza.

Agachó la cabeza un poco, avergonzado por haberle entendido mal. De todas formas... qué más daba la edad que se pensara que tenía, ¿no?

- Ah, la plaza...

Pues sí que habían llegado... y era casi tan grande como todo Cerro Blanco. Ahora sí que se sentía perdido.

- Y... ¿sabe de algún lugar que pueda visitar? Se supone que estoy haciendo tiempo.

Tampoco iba a entretenerle más. Seguro que tenía cosas que hacer en su tiempo de... no estar trabajando. Los ponis de la ciudad siempre estaban haciendo cosas.

- Francamente no conozco ningún lugar, como te conté, hace poco que estoy aquí. Uno de mis compañeros me dijo que hay un mercado que está muy lindo, y que tiene un lugar que hace el mejor chocolate caliente de Equestria. ¿Quieres que vayamos a ver?

¿Chocolate caliente? ¡Eso sonaba genial! Y seguro que, por poco que llevara, había visto más que él en sus pocas visitas breves.

- Oh... Eh... bueno... Si tiene cosas que hacer no hace falta que se quede, señor Breeze. Bastante ha hecho escoltándome de vuelta.

Y seguro que de todas formas podría encontrar algo que hacer por allí, aunque fuera sentarse y observar a la gente pasar. Ya era una actividad que no podía hacer en Cerro Blanco. La parte de ver gente distinta, vaya.

Rain sobrevuela los cielos de Cerco Blanco en busca de nubes rebeldes que hacer desaparecer, normalmente no pasa por esta zona pero de vez en cuando le gusta estirar las alas y alejarse de su ciudad natal, Rain ve abajo en el pueblo a un pegaso que parece recién llegado, juraría haberlo visto recientemente por Cloudsdale o quizás por las montañas nevadas cercanas, pero no lo recuerda muy bien el caso es Icy....¿Se llamaba Icy tal vez? ¿Y que hará por aquí se habrá perdido y se lo estará preguntando al pequeño unicornio con el que habla?.

Rain decide bajar y preguntarle a Icy que hace por allí así que velozmente y con sus poderosas alas baja hasta llegar al suelo un poco alejada de los dos ponys para no interrumpir bruscamente su conversación.

Una vez cerca Rain le habla al azulaceo pegaso.

-Hola buenas....¿Eres Icy...?, es que bueno os he visto desde arriba y pensé que quizás te habrías perdido

-Y hola a ti también jóven unicornio, soy Rain -Dice la pegaso amablemente