Partida Rol por web

Forad está, si cabe, más arisco que nunca. Está atento a la conversación y no puede evitar evaluar la situación y las decisiones del manco.

Kanlil iba caminado sin entrar en las conversaciones, hasta que escuchan unos gritos mas adelante. Se para en seco, atento a cualquier sonido que le llegue.

Maestro, quieres que me adelante silenciosamente, saliéndome del camino, para ver que puede ser?

Verom mira s sus compañeros y tranquiliza al bárbaro.

- No te prrreocupes porrr ellosss. Maese Werrrterrrr - dice señañando a Sortien - desea pactar con los jefes.

Me he dado cuennnta que no te ha rrrresultado exxxxtrrrraño el grrreñudo - ahora señala a Forad - ?has visto a otros como él?

El bárbaro medita su respuesta un par de segundos, y luego se lanza a contestar algo reacio.
-Vi ggrreñudos como él harrrá media luna, porrr este camino, perro cerrrca del establo come-hierrba que llaman Alto saltarrín. Iban hacia el norrte, dos manos conté. No los molestamos, Hor Ruden los acompañaba.

>¿Trraes más comehierrbas a la mesa del Gran Hos? Los Hombrres sabios te entrregarrán a los osos después de arrancarrte la piel a tirras, hace-palabrrras. ¡Ja! Esperra un poco a que rreorrganize a los niños...

El bárbaro silba y la caravana se detiene. Se acerca hasta sus subordinados, que se habían callado con su anterior orden, y comienza a impartir instrucciones.

El enjuto bárbaro vuelve la cabeza desdeñoso a Sortien.
-Lo que hagan los Hombrrres del Pueblo, sólo el Pueblo de los Hombrrres lo decide. Los come-hierrrbas sois trrraicionerros y no rrrespetáis los pactos, mentirrosos son los hijos de Melvith.

>... Perrro Ojan Argar escucharrá lo que los jefe de cabrrrerros tengan que decirrr.

Luego ve que el agua está hirviendo y hace una señal para que Adon arroje en ella algo, unos tallos u hojas secas.

Forad saca su comida casi sin mirar hacia el zurrón. Durante todo el viaje no ha parado de mirar con curiosidad al hombre sabio y en este momento no es distinto.

- Andaos con cuidado con lo que planeeis. Puede ser más peligroso de lo que a primera vista aparenta. Alguna vez me dijeron algo sobre estos hombres sabios... ¿que era? - El rostro de Forad se muestra pensativo.

Después de los últimos comentarios de Verom, a Forad se le ocurre una pequeña estratagema para ganarse a los bárbaros. Su aspecto debería ayudar. Eso debería darle la oportunidad necesaria para poder permitirle en cualquier momento acercarse al hombre sabio sin levantar excesivas sospechas.

El bárbaro del arco tensa una flecha y luego la relaja y se ríe. Grita: ¡Eh!¡El peludo quierre comerr conejo hoy!¡Serrrá el único tipo de conejo que le deja acerrrcarrrse!¡Ja ja ja!

Los bárbaros parecen encontrar la broma graciosa, y Folcad y el bárbaro perseguidor también se relaja. Por el contrario, el Hombre Sabio frunje el ceño y responde: ¡Esperremos a verr qué consigue, perrro no dejes de apuntarrle porrr si huye!

Je,je, tranquilo, Forad, que ya le he cogido el punto. El próximo que cocine será el mejor conejo que hayas probado.

¡Mirar! Otra caravana.- dice Kanlil señalando a la fila de carromatos que se divisa adelante en el camino.

Os detenéis a unos cien pasos de la caravana, que prosigue su lento descenso. La escolta bárbara de la caravana que desciende viene además seguida de un largo rebaño de ovejas. Algunos de los norteños de la escolta se adelantan a grandes zancadas y saludan alegremente a vuestros vigilantes. Se saludan a su manera y se funden en abrazos llenos de vigorosas palmadas. Sois prácticamente ignorados, incluso Verom.

Erem, algo más adelantado, charla con los brazos en jarra con el Hor de la caravana, un hombre joven y espigado, de pelo oscuro y terribles cicatrices en un rostro que sería bello sin ellas. El escándalo a vuestro alrededor os impide que os enteréis de lo que hablan.

Verom se abre paso entre los bárbaros y se planta junto a Erem. Le da tiempo a escuchar a éste decir: ... está perrrdiendo su hombrría, no deberría rrecibirrr..., deteniéndose cuando se percata de que el casi-hombre está junto a él. Se queda boquiabierto, poniéndose rojo de ira ante la falta de respeto del Skarge, pero no dice nada, quizás por la costumbre adquirida de no cuestionar al escupe-palabras de Horgan Hos.

El joven Hos le mira sorprendido primero, y luego muestra un atisbo de reconocimiento. Le saluda a la manera bárbara. Verom encuentra interesante que el Hombre Sabio no haya informado que le acompañaba... -Deseo que hayas tenido buena caza, casi-hombrre. En el grrran establo se alegrrarrán de verrrte, harrás bien en bajarr como el viento frrrío y congelarr las irrras del grrran Hos y Horgan Aros. Aros ha vuelto, perrro Hos no le perrrdona su desobediencia. Nadie sabe lo que sucederrá en la danza de la luna llena.

El bárbaro titubea antes de responder al Skarge. Es un come-hierbas, pero también es un casi-hombre y uno de los principales aliados de Horgan Hos, no es bueno para su clan ocultarle nada.
-Nuestrrro Horgan caza al lado del grrran Hos, hace-palabrrras. Perrro esos folla-yeguas del Clan Arrar quierren pactarr con come-hierrrbas. Y los niños del Clan Macos crrreen que ya son hombrres porrr saquearr los despojos que los Hombrres les dejaron, quierren seguirr al Clan Perto al blando surr.

>Perro todo esto ya lo sabía el hace-palabrras de Horgan Hos. Dile que el viento sigue soplando a su favorr, y que Hor Volgar- se toca el pecho indicando que es él - llevó su botín a casa del gran Hos parrra que su mujerr lo disfrrute.

Se vuelve hacia Erem Argar, que ya ha superado su sofoco y ahora mira con odio a Verom.

-Hombrre Sabio, hemos de parrtirr. Prresenta nuestrros rrrespetos a Ojan Argar. Buena caza

El Hor se dedica a reunir a sus hombres para que vuelvan a la escolta de la caravana. Tanto los bárbaros que os custodiaban como los de la caravana habían hecho un corro en torno a Forad, y se estaban pasando el conejo que el conjurador había cazado, al que el propio Forad había dado un mordisco para beber su sangre. Compartiendo su viscoso fluido, el salvaje parece haberse ganado aún más la confianza de los bárbaros.

Durante la marcha Forad permanece atento nuevamente a alguna posible caza. Casi permanece más cerca de los bárbaros que de los que son su verdadero grupo pero lanza miradas a sus compañeros tratando de intuir lo que pasa por sus mentes.

- La próxima vez llamaré la atención de los bárbaros para que me acompañen en la caza.

Bajáis hacia Alto Saltarín entre las primeras sombras de la noche. El camino serpentea un poco entre varios huertas abandonadas y luego comienzan a aparecer las primeras casas de los dueños, o más bien de la gente que trabajaba esas tierras. Están carbonizadas, no se levantan más que travesaños, vigas y algún horno de barro o piedra. Son las primeras muestras de destrucción producto de la invasión bárbara que veis. Tras dejar atrás varias de esas ruinas, un olor dulzón a putrefacción os alcanza; proviene de un pozo que se vislumbra al final de un ramal que sale del camino, a no más de veinte o treinta pasos. Debe haber algo muerto allá abajo. O alguien.

Se hace de noche. Unas luces se encienden delante, donde debe estar el cercano pueblo. Los bárbaros y Erem caminan ahora más cerca de vosotros. Los huertos dejan paso al pequeño hayedo que visteis desde arriba. Al salir de él veis ya la empalizada que rodea Alto Saltarín, iluminada por sendos pebeteros en el acceso del camino. Está en pie, pero la puerta es un montón de cenizas y troncos carbonizados. Una veintena de tiendas se levanta a vuestra izquierda, en una explanada entre un riachuelo que baja buscando el Saltarín y el camino, en la que Sortien recuerda que se levantaba un mercado cada mes o estación. Varios bárbaros con antorchas salen a vuestro encuentro de entre las tiendas. Son de un clan distinto al de los bárbaros que os acompañan, así que el recibimiento es algo más frío. Cruzan unas cuantas palabras cordiales con Erem y éste les pide que os encierren en "algún corral del establo". Erem se queda allí, y tres bárbaros de los desconocidos os acompañan junto con vuestra escolta hacia el interior del pueblo.

Los bárbaros miran con desconfianza a Verom y luego se alejan hacia las tiendas interrogando a Erem y mirando de vez en cuando hacia atrás, hacia vosotros. Por vuestro lado, os conducen hasta el interior de la empalizada. Pasáis entre los pebeteros mientras Folcad responde al Skarge con voz queda, son niños de la trribu Uro del clan Maco. Se ven como hombrres porr matarr viejos que no pueden ni huirr y violarr mujjjerres prreñadas. En batalla llorrarrían parra que Hombrres de verrdad les prrotegierran del metal come-hierrba. Los otros bárbaros ríen con Forad por su comentario (éste empieza a pensar que lo toman como una divertida rareza), le dan palmadas y empujones y le dicen que prefieren que les cace un conejo de los grandes.

Dentro de la empalizada reina la oscuridad, las casas de piedra de los artesanos y señores de la lana de Alto Saltarín sólo son iluminadas débilmente por la luz de la luna casi llena. Los guías no llegan muy lejos, os conducen detrás de una de esas casas donde se levanta un cobertizo de una única puerta, al que os obligan a pasar a trompicones. Allí un desagradable hedor vuelve a atizaros y, antes de que Kanlil tropiece con ellos, sabéis de la presencia de los dos cadáveres del suelo. Folcad reacciona airadamente, se siente insultado y a gritos dice que "su ganado no se mezcló con la pobrredumbrre del ganado muerrto a manos de niños". Hay un conato de pelea cuando Folcad empuja al primero de los guías, pero la franca superioridad en armas de los bárbaros del clan Viento que os acompañan consigue que los Macos saquen de allí a rastras a las dos mujeres muertas, una gorda y casi anciana, la otra una adolescente regordeta, ambas, desnudas, amoratadas y con claras marcas de estrangulamiento en el cuello.

El todavía furioso Folcad cierra la puerta, no sin antes añadir.

-Luego trraerré caza parra vosotrros, casi-hombrre. Los Uros son estúpidos, sus insultos no quedarron sin castigo, lo prrometo.

Luego sale, y le escucháis ordenar a los otros tres bárbaros de vuestra escolta que se queden custodiando el cobertizo. Realmente tiene valor ese tipo, piensa Ankor. Se aleja sólo con los tres guías con los que hace un minuto escaso ha estado a punto de pelearse.

Kanlil mira a Forad cuando este le pide que mire a ver si viene alguien.
No se que es lo que quieres que mire, la puerta está cerrada, y todavía no tengo el poder de mirar a trabes de los objetos- Kanlil le guiña el ojo en tono burlón.
De todos modos estaré atento mientras utilizas tu magia. Pegaré la oreja a ver que escucho de fuera.
Kanlil se acerca hasta la puerta, donde coloca la cara pegada a esta, intentando escuchar lo que pasa fuera, por si algún ruido le pueda hacer pensar que alguien va a entrar mientras Forad cura a Ankor, y de paso si se entera de alguna conversación, mejor.