Partida Rol por web

Correis, correis más y más en pos de Folcad, que se mete entre dos altas casas de piedra. El bárbaro os guía a través de la maraña de casas de madera y cabañas solapadas que forman el corazón de Alto Saltarín. Esquiváis pilas de madera para los hornos y chimeneas, carros cargados con piedras y saltáis una valla tras la cual una docena de grandes piezas de tela están colgadas secándose tras ser tintadas.

Aun así, no conseguís despistar a vuestros perseguidores. Los escucháis veinte, treinta pasos detrás de vosotros. Debe haber por el griterio al menos ocho o diez.

Tras saltar la valla, Kanlil comienza a quedarse rezagado. Su pierna se le resiente, habrá de hacer un sobreesfuerzo para no quedarse descolgado.

Nada más terminar sus curas Forad se dirige a un rincón donde empieza con su ronroneo habitual. La salida de la prisión te le pilla tan de sopetón que casi no logra despertar sus sentidos. Corre habilmente entre los distintos ostaculos durante la huida pero sus sentidos están embotados y le cuesta centrar la vista en su casi tocayo de nombre para seguirlo.

- Kanlil, no te retrases... - Forad se mira las manos impotente y mira hacia atrás tratando de vislumbrar a los perseguidores. - Podría hacer que fueras más rápido pero es arriesgado, para mi y para tu pierna.

Kanlil intenta, a duras penas, seguir el paso de los demás, pero su pierna no está del todo curada, y eso le hace rezagarse.
A su espalda le vienen los sonidos de sus perseguidores, más cerca de lo deseado. Eso hace que Kanlil se esfuerce con más ganas, sacando fuerzas de donde no hay.
Guarda tu magia para otro momento, Forad, intentaré seguiros. ¡Vamos, rápido!

Tras escuchar los gritos Sortien se levanta

Tal y como dije no tendremos descanso aquí.

Cuando Folcad abre la puerta salgo apresurado y echo un vistazo.
Tras eso me apresuro tras Folcad.
Esta era la escusa perfecta para desacernos de estos barbaros, pero primero hay que salir de aqui...

Vamos Kanlil!! aguanta!

Ankor se levanta del suelo de un salto al notar que alguien abre la puerta, los acontecimientos se suceden rápido y recibe con una de sus muecas a modo de sonrisa la invitación de Folcad de sacar las armas cuando sea necesario. Se pone a correr junto a sus compañeros intentando no tropezar con nada en su camino.

Transcurridos unos instantes y ante la indicación de Sortien, se pone a su altura.

Es tras la valla donde se secan los paños tintados donde comienzan los problemas. Sortien se despista tras decirle a Ankor que se vaya a la retaguardia con él. Los paños le impiden ver bien por dónde van Kanlil y Forad, y sale del tenderete frente a una valla que salta ágilmente, pero tras la cual sólo hay una calle formada por dos docenas de chabolas apiñadas y al fondo de la misma, la empalizada.

Verom sigue a Folcad y sus bárbaros de cerca, pero a la hora de saltar nuevamente la valla, la guita que ata las botas se le engancha a la valla y cae pesado al suelo al otro lado. Pierde un tiempo vital en cortar la guita (el maldito estoque tiene el filo un poco embotado, y con la punta es difícil cortarla) en el que Forad y el cojo Kanlil lo pueden dejar atrás, si es que no lo esperan.

Los Uros perseguidores deben estar detrás vuestra, por que se les escucha gritar y ulular por todos lados. Pero de momento no véis a ninguno en vuestro entorno.

En una de las múltiples miradas de Ankor hacia atrás para ver si le aparecen los perseguidores, se percata de que Sortien ya no corre junto a él.
¡¡¡Que demonios!!!! ¿pero si estaba aqui hace un instante?

Ankor lo busca con la mirada insistentemente mirando atrás y adelante repetidamente para no tropezarse con nada.

Ankor se asoma entre los paños y ve de frente cómo Sortien titubea dirigiéndose al fondo de una calle. Los demás, por contra, están a su izquierda auxiliando a Verom, que ha caído saltando una valla.
¡Sortien!¡Por aquí!
El viejo maestro de esgrima se da la vuelta sobresaltado, intuye la gran silueta de Ankor en la penumbra y vuelve sobre sus pasos. Lo sigue hasta el desnivel que separa las últimas casas del pueblo de la empalizada. Ambos lo saltan los últimos, Forad, Verom y Kanlil ya están junto a la base de tierra y los largos listones de madera que componen la empalizada, y pueden comenzar a escalarlas.

El jaleo se intensifica por todos lados, y véis globos de luz proyectados por antorchas moviéndose a vuestras espaldas, a lo largo del pueblo.

- Bueno, ya vienen todos. - Son los últimos pensamientos de Forad antes de saltar sobre el obstáculo.

Kanlil llega a la empalizada un poco después que Forad. Espera a que Verom llegue, y tras enlazar las manos ayuda a este a subir por los troncos de la empalizada, haciendo de punto de apoyo con las manos entrelazadas.Una vez que Verom suba, Kanlil hará lo propio.

Verom llega a trompicones hasta la empalizada, echa un vistazo rápido para calcular la distancia hasta sus perseguidores pero todavía no tiene línea de visión. Al volver a mirar hacia delante ve a Forad desaparecer al otro lado del muro y a Kanlil unir sus manos en gesto de ayudarle.

- Gracias, Maese Kanlil.

Un bárbaro armado con una antorcha se asoma por el desnivel que saltásteis segundos atrás. Se detiene al veros y eleva la voz: -¡Aquí!¡Están aquí!
Oredon, uno de los componentes de vuestra escolta, sale corriendo hacia él gritando enhardecido por la proximidad del combate. A medio camino, le arroja una de las hachas al bárbaro que todavía andaba buscando su mazo de piedra. El hacha oscila en el aire y se clava en el centro del pecho del Uro. Este abre la boca en un rictus de dolor, se deja caer hacia adelante y se desploma por el desnivel hasta los pies de Oredon. Vuestro escolta apaga la caída antorcha de un pisotazo, saca el hacha clavada del pecho de su rival, que se debate inútilment en el suelo, y le rebana el cuello con ella.

Maldita sea, no veo nada en esta oscuridad.- Kanlil se lamenta al no poder escalar la empalizada. Cuando uno de los bárbaros se agacha para ayudarle, Kanlil no desaprovecha la oportunidad, y colocando un pie en la espalda del bárbaro intenta trepar de nuevo.
Esta vez consigue colocar los pies en los sitios adecuados, y comienza a subir agarrandose a los troncos de la empalizada.
Se descuelga al otro lado, donde ya estan Forad y Verom, con cuidado de no lastimar su ya resentida pierna.

Es mi turno
vamos Ankor

Ankor llega a la empalizada y tras mirar atras por última vez da un salto e intenta asirse al muro para escalarlo.

Ankor necesita de la ayuda de Aros, otro de los bárbaros, para saltar la empalizada. Pero Sortien, manco como es, no encuentra la manera de subir.

Los Uros comienzan a llegar ya en gran número. Dos más aparecen por donde cayó su compañero, y tres surgen de la oscuridad tras una choza al sur de donde estáis vosotros. Oredon empuña otro hacha y ruge a sus enemigos, ¡BAJAD A MORRRIRRR CHUPAHIERRRROS! A sus contendientes no les falta tiempo para saltar sobre él, que aprovecha para herir a uno de ellos con un hachazo descargado sobre el hombro expuesto.

Folcad mira a Sortien tratando de escalar la empalizada y niega con la cabeza. ¡Todos!¡A trrreparrr ya! Inválido, sé valiente y gánanos algo de tiempo. Al menos morrriste sirrrviendo a los tuyos.

Los otros dos bárbaros comienzan a trepar.

Ankor coge la mano fría de su compañero, que previamente ha lanzado una mirada de rencor al bárbaro que le proponía quedarse como cebo. A pesar de que Sortien pone todo de su parte, subirlo casi a pulso es todo un reto para el fortachón. Titubea entre usar el brazo del codo lastimado, pues es mucho el riesgo que corren.

Folcad empuja al bárbaro que más le estaba costando subir a la empalizada y se encarama a ella de un ágil salto, deslizándose hasta la punta de los listones. Allí se queda un momento, viendo cómo tres Uros corren hacia vosotros y cómo Oredon despacha a otro de sus oponentes antes de ser roeado por media docena de bárbaros. ¡Oredon!¡Te vi en el Viento del Kar Duchodris!, grita antes de dejarse caer al lado de Verom, Kanlil, Forad y compañía.

Ankor coge la mano de su compañero y amigo y se dispone a subirlo.
Werter, impulsate con las piernas cuando te lo diga. ¿Preparado? AHORA!!
Tira fuertemente de él y grita por el esfuerzo y por que nota una punzada de dolor en su renqueante codo izquierdo.