Partida Rol por web

Ankor se acerca a Forad, se descuelga la mochila y saca parte de las vendas y un pequeño cuchillo.
A ver Forad, dejame ver ese brazo. Cada día odio más las flechas...
Ankor comienza a tratar con cuidado a Forad siguiendo la técnica habitual cuando se trata de una flecha.
Esto te va a doler un poco pero será solo un momento Ankor le da un trozo de rama para que la muerda y seguidamente retira la flecha del brazo de Forad con un tirón rápido.
Seguidamente presiona rápidamente la hérida para evitar pérdida de sangre y venda el brazo de Forad.

El frío es intenso durante la negra noche en Bosqueogro. La necesidad de guardar silencio, pues todavía escucháis lejano algún grito de vez en cuando, os impide salir del aturdimiento en que os sumerge el frío y hace que Kanlil y Sortien se muestren cada vez más letárgicos.

Ankor se sienta en todo momento cerca de Forad y los bárbaros, y al lado de Sortien. No quiere que al salvaje le falte de nada. Ha tenido gran parte de culpa en que hayamos podido escapar casi enteros. Aros está recostado contra él, respirando afanosamente. Poco a poco se recupera al quedar seco y recobrar el calor.

De repente, un enorme rugido seguido del quebrarse de un montón de ramas y gritos humanos ascienden con el viento hasta vuestros oídos. Ankor y Peralun dan un respingo. El rugido, de un ogro sin duda, no estaba cerca, pero tampoco tan lejos como os gustaría. Al darse la vuelta, el mercenario ve que Forad ha abierto por completo los ojos y se ha incorporado componiendo un rostro serio. Años viviendo en estas montañas despertándose con tales ruidos, y puede que algo más, han sintonizado sus reflejos con la cercanía de los ogros.

Kanlil, bajo la manta, y con el calor que le proporciona estar junto a su maestro, consigue entrar en calor poco a poco. Cuando más a gusto estaba, es cuando se escuchan los gritos y los rugidos. Le viene a la cabeza la figura de los enormes ogros que se encontraron al entrar en bosqueogro.

Tal como le dice Ankor, kanlil intenta afinar su oído, no muy seguro de si realmente quiere escuchar nada. Los gritos humanos son escalofriantes, y los rugidos hacen que vuelva a perder todo el calor que había recuperado. Aún así se esfuerza en escuchar, para hacerse una idea de a que distancia pueden estar.

Sortien comienza a sentirsse mal, para no dejar que Kanlil pasase frio se puso de tal manera que no le diera el frio viento.
A duras penas se lavanta y recoge sus cosas

El grito del ogro ha suministrado a Forad la adrenalina suficiente para tomar control de su destrozado cuerpo y ser consciente de la situación. Tambaleante y con el brazo entumecido por el dolor se acerca a un pobre arbusto. Sus cánticos suenan distintos a otras veces, la rabia forma parte de la salmodia. Con el brazo bueno frota con fuerza la herida del otro, una luz tenue como la de una brasa se manifiesta sobre la herida, la piel carraspea y se ennegrece mientras un olor a piel y pelo quemados inunda el ambiente.

- Si no sucede nada mañana estará bien. - Su voz suena contenida pero al mismo tiempo manifiesta un vago reproche al mirar a Ankor.

- Vaya, me va a tocar ejercer de mediador... ¡a mi! - Una vaga una mezcla entre sorpresa y miedo se refleja en la cara de Forad. - Arrros..., Pelarrrrum..., ¿cuantos ogrrrrros habeis visto? No son un enemigo fácil y menos si van en grrrrupo. Yo he comido su carne con otrrros "peludos argar" como yo y nunca nos fue fácil capturarlos. Ankor... - Forad remarca claramente su nombre con intención de que se den cuenta que no se refiere a él como come-hierba. - ...sólo quierrre estar prrreparado. Los valientes hijos de la tierrrra son aquellos que están siempre prrreparados para la lucha.

Ankor se aparta y Pelarun se queda un rato mirándole con una mirada inescrutable para cualquiera, pero no para ti, Kanlil. El bárbaro es un matón igual que muchos que has conocido en tus vagabundeos antes de unirte a Sortien. Sabes que Pelarun, aunque no diga nada, se la acaba de jurar a Ankor. Lo matará (o más bien, lo intentará) a la mínima oportunidad.

Con sorprendente disciplencia, Aros asiente con la cabeza y luego coge a Pelarun apartándole hasta donde acaban los arbustos que os cubren. Allí cuchichea algo con su compañero. Forad observa algo divertido, a pesar de la ardua tarea que le ha tocado sin desearla, cómo Ankor, Sortien y Kanlil hacen lo mismo en el otro extremo del cortado. Tras ello, se pone a la tarea de revisar las heridas del grupo. La herida de Pelarun es más bien superficial, no le ha dañado el músculo y el bárbaro masculla algo sobre curarse por sus medios. En cuanto a Ankor, su codo sigue sin tener toda la movilidad que debiera.

Cuando Forad termina, Aros, que le miraba fijamente mientras revisaba a los come-hierbas, le pregunta: ¿Puedes hablarrr con los ancestrrros, Peludo Argar? Si puedes, dile a los míos que me den valorr esta noche, y si no, pídeles que me acojjan como a un hombre si esta noche caigo.

Peralun resopla ostentosamente y se pone en pie. Ha estado restañándose la herida de mientras. El Viento no dejjjjó que nadie se acerrcarra sin silbarrr un aviso. Se coloca donde antes hacía la guardia, mirando de vez en cuando hacia los come-hierbas.

- Asssí fue y mañana vimos la luz. - Son las palabras de Forad a las palabras de pelarum para transmitirle confianza.

Después descansa un poco y se relaja meditabundo como parte del teatro.

- ¿Y que le digo yo al bárbaro este? ¿Por qué me dice esto? ¿Sabe algo que no sabemos el resto?

No es todo teatro en Forad, en verdad se siente muy débil y las punzadas de dolor de su brazo le abotargan, pero se sobrepone a ello y trata de indagar al bárbaro antes de dedicarse a recuperar la herida a Ankor.

- Arrros, ¿por qué me dices eso? ¿Temes algo? - Forad formula la segunda pregunta con voz queda para no ofender al bárbaro frente a los otros. - El prrrredador no es nadie sin prrrresas pero algunas prrresas son más peligrosas que los predadores. Un torrro acorralado frente al lobo puede destrozarlo, coman lo que coman cada uno. - La última frase es una clara alusión al término come-hierba. - ¿Entenderá lo que quiero decirle con el símil? Bueno, tratemos de contentarlo. Trataré de contactar con los antepasados, pero no te puedo assssgurrrar nada. Aunque antes tengo que dejaros a todos bien. - Forad indica a Pelarun y Ankor.

Kanlil se levanta mosqueado y tropieza con una de las piedras desperdigadas junto al cortado. Está a punto de precipitarse en los arbustos, si no fuera por que Forad lo sostiene mientras lo mira con ojos penetrantes. Luego se coloca en la cuesta que conduce al costado, cerrando el paso y escudriñando la oscuridad. De vez en cuando mira hacia Pelarun con desconfianza.

Finalmente, Ankor, Sortien y Forad se recuestan todos juntos. Sortien no puede parar de toser por lo bajo durante toda la noche, apenas consigue dormir un cuarto de hora de seguido.

Kanlil custodia el paso que de acceso al cortado donde os refugiáis. La tensión de saber que el otro bárbaro está despierto y de que un ogro puede aparecer en cualquier momento le mantiene despierto.
Un tiempo después de que se acuesten sus amigos, escucha algo arrastrándose o moviéndose abajo del cortado. Kanlil se endereza, no llega a ver nada ahí donde provienen los ruidos. Mira a su espalda: Todos duermen, incluido Sortien, y Pelarun está sentado mirando la pendiente poblada de arbustos, controlando que nada se mueve por allí.

Kanlil se tensa al escuchar los ruidos de algo arrastrándose. No consigue ver nada, pero la idea de que sea un ogro acechándoles, hace que se le pongan los pelos de punta.
Mira al Pelarun, quien también hace guardia, y le hace un gesto con la mano, señalándole el lugar de donde vienen los ruidos.
Luego hecha unos pasos hacia donde duermen sus compañeros, y zarandea silenciosamente a Ankor. No quiere despertar a todos sin estar seguro de que están en peligro, pues tal vez se trate de un animal.
Ankor, he oído algo ahí abajo.
Luego vuelve a su lugar de guardia, y buscando algo para esconderse, hecha un vistazo en la oscuridad, intentando discernir algo.

Me despierto cansado y malhumorado, no he podido pegar ojo.
Y sentado echo un vistazo a mi alrededor

Poco antes de retirarse a descansar tras la seguridad de los centinelas Forad revisó la herida de Ankor. Su tratamiento no había surtido efecto, el paciente no había mantenido unos cuidados mínimos requeridos debido a la huida y ahora tocaría realizarlos de nuevo a pesar del dolor que le recorría el brazo. Menos mal que se acercaba la noche y durante el descanso podría recuperar sus fuerzas.

Forad se acercó al hombretón.

- Anda que has cuidado mucho de que se te curara. - Fueron las primeras palabras de reproche del conjurador, mientras preparaba la herida para realizar sus curas mágicas retirando la costra fracturada del anterior intento. - Nos conviene ganarnos a los bárbaros y parecen haberme tomado por un Hombre Sabio, necesitaré vuestra ayuda para dirigirlos. - Las palabras de Forad fueron a penas un susurro camuflado por el viento cuando acercó su rostro al oido de Ankor como si fuera parte de sus atenciones. - Bueno, todo listo, no te muevas. - Dicho eso Forad cerró los ojos y comenzó a murmurar palabras ininteligibles mientras su brazo convaleciente se posaba con cierta dificultad en una rama cercana y el otro gesticulaba sin tregua.

Muchas veces habian visto al conjurador alargar sus itervenciones con eternos cánticos pero esta vez los componentes del grupo no sabrían decir si fue por la tensión del momento, de saberse en zona peligrosa, o porque el mismo conjurador así lo había decidido pero el caso es que la espera fue eterna. El conjurador gesticulaba una y otra vez y no dejaba de murmurar. Sus ojos permanecían cerrados la mayor parte del tiempo pero algunas veces los entreabría y se veían blancos como la leche. Finalmente, su cuerpo se tensó y el brazo sano se posó sobre la herida de Ankor tapando completamente esta con la palma. Una luz comenzó a emerger entre la mano y la herida pero parecía debilitarse. El sudor de Forad chorreaba por su frente y su cuerpo se marchitaba pero, nuevamente, una energía surgida de no se sabe donde pareció recorrerle nuevamente el cuerpo, se tensó más y más y su brazo apretó con tanta fuerza la herida de Ankor que este a duras penas pudo dejar de emitir un grito de dolor que afortunadamente quedó en un gemido. La luz se intensificó y el familiar olor a piel quemada volvió a inundar el olfato de los presentes.

Luego Forad, desfallecido, se retiró a un rincón donde siguió con sus interminables cánticos ignorando al mundo que le rodeaba. Por un momento pareció vislumbrase en su rostro el dolor y se notó como encogía vagamente el brazo herido pero nuevamente esa rabia, la que parecía haberlo inundado mientras curaba a Ankor, se adueñó de él y su rostro se mostró firme y determinado. Nada podría evitar que se recuperara esta vez.

Si Ankor, ejem..ejem! creo recordar..ejem ejem...que tienen buen olfato!Ejem, ejem.. hay que estar preparados y vigilar todos los flancos, ejem..ejem.. ¿Te encargas tú o te ayudo? ejem...ejem..ejem...

Peralun retira hosco el emplaste de ti, Forad.
¡Déjame en paz, Peludo! No necesito tu ayuda, ve con tus amigos come-hierrrbas.
Luego baja el primero por la salida del cortado.

Forad lanza una mirada acuciante a Sortien pues piensa que él debe ser el que mejor conoce la zona pero intenta ocultarla de los bárbaros.

- Vamos, máldito manco, di algo, que "Peludo Argar" te apoyará. Al menos a un bárbaro lo tengo ganado y el otro... ya se como me lo voy a ganar.

Sortien intenta idear algún camino que sea seguro para no ser descubiertos y si además conlleva cierto riesgo para que la muerte de Peralun accidental sea creible, mejor.
Me estoy cansando de estos animales!

Aros escucha lo que confidencialmente ha tenido a bien contarle Forad. Queda impactado por lo que le cuenta, y se mantiene sin habla un tiempo. Luego se acerca de nuevo a Forad y le responde en voz baja.

Hablarrré con Peralun, Peludo Argar. Perrro no crrreerrá lo que me cuentas. Es tan durrro de cabeza como el invierrno en Kar Udras.

Se retrasa para hablar con Peralun, que lo despacha con un "no" que escucháis todos y retrasándose aún más.