Partida Rol por web

Bend es un buen sitio para detenerse un par de semanas. Llevas un par de días en el pueblo y ya ha habido tres fiestas y por lo menos media docena de peleas. El presi de esta filial, King As-de-picas, suele dejar bastante sueltos a sus hombres. Supones que eso hace que algunos se cuestionen su liderazgo, pero, que tú sepas, no ha habido un desafío real nunca desde que se puso la chupa de rey de los moteros.

Ahora mismo estás en la sede, o, bueno, en la parte de abajo. Es un bar de carretera limpito y ordenado, a las afueras , en el que suena música más vieja que tú y donde Parientes y miembros de la banda suelen pasar el rato. El túmulo está un poco más allá, en el bosque, bajo constante vigilancia. Pero la verdad es que el café que hace la chica de...de alguien, no recuerdas bien de quién, es sublime. Cada vez que pasas por Bend y te pilla el amanecer, tomas un poco.

A lo mejor es una violación de las leyes de los Wendigo. En fin, el café es americano, ¿no? Y el azúcar también. Pero si te lo tomas con leche, ¿Eres una corruptora portadora el Wyrm? ¿Y si pides tortitas? ¿O una hamburguesa? Lo cierto es que ese fanatismo es un poco ridículo. Lo has descubierto desde que estás en la banda. Aquí casi todo el mundo pasa de lo que se supone que tienen que hacer los Garou. Contestan a los Ancianos, respetan a los Metis, viven en ciudades...pero al final del día, pelean por Gaia como cualquier otro guerrero. Quizá más. Como dijo Donnie una vez: "Combatirás al Wyrm donde more y críe; te voy a dar una pista: no cría en las arboledas ni mora en nuestros túmulos. Si quieres luchar de verdad, acompáñame a la ciudad". De hecho, según muchos Wyld Ones, la Nación está muy cómoda en su punto muerto, resistiendo en sus bosques, habiendo renunciado a ganar.

Ahora mismo estás con un hermano de Bend. Se trata del propio vicepresidente del club, Nathaniel West, Caminante Silencioso a pesar de sus rasgos anglosajones. Es bastante joven para su Rango, pero entiendes que los demás le sigan, es carismático y su forma de contar historias es digna de un Galliard, aunque sea Ahroun. Te ha visto aquí y se ha sentado contigo sin preguntar.

El segundo al mando de los Cazadores Salvajes da un sobro a su irlandés. Debería llegar pronto su señor desayuno de huevos con bacon. No se priva de nada el señor West. Siendo como es un local de la Nación, seguramente los productos estén limpios. ¿Sería una traición a tu Tribu y a todo lo que significa pedir algo sólido tú también?

- Entonces, hermana - te llama "hermana" para mostrarte cierta deferencia, en lugar de decir "chica" o "Kanda", las dos cosas más comunes, porque a los Garou te tu banda les cuesta mucho leer, no digamos pronunciar, tu nombre correctamente -. ¿Cuánto quieres quedarte? Aquí andamos bastante tranquilos, pero creo que Ed quería mandar a alguien al norte

Se refiere a King. Edward King, a quien nadie ha vuelto a llamar Eddie desde que tomó el mazo. West transgrede un poco y le llama Ed con cierta confianza, pero cualquiera sabe lo que diría el presi si tú le llamaras así.

Suspiro, reconfortada. El olor del café recién hecho de la chica de no recuerdo quién es de lo mejor que se puede respirar por las mañanas por estos lares. La gran taza que sostengo entre las manos está caliente y llevo varios días sin comer ni beber nada caliente, así que en estos momentos esto es como una bendición. Donnie se ha separado de mí hace relativamente poco y yo he decidido que quería volver a pasar por Bend, y quizá por Langley, para ver si escucho noticias sobre Erin y Camille; no sé nada de ellas desde lo de Laviebelle. 

West, el joven que se ha sentado junto a mí sin preguntar, no me cae mal. Como buena Galliard, sé apreciar a alguien que sabe contar historias, más aún si cabe cuando él no lo es, así que no me molesta su gesto. Más bien al contrario, me he acostumbrado en los últimos meses a tener un carácter mucho más abierto del que tenía en un principio, no sólo porque he conocido un mundo mucho mayor que la Reserva, ni porque esté descubriendo que, quizá, algunas tradiciones de los Wendigo no han evolucionado con los tiempos como deberían, sino más bien gracias a mi inverosímil amigo Corta-el-cable-rojo, un Fenrir que se ha convertido en la persona a la que seguir en este vasto mundo. Y, de hecho, viajando con él, mi carácter de joven kwakiutl ha cambiado mucho, me he vuelto mucho más sociable, mucho más amigable. Ahora incluso me río de las bromas. 

-¿Al Norte? -repito entonces, con un atisbo de sonrisa iluminándome el rostro.

Me gusta el Norte, para mí es como estar un pasito más cerca de casa y, a pesar de que me gusta la vida que llevo ahora, me tranquiliza también saber que siempre tendré un lugar al que regresar. 

-Bueno, pretendía averiguar qué ha sido de unas amigas que dejé aquí, en Bend, la última vez que las vi y después, la verdad es que no tenía nada pensado... estoy dispuesta a todo -mi sonrisa se ensanchó.

Entonces me decido y pido el mismo desayuno que West, al fin y al cabo, a estas alturas, por un desayuno tampoco va a pasar tanto. 

- Al Norte - afirma él dando un sorbo a su café -. Parece ser que una manada nómada anda metida en un buen lío y necesitan apoyo

Se encoge de hombros. La verdad es que no es ninguna novedad montar en ayuda de los hermanos de la banda, pero, ¿Tú? ¿No eres muy joven para que te confíen una misión sola? Es posible que los Wyld Ones estén mal de tropas, pero, ¿acaso West no puede ir y volver en un periquete? Tardaría tres días a lo sumo, supones, una semana como máximo, y no parece que las funciones de un vicepresidente sean tan absorbentes. O podría ocuparse cualquier otro hermano. Pero te lo está casi proponiendo a tí, que acabas de aparecer, como quien dice y no tienes tanta idea. ¿Es una prueba de lealtad o todo lo contrario?

Llega tu desayuno y tu compañero sonríe al ver que comes lo mismo que él. Imaginas que él también habrá oído esas cosas que se dicen de los Wendigo...

- ¿Las locas? - pregunta, refiriéndose a tus amigas -. Si te refieres a las dos que creo, están en la carretera del este, cazado. O eso me han contado. Si las conoces, ya sabes como son, aparecerán en Singapur dentro de un mes cargadas de cosas y de problemas

Luego se recuesta. Busca en el bolsillo de su pantalón y saca el móvil, en el que comprueba algo.

- Vaya, parece que tenemos ya alguien en el envío del norte, ¿Quieres apuntarte? Seguro que es divertido; la manada a la que vais a hacer una visita tiene un don para las catástrofes

Lo miro a los ojos, durante unos largos instantes, entrecerrando los míos. Sí, es cierto que estoy descubriendo mundo, pero en la Reserva también me enseñaron muchas cosas y esas enseñanzas aún están grabadas a fuego en mi mente, reverberando con fuerza, vibrando en la oscuridad de los recovecos de ésta. ¿Será otra prueba? ¿Como lo de Diente-de-Acero?

Tras sostenerle la mirada unos segundos, finalmente decido confiar en él y sonrío, aunque mis ojos continúan ligeramente entornados. 

-Podría ir en su ayuda, por supuesto. Pero ¿por qué yo? -pregunta mi lengua abiertamente, antes de que mi cerebro pueda hacer nada para evitarlo; bueno, lo dicho, dicho está, así que me aclaro-: es decir, hay muchos más miembros de la banda mucho más experimentados y fuertes que yo ahora mismo... ¿por qué me lo ofrece a mí, señor West?

Justo en ese momento llega mi desayuno y, la verdad, me alegro mucho de haberlo pedido. Está buenísimo. ¿Quién sabe? Lo mismo incluso puedo terminar acostumbrándome a todo eso...

Entonces habla de Erin y Camille y, aunque no dice sus nombres, sé que se refiere a ellas. Sonrío de nuevo, relajando un poco el semblante. Sí, pienso, supongo que Camille no puede aguantar mucho tiempo seguido sin liar alguna. Vale, está bien. Ya va siendo hora de que vaya haciendo algo. ¿UN don para las catástrofes? No puedo evitar imaginarme a Donnie haciendo explotar algo y eso hace que me ría para mí misma. ¿Dónde estará él también? Esa manada nómada de la que West está hablando... no, no puede ser, sería demasiada coincidencia...

-Muy bien -contesto finalmente, tras terminarme de un trago lo que me queda de café, decidida a averiguar qué ha pasado y a montar en ayuda de unos compañeros si es necesario- ¿A dónde tengo que ir? ¿Con quién me tengo que encontrar?

West se estira, subiendo los brazos extendidos por encima de la cabeza. Hace rotar su cuello un par de veces, hasta que se produce un chasquido que encuentra satisfactorio. Cómo les gusta hacer estas cosas a los hombres, o a los pandilleros, o a los hombres pandilleros. Acto seguido, se encoge de hombros.

- No tienes manada - dice -, igual encuentras algo que te guste y, si no te unes a los inadaptados a los que tienes que encontrar, al menos te meterán el gusanillo - esboza una sonrisa sarcástica -. Somos muy raros en este club, pero nos sigue gustando olernos los cuartos traseros y cazar juntos

Pega un sorbo a su irlandés antes de hablarte del encargo.

- Me consta que han pedido ayuda a Donnie el Chiflado para montar un año nuevo chino - tu Donnie, claro, es el muy demandado experto en pirotecnia -, tengo entendido que ahora mismo están en Winters, así que no se moverán mucho, y, si lo hacen, os avisarán. Son una manada de desharrapados, la dirige Scar, una Señora de la Sombra que hace que Ed parezca una colegiala

El club de Bend tiene un piso bajo que es una cafetería y bar de carretera. Allí, Belén había decidido parar para tomarse la última a cuenta del club, como el presi, King, le había prometido antes de partir. Cualquiera que le conociera un poco sabría que el viejo Theurge sin duda ya había dejado instrucciones para que corriera por cuenta de la casa. Está siempre en todo, el As-de-Picas.

Tal vez tan temprano no fuera hora para cervezas, tequilas o whiskys, pero un buen café seguro que no era tan malo para la reputación de una motera, ¿no? O si no, a la mierda, un buen trago mañanero para entrar en calor antes de ponerse en marcha.

Sin embargo, al entrar en el local, el bar-cafetería de carretera que es el piso bajo de la sede del club, no está sola. Hay dos Garou más en una mesa, tomando una auténtica Última Cena de huevos con bacon. Uno de ellos es Nathaniel West, el vicepresidente, el hombre de confianza de Eddie. Su mano derecha. Algo más autoritario que el presidente, pero también más cercano.

Junto a él hay una chica que lleva los colores de la banda, una piel roja. Que está comiendo un desayuno británico completo como si le fuera la vida en ello. ¿No eran más tradicionalistas?

Bajé de la moto para tomarme una cerveza. Estaba segura de iba a ser a a cuenta de la casa, el As de Picas me lo había prometido, y su palabra era ley. Entré al sitio con una sonrisa implícita de alguien que consigue lo que quiere, así sea una maldita cerveza fría. Busqué la barra en la cual un joven de aspecto apetecible estaba atendiendo. Pero entonces noté la presencia de dos Garou más y uno de ellos estaba realmente bien de ver. Uno de ellos se llama Nathaniel y si mal no recuerdo es una de las manos derechas del As. O no.

Me acerco y apoyo las palmas sobre la mesa, después de todo, soy una mujer extrovertida.

-Buenos días, caballeros. ¿Os molestaría invitar una cerveza a una chica solitaria?  

Los miré con interés. Todavía en realidad no tenía manada aunque había empezado a hacer alguna tarea para Eddie. Mi voz interna me recordó.

"No la cagues Belén, no tan pronto...   "

Veo a una chica en el grupo, y la saludo con la mano, haciendo un vaivén en el aire. Si todo sale mal, no tan mal como para que me maten, iré a la puta barra por mis tragos. Pero socializar no está de más. Al menos eso creo yo.

La chica india se levanta y ofrece la mano a Belén. Se muestra más respetuosa que otros Garou de sangre india, si hay que dar crédito a las historias sobre campistas desmembrados y cabelleras cortadas en pleno siglo XXI.

- Shappawakanda - se presenta -, pero en la banda suelen llamarme Kanda. La Nación me conoce como Poderoso-relámpago-rojo. Cliath Galliard de los Wendigo.

Los Wendigo...una de las Tribus más cerradas. Gente que los Fenrir consideran violentos y los Garras Rojas primarios. No quedan muchos y se enfrentan a la extinción con una actitud bastante combativa. Pero aquí está, una de ellos, delos que adoran a un espíritu caníbal, con los colores de la banda.

West, el vicepresidente, no hace además de levantarse, pero saluda a Belén con la mano y una sonrisa pícara.

- ¿Qué hay, Rodríguez? 

Hace un gesto a la gente de la barra y, al cabo de un momento, aparecen con una cerveza americana. Casera, seguramente del propio pueblo de Bend. El clan de los Cazadores Salvajes es famoso por ello. Y su competencia con el Bosque de Sherwood y sus destilerías ilegales es legendaria en los encuentros del club.

- El jefe te mandó de recadera ayer, ¿no? Qué putada, aunque es un viaje bonito, supongo. Estaba diciendo justo a Kanda que podríais compartir camino. La carretera es peligrosa y estamos a hostias con demasiada gente como para rodar solos...

La chica india me tiende la mano y se presenta. Me alegro de que su apodo sea Kanda, porque el nombre completo no lo iba a decir bien casi nunca, y no por herir su orgullo, es que de verdad era difícil.

-Belén y me dicen Morocha, creo que es obvio el porqué –agrego con una sonrisa de medio lado. La chica pertenece a los Wendigo y sé poco de ellos. “A decir verdad, sé poco de todo. Vine a aprender sobre mi legado tan tarde… en fin, abuelo, ¿qué se le va a hacer?”. Me siento cuando también el rubio me saluda, pero sin ademán de levantarse.

-Todo bien, revuelto como siempre en mi vida. Pero eso es lo divertido, ¿no es cierto?

En cuanto me traen la cerveza, levanto el vaso y digo:

-Por las rutas, que nos lleven siempre a buenos lados –y tomo un sorbo. El líquido es refrescante y llena mi garganta de su sabor, es una cerveza casera; más deliciosa que la de las fábricas. Escucho atentamente la proposición y asiento.

-Me gusta la idea. Por cualquier cosa es mejor dos que una, además así tengo con quién hablar. Sino me veo un poco loca hablándole a la moto –sonrío de nuevo –porque hago esas cosas, sí señor. Y sí el viaje es bonito, siempre que me aleje de la multitud hacia una ruta bordeada de árboles, disfruto la travesía. Así que… entonces parece que tengo compañera.

Doy otro trago y me limpio la espuma con el dorso de la mano. “Ah abuelo, no jodas con los modales y eso, y ellos me dirán Morocha, Mariposa solo me decías tú. Y ahora estás en el otro mundo aunque andes hociqueando por este también.”

Las afueras de Bend son animadas y hermosas. Es un pueblo pequeño, rodeado de un bosque domado, pero que sigue escondiendo secretos. En sus profundidades, los Wyld Ones del club local tienen todo tipo de tesoros enterrados en honor a Oso, Tótem del Clan. Son conocidos como Cazadores Salvajes y tienen fama de ser místicos y menos apegados a la vida urbana que los de otras filiales.

No has llegado a entrar al pueblo, no obstante. Una parte de ti sigue revelándose contra lo que has hecho. Si miras a los ojos a alguno de tus hermanos...¿quién sabe si te vendrás abajo? Ellos rajarían a cualquiera en una pelea callejera por ti. Se pondrían entre una bala y tú. Y tú lo harías por ellos. Pero...

Antes de poder decidirte, no obstante, has tenido un encuentro. Un tipo algo raro, pero que lleva los colores de la banda. Fostern como tú, Ragabash de los Fenrir. Se llama Donnie y está algo pirado, te parece.

Donnie en este momento está rajando como un loco. Habla por los codos, y cuando no habla, tararea. Y cuando no, tamborilea con algún objeto. Ruido. Es ruido, todo él. ¿Qué clase de Ragabash es tan incapaz de estar callado?

- Pues justo ahora me ha salido un encargo al Sur, ¿a dónde vas tú, viejo? ¿Al Norte a respirar aire puro? ¿O al sur a oler pólvora? Eh, si te apetece y te pilla en la misma dirección, podemos ir juntos. Así de paso echas una mano a un colega mío, Claine, que es el que me ha llamado. ¿Le conoces? Un tipo legal. Acaba de salir del trullo. No debería llevarnos mucho, un día o dos. Nos desviaríamos un poco, pero bueno, somos todos hermanos, ¿no?

Una vez montado en deborah es como si me transportara a un lugar lejano, donde los problemas no existen, donde todo es mas sencillo y donde no tengo que cargar con este maldito peso.

Llego a mi primera parada la población de Bend, un lugar pequeño y que conserva un bosque al rededor del mismo, uno no muy tupido pero uno al fin y al cabo. ¿Sería este un buen lugar para enterrar ese móvil?

Maldita sea, estos son mis hermanos y no me refiero a esas chorradas de manadas. Esta gente de verdad vio por mí en el momento que mas necesitaba y ha sido de la misma manera durante toda mi vida. Y ahora en respuesta ¿qué? Clavaré un cuchillo en sus espaladas para salvar mi vida... Bueno la vida de deborah también esta en juego y las garous que me acompañaron... no las mencionó de forma particular pero es claro que puede ir a por ellas. A menos que le entregue peces mas grandes o por lo menos diferentes.

El sol brillaba en mi rostro y este ya no era refrescado por la briza ya que había rebajado la velocidad a casi 10 por hora desde que llegara al pueblo. Es lo que tiene estar perdido en tus pensamientos mientras manejas... Te pierdes los detalles importantes.

Llego a un lugar a repostar. No tengo dinero pero puedo comer basura así que... ¿Qué mas da? paqueo a deborah y saco mi pequeña lata de frijoles vacia de uno de los bolsos de mi moto junto a una cuchara. Acto seguido me voy caminando a un vertedero de basura que por supuesto está bien escondido en un callejón. ¿Por qué le tendrán tanto asco y miedo a la comida los humanos?

Estoy comenzado a recolectar los ingredientes cuando me tropiezo con un tío algo extraño. Me encojo de hombros después de todo el mundo esta lleno de locos y yo no lo soy menos. Hey, quizá algún día pueda contar esta historia anexando este pensamiento de los locos. No está mal, se supone que debo cantar y contar historias los pequeños detalles deben ayudar. Y a todas estas... ¿De donde sale toda esta energía? Aunque lo sabía, el trato con Daniels me tenía entre eufórico y melancólico.

Entre tantos pensamientos reacciono que sí que sé quien es este demente. Es un garou de los Wylds. ¿Donnie era el nombre? Mierda esperaba encontrarlos un poco después... no sé en unos 40 años.

-Hola Donnie, ¿como van las cosas?- Saludaba al garou que si bien apenas y se su nombre sigue siendo un wylds como yo.

¿Claine? ¿Encargo? joder parece que me voy a meter en peligro con los federales antes de tiempo. Bien puedo mandarlo a la mierda o decir que voy al norte pero la verdad es que voy al sur... donde todo está.

- Pues sí que viajo al sur. Vale, es verdad todos somos amigos y buenos no me desvía mucho.- Guardo la lata de frijoles llena de tuercas y pilas junto a la cuchara. La comida deberá esperar.

- Bien te llevaré con este Claine y de hecho puedes hablarme un poco; hace rato que no viajaba a estos lados, ¿Que me puedes contar de la situación actual? Ansió un poco de acción ya sabes trabajar un poco en pro de la hermandad pero estoy algo perdido con los tiempos actuales.-

Kanda se encoge de hombros mientras se termina el desayuno.

- Por mi perfecto - dice -. Conozco bastante bien la carretera, así que debería poder echarte una mano para encontrar a quien tengas que encontrar. ¿Dónde es?

- En Winters, California. O en algún sitio de los alrededores - contesta Caballero-negro -. Son la gente de Scar. Acaban de sacar a su Theurge del trullo y le han puesto a trabajar rápidamente.

Hay un buen trecho hasta Winters, y aún más si tenéis que buscar en "alrededores". Ya te sabes lo de "algún sitio cerca". Pueden estar en Las Vegas. Especialmente si tienen un recién salido de la cárcel.

- De todas formas os mantendremos informadas porque están en un trabajo importante - hace un gesto burlón. Parecería la típica cosa que Eddie, el presi, le ha dicho y él no se termina de creer -. Donnie va para allá también. Os esperan a la salida del pueblo.

- ¿Donnie Wyatt? - pregunta Kanda, abriendo mucho los ojos -. Entonces seguro que será un viaje divertido. Donnie es un experto en fuegos artificiales - te explica con una sonrisa -. Si alguna vez necesitas que algo salte por los aires, avísale.

Se incorpora y se queda mirándote.

- Pagas tú, West - apunta, socarrona -. Será mejor no hacer esperar a nadie, ¿no?

Se encoge de hombros mientras se apea de la burra y empieza a enredar en sus bolsas. Ves brevemente un montón de botellas con símbolos de seguridad, cartuchos de dinamita como los de los dibujos y cosas aún más absurdas. Pero Donnie andaba buscando...una llave inglesa. Se arrodilla y comienza a ajustar una tuerca. Sabes que es mejor no ofrecerle ayuda. Tocar la moto de otro es como tocarle el culo a su chica.

- Poca cosa - te va diciendo -. Los amarillos están muy tranquilos y parece que nos evitan. Será el año de la liebre acojonada o algo así, ¿no? - se ríe entre dientes de su propio chiste -. Y, bueno, dicen en la frontera que hay problemas con los latinos. En Helena están en pie de guerra, claro que, ¿cuándo no están en pie de guerra, digo yo? La mitad de los trabajos gordos que he tenido en todo el tiempo que llevo en la banda han sido en Helena. ¡Joder! ¡Si hasta tuve que volar un tren como si estuviéramos en una peli del oeste! No sé viejo, dicen que hay movidas de drogas. El puto muro de Trump no llegará a tiempo, si quieres mi opinión.

Vuelve a reírse. Es difícil saber cuándo está de coña.

Termino mi trago cuando West informa sobre dónde es el asunto. “California”, pienso, “la tierra del sol y el mar… creo que así le dicen”. Me gusta el sol…-comento mientras me paro al mismo tiempo que mi compañera de ruta. Me río con lo que comentan de Donnie –vale, no nos aburriremos.

La chica me cae bien, además cuando le dice a Eddie que paga él me cae aun mejor. –Bien, estoy lista si tenemos que salir ahora. Llevo mi móvil así que Eddie –anoto en la servilleta de papel mi celular y se lo entrego –sabes cómo contactarme.

Nos dijo que era un trabajo importante así que sabía que no se trataba de un viaje de placer pero me gustaba ver lo positivo de las cosas.

-Era verdad lo de la cerveza –acoté antes de partir –realmente es una de las mejores.