Partida Rol por web

Me lance como el viento, pero la puta fomor se me escapo. Logro evadir mi ataque pero al menos la deje fuera de combate por un momento. Hay que verle el lado bueno. Al terminar de pensar en ello una pequeña risita molesta salio como disfrutando lo que estaba sucediendo.

- Señor Scott! Esto SI que es una bienvenida! - Dije entusiasmado. A veces uno no puede contra su lengua escurridiza. -  Oiste? - Dije a la mujer, a fin de amedrentarla un poco  mientras bajaba de la moto y me agazapaba para arremeter y atacar 

- Ven, divirtamonos. - La voz semi gutural era lo suficientemente humana como para que la fomor entendiera.

Mis musculos se tensaron, mis dientes ahora mas caninos se mostraron y los ojos se me inyectaron de sangre al hacer acopio de mi Rabia interior. Uno y dos. Dos pequeños y agiles garrazos se dirigieron en direccion a la rubia. Por un lado queria saber de que era capaz aquella mujer, pero por otro habia que ser rapido para poder ir a luchar codo a codo con mis futuros hermanos y poder mostrar mi compromiso para con el club.  

Parece que estoy un poco oxidada, pero el cometido lo cumple. Soy la lider, el Alfa y no voy a dejar que nadie tome a los mios sin haber derramado hasta la ultima gota de mi sangre y que mi rabia se haya extinguido en el proceso.

Por el rabillo del ojo veo lo que pasa a mi alrededor. Alexia saltando como debe hacerse para acabar con el cerdito, la moto de Scott hacer una de sus locuras, no pienso hacer una colecta para que tenga una nueva.  El nuevo intentando demostrar su valia, pero va a necesitar una leccion de como conducir en otra forma, eso es algo que solo unos pocos podemos hacer y con practica.  Jeremiah hace lo que debe con el suyo, pero tendras mas de un problema si esa cosa tiene veneno en ese apendice.

Sonrio al ver al tio que viene contra mi, ¿por que todos piensan que somos las mujeres mas debiles? Solo comienzo un baile, doy un paso lateral y giro mientras pasa a mi lado quedandose frente a mi de espalda. Solo hago un simple gesto, levanto mi pierna y golpeo con fuerza contra su espalda, en cuanto me libre de este me ocupare del que tiene ....Parece que Scott se ocupara de su protegida, una cosa menos de la que ocuparme.
Y al nuevo no solo la de conduccion, necesita una de no hablar con la comida...

La patada parece floja, pero he oido como un crujido...Y mi cuerpo se prepara para la transformacion, no sere mas guapa desde luego pero no me importa ni en forma hominida

Había funcionado pero no del todo como planeaba, el hijo de puta aprovecho un instante para atacar en el cual el Philodox se encontraba distraído quizás por resguardar a Alexia de algún problema futuro, el tentáculo corto la piel ingresando y haciendo una herida profunda; el dolor fue lo que vino después acompañado de la rabia, un gruñido salido de las entrañas pudo advertir el cambio de forma. La furia se hizo presente mientras el cuerpo del Jeremiah se hacía más grande y peludo, la forma hispo tomaba control de la situación gruñendo, se relamió un par de veces antes de lanzar un ataque de mordisco. Las mandíbulas se abrieron inmensas ante el fomor y se cerraron como si fueran las de un cocodrilo sobre a la cabeza del desgraciado. Quizás los fenris si le vieran estarían orgullosos o mofándose de cómo no pudo detener el ataque que realizaba esa escoria del Wyrm, el gusto de la sangre llego al paladar mientras los dientes penetraban la carne y el poderoso cuello se movía para desgarrar.

Hay cosas que no cambian... 

Un bucanera sedienta por saborear el placer de una batalla, un ahroun guiado por su rabia y una furia negra que protege a una hermana. A una mujer.

De pronto observé tamaña insolencia y la rabia empezó a bullir más fuerte dentro de mí cuando noté como Zoe caía.

Pegaso obliga en carne y espíritu y mueve mi cuerpo en la búsqueda de una justicia salvaje.

Una hermana salvando otra hermana.

El kuklos de la vida de una hija de Pegaso.

Mi cuerpo se dejó llevar por el canto equino que movía mis extremidades en búsqueda de castigar el atrevimiento.

Pensé en mordelo y lacerar su piel con mis propias garras y colmillos pero levanté la hoja y asesté el filo contra la criatura, por simbolismo. La hoja de una amazona castigando a la bestia que se atrevía a atacar a una hermana.

En el último ataque no solo utilicé mi fuerza sino que hundí más la hoja, salpicando toda mi ropa y mi rostro y el derredor dejando claro al siguiente que se atreviera a hacer lo mismo, cuál seria su fin.

Claro, morir antes o después, porque al final todos iban a morir.

Aplasté el cuerpo con mi bota y tiré hacia atrás la hoja, lamí el filo y la guardé. Decidí en ese instante que en breve tomaría la forma media entre mi figura de guerra y mi silueta homínida.

Era momento de utilizar las bondades que Gaia me había dado.

De pronto se me antojaba darle un mordisco a algún desadaptado.

Aquel poli calvo de gafas se abalanzó sobre mí, y al no poder hacer nada terminó tirándome al suelo, consiguiendo desarmarme aunque no me hiciera apenas daño. De un rápido vistazo observé donde se encontraba mi arma, y justo después divisé que el tipo comenzaba nuevamente a levantarse.

¿Y si tiene una de esas… cosas?

Tomé impulso y estirando el brazo recuperé mi arma, para acto seguido girarme y apuntar a aquel policía, sosteniendo el arma con ambas manos.

Vamos, pequeña, no me falles ahora...

Disparé, antes de que fuera demasiado tarde.

La batalla se convierte pronto en una vorágine. Ni siquiera los fuera de la ley "comunes", con sus grandes habilidades para la lucha y la velocidad, podrían seguirla en su totalidad, ni aguantar como estás aguantando vosotros. Tiene que ver que hoy no esté peleando el orden contra el crimen, como es más usual en estas carreteras, hoy la ley es el Wyrm y el crimen es Gaia. Una paradoja para los Garou estirados y corruptos que aún se aferran a las estupideces que los Wyld Ones dejáis atrás. Pero, ¿No demuestran estos cerdos fomori que el Corruptor y la Araña están de parte del sistema?

El policía que ataca a Zoe se encuentra de pronto con muchos más problemas de los que puede manejar. Suponéis que en la academia no enseñan a enfrentarse a Hombres Lobo enfurecidos. En una suerte de consonancia de la que cualquier bailarín o coreógrafo se sentiría orgulloso, las garras de un veterano Glabro, Scott, le destrozan la espalda como si se tratase de espolones de acero, justo a tiempo para ser atravesado con un disparo seco de la Cliath, que termina lo que el Fostern empezó. Ha sido hermoso, digno de un Ahroun, pero no acaba ahí. El tipo, malherido, podría haber llegado a contraatacar. Alexia no le da esa oportunidad. Mientras empieza a dejar que la Rabia se apodere de ella y muda sus rasgos en los de su forma Glabro, lanza varios golpes que destrozan el hombro y el pecho del fomor. Los ojos de la Furia Negra brillan llenos de furia mientras su hacha chilla al cortar el aire y segar la cabeza del monstruo con placa. Ha quedado realmente poco de él.

Cuando sus restos caen al suelo, tenéis un escalofriante momento para percataros de los extraños apéndices que salen de las heridas. Como tentáculos y pinzas de insecto. ¿Un parásito tal vez? La cabeza cortada se arrastra con lentitud agónica por si sola, intentando acercarse al tronco. ¿Será lo que parece? ¿Va a volver a montarse?

Jeremiah, mientras tanto, revolviéndose en un abrazo mortal, deja que la Rabia se lo lleve por completo. Como buen hijo de Fenris, sabe que, cuando se está acorralado, lo mejor es pegar tan fuerte como puedas. Y eso hace. Aún con el tentáculo enemigo clavado en la espalda, su forma cambia hasta transformarse en un lobo prehistórico que hace estallar su ropa. Patalea, se retuerce, y finalmente consigue dar una dentellada asesina que destroza la garganta de su oponente, que queda completamente laxo. El sabor es insoportable; apestoso y con textura oleosa, pero a la vez, se siente jubiloso en la boca. Es el sabor del Wyrm, y los Garou encuentran cierta delicia en arrancarlo de la carne infectada.

Scar demuestra la frialdad de una Alfa de los Señores de la Sombra. No va a molestarse ni siquiera en gruñir a un enemigo que no vale la pena. Casi con desgana, como un gato que juega con un ratón, suelta una patada que parece perezosa pero que impacta justo en la parte trasera de la rodilla del policía que la está atacando. En ese momento, con el mismo desprecio por sus oponentes, cambia de forma. En lugar de ser una transformación agitada por el combate, como las de los Dankworth, esta parece más una especie de “estiramiento”. Uno diría que se acaba de levantar cuando invoca su forma Glabro sin apenas moverse y crece tanto a lo alto como a lo ancho. Su enemigo, o mejor dicho, su víctima, aún está en el suelo, intentando levantarse y desenfundar la pistola. Solloza, seguramente por el dolor.

El joven Cliath, Matt, tiene mucho que demostrar, y por ello intenta hacer algo impresionante con su carga en moto y finalmente al descabalgar con parsimonia, al estilo de los caballeros medievales o de los jinetes que conquistaron el oeste americano y lanzarse sobre la fomor, para rematarla como un cazador que ha derribado a un ciervo. Quizá hubiera sido más épico si hubiera saltado de la moto en marcha, pero el resultado sigue siendo incuestionable. La mujer infectada por el Wyrm solo puede encogerse y gritar mientras las garras del más verde de los Wyld Ones caen sobre ella y la reducen a un amasijo de carne y ropa rasgada.

Entonces ¡bang! Un disparo. El tipo de la cabeza rapada de rasgos hispanos, que simplemente había permanecido en el sitio ha tratado de alcanzar a Alexia, que está de espaldas. La bala pasa rozando su cuello y le deja cierta quemazón. Plata. Plata. Está disparando con plata. Y para colmo, una chispa salta de la moto de Jeremiah, haciendo saltar la pintura. ¡Ha dado a la burra de un Wyld One! El tipo se acaba de convertir en el objeto de venganza de la familia Dankworth. Sólo queda por averiguar si será el padre o la hija quien llegue primero a pasar la factura.

La sangre del Fomor ya inerte inundo la garganta, el reflujo logro llegar a tiempo haciendo que la misma saliera junto con la saliva, las fauces fueron tomando un color marrón mientras el combate se llevaba a cabo; luego el sonido de muerto exploto en el lugar, la mirada de ojos amarillo recorrió el lugar para ver a Alexia colocar una mano sobre su cuello y luego el sonido del metal instantes después. La rabia estallo en el Fenris, sus fauces dieron una dentellada sonora al aire, las patas se aferraron al asfalto la respiración se hizo pesada y el tentáculo se la espalda arrancado con violencia para arremeter contra una carrera frenética contra quien había osado disparar contra un Wyld y más aún su familia de la cual no había un límite o diferencia.

Cada zancada fue un segundo menos en la vida de aquel desgraciado, las fauces se abrieron nuevamente – Familia! – soltó en un impulso antes de atacar dos veces, el primer mordisco fue contra el hombro del fomor que los huesos cedieron contra la potencia de la mandíbula que se apretó como una prensa sobre la carne, el segundo no fue mucho más tarde, aprovechando el trastabillar por la fuerza del impacto para asestar el otro ataque dirigido a la columna del hijo de puta.

Las fauces se cerraron esta vez con más fuerza y el poderoso cuello se movió de lado a lado nuevamente para desgarrar y dar muerte o quizás intentar dejarle con vida para que hablara, claro si es que pudiera hacerlo. – Familia – volvió a gruñir – Wylds, respetar -

La ira domina mis acciones, soy consciente de ello. No es una ira irracional, que tome el control y me convierta en un depredador sin cerebro, eso es algo que me es completamente ajeno. No, es la pasión que inflama mi corazón, la rabia del hombre, no del lobo. El fomor cae a nuestros pies. Yo sólo hubiera tardado demasiado en acabar con él, no soy fuerte ni diestro, no soy un guerrero. Soy un puto mecánico, eso sí, alguien que valora un buen motor y está dispuesto a jugársela por él. Miro a Zoe, aún en el suelo con su arma humeante. No podía permitir que este cabrón le hiciera daño, pero la precipitación me ha desviado de mi camino.

No soy un guerrero, soy un mecánico.

Necesito herramientas.

Miro alrededor, tomando nota de dónde de encuentra la moto de Jeremiah. El bastardo tiene que ser quien guarde a mis gemelas, estoy convencido, en las alforjas de su burra.

Levanta, guapa... -Le digo a Zoe con voz gutural, guiñándole un ojo- ¡Voy a por juguetes!

Empiezo a correr hacia la moto de Jeremiah, dispuesto a coger mis armas de sus alforjas.

Solloza que es lo unico que puedes hacer en este momento, por que vas a morir. Simplemente doy un pequeño paso, cogiendole y lanzandole contra el coche en el que vinieron. 
Simplemente me lanzo contra esa especie de monstruo cabeza que repta para aplastarla con mi bota, saltando sobre ella y llevandome lo que haya por delante. 
El resto hace lo que debe pero Scott parece que ha olvidado la rabia del combate en este tiempo que ha estado en la carcel.

Garras, colmillos y sangre, comienza el olor a polvora y que debe arrasar a los enemigos de Gaia...

Trabajo en equipo, en familia.

Los restos del fomor habían quedado tendidos ante nosotros, y es que entre la intervención de Scott, el increíble remate de Alexia y mi humilde colaboración, habíamos conseguido derribarlo en un abrir y cerrar de ojos. O eso creíamos.

No pude evitar que una pequeña risa se me escapara al oír la voz gutural del que esperaba terminara siendo mi mentor, y es que era la primera vez que se mostraba ante mí en su forma Glabro; y después de tanto tiempo conociéndolo sólo como hombre, me resultaba curioso.

Me dispuse a levantarme, tal y como Scott me sugirió, lista para continuar en la lucha junto a mis hermanos, cuando parpadeé varias veces incrédula. De las heridas del cuerpo de aquel madero comenzaban a brotar tentáculos y pinzas, pero aquello no era todo, y es que la cabeza del engendro se arrastraba por el suelo valiéndose de algunos tentáculos… ¿Tratando de alcanzar el cuerpo?

De eso nada…

Eché una rápida mirada a Alexia, dándome cuenta de que esta había sido atacada por alguien más, y supe que debía ocuparme yo misma. No había tiempo que perder, así que desde el mismo suelo mi cuerpo empezó a cambiar, dejando también a un lado parte de mi raciocinio, tomando la forma Crinos que, a cuatro patas, esperaba que me permitiera quitarle a esa cabeza reptante las ganas de darse un paseo.

Abrí mi boca, deseando tan sólo una cosa. Mostré mis dientes a aquella cosa, sin estar segura de sí podía verme o no, pero quise mostrarle lo que pronto había de probar. Me abalancé sobre la cabeza tratando de darle un mordisco, esperando deshacerme de ella de una vez entre mis fauces.

Silbó.

Algo silbó cerca de mí, sentí la ráfaga fría pasar y helar mi piel a su veloz paso y en segundos, se convirtió en una punzante quemazón que mi piel identificó más rápido que mi mente. Mis instintos rugieron, escalando una genuina ira desde dentro de las entrañas hasta escapar por mi garganta en un rugido grave, de advertencia. El ronroneo en una nota grave y baja de la rabia que, desde siempre, osciló antojadiza y expansiva, como un sorbo de adrenalina directo a la aorta.

De pronto la sensación se mezcló con mi psique. Por eso fue natural que mis colmillos de pronto parecieran más afilados para la forma que llevaba o que por mi mirada, una silueta nubosa cruzara mis iris. Y mis manos más monstruosas, peludas, gigantes... y mi figura menos glabro y si más crinos. Y es que mi cuerpo ha reaccionado a la plata primero, lo dije.

He mirado de reojo al tipo que me ha disparado. Bueno, ha sido más bien un marcaje.

De que voy por él.

No se si mi padre ha corrido antes que yo, o que rayos hace el resto. Mi mente se fija en correr hacia el malnacido que me ha disparado con aquel veneno plateado y arrebatarle un pedazo de aquel cuerpo sin alma robado. Morderé su cuerpo y tiraré con mi mandíbula, hasta horadar y separar su carne, asi tenga que tirar del lado opuesto al que lo haga mi padre.

De un momento a otro, todo cambio drasticamente. Lo que parecia un tipico control policial resulto ser un calentamiento a la bienvenida de Scott. No es que me este quejando, pero no estaba en los planes ejercitar tan temprano. Mas aun en vistas del festejo que vendria.

El calor del combate se les subio a la cabeza a todos y no debia mostrar debilidad. Todos parecian ser muy fuertes y con convicciones que aun eran verdes en mi. Sangre, colmillos, tentaculos, cabezas reptantes, y como si todo eso fuera poco la herida de Alexia parecia humear. Su rostro lleno de Rabia y su cambio inmediato a Crinos solo me dejo una cosa para pensar... Plata. 

- En serio, muchachos... algo mas? - Cruzo por mi cabeza, ladeandola y bajando un poco los brazos. Esto no era un juego, asi que una vez termine con la mujer, me abalance al negro que tenia la escopeta. Aquel que habia sido tumbado por la burra de Scott. Si ahi dentro habian perdigones de plata la ibamos a pasar muy mal. Por lo que mi primer opcion fue romperle el brazo al malnacido. Solo por precaucion, no quiero quedar mal parado y darle una chance a que me dispare en corto alcance con terrible fuerza de ataque.

Un disparo es todo lo que le ha hecho falta a un pobre diablo infectado por el Wyrm para atraer la perdición más absoluta sobre sí mismo. Los Dankworth y la joven Zoe se dirigen al mismo tiempo hacia él, con las fauces desencajadas por la Rabia y el tremendo, imperdonable insulto de atacar a un miembro de la familia, pues sois familia, con plata. Y el pequeño Matthew, animado tras su victoria, parece que también ha decidido unirse a la familia feliz. Cuatro sombras enormes se ciernen sobre un mierda vestido de policía que sólo puede mirar hacia arriba mientras una versión más grande, fuerte, cruel y salvaje de la chica a la que ha disparado se abalanza sobre él. Casi al mismo tiempo, desde atrás, un Crinos que hace un momento era un Novato le agarra fuertemente del brazo y ejerce presión...que se libera, rompiéndolo cuando un padre en forma Hispo alcanza al malnacido por el flanco, buscando castigarle por empuñar un arma contra su hija. Para cuando Zoe, que sólo estaba un poco más alejada, llega, el tipo es poco más que una mancha en el suelo y unos cuantos huesos destrozados que asoman por lugares muy raros. Su excelente ataque resulta ser contra un cadáver. Qué cosas enseña Jeremiah a los jóvenes del club...

Ajena al tremebundo despliegue de violencia de sus hermanos, Scar sigue jugando con su presa, aunque parece que se ha cansado, porque termina rápidamente. Lanza al tipo sobre el coche y, con un insultante desdén, le hunde la nariz en el cráneo. Es una muerte desagradable, y aún más por lo espectacular del paso de baile de la Alfa, que lo ha hecho todo con una frialdad que da escalofríos. Frialdad que permanece en sus ojos al ver que Scott, en vez de unirse a la orgía destructora de los demás, está rebuscando en las alforjas de Jeremiah. Quizá haya perdido fuelle en chirona...o quizá haya conocido a alguien astuto que siempre decía que es bueno llevar pistolas a un combate cuerpo a cuerpo...o quizá simplemente echa de menos a sus chicas de hierro. Aunque no tendrá ocasión de dispararlas, puesto que el combate, brutal y breve, aunque parece haber ocurrido a cámara lenta, ha terminado.

Y os esperan. Vaya, y seguramente agradecerían que nos aparecierais medio en pelotas y con ropa desgarrada. Se supone que es una reunión importante...

¿Donde cojones las has metido...?

Rebusco en las alforjas de la burra de Jeremiah, apartando las otras mierdas que lleva hasta que encuentro al fondo las fundas unidas y enroscadas por el arnés. Lo extraigo todo en bloque, tomando la empuñadura de una de las gemelas mientras me giro, dispuesto a extraerla.

Pero lo hago justo a tiempo para ver cómo los chicos descuartizan al último de esos gilipollas, y Scar juguetea con su víctima como un gato con un ratón muerto.

Vosotros sí que sabéis montar una fiesta de bienvenida, hermanos. -Digo con buen humor mientras me pongo el arnés y oculto las sobaqueras bajo el guardapolvos, sacudiéndome la melena al terminar ya en mi forma de raza- Esperaba cerveza y streaptease, pero os reconozco que sois originales, cabronazos...

Aquella cosa no llegó a sentir el desgarrar de mi mandíbula; y es que no había sido la única en arremeter contra el nauseabundo ser que había tenido el atrevimiento de intentar envenenar a mi hermana. Ella misma, junto a Jeremiah y Matt se encargaron de acabar con ese pedazo de mierda, así que toda mi rabia dio con aquel despojo inerte, cuyos huesos salían de los lugares más insospechados.

-Roehuesos… - reí entre dientes al volver a mi forma homínida, al haberme dado de morros contra los restos que habían dejado mis hermanos.

Me limpié la sangre de la cara con el reverso de la mano y me acerqué a mi burra mientras me sacudía el trasero; al menos mi ropa permanecía intacta. Pasé junto a Scott camino de mi moto, sonriéndole por el comentario; desconocía si Scar había preparado algo más para él, pero seguro que esto había resultado mucho mejor.

Habíamos terminado allí, así que mientras nuestra alfa indicaba que reanudáramos el camino, me senté apoyada en la moto y tras atusarme el pelo y ponerme las gafas de sol me dirigí a Scott.

-Y como mecánico… - comencé seria, cruzándome de brazos - ¿Dirías que eso tiene arreglo? – dije mirando en dirección al lugar donde había caído su recién estrenada moto, escapándoseme después una risa.

Al pasar junto a Scott no desaproveché la ocasión de susurrarle algo.

-Streaptease… ¿Eh? – le dije, tratando de mantener un tono neutro, sin comedia ni reproche, con el único propósito de desconcertarle.

Tras ello le sonreí y seguí mi camino.

El sabor de la sangre aun estaba en la garganta mientras tomaba lentamente la forma humana, los huesos se iban colocando en posición mientras el cuello lo hizo tronar un par de veces – Mierda- dijo Jeremiah mientras cerraba un ojo por el dolor, miro hacia uno de sus costados y aun el tentáculo seguía aferrado a su carne, la adrenalina le había hecho olvidar que estaba allí.

Lo tomo con la mano y lo saco de tirón, el dolor recorrió su espina y una sarta de improperios salió de el – La puta madre, ojala ese mal nacido se pudra en el Erebus, pedazo de mierda, me vino a asestar un golpe a traición!- Danworth se encontraba desnudo, poco le importaba. Camino hasta su moto y saco un par de pantalones nuevos, que era lo más importante, sus borcegos estaban por el piso pero sanos al fin y al cabo. Y si chaleco de los Wyld se encontraba a unos pocos metros de los mismos – Bienvenido a tu antigua vida, con esto dejaras de pensar en tus amantes de la prision – Comento hacia Scott miientras sonrea de lado y terminaba de abrochar el pantalon.

La herida seguía abierta, volvió caminando tapando la herida con los girones de ropa – Alguien?- Pregunto refiriéndose a cerrar o tratar la herida.

Zoe pasa a mi lado, tratando de ponerme nervioso con su sonrisa provocativa. Me quedo mirándola, consciente de que está deseando decir algo. A veces es como el Ragabash que busca su momento para darte una lección y reírse a tu vista, habitualmente el peor momento. De modo que la miro de reojo, con una media sonrisa, mientras se sienta en su propia burra y se pone las gafas.

Vamos, dilo...

Se tarde más o se tarde menos... -Respondo, cuando finalmente lo suelta, remarcando la segunda parte de la frase con ironía- ...creo que TODO tiene arreglo. -Me encojo de hombros, dándole la espalda y comenzando a caminar en dirección a la moto- Aunque habrá que preguntarle a ella... -Añado.

Jeremiah se queja por la herida sufrida. Joder, si apenas es un rasguño. Nada comparado con lo que hemos pasado, tan sólo una herida abierta que, de no ser por el efecto de la corrupción del causante, ya estaría cerrada.

¿No puedes aguantar esa heridita un rato, Bastard? Antes tenías más pelotas... -Río, girándome hacia él sin detenerme, dando unos pasos de espaldas aún en dirección a la moto- Aunque también hay que tenerlos bien puestos para fiarte de darme la espalda para sanar eso después de llamarme maricona... -Le digo lanzándole un beso desde lejos, echándome a reír a carcajadas después- Espera un poco, blandengue, tengo que atender antes a una señorita...

Vuelvo a girarme y alcanzo finalmente la burra, cogiéndola de los mandos y poniéndola en pie apoyada contra el coche de policía. Clavo una rodilla en el suelo y acaricio el chasis con las llemas de mis dedos, como se acaricia a una mujer para hacer que se le erice la piel de excitación y deseo. Acerco mi rostro al motor, observando mi rostro reflejado en cada pieza metálica, y cierro los ojos, ladeando la cabeza.

Vamos, preciosa, cuéntame... ¿Qué te pasa? ¿Cómo puedo ayudarte? Ninguno de los dos deseamos que esto termine aquí, así, ahora. Hay tantas cosas que podemos hacer juntos...

El espíritu responde, susurra, es una voz melodiosa, bella, el ronroneo de un motor, el gemido de una mujer compartiendo las sábanas. Me cuenta tantas y tantas cosas, que escucho complaciente, susurrándole yo también promesas y planes de futuro. No sólo lo que podemos hacer juntos, sino cómo podemos hacerlo, en lo que puedo convertirla. Ella es un regalo de mis hermamos, yo deseo regalarle hermanos a ella, convertirla en un fetiche que recorra con orgullo las carreteras. Abro los ojos, depositando un beso en el chasis antes de abrir la alforja y sacar el rollo de cuero con las herramientas básicas que siempre llevamos.

Será un apaño rápido, para salir del paso... -Informo a los demás.

No he quedado satisfecha.

Levanto un pedazo de carne, alzándola con mis garras. Veo deslizarse desde la carne hacia el exterior los restos astillados de lo que fue un húmero sosteniendo por músculos flácidos lo que queda de un cúbito. El resto brilla por su ausencia.

Mis ojos crinos delatan una expresión de desilución, relamo mis fauces y olfateo el aire intentando detectar la presencia de más enemigos. Pero Gaia me devuelve un aroma fresco y puro, el perfume de flores y el frescor de tierras verdes.

Tiro el pedazo de lo que queda del brazo a un lado, con la misma importancia que uno tira una envoltura dentro de un tacho.
Mi figura empieza a decrecer, mientras camino hacia mi padre - ¿estas bien? -le doy una palmada sobre la espalda. Me fijo en las siluetas de Zoe y el prospect, comprobando que no tienen heridas de cuidado.
Miro alrededor, camino hasta mi moto y me monto en ella. Reparo en el panorama, no es que me importe lo que queda de esos cerdos del wyrm. - Los cuerpos... -extraigo un chupetín y empiezo a degustarlo, como si no acabara de haber salido de una cruenta pelea. No es que exactamente vayan a desaparecer...
Meto la mano en un compartimento y extraigo, una inesperada cajita de pañitos húmedos con los que empiezo a limpiarme el rostro y los brazos, salpicados de sangre. Apruebo la pizca de sorna con la que Zoe hace su pregunta a Scott.
- Zoe ¿te divertiste? -pregunto sonriente.

Todo tiene arreglo… De eso nada. Las cosas se rompen, la gente muere, los sueños se pudren, pero una tiene que seguir adelante, tirar del carro como sea, dejando atrás lo que haga falta.

Miré como Scott se alejaba tras sus palabras, dispuesto a inspeccionar la burra, mientras Jeremiah se acercaba a la moto soltando improperios, desnudo. El viejo estaba realmente cabreado, y no era para menos. Mientras se vestía dio nuevamente la bienvenida Scott, compartiendo ambos bromas, hasta que el Theurge comenzó a diagnosticar a su paciente.

-Hombres… - suspiré, por fastidiar a Jeremiah con la expresión más que otra cosa y me acerqué a él. – Déjame. – le dije en un susurro y me agaché ligeramente, quitándome las gafas de sol y retirando parte de los harapos que tapaban la herida. – La verdad es que está bastante inflamada… - dije tocando con suavidad los alrededores de esta con mis dedos. – Pero sobrevivirás. – sonreí volviendo a erguirme. – Nunca he cosido algo así, si puede hacerlo otro mejor. – informé poniéndome las gafas y volví a sentarme, pero esta vez en la moto del Philodox, sonriéndole socarronamente; el avispado Fostern podría apreciar que cavilaba algo. – Si relato algo sobre lo de hoy… Quizás debería incluir algo sobre “eso”… - dije mirando su entrepierna por encima de mis gafas. – Un final impresionante, digno de mención. – reí, volviendo a colocarme bien las gafas.

Scott nos informó de que un apaño rápido sería suficiente para salir del paso, a la vez que Alexia se acercaba a nosotros y montaba en su moto.

-Sí, para ser mi primer “jueguecito” con vosotros no ha estado nada mal, aunque me he quedado con ganas de más. – respondí a la fémina Dankworth con una sonrisa, extendiendo mi brazo con el puño cerrado para chocarlo con el suyo, aún sentada sobre la burra de Jeremiah.