Partida Rol por web

La lanza de Mina le corta las puntas del áureo pelo del caballero sin más consecuencia

Tras el certero ataque que finaliza con un mago dividido en dos, un rayo surca el aire pasando sobre Blür y alcanzando al explorador. Atónito éste último no sufre ningún daño.

La suerte lo acompaña en estas horas umbrías, pues si viva tiene la lengua su aspecto es terrible. Las cicatrices de la noche anterior manan sangre empapando su cuerpo, su rostro muestra estar malherido. Pocos metros mas allá, el paladín sigue con el baile de espada y lanza con la jóven guerrera. Su postura defensiva muestra su condición y su fe. No dañará inocentes aún sufriendo la ira de éstos.

El bárbaro se gira buscando el origen del rayo verdoso, una vez más su objetivo está fuera de su alcance. Pero sumido en el éxtasis de Taranis, echa una de sus mano sobre su hombro, pero sólo halla vacío... y en el vacío del abismo bajo el puente, donde apunto estuvo de reencontrarse con su padre. Descansan las jabalinas que en este instante precisa.

Saliva transformada en espuma surge de las comisuras de sus apretados labios.

Su objetivo es claro, y no duda en su acción. Tres zancadas son suficiente impulso, tres zancadas que censan cuando su talon derecho se clava firme en el suelo. Su cuerpo se arquea en una posición grotesca, ambos brazos sujetan la empuñadura de su mandoble que descansa en paralelo con su espalda.

El frío acero sale proyectado de sus manos, girando en el aire con brutal potencia. Aspas de molino que llevan muerte y con suerte descanso y paz. Pero no es lo único que arroja, pues un grito gutural, inhumano, mas propio de una bestia que de un hombre brota desde las entrañas del guerrero nómada.

La espada vuela por el aire guiada por todos y cada uno de los guerreros de su tribu. Guerreros que gozaban del descanso eterno en los salones de Velex. Asegurándose que el cuerpo putrefacto del hechicero se convierta en una vaina perfecta para el arma de Blür ghun Dhür

La espada del bárbaro paso tajando el costado del elfo. Éste, en un arranque de rabia y ofendido por el explorador descendió mientras una sombría espada brotaba en su mano. Estaba posado en el suelo, pero un súbito movimiento de sus dedos y un susurro inaudible generaron un efecto atroz. Un enorme muro de fuego aislaba al liche y a Cáledan, cualquiera que osara atravesarlo se expondría al fuego y terribles quemaduras.

Ahora veremos si sabes hacer algo aparte de fanfarronear, estupido mortal. Dijo mientras atacaba con furia clavando su espada en el abdomen del explorador, la hoja sobresalía ensangretada por su espalda. Mientras mantenía al guerrero empalado en su espada sombría, se acercó a su cabeza y le susurró algo al oido.

Drilian y tu hijo... susurro con una sardónica sonrisa en el rostro Están vivos, idiota.

Como salida de un mal sueño, Mina recupera la consciencia para ver como Cáledan es atravesado por el elfo hechicero.
¡¡Nooooooo!!- gritó desorientada, sin saber lo que estaba pasando. El paladín la miraba, defendiéndose de ella mientras aferrándose a su escudo no le quitaba ojo a cada uno de sus movimientos. Decaída y horrorizada, se lanzó contra el hechicero para intentar que no acabase con la vida del explorador.
- ¡¡Por los Dioses del Fuego Eterno!! ¡¡Maldito seas por siempre!!- mientras con su lanza se lanzaba al muro de fuego que los envolvía para meterse en el combate de lleno.

Mina salta al círculo de fuego con su lanza, atravesando el cuello del no-muerto. La cara del hechicero se constriñe en un gesto de incomprensión y pánico. Su boca susurra algo que suena como:

Volvere...

Pero todo a vuestro alrededor se vuelve turbio, un sonido de piedras que crujen y tiemblan resuenan en vuestro entorno. De repente un grito estremecedor, capaz de acongojar a los corazones más valerosos, restalla quebrando la quietud de la Catedral. Reconocéis la voz de Yusuf. La luz de su báculo, que era visible desde vuestra posición se desvanece lentamente. El ritual se ha completado y el alma ha sido sellada, por ahora.

Mina, cae al suelo atormentada por las multiples quemaduras que sufre. Cáledan está caido en el suelo con su cuerpo quebrado por el dolor de su herida y su alma. El combate parece haber terminado.

Veo la escena como en cámara lenta. En este preciso momento nadie podría poner en duda la valía de una mujer dentro de un grupo que busca la paz del mundo.

Su lanza, que hacía pocos segundos estaba tratando de encontrar mis flancos para arrebatarme la vida, ahora estaba en el cuello del no muerto, quien parecía no comprender en su totalidad lo que pasaba en realidad. 

Así mismo la muchacha cae de rodillas mientras el hechicero desaparece, su rostro se veía arruinado por el fuego que había cruzado sin pensar dos veces, y el cuerpo del explorador se encontraba no muy lejos de ella.

El estupor desaparece al momento en que se escucha la voz de Yusuf y el pilar termina de crearse

100 años más de tranquilidad. Pienso para mis adentros. Pero estoy seguro de que no todo terminaría allí. 

Así que sin pensarlo dos veces me adelanto hasta el cuerpo de Cáledan, no hay tiempo que perder, esta al borde de acompañar a Baern en el sueño eterno.

- Velex, dios de la bondad y la protección, no me abandones en este momento y permite que mis manos sirvan para transmitir tu consuelo y bendición. - pongo la mano sobre la herida de Cáledan, esperando que esta cure.

No le doy tiempo para ver si realmente el conjuro había servido o no. Procedo a cargar a Cáledan en mis hombros.

- ¡BLUR! ¡LA MUCHACHA! - grito - Levantala y salgamos de aquí lo antes posible. Vaya uno a saber que otra calamidad puede llegar a aparecer y terminar con nuestras vidas. 

Dicho eso comienzo a caminar, a paso lento pero seguro, hacia las escaleras por donde habíamos venido. Rogando porque los escalones se hayan formado de nuevo y no desaparezcan bajo nuestros pies nuevamente. 

El Paladín se lanza cruzando el muro de fuego que rodea los cuerpos caídos de sus compañeros. A pesar de su protección sufre serias heridas que no son incapacitantes, pero si dolorosas. Invocando el poder del Dios de la Guerra, que hoy se sentía satisfecho con lo que veía, consiguió que la herida del explorador dejase de sangrar. Ahora solo quedaba salir de allí.

Mina sigue en el suelo pero se recupera lentamente y puede recomponerse para seguir la marcha de salida. Las escaleras están ante vosotros y subís los escalones lentamente. Blür y el Paladín cargan a Trendan por las escaleras.
En la sala ovalada de la entrada, la de las dos escaleras, sentisteis que algo iba mal. La salida hacía la superficie estaba cerrada por un muro de piedra. Solo quedaba el acceso hacía el sur.

Agotada y hecha polvo, Mina se levantó con miles esfuerzos, apoyada en uno de sus compañeros. Por su propio pie comenzó a caminar, mientras su trastocada mente recordaba a Yusuf sacrificándose, al mago muerto en pie, y al hechicero elfo matando al explorador. Pero ni la mano del demonio pudo con ese hombre, y con la ayuda del paladín, parecía que este no seria su último día.

Todos estaban heridos, el sacrificio hecho, y el hechicero frenado por un tiempo. No era el final que esperaba, algo en su mente decía que faltaba algo mas.

La salida estaba bloqueada, solo podrían salir por el sur. Miró a sus compañeros con pesar, sin saber que hacer a continuación, mientras trabajosamente se encaminaba hacia la luz del cielo, deseosa de volver a tener a Therinya entre sus brazos.

Sumido en las tinieblas de Taranis, con el hechicero derrotado, poco a poco su cuerpo comienza a relajarse. Los estragos del esfuerzo comienzan a aparecer. Dos manipuladores de la magia caídos, dos compañeros malheridos. El balance de la batalla parece igualitario, salvo por el grito desgarrador que invade los oídos y las almas del grupo. Yusuf, se ha sacrificado por numerosas vidas, por 100 años de falsa calma.

Pero otro cometido mantiene la mente ahora activa del bárbaro, la cuál requiere la herramienta adecuada...

Sólo cuando termina y las voces de mando del paladín le devuelven a lo inmediatamente urgente, ayudar a sus compañeros y salir deprisa de aquel lugar.

_ No te lo repetiré más, me llamo Blür ghun Dhür, no Blür. Su tono era tranquilo y hasta para el que realmente lo conociera, pudiera decirse que dulce. Mas no espero respuesta ni reproche, y se puso manos a la obra.

Ayuda a Mina, La Ensartadora de Liches, a caminar. Una vez mas, regresan a la habitación ovalada donde hacía un rato discutieran por qué camino tomar. Es como si hubiera pasado un siglo, y por el aspecto bien podría haber pasado. La entrada estaba bloqueada y la única salida estaba custodiada por al menos una trampa...

Blür se aparta unos metro hacia el cadáver de Baern, y con la ayuda de su hacha le corta la cabeza y la envuelve en un trozo de tela extraída de las túnicas del mago.

Cáledan contempló como su arrogancia y sus insultos conseguían el efecto deseado, había cabreado con creces al Dios de Plata, eso era lo que quería ¿o no?. Cuando vio como el liche sacaba su arma y se abalanzaba sobre él, comprobó que su plan no estaba muy bien pensado, intentó esquivarlo, pero el regresado creó un muro de fuego que le impedía retirarse, estaba contra la espada y la pared, o contra la espada y el fuego mejor dicho... Por ello, viéndose indefenso, sin salida y sin salvación posible, el explorador abrió los brazos en cruz y dejó que aquel ser lo traspasara enteramente con su arma, el dolor fue abismal, sentía la vida abandonándolo y sobretodo, aquel frío acero que lo desgarraba por dentro.

Cuando lo tenía pegado a él, con su último aliento tenía pensado clavarle la punta de la flecha que llevaba en la mano, pero lo que le dijo al oído lo dejó paralizado y fue incapaz de moverse. Cáledan miró atónito a aquel demonio, mientras sin ser capaz de decir nada, pero en un vano intento de hacerlo, realizó algunos movimientos espasmódicos y cayó al suelo.

Estaba perdiendo el conocimiento, sentía que llegaba su ansiada hora del final, pero por mucho que intentara negarlo, le era imposible dejar el mundo por propia voluntad, por lo que intentó no perder el conocimiento, para ver como una bravía figura de pelo castaño atravesaba el fuego sin importarle las consecuencias, y en el mayor arrojo de valor que había visto en mucho atravesó a su asesino y vengó con creces su final.

Al ver la escena, Cáledan sonrió satisfecho agradeciendo el sacrificio de Mina, y sobre todo, de ver como aquella maldita criatura caía de momento y cumplían su función. En ese momento, el explorador se permitió dejarse llevar por su cuerpo y alcanzar la tranquilidad que tanto se merecía.

Cuando vas a buscarlo, no hay ningún cuerpo.

El peso muerto de Cáledan empezaba a hacer mella a medida que subíamos las escaleras. El dolor del fuego no hacía más fácil la tarea. Pero no podía dejar a nadie más atrás.

- Así.... que.... no.... te.... gusta.... que.... te.... llamen.... Blur... - digo agitado a cada paso que daba, al menos hablar podía hacer que piense en otra cosa que no sea el ardor y el calor de mi armadura - Pues... que... mal.... A... mi... no.... me... gusta... el... rubiales... - termino la última palabra con una sonrisa.

Así mismo esta desaparece al ver el muro que teníamos en frente. Maldigo por lo bajo y bajo a Cáledan, sentándolo contra una pared y yo me tiro sin muchos miramientos al lado de él para recuperar el aliento.

- Descansemos un rato, todos necesitamos recuperar fuerzas... Y los únicos que podían encontrar como se activaba la trampa de esa puerta - digo mirando la única salida que quedaba - están petrificados o inconscientes. - digo dándole una fuerte palmada en el hombro al explorador que hace que caiga de cara contra el piso y quede en una posición ridícula. No tengo fuerzas para acomodarlo de nuevo, y no creo que él se acuerde de estar así. Cierro los ojos y empiezo a orar a mis dioses para que me den la fuerza y la iluminación suficiente para poder seguir adelante.

_ No es que no me guste, es que ese no es mi nombre. Si no te gusta el sobrenombre de "Rubiales" no lo volveré a utiliza. Ahora, descansa y asegúrate que Cáledan no empeore. Mientras voy a intentar algo... Hay otra manera de desactivar una trampa, y es haciéndola activar.

_ Mina necesitaré tu lanza. Le pasó su odre de agua mientras le recogía su lanza. _ Toma echa un trago e intenta recuperar fuerzas.

Blür, se acercó a una de las paredes y armado con su hacha comenzó a golpear entre las juntas de dos piedras. Cuando el hueco fue lo suficientemente grande, introdujo la punta de la lanza para hacer palanca y extraer un bloque de la pared.

Sin problemas, se suelta in bloque que pesará entre 15 y 20 kilogramos.

El peñasco baja rodando de escalón en escalón hasta que en un momento coge velocidad y salta intermitentemente. A veces salta un escalón, otras veces dos.

En un momento dado un chasquido suena y varias lanzas sobresalen de izquierda y derecha. La trampa se rearmar sola pero al menos sabéis en que escalón está.

Mina miró la trampa con toda la atención que pudo.
- En cuanto cae peso en ese escalón, se activa- dijo pensativa - habrá que intentar no pisarlo
Miró al resto, por si alguien tenía una idea mejor al respecto.

_ Eso es Mina, evitad pisar ese escalón. Erik, ¿puedes cargar con Cáledan? Observó a sus compañeros, estaban bastante cansado y heridos. Venga chicos un último esfuerzo.

_ yo iré primero, no sabemos si puede haber alguna trampa mas. Dejadme distancia, y si no hubiera mas, yo cargaría con el "Dormilón".

Blür, comienza a bajar por las escaleras del lado sur. Al llegar al escalón que accionaba una trampa que arrojaba lanzas, se lo salta y continúa bajando...