Partida Rol por web

Torre en brumas

Iaobahl

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14/12/2014, 21:33
Director

Durante dos largos días siguieron el rastro del mago. No habían tardado en recuperar la pista; Nikander no estaba tratando de ocultar sus huellas y se movía torpemente entre la espesura. Sus restos de hoguera olían a azufre y nunca vieron despojos de caza. Se debía haber estado alimentando de bayas y frutos, si es que acaso había comido algo.

Al mediodía de la segunda jornada, cuando el rastro les llevó hasta un pueblo, el grupo de héroes supo que el brujo estaba cerca. Bien preparados para el viaje y acostumbrados al camino, los cinco aventureros estaban aún en buena forma. Si la situación llegaba a eso, siempre era mejor enfrentarse a un mago agotado y hambriento que a uno fresco.

Kra graznaba excitado, sus ojos negros fijos en el pueblo. Nikander había pasado por ahí. Encontrar a gente en este mundo extraño también podía responder algunas preguntas.

Los edificios de madera eran viejos y sólidos, pero no faltaban los de piedra con más de tres pisos. Viviendas y negocios se alzaban aislados con frecuencia, como si la distancia con el vecino fuera valiosa. Esta costumbre creaba abundantes callejones, algo oscuros incluso a mediodía y que los locales parecían evitar.

Aleera, Iseo, Trixa, Xander y Zz´pora llegaron al extremo sur de lo que debía de ser una calle principal que corría en la misma dirección en la que había estado huyendo el mago. Al menos una docena de personas caminaban o atendían negocios casualmente. Casi todos los hombres lucían mostacho, cuidado o recortado de diferentes formas, y entre las mujeres la moda parecía llevar el pelo largo y suelto, decorado solo por pañuelos o flores. Era gente pobre y cansada, pero por lo demás este lugar podría pasar por cualquier poblado en cualquier punto de Faerun.

Toda la normalidad se rompió con la llegada de los forasteros. Hubo algunas miradas petrificadas y alguien señaló a Zz´pora, pero cuando el primer pueblerino soltó un grito, eso desencadenó el caos. Los chillidos no podían ser sino de terror, todo el mundo huyó, refugiándose en casas o simplemente alejándose del hombre lagarto, pues él parecía ser la fuente de tanto miedo.

En dos parpadeos, la calle había quedado desierta.

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14/12/2014, 22:50
Aleera

Aleera maldecía cada día más al maldito mago que parecía ir dándose de patadas en el trasero, ¿dónde pretendía llegar con tanta prisa? Tanto daba, no iba a parar hasta que lo encontrase.

Cuando al final llegaron a alguna parte, resultó que aquella parte en cuestión debía ser la tierra de la fobia a todo bicho viviente con escamas. La elfa se limitó a mirar la escena de pánico con una expresión que solo las piedras podían imitar. Cuando todo el mundo desapareció, giró la cabeza lentamente hacia Zz'pora y añadió en tono monocorde:

—Tú eres de los que causa sensación en las fiestas, ¿eh?

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16/12/2014, 01:49
Iseo de Candelero

No podía apartar de sus pensamientos a la gente del castillo, a quienes habían dejado regresar en compañía de lobos y a quienes habían quedado atrás, entre los muros. Que Astrad estuviera allí, preparado para proteger y sanar a quien lo necesitara, suponía un parco consuelo.

La conversación la ayudaba a mantenerse centrada cuando el temor o la preocupación la asediaban. No aquel día; Iseo mantuvo la boca inusualmente cerrada durante la mayor parte de la primera jornada de camino. Mientras caminaba entre sus nuevos compañeros por aquel bosque maldito, solo la oración, incluso en la soledad interior a la que la ruptura del vínculo con Oghma la había arrojado, y la reflexión supusieron un alivio.

Cuando cayó la noche y se detuvieron a descansar, el sueño tardó en llegar, y despertó en más ocasiones de las que quiso contar, convencida de que las vampiras había regresado a por ellos.

A pesar del cansancio acumulado, el humor de Iseo mejoró cuando la luz solar que se colaba entre la telaraña de ramas le acarició los párpados, despertándola. Inútil en la búsqueda, dedicó buena parte de la mañana a cuestionar Zz’pora sobre la forma de vida de su pueblo.

El sol estaba en su cénit cuando el rastro de Nikander los condujo por fin a un lugar habitado. Desconocían si el mago sabía hacia dónde se dirigía o había llegado allí por casualidad.

No era un pueblo pequeño. Algunos de los múltiples edificios que podían ver incluso eran de piedra y poseían varios pisos. Y no era extraño; a simple vista, nadie se hubiera sorprendido de encontrarse con un pueblo como aquel en cualquier lugar de la Costa de la Espada.

El primer encuentro con los habitantes humanos de aquella tierra fue sorprendente. Chillidos de pánico, revuelo y huidas. Algunos atravesaron umbrales y cerraron las puertas tras de sí. Otros se perdieron en las sombras de las calles. La causa del terror repentino parecía ser el hombre lagarto. O bien no habían visto jamás a uno de los suyos y lo consideraban un monstruo, o los hombres lagarto eran seres peligroso y hostiles en aquel lugar.

—No es solo por él —razonó, dedicándole una mirada cargada de simpatía—. Apenas hay personas en la calle, y solo en la vía principal. Parece gente temerosa.

Se calló, por el momento, el resto de su reflexión. Por ahora se ocultan. Hasta que alguien decida que es mejor echar al “monstruo” y los extraños, y encuentre el respaldo de otros. Si no podemos convencerlos de que somos inofensivos, será mejor que pasemos de largo.

—¿Sientes a Nikander cerca, Kra? —preguntó al cuervo, aunque imaginaba que la respuesta sería todavía negativa.

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16/12/2014, 03:00
Kra

—Sí. Cerca— sorprendió Kra diciendo en dracónico. No obstante Iseo no se engañaba; "cerca" no tenía exactamente el mismo significado cuando tenías alas. Estaba claro que Nikander no estaba tan próximo como para que el cuervo lo localizara con seguridad, o el pájaro ya habría volado.

En todo caso, en estos días el familiar parecía haber cogido cariño al grupo, en especial a Aleera e Iseo, y se mantenía con ellas cuando obviamente podría haber ido más rápido solo. Su ala ya estaba recuperada, pero había cogido la costumbre de viajar en el hombro de la elfa cuando la celosa mirada del lobo negro lo permitía.

Como una brújula, Kra señalaba con el pico hacia el norte. Nikander bien podía haber tomado esta misma calle principal, aunque probablemente hubiera despertado menos atención.

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16/12/2014, 12:28
Zz'pora

Zz'pora había contestado a las preguntas de Iseo con naturalidad. Estaba acostumbrado a la curiosidad que despertaba entre las mentes inquietas de los seres calientes. Al fin y al cabo, no era muy diferente de la razón que le había impulsado a calzarse una armadura de metal y salir del pantano que era su hogar.

—Una vez tuve un sombrero —pensó Zz'pora en voz alta cuando a Iseo se le acabaron las preguntas—. Yo era un recién salido del cascarón, y un mercader que iba camino a Puerta de Baldur los vendía. Era de piel vuelta, marrón, y estaba adornado por una gran pluma de couatl. O eso me dijeron, porque yo nunca he visto uno. El caso es que me parecía lo más bonito que había visto nunca, y me gasté todo el dinero que tenía en comprármelo.

»Todo el Seno Cristalino del Páramo se rió de las pintas que tenía con un sombrero de piel. Me sentí como un idiota y, avergonzado, tiré el sombrero a las aguas —Zz'pora negó con la cabeza—. Tuvieron que pasar varios años para darme cuenta de que la idiotez había llegado cuando me deshice de él. Algún día me compraré un sombrero bonito. Y al catoblepas con el que piense que estoy ridículo.

El Caballero de Chelimber solía ir embozado cuando llegaba a zonas habitadas por mamíferos y no quería llamar demasiado la atención. Pero la anterior conversación con Iseo le había animado a mostrarse tal y como era. Cuando todos corrieron a refugiarse en sus casas, el hombre lagarto se encogió de hombros.

—Ése soy yo: la alegría del pantano —le respondió a la druida, golpeándose el pecho con el pulgar—. Y eso que no me has visto haciendo malabares con pequeños roedores mientras canto baladas de amor élficas.

Estiró los músculos del cuello, haciendo tintinear su armadura.

—¿Pensáis que nos darán algo caliente de comer en la posada o saldrán con un símbolo sagrado a expulsarme?

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16/12/2014, 20:30
Xander

Xander había estado tan silencioso como Iseo por buena parte de los dos días de viaje, aunque para él ese parecía el estado natural. El ilmaterino seguía rezando fervientemente con frecuencia, y parecía profundamente deprimido.

—A mi padre le hubiera gustado que yo fuera de los que llevan sombrero en lugar de yelmo— la historia de Zz´pora despertó su simpatía. —Todos tenemos que andar nuestro propio camino. Si algún día volvemos a la Costa de la Espada, te regalaré el mejor sombrero de Aguasprofundas.

Recordar su pasado creaba emociones encontradas que el clérigo era incapaz de definir. Verse en un pueblo de repente le sacó momentáneamente de su apatía, pero cuando todo el mundo huyó, su moral volvió a hundirse.

Ni en sus mejores momentos Xander destacaba por su sentido del humor. —No parece que seamos bienvenidos, pero supongo que podríamos preguntar dónde estamos y si han visto al mago— respondió al comentario de Zz´pora.

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18/12/2014, 19:20
Director

Lo de este pueblo parecía exagerado, pero Zz´pora había visto ya todo tipo de reacciones en humanos al verle. Ya escasamente le sorprendía u ofendía.

Mientras ojeaba las construcciones cercanas, el hombre lagarto se colocó distraidamente el cinturón, una pieza de cuero hecha para cinturas humanas. Al hacerlo notó algo raro y al bajar la mirada pudo comprobarlo: ¡había perdido su bolsita para el cinto, con el dinero! Sería la primera vez que la bolsa se suelta sin más y cae, pero eso parecía más probable que el que alguno de esos aterrorizados pueblerinos se la haya birlado. No era que a Zz´pora le importase tanto el dinero, pero en ese lugar no dejaban de pasar cosas raras...

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17/12/2014, 23:45
Trixa

Una vez enviados sus acompañantes de vuelta a la torre. Trixa había tratado de seguir el camino seguido por Nikander, entre la ayuda del cuervo, al que ella miraba con odio, y la habilidad de la druida, no había hecho mucha falta que la joven siguiera el rastro.

Las bromas e historias de Zz'pora eran cojonudas, y Trixa anotó en su mente comprarle un sombrero en la primera tienda que encontrara. Para festejar... lo que fuera. Diría que era por su cumpleaños, o por el de ella que lo celebraba regalando sombreros a sus amigos. Bueno, regalando cosas. Y se compraría otro para ella. Y lo haría antes de que el calvo se lo comprara. Zz'pora era su amigo, el calvo era un compañero de viaje circonstancial, o como narices se dijera. 

En el poblado, todo el mundo huyó al ver a Zz'pora. A Trixa eso le molestaba muchísimo y miró a los aldeanos con cara huraña. El hombre lagarto era mucho mejor y más bueno* que la mayoría de los humanos. Y que la mayoría de los elfos, humanos, halflings o gnomos, o las otras razas que poblaban Faerun.

—Yo sí te he visto cantando, pero los roedores te los comes, no haces malabares— dijo Trixa. —Pero todavía no has probado mi plato de roedor asado en pudding de harina con guisantes.  

—Vamos a la posada. Si te dicen algo, pueden comerse mis espadas— dijo muy cabreada. 

Notas de juego

*Era "mejor persona" no querdaría bien xd. 

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18/12/2014, 21:53
Aleera

—Baladas de amor élficas—repitió Aleera arqueando una ceja con aire divertido. Lo cierto es que la expresión normal de la druida era algo entre ceñudo y neutro pero en aquel momento sonrió de lado—. Ahora no sé si tengo curiosidad o miedo por verlo.

A la pregunta retórica, negó con la cabeza y se encogió de hombros.

Me temo que de la posada no saldrán con un símbolo sagrado... más bien con un rodillo de amasar—dijo, luego añadió con un suspiro ante la propuesta violenta que ya tardaba en aparecer:—. Tampoco creo que haga falta pasar a cuchillo a nadie, solo tienen miedo.

La verdad es que no le extrañaba la reacción de los pueblerinos, estaba ya más que servida de ver cómo la gente tendía a temer todo aquello que no entendía. Y un lagarto que caminaba sobre dos piernas y podía hablar siempre se contaba dentro de las cosas que la gente no entendía. Miró al cuervo.

—(Dracónico) ¿Puedes saber cómo se siente Nikander, Kra?—añadió a la pregunta de Iseo—. Si está asustado, herido, tranquilo...

No dejaba de resultar irónico que fuera precisamente gracias a su familiar que pudiera encontrar al mago. Aunque claro, el pájaro no le despertaba los mismo sentimientos que el dueño.

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19/12/2014, 00:07
Kra

—¿Hambre? ¡Kra! no está seguro. ¡Kra! cree que Nikander le necesita. Miedo.

El dudoso cuervo parecía estar muy cerca del alcance máximo del vínculo con su amo. Los vínculos entre familiar y conjurador no siempre eran predecibles, pero eso significaba que habían recortado distancias con el mago hasta una milla o un poco menos. En todo caso, miedo era coherente con el comportamiento que habían visto en Nikander; a donde fuera que se dirigiese, avanzaba como si le persiguieran los Abismos. Hambre sin duda tenía sentido también.

Mientras caminaban por la desierta calle buscando algo que pareciera una taberna, el cuervo miraba todo con desconfianza sin perder mucho de vista su rumbo hacia el norte.

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19/12/2014, 01:36
Director
Sólo para el director

A la derecha había un edificio de piedra, pequeño en planta pero que dominaba la calle alzándose cinco pisos, como si fuera una torre cuadrada con amplias ventanas tapadas con cortinas.  También podía verse una herrería (anunciada como tal en idioma común, notaron) con su sólida puerta reforazada en hierro cerrada. A la izquierda había una serie de casitas de madera de uno o dos pisos, pequeñas pero cada una orgullosa en su aislamiento. Cada una estaba encerrada en una cerca de poca altura y guardaba las distancias con sus vecinas.

No lejos había una taberna o posada, fácilmente distinguible porque era el único edificio que no estaba cerrado a cal y canto. Incluso se oían voces desde el interior, y llegaba el aroma de alguna carne asada con especias.

Apenas entraban se escuchó un gritito como de miedo. El chillido no fue tan sorprendente como el hecho de que no había sido provocado por Zz´pora. Repartidas por la amplia sala había ocho mesas, pero los únicos cinco clientes en este preciso momento estaban reunidos en una sola mesa. Uno, sentado, atraía toda la atención de las tres mujeres y el hombre que, de pie, escuchaban con una expresión entre aterrorizada y embelesada.

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19/12/2014, 01:51
Bardo
Sólo para el director

El humano que hablaba para beneficio de su audiencia era atractivo, con las elegantes pero gastadas prendas de un artista. Lucía barba, indiferente a las costumbres que parecían imperar en el pueblo, y su peinado era casi ridículamente cuidadoso. Con voz suave, el narrador continuó, o más bien pareció concluir, su historia.

—...Pero no suficiente para matarle. Usando magia negra, la mujer le hizo olvidar a todas las personas que conocía, celosa de que otros recibieran atenciones que solo a ella pertenecían. Cada día la bruja borraba más recuerdos, y pronto decidió que él no necesitaba hablar ni escribir, pues el entendimiento entre ellos era perfecto. Han pasado años, y ahora el hombre está ciego y sordo, postrado en cama. No se le permite el descanso de la muerte. El lienzo de su mente solo contiene una imagen; vigilia, sueños y pesadillas, todo es lo mismo: su esposa, a la que nunca debió haber engañado.

Una de las mujeres reaccionó con otro gritito de horror y las otras dos se tapaban la boca, mientras que los hombres de la audiencia trataban con poco éxito de parecer inalterados. Los habitantes del lugar parecían gente supersticiosa e impresionable, sin duda, pero las dotes del narrador también tenían mucho que ver con la reacción de su público.

Fascinados todavía con el relato, nadie hizo caso a los recién llegados al establecimiento, excepto por un posadero detrás de la barra. El dueño del negocio saludó distraidamente al grupo, al parecer sin fijarse en Zz´pora, antes de volver a sus asuntos, que parecían consistir en vaciar jarras medio bebidas en una botella.

Exultante por la atención, el bardo cruzó la mirada con la del hombre lagarto, sonriendo al reconocerle. Con un gesto de la mano invitó al grupo a acercarse, señalando vagamente hacia las muchas sillas disponibles.

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19/12/2014, 02:03
Iseo de Candelero

Zz’pora reaccionó al temor de los aldeanos con su sorna habitual. Seguramente no era la primera vez que pasaba por algo así. Pero ya no estaban en la Costa de la Espada. No la que conocían, al menos.

—No podemos sino comprobarlo. Para empezar, me conformaré con que no respondan con violencia y podamos entendernos con ellos.

Los gritos de los aldeanos habían sido inarticulados. Si había en ellos palabras, no las había identificado. Sin embargo, las escasas palabras que había pronunciado la vampira habían sido en la lengua común de Faerûn, y esa primera noche se había sorprendido al comprobar que era Selûne, y no otro cuerpo estelar, el que se alzaba en el firmamento.

—Mantén las espadas en las fundas por el momento, Trixa —pidió a la joven. Era indudable que tenía buen corazón, pero estaba demasiado acostumbrada a resolver problemas a punta de flecha o espada—.  No tiene sentido que nos enemistemos con unos aldeanos asustados. Mucho menos que nos enfrentemos a muerte con ellos.

Aleera preguntó a Kra sobre las emociones que compartía con Nikander. La respuesta del cuervo no fue sorprendente para Iseo. El comportamiento de Nikander, y lo que había aprendido sobre él desde que atravesó el primer portal, apuntaban en esa dirección.

—Nikander sabe cuidarse —consoló al cuervo—. No temas por él.

¿Por qué todo aquello? ¿Por qué había huido de la torre y se había internado en la espesura desconocida, aparentemente en una carrera errática? Se había hecho la pregunta en más de una ocasión. Fuera cual fuere el terror que le acechara, no lo había detallado en su diario. Solo insinuaciones, notas incompletas y detalles inconexos. Había tendencias evidentes, pero no una explicación de lo que sucedía. Si pudiera abrirlo para estudiarlo detenidamente y traducir las entradas en la lengua desconocida. Pero no podía arriesgarse a que el conjuro que contenía lo destruyera.

—El vínculo es bidireccional —explicó, de nuevo en la lengua común, para beneficio de Trixa y Xander—. Nikander ya debe haber percibido la cercanía de su familiar.

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19/12/2014, 10:22
Zz'pora

Todas las respuestas murieron en la boca de Zz'pora.

—¡Eh! ¡Me han robado la bolsa! —dijo, echándose una mano al cinto.

Miró instintivamente a Trixa. Él no era la persona más perceptiva del mundo, pero su amiga sí lo era y le cubría las espaldas. 

—¿Cuándo rayos ha podido pasar? Nadie se ha acercado a nosotros.

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19/12/2014, 22:05
Director

Trixa todavía se sentía débil y vulnerable, pero su vista era tan buena como lo había sido siempre. No era posible que hubieran robado a Zz´pora; nadie había tenido la oportunidad, y eso sin contar que todos parecían estar aterrados.  En este lugar no dejaban de pasar cosas raras. O este pueblo estaba habitado por el gremio al completo de los Ladrones de las Sombras o había magia de por medio...

¿O quizá simplemente se le hubiera caído? Trixa ya no sabía qué creer.

- Tiradas (1)
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19/12/2014, 22:54
Iseo de Candelero

Por puro instinto, Iseo se levó las manos a la bolsa donde guardaba el dinero que había traído para el viaje, el libro en el que inscribía los conjuros y el diario de Nikander.

—¿Recuerdas cuándo estuviste seguro por última vez de que la tenías? —preguntó—. Espero que solo llevaras dinero en ella. ¿Os falta algo a los demás?

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20/12/2014, 00:01
Director

Nadie echaba en falta nada más, y Zz´pora tenía problemas recordando dónde podría haber perdido la bolsa. Estaba seguro de habérsela puesto al cinto esa mañana, pero desde entonces habían caminado bastante y los únicos seres humanos con los que se habían cruzado habían sido aquellos aterrorizados aldeanos.

La calle seguía igual de desierta y no se veía nadie siquiera en las ventanas. A la derecha había un edificio de piedra, pequeño en planta pero que dominaba la calle alzándose cinco pisos, como si fuera una torre cuadrada con amplias ventanas tapadas con cortinas.  También podía verse una herrería (anunciada como tal en idioma común, notaron) con su sólida puerta reforazada en hierro cerrada. A la izquierda había una serie de casitas de madera de uno o dos pisos, pequeñas pero todas orgullosas en su aislamiento. Cada una estaba encerrada en una cerca de poca altura y guardaba las distancias con sus vecinas.

No lejos pudieron ver la taberna o posada, fácilmente distinguible porque era el único edificio que no estaba cerrado a cal y canto. Incluso se oían voces desde el interior, y llegaba el aroma de alguna carne asada con especias.

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23/12/2014, 16:03
Aleera

No—respondió Aleera escuetamente.

Lo cierto es que en realidad estaba pensando en que, o habían vuelto a cambiar de plano, o alguien habí alanzado alguna especie de incomprensible conjuro de desorden absoluto sobre aquel bosque en el que habían estado. Ver a Selûne de aquel color la inquietaba, la luna de sangre tenía algo que la inquietaba.

Quizá deberíamos entrar solo uno o dos a preguntar si algiuen ha visto un mago con el aspecto de Nikander mientras los demás esperan fuera—propuso. Luego añadió haciendo rotar los ojos en redondo de un modo algo cómico—. Es decir, espero que tampoco tengan miedo a la gente con orejas de punta.

Miró a Zz'pora.

Si la bolsa se ha esfumado por arte de magia, quizá sea literalmente cosa de magia.

O de alguien... o algo que pudiera hacerse invisible, ya puestos. ¿Por qué no? Sería por cosas raras que les pasaban últimamente. La cuestión era que no creía que Zz'pora fuera estúpido como para darse cuenta de que la bolsa le había desaparecido una hora después de que realmente lo hiciera; el peso de algo así se notaba en cuanto desaparecía.

Y si había sido ahora, se conformaría con que el hecho de que la hubiera perdido justo a él y solo él fuese casualidad.

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24/12/2014, 01:03
Iseo de Candelero

Iseo comprobó con alivio cómo todo permanecía en su lugar. Podía permitirse perder el dinero, pero no los libros.

—No te preocupes, les explicaremos que sufres de pinna elongata heredada de tus progenitores —indicó ante el comentario  de Aleera.

Solo una suave sonrisa traicionó la falta de seriedad de su proposición.

—Ya nos han visto llegar con Zz’pora —prosiguió, borrando la sonrisa del rostro—. Si no conseguimos que acepten su presencia, no seremos bienvenidos los demás.

Nadie más notaba la falta de sus objetos personales, por fortuna. Aleera mencionó la magia como posibilidad. Un descuido era más probable que un mago necesitado, pero no podía descartar la posibilidad, y la oportunidad que brindaba de encontrar al supuesto responsable.

—Estoy de acuerdo. Si no la ha perdido, es la única explicación que encuentro —asintió —. Y si no ha sido una fata traviesa la culpable, es probable que el ladrón esté pagando con las monedas de la bolsa en algún negocio de este lugar. Imagino que las monedas que portabas serán lo bastante  reconocibles como para rastrearlas.

Si no usan aquí exactamente las mismas monedas que en casa. Y si realmente había un ladrón, incluso el propio Nikander era sospechoso.

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27/12/2014, 00:12
Xander

Xander palpó despreocupadamente entre sus ropas hasta comprobar que todo estaba en orden. Tenía una bolsa de monedas, que pensaba donar en cuanto pudiera a un templo de Ilmater, pero ahora eso se le antojaba difícil e incluso peor, vacío.

—Puedes usar mi oro si lo necesitas— señaló apáticamente a su propia bolsa al cinto. El misterio no parecía llamarle particularmente la atención.

—Separarnos en este pueblo puede ser tan imprudente como demorarnos sin razón. Entremos en la taberna e intentemos sacar unas respuestas antes de seguir nuestro camino.