Partida Rol por web

Torre en brumas

Torre en brumas

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02/07/2014, 07:33
Zz'pora

—Todos los que tienen algún tipo de poder, tarde o temprano, lo ejercen —replicó Zz'pora—. Bueno... ¿y qué hacemos ahora? Si lo he entendido bien el tema de los portales podemos terminar atrapados en un escobero. No es mi idea de heroísmo.

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02/07/2014, 11:21
Trixa

—Ahora, como dice Iseo, subimos parriba y entramos siempre en habitaciones con ventanas— comentó Trixa.

Se había quitado las mantas y se las había pasado a Zz'pora de vuelta. Si hacía frío, tendría que acostumbrarse. Y punto.

Había estado junto con Iseo a solas en la antesala mirando a ver si la cuerda volvía. A la vez que la mujer se cambiaba.

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02/07/2014, 17:08
Trixa

—Pst, Iseo— había susurrado Trixa a la clériga cuando estuvieron solas —no me fio del miserable del retrato. Suelta algunas palabras consplicadas de esas tuyas acerca de magia o hechizos cuando puedas al viejo ese o cerca. Si parece que las entiende, tenemos un problema. Tenemos que fijarnos en su cara.

Nikander usaba ilusiones, engaños y hechizos. Trixa pensaba dudar de todo.

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03/07/2014, 17:08
Astrad

-Sí, conozco a Nikander -dijo Astrad cuando lo mencionaron-. No demasiado. Más bien sólo de vista. Me gustaría hacerle un par de preguntas cuando lo encuentre, si es que nos lo encontramos.

Si sus compañeros tenían razón y había corrompido al señor del castillo, bien podría haber metido todas aquellas ínfulas en la cabeza de Darra. Una rabia a la que no estaba acostumbrado se extendió por su pecho. Deseaba encontrar a Nikander y levantarlo de la pechera de la camisa como el hombre violento que no era. Ah, pero ahora entendía por qué todo el mundo era tan dado a emplear la fuerza. Así no había que pensar ni buscar al verdadero culpable. Zarandeando a Nikander lavaba, en parte, su responsabilidad.

-Yo tampoco quiero acabar encerrado en la despensa o en el meadero. Hagamos como dice ella. Abre el camino, paladín. Te cubro.

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03/07/2014, 19:33
Xander

El clérigo de Ilmater ascendió los peldaños hasta el anciano sirviente, esta vez decidido a no ceder el puesto de vanguardia.

—Tiene que haber una salida— dijo con seguridad; los caminos de Ilmater con frecuencia eran duros, pero el sacerdote no creía en el sufrimiento sin un propósito superior.

—Ilmater dirá.

Con esas palabras subió los escalones hasta desparecer en un giro de las escaleras.

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04/07/2014, 21:53
Iseo de Candelero

Iseo asintió a las palabras de Trixa. El viejo parecía honesto, pero en una situación como aquella, la desconfianza era un método de protección razonable.

—No te preocupes, siempre estoy atenta —respondió—. Si está mintiendo, es un actor consumado. De todos modos, seguiré tu consejo cuando se presente la ocasión. La cautela solo es excesiva cuando se debe actuar con presteza.

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04/07/2014, 21:53
Iseo de Candelero

La sacerdotisa enarcó una ceja ante la última respuesta de Zz’pora. El concepto de poder que manejaba el hombre lagarto era limitado. La mera existencia implicaba poder, poder para actuar y tomar decisiones. Y la inmensa mayoría de personas apenas ejercían una minúscula parte de ese poder intrínseco.

—Asegúrate de castigarme cuando me veas alzar a los muertos e invocar diablos —bromeó.

Nunca había orado por conjuros como aquellos; pero el Señor del Conocimiento no era parte de la tríada. Reconocía que mediante métodos cuestionables podían alcanzarse resultados que empujaran el mundo en la senda del progreso y el discernimiento. Si los solicitara, se los concedería.

El siervo de Ilmáter había adelantado al viejo siervo de un señor de naturaleza mucho más mundana. Y los demás parecían preparados para proseguir, aunque expresaran dudas. Poco más podían hacer. De momento no había camino de regreso.

—Prosigamos.

La joven comenzó a ascender las escaleras tras los dos hombres que ya subían.

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05/07/2014, 00:33
Trixa

Trixa se encogió de hombros y empezó a subir las escaleras, normalmente la dejaban ir a ella primero, para encontrar trampas y enemigos, pero en el castillo era improbable encontrar nada hasta llegar a las habitaciones del maldito mago, así que avanzó detrás de los demás. Dejando que el calvo, Iseo y Zz'pora encabezaran la marcha.

Se encontró echando de menos a Merry, no estaría con ellos en aquella aventura, pero era lo mejor, era lo más seguro y caminando al lado del compañero de Iseo.

—¿Tú también tienes un hueso de picar con el mago?— le preguntó interesada mientras subía las escaleras. Había escuchado sus palabras. —Todos aquí queremos hablar con él y si leo bien sus caras, no de forma amable.

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05/07/2014, 19:42
Director

Las escaleras trazaron un giro a mano diestra hasta acabar en el piso superior. Una baranda a la derecha permitía ver todavía el gran salón con su gran mesa y el retrato. A la izquierda tenían una pared lisa, solo interrumpida unos cuantos pasos más adelante por la conocida luz rojiza. Parecía que esta vez el umbral estaba a la entrada de un pasillo en lugar de en una puerta.

Armándose de valor caminaron más allá de la pantalla de magia escarlata. Atravesar el portal creó las mismas sensaciones que al entrar en el castillo. El efecto había sido casi físico, pero lo peor era la sensación de irreversibilidad. Cuando Trixa, la última, cruzó al otro lado comprobó sin sorpresa que no había forma de volver atrás.

El otro lado les había recibido con un calor sofocante. Todo estaba bañado por una luz rojiza y las temperaturas habían ascendido hasta el extremo opuesto. La diferencia resultó impactante, pero en conjunto este clima parecía más benévolo que el anterior.

Ante ellos tenían un corto y ancho pasillo con dos puertas a cada lado y una más, reforzada en metal, al fondo. Esta vez las puertas estaban abiertas, y de la más cercana a la izquierda se oían voces suaves y llantos. Había al menos seis personas en esa habitación, y no debían de haberles escuchado llegar.

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07/07/2014, 00:48
Astrad

-¿Un hueso... de picar? -preguntó, amable, dándose cuenta de lo que quería decir-. Creo que sí. Aún no estoy seguro del todo, pero parece que sí. ¿Qué os ha hecho a vosotros? Parece que no es un alma elevada, no...

Al cruzar la puerta, Astrad dejó escapar un gañido. Se había contraído para luchar contra el frío tanto que le dolía el cuello y los hombros. Ahora, liberar aquella tensión le resultaba casi doloroso, tanto como el contraste entre el frío y el calor que sentía ahora, con los nervios reactivándose y cosquilleando. Prestó oído a las voces.

-Hay gente llorando, quizá por estar atrapados. Debemos ir a prestarles auxilio... o al menos a darles alguna explicación.

Como clérigo de Laira, Astrad tenía el impulso de alegrar a los decaídos y de combatir la tristeza. A pesar de su propia melancolía, el entrenamiento era difícil de olvidar.

-Zz'pora, ¿te parece bien? -preguntó antes, por querer asegurarse la escolta y por ser el hombre lagarto lo más parecido a un líder.

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07/07/2014, 02:51
Iseo de Candelero

El portal resplandeciente dio paso, tal y como esperaban, a lo que debía ser la planta superior del castillo. Y al mismo tiempo, a un lugar completamente diferente.

Iseo se quitó el sombrero y dejó caer el abrigo. No fue suficiente. Un calor seco e intenso, similar al que describían los exploradores del Anauroch en sus memorias, sustituyó al helador frío de la entrada. El gris propio del invierno dio paso al anaranjado del ocaso, que no solo teñía los muros, sino que impregnaba el mismo aire.

Si penetra la luz, debería haber aberturas al exterior, reflexionó. Ver lo que había más allá del castillo podía proporcionarles inestimables indicios sobre lo que estaba ocurriendo.

Desató las mangas, soltó el cinturón con el que se había ceñido las ropas al talle y se las sacó por encima de la cabeza, quedándose en la blusa. En las piernas, sin embargo, tendría que aguantar el calor unos momento más, pues debajo solo llevaba la ropa interior.

Parece que somos víctimas de una broma pesada…

En el corto pasillo en el que se encontraban había cinco puertas. Dos de ellas a cada lado, abiertas, y una más, rematada en metal, al fondo. Tras al menos una de aquellas había un grupo de personas. Se podían oír sus voces, e incluso algunos llantos.

Los primeros pensamientos, o al menos las primeras palabras, de Astrad fueron de compasión para esa gente. Sin siquiera saber de quiénes se trataba. Un impulso natural en un sacerdote de Nuestra Señora de la Alegría, pero que Iseo no esperaba en su actual estado de ánimo. Cuando parecía que iba a dirigirse al origen de los llantos, pidió permiso a Zz´pora. Un buen síntoma, y uno malo.

—Confío en que ellos sean capaces de darnos más explicaciones que las que nosotros traemos —intervino la oghmita.

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07/07/2014, 07:50
Zz'pora

—Desde luego —le había contestado en tono jocoso a Iseo—, te azotaré en el trasero con el plano de mi espada si lo intentas.

Que lo llamaran tradicional, si querían. Pero si tenía que morir, prefería hacerlo con un buen palmo de acero en las entrañas. Sabía que no estaría más muerto porque lo matara un diablo, o porque hicieran bailar sus huesos al son de un hechizo de nigromancia. Pero... estaba mal. No era honorable.

Zz'pora dio la bienvenida al repentino bofetón de calor con los brazos abiertos. El reptil se encontraba mucho más a gusto en aquel clima. Si le ponían un par de charcas aquí y allí, se pondría a retozar en ellas de un momento a otro.

Recogió el abrigo que sus compañeras ya no necesitaban, resistiendo la tentación de pedirle a Iseo el sombrero y ponérselo. Adoraba los sombreros de los seres de sangre caliente y hacía años que había dejado de importarle lo que la gente opinara de un hombre lagarto con sombrero.

—¿Eh? Sí, claro. Veamos qué sucede —le respondió a Astrad, saliendo de tu ataque de introspección—. Pero estad alerta, este lugar hace que me piquen las escamas. O eso o los ácaros ¡ja ja ja ja!

El caballero de Chelimber abrió la marcha, dirigiéndose al umbral donde procedían los llantos, pero mirando en todas direcciones como si buscara algo.

Voy a hacer una batida de detectar el mal, y espero no quedarme ciego.

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07/07/2014, 20:34
Xander

El clérigo de Ilmater aferró su mangual con las dos manos y avanzó con pasos metálicos hacia la puerta de donde venían los llantos. Todo parecía indicar que ahí había inocentes, y quizá hubiera que protegerles.

—A Ilmater tampoco le gusta este sitio. Huele a magia negra.

Manteniéndose detrás del hombre lagarto, el sacerdote guerrero entró también en la habitación.

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07/07/2014, 20:41
Director

Las voces y los llantos enmudecieron de repente con el crujir de la puerta al abrirse. Quienes fuera que estuvieran dentro, habían aprendido a esperar lo peor. Los héroes no podían sino desear que su llegada les supondría algún alivio real.

Lo que vieron al entrar era en principio bastante ordinario. Se trataba de unos aposentos elegantes y limpios. Una cama amplia, un escritorio, un armario... Era acogedor y sin embargo impersonal. Parecía una habitación para invitados más que el espacio donde viviera alguien de verdad. Por una ventana alta y alargada entraba una luz más roja que la de ningún atardecer. Recordaba al fuego y sin embargo era estática, sin la vida característica de las llamas.

Si bien la sala era grande, no estaba hecha para albergar una docena de personas, incluyendo los recién llegados. Dos niñas estaban sentadas en la cama, un hombre calvo y una mujer mayor abrazando a la menor de ellas como si la protegieran. Un hombre de piel oscura y cabellos tan negros como un cuervo estaba sentado en la única silla de la habitación con expresión derrotada. Tenía un feo corte en el hombro, como de espada. Otro hombre de cuidada barba y bonitas ropas rojas levantó la mirada desde el suelo junto a la cama donde, arrodillado, había sido interrumpido en la tarea de atender las heridas de un moribundo.

El desdichado llevaba armadura de cuero y tenía una espada corta yaciendo en el suelo, a su lado. Había sufrido heridas de arma cortante que casi acabaron con su vida. Se encontraba semiconsciente, gimiendo y doliéndose sin abrir los ojos.

Pero lo más extraño fue el cadáver que había junto al malherido: era más alto que un hombre pero a todas luces nada más que un insecto verde con fuertes mandíbulas, seis extremidades articuladas y antenas. Iba vestido a medias, cubriéndose con pieles. Junto a este ser había un extraño bastón con dos cuchillas curvas a los lados.

Los adultos parecieron congelados por la sorpresa o miedo al ver aparecer a desconocidos con un hombre lagarto a la cabeza, nada menos. Siendo así, no fue de extrañar que una de las niñas reaccionara primero, más instintivamente. El grito agudo, punzante, de la menor de las niñas aterrorizadas rompió en un momento, y en apariencia para siempre, el silencio del castillo.

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07/07/2014, 21:15
Director

De haber sido un ser de sangre caliente, el paladín hubiera sentido un escalofrío al tratar de escrutar el mal en ese lugar. No era que una fuente concreta, poderosa, dominara claramente, sino que un rastro de maldad, débil por el paso del tiempo pero duradero, parecía manchar casi cada rincón del pasillo. Nada que mera nigromancia mortal pudiera crear, en opinión de Zz'pora, pero era incapaz de concretar más.

Entre toda esa vileza, la puerta reforzada en metal ocultaba algo todavía peor. Que fuera capaz de sentirlo a través de la puerta, como si la maldad rezumara por las rendijas, decía mucho del poder de esa fuente.

Al entrar en la habitación, el hombre lagarto no pudo sentir el mal en ninguno de los dos aparentes contendientes (el hombre-insecto ni el sujeto con armadura). Sin embargo, la piel no era lo único oscuro en el tipo sentado en la silla. Algo en él no le gustaba a Zz'pora. Inmerso en estos pensamientos, tuvo que hacer un esfuerzo para que el inesperado y agudo grito no rompiera su concentración.

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08/07/2014, 03:09
Iseo de Candelero

Iseo registró de un vistazo todo lo que ocurría en el dormitorio. Solo la superficie. Era demasiado distraída como para absorber los detalles sin prestar suma atención. Y en esta ocasión, no había oportunidad para hacerlo, por el momento.

En cuanto la niña los vio llegar, o más bien, en cuanto vio llegar a Zz’pora, soltó el horrísono chillido que solo los pulmones de una pequeña, o la garganta evanescente de una banshee, son capaces de producir. La pobre chica estaba aterrada.

Incluso bajo el asalto auditivo, no pudo evitar detener la mirada en el cadáver. Un enorme insecto, más grande que un hombre, con tres pares de extremidades. No era un simple insecto gigante, como los detallados en los libros de historia natural. Vestía prendas de piel, y a su lado yacía una extraña arma que la criatura debía haber sido capaz de blandir. No se acercó a estudiar el cadáver, pero estaba convencida de que había sido capaz de erguirse y caminar como un humanoide.

Pero antes de eso, lo más urgente…

Se colocó delante de Zz’pora y mostró las manos desnudos frente a sí, con las palmas abiertas en un gesto conciliador.

—No tenéis nada que temer de nosotros —aseveró con voz firme, recorriendo a todo el grupo con la mirada.

No había sido la mejor de las ideas que el hombre lagarto fuera el primero en aparecer. Para la mayoría, para la gente común, que no viajaba ni tenía acceso a centros de conocimiento, no eran más que monstruos de cuento, o de los que huir al adentrarse demasiado en el pantano. Con razones para ello, o sin razones.

En una situación de estrés e indefensión, con niños a los que proteger, la agresión era una alternativa fácil. Tomar por sorpresa a la posible amenaza y rezar porque fuera suficiente. Quizás era aquello lo que había ocurrido con el insecto.  

—Estábamos en la taberna cercana a Elturel cuando Eddard llegó solicitando ayuda —explicó—. El muchacho nos ha guiado hasta aquí. Hemos venido para ayudaros.

Señaló entonces al hombre yaciente. No se había dado cuenta al entrar, retenida su atención por el exótico cadáver, pero parecía agonizante.

—Algunos de nosotros somos sacerdotes, sanadores—repuso, sosteniendo el símbolo sagrado que colgaba de la cadena que rodeaba su cuello, el pergamino de plata de Oghma—. Si no está más allá de la salvación, podemos curarle.

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08/07/2014, 21:30
Director

La mujer con coleta que estaba junto a las niñas las abrazó, calmándolas instantáneamente. El tipo corpulento que quizá fuera el padre de una de las criaturas relajó su postura y se dejó caer en la cama, sentándose tan bruscamente que las niñas bailaron al son del colchón oscilar.

El hombre de piel oscura no llegó a reaccionar de una forma u otra antes de que el de ropas rojas que había estado atendiendo al herido se pusiera en pie.

- Tiradas (1)
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08/07/2014, 21:43
Carac

Podían verse algunos viales y vendas colgados de su cinturón. También llevaba un cuchillo largo envainado a la cintura.

—Por favor...— dijo simplemente dando un paso atrás para facilitar la tarea a quien pudiera curar al moribundo.

—Mi nombre es Carac, soy el cirujano del castillo. He estabilizado a Borin por el momento, pero las heridas son muy graves.

Los vendajes cubriendo el pecho y cuello del moribundo eran pruebas de que Carac sabía lo que hacía, pero evidentemente sin acceso a magia divina no estaba siendo suficiente para el agonizante llamado Borin.

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09/07/2014, 18:53
Trixa

Trixa, sabiendo que era la menos amenazadora de todo el grupo que había entrado, se acercó a las dos niñas y a los dos adultos que estaban con ellas.

—Tranquilos, ya veréis como todo va bien...— sonrió — Soy Trixa, y ellos son Iseo, Astrad... el Calvo Justiciero, y Zz'pora, conocido como el Caballero de Chelimer, que es la mejor persona que conozco.— Había señalado a sus compañeros. 

—¿Qué ha ocurrido aquí? ¡Menudo bichejo! ¿Cómo os llamáis, pequeñas?

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09/07/2014, 20:11
Alexia, hija de Carac

Las niñas, más calmadas ya, respondieron bien al acercamiento de Trixa. La mayor de ellas respondió mientras miraba, con más curiosidad que miedo, las armas y cachivaches que portaba la chica.

—Yo soy Alexia. Ese es mi papá— señaló orgullosa al cirujano.

—El... eso entró por la ventana. El guardia y Fendrel y el señor y mi papá lo mataron, pero el guardia ahora está muy mal.

Claramente aliviada por la aparente seguridad, agarró de la mano a Trixa tan fuerte y con tanta determinación que no parecía tener intención de soltarla en un futuro cercano.