Partida Rol por web

Levantó la cabeza al escuchar a Hild preguntar por suss heridas y negó con ésta -. Estoy bien, gracias Hild.- Declaró, con una media sonrisa de agradecimiento -. Deberíamos descansar, tal vez mientras hablamos sobre el camino que estamos a punto de tomar...- Sugirió.

Mañana irían en busca de la Dama, pero en ningún momento se ha dicho qué harían al encontrarla ¿dejarían que Hild y Jorunn vayan solas? Desde luego esa sería la idea de Jorunn y tal vez de Hild, pero el hirdmand dudaba que los demás estuviesen de acuerdo con eso.

No creía que fuera mala idea que se hablase de eso ahora, era al fin y al cabo una sugerencia, y tampoco iría mal del todo hablar sobre una próxima y posible batalla. En esta se habían dispersado mucho, demasiado, y por eso muchos han sido heridos. Tal vez si hubiesen hecho un muro con los escudos ni uno sólo de sus hombres habría tenido que lamentar pérdida alguna.

Sigurd nada diría de los errores cometidos hoy, no les han pasado demasiada factura -teniendo en cuenta lo que podría haber pasado- y ahora es más fácil echarse en cara los errores cometidos, no es lo mismo pensar después de la batalla que durante.

Descansar es buena idea pero el camino no depende de nosotros creo—la noble miró significativamente a Hild— Hild, antes de dormir, cuando te veas con fuerzas...quizás sea buena idea que hables con los dioses, es posible que nos muestren el camino. Jorunn volvió a mirar el horizonte, como si quisiese ver algo, alguna pista o augurio del camino que debían tomar... y de como evitar que sus compañeros varones cayesen en las garras de aquella mujer. Aquella idea llevaba atemorizando a la joven desde que se embarcó. ¿Cómo condenar a aquellos valientes a morir sin gloria? ¿Habría algún modo de impedirlo? ¿Y Hild y ella? ¿Podrían hablar con la Dama "de mujer a mujer" sin que acabase en batalla? Desde luego esa era la única esperanza que podía albergar. La palabra al final de un camino de espadas.  Osvif, selecciona a aquellos de tus hombres que no estén heridos y tengan mejor vista para que hagan guardia esta noche. Algunos de esos salvajes escaparon, y no sería raro que volviesen a atacarnos cuando estemos desprevenidos.

El pelo, que ahora tenía vetas rojizas de su sangre y de la sangre del thurl, caía apelmazado sobre sus hombros mientras pensaba en la batalla que no había podido luchar.

Gracias Hild.- Le dijo el berserk a la völva cuando atendió sus heridas.- ¿Tomaste nota de cuantas criaturas mágicas acabaron sus días muertas bajo el hacha de Thorgrím?- Le preguntó a Yngwe mientras Hild curaba sus heridas. Derramar sangre había animado al berserk que ya se permitía bromear con el scalda por su idea

Osvif asintió con la cabeza.

-Ya está todo dispuesto. Mis hombres montarán guardia, no tienes de que preocuparte si esos barbaros atacan de nuevo les estaremos esperando-dijo el capitán con una sonrisa.

Sigurd rebufó con disgusto, habría aceptado que le hubiesen dicho que es mejor no hablarlo ahora con el corazón y el cuerpo cansados. El hirdman habría aceptado muchas cosas, pero eso le parecía que estaba rozando lo más ridículo.

-Si cada vez que haya que tomar una decisión o hablar de algo, tienes que pedir a Hild que lance los huesos, no sé porqué no le cedes el mando de la expedición a ella.- Era un comentario para sí mismo y en voz baja, pero quien estuviera atento podría haberlo escuchado y a Sigurd le daría igual. Es un hombre libre y tiene derecho a opinar como tal, pero no entendía la postura de Jorunn...

O es muy engreida o muy insegura.

Engreida por creer que los dioses van a estar ahí para darle una respuesta clara sólo porque se lo pida, insegura porque no es capaz de tomar una decisión sin consultar a nadie más ¿cómo espera ir a Valhalla si no hace más que pedirles ayuda? ¿cómo piensa impresionarlos así? Si los dioses les han dado libertad, es para decidir lo que hacen con su vida, no para esconderse tras sus faldones o pedirles consejo a la mínima.

De todas formas, no es su problema. Aunque empezaría a serlo si muere por otra estupidez cometida, aunque en tal caso ya se estaba planteando que decirle a su padre y jarl.

A lo largo de toda la expedición no he pedido a la völva que hable con los dioses Sigurd. Ni para tomar decisiones, aunque tampoco hemos tenido que tomar demasiadas, ni para nada más. Pero quizás tu tengas una idea mejor de como llegar a casa de esa misteriosa mujer de la que todos hemos oído hablar y nadie encuentra. Jorunn lanzó a Sigurd una mirada serena, esperando respuesta del hirdman, aunque sin manifestar malestar por sus palabras. Quizas sea mejor que vaguemos sin rumbo, o puede que los amables salvajes nos indiquen la dirección.

En aquel momento la joven se dio cuenta de la dureza de sus palabras, más no se disculpó puesto que, en cierto modo iban cargadas de razón aunque fuese su agotamiento la que le había hecho responder.

No, cierto, las últimas decisiones que tomaste por ti misma fueron lanzarte al agua congelada y contradecir las órdenes que me dio tu padre.

Sigurd no iba a discutir, aunque tuvo que aguantar la risa. Obtendrían más respuestas capturando a uno de los salvajes que preguntando a los dioses... ella misma se ha respondido, pero no iba a discutir. Para el hirdman estaba claro lo que había querido decir con sus palabras.

-Creo que voy a ayudar a los hombres de Osvif- Se levantó, y ahí fue sin mediar más palabra, Ofendido, tal vez, pero no dijo nada. Al igual que él era un hombre libre Jorunn tenía autoridad sobre si misma y la expedición, no discutiría cuando ya había visto en el barco que era imposible.

Escuchó en silencio el cruce de palabras entre Jorunn y el hirdman. No era su cometido hablar ni a favor de una ni del otro, así que, una vez había comprobado que nadie más necesitaba de sus conocimientos de sanación que, aunque escasos, por lo menos habían aliviado a los hombres, se sentó sobre una piedra para descansar un poco. Miraría los huesos e intentaría comunicarse con los dioses, pero para ello necesitaba tener la mente despejada y en aquellos momentos no se sentía capaz.

Observó, no sin cierta preocupación, como Sigurd se alejaba para reunirse con el resto de la tripulación, momento en el que Hild aprovechó para acercarse a su amiga.

- Sólo intenta hacer bien su trabajo... Consultaré a los huesos, pero antes necesito comer algo y descansar un poco. Y creo que todos deberían hacer lo mismo... Comer y descansar.

Thorgrim podría comerse un buey en estos momentos.- Comentó a raiz del comentario de Hild, por increíble que pudiese parecer y pese a estar cubierto de enormes salpicaduras de sangre y vísceras, el berserk no había perdido el apetito.- Deberíamos brindar en honor a los compañeros que se han marchado.

¿Visteis la cueva en las montañas?- pregunta al resto de sus compañeros cercanos, aparentemente sin darse cuenta de la situación generada entre Sigurd y Jorunn.- Y Osvif, ¿Sabemos donde estamos?

Yngwe fué a una de las tiendas, cerca de donde el preocupado Sigurd había decidido descansar, y prácticamente tumbado, con la espalda casi reposada sobre el petate y su pecho mirando al cielo colocó el laúd sobre su vientre, pellizcando repetidamente una cuerda que dejaba escapar el tintineo reiterativo de una nota aguda, como una gota de agua que caía sobre la superfície del metal, trató de forzar a cerrar los ojos, pero le sería difícil descansar hoy con todo lo que había ocurrido y el sinfín de desgracias que una y otra vez caían sobre la temprana campaña.... todo esto era un muy mal augurio, sin duda loki debía estar poniendo trabas y piedras en su camino para reír divertido tras algun rescoldo cercano.
 

Osvif se reclinó junto al fuego para calentarse. Una venda cubría su brazo donde había recibido un corte por aquellos salvajes pero al veterano marino no parecía importarle. Se quedó unos segundos en silencio  y después respondió al berserkr sin apartar la vista de la lumbre.

-Estamos donde queríamos estar-respondió con un tono lúgubre- ¿ves la escarcha cubriendo el follaje? ¿Éste frío antinatural? ¿La niebla que flota sobre el mar por donde llegamos? Si las historias que cuentan son ciertas, estos son los dominios de la dama de la escarcha. Pero si lo que preguntas es si estamos en Midgard o en el mismo Niflheim... no lo se.

La völva, después de haber comido algo para reponer fuerzas, se apartó algo del resto de los hombres aunque procurando estar cerca de una de las hogueras encendidas para dar algo de calor. Se arrebujó en sus pieles intentando descansar su mente, mantenerla en blanco y sin pensar en nada, de esa forma buscaba estar preparada para hablar con los dioses, si es que estos estaban dispuestos a hablarle.

Cuando creyó estar preparada y lo suficientemente relajada, cogió la bolsa con los huesos, aplastó la nieve bajo sus pies con cuidado y, después de elevar una plegaria para ganarse el favor de los dioses para interpretar correctamente sus palabras, los tiró al suelo.

Klemet había necesitado unos minutos para descansar después de aguantar haber hecho todo aquel rito con la grave herida de la espalda. Hild se encargó de él y tuvo que reconocer, por mucho que le pesara, que la völva hacía un buen trabajo. Se sentía mucho mejor y una vez hubo descansado, se levantó para atender a los heridos.

Hizo su trabajo lo mejor que pudo, pero se encontraba exhausto y casi se volvió a derrumbar una vez había terminado. Cogió algo de comer y se colocó en algún sitio para poder dejarse caer allí y descansar unas horas en paz. Tuvo que reconocer que, pese a la preocupación que le estaba atormentando por todo lo relacionado con la Dama de la escarcha, el cansancio le regaló un descanso que no se esperaba.

Mientras los magos atendían sus tareas, ya fuese curando, ya fuese encontrando algún vestigio del camino que habían de seguir en los huesos de los animales, Jorunn se levantó y se dirigió con paso cansado pero firme hacia Sigurd. No la hizo especial gracia que el scalda estuviese apostado tan cerca, pues prefería que la conversación no saliese de allí e Yngwe no destacaba por su discrección. 

—Sigurd— dijo la noble tratando de mantener el tono firme y relajado tratando de olvidar lo que minutos atrás había ocurrido.— No hagas guardia hoy. Los hombres de Osvif se valdrán solos para ello, y nosotros te necesitamos descansado para la marcha. Mañana al rayar el alba saldremos, independientemente de que los dioses se dignen a hablar con nuestra völva. No es buen augurio que el único guerrero que no ha sido herido se vea privado de sueño.

Jorunn esperó unos segundos. Si Sigurd respondía bien, si no lo hacía daría media vuelta y caminaría hasta su camastro; lo que no sabía era como reaccionar en caso de que se negase a obedecer. Pero no podía dejar ver su inexperiencia más de lo que ya lo había hecho. Mentalmente contó de cinco a cero esperando a que el hombre diese señales de respuesta.

Sigurd escuchó las palabras de la doncella mientras se preguntaba qué hacer. El orgullo del hirdman era grande y le molestaba que Jorunn ni siquiera hubiera dado muestras de reconocer sus errores, sólo le había dado una orden. Orden que él debía obedecer, pero ¿cuántas veces ha obedecido sus órdenes para nada?

No envidiaba la postura de Jorunn en este momento: Si el hirdman no obedecía estaría puesta en entredicho su autoridad, por otro lado el hombre esperaba un reconocimiento del error de Jorunn, y en ese momento lo podrían escuchar y también se pondría en entredicho su autoridad.

La verdad que el hecho de que Jorunn se haya arriesgado a eso, relaja los ánimos del hirdman. No para obedecer de primeras, pero al menos sí para abrir la boca:

-¿Y sabes por qué tu hirdman ha preferido montar guardia a descansar?- Preguntó, le bastaría con un sí para cumplir la orden. De esta forma le daba a Jorunn la oportunidad de admitir su error ante él, pero no tan abiertamente como para comprometerla ante el resto de hombres. Por otra parte el orgullo de Sigurd estaría, en parte, satisfecho.

Le da una opción neutral, Sigurd ya no se andaría con tonterías de ahora en adelante. Aún así seguía respetando a Jorunn aunque fuera por ser la hija del harl, respetaría las leyes y las tradiciones, de Jorunn dependía si lo hacía o no de buena gana. De ella dependía que Sigurd ofreciera su ayuda más allá de lo justo y necesario, es decir: con otro fin más desinteresado que cumplir una orden. A muchos líderes les daría igual mientras el soldado obedeciese, Sigurd aún no sabe qué clase de líder es Jorunn...

Si es que es una "líder".

Al fin y al cabo, el hirdman estaba de niñera de la líder de esa expedición, el cual no es un puesto agradable y es bastante surrealista. Algo, desde el punto de vista del hirdman, humillante a pesar del "honor" que el jarl le había concedido con esa confianza puesta en él.

Jorunn no era estúpida, sabía muy bien porque el hirdman había tomado aquella opción. Pero no sabía muy bien como responder. Sospechó que con el hirdman de nada valía una mentira para quedar bien, aunque tampoco ella estaba dispuesta a ofrecerla de modo que decidió, como siempre había hecho, hablar con el corazón en la mano. Al fin y al cabo, era lo que se le daba bien. Sabía escoger las palabras para convencer a la gente igual que intuía cuando tenían problemas y cuando querían hablar. Con tono desapasionado, pero firme, como si informase del estado del tiempo, la joven comenzó a hablar. 

¿Mi hirdman?

Porque el hirdman del jarl Hrolf no está de acuerdo con mis decisiones. Porque sigue está misión por mandato de su señor, no de su corazón. Porque piensa que saltar al agua fue una bravata de una niña  insensata y estúpida en lugar del salvamento de un hermano al que he jurado proteger. Porque cree, con toda razón, que haber sido derribada en un primer golpe, cuando aún no había tenido tiempo de ponerse en posición es un deshonor. Porque ve inseguridad donde yo veo precaución. — la noble miró con tranquilidad al hirdman antes de concluir segura y suavemente — Porque el hirdman de mi padre, el hombre libre, aún no confía en mí y por ello  aún no es mi hirdman. El tiempo es el que decidirá si confías en mí o no Sigurd Ivarsson, no tú ni yo.  

Sigurd se llevó la mano a la frente y bufó por toda respuesta. No, desde luego Jorunn no entendía nada, no ha dado ni una y ha resbalado con cada palabra dicha. De todas formas Sigurd está ahí para protegerla, no para educar, es una niñera no un maestro. Al menos así debe verlo el jarl si le manda la tarea de proteger a una niña que él sí cuestiona que esté preparada para liderar una expedición.

Loki debe estar pasándoselo de miedo...

Sigurd había recibido una orden, la obedecería pero nada más. Seguiría pensando de esa manera hacia la hija del jarl, hasta que viese lo contrario.

Se levantó y, una vez hecho eso se dirigió a descansar pronunciando antes unas simples palabras -Piensa lo que prefieras pensar.- una vez dicho esto obedeció las órdenes, de mala gana, y por ello se colocaría algo alejado del grupo.

Las palabras de Osvif eran ciertas, los huesos así lo confirmaban. Aquellas eran las tierras de la Dama de la Escarcha, los dominios de una de las brujas mas poderosas un lugar desconocido de donde muy pocos han regresado y nunca de la misma manera en la que se fueron. Los huesos confirmaban que aquel era el lugar correcto pero solo las Nornas sabían lo que les depararía el día siguiente.