Partida Rol por web

En el interior de aquella Comisaría se podía encontrar un ordenador encendido que pedía una contraseña, una taza de café frío y unas cuantas hojas de informes, y poco más que destacar. Había luz en aquella comisaría, pero ni había aire acondicionado ni tampoco ningún calefactor.

Había un pequeño cuarto de baño tras una puerta de la habitación; y en la parte trasera de aquella Comisaría se encontraba la celda, completamente vacía.

Soltó un suspiro de alivio una vez que entró en la comisaría, finalmente sintiendo la paz de la soledad. No es que precisamente le disgustase la compañía, pero no le era precisamente sencillo conocer gente y menos con sus recuerdos y sus dudas atormentandole.

No tarda en cerrar la sombrilla una vez que entra a la comisaría, asegurándose además de mantener buena distancia de las ventanas para evitar contacto con el sol. Tomaría la taza de café frío, olisqueandola un instante para después pasar a darle un sorbo. Se la quedaría, bebiendo de forma ocasional pese a que era consciente de que su cuerpo requeriría de otro tipo de sustancia. Era un buen placebo.

Eventualmente acabaría frente al ordenador y a los informes, dando otro sorbo a su café y observando detenidamente la pantalla exgiendo una contraseña. Sin saber qué poner, decide en cambio tomar los informes y comenzar a leerlos con calma. También revisaría los cajones del escritorio, a ver si encontraba algo similar a una clave anotada... O armas.

Los diversos informes hablaban sobre algunos problemas que había en el pueblo y sus alrededores, en particular contra los animales salvajes que habían pululando por la isla. En algunos de ellos tan solo eran listas de los incidentes y meras especulaciones de qué animal podía haberlo causado.

Otros por el contrario, era un mapa de la zona donde se encontraba la madriguera del oso, en una pequeña cueva cercana a la montaña, en la zona más escabrosa de la isla.

No parecía haber armas visibles, en donde probablemente hubiera alguna guardada sería en el cajón que estaba cerrado con llave. Pero eso tan solo era una mera especulación. Y no, la llave no estaba en ningún lugar visible, ni siquiera tras rebuscar un poco parecía aparecer.

Y hablando de llaves, claves y demás... tampoco parecía que esto fuera tan fácil...

La chica tomó un sorbo de su café mientras revisaba con la ceja alzada los informes policiales, sin demasiada apreciación por los protocolos de privacidad o los límites legales vigentes. Le resulta hasta relajante estar en esa posición, un poco más administrativa, solitaria, con una taza de café en la mano... Sonrió para sí misma al pensamiento. Tal vez si la taza de café fuese algo más cálida, algo más roja...

Acabó por agitar la cabeza. ¡No era momento! No podía dejarse llevar por una fantasía así, no de momento. Por ahora... Buscaría cualquier instrumento útil por la comisaría. Tal vez alguna manera de abrir el cajón inclusive, si no era con la llave... Por la fuerza. Después de todo no era una flor delicada, sino que iba más por el lado de lo bruto.

Por mucho que esta tratara de abrirlo por la fuerza, no parecía ser suficientemente hábil como para lograrlo, a fin de cuentas estaba en una comisaría, si se pudiera abrir como si nada, no sería un lugar tan especial, sería una Maid-Café o una tienda de flores, de esas que uno se pone en la muñeca y la gente pregunta ¿Cuándo vendrá?. ¿Cómo vendrá?. ¿Dónde está la quinceañera?... y esas cosas....

Del interior de la radio que IV aún cargaba consigo sonó la voz de una de ellas procedente, probablemente de la radio que se encontraba dentro del avión, y al parecer aún estaba funcional a pesar del impacto en aquel accidente aéreo.

—¡Un-dos, un-dos~! ¡Probando-probando~! ¿Se me recibe? ¡Aquí Muñequita Peligrosa Número X! ¿Quién habla al otro lado? ¿Me recibe? ¡Por favor, identifíquese!

Al parecer alguien quería seguir contactando con ellas, o al menos con alguien.

La chica acabaría dando un golpe al cajón con una notoria frustración y molestia al no poder abrirlo. Tampoco sería algo excesivamente fuerte, sino únicamente un golpe para desquitarse. Al final resulta que debería buscar una manera alternativa de poder revisar ese lugar... Y aún estaba el misterio del computador y su contraseña, pero no se veía capaz de poder averiguarla producto de mera suerte.

Por suerte obtuvo otra cosa que tampoco esperaba recibir; respuesta a través de la radio. Esto le hizo levantar una ceja, especialmente a causa de quién estaba respondiendo. No era quienes se esperaba que lo hiciesen, pero una parte de ella se sintió aliviada de ello. No había contacto exterior, de momento.

-Aquí cuatro. Recibido. Supondré que... Son parte del grupo que estaba en la playa. ¿Existe otra radio?- Preguntaría con curiosidad, para después de una larga pausa agregar. -Supongo que sí. Estaría bien que trajesen a las heridas al pueblo. Hay muchas casas. Un almacén.- Arrugaría la nariz, nuevamente indecisa sobre si agregar o no lo que se le venía a la mente, pero pese a que su instinto de supervivencia le decía que no, otra parte de ella... Más heroica le impedía callarse al respecto. Al final suspiró para sí misma.

-Deberían tener cuidado. Hay animales salvajes que rondan la isla. Peligrosos. Varios.- Diría para cortar del todo la transmisión, dando un sorbo más a su taza de café y cogiendo el mapa que llevaba a la cueva del oso, guardándolo en su bolsillo.

Del interior de la radio que IV aún cargaba consigo sonó la voz de una de ellas procedente, probablemente de la radio que se encontraba dentro del avión, y al parecer aún estaba funcional a pesar del impacto en aquel accidente aéreo.

—Entendido, Charlie IV. Vamos enseguida. ¡Cambio y corto!

Al parecer alguien quería seguir contactando con ellas, o al menos con alguien.

La cuarta suspiró con alivio al oír que, al parecer, las muchachas seguirían sus indicaciones. Al menos en medida de lo posible. Ya sin tener mucho más que hacer allí, la cuarta acabaría por marcharse de la comisaría. Obviamente marcharía con su fiel sombrilla en mano, aunque antes de dar un paso fuera se aseguraría de revisar el mapa que antes había encontrado, aprovechando de ver qué otras zonas de interés se encontraban en la isla además de la cueva señalada. 

Si no había nada particularmente "nuevo" o "llamativo"... Acabaría por salir e ir al almacén, también llevándose su taza de café. Aunque... Poco antes de salir, tiraría del cable de corriente de la computadora para apagarla. Solo por precaución.

Sin encontrar nada más llamativo en aquella Comisaría, IV terminaría por salir del lugar en busca de algo que le pudiera servir en alguna otra parte, probablemente pensando en el Almacén como el mejor lugar para acceder tanto a Comida, Medicina como a Herramientas, esta primero tenía que cruzar el pueblo.

En el interior de aquella Comisaría se podía encontrar un ordenador encendido que pedía una contraseña, una taza de café frío y unas cuantas hojas de informes, y poco más que destacar. Había luz en aquella comisaría, pero ni había aire acondicionado ni tampoco ningún calefactor.

Había un pequeño cuarto de baño tras una puerta de la habitación; y en la parte trasera de aquella Comisaría se encontraba la celda, completamente vacía.

"Cuatro" ya conocía bastante bien las inmediaciones de la comisaría. Después de todo estuvo allí un tiempo considerable, por lo que en lugar de pensarse mucho el asunto, tan solo avanzó directamente hacia el escritorio, coló el desatornillador entre las separaciones del mismo y, usando la llave inglesa golpeó con fuerza para hacer palanca y conseguir abrirlo.

¿Que pudo haber usado la clave? Sí, posiblemente, sin embargo ella no era precisamente la clase de persona que trataría de resolver un escape room en mitad de una isla desierta. Era más pragmática, directa. Así que... Tan solo se encargó de forzarlo. Eso era mucho más práctico.

En el interior de aquella Comisaría se podía encontrar un ordenador encendido que pedía una contraseña, una taza de café frío y unas cuantas hojas de informes, y poco más que destacar. Había luz en aquella comisaría, pero ni había aire acondicionado ni tampoco ningún calefactor.

Había un pequeño cuarto de baño tras una puerta de la habitación; y en la parte trasera de aquella Comisaría se encontraba la celda, completamente vacía.