Partida Rol por web

A Partir de Ahora.

Capítulo 1

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09/10/2008, 13:39
Elizabeth Cornwell

Una risa cristalina escapa de entre sus labios.

-Es que prefería estar contigo, antes que desayunar...!-vuelve a reír y se lanza sobre su hermana, besándola ruidosamente en la mejilla. No obstante, toma el panecillo que le ofrece, y lo guarda en sus bolsillos para cuando tenga hambre. -Gracias, Sue...!

Camina en silencio junto a su hermana. A decir verdad, el silencio se debe más a que aún se encuentra un tanto adormilada que a otra cosa. Suspira, y su cabeza se pierde en la luna, mientras ambas jóvenes atraviesan las tierras de Skylands Manor.

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11/10/2008, 06:17
Susanne Cornwell

La mansión de Skylands ha quedado atrás y las hermanas ya están en el pueblo, apenas a un par de calles de la boutique. Pese a la hora y el frío, anda bastante gente por las calles, gente a la cual saludan, respetuosas. Por suerte nadie las detuvo más allá de lo normal y llegan a la hora de costumbre a la boutique.

Ni cinco minutos pasan desde que abrieran cuando ya la clientela ha comenzado a llegar y Sue mira a su hermana sonriente pero a la vez con expresión de "Nos espera un largo día".

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11/10/2008, 21:33
Charles Patrick Avon
Sólo para el director

Aburrimiento. Si algo podía describior de manera sintética lo que Chrles sentía aquella mañana era aburrimiento. parecía que ya hubiese agotado las pocas diversiones disponibles en su retiro y ya se hayase sin ideas Anadaba con pasos perdidos arriba y abajo a lo largo de la mansión de verano sin hacer nada, pensando qué podría entretenerle, pero sin mucho exito.

Sin mucho más que hacer, decidió que quizás salir a cabalgar por el campo le brindase alguna satisfacción. Por lo menos era más posible encontrar alguna distracción. de modo que se propuso dar una vuelta amplia por los alrededores para acxabar de manera indirecta en el pequeño pueblo cercano. Sin mucha prisa pidió que dispusieran su caballo y se dirigío al exterior para preparar su pequeña excursión.

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11/10/2008, 21:46
Elizabeth Cornwell

Liz sonríe a su hermana, comprensiva.

"Tranquila", parece señala con aquélla sonrisa.
Ni bien llegan, se dispone a mostrar su mayor eficacia respecto a los clientes y a los materiales trabajados.

No demuestra debilidad, si no más bien lo contrario, fuerza de voluntad y emprendimiento por salir adelante, pese a ser la pequeña, puesto que así la han educado, (más sus hermanas en estos últimos años, puesto que su madre ya no es la de antes), y así ella seguirá adelante.

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13/10/2008, 14:58

Francis busca a Patrick pero encuentra que él, hace rato, lo había visto venir y lo saluda cortésmente.

-Milord -dijo- Bienvenido a Skylands Manor.

Ambos van a la sala principal, donde una chimenea está encendida e ilumina la habitación con un resplandor sereno. Se sientan y Patrick hace traer una copa de brandy para su señor. Le avisa que, como anteriormente le había avisado por el mensajera, los engranajes de la fiesta se han puesto en marcha. Incluso le muestra la tarjeta que se ha enviado a la mayoría de las familias del lugar.

 

(Heráldica de la familia impresa en xilografía)

Estimado (Nombre del cabeza de familia)

Me complace comunicaros que sir Francis Percival Spencer, nuevo lord Heddington, visitará Winfield en la semana entrante. En nombre de mi señor, me complace invitarle a usted* y a su familia a la gran fiesta y baile de etiqueta que se celebrará el viernes a partir de las 8** en Skylands Manor.

Deseando fervorosamente su asistencia y la de los suyos, quedo de usted:

Mr.Patrick Collins
Skylands Manor

 


 

También le comenta que ha conocido a dos encantadoras damas que pertenecen a la familia Cronwell. No son de alta posición, más bien parecen pertenecer a la burguesía media baja, pero le ha parecido que lo que carecían en bienestar económico les sobraba en muchos otros aspectos.

Ambos hombres toman unos sorbos de la bebida espirituosa mientras se ponen al día.  

 

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13/10/2008, 15:23
Louisa

Mary hace un par de señas y todos entran al salón de recepción en donde están dispuestas unas mesas y sillas para estar más cómodos. Una de las sirvientes mira a la joven mayor con cara inquisitiva, Mary contesta a la pregunta no dicha con total naturalidad.

-Elisa, haz el favor de traernos un poco de té.

Elisa se retira con una pequeña reverencia y los cuatro jóvenes quedan tranquilos para hablar. Exceptuando por una de las chaperonas, quien sentada también, los mira con desconfianza. Finalmente, sin poder resistir la tentación, la señora interrumpe el principio de la conversación que se ha de llevar en esta sala.

-¿Y puede una dama preguntar de estos señores, cómo piensan ofrecer vuestros servicios? Comprendan que como la chaperona de las chicas, como una de ellas al menos, sólo me preocupo por su seguridad. Así que... respetables señores, preferiría que pasemos directo al punto de qué estáis buscando exactamente.

Mary y Claire quisieran callar a la mujer pero bien saben que eso sólo traería la ira de su padre quien quizás les obligaría a volver a Londres si dudara de la seguridad de su reputación como señoritas de alta sociedad.

Mientras tanto, Jean sabe bien qué contestar, pero Grégoire duda de qué trabajo exactamente podría cumplir. Lo importante, para ambos es tener su oportunidad.

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13/10/2008, 15:25

Charles llega al pueblo que, para su desdicha, también es bastante pequeño. Sin embargo sus gentes parecen amigables. Muchos lo miran con extrañeza ya que no tiene ningún aspecto de alguien local. Además, en un lugar de tan pocos habitantes, es sumamente probable que todos se conozcan.

Baja de su caballo y se decide dar un paseo a pie. En ese momento ve, en la vitrina de una de las tiendas, a una joven de cabellos oscuros arreglando unas telas. Un poco más atrás, detrás de un mostrador de madera oscura, está la joven que encontró aquella vez en el campo.

Susanne mira al joven sólo un momento, comprendiendo que alargar su visión podría a llegar a ser mal visto. Sigue con sus tareas cuando ve la cara de su hermana. Elizabeth mira también y un leve rubor sube a sus mejillas. Entonces con celeridad sigue acomodando los cintos, hilos y otras telas que se encuentran sobre el mostrador. No hace falta ser una genio para que la muchacha se de cuenta que su hermana ha visto a alguien que ya conoce, y menos para entender que se trata del joven que se cruzó el día anterior cerca de su casa.

Ninguna de las chicas hablan del tema ahora, sobre todo porque Charles está allí, afuera. No sabe si entrar a saludar o seguir recorriendo las calles.

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13/10/2008, 15:58
Madre de las Cornwell

Anabel se queda sola con su madre. En esta oportunidad le toca a ella el cuidarla. Sabe que empezará con el tema del matrimonio ni bien baje a desayunar pero la quiere tal como es. Teniendo en cuenta que simplemente cree que lo mejor para ellas es el lograr una buena posición, no es de extrañar que insista a rajatabla con esas cosas.

Su madre baja los escalones y va a desayunar con la muchacha.

-¿Tus hermanas ya se han ido al pueblo, verdad?

Anabel asiente mientras termina de preparar el té. La señora, mientras se sienta y toma una galleta. Luego, como si nada, comienza con lo de todos los días.

-¿Has conocido a alguien? Bueno, no te preocupes hija, la tertulia llena todas mis esperanzas. Sé que allí encontrarás a un hombre de buena herencia que pueda mantenerte bien. No pido mucho, con 4000 libras anuales sería más que suficiente, ¿lo sabes? Ah, ah es taan díficil en estos tiempos encontrar a alguien pero sé que tú lo harás. Sí, lo harás. Tienes que prepararte para eso.

La mira con atención y aclara

-¡Estarás tan hermosa esa noche!

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13/10/2008, 15:56
Susanne Cornwell

Sue se percata de la presencia del desconocido frente al escaparate. Un forastero, no cabe duda.

Pronto desvía la mirada, sabedora que no es correcto que una señorita muestre abiertamente interés o curiosidad en un hombre, menos cuando ni siquiera le conoce. Continúa ocupándose en lo suyo, empero mira de soslayo a su hermana para ver si se ha percatado de éste y al notar su sonrojo y más aún ese nerviosismo que ella intenta disimular, esboza una sonrisa y comienza a tararear una canción.

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13/10/2008, 16:42
Anabel Cornwell
Sólo para el director

Anabel no puede evitar entornar los ojos con una sonrisa de espaldas a su madre, acabando de servir el té en un par de tazas para acompañar a su madre en el desayuno mientras ella no deja de hablar y hacer planes de matrimonios futuros.
Le deja una taza y la besa en la cabeza antes de tomar asiento justo en frente de ella bebiendo de su propia infusión.

-Apuesto a que será una noche divertida, todas iremos muy bonitas- comenta con cierta ligereza despreocupada. Por supuesto quiere aprovechar para poder llevar un bonito vestido y peinado, pero no necesariamente saldrá del evento cogida del brazo de alguno de los varones que allí se encuentre.

-¿Recuerdas el nombre del hombre que firmaba la invitación? Patrick Collins... Susanne y yo le conocimos ayer, parecía muy amable- admite mirándola de reojo con una sonrisa pícara, esperando con expectación la reacción de su madre.

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13/10/2008, 17:14
Jean Antoine Lésdiguièrs

La otra joven toma la palabra, con cierta osadía, sonrío cuando me pregunta, pero no quiere respuesta, sólo llamar la atención, pues enseguida ha dado pie a Gregoire, guapas, ricas y ociosas, combinación difícil de manejar, inglesas y francesas, espero que en el fondo se imponga la mujer por encima de todo.

Hemos conseguido dar el primer paso, pero sólo es el principio, unos minutos de tregua para comenzar la primera batalla, convencer a alguien de la utilidad de conocer otra lengua, así que comenzamos a andar hacia la otra habitación, situándome entre ambas chicas. Debería decir, que París quedaría eclipsada al lado de dos hermosas mujeres como ustedes las miro alternativamente, galán y pícaro, pero lo cierto es que con el tiempo, he aprendido a apreciar la belleza en cada una de las creaciones de la naturaleza, y lo más importante, a no compararlas no soy de cortos discursos, pero la entrada en el nuevo salón invita al silencio, así que eso hago.

La irrupción de la chaperona era esperada e inevitable, con ella no serviría mi sonrisa “abre puertas”, así que la miro con expresión grave, Y hace usted muy bien en preocuparse señora, pues hay mucho desaprensivo suelto hoy en día, y se lo digo yo, que vengo de París, donde bandidos y maleantes han puesto en peligro la paz de la nación hablo con vehemencia, dejando claro que no estimo a los de mala calaña. Pero a pesar de todo, y hablando con todo el respeto, el exquisito gusto por parte de la alta sociedad parisina, que importa sus costumbres al resto del mundo ahora me permito una ligera y comprensiva sonrisa, de ahí que hoy en día, el conocimiento de la lengua y características propias de Francia, sea de vital importancia en la educación de las más selectas jóvenes las miro a ambas ampliando mi sonrisa.

Es posible que ya hayan tenido algún otro maestro, pero les aseguro, que yo les enseñaré cosas que ningún otro podría serio, cabal y responsable, así es como me muestro ahora.

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14/10/2008, 10:08
Francis P. Spencer

-Ahhh- dice Francis, dando otro trago al Brandy.- La verdad es que en el campo ciertamente se respira tranquilidad. Esto es mucho mejor que la ciudad, podría pasar aquí un tiempo, si señor.

Hace girar el líquido en su copa y lo observa a contraluz.

-¿Y dices que has conocido a unas agradables muchachas? Muy bien, así me gusta, que te relaciones. Ya estaba harto de que no hablaras con ninguna chica en Londres. Vendran al baile, supongo. Tendrás que presentármela. ¿Alguna de las dos es tu predilecta? Te la cedo, por supuesto.

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14/10/2008, 15:38
Patrick Collins

La pregunta le cogió a contrapie, mientras él intentaba recordar los detalles del encuentro y las explicaciones posteriores de la señora Spooner. Parpadeó, sin arrobo. En realidad no había tenido ocasión de fijar su atención en una de las dos muchachas.

-No sabría decir, milord -repuso- Fue un encuentro breve, y procuré parecer correcto. La menor de las dos hermanas me dijo que había conocido a la mitad de su familia, y según el ama de llaves son tres hermanas y la madre viuda. La señorita Susanne es más indiscreta, y parece más alegre y jovial. La señorita Anabel es mayor, algo más reflexiva, con una mirada soñadora y muy correcta al trato.

Respiró hondo un momento.

-Ambas muy guapas, por cierto, cada una a su manera. La señorita Anabel es más alta, de pelo castaño oscuro, una mirada muy profunda y un cuerpo esbelto. La señorita Susanne es más bajita, morena, con un aire travieso y vital.

Se le ocurrió una idea súbita. Al expresar su señor su intención de no inmuscuirse si él se enamoraba de una de las hermanas, pensó que ya no tenía sentido seguir con la idea que había mantenido hasta ese momento.

-Por cierto. La señorita Anabel me prestó un paraguas para el camino de vuelta, pues amenazaba lluvia. Iba a caballo y no lo necesitaba, pero lo acepté para tener una excusa para poder hacerles una visita de cortesía.

Miró la hora en el sobervio reloj de torre, cuyo aureo péndulo oscilaba ritmicamente.

-El ama de llaves sabrá a que hora podrán estar todas las hermanas en su hogar. Entonces, supongo que podríamos... visitarlas.

Miró a su señor un momento. Sabía que en sus palabras había una curiosidad quizá demasiado "masculina". Recordaba que, en cierta ocasión, él ofició de celestino con una bellísima dama española con un marido excesivamente celoso. Sin embargo, a ella parecían gustarle los hombres de uniforme, y más si tenían un título sobre las espaldas. El problema estribó en que su legítimo también ceñía espada y gozaba de rentas. Hubo un duelo al amanecer, con afilados sables, que terminó con el oficial español muy malherido en la cabeza y lord Wellington, iracundo (los duelos estan prohibidos en el ejército británico) les destinó a la línea del frente en Fuentes de Oñoro. Pero eso era otra historia, que quizá merecería ser recordada en otro momento.

-Un paseo a caballo, fingiendo pasar por allí -añadió, reflexivo- Si gustáis, claro.

En verdad, él se sentía moralmente obligado. No dejaba de ser su amigo, y como tal nada le gustaría más que verle casado con una dama que lo mereciera. El problema, sin embargo, radicaba en que esta vez él sabía que no quería representar el papel del abnegado celestino. Había pensado demasiado en su propia soledad.

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14/10/2008, 20:43
Francis P. Spencer

-Vaya, vaya. Pues para ser un encuentro corto parece que te acuerdas muy bien de ellas, mi fiel Patrick.- dice Francis saboreando el brandy.- Estoy seguro de que seran esplendidas. Me encantaría conocerlas. ¡Cuatro nada menos! Si las otras dos son la mitad de agradables que lo que has descrito a las primeras estaré complacido.

Francis se recrea en la imagen de las muchachas que le ha descrito Patrick. Cuatro nada menos, así aunque a Patrick le guste una él podrá conocer a las otras tres, es perfecto.

El barón ríe al escuchar que su amigo tomó prestado un paraguas para poder volver con las chicas.

-Una visita de cortesía, esa es una idea magnífica. Así podre conocerlas antes del baile y tu podrás decidir con cual de ellas vas a bailar.- dice sonriente, conocedor de que aunque no se le daba mal Patrick no era muy amigo de los bailes.- Todavía es pronto, si la ama de llaves cree que estarán las cuatro podríamos ir allí antes de la cena.

Francis hace sonar una campanilla para llamar la atención del ama de llaves. Mientras esperan toma un bocado del tentempié que le han preparado a modo de comida.Cuando llega el ama de llaves Francis la mira sin levantarse de su mullido asiento.

-Díganos, ¿cual es la mejor hora para pasarnos por la mansión de los Cornwell? Sin duda nos gustaría conocerla en todo su esplendor. Usted ya me entiende. - Dice con una amplia sonrisa, en parte producida por el brandy que está tomando.

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15/10/2008, 21:30
Elizabeth Cornwell

Perdida en su mundo, Elizabeth arregla cosas allí y allá en la tienda, hasta que, de repente, nota cómo una figura conocida aparece cercana a la tienda...

Su primera reacción es la de dejar caer una cinta, de manera atolondrada e involuntaria, tras lo cual se sonroja y reacciona, intentando continuar con sus labores, como si allí no hubiera pasado nada...
Con un poco de suerte, el joven no la habrá reconocido, y seguirá paseando por ahí...

"Hay que ser tontuela, Lizzie...! Qué es eso de dejar caer las cosas como si hubieses visto a un fantasma...?"

Sue se pone a cantar, y entonces la joven se olvida un poco del incidente cometido... O al menos ello intenta...

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17/10/2008, 17:05
Claire Windsor-Hancock

Observé con atención los modos de aquel joven, las palabras y aquel acento que me parecía irresistible aunque bien lo disimulaba. Era obvio que ellos necesitaban un trabajo, era obvio también que yo no tenía la última palabra pero algo podía hacer por convencer a Louisa y luego si se terciaba, cuando padre apareciera, de que lo dejara quedarse. El otro muchacho no había dicho ni media palabra pero a mí lo que me interesaba era aprender esa lengua y parecía que por el momento estábamos con una misma idea.

Me puse de nuevo en pie ante la mirada recriminatoria de Louisa pero ella me conocía y me daba pequeños permisos, no en vano me había cuidado durante tanto tiempo. Sonreí haciéndole un gesto a la chaperona, al menos había que tenerle cortesía y me dirigí al joven francés luego que ella me diera el permiso. No es que las palabras salieran porque sí, no, ya las había pensado. Miré a mi hermana unos instantes que también se había quedado muda, al parecer ambos jóvenes la habían impresionado. Seguramente no el francés porque ella odiaba incluso escucharlos hablar.

-Señor Lésdiguièrs, la verdad es que no sé qué haga su acompañante pero lo que es usted, me viene perfectamente...-la sirvienta apareció con el té para todos y yo me paré justo detrás de Louisa poniendo una mano en su hombro.-He de confesarle que siempre quise aprender su lengua, no así mi hermanita pero no le diré los motivos, podría incluso parecer una grosería de mi parte-sonreí abiertamente.-Sin embargo, creo que deberíamos hablar de los honorarios, ¿no, Louisa? Aunque ciertamente, creo que mi padre no me negaría tomar estas clases.

Esperaba que Louisa entendiera pero sobre todo que Mary Ann no lo echara a perder negándose a que yo tuviera esas clases que tanto anhelaba y ella lo sabía. Bueno, era la menor, me querían mucho y me cuidaban mucho, había pocas cosas que se me pudieran negar. Planté mi mirada en el joven Lésdiguièrs y esperé la respuesta de mi hermana y mi chaperona.

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17/10/2008, 17:32
Grégoire Byrne

Tras mantenerme en un segundo plano en lo que el mi primo ofrece sus servicios en un momento dado preguntan por lo que podria hacer yo, momento en el que hablo con voz suave y tranquila, respetuoso pero sin trabarme ni parecer nervioso

Pues vera, Señorita Windsor-Hancock, les queria ofrecer mis servicios como jardinero, he trabajado anteriormente en diversos jardines, los ultimos años en Paris, y creo que podria hacer un muy buen trabajo con la maravilla que tienen en esta mansion

Notas de juego

Genial, del post anterior no me habia llegado novedad

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18/10/2008, 20:31
Mary Ann Windsor-Hancock

Aquel acento unido al porte y la palabrería me embaucó, no solo me dejó sin palabras un rato, también sin pensamientos... y creo que sin sangre, pues toda acudió a mi cabeza y a mi rostro para incluso marearme un poco.

Tomé algo de té, escuché a mi hermana y al otro muchacho parlotear antes de poder siquiera pensar en qué iba a decir.

Mi corazón latia fuerte, rápido, le sentía en mi pecho y en mi rostro. Apenas podía apartar la mirada de aquel muchacho joven y guapo que estaba en el salón de mi propia casa. Y la idea de verle todos los días ir y venir a aquel mismo salón hacía que mi corazón todavía fuera más rápido.

- Bien. Soy la hermana mayor y por tanto, la que puede hablar por mi Padre. miré a Louisa sin dejarle dudar sobre mis palabras. ¿Acaso no era yo quien mandaba cuando no estaba mi Padre? De algo tenía que servir. Mientras él y Madre estén fuera, puedo y debo asumir el mando de esta casa. Si bien, señor Byrne nos sería de mucha ayuda un jardinero que diera un pequeño y drastico cambio a nuestro precioso jardín, debo indicarle que mi Madre no estaría de acuerdo con ello. Pues ella ama y adora su jardín, si alguien lo tocara sin su permiso... rodarían cabezas por así decirlo. tomé otro sorbo de té para mirar la taza y tomar aire y aliento. Sin embargo, puede entrevistarse con ella en unas semanas y proponerle sus servicios así como sus novedosas ideas y sugerencias. Creo que si la impresiona le contrataría. Pero me temo que sea ella quien ha de hacerlo. En cuanto a usted, señor Lesdeguer pronuncié mal su apellido y el rubor volvió a mis mejillas, así que mi mirada bajó rápida a mi taza de nuevo. Disculpe mi francés, no es muy... nada fluido. confesé. Por ello, creo que a mi hermana y a mí nos vendrían muy bien sus clases. Ella está muy ilusionada con su idioma, y yo... aunque... miré la taza de nuevo. aunque no comparto su entusiasmo, si veo interesante aprenderlo, pues pronto me gustaría viajar a París y poder visitar Notre Dame tituveo en las últimas palabras al no saber si mi pronunciación vuelve a ser incorrecta. Subo mi mirada y sonrío al joven. Por ello, creo que no hay inconveniente alguno en que nos dé clases señor. Siempre que sus honorarios no sean desproporcionados con sus lecciones.

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19/10/2008, 21:17
Charles Patrick Avon

Aunque no fuera un comportamiento tipico de Charles, decidió, ua vez vencida su inical timidez, adentrarse en el comercio en busca de un poco de conversación. Sin duda habia reconocido a la jovencita de mirada estraviada que practicamente huyó de él hace un tiempo en el campo, junto al camino de Crabwall Manor. Esta sería una buena oportunidad de romper el languido astio del lugar...

Con paso corto, prolongando el momento tanto como le es posible, Charles se adentra en la tienda con la mirada baja, y solo cuando se encuentra cerca de la joven, sin percatarse demasiado de su hermana, saluda cortesmente, intentando no sbresaltarla.

-Buenos días, señorita. Disculpe mi grosería. ¿Me recuerda?- Dice con una calida sonrisa. -Me llamo Charles Aven, nos conocimos en el campo no hace demasiado....-Deja la frase en el aire, dando tiempo a la muchacha de caer en la cuenta...

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19/10/2008, 22:05
Jean Antoine Lésdiguièrs

La menor de las hermanas se atreve a interrumpir la conversación con la chaperona, captando mi atención, así que la señorita quiere aprender el francés por motivos groseros, si fuera capaz de ello me escandalizaría, pero he vivido en París los años suficientes para no hacerlo. Por descontado que le devuelvo la sonrisa, es parte de mi trabajo, y es una parte que me gusta.

Las chicas parecen osadas en su comportamiento y en su forma de hablar, delante de su padre seguro que se comportan de otra manera. Clavo mis ojos en Mary Ann, deseoso de que mi primo pueda tener su oportunidad, pues sería agradable que los dos pudiéramos trabajar en el mismo lugar. Sigo los movimientos esquivos y nerviosos de la chica, sin dar importancia a la mala pronunciación de mi enrevesado apellido. Si su francés fuera fluido señorita, yo no tendría nada que hacer aquí, por suerte no es el caso ahora una sonrisa cortés, sin pretensiones, encogimiento de hombros restando importancia a mi presencia, debo convertirla en habitual. Notre Dame simplemente marcó un poco más el acento, algo excesivamente hermoso lugar, pero hay muchos otros lugares que visitar, menos conocidos, pero más divertidos usaría otra palabra, pero tal vez sobrepase el límite de las modositas inglesas.

Hablar de dinero con una familia de su reputación miro alternativamente a las jóvenes, está fuera de lugar, seguro que su padre es un hombre justo dinero necesario, problemas a la vista, sonrío una vez más, sino fueran guapas sería mucho más fácil.