Partida Rol por web

Ya hacía un rato que Anabel había decidido apartarse de la fiesta y permanecer en un más que disimulado segundo plano, concretamente en una de las antesalas no preparadas para tal evento.
Lo que sí se permitió fue sentarse en una de las mullidas sillas que se encontraban en el lugar, tan hermosas y bien talladas que llegaba a sentirse mal por estar usándolas.
Los minutos pasaban mientras se limitaba a deleitarse con el sonido de la música y alguna de las conversaciones más cercanas, además del ir y venir de invitados, la mayoría de los cuáles no reparaba en su presencia.
De vez en cuando tarareaba por lo bajo acompañando las suaves melodías distraidamente, hasta que le pareció que el tiempo había sido suficiente y tras el cese de la siguiente volvería a la sala para encontrar a sus hermanas y comprobar qué había sucedido exactamente en su ausencia.

Una sonrisa de lo más traviesa de dibujó nuevamente en su cara al pensar en esto, pero fue repentinamente interrumpida por el sr.Collins dando un respingo y ahogando una exclamación de sorpresa.
-Sr. Collins, menudo susto...- admitió riendo por lo bajo antes de percatarse de la seriedad del caballero y del hecho de encontrarse sin compañía, por lo que carraspeó adoptando una actitud más sosegada, levantándose mientras sacudía con suavidad su vestido para que éste se recompusiera.

-¿Susie...?- pregunté realmente extrañada, aunque dicho sentimiento se torció casi al instante en preocupación -Seguro que no será nada grave, siempre ha sido una chica muy sana- comentó para intentar convencer a ambos -Sí... muchas gracias- efectuó una pequeña reverencia a modo de agradecimiento para acompañar sus palabras cuando Collins hizo referencia a la búsqueda del doctor, después miro alrededor con cierto nerviosismo -¿Dónde puedo encontrarla?- esperó a que le diera las indicaciones para dirijirse allí con premura.

¿Como explicar llegar hasta allí en aquella laberíntica mansión? Por suerte, una criada se retiraba con una bandeja vacía, rumbo a la cocina.

-Señorita -le dijo, reclamando su presencia.

La mujer se acercó.

-Tenga la bondad de acompañar a la señorita Cornwell hasta la habitación de invitados del ala este. Quédese por allí por si necesitan algo.

Las miró a ambas, inclinando levemente el rostro.

-Señoritas, si me disculpan...

Marchó con buen paso hasta la señora Spooner, caminando entre los invitados pero procurando no tropezarse con ninguno. Luego, le hizo un gesto al ama de llaves para hablar en privado.

-¿Hay entre los invitados al algún médico? Si es así, necesito que le aviséis lo más discretamente posible y le escoltéis hasta la habitación de invitados del ala este. La señorita Susanne Cornwell ha sufrido un pequeño desfallecimiento, y la he dejado acostada.

Charles presta poca atención al señor Spencer, pues toda su atención la retiene ahora Elizabeth. Su mirada distraída vuelve a mirar al Lord, cuando este cambia el semblante de su cara. No es educado admirar a la acompañante de otro caballero, y mucho menos cuando el caballero es el anfitrión. Deberá andarse con más cuidado la proxima vez.

- Mi nombre es Chales Patrick Avon, residente en Londres, aunque actualmente resido, en época veraniega ,en Crabwall Manor. Usted, si no me equivoco deve de ser el anfitrión, sir Spencer, no es así?

Charles procura evitar la mirada de la señorita una vez más. Parece que el señor Spencer está algo más reacio a su presencia, por lo que pierde su mirada entre las restantes personas del baile, a la espera de reconocer alguna cara amiga de nuevo.

-Prefiero que me llame Lord Heddington... o Capitan Spencer.- dice el barón cortante. En ese momento algo distrae la atención de Francis. Patrick pasa por el salón como una exhalación y desaparece por una esquina junto con el ama de llaves. Mira de nuevo a Avon, y luego al lugar donde Patrick habla con la criada... sus dos acompañantes pueden ver la incomodidad en sus ojos.

Una ver el sr.Collins desaparece en dirección a la sala de baile, Anabel deja que la preocupación fluya cómo un torrente reflejado en su propio rostro, sujetándose parcialmente el vestido para no pisárselo y pdoer así seguir a la sirvienta con paso más vivo, incitándola de vez en cuando a que se dé prisa a pesar de lo desagradable que puede resultar por ello.

Al fin ambas alcanzan el ala este, y dentro de ésta la habitación de invitados donde debe hayarse Susanne.
Por un segundo la idea de lo que podrían estar haciendo ambos a solas en un lugar tan recóndito surca la mente de Anabel, pero podría decirse que simplemente pasa de largo debido a la agitación del momento.

Se acerca rauda y veloz hasta la cama en cuestión, hecha una exhalación.
-¡Susie...!- espeta alarmada para después intentar controlarse y serenarse, lo que menos necesitará ahora que la alteren -Qué ha pasado, ¿cómo te encuentras?- dice esto casi de carrerilla, cogiéndole la mano para comprobar si reacciona y ay está despierta.

- Está bien, entonces, Capitán Spencer. 

Al ver la preocupación del anfitrion en su mirada, Charles, gira para ver lo ocurrido, y ve a un caballero desaparecer con una criada detrás de una esquina. Mira de nuevo al capitan Spencer y muy cortesmente le dice...

- Creo que tiene usted otros asuntos que requieren su presencia, no se preocupe, acuda. Yo me quedaré un rato por el baile, aunque no conozca a demasiada gente. Más tarde le veré, y finalizaremos esta conversación si le parece bien.

De nuevo mira hacia Elizabeth, y la vé tan radiante como cuando se conocieron.

- Ha sido un placer verla de nuevo señorita Cornwell. Lo primero pedirle mis más sinceras disculpas por mi despedida del otro día, en la tienda, otro día seguiremos nuestra conversación, si le parece, ahora, supongo que usted también tendrá que ocuparse de los asuntos con su acompañante. Siendo así no la molesto más.

Charles coje la mano de la señorita Cornwell y la besa, haciendo además una pequeña reverencia. Le suelta la mano y le dedica una bonita mirada a los ojos esperando su contestación.

Cuando el baile acaba y ambos restan solos, Elizabeth duda entre irse o seguirle.

Pero al ver a Avon cerca y hablando con el Lord, opta por ir con el último.
Aguarda a que ambos caballeros hablen, sintiéndose en realidad, bastante incómoda.

En su interior, una voz le reclama el hecho de huir, de alejarse, de salir corriendo... Pero, sin embargo, se mantiene allí, intentando no perder la compostura...

"Este hombre es sumamente frío... No parece haberse divertido con el baile.. Y aún así... No sé qué hago aquí... ¿Será que le he aburrido? En tal caso... Sería mejor retirarme, total... Era lo que yo quería desde un principio..."

Y a punto estaba de hacerlo, puesto que el Lord Heddington no parecía prestarle demasiada atención, pero entonces el Señor Charles le habló:

-Oh... Buenas noches, Sr. Avon... Ha sido también un placer verle a usted aquí...-añade, amable-...No se preocupe...-mira de reojo al Señor Spencer, y entonces su ceño se frunce levemente, por algunos segundos tan sólo, y se atreve a agregar:- Supongo que podremos retomar la conversación en alguna otra ocasión, no le quepa duda...-le sonríe, encantadora...-Más pronto de lo que usted piensa, puesto que conversar hace que las personas se conozcan más unas a otras...-observa al Lord distraído, y vuelve la cabeza hacia un lado, en un gesto indescifrable. Luego mira otra vez al caballero que acaba de llegar...-Tampoco quisiera entretenerle más... Mis disculpas...-Les ofrece una reverencia a ambos, con una sonrisa sumamente atractiva, y se retira, caminando sin rumbo fijo... Quizás a buscar a sus hermanas... O...

"A saber... En cualquier sitio menos... Hum... ¿Dónde estará madre...? Quiero salir... Quiero salir..."

Y sin pensarlo, vuelve al exterior, donde antes la encontró Francis...

Francis se despidió de Elizabeth con un gesto de cabeza.

-Señorita...

No le hacía ninguna gracia dejarla sola, seguramente Avon aprovecharía para seguirla y charlar con ella. Pero Patrick parecía preocupado y era su deber como anfitrión asegurarse de que no había ningún problema.

-Señor Avon... ha sido un placer.- mintió, y se alejó hacia donde Patrick hablaba con el Ama de llaves.

Charles, una vez se ha despedido del anfitrión, sale raudo hacia siguiendo los pasos de la señorita Cornwell hacia el exterior. La busca hasta que la encuentra, distraida, buscando a alguien.

- Señorita, siento mi intromisión una vez más - Una pequeña gota de sudor nace en la frente de Charles y se desliza hasta perderse - Pero se ha marchado usted antes de que pudiera añadir ni una sola palabra más.

Su voz suena temblorosa, hace tiempo que no se enfrenta a un enemigo de esas características, es algo a lo que no está acostumbrado.

-Querría envitarle, si no es una indiscrección, a tomar el té mañana en mi casa, si así lo desea. Remitale esta invitación a sus dos hermanas, que según me han podido decir  y he comprobado son ambas tan hermosas como usted.

Charles se silencia esperando una respuesta positiva de la dama, a la espera de poder verla y conocerla, tanto a ella como a sus hermanas, en esa cita con el té

Elizabeth estaba distraída, fuera, apoyada sobre la barandilla que se extendía ante ella, a la par que observaba la noche, con ojos soñadores.

Cuando el Sr. Avon le habló, la joven no pudo menos que sobresaltarse, puesto que no se lo esperaba...

-Ah...! No, no.. Tranquilo... No debe sentirlo... Totalmente... No hago nada importante...-le mira, escuchándole atentamente:-Lo sé... Disculpe por marcharme así... Sólo.. Necesitaba aire... Y.. Bueno.. Tanta gente...-ríe, nerviosa...-...No acabo de soportarlo...-Suspira, mientras se arregla un mechón de pelo rebelde, el cual ha estado molestándole desde antes de que bailara con el Lord...-¿El té a su casa?-Le mira, sonriente...-Estoy segura de que a mis hermanas les encantará, además, Susanne podría tocar el piano para usted... Toca de maravilla, sabe?-Le sonríe, amable, y aunque su deseo de escapar de allí aún no se ha extinguido, al menos hablando con Charles se había distraído, y ya no estaba tan nerviosa...

Una gran sonrisa pudo verse en la cara de Charles, en ese momento. Al fin y al cabo, la velada no había estado nada mal. Ahora el cielo negro brillaba gracias a una gran cantidad de estrellas sobre él. Una suave brisa veraniega soplaba en su cara, mientras, algun ave nocturna emitía su tipico sonido antes de ir a por su presa. Era un paisaje perfecto.

- Excelente entonces, no se preocupe por nada. A eso de las cinco de la tarde, un carruaje se detendrá en la puerta de su casa. Sólo tienen que subir, admirar el paisaje antes de llegar a mi humilde morada.

La luz de la luna se reflejaba en la cara de la chica, dandole un aspecto verdaderamente espectacular. Chales la miró fijamente a los ojos, sin intención de intimidarla, pero...aquellos ojos...eran algo que no había visto jamás.

- Quizá sea demasiado entrometido, corregidme si me equivoco, pero la noto algo extraña, se encuentra usted bien? - Su nerviosismo aunmentaba por momento. Tenía la sensación de que de nuevo había metido la pata. "No te metas en un pozo del que no puedas salir" Solía decir su padre. Y le daba la impresión, de que se había metido en un pozo demasiado grande. Intentando salir del paso, cambió de tema radicalmente.

- Sabe? Ve aquella estrella de ahi arriba? La brillante? Se trata de "Polaris", la estrella polar, la llaman la aliada del navegante, pues siempre señala el norte y les ayuda a no perder el rumbo. Yo la observaba con calma todos los días cuando me encontraba en la escuela de oficiales, y también ella me ayudaba a no "perder el rumbo de mi vida"

Susanne abrió los ojos lentamente. La visión, borrosa en un principio se tornó más nítida hasta que vió a las tres personas que estaban delante de ella. Una era el señor Spencer, la otra Patrick y finalmente su hermana Anabel quien la mira llena de preocupación. Susanne se encuentra en uno de los dormitorios de la estancia, recostada sobre una cama con dosel, de hermosa estructura. Sobre la pared hay varios retratos y unas cortinas bordó coronan las ventanas.

Patrick estaba a punto de volver a salir al salón buscando un doctor o conseguir cabalgar hasta el más próximo pero, afortunadamente eso no ha sido necesario. La muchacha ha despertado antes de que las preocupaciones fueran mayores. Se la nota sólo un poco cansada pero no parece tener un semblante enfermo. Sin embargo, ambos caballeros quieren asegurarse de qué hacer antes de proseguir la velada. 

Alexander no había visto la invitación hasta las últimas horas de la tarde. Sin tener nada más que hacer, decidió visitar a los señores de la mansión y formar parte de su velada. Llegó montando un hermoso alazán, bajó y le dejó las riendas a los criados y entró en el salón. La estancia era hermosa y estaba repleta de hombres y mujeres conversando, en la sala contigua se producía el baile propiamente dicho.

No vió a ninguno de los señores, una mucama les informó que se habían retirado un momento, debido a un problema con una de las señoritas Cronwell. Él no conocía a ninguna, eran pocas sus visitas a Windfiel. Por ahora quedaba esperar para presentarse y, después de todo, el motivo por el que se encontraba allí: disfrutar de la velada.

Cuando se pensaba que todos los invitados habían llegado, se presentó uno más.

Todos miran al recién llegado, el estilo de su vestimenta denota una posición sólo comparable a la de los dueños de la estancia. Sus pasos y porte, muestran claramente el rango de su nivel social. Avanza con gracia y firmeza, toma uno de los vasos de brandy que sirven continuamente los criados y se coloca en un rincón, cerca de una chimenea antigua. Estudia el salón y a sus ocupantes.

Mary sigue sentada, Liz y Avon conversa cerca de uno de los balcones y Grégoire anda perdido en sus pensamientos. Claire y Jean no están en el salón y la hermana de la primera se pregunta qué es lo que ha pasado.

Claire se aleja de Jean, y éste se encuentra sin saber que hacer. La chica busca la carroza en la que han venido y recuerda que la chaperona aún está adentro, durmiendo junto con Mary. Su hermana se preocupará por ella si sale así sin más. Meditando se encuentra en todo esto cuando tropieza y cae hacia adelante. Su tobillo se ha torcido y le duele bastante.

El joven francés ve que la chica parece lastimada.

Francis esperaba al pie de la cama mientras Patrick y Anabel atendian a Susanne. Por fin pareció que las sales que le pasaban bajo la nariz comenzaban a hacer efecto. Susanne apartó la cara y el rubor volvió a sus mejillas.

-¡Parece que ya vuelve en sí!- dijo el barón aliviado.- ¿Está usted bien Señorita Cornwell? Vaya susto nos ha dado...

Anabel se lleva la mano al pecho, suspirando hondamente cómo si se hubiera quitado un gran peso de encima.
-Díos mío, qué preocupada me tenías...- tomó asiento en el lecho de su hermana, mirando al sr. Spencer cuando éste efectuó la misma pregunta que le rondaba a ella por la cabeza. El estado de su querida hermana evidentemente.

-No se preocupen, vuelvan a la fiesta tienen invitados a los que atender. Nosotras regresaremos a casa de inmediato- sonríe a ambos caballeros agardecida por las molestias que se han tomado para que Sue se recupere y se encuentre bien, sujetando la mano de ésta y dándole unas palmaditas en ella antes de dejarla sobre su regazo.
Probablemente bebió más de lo que está acostumbrada, que es nada... Pero normalmente la gente no reacciona así, simplemente se desinhiben un poco más de la cuenta.

Anabel se queda donde está, esperando a que su hermana se recupere algo más y hable antes de instarla a levantarse para abandonar de forma definitiva y algo adelantada la bonita fiesta que, sinceramente, esperaba que terminara de otra forma.

Elizabeth observa a donde el Señor Avon le señala, e intenta sonreír, aunque ahora vuelve a estar un tanto preocupada, por seguir sin ver a sus hermanas cerca... Ni a ellas, ni a su madre, ni al Lord...

-Vaya... Realmente es... Peculiar... Y hermosa... No me extraña que sea la que guíe a muchos hombres...-le mira, concentrándose en mantener una fachada de tranquilidad...-Sí.. No... Se preocupe... Estoy bien...

Se gira entonces, y alcanza a ver la entrada "triunfal" de un nuevo invitado... Desconocido, al menos para ella...
Se fija en él durante escasos segundos, pues al no reconocerle, comprende que no es asunto suyo...

A continuación alza la mirada al cielo y suspira...

-Si yo pudiera, tocaría cada estrella, y robaría su libertad...-Añade en un susurro, más para ella, que para el joven que la acompaña...

Las lágrimas me hubieran conmovido en otra época, quizás antes de la guerra, pero las había visto derramarse en tantas ocasiones que a veces me costaba sentirlas, había momentos en que o te aislabas de ellas, o no podrías soportarlo, así que me sorprendí empalizando con aquella joven, las suyas, eran como las de una niña.

Tampoco me alivio el hecho de que me permitiera seguir siendo su profesor, pues pienso que no me lo merezco, puesto que le he faltado el respeto sin motivo alguno, únicamente por mi mala lengua, pero me gusta su entereza, o por lo menos sus loables esfuerzos por intentarlo. Por Dios, ¿qué esperabas conseguir Jean?, es sólo una jovencita rica que intenta hacer algo de bien.

Como caballero debería haber insistido en acompañarla, pero como ser humano era capaz de entender sus deseos de soledad, muchas veces me había sentido de manera parecida, ¿sensibilidad del artista?, yo no era uno de esos, no había sido capaz de escribir más de tres líneas con decencia. Ya me lo dijo mi viejo amigo Raoul, dedícate a hacer lo que sabes, pero era demasiado cabezota para hacerle caso.

La vi. alejarse con la sensación de que debía decirle algo más, pero por primera vez en mucho tiempo, no encontré las palabras, y vaya si las busqué, la estaba perdiendo, y me sentía realmente mal, pensaba que podía haber disfrutado mucho con ella, ese carácter que demostró en nuestro primer encuentro me agradó. Ya me disponía a regresar a una fiesta que se me antojaba algo descafeinada a pesar de ciertos bailes pendientes con una chica de dulce rostro, cuando el grito dolorido de Claire hizo que volviera a centrarme en ella.

Me acerqué a pasos acelerados, y me incliné sobre la joven, ¡Señorita Windsor!, ¿os encontráis bien? si, sonaba tópico, pero ¿qué otra cosa se podía preguntar en esas circunstancias?´, aún así me sentía preocupado, esperaba que estuviera bien.

Hasta ahora habia permanecido un tanto ausente de la conversación, aunque atento a ella. Los presentes comienzan a alejarse de la conversacion, dejandome junto con la mayor de las hermanas

tomo buena nota mental del suspiro que se la ha escuchado, sobre todo por la razon de el, y despues la escuhco, correspondiendo a su sonrisa con otra por mi parte

Al contrario, no solo no son inapropiadas, sino que si tuviera alguna intencion de alejarme de este lugar, el poder continuar la conversacion me lo impediria sin duda

Espero unos segundos antes de volver a hablar

¿Encontraria muy atrevido que la invitara a bailar?