Partida Rol por web

¿Y ahora que? Pues mierda. Los presidenciales miembros a la mesa se callaron como putas. Se creían héroes por haber descubierto la conspiración del milenio y se quedaron con un palmo de narices cuando encontraron que los que no se enteraban de la misa la media eran ellos.
Alex se tiró un órdago importante haciendo como que sabía de todo aquello pero aun sin ese fingimiento era obvio que si alguien tenía al gobierno oliendole el cogote eran las Comadres y que los presentes poco podían hacer por ellas.
No obstante le interesaba mantener viva aquella recién nacida alianza, cuantos más tentáculos, ojos y oídos mejor. Tentó a los Tesla con el caramelo de conocer a Emi (cuando ella lo decidiera) esperaba con eso tenerlos lo suficientemente contentos como para que dejaran de hurgar en su rastro documental. Alex había invertido un buen dinero en que sus identificaciones fueran a nombre de J. Alexandra Clayton en lugar de Juniper Clayton (todo completamente legal pues había añadido Alex como segundo nombre en el registro) pero bastaba rascar un poco para que su filiación familiar aflorara y sabía que los Tesla cabreados eran capaces de sacar a la luz hasta los tickets de tu primer pañal. También sería necesario hackear algún servidor para borrar el registro de su presencia en vídeos de vigilancia y archivos relativos al atropello pero prefería encargarselo a Emi.

Total que por el momento solo podían recabar información y observar los movimientos de las autoridades, tarea en la que Faith tendría su papel ya que era la hija del sherif y cualquier cuerpo que quisiera actuar en la zona tendría que, por lo menos, notificarselo.

Las Comadres abandonaron la mansión nada más dar por terminada la reunión escoltadas por uno de los banders armado con un montante. Una estampa para la historia del campus. Después vegetaron en la bañera con agua hirviendo para aliviar los dolores, pidieron comida tai para cenar y se recogieron temprano cada una a su bola (Faith estaba pegada al teléfono).
Un día menos en la cuenta atrás...
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Al día siguiente tocaba ya ir a clase y empezar a organizarse para el finde. Alex actuaba por inercia ¿Que sentido tenía hacer nada? Aun así seguía adelante, así era ella. En la facultad la actividad era intensa y eso hacía fácil el dejarse fluir: informar a sus chicas del problema con los Nod, empezar con el temario (buscar libros, fotocopiar apuntes...), supervisar la reposición de las ventanas, buscar ropa para la feria... la puta feria... el recordatorio constante del fin de su vida. Y a pesar de todo fueron los días más solitarios en mucho tiempo y eso era malo, ese sentimiento la volvía loca. Faith constantemente buscaba excusas para desaparecer, que si pasear a la perra, que si sacar la basura, que si ir a comprar no se que... y todo el rato con mensajitos en el movil, obviamente de Cordelia... Para desquitarse y no pensar Alex se escabullía al bar de moteros en las afueras en busca de Chase, una manera como cualquier otra de matar el tiempo y de ganarse el favor de la banda para cuando quisiera cobrarse la venganza contra los anarcas (tema que no olvidaba, andaba detrás de los pasos de la zorra que encargó la paliza), aunque el sexo no resultó tan espectacular como lo recordaba de antes de las vacaciones. Estupendo, ahora no solo se sentía desahuciada si no también frustrada sexualmente ¡Cojonudo!
Lo único que la sacó del mutismo apático en el que se sumió fue cuando un mensajero le trajo un paquete inesperado. “Sirva este humilde ungüento de nuestro galeno para mayor alivio de su persona” decía el “billete” asido al frasco de cerámica lacrado con el sello de la Band of Brothers. Pomada de romero para bajar la hinchazón, mitigar el dolor y mejor cicatrización que realmente obró magia en el magullado cuerpo de Alex.

Pasaban los días y no recibía señales de su padre, rezaba para que eso significara que no iba a venir, no sería raro en él, es más, lo raro sería que cumpliera su palabra.

Llegó finalmente la fecha más importante del calendario de Ashland, el día del fin, y como las grandes mujeres fenicias se vistió como una reina para enfrentar la muerte (aunque fuera figurada).
Le encantaba la recreación, no en vano era una investigadora apasionada del pasado de la mujer y reconocía el valor de la arqueología experimental, así que se metió en el papel de Diana estilo Tudor dispuesta a reinar.
Estaba nerviosa.
Desplegaron su poderío paseando por el campamento, actuando como autenticas mujeres de la corte, haciendose fotos con los turistas e ilustrando con perlas feministas “period” al personal que les preguntaba. La perra lo petó entre los niños, efecto inesperado que superó bastante a Alex, que no sentía demasiada simpatía por los más peques, pero para eso Emi resultó ser una maravilla ¿Mérito de su programación? ¿Aprendizaje? ¿Genuina personalidad? Vaya usted a saber... su presencia le suscitaba grandes incógnitas y una reptiliana prevención.
Por fin, después de un exótico refrigerio con mojitos y crepes y compras variopintas enfilaron el camino hacia la “zona crítica” el campamento de los banders. Mucha tregua, pomadita y todo lo que tu quieras pero... no dejaban de ser némesis. Focalizada en ellos no se dio cuenta de que frente a ellas llegaba la comitiva de Melfwackter.
Fue Emi quien la hizo reparar en la presencia de Cordelia para luego identificar a su padre “la gárgola vanidosa” como ella le apodaba (Alex catalogaba mentalmente a todo el mundo con motes) ¿Cómo de un tío tan feo habían salido unas crías tan monas? Lo conocía de haberle visto con Yorick y le daba la impresión de ser el típico que se hace profe porque su carrera profesional soñada no despega o se trunca y, aunque lleva el rollo docente “modesto” la arrogancia le asoma por los bajos. A los banders se les caían los huevos con él y no entendía porqué.
-¡Magister! ¡Ha llegado el magister!- ¿Veis lo que os decía? Tardaron cero coma en saltar al peloteo. Obviamente eso escoció al ego de Alex que pretendía ser el ombligo del mundo siempre, especialmente en lo que a atraer la atención de los banders se refería, pero no le dio tiempo de sentirse ofendida más que unos pocos segundos, inesperadamente Faith saltó como un novio celoso contra el minion que se atrevió a zalamear a Cordelia. Fue muy gracioso ver cómo lo tumbó de una patada y “Stacy Malibú” (Cordelia) estuvo muy avispada en su respuesta, sabía que nadie de la Band era rival para su admiradora y de paso disimulaba frente a sus padres. Uuuuuuuu ¿Sería ese el momento en que los papis descubrirían que su niñita estaba liada con una anti-sistema cubierta de tatuajes y piercings?
Y entonces apareció él. Yorick. Dando la nota como no.
Se mantuvo altiva convencida de que iría a rondar a las mujeres Melfwackter, se quedó de piedra cuando este fue hacia ella -Lady Alex, al fin habeís llegado- el corazón le palpitó fuerte, el cabrón estaba para tirarlo sobre uno de esos jergones de paja y dejarlo en carne viva... hizo uno de esos gestos gallardos suyos tan sexis y a Alex le palpitó algo más al sur ¡Hijo de puta cómo le odiaba! Cómo odiaba esos ojazos verdes, esos labios, esas manos, esas piernas, esa p... ¡POR DIOS! ¿Que puñetas? Ni que fuera una expresidiaria recién salida del trullo “¡NO! Sobreponte, es un picaflores, un machirulo” se decía a sí misma para resistir esa mirada de cachorrito-¿Serías tan dichosa de ofrecer a aqueste caballero que suspira por vos, un baile con los acordes de ésta cortesana vihuela?-
-¿Cómo podría mi buen señor, si por mi causa os falta el aliento, obligaros a trabajo tan esforzado?- dijo con cierta sorna -¿Quereis acaso desfallecer en mis brazos?- aquello sonó más sexual de lo que quería -¡Cuan maquiavélico ardid!- reculó -Os he cazado y no conseguireis culparme de vuestro sueño eterno, no mientras encuentre solaz en vuestro tormento ¿No se dice acaso que, como el gato, la naturaleza femenina es cruel? Sabed pues que, ya que vuestros suspiros me pertenecen, jugaré con vos mientras os reste un hálito de vida- puso un tono travieso muy divertido -¿Que contento tendría si vuestra merced me faltara?...- otra frase muy interpretable que por suerte pasó desapercibida a causa del duelo entre Faith y Ryan. Ambos miraron justo a tiempo de ver cómo la sansona de Ashland le hacía un Indiana Jones al pobre chaval -Comadres 1- Band 0 ¡Brava Faith! ¡Brava! Jajajaja- le salió espontaneamente cubriendo la risa con el abanico-¿No socorreis a vuestro pupilo?- preguntó intentando continuar con aire jocoso desconcertada por la atención de Yorick ¿Donde quedaba el famoso “colegas antes que zorras”? Madre mía la rubita tenía a Faith comiendo de su mano -Tened cuidado, creo que hemos ganado a la hija de vuestro maestro para la causa...- dijo más para ella misma que para su acompañante. No se lo creía ni ella pero había que mantener el tipo, claro que una cosa era lo que salía de su boca y otra lo que decía su lenguaje corporal. Los alfas se miraron un largo y algo incómodo segundo, parpadeó ¿Que estaba pasando ahí? No era su típico cortejo lleno de verborrea ¿Querría hablar algo importante? ¿Algo relacionado con el evento? El corazón volvió a palpitarle fuerte.
-Éstas son las amigas de Emi... Faith y Alex...- interrumpió Cordelia. El profesor se acercó a saludarlas y hubiera sido un mero trámite protocolario de no ser por la puntillita -así que son las amigas de Emi...- “genial ahora somos las amigas del robot” -no tengo problemas...- “¿Problemas de que? Pero de que pollas va este? Tu hija no necesita tu puto nihil obstat, gilipollas” -pero si de cierto problemilla en cierto jardin de infancia...- Uuuuuuuuu ahí había dado en hueso, Alex compuso un gesto que hizo temer la ira de Dios a juzgar por el arqueamiento de cejas -Sí, le comprendo, la Band of Brothers pueden ser como niños pero pierda cuidado ya ha visto usted mismo que Faith los mantiene a raya. Mantendremos a su hija a salvo- “a salvo de ti” y lanzó su última frase fue como veneno de los colmillos de un aspid -Suerte con Cardenio- con eso se pasó siete pueblos, nunca, NUNCA, se dice “buena suerte” a un actor antes de un estreno. Se dice “rompete una pierna”, “mucha mierda” pero jamás “buena suerte”. Así era Alex, hería a todos a su alrededor cuando se sentía triste, frustada o amenazada, como un animal herido. “Jódete, no eres mi padre”. Blanco y en botella.

Mas bien Mala suerte, en el mundo del espectáculo va al revés,  a no ser... - se queda mirando con una mirada severa a Alex , pero luego evade la mirada hacia otra parte de manera visible -

En fin.., Cordelia pásalo bien, voy hablar con los alumnos.. - dice pasando olímpicamente de Alex para centrarse en sus alumnos, tenía que hablar del tema de la obra.

Además de ponerlos sobreaviso, de que el incidente de la bomba sónica, tal vez se repita o algo peor, algo le decía que algo malo iba a pasar, algo catastrófico.

Vio la reacción del suami y no pudo sentirse más decepcionada. Estaba claro que los elegidos no tenían por que conocer de antemano su papel en los graves acontecimientos que estaban por llegar, pero le preocupaba que su maestro rehuyera su destino, que se alejara de él y no lo aceptara. Le dio la tarjeta de Shangri-La, pero ella sabía que el tiempo se echaba encima. Estaban abriendo las puertas, las abrían del todo, era algo inminente. Los acontecimientos se iban a precipitar, y no sería para bien.

Se resistió en la cola de la barra, encarando al maestro. Estaba algo cabreada, y no era para menos. Aquella falta de fe era imperdonable en un guía espiritual.

-¿Que haces, suami?, ¿No te das cuenta de que las trompetas llaman ya?

Parpadeó, mirándole fijamente.

-Solo los que no escucharon la furia de la última llamada podrán salvar al resto. Y tú no la escuchaste, Davis, por que estabas en tu cuarto secreto haciendo cerdadas.

¿Cómo cojones sabía eso? Nadie sabía lo del cuarto secreto, ni lo que hacía allí. ¿Le espiaba, o es que realmente TENÍA PODERES? No sabía cual de las dos opciones era más aterradora.

-Él también ha sido elegido. Elegido por la suerte, por el karma. Él tampoco escuchó las trompetas. ¿Lo entiendes ya?

Apoyó una mano en su pecho grande y porcino, como compartiendo una confidencia.

-Me has dado una vida de servicio y contemplación, y por ello te estoy agradecida. Pero ahora tienes que creer en mi, creer en lo que va a pasar. En el papel que vamos a jugar en todo ello...

Siguieron bebiendo como cosacos.

La fiesta para alguien como él consistía, invariablemente, en beber hasta la cirrosis y coquetear con el coma etílico. A veces favorecía las variantes del festival de música, buscando a alguna incauta tan borracha como él para aparearse. Luego se acordaba, al estar sereno, de que todo en lo que creía decía que aquello era abuso sexual. Pero la mayoría de las veces siquiera se acordaba de tal abuso, ni mucho menos su "compañera" de fechoría.

Había sin embargo un límite humano al bebercio y éste era el de la vejiga. Así que tras el incidente con la rubia, que dejó en aquel bareto/cantina, enfiló el paseo atestado de locales, turistas y mascotas en dirección a los urinarios portátiles. Fue un ejercicio algo patético, en el que tropezó con varias personas: una piratesa con grandes tetas a la que se le cayó un enorme mini de cerveza, una pareja de pijos que echaba fotos con su cámara digital y una señora mayor que estaba sentada en una terraza. Pedía perdón mecánicamente, reemprendiendo su camino para evitar las posibles represalias.

Finalmente, había llegado a la calle. Apartada de las demás, contenía en fila un número ciertamente impresionante de urinarios portátiles. No tantos como eran necesarios en hora punta durante la feria, pero suficientes durante el resto del día. La empresa concesionaria había puesto a unas personas para que revisaran el estado general de limpieza y el papel de baño en "pasadas" tres o cuatro horas. Pero eso no evitaba que como buenos urinarios portátiles, éstos se llenaran de meados, se atascaran con truños enormes y diera asco tocarlos apenas pasaran por allí tres o cuatro personas.

Entró en el baño y sin importarle una mierda su suciedad, se despachó agusto. Una cosa que tienen los urinarios portátiles es que en días de calor, el plástico y los químicos crean, junto a la mierda y el pis que se fermentan, una atmósfera explosiva amenaza con hacerte caer redondo.

Y eso fue lo que le pasó. Sintió una náusea repentina y, sin tener tiempo para maniobrar y darse la vuelta, se subió los pantalones con una mano y con la otra abrió la puerta, saliendo afuera. Allí cayó doblado y potó como una cabra. Vomitó gran parte de aquel alcohol que llenaba su estómago, añadido a los tropezones de las mierdas que había comido para mantener a ralla el hambre de la borrachera.

Sin duda le ayudó a sentirse algo mejor, a bajar parte de la borrachera. Pero no hizo que dejara de flipar. Miró a uno y otro lado, y no vio a nadie, aparte de un tipo que salía de un urinario y, pasando de él, se incorporaba de nuevo a la feria. Entonces un viento súbito le removió el pelo, y un flash de luz le hizo entrecerrar los ojos. Cubriéndose el rostro con una mano, vio unos arcos eléctricos en torno a una figura de una persona, que había aparecido en medio del paseo de urinarios, como por arte de magia. Una persona vestida como uno de esos que iban de "renacentista" en la feria, solo que sus ropas estaban la hostia de conseguidas.

El tipo parecía un viejales encorvado, con una pesada bata de piel con la que debería estar pasando un calor de la hostia. Pero tenía el rostro mojado, así como parte de la ropa, como si hubiera venido de estar bajo la lluvia. Se tocó el cuerpo, con los ojos muy abiertos, mientras aquellos "rayos", los arcos eléctricos, se iban disipando hasta desaparecer.

El anciano se rió, como si no se creyera que estaba donde estaba. Y luego, renqueando por su espalda doblada, dio unos traspies hasta situarse a su altura. Antes, se quedó mirando los urinarios como si no supiera que demonios eran, y luego mirándole a él como si tampoco tuviera claro quien era.

-¿Dónde estoy? -preguntó en un inglés un poco raro, arcaico, o quizá con un acento muy fuerte.

Se alejaron entre risas, aunque no supieron muy bien hacia donde encaminar sus pasos. Él la invitó a comer y beber algo, y luego probaron suerte con la escopeta de balines, tirando al pato. ¿Sus amigas? Desaparecidas. No contestaban al móvil. Y ya de paso que lo miró vio que tenía un par de mensajes:

Orlando: Espero que ésto no interfiera en el tema de las clases.
Orlando: Entenderás que soy una persona con vida propia, y no me puedo estar esperando a una princesa azul.
Orlando: Espero que no te hayas sentido ofendida.

Mamá: Estoy por la feria, cielo, tomándome algo.
Mamá: No te olvides pasarte a recogerme.
Mamá: No como la última vez que me tuvo que abrir la puerta tu asistenta...

Se sentó con los chicos, a probar un poco de embutido e hidromiel. Invitaba la casa, y tampoco tenía a donde ir. Cordelia se quedó hablando con sus amigas un buen rato, y en la mesa empezaron a saltar cartas y dados para hacer la velada más amena. Y al cabo de una hora y media, pronto para lo que estaba acostumbrado, el móvil vibró. Era su esposa.

Sienna: Cariño, creo que algo me ha sentado mal.
Sienna: Voy a pasar por casa a echarme un rato, a ver si se me pasa el mareo.
Sienna: Perdona, se que íbamos a volver todos en el coche.
Sienna: Coged un taxi y tened cuidado, hay mala gente en las ferias.

La actividad en el campamento de la Band of Brothers siguió pasado el mediodía. Comieron de lo que se cocinaba en el perol del campamento, además de la gran provisión de embutidos y frutos secos que habían llevado los chavales del teatro. Cordelia parloteó con las chicas, pues había conseguido (por vía de Faith) conocerlas a todas y... caerles bien. Stacy Malibú, como Alex la había bautizado, tenía el don de gentes, que era algo que a ella le faltaba.

Y allí estaban, pasando el rato. Se había puesto una muñequera de arquero y probaba suerte con el longbow, mientras Cordelia y Faith estaban sentadas en la hierba hablando cosas muy graciosas, por que se partían de risa a cada poco.

Un viento inquietante que se levantó cuando el sol anunciaba el atardecer, hizo estremecerse a la rubia y fallar el disparo. Fue entonces cuando escuchó unos pasos, sintió una presencia y escuchó una voz. La voz que más temía en aquel mundo.

-Seguro que hay más suerte con la próxima flecha.

Tenía las manos metidas en los bolsillos. No se había vestido de feria, ni nada similar. Él no era de disfrazarse, no si disfrazarse no implicaba ponerse un mantón de iluminati y participar en una ceremonia secreta en cuyo vestidor se decidía el futuro de la economía mundial. Iba de él, aunque sin corbata, que en su caso era hacer mucha concesión. Un modelo de él veraniego, sport, similar a la ropa que llevaba cuando iba al golf, al club náutico, de vacaciones a los Hamptons a África para algún safari.

Allí estaba, de pie junto a una mujer morena bastante guapa que no conocía de nada, mirándola fijamente como solo él sabía. Con calma, como si tuviera todo el tiempo del mundo para destruir su mundo. Y a ello parecía que se había aplicado nada más llegar a Ashland.

-Me ha costado dar contigo, pero imaginaba que estarías en la feria. Las aplicaciones de tracking para móviles funcionan muy bien...

Sonrió, despacio. Respiró hondo, mirando el campamento, sus alrededores.

-Creía que ya no te gustaba todo ésto. Aquella vena histórica que te dio en tu primer año. Que lo despreciabas profundamente... pero me alegra ver que algunas cosas no cambian nunca.

Tomó la mano de la mujer y besó el dorso, sin dejar de mirarla.

-Tu madre y yo hemos ido al SOU, a hablar con la directora. Nos ha puesto al corriente de tus últimas tropelías. Asustar niños... que vergüenza.

Negó, despacio.

-Hemos llegado a la conclusión de que no hay motivo por el que mantener la excepcionalidad del acuerdo sobre tu alojamiento. Que una temporada en la residencia junto al resto de alumnas te vendría bien. Así podrías ser más puntual a las clases, no andártelas saltando para... tratar de mejorar el mundo. El mundo está muy bien, así como está. ¿No te parece?

La mujer se mantuvo callada mientras él habló, como una esposa obediente. Sabía que a su padre le gustaba aquello, pero también que ellas tuvieran cierta sangre en las venas. Cierta maldad innata. Los ricos encuentran el comportamiento servil muy aburrido y normalmente buscan emociones fuertes. ¿Le echaría cera ardiendo a su padre mientras se lo follaba, o que cualidad oscura tendría aquella mujer florero para que él se hubiera casado otra vez?

Ella tenía el arco en las manos, lamentándose de haber gastado la última flecha. De cualquier modo, no podía cometer una imprudencia. Sería liberador, sin duda, pero también el fin de su vida. En ese momento, si entraría en la cárcel para nunca más salir de ella. Sus abogados se encargarían de ello, y también de procurar desposeerla de su fideicomiso y de cualquier otra cosa. Así era aquel mundo de buitres que susurraba al oído de los poderosos: intocables.

-Ashland es realmente precioso. Le comentaba a Henry que es una lástima que no celebráramos aquí la boda. Me hubiera gustado conocerte allí, y no aquí.

Siempre lo mismo, el puto paripé de la nueva, haciéndose la simpática. No sabía si odiaba más eso o a su padre. Siempre ese mismo puto rollo del poli bueno y el poli malo. Se acercó para darle un beso pero ella retrocedió dos pasos. De repente, su móvil vibró y se excusó involuntariamente mirándolo con atención.

Faith se había levantado de su asiento, pero Cordelia la retenía con las manos, asustada. No era lerda, la chica, y sabía que algo gordo estaba pasando. Creía que tendría algún mensaje de su amiga, pero le sorprendió el contenido del Guasup.

Yorick: Bailemos, querida.
Yorick: Sigueme la corriente, uno para todos...

Shay se acercó con una sonrisa, por detrás de ella, que le miró con un rostro inexpresivo. Para su sorpresa, le dio un beso en la mejilla, apoyando una mano en su hombro. Al ser un actor del método, su interpretación era natural, totalmente convincente. Él, su mayor enemigo, acudía por segunda vez a su rescate. Ella se puso tensa, no entendía muy bien de qué iba todo aquello. Si era una broma, si quería humillarla todavía más.

-Cariño, no me has dicho que vendrían tus padres -dijo, sorprendido.

Se acercó con una presencia de ánimo admirable, ofreciendo su mano a Henry, que no sabía muy si estrechársela o no. Él no era un hombre al que le gustaba que le engañaran, más que nada por que como banquero estaba acostumbrado a situarse en el rol del embaucador.

-Señor y señora Clayton, que inesperado placer.

Ella si que le dio un beso en la mejilla, y finalmente él le estrechó la mano tras un parpadeo. Sabía el nombre de Alex y eso quería decir que la conocía bien, de algún modo que él ignoraba. De repente, estuvo muy interesado en despejar aquella incógnita. Saber quien era él y de que iba todo aquello.

-Creo que usted y mi padre son compañeros del club náutico, le sonará... Marcus Lavache, de Exxon. Fue CEO en los 90, ahora consejero delegado. Creo que coincidieron en más de una ocasión, en Rotary.

Henry parpadeó, sorprendido. Gratamente sorprendido.

-Si, por supuesto. Marcus, le he visto hace un mes. Entonces tu debes de ser Shay, su hijo mayor.
-Si señor, el actor.
-Si, hablamos mucho de ti, en el yate. Tu padre dice que tienes mucho talento.
-Halagador, aunque no me esperaba eso de él.
-Sin duda está algo decepcionado por que no hayas seguido sus pasos.
-Bueno, prefiero ser el próximo Robert de Nilo, aunque sin terminar haciendo comedias de medio pelo.

Su padre sonrió por la referencia, era un actor que le gustaba mucho, desde joven. Yorick volvió luego a donde estaba Alex.

-No sabía que te habías vuelto hetero -le dijo él.
-Bueno, ella sabe mantener bien sus secretos. Y lo nuestro es uno de esos secretos... que ya no puede guardarse más. Obviamente, el colectivo feminista al que vigorosamente representa podría sentirse algo ultrajado si se enterara. A veces lo comentábamos, que ésto era un poco como esos romances secretos de las revistas del corazón. Pero cuando el corazón llama, no hay marcha atrás.

Sonrió de forma muy convincente, mirándola.

-Está avergonzada, no me extraña. Bueno, decía usted sobre los terrenos de la universidad...
-Si.
-Bueno, le propongo que lo dejemos en stand by. Ya que ahora sabe que dos grandes fortunas pueden unirse el día de mañana... ¿Por qué no hacer que todo quede en familia? Los negocios, las inversiones.
-Suena razonable, aunque algo utópico.

Negó con la mano, sonriendo como el cabroncete que era. Un cabroncete muy convincente.

-Nada, nada. Deje que hable con mi padre. Tenía pensado pasar por casa para el 4 de julio, y se lo dejo caer. Usted sabe como van éstas cosas. Además, así se la puedo presentar a él.

Vio, escuchó y trató de entender. Era una historia un tanto increíble. Ella, una feminista aplastapenes, que creía que era lesbiana, una antisistema de manual, traicionando sus principios para ceñirse a un amor heterosexual con un chico de clase alta. Pero no estaba del todo desencaminado. Él sabía que ella guardaba secretos, que no era lo que parecía. Que realmente andaba con chicos, que tenía dos caras. Hacía dos años, había pagado a un detective privado y le mostró fotos de ella con un motero. ¿Un amante?

Después de todo, ella era una Clayton, una chica de clase alta. Todos habían pasado por la fase juvenil y alocada. Su tío-abuelo, un playboy internacional, nunca la había superado y vivía entre prostitutas de lujo, drogas y fiestas en casinos de Montecarlo. Aquello si podía entenderlo, la fachada, el engaño, sus ganas de obtener poder en una sociedad que valoraba cada vez más los ideales que ella defendía. De hecho, era muy posible que su hija hubiera optado por aquel extraño camino para tratar de meterse en política, de hacerse imprescindible. Era su gen y su sino.

Y sin embargo, parecía tener la misma cara. La cara de aquella niña que le tiraba los vasos de la licorera y gritaba echándole la culpa por el divorcio con su madre. La cara de ira. No parecía feliz, y él necesitaba meter el dedo en la llaga.

-Vaya, vaya... Así que otro de tus secretitos. ¿Ya te cansaste del motero?

Sonrió. Lo sabía, y ahora ella sabía que lo sabía, y que su rollo no estaba a salvo de la ira de su padre.

-¿De verdad estáis juntos, Juniper?

El gordo y vicioso estafador empezó a transpirar. ¡Joder! Aquello no le podía pasar a él. Si no fuera porque conocía perfectamente aquella drogata pensaría que le estaba intentando estafar. Desde toda aquella movida de la explosión (se resisitía a creer en trompetas de Jericó y esas mierdas) Salma estaba rarísima.

¿Y tú como sabes esas cosas? Se moría por decirle eso, pero sin duda no quería estropear su perfecta relación alumna maestro con esas muestras de vulgaridad.

Vendrá... Murmuró, adpotando el aire del maestro que sabe. Mahavira dijo en una ocasión "Todos los caminos son correctos; vayas donde vayas, vas hacia lo Divino. Ve adonde quieras. Haz lo que quieras. Todo posee algo de verdad". Toma aire antes de continuar. Él acudirá, pero antes de eso me gustaría que me explicaras con detalle tu experiencia, Salma. Con detalle. Quiero que me ilumines con tu experiencia. Remató, adoptando el papel del humilde maestro. 

Estaba claro que no podía seguir eludiendo que allí pasaba algo jodidamente raro. 

Más vale que lo que me diga me deje acojonado, joder.

Pensó el estafador. Que supiera tantos detalles de sus actividades empezaba a parecerle embarazoso y partirle la cabeza y enterrarla en un agujero no era su estilo.

Resopló por lo bajo ante  los mensajes. Rápidamente tecleó el mensaje para Orlando. "En absoluto. Eres un chico joven, guapo y libre de hacer lo que quieras. Nos veremos en clase." Apenas lo había meditado, pero tenía planes para Orlando, planes que incluían su cuerpo, su polla y a Jazmine Wells. Solo era cuestión de dejar madurar la idea.

Se volvió hacia Joshua.

-Es mi madre -dijo-. Está en la ciudad. Y en la feria. Ha venido de visita. Y me temo que querrá alojarse en casa y hay que explicar tu presencia de algún modo. Lo siento, Josh pero es lo que hay. Creo que hoy te va a tocar hacer de caballero más de una vez. ¿Te importaría acompañarme a recoger a mi madre? -No esperó a su respuesta mientras tecleaba la marcación rápida correspondiente a su madre, aunque le miró interrogadoramente. Reconocía que con Josh, la idea de aguantar a su progenitora parecía más liviana.

-¿Dónde estoy? -preguntó en un inglés un poco raro, arcaico, o quizá con un acento muy fuerte.

"La leche" pensaba George "Más barbudos estrafalarios, lástima que este no venga con moza calentorra". Pese a las extrañas pintas y habla, así como el contexto festivo el joven seguía con ganas de cachondeo así que decidió seguirle el juego a aquel extraño mago, por un momento pensó en Gandalf pero le iba más el mote de Radagast por aquello de los porros boscosos.

-Nos encontramos en la Tierra de las cenizas, concretamente en la época del festival de los renacidos mi estimado Radagast- lo dijo muy serio pero la risa se le escapa por un lado del labio-¿ya se va situando, señor?

Le apartó de la cola de la barra, por que allí no se escuchaba nada. Lo llevó a un recodo donde pudieran oírse, pero al mismo tiempo donde los demás no pudieran escucharles con facilidad. Como si lo tuviera que decir fuera más que importante: trascendental. Su mirada se mantenía fija en sus ojos, como tratando de dar énfasis a sus palabras.

-Los militares, han jugado con lo que no debían. ¿No lo ves? El velo se desgaja. Ya hay gente que ha pasado de un lugar a otro. Planos, universos, todo va a mezclarse, por su arrogancia. Será una catástrofe que amenazará con destruirnos a todos... a todo. Los viajeros han llegado ya, y deben unirse a los elegidos, los que no escucharon las primeras trompetas, pero estuvieron lo suficientemente cerca...

Parpadeó, mirándole con fijeza.

-Se que no me crees pero pronto verás que tengo razón. Yo se éstas cosas, han asediado mis sueños con premoniciones, desde que era niña. Por eso me llamaban loca, por eso terminé viviendo en la calle. Las drogas solo me calmaban, me impedían pensar, hacían que los sueños se volvieran negros y vacíos. Pero en Shangri-La he entendido que todos tenemos un papel, y que en servir a los demás está la auténtica felicidad.

Cogió su rostro y sonrió, despacio.

-Ha llegado el momento de que sirvamos a los demás. Que lo hagamos bien, sin engañarles. Hasta ahora, hemos consolado sus almas. Ahora tenemos que reunirnos para que salven a la existencia misma...

Le miró fijamente. Su ropa era muy rara, ciertamente. Aquella especie de calzas de tela extraña, la camisa sin mangas con aquellos estampados... Luego miró alrededor, comprendiendo que no estaba en su momento, en su lugar. Que lo había conseguido in extremis, y que eso solo podía querer decir una sola cosa.

-Tú, mancebo. ¿Que año es éste, qué lugar es éste?

Parpadeó, con cara de pocos amigos. No parecía un abuelo simpático, si no uno de esos que enseñaban a golpes de regla décadas ha.

-La leyenda habla de una bruja que vive en la corte del khan, en Shangri-la, y de unos elegidos que deberán guiar a los viajeros.

Tosió, llevándose a la boca un pañuelo, que parecía de encaje muy antiguo.

-¿Sabes tú algo de eso?

Disfrutaron un rato más de la soledad hasta que el móvil fue insistente. Entonces, recorrieron la feria al atardecer, cogidos de la mano. Aquel era el momento de mayor afluencia, cuando la mayoría salía de trabajar y se sumaba al creciente número de actividades y la oferta de restauración.

Sabía exactamente donde encontrarla: donde sirvieran los mejores cócteles. Y allí estaba sentada, con una maleta de ruedas al lado del asiento, disfrutando de un bloody mary con las gafas de sol en el pelo. Su madre. La vio llegar y se levantó para darle un abrazo y un beso en la mejilla.

-Querida... veo que el divorcio te ha sentado estupendamente.

Y tanto. Luego, miró brevemente a su acompañante.

-Y que no pierdes el tiempo...
-Soy Josh, encantado de conocerla.
-El placer es mío, joven.

Compartieron una mirada, en plan "ésto tienes que contármelo", y luego volvió a tomar asiento. Como se podía fumar allí, sacó un cigarrillo y se lo encendió.

-Sentaos, yo os invito a ésta y luego si queréis cenamos algo.

Parpadeó, mirando a su hija.

-Si, ya lo se. Que tengo que avisar, y todo eso. Pero me he dicho, ya que estaba por la zona, que una visita sorpresa mantendría la chispa de una madre preocupada por su hija. ¿Has hablado con ese capullo de Harold, cielo, te ha dado lo que pedías?

El viejo le puso cara de pocos amigos y le llamó "mancebo" ese lenguaje arcaico no lo decía ni su difunto abuelo pero le inquietó más todavía las palabras que vinieron después "una bruja", "Shangri-la", "y elegidos". Entonces recordó al primer barbudo y la tarjeta que le dio "Shangri-la" ponía ¿sería ese el Gran Khan? ¿y la bruja la rubia calentorra? y ahora qué cae ¿él mismo es un elegido? Puta coincidencia y todo tras el gran zumbido... Si ese viejo era un psicótico apocalíptico más valía no dar pistas de nada relacionado con ese tema por lo que decidió averiguar más:

-Estamos en el año 2018... -se sorprendió diciendo eso- En Ashland del Estado de Oregón ¿ya se aclara usted? - espero un momento a ver su reacción - respecto a un Gran Khan, brujas y elegidos ¿es una metáfora? aquí se eligen muchas cosas... presidentes, alcaldes... ¿A qué se refiere y qué necesita de ellos? Con más información le podría ayudar... -aprovecharía su confusión a ver si soltaba prenda.