Partida Rol por web

A place to stay

Apropiación cultural (Escena 1)

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04/08/2018, 22:15
Director

El plan B estaba preparado. El patio tenía una puerta, tipo reja deslizante, que servía tanto para las emergencias como para que las furgonetas de reparto y los montadores de diferentes infraestructuras temporales en el patio del colegio tuvieran un acceso fácil. Una vez que estabas dentro, abrir era puerta era relativamente sencillo y sabías como hacer el desbloqueo electrónico, o que botón tenías que pulsar en el cuadro de mandos.

La puerta se abrió y las mistresses salieron pitando. Ya tenían entrenado el sistema para hacerlo, evitando a la prensa y a los polis. Lo más importante era que cada grupo de chicas tomara una dirección diferente, mientras los policías se quedaban entretenidos con los niños, la prensa y los profesores. No hubo ningún "héroe" que las siguiera corriendo, pues la prioridad era poner los niños "a salvo". La performance se recogió casi tan rápido como había sido desplegada, dejando únicamente las pintadas como testigo del "ataque".

Faith y Alex corrieron por el parque cercano hasta donde tenían el coche aparcado, con el corazón a mil por hora. Era como ser una niña que robaba los caramelos de la tienda y se iba corriendo cuando estaban a punto de pillarte: daban un subidón impresionante, te hacía creer que eras intocable. La adrenalina recorría sus cuerpos y las hizo reír.

Abordaron el Pussy Force One, el coche eléctrico que solía conducir Faith por la ciudad. Aunque era caro de cojones, como buenas arregladoras del planeta creían que el coche eléctrico era el futuro, ya que las petroleras eran enormemente patriarcales (comenzando por el hecho de que inmensos tubos horadaban la tierra como falos succionadores para extraer de las entrañas del planeta el zumo de plantas y animales fósiles de hacia cientos de millones de años). Como localidad cuqui y progre, Ashland tenía no uno, si no ocho puntos de recarga para coches eléctricos, la mayoría de ellos estaciones de servicio de 24 horas.

En aquel momento, les daba un poco igual si la policía sabía quienes eran o las perseguían. Se sentían intocables, y como tales planeaban pasar el resto de la mañana dándose algún que otro capricho. Ser una feminazi no estaba reñido con una pija consumista tipo, lo cual era tan norteamericano que negarse siquiera no pensar en hacerlo podía ser considerado como alta traición.

Conducían por la gran avenida, enfilando las afueras del pueblo, hacia uno de sus restaurantes favoritos. Era la 1 del mediodía, la hora de comer, y las calles estaban llenas con el tráfico de las personas que tenían jornada partida y soltaban en aquel momento para comer, o con los estudiantes o turistas que habían finalizado su jornada matutina. Alex escuchaba a Taylor Swaft con sus enormes auriculares a toda pastilla, masticando chicle, mientras Faith conducía haciendo grandes gestos con su camiseta sin mangas, que dejaba ver debajo dos frondosas felpas de hirsuto e indomable cabello.

Satisfecha, la lideresa revisó por última vez el ardiente Tuipter antes de cerrar los ojos. Se habían parado en un semáforo en rojo, y el calor del mediodía era acompañado por una suave brisa procedente de las cumbres todavía nevadas. En Ashland, mayo tenía el tiempo perfecto para disfrutar de la vida, y quizá por eso era el momento en que los festivales abundaban. No era tan mala la vida allí, pensó, al menos hasta que su padre decidiera aparecer.

El coche reanudó la marcha y al cabo de unos diez o veinte segundos, sintió como Faith pegaba un frenazo y algo, pesado y contundente, golpeaba el capó del coche. Sobre la música que escuchaba, un ruido ensordecedor que era atenuado por sus maravillosos y carísimos auriculares (a vez Faith le hablaba casi a gritos y ella no escuchaba una mierda, estando al lado). Parpadeó, sin comprender que pasaba.

Lo primero que vio fue a Faith con las manos en los oídos, chillando como una loca, chillando de dolor. No era la única. En el cruce, se produjo inmediatamente un accidente en cadena, ya que algunos conductores no pudieron concentrarse o perdieron el conocimiento. Además, los peatones por la zona habían caído de rodillas, con las manos en los oídos y las bocas abiertas de puro horror. El sonido era intenso, hacía vibrar los cristales de los escaparates y las lunas de los coches. Los cristales más finos o quebradizos se rompieron, incluyendo los de las farolas.

Pero ellas tenían cosas más importantes en que pensar. Algo había impactado contra el capó, haciendo añicos parte del parabisas. Una figura vestida de negro, con largos cabellos de color azul marino. Algo que parecía una persona, femenina, y que había detenido su marcha en seco. Delante de ellos, y envolviendo parcialmente a esa persona, una serie de arcos eléctricos que parecían estarse disipando, uno de los cuales la golpeó en el antebrazo y provocó que se convulsionara durante unos dos o tres segundos. Se meó encima, sin poder evitarlo, mientras el sonido arreciaba.

Cerró los ojos muy fuerte, deseando que todo pasara. El arco eléctrico había trastocado su móvil, que por alguna extra razón ahora reproducía la música MP3 a todo volúmen, enmascarando la intensa honda sónica que recorría la ciudad. Pasó una canción entera, unos tres minutos, hasta que recuperó totalmente el control sobre su cuerpo. Abrió los ojos, quitándose los auriculares, y comprobó que Faith estuviera bien. Le sangraban los oídos, y parecía que tenía la mirada perdida en el horizonte, sobre la puerta izquierda del coche, haciendo caso omiso de la persona a la que habían atropellado.

Allí, había un perro que se había escapado de su dueño, soltándose de la correa. Un perro que aullaba de forma lastimera. Un perro cuyo torso se había fusionado con uno de los bancos del paseo, e intentaba en vano liberarse.

Aquello era lo más extraño que había visto en su vida. En aquel momento, el feminismo, la lucha y todo lo demás le importó una mierda. Un extraño escalofrío recorrió su espina dorsal. Solo quería saber que estaba a salvo, que todo había pasado, y comprender lo que acababa de suceder. Alrededor, el caos desatado se convirtió en una extraña calma, decorada por gritos y sonidos de cláxon averiado.

Notas de juego

Entereza + Sangre Fría + Trasfondo impávido si lo hubiera - 4

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04/08/2018, 23:01
Alex (Juniper Clayton)
Sólo para el director

En éstas cosas se notaba que aun tenía que terminar de superar la adolescencia, también es que apenas tenía 21 años y a día de hoy hasta que no cumples practicamente los 30 no dejas de ser un niñato idiota. Y seamos honestos, su estrategia de tocar los cojones al mundo porque estaba enfadada con él... no es que fuera muy madura...
Corrieron que se las pelaban entre risas, despidiendose de sus hermanas, otro punto para la causa, tenían un subidón que te cagas. Saltaron dentro del coche y salieron pitando a tope de adrenalina. La brisa peinaba sus cabellos, canturreaban, reían y hacían el tonto excitadas por la huida. Iban a celebrarlo poniendose de sushi y noodles hasta el culo (sobre todo Faith que comía como una mala bestia) y luego pues petardearían por la ciudad, a lo mejor hasta acababan planeando una de esas tontas putadillas con las que picaban a la “Band of Brothers”, ya que habían inaugurado el curso... lo inaugurarían con todas las de la ley. Lo que yo te diga, como chiquillas.
Se puso los cascos, cerró los ojos reclinandose en el asiento, en esos momentos era feliz.

Y entonces el frenazo, menos mal que llevaban el cinturón puesto, las gafas y el teléfono salieron volando. Un golpe. Todo fue muy rápido sintió algo arañandole la cara e instintivamente se cubrió con los brazos. Vio de reojo revolverse a Faith, como si gritara, pero no oía una polla porque el volumen de la música se disparó (aun así notaba como un rumor) entonces un latigazo en el brazo izquierdo la hizo convulsionarse. Por un momento creyó que moriría de un infarto o de asfixia. Duró milésimas de segundo pero aquel calambre la dejó desorientada, aterida de dolor y con el brazo izquierdo inútil, como dormido. Parpadeó recuperando el control de su cuerpo poco a poco, fue entonces cuando vio que habían atropellado a alguien, eso que le había arañado la cara fueron los pedazos del parabrisas al romperse. Si no se hubiera meado ya encima en ese momento lo habría hecho. Los ojos se le nublaron de lágrimas sin saber muy bien porqué, temblorosa (con una sola mano) se arrancó los auriculares (cuya música la estaba atronando) y se inclinó hacia Faith -¿Estas bien?- repetía, pero no parecía que la oyera, incluso ella parecía no oir muy bien. Fue en ese momento cuando miró alrededor y vio... el caos, un sinsentido, el escenario de una peli de esas de cataclismos bizarros con muchos efectos especiales. Había varios coches echos un acordeón, uno de ellos boca abajo soltando aceite y gasolina a chorro, gente tirada por el suelo chillando o inconscientes, escaparates rotos, pitidos de claxon, móviles y alarmas varias y un perro ladrando... un perro que... apretó los ojos, parpadeó varias veces. No podía ser cierto, pero lo veía, el perro estaba... fusionado con el banco ¿Se había dado un golpe en la cabeza y tenía una conmoción o algo de eso? Se cagó de miedo (en sentido figurado) tenían que huir de lo que fuera que pasaba allí. Zarandeó a Faith -Vamos... hay que salir de aquí...- le desabrochó el cinturón y tiró de ella intentando hacerla salir (todo esto con un solo brazo porque el izquierdo seguía hormigueandole de forma muy desagradable) pero no reaccionaba, así que decidió salir del coche y sacarla por el otro lado de paso que veía cómo estaba la chica del pelo azul. Le dolía el pecho un huevo, tanto que le faltaba el aliento y tenía como nauseas, de modo que no es que se moviera muy rápido ni con demasiada precisión. Vio el movil tirado en el suelo del coche, se agachó como pudo para cogerlo y puso el modo cámara para grabar lo que estaba pasando, no se fiaba de que el cerebro le estuviera jugando una mala pasada.

- Tiradas (1)
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05/08/2018, 04:18
Faith Hawkins

Alex se dio cuenta de que el sonido todavía no iba "muy bien". Sus gritos sonaban apagados, como los de la otra gente, como los ladridos del perro. Tardó unos segundos en darse cuenta de que estaba medio sorda, o algo así, por el exceso de ruido. Tiró de Faith y ella finalmente reaccionó, aunque lo hizo no tan rápido como ella quisiera. Se estaba rallando, creía que uno de los coches soltaba gasolina e iba a explotar, pero solo era aceite del motor.

Al final, ella salió casi por su propio pie, aunque no tenía la coordinación muy pallá. Estaba algo mareada, y no era extraño, por que posiblemente se le hubieran daño los tímpanos o algo así.

-¿Que coño ha pasado? -dijo en voz quizá demasiado alta.

La manoseó, en el cuerpo, en la cara, como nerviosa.

-¿¿Estás bien??

Ella insistía en sacarla de allí, pero Faith no iba a dejar a una persona empotrada en su parachoques. A pesar de todo, no era tan capulla como para eso.

-¡Hemos atropellado a una chavala!

Se acercó a ella, ya con el equilibrio un poco mejor, y le dio la vuelta. Era una chica de rasgos asiáticos, de un metro sesenta y aspecto bastante juvenil. Su ropa era un poco rara, como si llevara una moda que todavía no había triunfado en Estados Unidos, pero estaba dentro de lo normal. Una tela sintética con contenido en algodón, y una prenda elástica en las piernas parecida a un leggin.

-¡Eh... eh!

Le dio unas palmaditas en la mejilla, para que reaccionara. Alex seguía insistiendo, y finalmente Faith se giró a mirar en la dirección que ella decía.

-No es gasofa, tía. Sale del motor, es aceite.

El aceite también podía arder, pero no tenía por que explotar todo el coche a lo Michael Bay.

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05/08/2018, 04:30
WTF?

La chica abrió los ojos finalmente. Parecía conmocionada. Se había llevado una buena hostia en las piernas, aunque no parecía que se las hubiera fracturado, y con una herida en la cabeza que parecía una pequeña brecha.

-Veah am ch'ah? 

Sonaba extraño de pelotas, como un idioma inventado. No se, quizá era del sudeste asiático o vete tu a saber de qué aldea perdida de China. O quizá el golpe la había dejado medio grogi y ya no sabía hablar bien. Intentó incorporarse pero vio que las piernas le fallaban, así como la cabeza (le dolería mucho, no era para menos).

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05/08/2018, 06:25
Alex (Juniper Clayton)
Sólo para el director

Cuando Faith por fin reaccionó respiró un poco más tranquila, aquel estado de catatonia de su amiga le había dado mas mal rollo que ninguna otra cosa (sin contar el perro). El shock tenía a Alex confusa, creyó que la chica atropellada estaba muerta, no se atrevió a tocarla pero como no se movía lo dio por hecho, tampoco era médico como para saber que hacer. Estaba asustada y solo quería correr muy lejos de allí, al hospital a que le miraran la cabeza.
-Ni puta idea tía- respondió a la pregunta. Era la verdad, no tenía ni zorra. Los ladridos del perro eran cada vez más agónicos y le aterrorizaba volver a mirar. Se chequearon mutuamente, estaban hechas un cuadro pero no parecían tener heridas graves, aunque a Alex seguía doliendole el pecho y el brazo izquierdo seguía flojo. Se agarraron de la cintura y caminaron hacia el capó.
La chavala atropellada le daba rollo raro e intentó detener a Faith -No la toques! No dicen que no hay que mover a la gente cuando hay un accidente?- pero no debía de oir bien aún porque le saltó con lo de la gasolina. Contra todo pronóstico la muchacha despertó de repente haciendoles gritar del susto y retroceder unos pasos, Alex de hecho trastabilló y se cayó de culo. Allí se quedó apretandose el puente de la nariz, luego cerró los ojos, respiró hondo y se frotó el brazo izquierdo, estaba entre llorar o vomitar. Volvió a inspirar, tenía que calmarse, los ladridos la estaban volviendo loca -¿Que dice?- preguntó en tono alto. Con gran esfuerzo se puso en pie aunque le alegró comprobar que empezaba a poder mover los dedos de la mano izquierda. Miró el móvil, tenía cobertura así que entró en twitter para poner un mensaje rápido “QUE C*** ESTA PASANDO? #WTFashland”.
Viendo lo maltrechas que estaban y que la muchacha apenas podía andar tocó el hombro de Faith para que la mirara mientras hablaba vocalizando -¿Llevas botiquín? Deberíamos ir a un hospital, pero antes- señaló al banco, necesitaba saber si ella también veía al perro.  

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05/08/2018, 06:41
Faith Hawkins

Faith miró en dirección al perro. Parpadeó, como flipando. Era como para flipar, por supuesto. Se rascó el pelo, incrédula. Luego miró haciendo un 360 grados, girando sobre si misma. El caos momentáneo del que se había adueñado la ciudad. Sorbió, no sabía muy bien si mocos, sangre o un poco de cada, mirando a su compañera de andanzas.

-Ésto se va a llenar de polis y ambulancias no tardando mucho.

Respiró hondo, mirando a la chica, que tenía evidentes problemas.

-Los hospitales se van a llenar si esperamos a que vengan los paramédicos. Si el coche funciona... deberíamos acercarla nosotras. Y acercarnos.

- Tiradas (1)
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05/08/2018, 07:05
Alex (Juniper Clayton)
Sólo para el director

Ok, ella también lo veía osea que no estaba loca ni tenía un lo que fuera cerebral, aunque el hecho de que el perro fuera real no era precisamente tranquilizador. Grabó un video del mismo que descargó de inmediato en su nube. El shock empezaba a dar paso a la paranoia.
-Deberíamos salir de aquí cagando leches, no me fío, esto es todo la ostia de raro- pensaba en si aparecerían los famosos “hombres de negro” o liquidadors del gobierno y esas cosas que dicen los conspiranoicos -Vamos a mi clínica, allí no harán preguntas- "espero...". Tenía un seguro del copón que con la pasta que le cobraban implicaba no solo atención completa para ella y para quien quisiera si no también absoluta discreción. El tipo de clausula que solo pueden permitirse los ricos o famosos.
Buscó en google el símbolo de la medicina y se lo enseño hablandole como los indios -Te vamos a llevar a tí, nosotras-. Entre las dos la ayudaron a moverse, Alex estaba doblada de dolor pero como buena exjugadora de hockey hizo de tripas corazón, para ponerla en el asiento de atrás. Al sentarse ellas le preguntó preocupada a su compañera -¿Estás bien para conducir? Si no lo hago yo- cruzó los dedos, ojalá el coche arrancara, ella solo quería salir de allí.

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05/08/2018, 12:11
Tobias Melfwackter
Sólo para el director

Una buenísima noticia, podemos estudiar como es la obra e intentar hacerla realidad en el teatro, aunque habrán muchos retractores y fans de Shakespeare, críticos , que no validaran esa obra, pero será cosa nuestra hacer que si cuente.Muy buen trabajo Yorick.. - dice asintiendo con la cabeza al joven.

Bueno, podemos ponerlo a votación que obra interpretar, o cuantos estarán de acuerdo de hacer la representación de Cardenio.. - dice mirando a sus alumnos, esperando la aprobación de tales.

Lo someteremos a votación de mano alzada.., empecemos con las votaciones.. - dice sonriendo

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05/08/2018, 21:33
George E. Weaver
Sólo para el director

-Algún día conoceré a una buena mujer con la que compartir mi camino y mi lucha puede que la encuentre allí.– le dijo a Joe sin bajar su tono de orgullo luchador, luego elevó un tono aludiendo indirectamente a su compañera- Además aún queda mucho por cambiar mentes en la lucha por la igualdad.- le crispaba su compañera siempre intentando menospreciar sus ideas.

Una vez atendido el cliente, chequeó su móvil para revisar sus tuips nada nuevo bajo el Sol, opresores sociales mofándose de su ideología libertaria, aún queda mucho trabajo. Luego vio los wassups de su jefe y fue a buscar los raviolis para que no le pasasen cuando el servicio aumentara conforme se acercase la hora del lunch.

Luego contestó apresuradamente a su colega Blake:

WASSUP “¡Ya lo sabes, siempre en la brecha! Por supuesto que iré el alcohol no me achanta ja,ja,ja”

Siguiendo con el servicio.

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05/08/2018, 22:23
Director

La votación fue masiva. Ningún estudiante iba a perder la oportunidad de representar una obra perdida de Shakespeare por primera vez y hacerse famoso en el proceso. Como proyectos de actor, aquello supondría un tirón considerable para sus carreras. Comenzaron a repartirse los papeles, en base a los "resúmenes" que había fotocopiado Shay. Pero al final de la clase, el maestro cogió al alumno y lo llevó a un aparte. Quería, necesitaba, ver el manuscrito.

Entraron en la sala de grabaciones, que estaba insonorizada con respecto al exterior. El alumno sacó el documento del maletín donde lo había guardado, y se pusieron a mirarlo encima de un teclado de pianista, a la luz de unos focos.

Quizá eran los primeros expertos que le echaban un vistazo a aquello. Era una colección de documentos de un rico plantador de los inicios de la colonia en norteamérica, que había comprado el lote en Londres en torno a 1670. Entre los documentos, de diversa índole, había dos obras de teatro, una de Beaumont y otra de Shakespeare, con los manuscritos corregidos que habían llevado al impresor. Por eso, quizá, la copia se había salvado, pues no eran las del Globe, si no las del impresor. El alumno había contactado con un paleógrafo en la carrera de historia, que le había ayudado a transliterar la obra, que ahora tenían en formato electrónico.

Tobias revisó los versos concienzudamente. Sin duda alguna, era el estilo de Shakespeare en su última etapa. Y además, estaban posiblemente ante su obra cumbre, una de las más importantes a nivel argumental. La excitación recorría su cuerpo. Podía volverse famoso, de un momento a otro. Podían hacer historia con aquella obra de teatro, desaparecida durante cuatrocientos años.

Los platillos de la batería de música se agitaron en una vibración constante. El sonido, muy atenuado dentro de cámara, se escuchaba lejano y muy ténue, pero fue muy insistente. Parpadearon sin entender. Aquella sala estaba totalmente insonorizada. Afuera podían pasar camiones tocando el cláxon y no se escucharía un susurro. Podían caer bombas, y nada se oiría allí.

Sin embargo, el sonido de fondo duró casi tres minutos, en el que las propias paredes vibraron. No abrieron las puertas, no hasta que el sonido terminó. Luego, solo escucharon el silencio, al menos hasta que salieron del estudio de grabación. En el aula, una alumna de la siguiente clase tirada por el suelo, con los oídos sangrando y perdido el conocimiento. Otro en las puertas que daban al pasillo, clavado de rodillas, gritando. En el pasillo, decenas de alumnos que habían querido escapar del atroz sonido, conmocionados, algunos con los oídos sangrando. Los cristales que daban a la calle se habían roto, y estaban por el pasillo tirados, desmenuzados, mezclándose con la sangre.

¿Que demonios había pasado?

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05/08/2018, 22:40
Director

El servicio prosiguió, más tranquilo durante el resto de la mañana. Tras el desayuno, un periodo de calma total interrumpida por algún alumno suelto en busca de un café, mientras todos se prepararon para el servicio de comidas. Como tenía que limpiar las mesas, se le hizo un poco tarde cuando fue a sacar los famosos raviolis del frigorífico. Eran las 12:35 y el salón comenzó a llenarse de alumnos en busca de su menú de mediodía, que iban ocupando las mesas.

Mientras, George entró en la cámara frigorífica, cerrando la puerta tras de si. El jefe insistía mucho en eso, por que si la puerta se dejaba abierta, el frío se escapaba y aquello costaba electricidad y dinero. Pasó unos minutos revisando las repisas del congelador, montando las cajas de raviolis en la carretilla de reparto, provisto de sus guantes de goma y pasando del calor primaveral al frío ártico, tan solo defendido por un chaquetón que dejaban en la puerta de la cámara para cubrirse mientras trabajaban.

Un rumor fuera de la cámara, que hizo vibrar el hielo allí dentro. Un largo rumor, atenuado por la insonorización de la cámara (un efecto colateral del sellado de las paredes), que le hizo parpadear de incredulidad. Tres minutos, duró aquello. Era raro, muy raro. Normalmente no escuchabas a los de la cocina, siquiera el barullo del comedor, allí dentro. Pero si escuchó aquel sonido, aunque imaginaba que a una centésima parte de su atronador volumen. ¿Algún alumno haciendo el gilipollas con el equipo de música del coche?

Él tenía un trabajo que hacer, así que siguió haciéndolo. Se cayeron un par de cajas de merluza ultracongelada durante el proceso, por que el dichoso sonido hizo vibrar toda la cámara. Se cagó en todo lo que se meneaba, hasta que finalmente el sonido cesó y él salió como si nada con su carretilla llenas de cajas de porexpan con el congelado.

Lo que vio le dejó acojonado. Los cocineros no estaban en su puesto de trabajo, si no que habían salido por la puerta trasera. Uno de ellos estaba tirado en el suelo cuan largo era, con sangre saliendo de sus oídos. Todas las copas, vasos y recipientes de cristal fino del almacén se habían reventado. Era un mar de trocitos de vidrio que amenazaba con desbordarse.

Y eso no era lo peor. En el comedor y la sala principal, cientos de alumnos con las manos sobre los oídos, en diferentes posturas, pero sobre todo debajo de las mesas, con las cristaleras rotas. Algunos de ellos gritaban de horror, y otros se habían desmayado. Algunos presentaban sangrado en los oídos, y otros no. El silencio era solo roto por sus gritos, pero se notaba la ausencia de sonido más allá de aquel lugar, como si el mundo se hubiera parado durante unos segundos.

-¡Ayuda! -dijo Michelle.

Se giró a mirar en su dirección, y entonces vio una cosa que su cerebro tardaría en procesar. Michelle tenía el brazo metido en la máquina de café, y salía por el otro lado. El brazo... el brazo estaba como fusionado con la máquina, pues era imposible que lo hubiera metido por allí, donde la chapa de metal era totalmente sólida. Tenía la mirada desencajada y estaba muerta de miedo. Tiraba con el brazo pero toda la cafetera se movía con él...

Notas de juego

Estaría bien tirar Entereza + Sangre fría + Impávido (si lo hubiere) -4 para no perder la chaveta

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05/08/2018, 22:53
Kerry-Anne Van Ewen

El detox ya no tenía el sabor del triunfo, de la hidromiel que todo campeón debe y puede gozar tras su paso por el campo de batalla. Kerry-Anne se miraba en el espejo del baño y se veía nuevas arrugas en la comisura de sus ojos, una papada que parecía haber crecido de un día para otro, cartucheras donde no las había habido. Se veía vieja y fea, se sentía vieja y fea. Se sentía una perdedora. Y l acarrear matutina no le había ayudado en nada. Que aquel efebo, tras devorarla con los ojos la hubiera rechazado como basura ante la visión de aquella zorra perfecta... 

En un arrebato de furia, la belleza rubia arrojó el vaso del batido contra el lavabo del baño, al tiempo que un rugido felino brotaba de su garganta. Los cristales salieron despedidos en mil pedazos igual que los reto del detox, dejando el aseo perdido. Tras la pérdida de los papeles se arrepintió inmediatamente y se agachó para recoger aquel desastre. Arrodillada en el suelo, semidesnuda, fue cogiendo uno tras otro los cristales. Uno de ellos le cortó y se quedó mirando estúpidamente el corte al sangre que manchaba su dedo. No le dolía y apenas sangraba pero Kerry-Anne sintió que algo se rompía, la presa que llevaba acumulando la presión de su odio, de su dolor, de su humillación. Lloró hasta que le dolió la garganta, tirada en el suelo y apoyada contra la fría pared de mármol de aquel baño en el que hubiera cabido el apartamento de un estudiante. 

Y aquellos mocos y sollozos obraron el milagro que necesitaba. Cuando se puso en pie, se miró en el espejo. Tenía los ojos hinchados y la nariz enrojecida y una fina lámina de moco cubría el espacio entre su nariz y los labios. Pero ya no habían arrugas, ya no había papada, ya no habían cartucheras. Una extraña catarsis se había operado. Lo que vio no le gustó. A nadie le gusta verse hecho un cromo. Pero aquello era temporal y tenía fácil remedio. Se lavó la cara, se secó y se quedó allí, en mudo diálogo consigo misma. Supo que era un momento importante y decidió inmortalizarlo con un selfie. Una foto que evidentemente no vería nadie pero que creía necesario para cuando en el futuro se sintiera flojear. Aquel era el comienzo de nuevo día de una nueva vida. El teléfono inició una cascada de mensajes variopintos y los fue leyendo uno a uno. Ante los de sus abogados sonrío fríamente. Al de las chicas, respondió con un escueto, ¿es que alguien duda de mi presencia?. Al de Orlando no se molestó en responder y al de Milffinder se quedó mirando durante un largo tiempo. 

¿Realmente era lo que quería? ¿Sexo anónimo con un desconocido? Ni siquiera le daba morbo. Había abierto una cuenta en pleno arrebato, por pura venganza, pero iba siendo hora de hacer las cosas bien. Harold debía sufrir, y no era algo que fuera a conseguir follando con un desgraciado sin oficio ni beneficio. No, lo suyo no debía ser anónimo. Su ex debía probar de la misma medicina. Sonrió. Aquel era el primer peldaño y no el más importante de su venganza. 

Harold iba a arrepentirse, a mear sangre y la puta que ahora estaba con él y que según se decía estaba ya preñada, iba a saber lo que era bueno. Enarcó una ceja y repasó el watshap de Orlando. Con una media sonrisa, tecleó rápida.

-¿Es que no te gustaría ver cómo salto? XD

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06/08/2018, 03:26
Director

La atropellada no parecía estar muy bien. A pesar de que al principio abrió los ojos y dijo algo, parecía que ahora mismo no estaba para hablar mucho. ¿Mareada, a punto de desmayarse por el dolor? Faith la cogió en brazos y la dejó en los asientos traseros.

A pesar de que ella insistió en conducir, no parecía que tuviera muy bien el equilibrio, así que fue Alex la que tomó el volante. No estaba acostumbrada a conducir demasiado, pero recordaba como se hacía. En el caso de los coches automáticos, no tenía mucha ciencia, más allá de estar pendiente de la carretera, pues había de lo que estar pendiente. Ashland estaba agitada por aquella honda, que había impactado de forma desigual dependiendo del barrio. Las grandes avenidas y espacios abiertos eran los más afectados, mientras que las calles estrellas o las zonas suburbanas no parecían muy dañadas, más allá de los destrozos en los cristales y farolas.

Ashland tenía un hospital digno de mención, que era el Community. 50 y pocas camas para 10.000 personas, e iban a ser más que pocas aquel día... Y a pesar de que habían sido rápidas, ya había bastantes vehículos por ahí, especialmente las ambulancias del hospital, que tenía dos. Con tanta gente afectada, sería necesario que los servicios sanitarios federales se desplegaran, que colaboraran otros hospitales del Valle o que hubiera solidaridad a nivel estatal. ¿Había afectado la honda a Medford y otras poblaciones del Valle de Rogue? No lo sabían, ni podían saberlo hasta que empezaran a llegar noticias.

Había una doctora en prácticas, joven, en la zona de recepción de pacientes. Ella hacía el triaje y daba un vistazo general a las diferentes víctimas para ver cuan urgente era su caso. Unas enfermeras aguardaban a que la gente les fuera contando su dolencia y los iban sentando o derivando a las áreas correspondientes. La mayoría de los presentes tenían cortes a causa de los cristales, o presentaban daños en el oído por la honda. Otros tenían traumatismos a causa de caídas o accidentes varíos, producidos durante los tres minutos de caos. En general, no eran daños graves, al menos no de momento.

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06/08/2018, 03:47
Doctora Cortez

Después de una pequeña discusión con la "tipa" de recepción, que insistía en cada uno debía llevar su propia tarjeta sanitaria e identificación, la doctora en prácticas se vio atraída por el ruido. Ambas chicas habían llevado en peso a la tercera, y aquella aparatosa escena hizo que la doctora mandara a una de las enfermeras que trajera una camilla (y así de paso se callaba y dejaba de protestar). Como siempre, la sanidad norteamericana se basaba en dinero, dinero y dinero. Pero ella sabía que aquella era una situación excepcional en la que posiblemente recibirían fondos federales para sufragar las curas, dada la escala del desastre. Además, su trabajo no era pensar en el dinero, pues de eso se encargaba la administración del hospital.

Finalmente, dejaron tumbada a la extraña chica mientras la doctora les hacía algunas preguntas sobre qué había pasado y cuales eran los síntomas. Cuando dijeron aquello del atropello, pensó en que debían informar a la policía. Pero la verdad es que la policía tenía mucho trabajo aquel día, más del que podía asimilar. No parecía un atropello intencional.

-Si usted solo tiene contusiones leves y secuelas de una descarga eléctrica -dijo a Alex- Me temo que tendrá que esperar bastante. Si ve que puede soportar los síntomas o no presenta complicaciones derivadas, sería mejor que retirara su solicitud de atención médica, para no colapsar el servicio.

Luego miró a Faith, tirándole de una oreja y empinándose sobre las puntas de los pies para verle el oído.

-Si, el cuadro típico. No hay rotura de tímpano, el sangrado se ha producido por una rotura de capilares provocada de alguna manera por esa extraña resonancia. Experimentará durante las siguientes 48 horas pérdidas de equilibrio, hasta que el oído interno se reajuste. Podemos recetarle unos medicamentos tipo biodramina que la ayudarán. Las enfermeras le harán las curas correspondientes, pero debería permanecer sentada hasta que empiece con el tratamiento de comprimidos.

Finalmente, se ocupó de lo más acuciante, justo cuando trajeron la camilla y pudo ver mejor a la chica. Medía un metro sesenta y pico y era delgada y algo atlética. Rápidamente, la doctora le hizo un cacheo para ver si llevaba encima algún tipo de identificación o tarjeta médica, pues en ese momento estaba dormida... o desmayada, pues seguía respirando. El contenido de sus bolsillos era harto curioso: una especie de tubo que resultó ser una barra de labios, una tarjeta de plástico con los bordes redondeados y forma trapezoidal, un monigote de plástico parecido a un juguete o figurilla multicolor de colores blanco, rojo y azul (el de la izquierda) y lo que parecía ser un envoltorio de papel de plata muy fino con algo que parecía un chicle pero que olía a un sabor muy extraño y frutal.

-La paciente no parece tener encima una identificación...

La doctora comprobó sus constantes: pulso y dilatación de la pupila. Pero para su sorpresa, el iris del ojo era de color blanco lechoso, y no parecía tratarse de una lentilla. De hecho, contraía más frente a una fuente de luz que una persona normal, hasta casi ocupar un sexto del volumen original.

-Un caso extremo de heterocromía... debe ser una persona con una marcada fotosensibilidad.

De repente, la doctora tocó sin querer algo en el brazo. Era como una banda o pulsera, que inicialmente había pasado por alto, de color plateado. Inmediatamente, emitió un sonido parecido a una pequeña reproducción de audio, y desplegó una especie de pantalla holográfica con unos caracteres ciertamente extraños, en un alfabeto que ninguno de los presentes conocía.

-¿De dónde han sacado a ésta persona? -preguntó, inquieta.

Sea como fuere, la persona en cuestión presentaba un traumatismo con brecha en la cabeza y parecía haber recibido un golpe severo en ambas piernas, a la altura de la rodilla. Era un cuadro que podía empeorar, así que requería atención inmediata en un box.

-Será mejor que alguno de ustedes responda por ésta persona. Está totalmente indocumentada.

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06/08/2018, 06:49
Tobias Melfwackter

Con una gran rapidez, después de la inusual experiencia dentro del aula insonorizada, indico a Yorick que guardara el manuscrito, antes de salir.

Guárdalo, es extraño que se haya escuchado ruido aquí dentro, guarda el manuscrito..- dice indicando con gesto a Yorick para que lo haga.

Al salir, completamente asombrados, lo que sea haya pasado fuera, tuvieron suerte de no pasar ellos por eso, al estar dentro con el manuscrito, un extraño escalofrío le recorrió el cuerpo, inconscientemente miro de reojo el maletín con el manuscrito, ¿ tendría algo que ver con lo sucedido?

Yorick activa la alarma de incendios...- le pide Tobias a su alumno.

Raudo y veloz, toma su celular para llamar al servicio de emergencia, para que mandaran ambulancias al recinto, mientras se acercaba a quien tenia mas cerca y explicaba la situación a quien cogiera la llamada..

Servicios de emergencia?, tenemos varios heridos no se porque causa, con los oídos sangrando, algunos inconscientes y otros con ataques de ansiedad, necesitamos ayuda urgente, a simple vista cuento como unas 20 personas, entre alumnos, algún profesor y el conserje de limpieza, solamente en lo que me alcanza la vista entre el aula y parte del pasillo, los cristales estan totalmente rotos, hay personas con cortes...,¿  que demonios habrá pasado ? - dice explicando lo mejor posible la situación.

Al colgar , intenta hablar con la persona que esta atendiendo..

Qué ha pasado?, ha habido alguna explosión fuera, algún atentado, derrumbe..., que ha ocurrido? - dice preguntando, pero sin respuesta.

Esta con los oídos sangrando y aun sigue inconsciente.

Mi mujer y mis hijas.. - dice preocupado, a la par que intenta llamarlas con el celular.

Aún no sabia si lo que había pasado, era solo en esa zona o en mas zonas.

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06/08/2018, 10:09
Mahendra Singh Rajneesh
Sólo para el director

Al estafador no le pasó por alto el desconcierto en el rostro de la burócrata. Había sido demasiado directo, pero el jodido cólon le tenía frito y tenía ganas de enviarlos a todos a la mierda y quedarse solo.

Simplemente asintió a lo que iba diciendo. Cuando llegó a la parte del relato del sintecho exmilitar se tuvo que contener para seguir con su expresión hierática.

Sin duda, nada ocurre por casualidad. Esta noche he soñado con seis niños, atrapados en un lugar subterráneo y oscuro. Eran seis niños fuertes y poderosos. Estaban encerrados y eran alimentados por seis hermosas ninfas, pero una de ellas no alimentaba a uno de los niños. El niño estaba furioso, inquieto, triste.

Dejó pasar unos instantes en silencio, como para dar más fuerza a su cuento chino.

Ahora, con tus palabras, todo queda más claro. Esos seis niños son una representación de Karttikeya. He de hablar con ese hombre encarcelado y alimentar a ese niño cuya ninfa le ha negado el sustento. Jamás podré equiparar mis energías a las de las Krittikás, pero haré lo que pueda para sanar esa alma herida.

Le dedica un saludo de agradecimiento a la teniente de alcalde.

Es nuestro deber cuidar de los necesitados, para mejorar el dharma. Tenéis una alma bendecida, Kendra.

Hizo un gesto para que trayeran el cuenco de las libaciones. Dentro había un té frío aromático, pero lo mejor es que en una parte del borde del cuenco tenía impregnada una solución de salvia divinorum. El swami se llevó primero el cuenco hasta la cara para ver donde estaba impregnada la droga, y lo hizo girar, como si fuera un movimiento ritual, para evitar la zona con la droga, y dió un sorbo al te. Luego pasó el cuenco a Kendra, como símbolo de fraternidad. No era una dosis muy potente, pero le generaría una sensación falsa de vínculo con el maestro al revelarse visiones después de aquel momento de comunión con el maestro. Sin ser una droga que anulara la voluntad, ayudaba a... moldearla, con una guía adecuada.

Esperó a que ella bebiera para sonreirle beatífico.

Ahora es el momento de limpiar el cuerpo, para que pueda acoger una alma más elevada. Regenerarlo. Dejar que muera la Kendra que entró por esa puerta para que salga una Kendra elevada.

El baño lustral ya debe de estar listo.

Comentó, más como orden a sus ayudantes que como comentario a Kendra. Un baño tíbio con pétalos de rosa y un hombre y una mujer hermosos para frotar el lujurioso cuerpo de la funcionaria. Experiencias como esa reforzaban el vínculo con la secta y la vergüenza posterior también podía servir como herramienta para asegurarse su lealtad.

Esperó a que se retirara para dirigirse a su secretario.

Osvaldo, antes de que se vaya, aseguráos de los detalles para que pueda ir a visitar a esa alma descarriada.

Una vez acabado el primer acto del espectáculo se fue a buscar uno de los equipos de grabación más ligeros y se instaló en uno de sus lugares secretos desde los cuales podía grabar de forma discreta lo que ocurría en los lugares de culto, o de chantaje, como los llamaba el swani. Podría filmar con tranquilidad como la funcionaria se entregaba a juegos lúbricos con sus hijitos perroflaúticos mientras él se tocaba. Era uno de sus secretitos. Después de la mamada de Sandra no le iba a responder mucho su agotada polla, pero aquello era tocarse por tocarse. Vicio estéril, que le ayudaba a distraer las molestías de su cólon.

Luego aquella grabación engrosaría su biblioteca privada de marranadas como la llamaba él. Serviría para callar muchas bocas, llegado el momento. Y a veces las usaba para pases privados de onanismo que olía a billetes de cien usados.

 

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06/08/2018, 18:41
Iphone de Tobias

El número de los servicios de emergencia estaba colapsado y no era para menos. Lo iba a estar más, sin duda alguna. Mientras hablaba miraba por la ventana y veía que todo el Campus había sido afectado por el suceso en mayor o menor medida. La gente de emergencias tomó nota y le pidió que aguardara, por que posiblemente la ayuda tardara "un poco" en llegar.

Su prioridad era la familia. Llamó a su esposa y el número comunicaba. Lo intentó tres veces en el espacio de unos minutos, hasta que finalmente descolgaron al otro lado.

-Tobias. ¿Estás bien? Nosotras estábamos en el sótano, llenando las cajas para el traslado a la residencia. Ya sabes que aquí abajo apenas se escucha nada, pero el sonido era bastante fuerte, ensordecedor. Cordelia quiso subir a mirar que pasaba pero la retuve. Luego salimos a la calle y vimos que había destrozos. Uno de los vecinos estaba tirado en la acera, había perdido el conocimiento. ¿Tú estás bien?

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06/08/2018, 19:02
Director

El gym, la palestra social y sexual definitiva. La cultura de gimnasio se había convertido en lo peor de lo peor. Bajo la excusa de perseguir el cuerpo perfecto, el personal iba a grandes centros de musculación y máquinas elípticas para lucir palmito y dejarse ver. Chicas con coleta y maquillaje deportivo, vistiendo ropa ceñida. Machos cabríos que competían para ver quien levantaba más peso o quien conseguía definir mejor músculos y pectorales, atrayendo la atención de las susodichas. Todo ello, como gustaba la sociedad actual, siendo sin ser, dando siempre la posibilidad del rechazo frontal y la vida ajena al extraño, molesto y peligroso. Era un juego de "ahora si, ahora no", "contigo si, contigo no", muy al gusto de cualquier mujer blanca heterosexual y cis.

Anytime Fitness era el gimnasio más grande de Ashland. Y no es que fuera una maravilla, pero no tenías que andar cogiendo el coche para plantarte lejos a entrenar. Como buen gimnasio moderno, tenía énfasis en las clases privadas y el trabajo con máquinas en un entorno cool. A aquella hora de la mañana, no había demasiada gente allí, pero si la que buscaba: grupos de mujeres desocupadas, amas de casa y demás género, que aprovechaban cuando la familia estaba en el colegio o el trabajo para ir a sus sesiones de grupo. Justamente la gente que ella quería que la viera luciendo aquel conjunto deportivo tan sexy y ceñido que parecía que estaba pensado para otra cosa...

Pasando la sala principal y la zona de máquinas, estaban los "cerrados", las salas con suelo de parqué donde los grupos desarrollaban sus actividades, pero también donde los personal trainer te daban un tratamiento personalizado en los ejercicios. En la que ella entró, una vieja conocida, había un juego de máquinas sueltas (las más populares) y un espacio diáfano con esterillas, pelotas de pilates y kettebells junto a la pared. Y lo más importante es que de pie, bebiendo de su botellín de agua, estaba Orlando.

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06/08/2018, 19:22
Orlando Cole

El apuesto negrazo de metro ochenta estaba allí, con su aire casual y desenfadado, como siempre. Como siempre vestido con aquellos conjuntos de camiseta transpirable, ceñida, y pantalón corto de lo mismo, igualmente ceñido. El ceñido mostraba o enmarcaba el fruto del deseo de muchas de las habituales en el gimnasio, que se concretaba en uno de aquellos culos masculinos, respingones y bien formados, y un paquete que no era precisamente de cigarrillos, si no más bien de puro habano. Sabía de sobras que la mitad de las mujeres que iban a aquel gimnasio, especialmente las de su edad, estaban que trinaban con Orlando. Que en sus duchas con sales de baño y velitas perfumadas se hacían tremendos dedos pensando en aquella carne negra afroamericana, mientras el marido estaba viendo el netflix o por ahí, trabajando en sus cosas.

Hasta hace poco su estátus de casada hacía que ella misma engrosara aquel grupo, pues después de todo había sido una esposa fiel. ¡Que tonta había sido! El tiempo pasa y no siempre iba a estar tan estupenda como ahora. De hecho, para su gusto estaba mucho peor que cuando era más joven, pero se esforzaba en mantenerse atractiva. Era, en realidad, su principal preocupación en la vida.

-Ey, ¿Que hay, campeona?

El personal trainer te tuteaba si tú se lo permitías. Obviamente ella se lo había permitido desde el minuto uno. Nada le cortaba más el rollo que un tío buenorro la llamara "señora". Chocaron la mano, pues había cierta complicidad. Dentro de lo que cabe, podía decirse que eran viejos conocidos, y que en gran medida él era el responsable de que ella estuviera de rompe y rasga (o al menos eso era lo que en su delirio creía Kerry-Anne).

-Fíjate, estás estupenda -dijo, a modo de cumplido- Hemos hecho grandes progresos contigo, sin duda.

Él sabía algo de lo del divorcio. Era notorio, se había comentado en los mentideros y era de público conocimiento. Además, de algo había que hablar mientras se entrenaba o en los descansos. El personal trainer era como el nuevo cura, al que le contabas tu vida para sentirte un poco menos vacía por dentro.

-¿Vienes de hacer cardio?

La señaló con el dedo, como si aquello fuera una "travesura" suya, lo de sobreentrenar. No se le escapaba nada. Bueno, tampoco era la primera vez que lo hacía.

-Te lo tomas en serio. Pues voy a tener que cambiarte la rutina. El spinning solo añadiría más esfuerzo al grupo muscular que acabas de entrenar.

Con un gesto varonil, cogió una esterilla y la desenrolló en el suelo, clavando una rodilla junto a ella.

-Empezaremos con ejercicios de suelo. Estiramientos y flexibilidad, para relajar la musculación. No queremos que te lesiones, ¿No te parece?

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06/08/2018, 19:56
Director

La pajoteca, como él la llamaba, era una sala secreta totalmente insonorizada. Estaba cutremente equipada con un rollo de papel de WC, una papelera y una repisa con unos lubricantes tipo (el norteamericano medio se circuncidaba por "motivos de higiene", con lo que la lubricación debía ser externa). Y no es que Kendra fuera una diosa, pero bueno... la señora había sido guapa y aún retenía un poco. Además, sus estimados perroflautas se dedicaban al tema con pasión y fruición, y no era raro que le arrancaran uno o dos orgasmos a la señora, que se dejaba flotar en el mar de la droga y otros químicos que su cuerpo bombeaba con fuerza en aquel momento.

No se corrió, por que el dolor le fastidiaba. La pija la tenía a medio gas, y terminó algo frustrado. Kendra se fue por donde había venido y él, simplemente, escogió uno de sus videos grabados, uno de los "greatest hits", a ver si se animaba un poco. Le costó ponerse a tono, pero finalmente, tras casi cuarenta y cinco minutos de paja, consiguió su objetivo. Y allí se quedó arranado, descansando, limpiándose con el bidé que había instalado en el cuartucho (un refinamiento europeo que le venía muy bien). Luego se puso a mirar el móvil, que no miraba en público para darse un aire de persona mística, y revisó las chorradas del mundo exterior. Un hashtag en Tuipter, de unas feministas locales haciendo pintadas en un colegio sobre un mural de la patrulla canina, descabezando peluches llenos de sangre falsa, con niños llorando. Aquello le hizo partirse el culo a base de bien. Allí, en su sillón de tapicería de mierda, "el trono de los lamparones", riéndose a todo lo que daba por aquella "travesura". Él, que era un hijo de puta de la peor calaña, sabía reconocer a otro y admirar su obra, disfrutarla. Y las feminazis locales eran pata negra, de cuyas fechorías disfrutaba con secreto regocijo. Todo lo que fuera cagarse en la sociedad a culo lleno le parecía la auténtica felicidad, el bienestar.

Salió finalmente del cerrado por que necesitaba, en román paladino, cagar. Quizá se tomaría algún ibuprofeno, a ver si eso le rebajaba un poco el dolor. Cual fue su sorpresa cuando se encontró que los cristales de su habitación estaban rotos: los espejos, los cristales de las ventanas, las figurillas de barro cutroso con un lacado carísimo. ¿Que hijo de puta había hecho aquello? Comenzó a llamar a Osvaldo a voces, procurando no pisar cristal. Pero se dio cuenta de que el resto de cristales de la casa habían reventado. En el pasillo y las habitaciones de arriba, la misma historia.

Salma estaba en el suelo de su habitación, hecha un ovillo, temblando. Se tapaba los oídos y los oídos le habían sangrado. Su cara de era de terror, de pavor absoluto. Y él no sabía que cojones había pasado allí.