Partida Rol por web

Beth seguía sintiendo el peso de lo ocurrido. El calor de la sangre en su piel aún no se desvanecía, y aunque se había limpiado, el recuerdo estaba tan fresco como el primer segundo tras el disparo. Sentada en el sofá de Xoel, las gotas de lluvia que golpeaban suavemente las ventanas parecían acentuar la soledad en su mente. Y, por mucho que lo quisiera, no podía escapar de esa realidad... Pero ahí estaba él, dentro de su frialdad, Xoel se había mostrado preocupado, cercano y dando ese calor que la catalana pedía a gritos en su silencio.

Las palabras del comisario, aunque dirigidas solo a Xoel, las había escuchado claramente. Se quedó en silencio un momento, sus pensamientos luchando entre el malestar y la responsabilidad. Podía tomarse un respiro, lo sabía, y parte de ella lo quería. Pero, no podía dejar que la oscuridad que sentía en su pecho la venciera, no ahora. Y debía acompañar a Xoel, se lo había prometido...

Beth levantó la mirada y vio a Xoel observándola, el mismo dilema reflejado en su expresión. Lo conocía lo suficiente para saber lo que estaba pensando. No tenía que decirlo. Él no quería dejarla atrás, pero el caso no iba a esperar. Y creía que tenían mucha información que les podría servir para acelerar el caso.

Respiró hondo, sintiendo cómo el aire llenaba su pecho para, acto seguido, levantar los brazos buscando que Xoel le volviera a abrazar. Necesitaba sentirlo de nuevo, ese calor humano, su calor...

— No me voy a quedar aquí... — dijo con firmeza, aunque su voz arrastraba el cansancio. — Te acompañaré, algo me dice que Marcial se refería a esas niñas antes de morir... — bajó la mirada y apoyó el su rostro en el pecho de su ex, sintiendo el latir de su corazón. — ¿Me puedo quedar aquí? ¿Contigo? — levantó la mirada, buscando sus ojos oscuros.

El viaje fue en silencio, por momentos desvió la mirada hacia Beth y notó que era hermosa siendo vulnerable, pero también se dio cuenta de que ese contacto con la muerte era letal. Ya tenía experiencia sobre ello, era consciente de la exposición psíquica y el daño invisible que creaba esa desgracia. Una vez llegó, la invitó a su piso que no estaba muy lejos y al ingresar, se percibió el aura grisácea se Xoel en el ambiente. Estaba impecable, sin fotos, sin recuerdos, sobrio en esencia. Era un sitio cómodo pero no demasiado amplio, un living comedor confortable, una cocina y la habitación que también estaba impecablemente ordenada. 

—Ponte cómoda, traeré algo para que tomemos—sugirió tras dejar un beso en su cabello, era la primera vez que traía alguien al piso porque la casa familia la vendió para comprarse esto y así, esfumar los recuerdos con ello. Lo único que la llamada, no le robó tiempo a la hora de coger dos cervezas y puso el altavoz—. Estaremos allí, mañana sin falta. Sí sé que debemos atar cabos, nos jodió que se volara la tapa de los sesos. Mañana nos vemos, adiós. 

Suspiró, estaba claro que su ex no dejaría todo por esa experiencia, menos tomarse un respiro. En cuanto le pidió un abrazo, fue sin dudar, dejando las cervezas en la mesa y con cierto miedo en su interior, la abrazó con todo su ser. Sentir el calor de una persona —que no era cualquiera, sino alguien que amó—fue lidiar con las emociones que se había prometido sepultar. Aún así aprovechó para llenarse de su olor, acariciando la nuca y su espalda. 

—Ya sé que te vienes conmigo, jamás te diría que te quedes preciosa—dijo consciente de quién era Beth, sólo que en cuanto le alzó la mirada, ese cruce visual lo desarmó e intentó mantenerse en su línea, no irse más allá porque sabía que era su perdición—. Si, quédate y nos hacemos compañía. Yo dormiré en el sillón y te haré algo rico. 

Sonrió movilizado y le dio un beso en la frente. 

— Ve a ducharte, te dejo ropa mía. Una camiseta, tengo chandal, lo que quieras—sugirió en un tono dulce, siendo como es y lo que le cuesta—. No te pregunté, ¿cerveza o vino? Aunque no lo creas, nunca traje a nadie aquí y no tengo muchas cosas. Sí para cocinar algo rico.