Partida Rol por web

El plan que había trazado en tan poco tiempo de momento parecía que iba marchando. Paso a paso. No podía precipitarse y delatar su presencia antes de tiempo; si ese ser se percatara de ella... Bueno, mejor no pensar en ello ahora.

Debía centrarse en sacar a la criatura del lugar en el que se había apostado y que se situara junto a la escotilla. El plan era simple: si conseguía eso y abrir la compuerta hacia el exterior, el gradiente de presiones se encargaría del resto, expulsando al ser fuera de la Narcissus. Los cinturones de amarre deberían bastar para mantenerla fijada en el asiento.. O eso esperaba.

Pero, de entre todas las posibles formas de hacerlo, ¿cuál sería la más efectiva? No tenía mucho tiempo y se decidió por sacarla mediante la evacuación de gases. La ventaja del método residía en que no tendría que exponerse tan abiertamente ni delatar su posición para ser descubierta, frente a los otros posibles métodos. La desventaja, sin embargo, estribaba en que si bien como oficial de vuelo y piloto conocía perfectamente la maniobrabilidad de la nave, su nivel sobre la ingeniería de la misma no era tan profundo como podría ser el de Parker, o Brett ya puestos; se basaba en lo necesario para ejercer con la suficiente profesionalidad sus funciones. Más o menos sabía los comandos que tendría que accionar, si bien no estaba de accionar a la primera la descarga en la zona deseada. Tendría que probar, no quedaba más remedio. Pero tampoco tendría muchas oportunidades.

Sin vacilar más, con la determinación que se había adueñado de ella desde el principio de esta pesadilla, se dispuso a sobrevivir.. una vez más...

Realizo una tirada de COM-TEC: 3D + INTELECTO: 3D para la manipulación de la consola para la expulsión de los gases.

Correcto. Es la tirada que debías hacer, pero has paniqueado bastante jaja, y con tic aumentado el estrés y ya van 4 puntos.

Intento ser fiel a la película. Si no recuerdo mal (tiro de memoria), prueba un par de zonas antes de dar con la expulsión en la zona adecuada. Una vez da con ella, realiza un par de descargas o tres hasta que la obliga a salir de su escondrijo. Posteriormente, Ripley, presa del pánico prepara la apertura de la escotilla y cuando vuelve a mirar, ve al xenomorfo a punto de sacar su segunda mandíbula a su lado y, a pesar de ser presa del pánico, pulsa el botón. Esto hace que la criatura salga despedida pero consigue agarrarse al marco de la escotilla. Ahí es donde entra en función el arpón. Ripley lo dispara, se clava en el pello del alien y esta sale despedida hacia el espacio exterior, arrastrando la pistola lanzadora de las manos de la teniente. A la vez, cierra la escotilla antes de que la pistola salga de la nave, atrapando el cable, por lo que la criatura queda enganchada a la Narcissus.  

Lo has descrito perfectamente. Es todo así. Ahora el paso siguiente es que te enseñaré como funciona el COMBATE porque precisamente, el xenomorfo ahora si que va a ir a por ti... y veremos quien actúa primero. 

Mi nivel de estrés aumenta en 1, quedando en 4 en este instante. Lo voy a interpretar como esos temblores que creo que le entran y ese sudor a chorros que le cae mientras realiza estas acciones, si te parece bien. 

Eso sí, tengo la duda de si tengo que tirar dos veces por pánico al haber sacado dos unos en la tirada de estrés. 

Queda que ni pintado. Es solo una tirada de estrés, si no los personajes convulsionarían a la de nada XD

Como lo del combate es un poco largo te lo pongo en un post aparte. 

El dedo de Ripley desciende lentamente sobre la tecla marcada en rojo:

"EVACUAR GASES DE LOS CONDUCTOS".

El sistema responde con un zumbido sordo… y luego, un estruendo metálico resuena en las entrañas de la Narcissus cuando las válvulas internas empiezan a expulsar ráfagas de aire comprimido por las rendijas del sistema de ventilación.

El sonido rompe el silencio como un disparo.
La criatura se estremece. Un espasmo muscular recorre su cuerpo como una onda negra bajo su piel aceitada. Lentamente, se desenrosca de su escondite.

Ripley aprieta los dientes. Sabe que la ha oído.
Sabe que ahora la busca.

El xenomorfo cae al suelo con un movimiento fluido, inhumano. Gira su cabeza, olfateando el ambiente con su lengua retráctil y dentada. Su cola se agita con violencia, marcando el ritmo de la tensión que crece como un puño en el estómago. Sus movimientos, erráticos al principio, se tornan más seguros. Avanza.

Es ahora.

Ripley coge la cantimplora metálica con un movimiento rápido y la lanza con fuerza hacia la compuerta, justo cuando el xenomorfo empieza a caminar. La petaca rebota contra la pared con un ¡clang! ensordecedor y luego cae al suelo metálico con una serie de ¡clac clac clac! que se diseminan por todo el compartimento como campanadas de una cuenta atrás final.

La bestia gira la cabeza de golpe.
Sus mandíbulas se abren.
Empieza a avanzar, rápida, con ese andar de pesadilla que mezcla araña y depredador.
Justo hacia la compuerta.

Ripley apunta. Mano firme. Pulso al límite.
El xenomorfo se detiene frente a la esclusa, confuso, agitado.
Su espalda te queda expuesta. Está en posición... pero... de repente repara en ti

Estas a punto de forzar una apertura de emergencia de la exclusa que permita lanzar al vacío a la bestia… pero algo debe olerse el maldito ser porque se yergue en toda su espléndida magnificencia… y va a por ti!

Ripley estaba aterrada.. ¡El ser la había descubierto! Debía ser rápida. Preparó los controles y si dispuso a abrir la compuerta del mamparo al exterior, al vacío. 

Echó un último vistazo para comprobar dónde se encontraba la criatura para poder expulsarla de la Narcissus y... Ahí estaba, justo a su lado preparada para atacarla, babeante, mientras abría las mandíbulas....

Soltando un grito de terror, Ripley accionó el pulsador que abría la exclusa.

La compuerta se abre con un rugido brutal, liberando una avalancha de aire que estalla en los oídos de Ripley como una explosión contenida. Todo a su alrededor es caos y viento: papeles, herramientas, vapor y fragmentos de objetos menores son succionados violentamente hacia la negrura del espacio.

Pero el xenomorfo no.

No aún.

El monstruo, aletargado por el encierro, no reacciona de inmediato... pero cuando el primer embate de la succión lo alcanza, se despierta con un chillido desgarrador. Su cuerpo se tambalea, impulsado hacia la esclusa, pero entonces sus garras se clavan con violencia en el suelo metálico, dejando profundos surcos. Se aferra. Se niega a morir.

Ripley, presa del terror, consigue rehacerse, apuntar torpemente con el arma improvisada y lanzar el proyectil, acertándole en mitad del pecho al ser, que sale despedido por la exclusa, arrastrando el arma consigo.

La teniente cierra la compuerta lo más rápido posible, para tratar de recuperar la atmósfera en el habitáculo, pero.. la pistola queda dentro de la misma: el xenomorfo sigue unido a la Narcissus a través del cable como si se tratara de un cordón umbilical.

Ripley lo ve. Su corazón late con furia. Sabe que si la criatura se lanza ahora, no tendrá una segunda oportunidad.

Aprieta el gatillo.

El disparo suena agudo, contenido, como un mecanismo hidráulico liberando su furia. El arpón impacta directamente en el torso de la bestia, desgarrando la piel negra y aceitada. No le hace apenas daño, pero eso no importa: la cuerda se tensa, y el impulso del disparo sumado a la succión del vacío hacen el resto.

¡El xenomorfo sale despedido por la compuerta abierta con un rugido inhumano!

Durante un instante eterno, el cuerpo de la criatura gira fuera de control en la nada estelar, balanceándose... pero no desaparece.

La cuerda del arpón sigue tensa. Tirante.

Ripley sigue mirando.

Y entonces lo ve: la pistola de gancho ha quedado clavada de lleno en el suelo de la Narcissus, justo frente a la esclusa, su gancho incrustado en la rejilla del suelo como si alguien —o algo— la hubiese dejado allí como testigo de la pesadilla.

Fuera, más allá del marco de la compuerta, el xenomorfo cuelga, balanceándose lentamente como una grotesca cometa espacial, atado a la nave por un simple cordón, su cuerpo congelándose por la exposición al vacío, pero aún visible, como un recordatorio de lo cerca que estuvo.

El viento ha cesado. El aire se ha ido.
Pero la puerta sigue abierta.
Y la bestia aún cuelga ahí fuera.

Ripley permanece inmóvil, atada a su asiento, respirando con dificultad dentro del traje presurizado. Sus ojos no se apartan de la silueta que danza lentamente en la oscuridad, más allá de la nave.

No se mueve.
No hay sonido.
Pero la tensión... aún está ahí.

La compuerta sigue abierta, Ripley la cierra, pero el infierno sigue suspendido por una cuerda.

Aquél ser bailaba suspendido cual juguete roto ahora, moviendo débilmente sus extremidades, buscando algún asidero para volver a por Ripley, parecía que quería meterse por la abertura de los motores de impulso de la nave...

Ellen vio, presa de un pánico creciente, como el ser seguía pegada a su vida a través del cable del arpón. Aún más, el ser trataba de volver a la nave... a través de la tobera de uno de los propulsores. No podía se crédito.

Un temblor acuciante, creciente, se apoderó de ella y a punto estuvo de dejarla completamente impedida. Sin embargo, sacando fuerzas de flaqueza, consiguió operar los mandos de la nave y accionar los motores de la Narcissus, que harían expulsar los gases de propulsión hacia el demoníaco engendro.

Por fin sucede. Ves al monstruo salir disparado hacia el abismo, arrastrado por la violencia del vacío impulsado por el chorro de plasma de los motores de la Narcissus, su silueta grotesca retorciéndose mientras se pierde en la inmensidad del espacio. Un instante después, el fogonazo de los motores auxiliares del Narcissus lo envuelve, consumiéndolo en un destello ardiente. Es imposible que haya sobrevivido a eso... pero ya no te importa. Ya no tienes fuerzas para preocuparte por nada más.

Estás exhausta. Física y emocionalmente destrozada. Tu cuerpo tiembla, tus manos apenas responden, y sientes que podrías romperte en cualquier momento. Una fina línea separa el control del colapso, y estás justo en el borde. Pero no puedes permitirte ceder. Aún no.

Con una respiración temblorosa, luchas por recuperar la compostura. Tienes que hacerlo.
Tienes que sobrevivir.

Das un último vistazo a la cápsula. Te mueves por el compartimento con movimientos lentos, automáticos, revisando los sistemas de soporte vital, comprobando niveles de oxígeno, energía, trayectoria… todo está en orden. Todo funciona.
Al menos por ahora.

Jonesy maúlla, acurrucado cerca de la cápsula de hipersueño.
Tú lo miras, asientes, y te permites el primer suspiro de alivio en horas.

Te deslizas dentro de la cámara, programando el sueño profundo.
Solo queda esperar. Esperar y soñar.
Con suerte, alguien te encontrará.

Y con suerte… lo peor ya ha quedado atrás.

Informe final de la nave comercial Nostromo, tercera oficial al mando, Ellen Ripley. La única superviviente.

La nave y la tripulación fueron destruidas. De algún modo, la criatura consiguió exterminarnos uno a uno. No era solo un depredador; era algo más, algo que no pudimos entender hasta que fue demasiado tarde. Logré expulsarlo al espacio exterior utilizando la esclusa de aire, pero no sin sacrificios. Me encuentro a la deriva en la nave auxiliar, la Narcissus. Todo está en silencio ahora, salvo el eco de las memorias que no me abandonan.

Estoy configurando la nave para entrar en hibernación. Con suerte, las coordenadas me llevarán de vuelta a casa. He establecido un curso hacia el sistema Zeta II Reticuli, aunque las probabilidades de ser encontrada son escasas.

El cansancio me vence, pero no puedo evitar sentir que aún me observa desde las sombras, como un fantasma que nunca se irá. Sin embargo, debo intentar dormir.

Ellen Ripley, última superviviente del Nostromo, finalizando transmisión.