Partida Rol por web

Aunque todos en el grupo se habían dado cuenta de lo inusual del espejo respecto al resto del refectorio, fueron las mujeres del mismo las que se percataron de que había algo más extraño en él. Aparte de las grietas, el espejo estaba como nuevo. Es decir, apenas tenía una fina capa de polvo en él, al contrario que el resto del edificio. Aquello era una adición muy reciente... ¿Quizás para ocultar algo detrás?

No parecía haber cerca o a la vista ninguna especie de palanca, interruptor o accionador de algún tipo que pudiera estar relacionado con mover el espejo de sitio. Si querían averiguar que escondía, les iba a tocar romperlo en pedazos.

Ni corto ni perezoso, Leonid se hizo con uno de los viales de muestras biológicas de Vantes, y procedió a acercarse a una de las cubas, revelando al abrir la tapa un líquido rojo denso y grumoso cuyo olor cobrizo era casi abrumador. Un pesado olor a sangre invadió sus fosas nasales, pero tras haber sobrevivido a la invasión demoníaca de su mundo natal, pocas cosas quedaban en la Galaxia que pudieran hacer mella en el valor del psíquico. Con cuidado de no mancharse, rellenó el vial con aquella mezcla de dudoso origen, y volvió con los demás.

Mientras el grupo inspeccionaba la sala y el particular el extraño espejo, Leonid y Vantes, que se habían demorado en la cocina, se reagruparon con ellos. El psíquico llevaba en la mano un pequeño vial lleno de un líquido rojizo y espeso, mientras que el tecnosacerdote entró orgulloso en el refectorio, seguido del par de servidores que atendían en las cocinas, ahora exitosamente reprogramados para servir a Vantes y seguir sus órdenes. La pareja eran poco más que esqueletos con partes mecánicas fruto de la poca carne que en ellos quedaba, se movían de manera torpe y robótica y no iban muy rápido, fruto de una clara falta de mantenimiento durante mucho tiempo, pero tal y como decía el biologis, servirían para cargar cosas o encajar algún golpe que otro, aunque fuera interponiéndose entre el golpe y uno de ellos.

Quitando la que llevaba a la cocina, solo había otra puerta en la sala, otra puerta ancha de doble hoja, en aquellos momentos cerrada, pero que debía de dar a alguna habitación grande o importante, a juzgar por la recargada decoración que rodeaba el marco de la misma.

Un chispazo. Un recuerdo encendido. Un rápido parpadeo antes de elevar ligeramente la mano para llamar la atención

- El espejo es nuevo y ... Me recuerda al que usamos cuando hablamos con el interrogador - 

No dijo nada más. Simplemente se movió con suavidad para no estar en la línea de la superficie reflectante. Solo por si acaso

Beatrix, que también miraba algo más allá de su propio reflejo, asintió ante lo que dijo Naya. Arrastró un dedo sobre la superficie resquebrajada, poniendo de manifiesto el escaso polvo que lo cubría, y buscó sin éxito algún mecanismo que sirviera para abrirlo.

—Me juego la placa a que detrás de esto hay un pasadizo —dijo, en voz baja, a los demás—. Pero ni idea de cómo abrirlo. Creo que va a haber que romperlo...

Ante los comentarios, Leonid primero miró extrañado a la pandillera, y luego asintió a la Arbite. Se acercó al espejo sin intención de reventarlo, solo trató de palpar por su forma, buscando algún mecanismo escondido por detrás o si podía tirar de él con suavidad para desencajarlo o descolgarlo. 

Carente de muchas mas pistas, volvi mi atencion como los demas en direccion al espejo.

Observe a los demas y luego en direccion al espejo. - Quizas en el mismo marco... - Fue una sugerencia hacia Leonid, mientras yo mismo buscaba algo que pudiera darnos una pista de como usar el espejo. Reventarlo de nuevo, seria una complicacion mas que otra cosa.

Aun asi me movi en direccion a la barra llena de rendijas, estudiandolas, por si acaso el mecanismo de movimiento para el espejo tuviera que ver con esas mismas rendijas.

El espejo tenía devanándose los sesos a todo el grupo, pero por mucho que lo miraran y examinaran sus cercanías, no parecía haber nada que sirviera para moverlo del sitio mediante algún mecanismo. Al final, se percataron de que este estaba sujeto sobre unas guías, de modo que, antes que romperlo, podían intentar sacarlo de su sitio a base de fuerza bruta.

Leonid concentró su mente y levantó lo suficiente el objeto como para que Graham y la hermana Mort, los dos miembros más físicamente aptos del grupo, pudieran sujetarlo y empujarlo hacia arriba, lentamente sacándolo de su sujeción. Esforzándose al máximo debido al gran peso que se veía obligado a soportar su mente, Leonid temblequeó mientras hacía ascender el espejo por encima de sus cabezas, y lo acercaba otra vez lentamente hacia el suelo, donde entre varios lo sujetaron, y lo dejaron apoyado en la pared, no sin ver que, tal y como había adivinado Naya, no se trataba de un espejo normal, sino que por el otro lado era un cristal desde el que se podía observar, tal y como cuando se habían encontrado con el Interrogador Vorr.

Lo que guardaba el espejo no era sino un falso compartimento en el muro, formando una pequeña habitación. Dentro, había un aparato de escaneo y un cogitador portátil, y Vantes no tardó en advertirles de que se trataba ni nada más ni nada menos que de un bio-auspex, programado para tomar lecturas de los que pasaran cerca del espejo... como todos los habitantes de Coscarla que hicieran cola para recibir en su bandeja el plato de comida que llegaba desde la cocina a través de las rendijas.

Un concienzudo vistazo por parte del tecnosadepto al aparato permitió confirmar que, efectivamente, el cogitador contenía archivos médicos y de personal de la fuerza de trabajo del Condominio Tantalus, catalogados en comparativa a los resultados que iba obteniendo el bio-auspex conforme escaneaba. La razón de aquello podía ser un misterio, pero seguro que a la Inquisición le gustaría tener la célula de datos de núcleo líquido de aquella máquina como prueba de la investigación.

Leonid ayudó con sus poderes para descolgar el espejo y descubrir lo que había oculto tras él. Dejo que los que supieran hicieran lo propio, determinando que había en ese cogitador. Sumando el vial a esas pruebas, Leonid pensó que podrían haber terminado ya su misión, sin embargo, no las tuvo consigo, por lo que dejó caer la duda que asediaba a Leonid - ¿tendremos suficiente información? - preguntó - entre el vial que cogí de restos humanos de las ollas aquellas, juntando esto; no sé si será suficiente.

Un escalofrío, leve, pero persistente, mientras sus compañeros movilizaban aquel enorme espejo y mostraban que su sospecha era acertada. No entendía mucho de aquello. Desconocía el motivo. Pero le bastaba conocer las consecuencias para que la rabia empapara su cuerpo poco a poco.

Rotó sobre si misma para volver a hacer un barrido de todo el lugar. Sentía miradas sobre ellos. El aliento sobre sus nucas. Sus garras a punto de atraparlos pero... Sus ojos se posaron sobre Graham y su respiración, la cual se habia acelerado, fue retomando un ritmo más normal.

Sus hombros se destensaron, pero no bajo su nivel de alerta.

Beatrix observó el cuchitril, el equipamiento que albergaba y el comedor. Su naturaleza pesimista la llevó a pensar lo peor enseguida.

—No creo que estuvieran monitorizando a la población de Coscarla por su bien —comentó, sardónicamente—. Deberíamos considerar que han sido infectados con algo, lo que sea —prefería no recordar la criatura que habían extirpado de Saul— y mantener la cuarentena hasta que averigüemos qué clase de datos estaban recabando...

Tanto a Naya como a Beatrix no les costó atar cabos una vez hubieron visto los datos que tenía registrados el cogitador, encontrando varias similitudes entre estos y los códigos de barras y fechas que habían visto impresas en las cubas de la cocina. De hecho... con tan solo investigar un poco, pudieron comprobar que todos y cada uno de los códigos y fechas estaban en aquella base de datos.

El color rojizo y espeso de la "sopa" que había recogido Leonid en el tubo de muestras, y el potente olor a sangre que se desprendía de aquella despensa, no dejaba lugar a muchas dudas de cual era el destino de aquellos que el bio-auspex debía de señalar como "potencialmente viables".

La comida que se estaba entregando a los habitantes de Coscarla... eran los propios habitantes de Coscarla.

Beatrix, al lado de Naya, echó un vistazo a las lecturas que ofrecía el cogitador. Sus ojos se fueron estrechando más y más conforme leía hasta que se convirtieron en dos rendijas que se abrieron de golpe cuando comprendió lo que había ocurrido. Miró a la pandillera, preguntándose si había entendido lo mismo que ella y casi rezando por haberse equivocado, pero algo le dijo que no iba a tener tanta suerte.

—Dios santo. Son... son los desaparecidos —y señaló al vial que llevaba Leonid—. Se los están dando de comer a los demás habitantes de la subcolmena.

No sabía si suspirar, escupir o directamente echarse a vomitar. Al final optó por lo primero, y mientras exhalaba un término en la pantalla llamó su atención.

—Doc, ven aquí y mira esto —le hizo un gesto a Vantes para que se acercara—. "Potencialmente viables". Creo que se refiere a... —volvió a mirar el condenado vial— ¿Qué mierda significa eso? ¿Viables para qué?

Naya no tenia más que añadir a lo dicho por la arbitradora, pero si se movió buscando el consuelo del costado de Graham, esperando que él la rodeara con sus brazos. A la mierda lo que pensaran los demás, aunque ella había visto cosas muy desagradables,aquello era demasiado horrible como para permanecer inmutable.

- Hay que destruir este sitio - murmuró. No dijo que fueran ellos, ni como, ni cuando, pero aquello tenia que acabar lo antes posible

Con ayuda de Mort movimos el espejo, siempre con Leonid como salvaguarda por si el dichoso bicho decidia simplemente irse al carajo. Tras aquello eche un vistazo, pero espere a que aquellos que eran mas inteligentees que yo dijeran que era lo que estabamos mirando. No era apatia, sino economia de recursos. Mirar algo que no entendia era una perdida de potencial. Escudriñar alrededor por si habia peligros parecia mas eficiente.

Mi mirada se cruzo con la de Lille. Apenas un instante, un nodeo, y una mirada que dejaba claro que aun debiamos seguir alerta.

Escuche y suspire, para terminar escupiendo en un acto muy similar al de Beatrix. - Viables. - Mire a Vantes. - Buscaba quizas sujetos que fueran aptos... ¿para injertar esa mierda? - Si alguien podia dar respuestas a ello, sin duda seria Vantes, pero en cualquier caso, lo demas no era mejor de ninguna forma.

El uso del material biologico para alimentar al resto de la poblacion no es tan extraño Beatrix, es quizas, la forma lo que sin duda delata que algo realmente no va bien. Eso y que habria que estar seguro de a quienes estan alimentando exactamente... - Mi mano se cerro sobre el mango. Una cosa era hablar, pero el acto en si. - Sea como sea, la cuestion es si ambos procesos estan conectados y... - Mire a Lille y negue lentamente. - Necesitamos la informacion que hay en esa maquina, o al menos el interrogador la necesita, y que gente mas cualificada decida el curso de accion, solo si no hay otra opcion deberiamos destruirlo... - Mire en direccion a la puerta. - Si no hay otra opcion u otra salida. Debemos recordar que tras esto, seguimos encerrados en Coscarla con ellos... y algo me dice que hay mas en juego que lo que estamos viendo. Puedo aceptar un minimo de resistencia, pero la completa ausencia de ella... huele demasiado a trampa.

Si - dijo de pronto tras escuchar al resto, sus conjeturas y deducciones - cogían gente, si daban su perfil, los usaban para sus experimentos, los que no y seguramente los que fallecían en el proceso, los "reciclaban" para dar de comer a los que acudían a esta suerte del hogar del pobre - no parecía muy impactado por ello, Leonid tenía su propia experiencia vital, y pasó por cosas terribles - me apuesto contigo diez tronos a que quien cerró este distrito ha sido nuestro empleador - añadió.

Debemos seguir indagando, luego, ya vemos si reducimos este sitio a cenizas - dijo, tratando de contentar a ambas partes - este culto no está solo aquí, en Coscarla, concuerdo en que es algo más grande, y esto es solo, como se decía en mi tierra natal, la punta de la mena - se movió hacia la puerta grande de doble hoja que aún no habían abierto y miró a Katherine - ¿qué dice tu auspex? ¿Te da alguna lectura? - se cruzó de brazos al lado de la puerta, dispuesto a abrirla mientras esperaba la respuesta.

El descubrimiento de la auténtica procedencia de la comida que se entregaba a los desesperados habitantes de Coscarla revolvió las tripas de más de alguno, ante la repugnancia de aquél acto. El Distrito prácticamente dependía de la entrega de alimento que se hacía desde el Refugio, y cabía preguntarse qué habría sucedido con el personal del Condominio Tantalus que había ocupado el edificio y con la comida que enviaba el Condominio al Refugio.

Pero no hubo mucho tiempo para detenerse a pensar en ello. Desde la calle, llegó el inconfundible sonido de un buen número de armas de proyectiles sólidos ser disparadas en rápida sucesión. No podía ser otra cosa que Luntz y los suyos enfrentándose a los falsos agentes del Magistratum, tras haber agotado cualquier otra posible excusa para entretener al tal Moran y sus mercenarios. Ya no había vuelta atrás, después de llamar la atención de aquél modo, con un gran tiroteo que dejaría un buen puñado de muertos, lo más seguro es que los Logitivistas aceleraran sus planes en Coscarla y huyeran del Distrito para seguir con sus oscuros propósitos en otra parte.

Aquello seguramente había puesto también en alerta al Cirujano y las creaciones de las que dispusiera en el Refugio. El tiempo también jugaba en su contra.

Leonid suspiró, amargado, cuando el estruendo de los disparos les llegó - Se acabó, lo hemos intentado a vuestra manera, pero es la última oportunidad que os debería haber dado - dijo cargado de rencor, sin mirar a nadie en particular y abriendo la puerta de par en par, desenrollando su látigo mono filo en el proceso de abrir la puerta. El látigo se extendió a sus pies de manera inofensiva - quien tenga redaños, que me siga, quien no, a casa a llorar - dijo cruzando el umbral de la puerta sin esperar a nadie, tenía un trabajo que hacer, y por el Trono que lo cumpliría. 

Katherine miró con asco la computadora y la escena que se descubría ante ella. No podía sino pensar en gente reunida en este salón a las cuales les estaban sirviendo otras personas sin saberlo. Una mujer más débil se habría doblado a vomitar solo por la imagen, probablemente ella misma si no hubiese pasado por tantas cosas durante su carrera militar también. Pero las vicisitudes de la vida la habían forjado ya.

Por supuesto, el que no se haya quebrado con aquella revelación no significaba que le daba menos asco, y que no perseguiría a su presa hasta matarla por ello. Ante la pregunta de Leonid, se dispone a sacar el auspex para revisar, pero entonces son interrumpidos por el crescendo de disparos que proviene de afuera y el enmascarado se apura para perseguir al Cirujano y a los suyos, con lo cual la teniente también, rifle en mano, va a por ellos, siguiéndolo.

Leonid se dirigió a las puertas del refectorio, abriéndolas de forma estruendosa para revelar que lo que había tras estas era el amplio vestíbulo del Refugio para los Desfavorecidos, mostrando un suelo de mosaico con la imagen del Condominio Tantalus, el escarabajo dorado con dos antorchas, ahora oscurecida casi por completo por el polvo y la suciedad. Justo enfrente de las puertas que acababa de cruzar el psíquico había otras iguales que llevaban a una sala de conferencias, según rezaba el letrero sobre las mismas.

Directamente frente a la entrada principal, con sus enormes puertas cerradas, dos escaleras curvadas ascendían hasta la primera planta, y bajo ellas se encontraba el alto escritorio de mármol de la recepción, con una estatua alta y severa a cada lado sosteniendo antorchas encendidas. La pálida luz de los globos lumínicos situados en las antorchas de las estatuas eran la única fuente de luz, proyectando largas sombras a lo largo del sucio suelo.

Montando guardia de patrulla en el vestíbulo, la señal que debía de haber detectado Katherine la noche que habían explorado el exterior del Refugio resultó no ser otra cosa que un Despojacuerpos, las criaturas que fabricaba el Cirujano, con las que llevaba a cabo sus secuestros nocturnos, y a las que se habían enfrentado en su primera noche en Coscarla. Tenía el mismo aspecto abotargado y vestido con harapos que los que ya habían visto, pero sin la oscuridad del ciclo nocturno para darles su aspecto fantasmal al par de brillantes ojos rojos, resultaban bastante menos intimidantes.

Ya se habían enfrentado a ellos, y sabían que eran lentos y torpes. Y sobre todo, que se los podía matar.