Partida Rol por web

Te lanzas a la carga, intentando acortar la distancia entre la bestia y tu, temiendo que el rey de la montaña use su mortífero aliento por el que tan conocidos son los dragones... pero este no es el caso.

Un susurro empieza a rodear el ambiente de la cueva, mientras los labios escamados de la sierpe susurran unas palabras en un idioma que no entiendes. Notas una sensación extraña en tus manos... la maligna sensación que desprende el hacha que empuñas se hace ahora más patente, como si la criatura usara el vinculo con el arma para canalizar la fuerza de su magia. Notas la ira, el rencor y el odio que inunda el arma, irradiada desde tu mismo enemigo contra ti.

Apresuras el paso, pero es demasiado tarde.. Antes de que te puedas golpear, un extraño sonido atraviesa la caverna, como un rayo sin centella. El aire entre la sierpe y tu se dobla y tiembla en una honda casi invisible, cargada con el odio y la magia de tu rival. El conjuro te golpea de lleno... o lo habría hecho de no ser por tu cinturón mágico. En un segundo, el conjuro se estrella contra tu protección mágica, haciendo que la burbuja invisible se resquebrajara con grietas brillantes en el aire, para saltar luego en pedazos.

El conjuro no te hiere, pero el impacto te lanza atrás, mientras Gelcifraxx lanza un leve bufido.

:UN ESCUDO MÁGICO. TE HAS PREPARADO BIEN PARA ENFRENTARTE A MI, LADRONA ELFA... PERO NO LO SUFICIENTE.

A tu alrededor tu escudo intenta reformarse levemente, pero no resistirá mas que otro golpe antes de que su poder expire y el cinto quede inutilizado.

El dragón avanza ahora hacia ti con paso más cuidadoso, haciendo temblar levemente el suelo en cada pisada, calculando su distancia para lanzar su próximo ataque, o contraatacar a cualquier acto que tengas pensado.

Mi carga contra la bestia parecía que iba a servir  pero el dragón no lanzó ninguna llamarada ni si quiera salió una pequeña chispa de su boca sino que por otro lado unas extrañas palabras comenzaron a salir como susurros de su boca a la par que notaba como las cosas se tornaban de mala manera. 

La magia del hacha se comenzaba a acentuar notaba como la ira crecía en mi interior haciendo que no pudiese tan siquiera pensar en algo más que en emoción de lucha del momento y de la necesidad imperiosa de combatir por la ira. En la continuidad de mi carga un extraño sonido retumbó en el lugar, antes de que pudiese darme cuenta una especie de onda me golpeó, tenía una fuerza atronadora y una rapidez que no iba a ser capaz de igualar solo por mis propios medios físicos. El escudo que tenía comenzó a resquebrajarse destrozándose en cuestión de segundos, por suerte aquel golpe consiguió devolverme a mí misma -pero ¿que acaba de ocurrir?- estaba confusa tanto por culpa del arma como por la impresión del hechizo del dragón.

Noté como el escudo parecía querer ayudarme una vez más, como si quiera que le ayudase a avanzar y salir del lugar, entonces guardé el hacha, no quería tocarla mucho más -supongo que la magia dragónica es más peligrosa de lo que suponía- dije algo adolorida, la sacudida no me golpeó directamente pero si me afectó aunque sin llegar a ser dañina. -Vamos Kalista no es momento para hacer el tonto- tomé mi fiel florete, sin duda me sentía mejor con el que con un hacha o al menos podía moverme mucho más rápido. 

Inspiré profundamente a la par que me agachaba un poco, me estaba colocando en posición de carrera, iba a salir disparada como un bala, si no podía ganar a fuerza la velocidad iba a tener que ser mi aliada por ahora

Las sierpe continua avanzando hacia ti, aplastando los huesos que riegan el suelo, te mira con una sonrisa arrogante, aun goteando algo de su propia sangre. Una leve risa resuena cuando cambias de arma.

:¿DE VERDAD CREES QUE ESO TE SERVIRÁ, LADRONA? SOLO ESTAS POSTERGANDO LO INEVITABLE. RINDETE, Y QUIZAS TE DEJE VIVIR... POR UN TIEMPO.

Gelcifraxx alza una de sus zarpas y la lanza contra ti justo cuando te lanzas a la carga, esquivando el golpe que aplasta una roca que estaba próxima al lugar que ocupabas antes. Lanzas un ataque a la garra con tu florete, pero el filo rebota sin hacer daño a las escamas del dragón.

:NO TE COMPARAS SIQUIERA AL VIEJO REY GIGANTE. MATE A SUS CAMPEONES, TOME SU TRONO, ESCLAVICE A SU PUEBLO Y A SU PROPIA ALMA TRAS ASESINARLO. LUEGO DEVORÉ CUANTO DESEÉ, COMO UN LOBO ENTRE CORDEROS.

Intentas flanquear al dragón, usando tu velocidad y evitando los zarpazos de la bestia que se suceden mientras habla. Intentas lanzar más ataques, apuntando a los huecos de las escamas del dragón, pero estas se muestran terriblemente duras y difíciles de esquivar y aunque en algún momento consigues tocar piel, no eres capaz de lanzar una estocada que hiera al dragón. Su voz se vuelve cada vez más poderosa y cruel, y con ello sus golpes mas devastadores, como si el mero hecho de recordarlas le diera nuevo vigor.

:MATO CUANTO DESEO, CUANDO LO DESEO. -El dragón intensifica sus ataques, lanzando sus garras una y otra vez contra ti, obligándote a esquivar todo el rato, intentando evitarlas.- MIS ESCAMAS SON GRUESAS COMO DIEZ ESCUDOS, MIS DIENTES SON ESPADAS, MIS GARRAS LANZAS, EL AZOTE DE MI COLA UN RAYO... -La bestia gira su cuerpo en un rápido gesto, y al esquivar las garras te encuentras la cola de la sierpe, que como un látigo te golpea, haciendo pedazos tu escudo mágico y lanzándote por los aires, hasta rodar a la pila de tesoros. Tu cinturón pierde todo su poder y tu protección mágica se deshace completamente, quedando desprotegida ante la bestia que se acerca cada vez mas, desplegando sus imponentes alas.

Sinceramente aquel ser asustaba con su presencia, aún goteaba algo de sangre pero creo que eso no era lo que más debía de importarme ahora mismo. Al tomar mi florete el dragón se rió de nuevo sobre mi habilidad, me hacía enfadar al creer que no podría hacerle nada más que aquel daño en la boca.

Al cargar tuve que esquivar su ataque con garras, no me gustaba la velocidad de la criatura para el tamaño que tenía estaba descompensada aunque al intentar dañarlo ocurrió de nuevo la mala fortuna de que mi arma solo pudo revotar en las duras escamas del dragón, debía de haber una forma de poder dañarlo pero ¿cual?.

No podía hacer muco más que evitar los ataques del dragón mientras se mofaba de mí, era uno de los peores anfitriones que había tenido, casi prefería al dúo de gigantes de la entrada. En todo caso el intercambio de golpes se basó en mis fallos al dañar y en recibir su daño, aunque acabó o al menos tuvo una pausa cuando la cola del dragón golpeó mi cuerpo o al menos eso pensé, el escudo paró aquel devastador golpe y me lanzó lejos chocando con el tesoro.

El sonido de algunas monedas saltar y chocar retumbó en mi cabeza, además tenía que escuchar las sandeces sobre su propio poder. Me levanté algo dolorida por el lanzamiento pero nada grave que pudiese ser preocupante, me desabroché el cinturón dejándolo caer donde yo estaba -no se que decir señor dragón, no cabe duda de que tu poder es desbordante pero estas aquí con una pequeña elfa, prefiero saber como salir de aquí sin ser herida, además por culpa de tus zarandeos tengo un terrible dolor de cabeza, no croe que sea un gran rival pero habrá que hacer lo que se pueda- hice entonces un par de estiramientos.

Inspiré profundamente antes de comenzar ha hablar en élfico durante unos segundos, se decía que había un antigua encantamiento en aquellas palabras "Oh rey inmortal de los elfos que siempre nos proteges, que nuestra longevidad nos sirva para aprender a saber más del mundo y que nuestra magia nos permita hacer frente al más fiero enemigo". No se si realmente servían pero algo podía saber, permitía calmar el corazón y centrarse en el combate, cerré levemente los ojos para al abrirlos moverme a la máxima velocidad en poco tiempo, quería llegar al límite de mi cuerpo para buscar una escama que no estuviese en su sitio o estuviese rota

Contestas a la bestia, pero esta no hace más que soltar un leve gruñido. Te concentras por un momento en tu plegaria y notas una leve vibración en el aire, que golpe todo tu cuerpo con una brisa helada, acompañado por el sonido del batir de unas enormes alas. A esta vibración sigue otra, y otra, ves que el dragón está batiendo sus gigantescas alas con una fuerza cada vez mayor. ¡Está intentando alzar el vuelo!

Te lanzas a la carrera para intentar alcanzarlo antes de que se ponga fuera de tu alcance, pero el batir de sus alas es cada vez más fuerte, llega un momento en que se forma una ventisca a tu alrededor. Los huesos, las monedas y armas del suelo vuelan por los aires ante el poderoso batir de las alas de Gelcifraxx.

:...MIS ALAS, UN HURACAN... -Ruge la criatura continuando con su monologo, dando énfasis lanzando un poderoso golpe de aire con sus alas, que te lanza volando de vuelta hacia atrás, rodando por el suelo la distancia que habías avanzado, hasta que la pila de tesoros vuelve a detenerte.

El golpe de viento lanza huesos que se estrellan a tu lado, un cráneo humano te golpea en la cara y un fragmento de espada se clava en tu armadura peligrosamente cerca de tu corazón, solo te roza en una herida leve. Aun así te ves obligada a despojarte de tu armadura para evitar que el filo te hiera y empeore la herida.

En medio de la ventisca, de la que te proteges lo mejor que puedes, ves al dragón alzándose hasta casi alcanzar el techo... la bóveda de la cueva es amplia pero al menos la sierpe no puede volar como si fuera cielo abierto, no sin arriesgarse a golpearse contra las columnas de los laterales, o las estalactitas. En tu búsqueda para localizar debilidades en las escamas de la bestia, te percatas de que en el pecho tiene una cicatriz grande, ahí la carne esta mas descubierta, aunque las escamas siguen estando duras, hay algunas cicatrices más en la mejilla derecha de la criatura y en alguna de sus garras, pero poco más que puedas ver. Sin duda el pecho sería lo más apropiado para golpear, incluso es fácil de localizar por el brillo... ¿Brillo?

Los ojos de la sierpe brillan una vez más con un fulgor azulado, así como el pecho. Un brillo celeste que pasa a la garganta de la bestia, mientras pronuncia unas últimas palabras.

:...Y MI ALIENTO... ¡MUERTE!

Esta vez sí, el dragón inspira profundamente, levitando en el aire con el batir de sus alas, mientras el brillo recorre la garganta de la bestia, listo para usar su aliento... si no haces algo para detenerlo antes.

Tardé un poco en darme cuenta por culpa de estar concentrada pero se había levantado de golpe una brisa helada, la primera imagen que me vino a la cabeza fue de la giganta que había en la montaña que usaba el frío como arma pero no fue más difícil que abrir bien los ojos y mirar al endiablado dragón batiendo sus alas. Aquellos aleteos eran poderos ya que sus alas de proporciones titánicas podían crear gran cantidad de ventiscas en muy poco tiempo y fue así que al son de su grito sus alas dieron un aleteo de mayor intensidad lanzándome a la lejanía.

Monedas, huesos y armas se movían sin ton ni son a muchísima velocidad por culpa del viento llevándome por desgracia casi a mí con ellos, el sonido que había en la sala eran un único estruendo metálico golpeando todo con todo y con ello noté como algo me golpeaba la cara sin poder darme tiempo a reaccionar, pero no fue lo peor. Milésimas más tarde un golpe doloroso y seco en mi pecho me preocupó, se me escapó un grito de dolor que quedó ahogado por el ruido, si no hubiese sido por la armadura que llevaba hubiese sido empalada allí misma con un arma que ni siquiera apuntaba a mi cuerpo.

No pude dudar en quitarme mi armadura e intentar agarrarme a lo que fuese para poder mantener mi equilibrio, el dragón se elevaba casi hasta el techo del lugar sin llegar a tocas las estalactitas -¿no podrías subir un poco más y hacer eso por mí?-, pero una luz me sacó de mis pensamientos. El dragón se estaba preparado para lanzar algo, un brillo celeste salía de su interior, gracias a ello pude ver no solo la herida que tenía en su pecho sino algunas aberturas que tenía en su armadura natural de escamas.

No tenía demasiado tiempo para pensar, tenía que ponerme en marcha pero ¿qué podía hacer yo contra el aliento de un dragón?, no tenía escudos o armas que parasen en seco su aliento, durante un instante me temblaron las piernas, ¿era acaso miedo ante el sentimiento de inferioridad? era lo más seguro. Casi durante un segundo estuve a punto de sucumbir ante el miedo aunque aún no se porqué miré al frente aterrorizada y comencé a correr, sabía que no podía para aquel golpe o tan siquiera evadirlo si me lo lanzaba de lleno. 

Mientras corría tomé el arco, estaba claro que no serviría contra un dragón pero yo no podía saltar hasta él con lo que no había otra forma de poder alcanzarlo y llegar a dañarlo. Inspiré para lanzar una flecha en carrera, ¿a donde me dirigía? al único lugar que parecía seguro, la entrada por la que vine, si no podía dispararme directamente ya que estaría por un túnel quizás podría evitar ser asada

¿Cuantas vidas le quedan aun?

Disparas tu flecha que vuela en la ventisca hasta alcanzar el pecho de la bestia... la flecha se clava en entre las escamas, pero solo por un segundo, luego cae al suelo sin haber hecho más que dar un leve pinchazo al dragón. Gelcifraxx se contiene por un leve segundo, lanzando un leve gruñido, mientras la luz celeste se arremolina en sus fauces, para salir luego disparada en un rugido de la bestia.

Corres desesperadamente hacia la entrada, pero para llegar te das cuenta de que tienes que flaquear o pasar justo por debajo de la bestia, con lo que serias un blanco perfecto. Cuando el aliento se lanza contra ti, saltas hacia una de las estalagmitas de hielo, intentando protegerte. La ventisca de la montaña y el conjuro de la giganta no se comparan siquiera al frio y el dolor que sientes en ese momento, pues el aliento del dragón blanco no es de fuego, si no un hielo, un hielo que congela el mismo aire, dejando esquirlas de hielo a su paso. La ráfaga gelida alcanza tu pierna derecha, sientes un frio terrible, tan intenso que parece quemar y te deja adolorida y tirada en el suelo, mientras el aliento de hielo del dragón forma pequeñas esquirlas de hielo desde los bordes de la estalagmita en la que te resguardas.

La bestia observa donde te has ocultado desde el aire, y se deja caer pesadamente al suelo, haciendo temblar toda la cueva. Escuchas los pasos de la bestia y te cubres la cabeza cuando su garra destroza la estalagmita en la que te habías resguardado, lanzando trozos de hielo a tu lado. Al alzar la mirada ves la enrome figura del dragón prácticamente sobre ti, mostrando sus grandes dientes.

:ESTOY IMPRESIONADO DE QUE HAYAS SOBREVIVIDO A MI ALIENTO, PERO SE TE ACABARON LAS OPCIONES, LADRONA... AHORA DIME ¿COMO QUIERES MORIR?

Sin duda maldije a aquel dragón con todo lo que tenía cuando mi único posible ataque se convirtió en nada, mi flecha simplemente cayó de nuevo tras chocar con su cuerpo al que parecía ni siquiera haberle importado que golpease. Ahora no quedaba más que huir o una retirada estratégica si se prefiere, aunque en cualquier caso no quería quedarme allí al descubierto mientras el dragón estaba a punto de dispararme su aliento y dudo mucho que me fuese a gustar mínimamente por muy impresionante que fuese a llegar a ser.

Sin poder llegar al destino que planeé en su momento  así que me escondí donde pude, pocos segundos después pude descubrir por mala fortuna que el dragón era de hielo. Un grito de dolor agudo se quedo ahogado en el aliento del dragón, cuando acabó aún resonaba el eco de aquel grito mío en mi propia cabeza, cuando miré mi pierna derecha no pude ver si no lo peor que podría haber visto en mi cuerpo nunca. No era la primera vez que salía herida pero si la primera que era tan dolorosa, notaba como mi pierna estaba casi congelada fue tal así que no pude evitar que algunas lágrimas se me escapasen.

Aunque para mi desgracia debía ponerme de nuevo en pié, cojeé un poco a causa del dolor -mierda, duele más incluso si estoy de pié- antes de poder tan siquiera volver en mí el enorme dragón decidió disfrutar de la escena proclamándose como el vencedor ya. Reí aún con las lágrimas en mis ojos -No es que me guste ningún lugar en especial, siempre pensé que moriría en algún rincón olvidado, una señorita de guante blanco no es nunca bien recibida en ningún lado- no era tampoco muy difícil saber que el robo no era lo que más gustaba a la gente, generalmente solo crea desconfianza, pero dudo que eso le afecte a un dragón.

Inspiré largamente para calmarme, aún podía mover la pierna por mucho que doliese aunque seguramente no por demasiado tiempo. Tomé de nuevo el florete, había sido mi viejo amigo y seguramente seguiría con el hasta el final. No tenía en mente la posibilidad de derrotar a un dragón pero no pensaba quedarme de brazos cruzados, daría guerra por poca que fuese.

Al poco tiempo comencé a cargar contra el dragón sin esperar más, no podría aguantar otro ataque así que no podía dejarle hacer ninguno, era un todo o nada, una sola perforación al corazón desde la cicatriz o una muerte a sus manos. Lo extraño que pasó por mi mente en aquel momento mientras cargaba no fue el momento del combate, sino algunos momentos donde observaba a la gente mientras yo tenía que robar o emborracharme, ¿quién diría que estaría enfrentándome a un dragón?, posiblemente nadie. 

Te lanzas tambaleante hacia la bestia en un heroico esfuerzo, dejando todo de lado, esperando tu muerte. Gelcifraxx observa con sus ojos celestes con un gesto de resignación y alza una de sus garras delanteras.

Ves como la garra se lanza contra ti desde tu izquierda, estas demasiado débil como para defenderte, y cerrando los ojos, aceptas tu destino. La garra te golpe, lanzándote por los aires y haciéndote rodar por el suelo de la caverna helada, haciéndote perder tus armas que se deslizan sobre la roca helada. Notas el impacto, el sabor de la sangre en tu boca y sientes algo de dolor, pero el frio tiene tu cuerpo tan entumecido que apenas puedes sentir nada.

Sientes poco a poco que se te escapa la vida... Un nuevo brillo te llega por la comisura del ojo, la figura del dragón vuelve a brillar, posiblemente preparando de nuevo su aliento. Ya da igual... quizás así no sientas nada cuando llegue tu hora... pones tu vista al frente, donde ves el hacha que cogiste del gigante y con la que heriste al dragón, una marca que seguro no olvidara por un buen tiempo.

De repente notas algo distinto... una extraña sensación de calidez en ese infierno glacial. Algunas de tus fuerzas vuelven, pero también el dolor de los golpes que has recibido.

-¿Esperabas morir tan pronto? -Dice una voz extraña -Ya te he dicho que me tomaría mi tiempo, no voy a permitirte morir sin que me divierta un poco antes.

Ves pasar ante ti una figura humanoide, un hombre con una armadura de cuero clara, con adornos de tela carmesí. La figura, que te da la espalda, posee una larga cabellera blanca como la nieve y sobre esta porta una corona de acero, que te recuerda a la que portaba el difunto rey de los gigantes. La figura se agacha y recoge el hacha de guerra, pasando un dedo por su filo manchado de la oscura sangre de la sierpe.

Aun el en suelo, reúnes algunas de tus fuerzas para mirar hacia donde estaba antes el dragón y no ves nada. Te vuelves de nuevo al extraño personaje, que ahora te mira de frente.

En su rostro, tan blanco como la nieve, destaca el hilo de sangre que le escurre por la comisura del labio, así como unos ojos azules y pérfidos, rasgados como el de la sierpe contra la que te enfrentabas hace un rato. Muestra una sonrisa de superioridad, mientras se acerca con el hacha en las manos.

: Normalmente mato a aquellos que son lo suficientemente estúpidos como para venir a mi morada a intentar robar mis tesoros. Pero tú, elfa, ha sido la primera que ha osado herirme con mis propia arma. -Gelcifraxx extiende una mano hacia ti e intentas defenderte, pero a pesar de que parece haberte curado tus heridas para que no mueras, no tienes fuerzas, y el dragón en forma humana aparta tu mano y te agarra del cuello con su mano, alzándote en el aire y ahogándote. -Y por ello, antes de matarte, te haré sufrir... te torturare y te disfrutare de todas las formas que se me ocurran, y mientras seas un juguete que me de placer, vivirás.- La otra mano del rey de la montaña suelta el hacha y acaricia levemente el rostro de la elfa, haciéndola soltar un gemido involuntario. Más aun cuando uno de sus dedos terminados en garra arañan la mejilla de esta, haciéndola sangrar. -Y cuando dejes de divertirme, y haya mancillado cada parte de tu cuerpo... bueno, imagino que sabes que será lo siguiente. -Se relame la garra mojada con la sangre de la elfa antes de lanzarla violentamente contra el suelo.

: ¡Guardias! Llevad a esta ladrona a mis aposentos... creo que iré enseguida a hacerle una visita -Dice a un par de gigantes que habían entrado en la cueva sin que te percatases. Los enormes guardias te agarran de los brazos, te arrebatan tus pertenencias y te arrastran hacia uno de los pasadizos de la cueva, mientras escuchas la risa malévola del rey de la montaña, que parece estar planeando que hacerte en tu cautiverio, antes de acabar contigo.