Partida Rol por web

Obviamente

Xerine ladeó la cabeza. Aunque ya había preparado la siguiente frase mucho antes siquiera de oír la respuesta del Marqués, se tomó unos segundos de cortesía para simular estar reflexionando sobre el asunto. En realidad, había supuesto que Guido respondería algo bastante similar, así que ya estaba calculando sus futuros movimientos, varios pasos por delante de la conversación. Había tres cursos principales de acción, además de otros muchos secundarios con sus distintas consecuencias. Uno de ellos era especialmente arriesgado, y no recurriría a él a menos que todos los otros se hubieran ido al traste... Pero no debía descartar nada. No, aún era pronto. Necesitaba ahondar en el Marqués. ¿Qué se escondía en su mente? ¿Como podía llegar a retomar el control de sus piezas?

***

Jaque, Note

Xerine observó el tablero durante unos segundos. Luego se levantó, y cogió la pieza negra, adornada con una regia corona finamente tallada, que acababa de ser humillada por los ejércitos de su contrincante. Observó las finas curvas de la madera durante unos segundos, y luego volvió a colocarla, ceñuda, sobre la casilla de color beige

Otra vez

¿Para qué? Respondió Guêpe

Xerine observó a su maestra, sin comprender. Frente a ella, las piezas del tablero parecían apuntarla, acusadoras y expectantes, como si de pequeños soldados se tratasen, esperando a que respondiera a aquella pregunta sin respuesta

¿Perdona?

¿Para qué? Repitió la mujer. Luego sonrió

Xerine tardó unos segundos en responder. Ya conocía los juegos de palabras de su maestra, y estaba acostumbrada a buscarle el doble sentido a todo. Algunas veces llegaba a acertar la respuesta incluso antes de que esta le explicara la verdadera razón de su pregunta. Disfrutaba especialmente cuando la misteriosa mujer que la tutelaba se quedaba con la palabra en la boca, pues sabía que había ganado: Había resuelto el acertijo, y ella no esperaba que lo hiciera. Dejarla con las palabras en la punta de la lengua era una de las sensaciones más deliciosas a las que estaba acostumbrada la niña

Por desgracia, estas ocasiones no eran tan frecuentes como le habría gustado

Para ejercitar mis sentidos y mi memoria Comenzó, concentrándose en no fallar en ninguna palabra Para calcular todas las trayectorias, y abrir mi mente a nuevas posibilidades, a nuevas formas de afrontar un problema. Como... Como un gato

Guêpe alzó una ceja

¿Qué tiene que ver un gato con todo esto?

Xerine sonrió. Ahora era ella la que explicaba

Un gato es astuto, y ágil. Sabe anticiparse a los movimientos de los demás. Cuando el carnicero sale al callejón a tirar los desechos, está escondido entre las sombras, preparado para conseguir su botín. Pero cuando alguien se acerca, ya ha desaparecido mucho antes de que llegue a verle siquiera. Es muy difícil cazar gatos, pues conocen todos los escondites, y todas las salidas. No se arriesgan, tampoco fallan. Saben cuando mostrarse cariñosos, y cuando desaparecer de la vista. Un gato listo es una sombra, y, como tal, conoce a las demás sombras. Nadie le o...

Suficiente

Guêpe parecía algo cansada de tanta verborrea. Xerine no insistió. Sabía de sobra que no era buena idea impacientar a su maestra. Le gustaba mucho más cuando no estaba enfadada

A ver, Note... Cuéntame, brevemente... ¿Qué relación tiene un gato con el ajedrez? En cinco palabras

Ghost Note se quedó callada durante unos segundos, pensando. Luego asintió y habló

Que puede ver muchas posibilidades

Eso es una estupidez. Te andas por las ramas. Vamos, sé sincera... ¿Por qué quieres jugar otra partida conmigo?

De repente, Ghost Note volvió a ser Xerine, y Xerine volvió a ser Cara sucia. Una niña, asustada, confusa, que no sabía cuál era la respuesta correcta para una simple pregunta como aquella

Por... Agudizar mi mente, y...

¡Mentirosa!

Dio un respingo, asustada. Guêpe, sin embargo, sonreía, divertida. Había logrado su objetivo: Confundir a su pupila, hacerla vulnerable, para enseñarla otra lección. Y, de paso, recalcar la mucha diferencia que había aún entre las dos, a pesar de los años que llevaba aprendiendo de ella. Recalcar lo estúpida y niña que era Xerine

Maldijo por lo bajo

Ni se te ocurra susurrar en mi presencia. Si quieres trabajar para mí, no me ocultarás secretos... ¿De acuerdo?

Sí, maestra

Ahora, te voy a decir por qué quieres jugar otra partida

Ahora llegaba la reprimenda. Apretó los dientes

Quieres jugar de nuevo, porque odias que el contrincante haga jaque mate. Y estás enfurecida, porque odias que te dé lecciones. Porque odias perder. Porque lo quieres todo

Xerine se quedó sin palabras. Para Guêpe, era un libro abierto, por mucho que intentar ocultar sus pensamientos. Y sin embargo, ella no sabía aún casi nada de la asesina

El problema que tienes es que piensas que te puedes comer el mundo... Y actúas en consecuencia. Esto, para un novato, no supone un problema. Pero tú no eres ninguna novata, y yo no te estoy entrenando para que lo seas. A la hora de la verdad, tu arrogancia y tu orgullo pueden marcar la diferencia entre salvar el pellejo y acabar bajo tierra

De repente, un movimiento, tan rápido que la chica casi no pudo advertirlo. Acto seguido, el tablero volaba contra la pared, y las piezas se desparramaban contra el suelo, cayendo de forma lenta y ominosa, como si el mundo se hubiera ralentizado de forma inexplicable. Xerine casi se cayó de culo, pero logró mantenerse fría y ágil. Su mano fue directa hacia una de las dagas que reposaban entre sus ropas, pero antes siquiera de que la hubiera sacado, la punta de uno de los estiletes de Guêpe reposaba sobre su yugular. La mesa golpeó contra el suelo con fuerza, haciendo un gran estruendo, mientras los párpados de Ghost Note se abrían de par en par, las pupilas dilatas y la boca contraída en una tensa línea que dejaba entrever la sorpresa de la joven

Todo había ocurrido en menos de un segundo. Pero Guêpe no daba ninguna muestra de satisfacción, o decepción. Su rostro no mostraba emoción alguna. Xerine se preguntaba si realmente podría llegar a sentir alguna emoción

Ahora, voy a obligarte a recoger la mesa, el tablero y las fichas. Lo he tirado yo, de forma totalmente gratuita, pero te voy a hacer recogerlo, y es más: Te voy a culpar por que haya acabado en el suelo. ¿Y qué vas a hacer tú al respecto?

Xerine no supo que contestar. Guêpe lo hizo por ella

Nada. No vas a hacer nada. Vas a obedecer, y a ser humillada de esta manera, y solo porque quiero. Y por eso te sientes furiosa. Sí, lo puedo ver en tus ojos. Claman venganza, pero saben que no puedes hacer nada, pues yo tengo el estilete, y la habilidad. Tú, en cambio, llevas tus dagas enfundadas, y eres mucho más lenta y frágil que yo. Y sabes que, en caso de que te niegues, voy a hacerte daño, y no vas a poder evitarlo

Apartó el estilete, y luego observó como Xerine, cegada por la ira, se agachaba y obedecía. Recogió hasta la última de las piezas, una a una, y luego colocó la mesa. Por último, miró de nuevo a Guêpe, con los ojos humedecidos

La odiaba. Guêpe era una gran maestra, pero en momentos como aquel, deseaba no haberla conocido. Aunque el resto del tiempo casi sentía cariño por ella, había sufrido mucho a lo largo de su vida como para ignorar esa clase de escenas. Ser humillada de aquella manera, perder su orgullo, su dignidad... Lo poco que le quedaba. Y aceptarlo, sin más, pues no había otra opción. Era totalmente frustrante

Ahora mismo, me odias

No era una pregunta. Ghost Note, en cambio, asintió

Ese es tu problema. ¿Ves? Estás cegada por la ira, no puedes pensar. Pero lo peor de todo es que, aún manteniendo la cabeza fría, seguirías pensando en vengarte

Guêpe se sentó de nuevo en la silla, y luego hizo un gesto algo distraído a Xerine para que hiciera lo propio. Después siguió hablando, con tono más tranquilo

Eso no sirve. A lo largo de tu vida te van a pisotear, constantemente. No importa lo mucho que aprendas, o el poder que reúnas: Seguirás siendo pisoteada por alguien. Te traicionarán, te odiarán, se burlarán de ti, y no podrás hacer nada por evitarlo. El orgullo nos aparta del camino, nos ciega y nos traiciona. Es una carga, un lastre, un rastro animal de nuestros más bajos instintos

Si ahora esperaras a que yo durmiera, y luego me cortaras el cuello, te habrías vengado, y habrías obtenido satisfacción por ello. Pero habrías perdido la oportunidad de aprender más, de mejorar tus habilidades. Eso sin añadir que ciertos conocidos míos se encargarían de que no pasaras de la siguiente noche. Habrías restaurado tu orgullo, sí, pero... ¿A qué precio?

Es inevitable que ocurra. Al fin y al cabo, no podemos negar quienes somos, ni qué somos. Pero debemos relegar ese instinto primario al interior, impidiendo que nos controle. De vez en cuando, hay que dejarlo salir... Pero solo cuando nosotras queramos, y no al revés. Mientras tanto, nos dejaremos pisotear, aceptaremos cualquier burla y desprecio, e incluso sabremos aceptar una derrota... Pues no siempre se puede ganar. Nadie puede hacerlo. Una retirada a tiempo es la menos dulce las victorias... Pero una victoria, al fin y al cabo

No somos heroínas de un cuento de hadas. No siempre lograrás obtener el bien mayor. Quizás debas conformarte con un pequeño aliciente, o incluso con un mal menor. Huirás, dejarás encargos a medias, y perderás sueños, tesoros, y oportunidades... E incluso a personas queridas. Es inevitable que ocurra, y, cuanto antes lo sepas, mejor para todos. Tragarse el orgullo y agachar la cabeza es lo que distingue a un fiambre de un superviviente

No hagas caso de eso que dicen. "El tiempo pone a todo el mundo en su lugar". "La venganza se sirve en plato frío". "A todos los traidores les alcanza la soga". Son mentiras. Habrá gente que te hará daño, y no recibirá nunca su merecido. Pero nunca lo conviertas en algo personal. Antes de vengarte, antes de dejar que la pasión te domine, piensa para ti misma... "¿Esto me va a ayudar en algo?" "¿Me va a dar poder, gloria, conocimiento, felicidad?" "¿Va a aportar algo en mi vida, algo diferente a una ciega y falsa sensación de justicia o venganza?". Si la respuesta es no, olvídalo. Muchas personas que estarían mejor muertas pueden servirte mejor... Si aún están vivas

El enfado se había ido. Xerine reflexionaba, en silencio, sobre las palabras de su maestra. Toda aquella información la venía de golpe, sin orden ni clemencia. Buscarle un sentido era tarea ardua, pero, de alguna manera, sabía que la verdad, la cruda y desnuda verdad, se encontraba entre la sucesión de letras y sonidos que conformaban las esneñanzas de su maestra. Guêpe se levantó

Un último consejo: Cuando la ira sea incontrolable, piensa, simplemente, que tú eres la que está al mando, y no ellos. Que estás adaptándote a su juego, simulando ser una más... Mientras, por detrás, mueves tus hilos. Te saldrá bien o mal, pero eso no importa. Lo único importante es que, por muchos hilos que se corten, nunca seas una más

Y que nunca dejes de mover los dedos

Sus pies apenas hicieron más que un susurro cuando se deslizó hasta la puerta. Antes de salir, volvió a mirar a Xerine, que la observaba fijamente, quedando solo un profundo respeto donde antes había odio

Me voy durante un tiempo. He dejado junto a tus pertenencias unas cuantas monedas de oro para que te administres, pero quizás debas robar algo. Apáñatelas como puedas

Como siempre

Xerine sonrió. Guêpe la devolvió la sonrisa, y, por primera vez, la chica sintió que aquella tiránica mujer era lo más parecido a una hermana que hubiese tenido nunca

Si las hermanas te enseñaran a matar a otras personas, claro

Dentro de unos meses volveré a contactar contigo. Ah, y, por cierto... Cuando vuelva, quiero que me enseñes como cazas cinco gatos con tus manos desnudas, y a plena luz del día. No sé cuando será, pero creo que tendrás tiempo de sobra para practicar. Adiós

Ghost Note fue a protestar. Pero la puerta ya se había cerrado

***

Ladeó la cabeza, y le miró fijamente, sin asomo alguno de duda en su rostro

Lógico. Usted no me conoce de nada, por lo cuál mi destino le es totalmente indiferente No era una pregunta, si no más bien una afirmación Y que Emil se enfurezca conmigo le trae sin cuidado. Me encuentro en su casa, a su merced, por lo que no puedo negarme a su... Petición No suavizó en lo más mínimo la ironía de aquella palabra Pero Emil ya no querrá verme si le rechazo de forma tan directa después de lo atento que ha sido conmigo, lo que implica que ya no podré permanecer bajo este techo. En la aldea, seré solo esa "excéntrica compañera de los brujos", y no estaré libre de sospechas. Mi estancia aquí se convertirá en un verdadero infierno, a menos que invente una excusa realmente buena, lo cuál es bastante difícil ya que he de cortar de raíz con mi relación con Emil, y no puedo nombrarle a usted en ningún momento Suspiró, y volvió a sentarse en la silla, simulando estar desbordada con esta nueva deducción Y todo eso suponiendo que Emil se lo tome bien. No le conozco demasiado, pero por su actitud hasta el momento tiene pinta de ser bastante... Pasional

Dejó unos segundos de silencio, mientras fijaba sus ojos en un punto vacío. Luego, soltó la pregunta que tanto había guardado, la pregunta para la que había estado preparando al Marqués, y la que decidiría el destino de Xerine en aquella isla

¿A qué se refiere con eso de servirle como su "cortesana"?

Podría haber sido mucho más directa. Sin embargo, suponía al Marqués lo suficientemente inteligente como para unir los puntos

-Es tarea tuya buscarte una escusa para que Émil no se lo tome mal. Si como dices es tan pasional, te convendrá. Ya sabes que a mi no me importa lo que te ocurra. Eres solo una nueva en este lugar, y vamos a aprender a jugar, ¿de acuerdo? Soy tu amo, y me obedeces, si te dejo libre el collar puedes corretear, pero si no quiero que te juntes con mis otros perros, no te juntas. ¿Entendido? Hay perros más importantes que tú, y no quiero ponerlos en peligro.

El marqués volvió a sentarse en su silla de piedra. Respirando hondo un par de veces se acomodó y cogió su tenedor de nuevo, escogiendo un racimo de uvas en el frutero, y pinchando una uva tras otra.

-Respecto a lo de ser mi cortesana, me refería a que trabajaras para mí. Podrías ser tanto una cocinera, aunque supongo de tus cualidades en la cocina, como una ayudante de Albert. Pero eso claro, en el caso de que todo acabe con Émil perfectamete...

El marqués hizo una pausa, y continuó.

-Bueno... hay alguna otra función de las cortesanas que me gustaría aclarar... si es que escojes ese "trabajo". ¿Qué te parece?

El herrero hizo una mueca de cansancio, y volvió a mirar a Quint.

-Te pido por favor que te vayas, guerrero. Émil en persona me ha dicho que no puedo acabar tu encargo. No antes de que acabe el suyo. Y creo que ni aún entonces. Lo siento, pero no puedo venderte nada, tendrás que buscarte la vida. No puedo desafiar a Émil.

Bien. Esa respuesta eliminaba uno de las tres principales líneas de acción a las que se enfrentaba, o, al menos, la dejaba algo relegada hasta que las otras se tornaran poco viables. Aunque lo de cocinera no le había sonado nada bien. Pero, por otra parte, no se veía en situación de exigir mucho. Por ahora, necesitaba más información. Ya se vería que hacía más tarde

Ahora tocaba elegir entre las otras. Desde luego, eran menos divertidas... Pero al menos, no incluían tanta sangre derramada

Se mantuvo seria durante la respuesta del Marqués, dejando que el pomposo noble se regodeara en su propia suficiencia, como un puerco que se revolcara sobre sus propios excrementos. La situación le habría parecido divertida, incluso, en el caso de no haber sido ella la hormiga que se intentaba acomodar en dichos excrementos, pugnando por no ser aplastada bajo el grotesco peso del animal que proyectaba su sombra sobre ella. Por suerte, ya había vivido esta situación en más ocasiones: Si este tipo era un lechón, entonces Gabriel estaba repleto de piaras

Continúe, por favor

Dijo, invitándole a continuar con su disertación, e ignorando claramente las indignantes comparaciones que había llegado a utilizar el Marqués en sus palabras hacía apenas unos segundos, como si estas nunca hubieran tenido lugar

¿Perros? Si, Guido, puede que no sean más que tus sabuesos. Pero ten cuidado al incluirme en tu jauría. No es buena idea mezclar perros con lobos

-Bueno, creo que ya la conocerás, siendo como eres de Gabriel.

El marqués esbozó una sonrisa de picardía, y miró a Xerine a los ojos.

¿Conoces uno de los significados de la palabra cortesana? Bueno, no voy a andarme con rodeos, me estoy aburriendo de la conversación.

Se humedeció la boca y dijo lentamente, acariciando cada sílaba con su lengua.

-Prostituta.

¿Qué te parece el trabajo?

Xerine alzó una ceja

Bueno, veo que no se anda usted con rodeos. Ya que ha sido franco al respecto, lo seré yo también

No se sentó de nuevo. A decir verdad, no tenía muchas ganas de alargar dicha conversación. Solo necesitaba saber dos detalles más. Y ya que el Marqués parecía decidido a no dar más vueltas al asunto, lo mejor sería que fuese lo más directa posible

No sé que contactos tiene usted con los círculos importantes de Gabriel, pero, por lo que veo, no está muy versado en su etiqueta. Allí son... Somos más implícitos. Y sabemos ver la diferencia entre una simple prostituta y una dama

Hora de sacar la artillería pesada

No me malinterprete: No estoy diciendo que yo sea lo uno ni lo otro. Pero si hay algo que le puedo asegurar: Aunque en estos momentos no disponga de un mecenas, si soy conocida en ciertos círculos de Gabriel. Pregunte a cualquier noble de Chaville: Seguro que ha oído hablar de la joven y talentosa Xerine. Y también conozco a varias personas influyentes... Personas que, desde luego, nunca viene de más tener como aliados

Al ver la expresión cansada del Marqués se apresuró a concluir

A lo que me refiero es a que, en el caso de que usted me trate bien, yo podría acompañarle a Chaville... Y allí, presentarle a un par de personas. Es más: Si se presenta como mi mecenas, podría dar un concierto pagado con mis propios ahorros, y eso le daría publicidad. No en vano, sería como si volviera de entre los muertos, ya que todos deben de pensar que fallecí en el accidente. Todos querrán oír mi historia... Verídica, o no. Y todos querrán asistir. No sé de cuanta influencia dispone fuera de Corvinus, pero, por lo que he visto hasta ahora, no da la sensación de que esta isla esté demasiado bien comunicada. Yo podría cambiar eso

Dejó que sus palabras quedaran suspendidas unos segundos en el aire, para causar mayor efecto. Luego terminó

Respecto a su oferta, he de pensarlo detenidamente. Le pido a usted que piense en la que acabo de hacerle yo, y no tome una decisión precipitada. Muchas veces conviene sacrificar uno de los perros a cambio de otra recompensa mayor... Y yo no le estoy pidiendo que lo sacrifique. Los dos podríamos salir ganando

Se dirigió a la puerta, y se dispuso a salir, aunque antes de abrir la puerta, simuló que se acordaba de algo, y se giró una vez más

¿Hasta cuando tengo para cortar mi relación con Emil?

Ahora, solo había que esperar. ¿Habría mordido Guido el anzuelo?

Venga, dilo. Di que has cambiado de opinión. Di...

-¡¿QUÉ?!

Los ojos casi se le salieron de las órbitas al muchacho, incapaz de contener una mueca a medio camino entre la sorpresa, la incredulidad y la furia.

-¡¡Pero si te he pagado por adelantado!!

Quint se avalanzó contra Marcus descontrolado, pero se detuvo a un paso de él cuando un latigazo de dolor le hizo calmarse y volver a centrarse en la situación. Cojeó hasta apollarse en una mesa cercana y descansó un instante hasta recuperar la compostura.

-No se qué demonios pasa con la gente de este pueblo... -Masculló mientras se recuperaba. Volvió a mirar al herrero para continuar hablando.- ¿Acaso pensáis consentir que ese bastardo haga lo que quiera en el pueblo? ¿Vais a seguir tragando sin siquiera quejaros? No solo no ayudáis a los heridos, ¡si no que incluso os negáis a comerciar con ellos porque al perro malcriado del Marqués no le gustaría! ¡¿Acaso vuestras almas están tan podridas como la suya?!

Marcus miró a Quint con pesadumbre, como si sintiera que todo lo que decía era verdad. Pero cerrando los ojos volvió a bajar la cabeza, y cogió su martillo de nuevo retomando el sonido cadencioso de los martillazos sobre el acero vivo. No iba a cambiar, no podía pretender cambiar todo el pueblo con unas palabras... eso era mucho más grande que él.

-Lo... lo siento. No puedo hacer más, quizá tengas razón, pero lo siento. Tengo trabajo, por favor... déjame solo.

La voz de Marcus sonaba triste, pero también tenía un tinte de impotencia.

Clanc, clanc, clanc, clanc

Guido se levantó cuando Xerine fue hacia la puerta. No tenía intención de dejarla salir tan fácilmente, no iba a resultar ella como ganadora, no iba a permitirle siquiera ese lujo. Por lo que avanzó tranquilamente sin emitir ninguna respuesta hasta llegar al contacto con la puerta. Cerrándola lentamente.

El marqués tenía sensaciones enfrentadas, por un lado, disfrutaba viendo como su invitada se retorcía, haciéndose la digna aún cuando sabía que él tenía la sartén por el mango. Pero por otro lado, le aburría la situación. Así que decidió acabar con la farsa rápidamente.

-No querida. Me da igual lo que suceda más allá de esta isla. Me fui porque acabé cansado de la opulencia del continente, y veo que compruebas que también de sus refinadas formas. Está bien para un rato, está bien para divertirte un momento pero es súmamente aburrido. Si tienes contactos en Gabriel, mejor para tí. Te quedarás aquí hasta que yo decida lo contrario...

Se tomó un momento para dejar penetrar esas palabras en la mente de Xerine.

Y, en cuanto a mi oferta. No requiere de nada de tiempo para pensarla. Solo hay una decisión posible, y la decisión está tomada. Tomate el tiempo que quieras para llorar, no para elegir. En cuanto veas a Émil, supongo que será esta tarde o noche quiero que actúes. Será tu momento, y quiero que sepas que te estaré observando. Estés donde estés, en cualquier momento. Sabré lo que has hecho...

En ese momento, mientras sostenía la puerta, bloqueándola el cuerpo del marqués empezó a brillar levemente en un tono violáceo. Tal y como Émil lo había hecho. Unas pequeñas lenguas de energía amatista brotaban de su cuerpo de una manera casi imperceptible. 

Hasta que yo diga lo contrario

Bien. Eso simplificaba las cosas, y anulaba por completo una de las dos opciones que había seguido considerando: Escapar de la isla. Al parecer, la idea de conseguir poder a través del Marqués quedaba, por desgracia, también descartada. Aquel hombre era un tirano, y no aceptaría otra cosa que una completa sumisión por su parte. Una vida de desgracia y sufrimiento. Por suerte, esta otra opción se abría ante ella: Aceptar su destino y servir como esclava. No era una opción apetecible, pero, al menos, la servía para continuar viviendo... Si Emil se tomaba bien sus excusas, claro

Y luego estaba la primera opción. De repente, Xerine se replanteó si haberla descartado tan pronto había sido prudente

Justo cuando su mente reconsideraba el nuevo patrón que se abría ante ella, la puerta se llenó de virutas púrpuras, similares a las del propio Emil. Y Xerine se quedó sin palabras. Solo duró unos segundos, pero, al final, logró recuperar el habla, intentando aparentar normalidad

Cuando dije su "oferta" no me refería al asunto con Emil, si no a su propuesta de pasar a ser su "cortesana" Incluso a esas alturas, Xerine no estaba dispuesta a demostrar debilidad. Y, aún así, se reprendió por ese último tono que había imprimido a la palabras. Una cosa era dominar la situación, y otra muy distinta, resultar estúpidamente valiente Intuyo que aún me queda la posibilidad de entrar a formar parte del pueblo, como dijo ayer, sin necesidad de trabajar como su cocinera o como su... Juguete. Sería su sierva, sí, pero en términos bien diferentes. Según parece, tengo dos caminos para elegir, y he de sopesar los pros y los contras de cada uno. Si esa propuesta ha caducado, no sé que hacemos hablando aún

Se encontró con la mirada de Guido. No flaqueó. Ghost Note no flaqueaba. Había mirado a la muerte muchas veces. Se había encarado con perturbados que harían flaquear al más cuerdo, y les había asesinado sin miramientos. Ese hombre sería todo lo intimidante que pudiera ser, y tendría todos los poderes que pudiera tener

Pero no. No era el único demonio en aquella habitación

¿Puedo salir?

Preguntó, quizás más desafiante de lo que hubiera deseado

Aaron miró el candado pero... ¿como llegaria a él? se levantó y estiró sus miembros un poco. Estaba cansado y tenia hambre y sed, pero esperar mas solo lo debilitaria mas, entonces se planteó el trepar para llegar a él pero... ¿que lograria haciendo eso? No seria capaz de abrirlo... ¡Pero si hay alguien que sabe abrir candados!

El hierofante sabe abrir puertas pero, antes no le habian funcionado sus poderes... no tenia mas remedio. Comenzó a concentrarse y realizó unos diez minutos de preparación para intentar llamarle... tenia pocas energias a si que no podia fallar o seria su fin...

Qiunt resopló y se alejó indignado. Antes de irse de la herrería se acordó de la posadera y se giró hacia Marcus.

-Pues si no vas a terminar mi encargo, dale el dinero a Miriam. Creo que ninguno le llegamos a pagar por nuestra estancia en la posada.Y ella al menos respeta a los clientes...

El chico se largó sin esperar contestación y, tras encapucharse de nuevo, se dirigió al lugar donde había dejado a Faliar.

Malditas sean las gentes de este pueblo... Si no fuera porque apesta a brujería por todas partes me largaría de aquí ahora mismo...

Como quiera señorita.

Guido abrió la puerta, y de pronto las lenguas desaparecieron. Ya no cubrían el cuerpo del marqués. Así como aquella energía había desaparecido, también lo había hecho el semblante serio de su cara. Ahora mostraba una sonrisa perfecta, mientras decía con voz alta y clara.

-Muy bien, señorita, como quiera. Nos veremos, ha sido una conversación muy entretenida. Espero que podamos compartir de nuevo una charla igual. Ah, y no olvide mi punto de vista.

Era obvio que estaba "invitando" a salir de la habitación a la música. Su mano así lo indicaba, así como la extraña mueca de su rostro. Para cualquier persona sería una sonrisa, pero Xerine podía discernir un brillo malvado en sus ojos.

Xerine salió con la cabeza alta, pero sin mirar al Marqués. No es que le importara lo más mínimo mantener la dignidad, pero quería aparentar esa impresión. Antes de alejarse, se giró por última vez

Esta tarde se lo diré. Hasta entonces, estaré en mi habitación... Pensando alguna excusa creíble

Acto seguido, se giró y le dio la espalda. Caminó hasta su habitación, y cerró la puerta. Durante unos segundos, miró el espacio vacío en silencio. Luego sonrió. Pues ya tenía claro lo que iba a hacer

Iba a matar a Guido. Iba a matar al Marqués de Calvacanti

De pronto, Aaron empezó a concentrar energías místicas en su cuerpo. Teniendo gran dificultad para realizar movimientos debido a la poca visibilidad y al dolor que aún le atormentaba, logró realizar un ritual decente, entonando palabras arcanas y haciendo unos gestos olvidados hace mucho.

Pero, y de nuevo, la poca energía del lugar empezó a concentrarse en el convocador, y de pronto en un pequeño estallido de luz azul un hombre anciano apareció sobre él. 

-¿Qué es lo que quieres pequeño?

Parecía que el hombre no reparaba en el mal estado de Aaron, pero este, sin decir apenas nada señaló al candado que pendía desde la tapa.

-¡Ah!, ya comprendo, Muy bien, será facil.

Sacó una extraña varita de sus ropas, y con unos toques en la pared se trasformó en una llave, la cual lanzó con sutileza contra el candado. Al impactar el universo pareció deformarse a su alrededor, y una pequeña bola de luz blanca surgió en el interior del mecanismo. 

-Ya está hecho caballero. Nos vemos otra vez.

Diciendo esto, el anciano desapareció, y el mundo volvió a la normalidad. Todo estaba en silencio de nuevo, seguía estando oscuro y aquel goteo continuaba siendo desquiciante, pero hubo un sonido más en la habitación uno que pareció una melodía a los oídos de Aaron. 

El candado, se había abierto.

Clic

Quint caminó por el pueblo, parecía que la gente estaba despertando ya, pues poco a poco se estaba llenando de transeuntes. Al fin y al cabo, los más madrugadores siempre abrían sus tiendas antes que el resto del personal. 

Tratando de no levantar sospechas, Quint estaba llegando al lugar donde había dejado a Faliar, pero lo encontró escondido cerca, tirado en el suelo tratando de que no le vieran.

¿Qué es lo que hacía?

En las dos horas siguientes a la conversación con el marqués, nadie apareció por la puerta. Puede que el marqués hubiera dado órdenes de no molestar a la señorita, o que símplemente estuvieran obviándola, pero lo cierto es que tuvo el tiempo que quiso para preparar sus todo lo necesario para su hazaña.

Qué raro... -Pensó Quint.- ¿Por qué se ha tumbado en lugar de seguir escribiendo?

El chico miró a su alrededor y le hizo unas señas a su compañero antes de acercarse, para que le viera y así evitarse un posible malentendido como el de la iglesia.

Sin hacer mucho ruido, colocó montones de ropa y otro tipo de bultos bajo la manta de su cama. No era la primera vez que lo hacía: Atacar por la espalda siempre era más efectivo, y... ¿Qué mejor manera de hacerlo que haciendo creer a la víctima que su objetivo estaba frente a él? Cuando terminó, aquel montón de objetos inanimados casi podría parecer una persona tumbada y arropada, si el observador no se acercaba demasiado. Corrió las cortinas para evitar que la abundancia de luz borrara el efecto

Perfecto. Y ahora, llegaba la parte dura

Debía acabar con Guido antes de que tuviera que enfrentarse a Emil, pues su plan se basaba, justamente, en conseguir que el capitán de la guardia se pusiera de su parte... Y para ello, debía mantener su hechizo sobre él. Por esa misma razón, tenía que darse prisa en acabar por Calvacanti. El plan, por otra parte, era bastante simple

Dejaría su ventana abierta. No demasiado, solo un par de centímetros, lo justo para que luego pudiera entrar de nuevo en su habitación sin problemas. Luego buscaría al Marqués, usando sus habilidades para permanecer invisible como un fantasma. Una vez llegara hasta él, se esperaría a que estuviera solo... Y luego el viejo noble tendría un breve encuentro con su vieja amiga, la cobra blanca. Lo único que debía hacer es esperar a que hiciera efecto, limpiar cualquier prueba de su ataque, y salir por cualquier ventana de la habitación en la que estuviera el Marqués. Debía de ser rápida y mortífera, y no dudar: Cualquier fallo sería su perdición. Una vez fueran a buscarla, estaría de nuevo en su habitación. ¿Y quién la culparía, estando esos brujos rondando por el bosque como alimañas al acecho de su presa? No, no creía que tuviera problemas en quitarse el muerto de encima... Nunca mejor dicho

Se equipó totalmente: Dagas, ballesta y agujas. Había que estar preparada por si se veía obligada a escapar. Esperaba no tener que recurrir a dicha posibilidad, pero nunca estaba de más prevenir. Estuvo tentada de coger el violín, pero lo descartó rápidamente. No era estúpida: Por mucho que apreciara el instrumento, no la ayudaría en el combate, y podía vivir sin él. Suficientemente cargada iba ya como para llevar un peso, a priori, inútil. Completó su equipo con el surtido de ganzúas y el pequeño frasco de veneno de cobra blanca. No lo untó aún. No: Debía estar fresco

El sol, entrando por la ventana, observaba sus movimientos, justo cuando salía por la puerta, intentando ser lo más sigilosa posible. Ghost Note frunció el ceño. Habría sido mejor por la noche. Siempre era mejor por la noche

Sin embargo, esta vez no había tiempo que perder