Partida Rol por web

El grupo salió de la habitación donde estaba Seline con una sonrisa en la cara, y firmes intenciones de acabar con el entuerto. Tenían ya todos los datos, sabían lo que estaba pasando en la isla y como detenerlo. Todo era cuestión de tiempo. Podrían vengarse de Émil, podrían salvar a los habitantes, y podrían salir con vida de allí.

La extraña escala volvió a aparecer y todos bajaron con cuidado de no resbalarse, al fin y al cabo una caída desde tan alto podría ser peligrosa. Una vez en el suelo, la escalera volvió a retraerse y la catedral volvió a su estado original. Los paneles se volvieron a mezclar y no quedó rastro de lo que había sucedido, más que en las mentes de los protagonistas.

¿Podría haber sido un sueño?

De nuevo en la catedral, empezaron a escuchar sonido de lluvia fuera. Por fín, aquella extraña tormenta que amenazaba con precipitar, había decidido a hacerlo.

Xerine esperó a que el resto bajara, y dejó que el silencio perdurara unos segundos, quizás con cierto afán teatral, antes de añadir

Bueno, creo que el camino está claro Miró al resto sucesivamente mientras hablaba, uno a uno Tenemos el cuándo, el quién, y el por qué. Ya sólo queda aclarar el cómo

Pausa, inspiración

Pero hay algo que me gustaría puntualizar antes de nada. Quizás no os guste, pero prefiero embarcarme en esta empresa siendo consciente de nuestra situación, y no a ciegas. Así que decídme: ¿Estáis dispuestos a confiar en los demás?

El Marqués es poderoso, y Emil también, eso algunos habéis podido comprobarlo en vuestras propias carnes. No hay honor que valga con ellos, ni tampoco clemencia. Si queremos tener alguna posibilidad, debemos actuar como un grupo... Como uno solo. Y para eso, necesitamos confiar los unos en los otros, sin peros que valgan. Una confianza ciega y peligrosa, sí, pero necesaria. Si no podemos cooperar unidos, moriremos solos

Seré sincera: Ni muchos de vosotros confiáis en mí, ni yo en muchos de vosotros. Quint, tiene roces con el resto de brujos, y vas a verte obligado a aceptar que van a utilizar magia, y en grandes cantidades. Faliar, probablemente desconfías del sentido común de Aaron, después de su última escenita en el pueblo, pero tienes que estar dispuesto a poner tu vida en sus manos si es preciso. Echad un vistazo: No podríamos ser un grupo más dispar, pero es lo que tenemos. Por mi parte, estoy dispuesta a dejar a un lado mis prejuicios, pero necesito saber, antes, que vosotros también estáis dispuestos a confiar en mí, pase lo que pase ¿Y bien?

Miró a Faliar, y luego a Quint, los dos que más le preocupaban. Quint, por su aparente animadversión por la magia. A Faliar... Porque era consciente de que el guerrero confiaba tan poco en ella, como ella en él

Tienes razón. No confío en tí ni lo más mínimo. Pero también creo que tenemos que actuar como un grupo. Estoy dispuesta a combatir a vuestro lado... o a... -miró a Nahia- eliminar vuestros miedos, o como se diga. Podré hacerlo. De todas maneras, trataré de buscar otra manera de ayudar... creo que sé cómo encontrar respuestas, cómo encontrar parte de mis poderes.

En mis sueños.

Faliar se pone serio y mira a Xerine

- Xerine, tu y yo no nos entendemos, eso está claro. Los dos provenimos de mundos muy diferentes; tu has recibido una educación cuidada; yo he sido entrenado para el combate. A ti te habrán enseñado que todos los que usamos magia somos brujos malvados y monstruos; yo no tengo ni idea de donde he sacado mis poderes, todos ellos orientados a destruir y dañar, pero sé que la magia no solo sirve para hacer daño, que solo es una herramienta y que el usarla para el mal o para el bien es únicamente responsabilidad del que la esgrime. Pero tu nombre estaba en aquel cuadro junto al mío, el Marqués te persigue a ti igual que me persigue a mi, y al final el Destino ha hecho que volvamos a estar juntos. Además, por lo que dice Aaron, podrías haber dejado que muriese, y no lo hiciste, por lo que no creo que seas una espía del Marqués. Así que, en lo que a mi respecta, eres mi compañera igual que lo son todos los demás, al menos hasta que salgamos de esta isla. Luego ya no sé que pasará; supongo que tu regresarás a tu mundo civilizado y acomodado, y yo seguiré vagando en busca de alguna respuesta. Pero este viaje no se me olvidará nunca, y al menos quiero recordarte, si no como una amiga, al menos como una aliada.

Luego extiende los brazos y se dirige a todos

- A todos, no me importa lo que hayáis hecho, los errores que hayáis cometido, y los enfrentamientos que hayamos tenido. Sois mis compañeros en esto, y permaneceré junto a vosotros aunque me cueste la vida.

Escuchó en silencio las palabras de Catherine y Faliar, aunque levantó una ceja ligeramente cuando el guerrero comenzó a etiquetarla de manera tan descarada. Sin embargo, al final se limitó a asentir, sin añadir nada. Luego, se giró hacia Quint

Aaron escuchó las palabras de Xerine con emoción contenida. Los efectos de la canción de Nahia y Catherine todavía perduraban en él y era muy probable que en ese momento su visión global de la situación se viera alterada, no en vano se había emocionado como no lo había echo en años.

-Por mi parte confío en todos-Hizo una pausa apenas perceptible en la que miró de reojo a Quint-y cada uno de vosotros y estoy dispuesto a luchar como un grupo. Es cierto que he cometido más de una imprudencia pero estoy dispuesto a compensarlas con creces.

El rostro del convocador se ensombreció. Ni toda la magia del mundo podría curar la herida abierta que suponía saberse el asesino de D. Aunque no le hubiera conocido lo suficiente como para quererle eso no quitaba el echo de sentirse culpable.

-¿Que me decís? ¿Estáis dispuestos a hacerlo?

Terminó la frase colocando una mano en el centro del círculo, invitando al resto a imitarle. Resultaba bastante cómico pero expresaba bastante bien los pensamientos del chico. La confianza era difícil de conseguir y fácil de perder, pero cuando se tenía era una de las armas más poderosas con las que se podía contar.

Xerine suspiró, algo aburrida de tanta parafernalia. No obstante, adelantó su mano y la colocó sobre la de Aaron, antes de volver a clavar su mirada en Quint

Quint se encontraba embriagado de calma y serenidad cuando abandonaron el desván de Selene, y bajar de nuevo a la catedral no hizo más que ponerle de mejor humor. Esa extraña arquitectura negra, esa bizarra decoración, tan sombría, comenzaba a gustarle cada vez más. Era una lástima que no puedieran perder el tiempo, porque no recharzaría la oportunidad de pasar un día de descanso en ese lugar tan distante del mundo.

Antes de bajar, se había asegurado de guardar aparte de sus otras armas la daga manchada con sangre. Si de verdad era lo único que podía matar al marqués (aparte de la daga de Xerine que véte tú a saber de dónde había sacado) sería mejor tenerla a buen recaudo. Aun tenía muchas preguntas que necesitaban respuesta, pero ya se las haría a Selene tras cumplir su misión.

Con la nueva clama que había asentado la magia de las chicas y de ese lugar en él, Quint escuchó las propuestas de los demás: trabajar juntos. Mientras hablaron, él permaneción en silencio, apartado de ellos y atento a cada gesto y cada palabra. Finalmente, todos acabaron de parlotear y lo miraron. Parecía ser el único que quedaba por aceptar.

-No me gusta la idea. Yo siempre he trabajado solo, e involucrar a la pobre Nahia no me parece justo. ¡Da igual que sea una maga! ¡Es solo una niña inocente que nisiquiera era consciente de lo que era hasta hace unos minutos! -Explotó. Si querían ir juntos antes iba a decirles todo lo que pensaba a la cara.

- Nadie la ha involucrado, Quint. Ella ha venido porque ha querido. Así que habrá que respetar su decisión

Faliar imitó el gesto de Aaron, aunque le parecía un poco innecesario

Catherine también puso la mano en el interior del círculo. Más por el hecho de que todos los estaban haciendo que por simbolismo. Era muy obvio que no había verdadera confianza entre las partes. Quizá pudiera confiar en casi todos, pero Xerine era un elemento bastante disuasorio. Esas dagas aparecidas de repente, así como la tirantez con la que Faliar la trataba le hacían desconfiar de la música.

Sin embargo, y por no desentonar, colocó su palma sobre el dorso de la mano de Faliar. No había un lugar mejor.

-¡Pero vamos a luchar contra vete a saber qué! ¿Y si sale herida? ¡Si no es seguro para nosotros, menos para una niña desarmada! -Quit señaló a Nahia con su mano.- Imagínatela por un momento enfrente de una criatura como la que atacó la Dama. ¿Qué pasaría si decidiera atacarla? ¡La partiría en dos de un zarpazo!

Quint cogió aire antes de continuar, y dejó de apuntar a Nahia con su dedo para pasar a señalar a Aaron.

-Y por otro lado tenemos a Aaron... ¿Qué demonios hiciste para llamar a esa... cosa? ¿No te había prometido poder la sacerdotisa? ¿Para qué traer a más cosas antes de terminar el trato que te propuso el anterior?

-Me hice una idea equivocada de tí... ¡Estás corrupto de poder! Esta vez ha sido un ojo, ¡pero dos personas murieron y Faliar y yo fuimos heridos por las consecuencias que desencadenaste! ¿Qué será lo próximo que estarás dispuesto a dar a cambio de más poder? ¿Encerrarás a una niña en una catedral y hundirás toda una isla en las penumbras? ¡¿Te convertirás en otro Calvancanti?!

Por último señaló a Xerine.

-Pero por encima de todo, es de tí de quien menos me fío. ¡Te quedaste de brazos cruzados mientras Émil nos intentaba matar! ¡Oh, sí, lo olvidaba! -Puso voz de falsete, intentándo imitar la voz de la mujer.- "Solo soy una damisela inocente. ¡Alejaos de mí, sucios parias! ¡Vámonos Émil, tú si que eres un caballero!" Pero de repente ahora vas armada y quieres unirte a nosotros, el bando de los despojos sociales, para matar a tus anteriores compañeros con los que tan bien te llevabas. ¿Cómo sabemos que no es un truco del marqués, o de Émil, y que tú no eres su instrumento para hacernos caer en su trampa? Eso explicaría por qué querías tener el arma capaz de matar al marqués en tu poder hasta el punto de ofrecer tu ayuda a Selene para cortarse.

Quint se alejó un paso del círculo que formaban todos los que ponían su mano en el centro, y dió dos lentos pasos hacia la puerta. Luego, giró un ángulo recto y dió otros dos, hasta colocarse detrás de Faliar y Catherine.

-Sin embargo, si vais a matar a ese monstruo, iré con vosotros. No puedo permitir que nadie salga herido por un brujo, demonio o lo que sea el marqués. Pero no me pidáis que confíe en vosotros. La confianza hay que ganarla. El chico puso sus manos sobre los hombros de Faliar y Catherine, una sobre el de cada uno- Y dadas las circunstancias, solo puedo confiar en Faliar y Catherine.

-Faliar me ha convencido con sus actos y sus palabras que puede controlar su poder y que es un hombre de confianza. A pesar de la naturaleza de su poder, creo que va por buen camino para salvarse.

-Y Catherine... Dejando aparte su delicado aspecto, supongo que ella tiene incluso más ganas que yo de matar a ese demonio. Además, ya ha demostrado que sabe cuidar de sí misma. Solo espero que aprenda rápido a controlar sus poderes.

Aaron retiró la mano del círculo como si de repente le quemara el contacto con sus compañeros. Con asombro dio un paso atrás y miró a Quint directamente.

-¿Cómo que dos personas?-Dijo casi en un susurro a la vez que intercambiaba otra mirada con Faliar-Tu me habías dicho que no había pasado nada más.

Sin comprender miró al resto del grupo. ¿Qué le estaban ocultando? ¿Que más había pasado?

Con una súbita sensación de mareo por todas las acusaciones que el cazabrujas había vertido sobre ellos se tambaleó hasta la pared y se apoyó en ella. No podía creerlo, las malas noticias seguían apareciendo y amenazaban con no dejarle ni un momento en paz. ¿Tendría razón Quint? ¿Estaba tan ebrio de poder que había olvidado quien era realmente?

¡No!-Algo se reveló dentro del muchacho, una fuerza surgida de la desesperación-¡Tu jamás cometerías esos errores! No eres malvado, sólo luchas para defenderte y para defender a los que quieres.

Y, sin embargo, habían muerto dos personas...

Sintiendo que se le empañaban los ojos se dio la vuelta y miró su reflejo en uno de los trozos de cristal roto que habían caído al destrozar la cristalera. Se vio a si mismo sin ojo, manchado de sangre y con una herida abierta en el pecho que podría decorar el cuerpo de cualquiera de los presentes, incluso de Nahia. Se vio desolado, roto por dentro, merecedor de todo cuanto Quint había dicho de él y de muchas mas cosas que a buen seguro se pensaban. Se vio corrupto por un poder que no había elegido poseer, pero que había decidido desarrollar. Vio la estampa de su familia manchada y a su padre gritándole que jamás debería haberle criado.

Vio la decepción reflejada en sus ojos.

-Yo nunca haría eso-Dijo, todavía susurrando, pero la inseguridad podía advertirse tras el velo dela nobleza que quería inculcar a sus palabras y a sí mismo-Yo sólo...me sentía débil y...quería ser útil.

Cabizbajo y sin girarse hacia el grupo, la imagen de Aaron era la de alguien derrotado por los acontecimientos. Todo había pasado en apenas un día y conocer todos esos datos de repente había sido demasiado para él.

-Sin embargo te entiendo. Supongo que yo pensaría igual.

Levantando la vista hacia el techo de la catedral Aaron tuvo la imperiosa necesidad de salir de allí, de encerrarse en una habitación y dormir hasta que todo aquello hubiera pasado, confiando en que al despertar no hubiera sido más que un mal sueño. Volvió a agachar la cabeza y con una patada apartó los restos de cristal que reposaban a sus pies, quedando bajo ellos el frío suelo de piedra de la catedral. Todavía podía enmendar sus errores, todavía podía redimirse pero ahora...ahora estaba demasiado cansado.

Faliar suspira; se esperaba que Quint estallase de esa manera. Agradece el gesto de confianza a Quint, pero luego se va con Aaron, tratando de tranquilizarlo.

- No te preocupes, Aaron; yo sé que no tenías malas intenciones; no te sientas culpable. En última instancia, fue Emil el que nos provocó, así que la responsabilidad es principalmente suya -luego se gira hacia el chico rubio- Quint, la magia es impredecible, y más aún cuando tratas con entidades como las que invoca Aaron. Pero como ya dije antes, no es más que una herramienta, no muy diferente de esas dagas que empuñas, y que se use bien o mal depende únicamente de la voluntad del que la esgrime. Puede que Aaron cometiera un error, pero no creo que sea el tipo de persona que se dedica a acumular poder y utilizar la magia en su propio beneficio o para causar el mal. Como todo, hay que aprender a controlarla -hace una pausa, y vueve a mirar a Aaron- Pero cuanto más grande es el poder que esgrimes, más responsabilidad conlleva; si no estás listo para hacer frente a las consecuencias de tus actos ni para controlar ese poder, no busques más hasta que no domines el que ya tienes. De otro modo, es cuando empiezas a convertirte en un monstruo, en la senda hacia la autodestrucción.

Xerine no mostró sentimiento alguno en su expresión. Se limitó a asentir ante las palabras de Quint, y esperó a que Faliar terminara para hablar

Estoy de acuerdo con tu decisión. Pero si todo se va al garete por tu culpa, lo pagarás caro

Sorprendentemente, no parecía una amenaza. Más bien lo dijo como si fuera una afirmación lógica y comprensible. Luego se giró hacia Nahia, dando la conversación con Quint por finalizada. Xerine no era alguien que mostrara abiertamente lo que pensaba, ni que se entretuviera demasiado con palabras innecesarias 

Si la niña quiere venir, no voy a ser yo quién se lo niegue. Ahora, si vamos a estar teniendo problemas porque al Don Tolerancia le entra la vena maternal, lo mejor es que la dejemos aparte. No controla sus poderes, y no veo en qué podría sernos útil a la hora de enfrentarse al Marqués

Las palabras de Quint causaron más sensación en alguno de los presentes de lo que quizás pretendían. 

"¿Y si sale herida?" "¿Qué pasaría si decidiera atacarla? ¡La partiría en dos de un zarpazo!"

¿Se preocupaba por ella? Sabía que eso no significaba nada, era una respuesta que cualquiera de ellos podría haber alegado, sí, pero cualquiera al que le importase que continuase viva. Sin embargo..

"Y dadas las circunstancias, sólo puedo confiar en Faliar y Catherine."

Y todo quedó perfectamente claro. Era una carga, un imprevisto más del que preocuparse para que su muerte no fuera luego un peso en sus consciencias.

Aquel joven pensaba que era débil e inútil, pues bien, aquella pueblerina le demostraría lo contrario, y si con ello realmente alcazaba el fin de sus días estaba totalmente de acuerdo. Él quizás no lo entendía pero Nahia tenía muchas razones para estar en esa batalla. Su madre había y Catherine podía morir en ese enfrentamiento, su padre se había convertido en un "oscuro" y allí se encontraba el Marqués. El engendro manipulador que le había arrebatado todo lo que amaba. El odio se apoderaba de ella cada vez que se daba cuenta de la pantomima de la que formó parte. El pueblo era su escenario y sus gentes los títeres de los que beneficiarse. Había estado ciega, al igual que su madre, pero ahora estaba despierta y no iba a quedarse de manos cruzadas mientras un grupo de extranjeros sin más motivos para matarlo que el de salir de allí vengaba su sufrimiento. No, Nahia tenía más razones que nadie para querer ver morir a ese monstruo , daba igual que sólo tuviese 15 años. Esa era antetodo su lucha.

- No os preocupeis por mi, desde el principio yo dije que venia por mi cuenta y riesgo. Y si me dejais aparte no evitareis que vaya donde el Marqués  y me enfente a él. Y aunque seguramente fracase y apenas le cause algún leve rasguño, no pienso dejar que el que asesinó a mis padres siga jugando conmigo. Lo siento Catherine, pero no voy a dejar que tu también vayas a morir mientras yo espero en el pueblo a que ese engendro acabe con todos.

Su expresión era gélida, pero sus ojos destilaban fuego.

-Tranquila Nahia. Sé que tienes los mismos motivos casi que yo para ir a matar al marqués. Y sí, no podría dejarte en la aldea a no ser que quisieras, así que creo que tienes tantos derechos o más incluso que cualquiera de ellos para acompañarnos.

Miró a Quint. El cazabrujas había definido su confianza hacia ella y Faliar, y su desconfianza hacia el resto. Eso dividía el grupo en dos partes, de las cuales no quería ser la intersección.

-Quint, no voy a tolerar que te dirijas así a Nahia. Puede que ella sea incluso más madura que tú. Si ha decidido acompañarnos es cosa suya, y puede que nos sea más útil que tú quejándote en todo momento.

Miró al grupo entero.

 -Creo que debemos apresurarnos, no podemos llegar cansados a la mansión del marqués, y Seline nos ha dicho que no podemos dormir.

-Gracias-Murmuró Aaron esbozando una sonrisa cansada, pero sin girarse al grupo. Faliar era su único punto de apoyo y que Quint hubiera dividido así el grupo no le ayudaba en nada.

Permaneció sumido en un silencio pesaroso hasta que todos decidieran que no tenían que decir nada más. Sería entonces cuando se tomaría unos minutos para intentar enmendar su error, aunque fuera de una forma muy precaria.

Catherine se dispuso a salir de la catedral. Ya habían perdido mucho tiempo con discusiones filosóficas sobre la confianza, y lo único que importaba era acabar con ese engendro de la naturaleza que era Cavalcanti.

La bella mujer se acercó a la puerta, y la abrió lentamente. Y se quedó bloqueada.

-Est... est... está lloviendo.

Todos los sentimientos negativos de Nahia quedaron momentaneamente en un ridículo segundo plano ante el hecho de que, por fin, estaba lloviendo. Y ante todos quedó una niña con los ojos y la boca  abiertos.

-¿Cómo?

Palabras de incredulidad es lo unico que acertaba a decir.