Partida Rol por web

Faliar jadeaba; el esfuerzo le había dejado más exhausto de lo que esperaba. La visión se le había vuelto borrosa, y apenas veía a sus contrincantes. A pesar de todo, realizó un último esfuerzo y preparó su escudo para defenderse.

Nahia se arrodilló junto a Quint, una vez que lo hubo traído Aaron. No sabía qué hacer, solo buscó en su alma, en sus sueños. No había nada allí, nada parecido a algo que pudiera curar. 

Una lágrima cayó por su mejilla, y golpeó a la flauta, que empezó a vibrar de energía. La niña, sorprendida acarició el instrumento, y por inercia, comenzó a tocarlo. No sabía qué es lo que podría salir de ahí, pero algo le decía que tenía que hacerlo.

Unas alas mágicas surgieron tras Nahia, y acariciaron la cara de Quint, recogiendo su sangre y limpiando su cuerpo. Acariciaron sus ojos cerrados mientras se movían. Repentinamente, una explosión de enegía luminosa salió de la pequeña para penetrar en el cuerpo del cazabrujas. Multitud de hilos blancos acariciaban la piel de Quint, sanando sus heridas.

El pecho del rubio empezó a moverse de forma rítmica. Mucho menos acelerado de lo que estaba antes, parecía que ya estaba estable.

Catherine cerró los ojos, y empezó a cantar de nuevo la canción que había entonado para empezar a emitir luz, pero esta vez en un tono mucho más alto, casi ensordecedor. A pesar de eso, no sonaba mal, símplemente era una música muy penetrante, y al igual que el oído, también la vista se resintió. En el momento en el que Catherine hizo la nota más aguda, una explosión de luz intensa dominó el pasillo. 

Todos los oscuros se llevaron las manos a la cara, totalmente cegados. La luz que había emitido Catherine había sido tan intensa que había quemado sus retinas, y no veían nada.

El par de oscuros que quedaba se lanzó contra Faliar sin dejarle un segundo de aliento. Si bien era cierto que estaban cegados, el mago estaba realmente agotado por su anterior hechizo, y había perdido un tiempo valioso tratando de recuperarse. 

El primer embate fue fácilmente esquivado, dejando a Faliar en una posición ventajosa para golpear al enemigo con su hacha. Alzó el acero, pretendiendo que cayera sobre el cuello de su enemigo, pero al bajar el hacha resvaló unos centímetros de su mano, haciendo del ataque mortal una maniobra para no perder su arma.

El segundo oscuro aprovechó la situación para atacar, ganando puntos gracias a la suerte. Pero, aunque Faliar no fue capaz de defenderse bien del ataque, su gabardina y piel especialmente dura detuvieron el arma sin causarle ni un rasguño.

Faliar seguía jadeando, pero los movimientos de sus enemigos resultaron torpes.... tan torpes como los suyos; al intentar contraatacar, el filo de su arma se iluminó con un brillo verde, pero el cansancio hizo mella y el hacha resbaló de su mano.

Luego sintió la punzada de la espada en su piel, pero fue como si le rascaran. El ataque solo desprendió un poco de polvillo grisaceo, pero sirvió para enfadarlo aún más. Esos dos estaban muertos.

Por fin una pequeña baza a su favor. La luz de Catherine había cegado a sus contrincantes, y eso le daba una ventaja táctica muy importante. Aún así, intentó centrarse en combatir de forma segura, más preocupada por proteger a los magos que por concentrarse en atacar

Xerine conbatía de una forma muy conservadora, evitando cualquier clase de movimiento brusco que pudiera comprometer de una manera peligrosa su situación. Combatía contra dos enemigos, y no sería decoroso morir en el mismo lugar en el que Quint había caído. Ella estaba por encima de todo eso. 

Y de hecho, la forma en la que movía sus dagas lo demostraba, esquivando los torpes movimientos de los oscuros consiguió ver una ocasión propicia para el ataque, y lanzó su cuerpo hacia la garganta de cada uno de ellos. Sus dos dagas iban delante, marcando el destino final de uno de ellos.

La daga atravesó la garganta del oscuro más herido, que no tuvo tiempo a defenderse con eficacia. Su cuerpo cayó pesadamente al suelo sin poder hacer nada más.

El otro recibió el impacto en un brazo, y aunque profundo no fue demasiado grave. Aún tenía ganas de seguir combatiendo.

Xerine volvió a la posición inicial en un pestañeo. Era difícil saber si había atacado, si no fuera por el devastador efecto de su ataque. Pero allí estaba, haciendo de guardiana para unos compañeros a los que no apreciaba.

Xerine clavó su mirada en el último contrincante que había frente a ella, sin pestañear. Sin embargo, sus palabras iban destinadas al resto de sus compañeros, todos situados a su espalda

¡Yo me encargo de este!

A uno podía hacerle frente. Y, por lo que oía al otro lado del pasillo, parecía que Faliar estuviera teniendo algún que otro problema...

Aaron volvió a girar sobre si mismo al cerciorarse de que Xerine no necesitaba su ayuda y sólo tras asegurarse de que Nahia se estaba encargando de Quint. Cumplidos esos dos requisitos se dispuso a ayudar a Faliar, que era el que más problemas parecía tener.

Volvió a llamar al hierofante y le señaló a uno de los oscuros que estaban acosando al guerrero. Él ya sabía lo que tenía que hacer. Destruirlo.

De nuevo, el ave roja salió del extraño ser que convocaba el chico de pelo negro y se estrelló contra el indefenso Oscuro. No podía defenderse, era materialmente imposible hacerlo.

Recibió el impacto de lleno, y la energía liberada por el hierofante entró dentro del oscuro, que empezó a brillar en rojo. Un segundo más tarde, su pecho estalló en mil pedazos y cayó de espaldas, inerte.

Muerto.

Catherine volvió a entonar su canción más asesina. El soldado luminoso volvió a salir, y la muerte de luz volvió a atacar al Oscuro. Éste no pudo hacer absolutamente nada.

Catherine, por alguna razón había actuado súmamente rápido, casi traspasando las barreras del espacio tiempo. Su canción empezó a sonar, y el pobre soldado enemigo, con un brazo en la cara, tratando de interponer su espada contra el soldado fantasma, totalmente desconcertado por dónde le venáin los disparos, no pudo hacer otra cosa más que recibir el impacto, y morír de la manera más cruenta posible. 

Por su lado, Xerine combatía contra el último oscuro, también totalmente cegado trató de atacar a la bella mujer, totalmente sin éxito, a pasar de que Xerine resbaló con el cuerpo de uno de los muertos en su maniobra defensiva. 

La música se quedó mirando a su enemigo durante una fracción de segundo.

Entre el fragor del combate, las miradas de Xerine y el soldado se cruzaron. Y la música esbozó una sonrisa. Las palabras que siguieron fueron apenas un susurro, destinadas a sus oídos

Corre a avisar a Emil de que la pelea está perdida

Intentó desarmarle

Te doy tres segundos

Había cierto tono cómplice en su voz. Incluso se permitió el lujo de guiñarle un ojo

Xerine bailó como nunca. Sus manos se movían ágiles entre el oscuro y ella, como si no quisiera hacerle daño, y símplemente ese estuviera riéndo de él. Fácilmente, pasó su hoja bajo la de su enemigo, y se escurrió hasta ponerse bajo las muñecas del oscuro. Fácilmente podría haberle cortado el cuello, las manos, el corazón, o incluso pincharle en un ojo. Pero decidió dejarlo sin arma.

Con un pequeño toque maestro, un pequeño movimiento fue suficiente para que la espada del oscuro quedara clavada a varios metros de distancia. Xerine hizo algo asi como una catapulta con la hoja del Oscuro, usando su destreza, y la fuerza del oscuro para mandar el arma lo más lejos posible.

Te doy tres segundos

El oscuro se lanzó contra Xerine sin pensárselo dos veces, no estaba ahí para huir, no era su condición.

Faliar se gira justo a tiempo para ver como el oscuro se lanza contra Xerine. ¿En que estaba pensando la música al perdonarle la vida? ¿Esperaba que negociase con ella o algo?

Con paso firme se acercó a la criatura, listo para soltarle un hachazo y acabar con eso de una vez por todas.

Xerine frunció el ceño

Como desees

Xerine giró su brazo con un rápido movimiento, y segó el cuello del Oscuro que se lanzaba contra ella. La sangre empezó a brotar por su cuello cayendo por su camisa y pecho, y haciéndole caer de rodillas frente a ella. Pero aún le quedaban fuerzas.