Partida Rol por web

Faliar acelera el paso y se lanza contra el oscuro. Cogiendo impulso, salta por encima de un cadáver y describe un mortífero arco descendente con su hacha, que va a clavarse directamente en la cabeza del oscuro. La potencia del golpe es tal, que el hacha queda trabada en el cráneo. El oscuro cae de rodillas, y Faliar apoya su pie derecho en el torso de la criatura, empujando hacia delante mientras tira del hacha hacia fuera para tratar de destrabar su arma. Finalmente, se oye un terrible crujido cuando el craneo termina de partirse por la mitad como un melón maduro y Faliar libera por fin su hacha. Patea el maltrecho cádaver en el pecho, enviándolo un metro hacia atrás. Está furioso. La "bestia" se está apoderando de nuevo de él; se asegurará de que sea lo último que Emil vea.

El combate había terminado, la adrenalina empezaba a descender por el torrente sanguíneo de los presentes...

De pronto, un pinchazo muy doloroso azotó el interior de Aaron. Sus heridas internas estaban pasandole factura. Y, de su mano, el anillo en el que el loco se había convertido dejó de ser un objeto inanimado, y se convirtió en persona de nuevo. 

Un hombre alto, con una capa de viaje, un sombrero de ala ancha y un bigote muy largo se presentó, y con voz chillona dijo:

-Bueno, creo que yo por aquí ya he cumplido. Nos vemos de nuevo Aaron.

Y, se marchó atravesando la puerta cerrada que daba a la calle. Dando saltitos.

Faliar respira profundamente unos segundos, para despejar la enajenación transitoria y los restos de fatiga de su psique. Luego repara en Quint, tendido en el suelo y sangrando por sus heridas

- ¿Como está Quint? ¿Puedes ayudarle? -pregunta a Nahia. No se le ha escapado la luz que la niña ha invocado sobre el cuerpo del cazador de brujos

Aire... aire puro.

Quint abrió los ojos de pronto. Las heridas, al menos muchas de ellas habían desaparecido, a pesar de que el dolor continuaba dentro de su cuerpo. 

Lo primero que vio al despertarse fueron los ojos de Nahia, que permanecía agachada a su lado. Quint sintió como la propia energía de la niña penetraba en su cuerpo y le...

sanaba.

Le había salvado la vida. La magia le había salvado la vida. No podía creerlo, y a la vez le resultaba totalmente irónico. Trató de articular palabra, con dificultad. Sus heridas internas todavía le dolían, pero estaba vivo y consciente al fin y al cabo.

-Gra... gracias. Muchas gracias pequeña, te agradezco que estés aquí, y que me hayas curado. cof cof Ahora es el momento de comerme mis palabras... ¿no?

-Sí... creo que... eso es lo que he hecho. No sé ni como ni por qué. Pero ya no está herido. O al menos, no tanto.

Los penetrantes ojos verdes de la niña, se cruzaron por un segundo con los también verdes ojos del mago. Le estaba diciendo la verdad.

Pronto cambió la mirada, prefería mantenerse fija en los rubíes ojos del cazabrujas.

Casi respondiendo a sus preguntas, Quint recupera el conocimiento. Sin mediar palabra, Faliar asiente a la niña con una ligera sonrisa. Se agacha al lado de Quint y le ayuda a incorporarse y levantarse

- ¿Puedes moverte?

Xerine no dijo nada ante la acometida de Faliar, que se plantó de repente entre ella y su enemigo como si nada. Tampoco comentó nada sobre los hechizos que aún seguían dispersos en el aire, ni sobre el extraño personaje que había salido al lado de Aaron. Simplemente asintió, y, dando por finalizado el combate, se apartó del grupo para asegurar el perímetro

Faliar, registra el otro pasillo

Vale... ¿y ahora qué? ¿A dónde vamos? Por mí si ese cobarde de Émil quiere huir, que huya, nuestro objetivo es Cavalcanti,¿no es cierto?

Catherine sabía por donde continuar. ¿Donde estaría el marqués?

Catherine fue la que siguió la orden de Xerine mietras Faliar se acercaba a Quint.

-Nadie. 

Dijo la chica.

Xerine asintió. Luego se acercó al resto. No comentó nada sobre el estado de Aaron o Quint, pero miró al primero y a Nahia de forma poco amistosa, frunciendo ligeramente los labios

-YO... cof cof... me duele todo el cuerpo. A no ser que tengáis algo parecido dentro de vuestros hechizos para calmar el dolor, creo que no seré demasiado útil.

El rubio hablaba con sinceridad. A pesar de haberse levantado, seguía haciendo equilibrios en la fina linea que hay entre la vida y la muerte. Por ahora estaba vivo, pero la puntera de su pie derecho estaba ya al otro lado. Solo tenía que pasar el pie entero.

Si me diériais algo de tiempo... o quizá de nuevo otro chute de ese hechizo, quizá pudiera hacer algo... ya sabes. Clavarle esto al cabronazo del marqués.-dijo enseñando sus dagas- pero así... va a ser complicado.

Nadie en el otro pasillo tampoco. Al parecer estaban solos. una puerta enorme aparecía entre ellos, justo en medio de las dos escaleras de caracol. En la otra pared había dos puertas a cada lado de la que habían pasado, y otra en cada lado del pasillo, todas ellas cerradas.

Primero miró a Catherine

- No creo que Emil se haya marchado; habrá ido a lamerle las botas a su amo. Me temo que vamos a tener que enfrentarnos a los dos a la vez, o intentará emboscarnos mientras deambulamos.

Luego volvió con Quint, ayudándole a sostenerse

- Ten cuidado. En este estado no puedes hacer mucho.

Xerine miró a Nahia

¿Puedes restablecerle del todo?

La pregunta fue seca y directa. La música no parecía dispuesta a perder más tiempo del necesario

Quint miró a los ojos a Faliar. La verdad es que el guerrero le había demostrado mucho en el tiempo que llevaban juntos. Habían tenido sus mas y sus menos, le había hechado del grupo al llegar a la isla e incluso había estado a punto de matarle. Eso sí, Quint tampoco había hecho demasiado al principio por la relación, al fin y al cabo también había intentado atacarle. 

Pero ahora, todo era distinto, se preocupaban el uno por el otro. Quint dejó caer el peso de su cuerpo en Faliar.

-Gracias... amigo.

Yo... no... no lo sé. No sé como lo he hecho, y no sé si puedo curarle del todo...

Nahia dio un par de pasos hacia atrás. Las palabras de Xerine eran secas... y le asustaron un poco. Después del tirón que había dado de ella, a pesar de haber sido por su bien, le había dejado ver que la música era una mujer que no se andaba con tonterías.

Si no vas a intentarlo siquiera, entonces Quint es una carga. Faliar, coge su daga y vamos a por el Marqués

Miró al guerrero, sin ocultar que la opción le resultaba más que satisfactoria. A pesar de todo, no sonreía

Faliar mira a Nahia con suavidad, tratando de compensar las secas palabras de Xerine. No sabía si la música no se daba cuenta, pero no era forma de ganarse la confianza de una adolescente que acababa de perder a su madre y descubrir sus poderes mágicos. Disipó los últimos restos de la "bestia" de su mente, y trató de parecer lo más tranquilo posible.

- Inténtalo Nahia. Ya has demostrado ser una poderosa hechicera; seguro que puedes volver a hacerlo.

Ante lo que se avecinaba, les convenía estar todos lo más saludables posible, y que la única que de momento había demostrado poder curarles no dudase de sus habilidades

Nahia miró a Faliar. Él sí le inspiraba confianza.

-Vale, dijo con una media sonrisa. Lo intentaré.

De nuevo se sucedió la escena. La flauta empezó a sonar y unos hilos luminosos salieron de Nahia para acariciar a Quint. ëste se sintió recuperado, pero el dolor no remitía. Las heridas externas causadas se cerraban, pero no así las fracturas internas.

Aún así, Quint se sentía mejor.

-Mejor... no estoy a tope, ni mucho menos, pero creo que podré hacer algo.

Tosió un poco de sangre, y trató de ponerse de pie, sin la ayuda de Faliar. Podía, pero era complicado. La herida había sido muy profunda.