Partida Rol por web

La luna gobernaba la noche. Habían llegado a la fuente natural ese mismo día y el sonido de la cascada sonaba a escasos metros tras él. El agua se precipitaba sobre sí misma, creando un mantra relajante.

Faliar había comenzado su guardia. Sus ojos se movían por los alrededores, tratando de ver algo que nunca existía. Dos pares de días llevaban ya guardando las noches, y nada ocurría dejando aparte algunos predadores que ya asustados por el fuego la sola muestra de que alguien les observaba y que no podrían acercarse a rapiñar nada era suficiente para asustarlos. Había algo en ellos que les asustaba, como una presencia extraña. Una mirada era ya casi capaz de intimidar a un animal perdido.

Esa noche estaba siendo especialmente tranquila. Después de su conversación con Pierre, el pasado había vuelto a visitar al guerrero, y había sido una visita agridulce. Todavía alguna lágrima surgía de los ojos de Faliar, brillando en plata mientras caía por su mejilla.

Pero, no era lo único que brilló en aquella noche.

Un destello argénteo, entre los arbustos, en dirección a la fuente natural atrajo los sentidos del vigilante.

¿Que era eso?

Faliar deseó tener a mano su hacha y su escudo en aquel momento; no le gustaba depender demasiado de la magia. Pero bueno, solo con sus poderes no es que fuera precisamente inofensivo. Se levantó, y dudando si abandonar el campamento o ir a investigar que había sido aquella luz, optó por acercarse, pero sin perder de vista el campamento. Iba pendiente de sus sentidos mágicos, por si aquello fuese algo más que un simple reflejo de la luna en el agua.

Faliar se acercó lentamente. No había magia en aquel lugar, sus sentidos estaban pendientes de ello, y si no se confundían, el arcano elemento no aparecía en el lago. Un paso lento, seguro, llevó al mago hasta los arbustos colindantes. De nuevo el brillo plateado apareció ante sus ojos.

Enjugó sus lágrimas, temiendo que fuera por su culpa y volvió a mirar hacia el pequeño lago...

Ondas, surcos... La caída de las aguas rompía la serenidad de una calmada película de agua con una inusitada violencia. Varios metros de descenso eran terminados con un sonido contínuo, relajante y extremadamente bello. Y no era solo el sonido. El ambiente cercano estaba húmedo, frío. Una sensación refrescante acariciaba la piel del que se acercaba a la fuente, y tras más de una semana sin contacto directo con una fuente de agua... era hasta mágico.

Frescor. Frescor en absolutamente todos los sentidos. Un sonido armonioso, una sensación magnífica y un olor a natureza embriagador. El verde nacía alrededor de la fuente, lamiendo con su color los bordes del agua. Las pequeñas flores brillaban también con la luz de una luna en plenitud. Y ahí arriba, en la cima de la cascada, las estrella y el astro rey de la noche deleitaban la vista con un concierto de luces y sombras que era observado por los mortales como algo incapaz de ser igualado.

Belleza.

No habría otra palabra para definir lo que ese lugar evocaba.

Las ondas comenzaban a concentrarse en mitad del pequeño lago y una mancha negra surgía, como aparecida del interior del agua. Tras un instante, rompió la barrera que separaba su camino del aire puro y el brillo plateado volvió a aparecer ante los ojos de Faliar.

Un cabello moreno dejando un reguero de gotas en el aire en espiral coronaba un cuerpo color perla de formas perfectas. Unos senos marcados curvaban el pecho de la mujer, coronados ambos con unas pequeñas puntas carnosas, rodeadas ambas por un tono ligeramente más oscuro.

La gotas de cristal resbalaban por el cuerpo de la mujer detallando su figura y resaltando sus perfectas formas. Cada una de ellas devolvía en su ruta la mirada que la luna le enviaba, restallando en plata. La mujer le daba la espalda y su cabello en suave descenso acabó cubriendo gran parte de la perfecta espalda, ocultando unos levemente dibujados músculos.

La espalda acababa en una perfecta curva ascendente, del tamaño y la firmeza perfectos cubierta a su vez por la poca agua que aún no había acabado de deslizarse hasta la superficie del lago.

La luz de Selene bañaba a Alice, y allí, desnuda y en pie en mitad del lago, cubierta tan solo por los reflejos que la luz plateada permitía en su cuerpo, tenía el mejor vestido que nunca hubiera llevado.

Faliar se quedó tan solo unos segundos hechizado por la magia que irradiaba la escena. Luego se dio cuenta de que estaba contemplando a Xerine desnuda, mientras se bañaba; el reflejo plateado era la luz de la luna, como en un principio había sospechado. 

Una sonrisa triste apareció en su rostro mientras miraba al suelo y negaba con la cabeza. Sentía que no debía estar allí; después de la conversación con Conrad, quería volver a hablar con Xerine, pero lo más probable es que ella no quisiera nada de él, y menos en aquel lugar y en aquella situación. Xerine estaba de espaldas; puede que aún no lo hubiese visto. Despacio, procurando no hacer ruido, se giró y comenzó a abandonar el lugar, regresando al campamento.

El mago comenzó a retirarse sigilosamente, tratando de que la asesina no viera que había aparecido en el claro, pero los ojos de Alice eran demasiado rápidos para él.

Un destello verde apareció tras la cortina negra que eran los cabellos de Xerine. Le había visto.

Alice se giró hacia Faliar, sin preocuparse en cubrir sus vergüenzas. Le miró en silencio, sin mudar su expresión, como si estuviera contemplando un arbusto o una roca. Sus ojos se clavaban en él como dos alfileres punzantes

El repentino silencio hizo que Faliar se diese cuenta de que su intento de marcharse sin ser visto no había tenido éxito. No se giró del todo, solo volvió ligeramente la cabeza, y habló en apenas un susurro.

- Estaba de guardia, vi un destello en esta dirección, y me acerqué a inspeccionar. Lo siento, no tenía intención de molestarte. Ya me marcho.

Sin más, siguió caminando hacia el campamento. Tenía una conversación pendiente con ella, pero no sería él quien diese el paso, y menos en aquellas circunstancias.

Alice bufó

No tenías intención. Así funcionas, Faliar. Por accidentes

Se acercó a la orilla, donde la esperaba su ropa, bien doblada

Faliar se detuvo y sonrió ante ese comentario, aunque no se volvió. Buena puya, pero no se iba a dejar herir tan fácilmente.

- Si, ¿verdad? Pero no soy el único. Fue un accidente lo que nos llevó a Corvinus. Y también fue un "accidente" lo que nos separó al salir de allí. Y lo de la fiesta... otro más. Vamos saltando de accidente en accidente.

Seline no lo creía así

Alice se sentó sobre una roca en la orilla del lago, aún con los pies en el agua. No hacía demasiado calor, pero la ex-música no parecía acusar el brusco cambio de temperatura. Probablemente estaba esperando a secarse

A estas alturas, yo tampoco lo creo

Se giró hacia él. Su expresión seguía sin mostrar nada de lo que estaba pensando

¿Puedo hacerte una pregunta algo directa? No espero que respondas, pero, si lo haces, sé sincero

Se quedó pensativo unos segundos; ¿le convenía? Probablemente la pregunta fuese otra puya, pero si tenía la opción de no responder...

Se giró y la miró; seguía desnuda, pero eso no le alteraba lo más mínimo. 

- Dado que una parte de mi vida ha sido una mentira, intento compensarlo siendo todo lo sincero que mi memoria me permite. Dispara.

¿Amas a Cath?

¿Que debía responder? ¿La verdad, o callarse? ¿Se tomaría a mal la verdad?

Al infierno

- Con toda mi alma. Estos tres años, ella y Nahia han sido mi mayor, mi único, apoyo. No me quiero ni imaginar donde habría acabado si no fuera por ella.

Alice clavó su mirada en Faliar, y algo pareció quebrarse en ella. Un atisbo de duda, quizás. Un resquicio de ira, puede

¿Te quedarías a su lado? ¿Ante toda tormenta, ante cualquier imprevisto? ¿Te mantendrías firme ante las adversidades, o la abandonarías a su suerte?

- Ya veo a donde quieres llegar

Cruzó los brazos por detrás de la espalda y se giró de nuevo, pero esta vez no miraba hacia el campamento, sino hacia el cielo. Contemplaba la Luna, única testigo de aquella conversación.

- He estado huyendo desde que abandoné este maldito país, perseguido siempre por mi pasado y por ese rey negro. No sabría decírtelo con exactitud, porque no recuerdo aún los detalles, pero cada vez estoy más seguro de que si abandoné a Penélope... y a Rose... fue porque mi pasado me encontró, y en vez de enfrentarme a él, huí para no poner en peligro las vidas de aquellos a los que quería, pensando que mi huída les haria meños daño que el quedarme y arriesgarme a que les hiciera algo. Me engañaba; hacía justo lo que el rey negro quería: abandonar a mis seres queridos, para que se hundieran en la tristeza. Pero ya nunca más; si vuelvo a Moth, es para hacer frente de una vez por todas a eso, y dejar de huir como un cobarde dejando vidas destrozadas a mi paso.

Giró la cabeza y miró a Xerine

- Así que si: iría al Infierno por ella, si fuese necesario. 

Clavó sus ojos en los de Xerine, remarcando que lo que iba a decir ahora iba totalmente en serio

- Y si no lo hiciera, si la abandonase ante la dificultad, entonces búscame y rebáname el cuello, porque no merecería otra cosa.

El ceño de Alice se iba frunciendo más y más según la explicación de Faliar avanzaba

Mentiroso

Su expresión se crispó ligeramente al pronunciar la palabra. Su tono había ascendido ligeramente, pero volvió a bajarlo de nuevo

Mientes, mientes, mientes. ¿Intentas hacerme creer que todo fue por cobardía? ¿Por no enfrentarte a tus pecados? ¿Intentas decir que, más allá de tu propio egoísmo, lo hacías por la gente a la que querías? ¿Y de qué les sirvió, eh? ¡¿De qué sirvió nada de eso?!

Se giró hacia el manantial, ocultando su expresión. Tras unos segundos, volvió a hablar, de nuevo en un tono frío y tranquilo

Crees que has cambiado, pero tus palabras están manchadas de sangre. Siempre lo estuvieron

Faliar se mantuvo firme. Xerine estaba enfadada; tenía derecho a estarlo. Pero no era un mentiroso.

- No me has entendido. Cobardía, egoismo... ¿No son acaso lo mismo? No huía para proteger a nadie; huía para protegerme a mi, solo que era tan cobarde que me busqué excusas y me las creí. Y como toda acción cobarde y egoista, no sirvió para nada. Solo para traer desgracias a gente que nada hizo para merecerlas.

Estaba muy tranquilo. Se estaba dando cuenta de muchas cosas aquella noche, y por primera vez en mucho tiempo, empezaba a comprender buena parte de si mismo y de lo que había sido

- Mis palabras, mis manos, están manchadas de sangre. Nada de lo que haga las limpiará; no devolverá a la vida a Penélope ni a Rose. Pero eso no quiere decir que tenga que seguir ensuciándomelas, abandonando y arruinando más vidas inocentes. No busco perdón, ni redención; no busco una apoteosis que me redima de mis pecados. Solo busco dejar de hacer daño a la gente. Quizás lo consiga haciendo frente a mi pasado, o quizás lo consiga arrojándome desde un precipicio; el tiempo lo dirá.

Palabras y más palabras. Tus palabras se las lleva el viento, Faliar. Y eres un mentiroso

Se giró y le miró de nuevo, con los ojos brillando en la oscuridad, si bien esta vez el brillo era húmedo y profético. Sin darse cuenta, probablemente, comenzó a andar hacia él. El warlock nunca la había visto así

¿Qué otra explicación queda? No, no hay explicación. Eres un maldito enigma, un jodido interrogante que se mete en mi cabeza como el zumbido de una abeja molesta. ¿Quién eres en realidad? ¿Qué hay tras las máscaras que utilizas, brujo? Siempre creí que tú eras parte de otro juego, que... ¡Argh! No sé. No sé lo que pensé. Pero no, eres otro titiritero más. Tu rostro es tan falso como el mío. Tu rostro es cartón y piedra, Faliar. Cartón y piedra. Me mientes a mí, mientes a Cath, mientes a Nahia. ¿Te mientes también a ti?

Estaba solo a un par de pasos de él. Su cuerpo se mostraba en todo su esplendor ahora

Miró a Xerine a los ojos. Le sorprendió verla así; pensaba que a una mujer como aquella se le habían agotado las lágrimas

- ¿Máscaras? Pensaba que tu eras la experta en eso. Yo no se llevarlas; me resbalan. A veces creo que engaño a alguien, pero al final resulta que solo me engaño a mi mismo. Quizás estás tan acostumbrada a fingir, que crees que todo el mundo lo hace continuamente. Y hasta cierto punto estás en lo cierto; desde el rey más rico al campesino más humilde fingen y mienten. Pero ahora mismo no es el caso; es más, con poca gente he sido tan sincero como lo estoy siendo ahora. ¿Por que me preguntas y me pides que sea sincero, si me vas a llamar mentiroso aunque te diga la verdad?

Miró a de nuevo hacia la Luna, y luego devolvió la mirada a Xerine

- ¿Que quien soy, me preguntas? Bueno, soy solo Faliar Eldwen. No soy un mentiroso, pero tampoco digo siempre la verdad. No soy un caballero de brillante armadura, pero tampoco soy un villano. No soy ni un ángel ni un demonio. Solo soy... eso: el padre de Nahia, el esposo de Catherine, el amigo de Quint. Faliar.