Partida Rol por web

-Tiene razón Julius. Ya nos haremos con armas allí. Además, será más sencillo entrar por las puertas de la ciudad si vamos desarmados.

Quint preguntó una última duda.

-¿Iremos a pie? Eso podría retrasarnos mucho...

Si tengo que ir al paso de un mortal, puede que no lleguemos a tiempo.

Faliar asumió que no iba a poder recuperar su equipo; lástima, quería estamparle el emblema de su escudo a la condesa en la cara si se negaba a hablar

- Si, supongo que es cierto... En fin, ya improvisaré algo. ¿Vamos con los salvoconductos?

- Julius, has obviado mi propuesta. Si consigo hacerle llegar una carta a François, puede recoger mi equipo.....tal vez el de más de uno, y alcanzarnos con mi carruaje, que sigue también alli. Sabes, dijiste que llevábamos una semana inconscientes, pero al parecer la mayor parte de ella la tuviste que emplear en traernos hasta aquí......¿cómo te las apañaste para cargar con todos, tanta distancia, y sin hacer más de un viaje?

-¿Tan difícil de imaginar os resulta? Os recogí en la fiesta y os traje en carro. ¿Cómo creéis que llegué yo hasta aquí también? ¿Acaso pensabas que os traje uno por uno? Por favor, no me hagas reír.

Julius se quedó pensando un momento, hasta que concluyó.

-Podría funcionar. Si partís cuanto antes en dirección a Ark siempre podréis hacer un descanso en la aldea de Koven, ya dentro de las tierras de Moth. Si me las arreglo para llegar a Karlsrude en un día podría hacer que tu acompañante partiera con sólo un día de diferencia, y que os encontrárais en dicha ciudad. Viajar sólo siempre es más rápido que en compañía...

- Oh, perfecto. Conrad, ¿te importaría entonces que tu ayudante recogiese mi equipo? Y también algo del equipaje; somos tres y necesitaremos más ropa. Si no es molestia, claro.

Conrad miró, por unos segundos que se hicieron muy largos, a Faliar, con una expresión totalmente indescifrable. El arco de sus cejas, el contorno de sus párpados, no permitían deducir con claridad lo qeu pasaba por la mente del cartógrafo. ¿Le parecía aprovechada la petición del guerrero? ¿no esperaba que se tomasen tanta confianza? ¿tal vez sólo se lo estaba planteando?

¿Pero qué demonios se ha creído? ¿De qué vas, viejo amigo? - Es lo que pasaba por la mente de Conrad mientras miraba dubitativo al hombretón. Al principio, pensó que no le reconocía, luego, cuando le habló en el piso de arriba, había pensado que sólo hacía como si nada hubiera pasado. Como si prefiriese mantener la distancia. Y a Pierre le había parecido bien. No es que su relación hubiese terminado precisamente bien, aunque Pierre nunca perdió la esperanza de enmendar las cosas, pero entonces, Faliar había desaparecido. Y ahora, veinte años después, allí estaba. Comportándose como un crío. Sin envejecer un ápice. Casi exactamente igual que cuando le había visto por última vez. Pero ahora tenía una esposa y una hija, y estaba esperando otra criatura. Y actuaba como si no recordara a Conrad. 

También había considerado la posibilidad de que le hubiera ocurrido algo. Aquellos amigos que tenía nunca le inspiraron demasiada confianza. Pero, ¿de veras era posible? Tal vez sí, porque, si recordara lo sucedido, seguramente no pediría ayuda al cartógrafo.

Decidió hacer como hasta ahora, seguirle el juego. Y si de verdad estaa amnésico, no habría problema, sería como si realmente no se conocieran. Y, si en realidad sólo estaba haciéndose el loco, no iba a ser Conrad el que perdiera el juego, sería Faliar quien terminara con la farsa cuando quisiera.

El cartógrafo parpadeó un par de veces, aparentemente saliendo de su ensimismamiento. Luego, su rostro mudó a uno mucho más cordial, aunque preocupado y decidido a ponerse manos a la obra.

- Está bien, puedo encargarme de ello. Pero necesito saber dónde os alojabais... los que necesitéis vuestras cosas. Julius, si eres capaz de llegar tan rápido a Kalsrude, ¿es posible que te acompañe? seguramente François no se fíe de un desconocido, ni aunque le llevaras una carta mía. Si puedo ir contigo, todo será más fácil. Ellos pueden ir poniéndose en camino, y luego tú, François y yo, alcanzarles en Koven con mi carruaje y seguir directos hacia Ark. ¿Sería posible?

-mmm... No, no sería posible. Digamos que no voy a ir... andando...

- Hm, ya, eso lo supongo, si a caballo se tardan varios días...¿vas a ir volando, acaso? Es una lástima que no pueda acompañarte, ahorraríamos un tiempo precioso que vas a invertir en conseguir la confianza de François...

-Dependerá entonces de la habilidad que tengas en escribirle una carta para que confíe en mí. Y no, es absolutamente imposible el que te lleve conmigo. Digamos que mi trayectoria no será...

continua.

Conrad alzó una ceja, inquisitivo.

- Desde luego, si sigues empeñándote en hablar con enigmas y frases incompletas, no conseguirás que se fíe, por muchas explicaciones que lea de mi propia letra. De hecho, estás consiguiendo que me cueste a mí mismo, el confiar en tí.

Después, cerró los ojos, y se frotó las sienes con los dedos corazón e índice de cada mano. Luego se llevó la mono derecha el entrecejo. Era una postura que solía adoptar para tomar decisiones complicadas.

- No obstante, dices que en la ciudad nos buscan, y seguramente estés en lo cierto en cuanto a que nos deben considerar sospechosos de los hechos de la fiesta...Está bien, escribiré una carta. Y te la entregaré, sellada, y así debe llegar hasta François. Él sabe que yo jamás le enviaría una orden tan concisa y extraña en una carta sin mi sello -decidió, acariciando un anillo que llevaba en el dedo corazón de la mano derecha, en el que se intuía un relieve de un escudo- Si alguien quiere que François traiga algo más, debe decirme el qué, y dónde debe encontrarlo. Y darme la posible llave para alcanzarlo, que yo meteré en el sobre junto con las indicaciones. ¿Estamos de acuerdo?

Quint hizo memoria. Le costaba recordar detalles de antes del día de la fiesta, pero por suerte el nombre de la posada vino sin mucha dificultad.

-Posada "La flor azul", tras la iglesia de la plaza chica, tercera habitación del segundo piso. La llave estaba entre mis cosas, en la misma cadena que un colgante que llevaba al cuello. Pagué más de una semana por adelantado, así que mis cosas estarán donde las dejé. Necesitaré una mochila que está a los pies de la cama, la armadura que se encuentra sobre ella y la capa que cuelga de un perchero tras la puerta.

Faliar asintió, contento de que Conrad hubiese accedido

- Sé que no nos conocemos mucho -mentira- pero te agradezco que te tomes esa molestia. Nuestra posada era...mmm..."La sección argentea", en la plaza del ayuntamiento. Habitación 14, primera planta; la habitación está a nombre de Nicolai Organov. Hay un baúl con ropa, aunque a lo mejor es demasiado pesado para traer eso; con que coja un poco de ropa y una mochila sería suficiente. Dentro de un armario encontrará un hacha de color negro, un escudo con el emblema de un grifo bicéfalo, y una armadura de piel y cuero. Y también tiene que haber una flauta en una de las mesillas. 

Luego se giró hacia Julius

- Por cierto, ¿cogiste un violín en la fiesta? Es de Nahia.

-No hace falta, al final cogí tambien la flauta, la llevo aquí mismo.

Nahia subió lentamente su falda algo maltrecha por todos los dias que llevaba con ella. Al principio sólo se podía admirar la tersa y suave piel de Nahia. Y ahí en su muslo derecho, sujeto por un par de cuerdas a cada extremo del instrumento, se revelaba el mencionado objeto. La verdad que la joven no estaba nada mal.

Antes de bajar de nuevo su vestido y continuar con total normalidad dirigió una fugaz mirada a Quint.

-Y el violín creo haberlo visto arriba, si no me equivoco. Pero lo que si agradecería es algo de ropa nueva, estoy harta ya de estas cadenas-dijo tocándolas mientas se miraba la camiseta.

Beatrice se giró hacia Julius

Por mi parte, lo importante lo llevaba encima... O, al menos, lo justo y necesario para aguantar con la que se nos viene por delante. Por otro, lado, si pudieras pasar para recoger mis cosas te estaría muy agradecida. Hay ciertos objetos de valor... Personal... Que me gustaría recuperar. Sin embargo, comprendo que pueda resultarte trabajoso o incluso peligroso, así que dejaré la decisión a tu buena voluntad

No hizo ningún comentario sobre lo que llevaba encima, aunque por su expresión se adivinaba que no tenía muchas ganas de mencionarlo. A saber

Nahia notó como Xerine la miraba fijamente durante unos segundos cuando mencionó el violín. Sin embargo, en sus ojos no había nada más que nostalgia... Y un extraño brillo

¿Gratitud?

Aaron permaneció en silencio mientras el grupo intercambiaba palabras. Después, se decidió a intervenir.

-Yo necesitaría unas cuantas mudas de ropa pero no son prioritarias. Si puedes pasarte a por ellas me vendrían bien, si no puedo comprar algunas en alguna tienda cercana.

Dicho aquello, observó durante unos instantes a Quint, preguntándose cuanto se había perdido de la conversación sobre la inquisición. Nadie había contestado a su pregunta así que sobreentendía que el rubio pertenecía a la orden. Genial. Seguro que eso ayudaba.

Mientras los demás hacen sus peticiones a Julius y Conrad, Faliar aprovechó para coger de la mano a Catherine y llevarla a un lado apartado de la habitación. Prefería decirle lo que le tenía que decir antes de que Julius hiciese los "salvoconductos", para evitar que gastase fuerzas en vano.

- Calma, calma -pidió el cartógrafo ante la avalancha de listas de objetos que se le venía encima- Lo primero de todo, necesito papel, pluma y tinta, para poder escribir la carta. ¿Rescataste también el maletín de Niobe, Julius? o, bueno, tal vez tú mismo puedas proporcionarme el material.