Partida Rol por web

Faliar le apartó la mirada de los cadáveres empalados e hizo que le mirase a él, intentando tranquilizarla. Pero él mismo no estaba tranquilo, y difícilmente podría mejorar el estado de ella.

Había niños empalados, joder. Y ella estaba embarazada.

- Chssst. No mires Cath, no mires. Cierra los ojos, ¿vale?

Luego giró la cabeza hacia Nahia

- Nahia, tu también

Los recuerdos de su primer enfrentamiento contra un brujo asaltaron la mente del cazabrujas. Esa lejana pelea, en el cementerio de su aldea, en la que tantos jóvenes murieron a manos de sus amigos y familiares caídos.

La noche en la que murió por primera vez.

El corazón se le aceleró brutalmente. Parecía que iba a salirse de su pecho en cualquier momento. Sus ojos rebuscaban en todas direcciones esperando ver al primero de los muertos bajando de su estaca y levantando un arma, o por si una figura oscura aparecía entre los árboles para dirigirlos.

A pesar de estar de espaldas al carro, una mano le tocó el hombro e hizo que diera un respingo.

+Mantén la calma. Recuerda que ya no eres ese mocoso asustado al que hundieron un hacha en la cabeza.

-¿Tywyll?

+¿Quién si no?

-Esas cosas esta... ¿muertas?

+Bueno, con lo que sé del funcionamiento del cuerpo humano, creo que sí. Nunca vi a uno moverse después de arrancarle la carne de los huesos.

-¡Cállate! Sabes a lo que me refiero. ¡Y no es momento para gilipolleces!

+Ya, como siempre. Nunca es momento para bromas. -Tywyll resopló.- Bueno, pues ¿por qué no te acercas a comprobarlo?

-Podría ser una trampa. ¿Por qué no lo haces tú?

+¿Ya ni muerto puedo disfrutar de mi jubilación? -Añadió con sorna el Duk'Zarist antes de acercarse al primero de los cadáveres.

Nada. Los esqueletos no tenían nada de sobrenatural. Eran esqueletos, nada más... y nada menos.

¿Quint estaba hablando solo? No podía ser posible, parecía que mantenía una agitada discusión en murmullos... en un idioma incomprensible.

¿Qué hacía el rubio?

Tywyll terminó de examinar unos cuantos y volvió hacia el carromato, donde Quint estaba esperando pegado a él y con la daga aun en su mano.

+Nada de nada. Solo es una gran colección de huesos por la que cualquier nigromante pagaría una buena suma.

-¿Estás seguro?

+Bueno, estoy algo oxidado después de tantos años muertos, y ya no puedo usar magia por si no lo recuerdas. Pero apostaría otra semana viendo cómo te haces el dormido mientras espías a tus amigos a que son solo eso. Ahora... ¿Te importa dejar de actuar como una niñita asustada y hacer que deje de avergonzarme de ti?

Quint relajó un poco el gesto, pero no guardó el arma. Por fin se quitó la otra mano de la cara y la usó para empuñar un segundo acero.

-Gracias. Mantén los ojos abiertos, puede que te necesite de nuevo.

-¿Que no mire? Ya lo he visto Fa... es... horrible.

Cath se abrazó al mago. Se sentía segura con él cerca, aunque en ese momento, no sabía quién de los dos estaba más atemorizado.

Mientras abrazaba a Cath, se dio cuenta de los movimientos de Aaron y Quint. Quizás habían visto algo de lo que él no se había percatado. 

- Pongámonos a cubierto

Ayudó a levantarse a Cath y la llevó a la parte trasera del carro. No la soltó, pero mantenía la vista fija en el camino que tenían delante.

Conrad se había quedado donde estaba, muy quieto. Nada más perder de vista a Brie, se había vuelto hacia el resto, y entonces sus ojos habían reparado en el horrendo espectáculo que había encabritado al pobre animal. Y el horror de la visión le había paalizado. El resplandor de un relámpago, iluminando detalles que prefería no haber visto de esa escena, le hizo tratar de reaccionar. Se acercó al resto del grupo, despacio. El terror le hacía reticente a acercarse a esa zona, pero unos pocos metros le separaban del resto de sus compañeros y del varado carro, y estar solo no resultaba una idea apetecible.

Nadie. No parecía haber nadie observándoles desde ningún sitio. Los ojos de los viajeros no vieron nada en la enorme explanada en la que se encontraban, y en la zona de los esqueletos tampoco parecía haber nadie emboscado. 

Parecía que estaban solos.

El cartógrafo llegó hasta el carro, y se quedó parapetado en la parte de atrás. Parecía que los demás habían visto u oído algo, porque se estaban preparando todos para defenderse. Se quedó apoyado en la parte trasera del maltrecho vehículo, justo al lado de la esquina, y asomó la mitad de su rostro, despacio y con cautela. No vio nada, de modo que volvió a esconderse tras el carro, y miró a Faliar, que estaba preocupado por su mujer. Al parecer, ésta no se encontraba bien.

- ¿Habéis visto a alguien? preguntó en un susurro cauteloso.

Quint cogió aire y se separó lentamente un par de pasos del carro.

-No podemos seguir con el carro en este estado y sin el caballo. Y como nos quedemos aquí, es solo cuestión de tiempo que algo nos encuentre. Si todos estos cuerpos fueron clavados aquí, es posible que alguna bestia carnívora haya hecho esta zona su hogar.

Nada.

En aquella situación tan grotesca, era plausible que la imaginación les jugase malas pasadas.

Faliar estaba lejos de tranquilizarse, pero seguir quieto en aquel sitio le ponía más nervioso aún

- Será mejor que sigamos. Salgamos cuanto antes de este horrible lugar. Ahora tardaremos el doble en llegar a aquel pueblo... Aunque con un poco de suerte, puede que Julius nos alcance en el camino

La actitud de Quint relajó un poco a Conrad, aunque seguía bastante nervioso.

- Pero, Quint, una bestia no empala los cadáveres. Los devora, o como mucho se los lleva a su guarida -suspiró, al ver que Faliar también relajaba el gesto un tanto- .De todos modos tenéis razón, no debemos detenernos. Cojamos las provisiones con las que podamos cargar, y los odres de agua, y sigamos a pie. Éste es  un contratiempo desafortunado, pero debemos seguir. Todos sabíamos que ésto no sería un paseo por el campo- con el último comentario, miró un instante, pero significativamente, a Catherine. Su insistencia en acompañarles podría salirle muy cara.

Bien, esas palabras no tranquilizaban en absoluto a la joven Nahia, quien respiraba controladamente dentro del vehículo intentando mantener la calma. Alejando fantasmas de su mente.

Lo cierto es que en el fondo y aunque no le gustaba admitirlo era verdad,sólo estaban perdiendo tiempo ahí parados.

Inspiró profundamente, para luego soltarlo todo en una rápida bocanada. Acarició su flauta de madera sin apartarse el vestido. Y con algo más de confianza agarró la funda del violín y se dispuso a salir del carro.

-Teneis razón, no hacemos nada aquí

De pronto, a su espalda, en un pequeño arbusto de aquellos que salpicaban la extensa explanada en la que estaban inmersos un pequeño movimiento. Casi imperceptible pero que fue observado por alguna mirada perspicaz.

¿Se había movido?

Faliar se giró rápidamente y miró hacia un arbusto. Quizás llevado por el pánico, comenzó inmediatamente a acumular energía mágica, aunque su primer impulso había sido lanzar directamente un hechizo.

- ¿¿Quien está ahí?? ¡Sal ahora mismo! ¡No lo diré más veces!

Silencio... Nada...

-¿Tan cobarde te has vuelto ya? No me esperaba esto de ti. Estoy muy decepcionado.

-Fa... ¿Qué pasa? ¿Por qué concentras tu energía?

Sonaba preocupada, no sabía lo que estaba pasando y eso sumado al lugar en el que estaban no daba un buen resultado. Dio un par de pasos hacia atrás, hasta tocar con el carro. Y se encogió. Temiendo lo peor.

Quint soltó un bufido e hizo un movimiento con el brazo como si quisiera apartar a alguien que estuviera a su lado. Lentamente, apretando sus dagas con fuerza, se aceró hacia el arbusto para comprobar qué había pasado.

-Tranquilos, puede que solo sea un zorro.