Partida Rol por web

- Intentaré pasarme, aunque ya sabes lo apretada que es mi agenda para estás cosas, todo dependerá del cuando. - Se encoge de hombros. - Siempre puedes hacerme una sesión privada después de la actuación cuando lo celebremos. - Le guiña un ojo. En momento cómo aquel era una lástima que su amigo fuera homosexual, podía entender el porque las mujeres andaban detrás de él en el trabajo. 

Undine no puede evitar sonrojarse un poco. Ahora era su mejor amigo, pero cuando se conocieron por primera vez se acercó porque le pareció un hombre muy atractivo. Aparte de que sentía pena al verle triste y quería ayudarle y hacer que ese precioso rotro pudiese sonreír.

- Dalo por hecho. - Dice con seguridad.

- Ya sabes que me encanta actuar para ti. - Le sonríe. - Eres mi público favorito.

El resto de la comida transcurre no normalidad sin más bajones emocionales por parte de Fran. Cotillean sobre la nobleza o sobre los compañeros de trabajo de Fran, pero en definitiva no discuten sobre nada especialmente importante. Cuando han terminado, Fran sale corriendo al darse cuenta de que se ha distraído más de la cuenta. 

Por su parte, Undine no estaba segura de en que ocupar lo que le quedaba de tarde ahora que Margeryth le había dado vía libre para descansar para los duros días que iban a llegar más adelante. Podría volver a la mansión y practicar, pero pocas veces tenía tiempo libre para hacer lo que le apeteciera. 

Iría a pasear por alguno de los parques de Cele, en algunos había árboles florales. Quizás serviría de inspiración ver caer los pétalos y las hojas con su movimiento ondeante.

Con toda la discreción de la que es capaz, Undine sale del restaurante y pasea por callejones por los que solía ir por tal de evitar la calle principal. Algunas personas que pasaban por allí la miraban con curiosidad, pero por suerte no parecía que nadie la reconociera. Sin embargo, de pronto Undine siente pasos detrás de ella, demasiado cerca para que fuera simple casualidad... Pero cuando se da la vuelta, no hay absolutamente nadie. 

Quizás serían imaginaciones suyas... Había gente caminando, tampoco es que fuese por una calle desértica. Aún así daba un poco de mal rollo. Esperaba llegar pronto al parque. Se cierra un poco más el pañuelo alrededor de la cara y se ajusta las gafas de sol.

Undine sigue su camino, con algo más de prisa, pero la sensación no termina de desparecer por completo. Y entonces pasa por al lado de un PUSBOT que se estaba encargando de limpiar los pocos que había por la calle. Undine lo esquiva con facilidad pero no pasan muchos segundos antes de que escuche un pequeño golpe y una leve queja, cómo si alguien si hubiera tropezado con el PUSBOT. Sin embargo al girarse, de nuevo no había nadie... Pero el PUSBOT se gira hacía el vacío y dice. 

- DISCULPE CIUDADANO, IRÉ CON MÁS CUIDADO. TENGA UN BUEN DÍA. - Y entonces sigue con su labor. 

Al escuchar aquello Undine se altera. Había alguien allí... pero... ¿Invisible?

- ¿Quién eres? - Pregunta desafiante y claramente molesta mirando hacia el vacío.- Muéstrate.

Aunque seguramente quien fuese no iba a mostrarse, no tenía porque hacerle caso. Por si acaso empezaba a poner la mano en el bolso donde tenía su dispositivo para la defensa personal.

No hay respuesta. Sin embargo, ahora que Undine estaba atenta a su alrededor, puede sentir claramente un paso que iba hacía atrás a un par de metros de ella. Concentrándose, incluso juraría escuchar la respiración nerviosa de alguien, aunque los sonidos ambientales de la ciudad lo ocultaban bastante bien. 

- Deja de seguirme o alertaré a seguridad. - Dice con severidad mirando al vacío, buscando donde pudiese localizar algún detalle que alertase la preséncia de álguien.

Tras estas palabras se gira y empieza a andar bastante apresurada. Quería pasear por el parque pero aquello la molestaba, no podía estar tranquila, no podría relajarse así. Así que mientras anda llama a la compañía de taxi. Volvería a la mansión Korth y pasearía por el lago y los jardines.

- Hola, quisiera pedir un taxi en la esquina de la calle Lantern con la calle Hammer. - Pide con amabilidad un poco en bajo mientras se alejaba con rapidez.- Lo más pronto posible, gracias.- Estaba a un par de calles, esperaba llegase a tiempo.

De nuevo, no hay respuesta alguna y no parece que nadie siga a Undine cuando la misma se aleja apresurada. Tras su llamada y una vez ha llegado a su destino se mantiene a la espera, algo nerviosa y sin apartar la mano de su dispositivo de autodefensa. Y mientras espera una pareja con pìnta de adinerados pasa por su lado. Durante un momento parece que ni se fijan en ella, pero de pronto la mujer la mira con atención. 

- Eres... Eres Undine, ¿Cierto? - Dice con cierta esperanza en el tono. 

Aquello la relaja un poco, irónicamente. 

Al verse delatada Undine le sonríe con esa amable sonrisa que dedicaba a sus clientes. La habían descubierto. No pasaba nada. No era malo, y de todos modos ya se iba a casa. 

- ¿Qué me ha delatado? - Pregunta con su perfecta sonrisa y cierto tono de curiosidad en la voz.

La mujer abre los ojos, sorprendida e emocionada.

- ¡Es ella! ¡De verdad es Undine! - Dice al tiempo que zarandea el brazo de su marido, que evidentemente no parecía estar conforme con tanto escándalo por aquello. Y Undine tampoco estaba demasiado conforme... La estridente voz de aquella mujer estaba atrayendo la atención de otras personas que caminaban por la calle. Algunos sólo miraban extraños y pasaban de largo, otros parecía que se planteaban acercarse con curiosidad. - ¡Pues claro que te iba a reconocer! ¡No hay mujer más bella y con una voz más preciosa que Undine!

Aquella mujer, aunque era bastante mayor, parecía una niña pequeña en una fiesta de cumpleaños a punto de abrir los regalos. El taxi, por otro lado, aún no hacía acto de presencia. 

- Le agradezco sus palabras. Pero por favor, no grite. - Dice con una sonrisa un poco incómoda.- No quiero llamar más la atención. 

No pasaba nada por encontrar a una fan por la calle, incluso la hacía feliz a veces, pero tampoco deseaba llamar la atención estando enmedio de la ciudad.

- ¡Ay, disculpa, disculpa! - Dice la mujer aún a gritos. - ¡Es que cuando me emociono me es imposible modular la voz! Perdón otra vez... - Acaba diciendo por fin forzándose a bajar el tono. - ¿Me firmarías un autógrafo? Por favor, por favor. Espera que busco un pañuelo ni que sea... - Entonces empieza a rebuscar en su bolso con ansía, cómo un animal salvaje en busca de comida. Pero no parece tener demasiada suerte. 

Por mucho que hubiera modulado la voz ya era demasiado tarde. Undine podía empezar a escuchar los cuchillos "¿Es Undine?", "¿Es famosa?", "¿Nos acercamos?". Y entonces lo peor ocurre, la gente se comienza a acercar. No eran muchos, sólo tres o cuatro personas, pero Undine ya podía ver cómo uno de ellos sacaba el móvil, no estaba claro si para llamar a alguien o para comentar a hacer fotografías. 

Tres o cuatro personas era algo soportable, el problema era que esas tres o cuatro personas añadiesen a tres o cuatro personas más y así consecutivamente. Podía llevar bien grupos pequeños y debía mantener bien su buena fama.

Podía sacarse fotos con fans, si le lo pedían, aunque siempre solía evitar las calles muy transitadas para no encontrarse con esas situaciones. Las fotos sin permiso no las permitía. Solía cubirse la cara con la mano en esas situaciones, era menos maleducado que apartar el dispositivo de los demás. 

¿Cuando llegaría ese taxi? ...

Undine podía empezar a plantearse una denuncia a la compañía de transportes privados pues el taxi seguía sin llegar y la mujer por fin termina con su expedición en las entrañas de su bolso. 

- ¡Aja! Por fin. - Dice mientras que saca un pañuelo cómo quien sacaba el boleto ganador en un concurso. Entonces se lo acerca a Undine nerviosa, junto con un bolígrafo. - ¿P-podrías poner "Para Martha con cariño"? O lo que tu prefieras, en el fondo me da igual, de hecho incluso prefiero que pongas lo que te salga del alma. - Dice emocionada. El marido ya miraba hacía otro lado, no pudiendo aguantar la vergüenza ajena. 

Por detrás, dos de los que se habían acercado estaban hablando. 

- ¿Y es famosa? ¿Pero famosa de qué? - Dice uno. 

- Es una artista... Toca, canta, baila... Por lo que se es bastante buena. - Aclara el otro. 

- ¿Deberíamos pedirle una demostración? - Dice el primero, aunque no lo decía con mucho interés. 

- No digas tonterías, seguro que no querrá, o por lo menos no lo hará gratis. - Le corrige el segundo. 

Y otro de los que se había acercado, que había sacado el móvil ya estaba hablando con alguien. 

- Tío, tío, Undine está aquí, la estoy viendo ahora mismo. Que si, que es ella. Si. Aquí, en la calle Lantern. Ven tu mismo a verla. Vale, vale, te paso localización. - Entonces cuelga y se pone a escribir algo en su móvil. 

A lo lejos, otras personas miraban ya la escena. 

Vale... Aquello ya empezaba a ser un poco abrumador. Estaban llamando para que viniese más gente.. No podía quedarse allí o la montaña se haría más grande. No sabía que su fama llegase a ese nivel..

Coge el pañuelo de la señora y escrive en él la dedicatória exacta que le había dictado, con su firma debajo. 

- Disculpad, pero tengo que irme.- Dice con una amable sonrisa mientras devuelve el pañuelo a Martha, hace una inclinación con la cabeza a modo despedida y empieza a andar para salir de allí.

Intentaría parar algún taxi vacío por la calle, si veía alguno, y si no iría a alguna de las paradas de alguna calle, esperando poder algún taxi allí.

- ¡Oh, muchísimas gracias! - Dice la señora al recibir el pañuelo de nuevo. Pero cuando Undine comienza a marcharse, parece que se altera un poco. - Ay, pero no tengas tanta prisa. ¡T-te puedo invitar a un café si quieres! - Parecía que aquella mujer no iba a cesar en su empeño de convertir la tarde de Undine en una pesadilla. 

Y de la misma forma que Undine se alejaba, ella se acercaba, al igual que otras personas. Aquello ya era demasiado... Tenía que despistarlos si quería llegar de nuevo a casa de Margeryth, así que Undine vuelve a girar de nuevo en el primer callejón que se encuentra. 

Y mientras avanzaba por el mismo, esperando que aquello sería suficiente. Una puerta se abre de pronto pero de ella no sale nadie.

Sin embargo, de pronto se escucha una voz de procedencia desconocida. 

- Rápido, aquí. Escóndete. Vendrán. - Sonaba bastante nerviosa. 

Por el tono de voz Undine no sabía si era la voz de un hombre o una mujer, pero estaba claro que debía tratarse de un adolescente, entre 12 y 15 años.