Partida Rol por web

 Unas pocas prácticas más para que el entrenamiento terminara, todos los reclutas fueran alistados como soldados del castillo de burriac. Los heridos fueron atendidos, descansando hasta recuperarse.

 Dos años pasaron desde aquel entrenamiento, dos años ejerciendo el oficio de soldados. Pasaron muchas cosas en esos dos años.

 Enrique de Espinosa tuvo la gracia(o la suerte) de obtener la simpatía del mismísimo Don Alejandro, señor del estas tierras. Tal fue su simpatía que después de poco más de un año fue ascendido a oficial de guardia. Aun después de pocos meses como oficial de la guardia, Enrique de Espinosa ha acumulado una generosa cantidad de bienes generados tanto por su oficio como por los favores de su señor.

 Jaume Amat... No fue especialmente bendecido en estos dos años. Su problema con el lenguaje le genero más de un problema, los cuales le han costado buena parte de su bolsillo para continuar con su puesto como soldado del castillo. Con el tiempo aprendió mejor el idioma, ahorrándole muchos problemas los últimos meses y sientes que las cosas solo pueden mejorar.

 Los dos están en el castillo de Burriac ubicado en lo alto de una colina sirviendo como soldados. El castillo se ha convertido en su hogar, básicamente nunca salen de él y de hacerlo solo es para realizar patrullas por los caminos cercanos del castillo.

              
Mañana del 22 de diciembre de 1300. Inicios del invierno, Frio.

 En la actualidad, la situación del castillo ha sido delicada. Doña bárbara, la esposa de Don Alejandro, lleva un mes enferma. Esto ha ocupado gran parte de la atención de Don Alejandro, sus tierras se han descuidado en gran medida y los malos rumores vagan por todo el castillo. Rumores como "Don Alejandro ha envenenado a su esposa" o "el castillo está maldito y todos vamos a terminar como Doña Bárbara".

 Don Alejandro los ha llamado a ambos ante él en sus aposentos. Poco saben de qué trata o porque desea verlos a ambos privado.

 Dos soldados custodian la habitación del señor en todo momento. Al pasar, encuentran a Don Alejandro de pie junto a tres ancianos que se apoyan en gruesos bastones. A unos metros al fondo de la habitación puede verde la cama donde descansa Doña Bárbara junto a su hija Montserrat sentada en un taburete junto a la cama.

 Al acercarse pueden ver el rostro fatigado de los cuatro hombres, dando indicios de que llevan un par de días sin dormir, Don Alejandro levanta la voz dirigiéndose a ustedes.

—Enrique, Jaume acérquense… Los necesito en la búsqueda de algo que es de vital importancia. Mi mujer ha enfermado, sufre de fiebres altísimas y extraños temblores, desde entonces no ha salido de cama. Mis médicos de plena confianza han dictaminado que el único remedio de esta extraña enfermedad es una pasta hecha con unas extrañas raíces y unas gotas de una extraña sustancia.
 De traer estos ingredientes serán enormemente recompensados, pero ser en extremo discretos. Se me han informado de miembros de la baja nobleza que busca aprovechar mi actual situación para formar una revuelta, una vez fuera nadie debe relacionarlos con el señor de estas tierras.

 Momento en el cual uno de los médicos da un paso al frente para dar alguna instrucción.

—Las raíces crecen en lo más profundo de algunas cuevas junto a la montaña que se encuentra cruzando el río del pueblo, estas raíces son de color blanco con rayas azules, las reconocerán en cuanto las vean.

 Don Alejandro espera a que el médico termine para retomar su diálogo.

—Espero que vayan a por esas raíces y las traigan lo más pronto posible, cuento con ustedes como mis hombres de confianza para hacer que mi mujer se recupere.

-Gracias por la confianza depositada en mi persona, señor. Espero poder devolverle la gratitud encontrando los ingredientes necesarios para salvar la vida de la señora. Dijo Jaume en un tono suave y conciliador. 

-Buscamos unas raices blancas con rayas azules pero ¿como es su flor? o ¿cuando crecen siguen siendo blancas con rayas azules? pregunto Juame para tener concisa y claramente como es la raíz que debe encontrar.

-Y ha dicho que tambien necesitan unas gotas de una extraña sustancia, ¿dónde podemos localizarla? o nos centramos sólamente en las raíces. siguió preguntando...

-Quitando esas dudas, creo que todo está bastante claro, ser discretos, no llamar la atención y que nadie nos relacione con usted, mi señor. y llegar a las cuevas a las afueras del pueblo cruzando el río. ¿alguna duda Enrique? se dirigió a su compañero.

- Mi señor, como siempre, será un placer ayudarle en cualquiera sea la cosa que vuesa merced disponga. Nos ponemos de inmediato con ello. ¿Pudiera ser que el médico nos dijese si hay alguna forma concreta para su recogida y transporte? No somos hombres muy duchos en la herboristería, y no quisiésemos causar descuido ninguno que hiciese inviable el uso de ese tan necesitado tónico... -

Enrique sabía que había muchas cosas que podían salir mal, pero si tenían que ir de incógnito, desde luego las cosas se podían complicar.

Al menos, esperaba que no fuese nada especialmente complejo...

 Al terminar de mencionar sus dudas, todos guardaron silencio. 
Don Alejandro arrugó la frente para dirigir su mirada a los tres médicos.

—Es que acaso no han escuchado sus dudas? Respóndanles— Ordeno.

 Los médicos, por unos segundos, se miraron entre ellos con preocupación, hasta que uno rompió el silencio.

—Mi señor… No encontramos mucho más, no sabemos de qué son las raíces o sus métodos de recolección. Sobre el segundo ingrediente, les diremos donde buscarlo cuando tengamos las raíces.

 Don Alejandro arrugó su rostro en respuesta a la cólera que desbordaba, seguido de un largo suspiro para calmarse y levantar su voz.

—Espero que ustedes sean menos ineptos en su labor. Tienen alguna otra duda?— Respondió, mientras daba una mirada pulsante a los tres médicos.

- Solo una, mi señor. ¿Cómo queréis que os las entreguemos? ¿En mano a vos o a vuestros médicos? -

Las preguntas se habían terminado.

Tenían la localización, y el señor no estaba dispuesto a perder más tiempo, así que era el momento de mostrarse servicial y cumplir con el encargo de la mejor manera posible.

—En el momento de su retorno al castillo, los medicos y mi merced los estaremos esperando en mis aposentos. Tener cuidado, mis tierras no son tan seguras como antes y esa cueva no tiene parece ser lugar de dios.

Tras unos instantes pensando, Jaume preguntó "Señor, hay alguna biblioteca o lugar dónde podamos encontrar información de la flora de la zona, de plantas y sus beneficios y características""Ya sea en el castillo o en la ciudad" añadió.
Ya que no tenían información de como conseguir, recolectar y transportar el ingrediente. quizás sería recomendable recopilar algo más de información...

Enrique se volvió hacia Jaume

- Creo que si los médicos no tienen más información, no será porque no hayan buscado en la biblioteca del palacio... Por ahora, vamos a centrarnos en equiparnos y partir. El señor tiene prisa, y eso quiere decir que nosotros, más aún. -

Enrique sabía como tratar a los nobles. Al fin y al cabo, se había pasado media vida lamiendo culos, y eso le había hecho llegar siempre a tener buenas relaciones con ellos. Gracias a eso, había prosperado.

Y no pretendía fallar ahora.

—Me alegra su interés, no sabía que supieran leer, eso puede ser útil... Pero la biblioteca de los médicos es privada y no tienen tiempo para ir al templo más cercano. Sobre las plantas locales, no necesitan saben mucho, solo ir a lo profundo de esa cueva y buscar esas características raíces.

              
Mañana del 23 de diciembre de 1300. Inicios del invierno, Frio.

 Listo todo ambos son dados con lo que necesiten y toman camino al pueblo en busca de las raíces. 

 Salieron a pie bajando hacia el pueblo que se lograba ver a lo lejos. Las horas pasaron hasta la entrada del pueblo. El camino fue fácil, menos por el frío intenso y la muy cercana llegada del anochecer.

 Al entrar al pueblo, con sus calles angostas y casas de piedra, os parece que hayáis vuelto al pueblecito de su infancia. El atardecer es plácido y cristalino, menos por el ambiente, el cual es muy depresivo y opresivo a la vez. Las calles están atestadas de vagabundos, prostitutas y hombres de bajos oficios, además de los propios habitantes y alrededores. Un silencio penetrante junto a un mar de miradas resentidas os invaden.

 Necesitan un lugar caliente para pasar la fría noche y salir al día siguiente a la montaña.

Bueno Enrique - empezó Jaume diciendo - parece que  empieza la aventura, habrá que buscar alguna taberna o pasada donde pasar la noche, o incluso algún granero...No quiero morar de frío sin siquiera haber pasado 24 horas. Una vez encontremos donde pasar la noche deberíamos comer y beber algo.

Enrique estaba de acuerdo con la idea de buscar una taberna.

Comenzó buscando una casa grande con una chimenea humeante. Al fin y al cabo, necesitaban descansar.

- Bueno, vamos a ver a dónde nos lleva esta noche... hay que buscar algo barato. -

La única posada disponible en toda la villa es Can Quei, una casita de piedra de dos plantas, con un pequeño establo en su parte trasera 

El piso superior de Can Quei sirve para alojar a los hospedados y a los dueños de la posada, y en la planta baja se encuentran la cocina y la taberna, caldeada por la leña que arde con fuerza en la chimenea que ayuda a quitar con prontitud el frío.

Un hombre serpentean por los estrechos pasadizos formados entre las mesas, el hombre, que viste el delantal típico de los posaderos, encuentra un momento para dar la bienvenida.

—No los he visto por aquí, que buscan?

Buenas noches sr posadero.- dijo Jaume en el tono mas amable posible.- estamos buscando donde pasar la noche, mi compañero y yo, estamos de paso por la zona y querríamos un buen fuego donde calentarnos.- miró alrededor, por si veía alguna mesa vacía.- ponganos un par de jarras de hidromiel y algo de comer por favor.- y se dirigió hacia una mesa vacía.
Enrique, sígueme.- le espetó a su compañero.

El castellano de Jaume había mejorado bastante desde que llegó al castillo, eso tenía que reconocerlo.

- Claro, vamos dentro. -

No le gustaba que Jaume hubiese usado su nombre real a la primera de cambio. Si iban de incógnito, tendrían que dejar atrás esos nombres, aunque fuese por ahora.

Se sentó en una mesa un poco apartada, buscando evitar miradas curiosas. Los pueblos no eran lugares con un exceso de viajeros. Echó un vistazo a la taberna, esperando que no hubiese excesivos parroquianos.

 Era cierto que un pueblo como ese no era de muchos viajeros, pero al tener el único puente en varios kilómetros para cruzar el río, el pueblo se convirtió en un punto de tránsito general para los viajeros de la zona, Sin mencionar la taberna, ya que del aire no vive el hombre.

 La taberna estaba a rebosar, unos hombres que ocupaban una mesa se levantan para marcharse al momento de escuchar que ustedes buscaban alguna mesa, que si las ratas pueden ser corteses entre ellas, por qué los hombres no?

—Tenemos una habitación. Por la habitación, bebida y comida calientes eran 30 maravines por los dos— dijo el corpulento posadero

 Una vez sentados el hombre les trae unas jarras de hidromiel para quitarse el polvo del camino de la garganta y un Potaje de legumbres, verduras y pan para darle sustancia y estar bien cenando.

 Pasado los minutos y ya consumido gran parte de la comida, Un hombre no duda en dirigirse a la mesa donde ambos estáis sentados, por el camino, indicará al posadero que reponga todas sus bebidas y que él les invitará. En un tono y modales siempre amables toma asiento y les dirige la palabra.

—Buenachores que han estado ustedes estos días, se les ve saludables y bien rellenos, no queremos que bajen esa pansa, no? Jajaja En cuanto escuche ese acento Catallan supe que eras tu Jaume, cuanto tiempo ha pasado? Ha mejorado mucho tu aragones.

Recuerdas a ese hombre, Es un ex soldado del castillo expulsado de este por sus constantes artimañas y robos.

Su nombre es "Lluc tres dedos", ya que tú le cortaste dos dedos de una mano cuando le encontraron pertenencias de la nobleza en sus aposentos. Él afirmó que fue inculpado y no sabía nada de esos objetos.

Ante las dudas, en vez de cortarle una mano, le cortaron dos dedos.

Enrique no recordaba al tipo para nada.

Utilizó su mejor acento castellano.

- Disculpe, pero, ¿le conocemos? No somos más que un par de viajeros que buscan una noche tranquila... - dejó resbalar las últimas palabras como si hubiese mucho más que decir después de aquello.

Sin embargo, su mirada recorrió rápidamente la taberna buscando con la mirada a la mesa de la que se hubiese levantado el tipo.

Creyó por un momento ver algo, pero no estaba totalmente seguro de lo que estaba ocurriendo. El tipo había ido directo hacia Jaume, quizá este le conociese, pero en este momento más valía estar seguros.

Vaya vaya, hace mucho que no sabia de ti Druc- reconoció Juame, en un tono afable- no sabías que seguías por aquí cerca, después de lo que paso en el castillo, pensé que jamás te volvería a ver- Jaume mira alrededor por si alguien está mirandoles mientras conversan. 

El señor te dijo bien claro que te fuera de estas tierras, así que mejor no quieras buscar armar jaleo, no tengo ni tiempo ni ganas para ello. - siguió diciendole Jaume- ¿que buscas Druc?

Jaume miró a Enrique y le dije.- Druc trabajaba en el castillo de aquel señor que te comenté una vez, como se llamaba, ya recuerdo, Alejandro, y no salió muy bien parado de allí, ¿recuerdas Druc? - citó ahora al que le faltaban los dedos en la mano.