Partida Rol por web

Teníais una dirección que seguir y ya sólo era cuestión de preguntar a la gente por su localización exacta. Teníais a favor que la calle no estaba demasiado lejos, por lo que no costaba demasiado encontrarla.

Pudísteis apreciar que no era la peor de las calles de Harlem. El edificio, situado en 139 West, 123rd, parecía haber sido restaurado recientemente, y el ambiente alrededor no era deprimente. Se podía ver paseando a un caballero de unos cincuenta años con un pequeño perro de varios colores, mestizo quién sabe de cuántas razas. Una mujer de cuarenta y tantos tiraba de su carrito. Unos críos corrían calle abajo, perdiéndose rápidamente de vista. Los coches eran los típicos de la clase media, aunque algo viejos.

Dawn llegó el primero, aunque tras comprobar que preguntar por una dirección concreta era harto difícil para un enmascarado. Recordaba que el piso era el segundo, de modo que llamó y esperó, pero nadie contestó al telefonillo. Miró hacia arriba para ver si habían ventanas abiertas, pero no tenía esa suerte, estaban cerradas.

La gente de la calle lo observó con recelo. Aquella máscara infundaba desconfianza. Algunos lo habían visto llegar volando y rápidamente se habían apartado de allí.

- ¡Allí vienen más! - gritó alguien y al mirar Dawn, vio que en lo alto se acercaba el resto: Psiónica, Totem y Tornado. 

Entonces el telefonillo respondió.

- ¿Diga? - Dijo la voz de una mujer.

Parecían que por aquel lugar no estaban demasiado acostumbrados a los enmascarados, o quizás se hubieran cruzado en su vida con más supervillanos que superheroes, pero poco importaba ahora mismo. Insistí con el portero, aunque si no abría enseguida tendría que idearmelas para entrar de otra forma.

Comencé a notar más nerviosismo del que yo mismo había causado, y sonreí bajo el casco al ver que el resto del grupo había decidido seguirme. Pero entonces el portero hizo que me olvidara de aquello.

-¿Martha Phillips?, necesitamos entrar, creo que podría estar en peligro.- Digo en un tono serio, pero intentando no asustarla.

La verdad es que el barrio parece estar muy tranquilo, lo cual me da cierta desconfianza, ¿será que no es la víctima sino la atacante?, aquello me preocupa, pero no cambia para nada mi plan.

Escuchaste un graznido imperceptible para los demás.

- Mi niña... no hay nadie en el instituto, aparte de los del uniforme azul, que han entrado cuando os fuísteis. He encontrado más de esa ceniza en la habitación de al lado, pero nada más. Todo está muy tranquilo. ¿He ganado algún premio? ¿Sí?

El cuervo graznó varias veces y lo sentiste alzar el vuelo.

Tornado hizo aterrizar al grupo lentamente frente a la puerta. El viento levantó algunos pequeños papeles y polvo, pero enseguida llegó de nuevo la calma.

Dawn estaba charlando a través del portero electrónico, se escuchó la voz de la mujer, y de fondo los ladridos de un perro.

- ¿Qué quiere decir con que Martha está en peligro? ¿Quién es usted? Le advierto que tengo un revólver.

Dijo la voz femenina, poniéndose a la defensiva.

- Y también tengo a Charlie. Si intenta cualquier tontería le morderá en el cuello. Se lo advierto.

La mujer parecía bastante nerviosa, observé por el rabillo del ojo que mis compañeros se acercaban, pero seguí centrado en la conversación.

-No se preocupe, estamos aquí para ayudar. Mi nombre es Dawn, hemos colaborado con Vengadores. Incluso una vez hice equipo con los cuatro fantásticos.- Si es que a sacar una foto con el móvil desde lejos se le puede llamar así.

La verdad es que no quería ser brusco, pero si la mujer no cedía me vería obligado a tomar otras medidas, el asunto era demasiado delicado como para perder mucho más tiempo hablando por un portero.

- Dile que si ella tiene un revólver, yo tengo otro.- Le digo bajito a Dawn, para que no se escuche por el telefonillo, riéndome en voz baja. Me enciendo un cigarro mientras espero a ver como el compañero soluciona la papeleta.

El grupo aterrizó para encontrarse a Dawn discutiendo con un portero automático.

Miró a su alrededor, era una calle normal, con gente normal que había visto su rutina diaria alterada por la presencia de individuos de esos con poderes.

-...- apoyó las manos en las caderas y sacudió la cabeza de forma que la coleta dorada se balanceó en un movimiento pendular a lo largo de su espalda, sin prestar ayuda o consejo a la situación.

Mírale. El muy payaso. ¿Tanta prisa para qué, tipo duro? Para que te pillemos discutiendo con un portero automático. Pffffff...

Se puso las manos en las caderas y sacudió la cabeza.

Y yo decía que la situación de antes era de chiste. ¿A qué tipo de ingeniero hay que contratar para que llame a todos los porteros y diga "soy yo"? Todo el mundo abre a "soy yo"... ¡y esa es la táctica de los comerciales a puerta fría!

Anda que... Extraño, te has lucido. Te has lucido que da gloria verlo.

Céntrate Carrie.

Aunque sería tan fácil lanzar algo contra ellos ahora mismo... estamparlos contra la puerta, a ver si así se les va la tontería.

Céntrate Carrie.

Cierto, la estupidez no tiene cura. Quizá debería empezar un ensayo sobre eso cuando llegue a casa... y así fue como se puso a divagar, absteniéndose de entrometerse en la escena.
 

Cuando llegan hasta mi y Tornado hace aquel comentario no puedo más que negar con la cabeza, aunque bajo el casco esbozo una ligera sonrisa.
Aun así sigo intentando convencer a aquella mujer, que parecía más dura que vencer en un pulso a Hulk. Mientras dirijo mi mirada a mis compañera, aquella chica rubia sigue pareciendo extraordinariamente irritable y borde.

Aún seguía tensa por el intercambio de palabras que habíamos tenido antes de salir hacia la casa; bueno, que Psiónica y Tornado habían tenido, ya que yo había optado por el silencio. La situación del grupo no era nada favorable para la misión. Tornado intentaba mediar, pero la actitud de Dawn y Psiónica... Uno parecía demasiado individualista, y la otra había dejado claro que no quería volver a saber nada de nosotros. ¿Qué seguridad podría darnos aquello? El caso es que todo indicaba que no tenían mal fondo, de lo contrario el Dr. no habría pensado en ellos. Quizás simplemente no estaban sabiendo manejar la situación, cosa que no sería de extrañar, pues yo misma me encontraba aún algo desconcertada.

Cuando aterrizamos, Dawn se encontraba hablando por el portero con alguien. En aquel momento, escuché un graznido que sólo yo pude oír, pues se trataba de Colton. Me informó y alzó el vuelo, esperando una futura recompensa. Cuando los chicos terminaron de hablar con la mujer por el portero, y esperaban una respuesta, les comuniqué lo que me había contado Colton.

- Al parecer la policía ya ha entrado al instituto, no había nadie más allí, pero sí más de aquella ceniza en la habitación contigua. ¿Os dice algo eso? – procuré contarlo en voz baja, para que no se filtrara por el portero.

Que el que fuesen a aquel lugar y todo lo demás no era más que un estúpido espectáculo para los humanos normales.

Giró el rostro mirando hacia la calle y cruzó los brazos bajo el pecho antes de mirar hacia el cielo, reclinando hacia atrás la cabeza.

No tenían ninguna necesidad real de montar todo ese numerito... ¿Dará la casa de la individua ésta a la calle?

No es que estuviese haciendo algo de forma activa, pero además de cuchichear frente al portal como abuelas de pueblo tampoco se podía decir que el grupo como tal estuviese haciendo nada importante.

¿Qué estará pensando la otra al escuchar el bisbiseo de que están hablando? Si hubiesen venido antes que nosotros ya se les habría visto... y seguro que no estarían perdiendo el tiempo en el portal como repartidores de publicidad.

Ladeó la cabeza como si estuviese viendo una especie de experimento sociológico.

¿Y cómo llegan las cenizas de un desagüe a la habitación de al lado?

La mujer al telefonilló titubeó un momento. Se le escuchó decir algo como "Vete, Charlie" antes de volver a aproximarse.

- ¿Amigo de los Vengadores? Lo siento pero debe de haberse confundido, aquí no vive ningún superhéroe. Tampoco creo que vaya a venir un supervillano. Esta es una casa normal. Suba si quiere un momento y le invito a una cerveza antes de irme al hospital.

Sonó el sonido del relé al darse acceso. Dawn empujó la puerta, la abrió y subísteis por la escalera, pues aquél edificio no tenía ascensor. Era bastante antiguo, con sólo dos pisos. La escalera era ancha, blanca con algunos recuadros negros. Todo aquello había sido reformado no hace mucho, de modo que el aspecto era agradable.

Ya arriba, una mujer de raza negra de unos cuarente años os esperaba ojeando por el resquicio de la puerta. Tenía la cadena echada. Vestía una blusa blanca y una falda gris hasta la rodilla. Es aspecto en general era bastante formal.

- Ya está aquí, pensé que venía solo. Veo que son cuatro, pero les felicito porque la mitad son mujeres. Veran... Han de haberse equivocado, Martha Phillips es mi sobrina y es sólo una adolescente. No la pueden ver, no está aquí, no les puedo decir cuándo va a volver porque... - titubeó sin saber muy bien cómo describir aquello - no está bien.

El semblante de la mujer comenzó a ensombrecerse. 

Aguardó para entrar en último lugar, lanzando un último vistazo a la calle cuando la puerta del portal cerró a sus espaldas y subió las escaleras mientras el eco de las pisadas de los cuatro resonando entre las paredes del portal.

Se las apañó para tener un hueco en el rellano para poder observar a aquella señora que en sus años mozos (y quien sabe si aún lo era) debía haber sido una activista por los derechos de las mujeres... aunque más le sorprendió que no mencionase las distintas etnias del grupo.

Las señoras como ella tenían pasión por echar en cara los años de segregación racial cuanto más mejor.

Se cruzó de brazos bajo el pecho de nuevo y mantuvo la mirada en ella.

Con la mamasita de Escarlata O'Hara hemos topado. Pensó nada más ver a la abuela que le ponía excusas a Dawn.

Oh, sí, la mitad somos mujeres que estamos aquí de adorno, señora, porque aquí el payaso del casco ya se las apaña él solito. ¿el negro? El negro es nuestro chófer aéreo, es imposible coger un avión y que éste no se retrase.

Mantuvo la mirada sobre la señora.

Por supuesto que nos va a abrir, señora.

Como que me llamo Carrie.

Finalmente la mujer cerró la puerta y deslizó la cadena con lentitud. Acto seguido abrió la puerta, despacio.

Se la notaba muy torpe ahora, como si le pasara algo. Terminó llevándose la mano a la frente, un poco aturdida.

Un boxer adulto de piel marrón brillante asomó la cabeza y os gruñó. Parecía una señal de advertencia.

- No les debería haber abierto la puerta. No sé porqué lo he hecho.

- Porque nota usted la bondad inherente a nuestras personas. Con permiso.

Entro en su casa, aprovechando el poco hueco que haya dejado.

- Bonita casa, señora. Soy Tornado, y estos son mis compañeros. La chica rubia es Psiónica. Mi amigo del casco es Dawn. La bella nativa es Tótem. No queremos abusar de su tiempo, señora, así que hagamos esto rápido, ¿si?

Busco alguna silla donde sentarme. Y me siento. Con desparpajo.

- Su sobrina, Martha, dice usted que está en el hospital. Dígame, ¿está en coma o algo similar? ¿No despierta?

La señora había acabado por ceder, aunque parecía temer algo, y aun no estaba seguro del que. Cuando nos recivió en la casa parecía más temerosa aun. Estaba claro que la tal Martha estaba relacionada con el problema. Puede que no directamente, pero algo tenía que ver.
La mujer acabó por abrir la puerta pero de una forma extraña, y no pude menos que volver la cabeza hacia la rubia.

-¡¡Psiónica!!- Le grité.

No estaba seguro al cien por cien de que hubiera sido ella, pero era lo suficientemente listo como para empezar a comprender como funcionaban sus poderes, y no se me ocurría ningún otro miembro del grupo que hubiera podido forzar a la mujer a abrir la puerta.

-Señora, puede confiar en mi... en nosotros.- Rectifiqué.- Podemos ayudar a su sobrina, pero necesitamos saber donde se encuentra.

La verdad era que la teoría de Tornado no era descabellada, probablemente la joven se encontrara en el hospital, y su tía se dirigiera allí a visitarla.