Partida Rol por web

Año 410 del 5º Regio
10º día del 7º mes
Amanecer

Día 1 de misión

Cruzáis el portal y lo primero que se queja es vuestra nariz. El tufo propio de las alcantarillas. Lo segundo es el agua que os cubre hasta los tobillos. Aun así, no estáis en una construcción humana y eso os preocupa. Una docena de columnas naturales de piedra caliza soportan el techo de esta caverna, a 12' de altura. Están cubiertas de musgo verde y hongos de distintos colores. Sus capiteles y bases acanalados hacen que el entorno parezca la espesura de un bosque. La luz aun tenue del amanecer penetra en la caverna a través de cuatro grietas de gran tamaño, haciendo que el estanque de poca profundidad que puede verse en el centro reluzca como un diamante. Aun así, la visibilidad es reducida, todo sumido en la penumbra. Alrededor de éste se extiende una densa capa de musgo, salpicada con algunas hojas caídas, lo cual aumenta la apariencia boscosa del lugar. En diversos puntos, podéis distinguir el brillo del oro entre el musgo, y a unos 10' al oeste del estanque, sobre el suelo, también alcanzáis a ver lo que parece ser el extremo de una construcción, un arco de piedra.

El goteo del agua produce un ritmo constante, de vez en cuando entra algo de aire fresco por las grietas y los restos de hojas secas os localizan aún fuera de la ciudad pero muy cerca. Ese arco puede ser parte de la antigua construcción de los pilares que soportan el muro. No obstante, en aquella caverna, de vez en cuando se escucha un chasquido que no lográis identificar.

Aunque el olor no era demasiado agradable, Hazir había estado en sitios peores, y tampoco es que fuese muy distinto al olor que el cuarto de las celdas de la arena de combate tenía por el sudor, la sangre y el ejercicio. Se veía poco, y Hazir echó en falta lo que había pedido, unas antorchas o candil. Resultaba extraño que, habiéndole dado aquellas armas, que valían más de lo que un trabajador normal gana en toda su vida, le hubieran dejado sin unas antorchas que podían comprarse con cobre. Sin embargo, no pasaba nada. Algo se veía, así que habría que apañárselas. 

El agua bajo sus pies era refrescante y agradable, como siempre se lo había parecido, mientras que a la mayoría de gente le resulta incómodo tener los pies mojados, él siempre había preferido estar en contacto con el agua. Hazir se agachó sobre el suelo y retiró un poco de musgo con la mano. Aquella superficie era traicionera, y no convenía andar sin cuidado por ella. Le llamó la atención el brillo en algún punto del oro, así que, moviéndose agachado y muy despacio, se acercó a ver lo que era. 

Asqueroso, repugnante, desagradable, molesto, se le ocurrían mil definiciones para aquel lugar. Era cierto que antaño tuvo que vivir en cloacas o lugares parecidos, nadie diría que aquella tiflin supiera lo que era una, pero lo sabía, y muy bien. Por suerte su costumbre por volar le hacía un favor enorme a sus pies, no le importaba el agua, pero eso era residual y no le apetecía ni tocarlo, se había alzado como futura reina y tenía una imagen que dar.

Era consciente de que muchos le veían como a una chica mimada, consentida, ególatra, y le gustaba que le vieran así no quería compartir con nadie sus orígenes, cada vez dejados más atrás, primero consiguiendo pequeños trabajos de hurto, después adquiriendo información, y finalmente transformándose en una temida informadora con prestigio fortuna y cuya astucia eliminaba a quienes se entrometían en su camino. Poco pensó en volver a una cloaca, pero su rostro mostraba desagrado, su labio superior ayudaba a tapar sus fosas nasales elevando su mandíbula ligeramente, mostrando morros con toda la elegancia posible.

Mirar por aquel lugar, era como examinar cualquier otro sitio, su visión estaba bien acostumbrada a ver en condiciones incluso nefastas, aquel color de candil incluso permitía una mirada relajada, las grietas y columnas eran un pequeño encanto de aquel lugar, pero nunca admitiría que para ser una cloaca era la mejor de las que había visitado.

Con calma y mientras veía que sus compañeros tenían serios problemas para caminar, se sintió mal por aquel kobold y por el mediano, porque lo que para unos era tener agua putrefacta en los pies, para ellos era tenerla demasiado cerca del cuello, por su parte ella ascendió en silencio para ocultarse entre el techo y las columnas, para adelantare sigilosamente y comprobar el lugar, si veía algo, a alguien, cualquier cosa extraña desde la altura que su don le otorgaba, regresaría a informar, después de todo ella volaría mucho más rápido de lo que ellos pudieran caminar, una gran cantidad de distancia y además su capacidad de ver en cualquier condición le convertía en una avanzadilla excepcional, si resultaba ser una pieza clave, esperaba que le concedieran aquel primer pseudodragón, un macho o una hembra, el primero no importaba.

A la vez que se alejaba podía pensar tranquila, como podría hacer que mataran a la reina? Pues aquel lugar aun no era suyo, pero algún día lo sería, y necesitaba que la mataran sin ser ella quien se ensuciada las manos. Tenía en mente un par de ideas, pero llevarlas a cabo no sería tarea fácil.

Y de nuevo se veía rodeado de un olor nauseabundo… Claro, que después de su visita al Grosero, aquella sucia alcantarilla no era un problema especialmente grave. Bastante más desagradable era el frío del agua en los pies, agua que a saber qué demonios tendría. Ag, no quería ni imaginarse de qué se le podrían estar llenando los pies. Eso por no mencionar el ruido que iban a hacer las botas mojadas cuando salieran de allí a un suelo más seco.

El ladrón caminaba despacio, con cuidado a cada paso que daba. Lo último que le apetecía era caerse en aquella agua apestosa y acabar apestando como una rata mojada. Y aún así… Aún así eso no era lo peor de aquel lugar. No, sin lugar a dudas lo que más intranquilo le ponía era aquel ominoso silencio quebrado ocasionalmente por un chasquido imposible de identificar. Si esas cavernas tenían habitantes, estaban cerca de ellos. Peligrosamente cerca.

Nickar, gracias a que podía volar con sus poderosas alas, se adelantó para hacer un reconocimiento del lugar. Bien, contar con alguien rápido y con buena vista en el frente era justo lo que necesitaban para evitar ir derechos a una trampa. O al menos eso esperaba Serge Leblanc. Por si acaso él se quedaría un poco rezagado, no atrás del todo, pero tampoco en vanguardia. Si pasaba algo no quería que le pillara desprevenido.

Sin embargo, sus ideas de precaución fueron sustituidas por una insalubre curiosidad en cuanto empezó a ver motas de oro entre el musgo. Hazir se había detenido para examinar una, por lo que el ladrón fue a su lado para susurrarle:

 -¿Qué has encontrado, mon ami?

Apenas acababa de estrenar su fulgurante armadura y... le tocaba pisar aguas fecales. Meh, no podía decir que no lo esperara, especialmente cuando Theod mencionó que entrarian en un sistema de alcantarillado. Así era la vida de un mercenario: debías estar preparado para y contra todo. ¿Lo estaba? No, desde luego. "Más nos vale procurar no tener que luchar aquí." susurró, señalando el agua bajo sus pies. "Nuestras piernas se moverán lentas y torpes." Era una suerte que Nickar se hubiera adelantado para, desde las alturas y con sus silenciosas alas, echar un vistazo a lo que les esperaba delante.

Aquel lugar era muy propicio para las emboscadas. Se dio cuenta de que pedir armas a distancia había sido una decisión muy inteligente por parte de sus compañeros. Tenía muchísima suerte de que Nickar le hubiera regalado la suya.

Había estado en alguna que otra alcantarilla en su vida, pero desde luego ninguna tan espaciosa. ¡Y hasta con oro! Cómo debía de ser Azur en la superficie si hasta las alcantarillas eran lujosas... Salvo por el pequeño detalle de que, debido a su tamaño, el "agua" llegaba a cubrirle por completo los pies. No solía tener ese tipo de remilgos, pero en ese momento el olor le molestaba y mucho. No por la razón más obvia, sino porque cuando uno intenta pasar desapercibido, hay muchas formas en las que puede delatarse. Y aunque la vista y el oído fueran las más obvias, por supuesto el olfato también era una de ellas. Si no fuera tan humillante, podría ser incluso cómico que la misión fracasara por que los delatase la peste.

Sus botas se estaban mojando de aquella "agua" y el olor podía quedar impregnado, quizá fuera sabio dejarlas atrás una vez llegasen a la superficie y continuar descalzo. O mejor, podría probar su armadura y dejar de caminar por el suelo. Mientras Nickar alzaba el vuelo visiblemente asqueada y Hazir comprobaba si realmente aquello que veían era oro, él se dirigió a la pared más cercana, distraído por aquellos chasquidos que se oían de fondo. Justo cuando se disponía a poner el pie sobre la pared, se detuvo en seco, tenso, y miró hacia arriba. Chasquidos...

- ¿Grandes arácnidos, quizá? - susurró.

Esperaba equivocarse, porque en ese caso Nickar acababa de convertirse en una mosca. Sin embargo a pesar de que hubiera criaturas por ahí, también les habían dicho antes de salir que esperaban que hubiera mercenarios en esas alcantarillas. No pensaba gritar para avisarla, ni siquiera hablar más de lo necesario, pero si la tiflin podía ver tan bien como él con esa luz, quizá lo viera si le hacía señas de que bajase. Lo cual hizo, pero de lo que no estaba tan seguro es de que le hiciera caso.

Oscuridad. Frío. Silencio. Cuanto tiempo. Y nunca el suficiente.

Antes de poder disfrutar de aquella sensación de soledad, vuelvo a notar como la realidad me envuelve de una manera muy literal. Para mi, es como volver al pasado. Otra vez un Ejecutor. Otra vez en las alcantarillas. Y otra vez los Scahrossar en medio de todo aquello. Solo una diferencia. Un error. Yo. Lamentaréis no haberme matado cuando se dio la ocasión. Una risa gutural emana desde mi nuevo rostro hasta apagarse por completo.

Me muevo en círculos, lentamente, mientras aspiro profundamente, dejando que el hedor de la porquería atraviese las aberturas de la máscara. El hogar. No importa que sea ostentoso. La mierda es mierda y me siento como en casa. ¿Dónde si no aquí podría estar un deshecho como yo? En esta penumbra no se me ve apenas. En este agua fétida podría tumbarme a morir. Estas grandes columnas podrían ser mi tumba. Un templo de decadencia para el más grande e inmundo de los asesinos. Un hediondo mausoleo para el verdadero dios de la muerte. Como dios, eso si, no pretendo compartir el lugar con aquella reina ignorante y estúpida que vuela sobre nuestras cabezas. Era hora de darla una lección...

Mis ojos esperan el momento, todo mi cuerpo en tensión. Observo el ligero aleteo de la sangre de demonio, que se mueve de manera errática entre las columnas, y espero a que esté junto a una, observando. En ese momento, doy un paso al frente, un simple movimiento que puede no parecer nada. Pero las apariencias engañan. Conmigo siempre es así. A mi alrededor, el aire vibra durante un instante, las sombras parecen hacerse más profundas y envolverme por completo. Un parpadeo, solo eso, y ya no estoy donde debería estar.

– ¿Ves algo interesante? –mi voz surge como un siseo y sonrío, pasando la lengua por mis agrietados labios. Mi áspera mano se posa en la piel de la tifling con naturalidad. Mis secos dedos se cierran en torno a su carne, clavando ligeramente unas uñas sucias y mordidas de tal forma que parecen pequeños y feos muñones–. Sabes, aquí arriba, tú sola, no estás a salvo. Podría pasarte cualquier cosa –bajo la voz, solo para ella–. Imagina que hoy cayeran dos reinas en la misma ciudad. Sería un destino trágico para los planes de Arkhania. ¿No crees? – mis ojos lechosos no parpadean mientras miran a la diablilla, brillando con luz propia. La máscara, por el contrario, destella con los brillos del amanecer. En conjunto, no es una imagen para nada agradable. Para nada alentadora. Pero hay algo más. Se nota que no estoy, simplemente, profiriendo una amenaza insulsa. ¿Qué, entonces? 

    Aparecer en aquel emplazamiento umbrío y nauseabundo podía haber resultado de lo más indigno en el pasado para un caballero, pero meses de emboscadas lejos del confort de la nobleza para ser hecho prisionero por sus enemigos y posteriormente verse forzado a trabajar para ellos habían eliminado tal clase de remilgos. El olor me alcanza de un modo extraño, lejano, se que esta ahí pero apenas lo siento, del mismo modo que pasa con el agua en la que se encuentran sumergidos mis pies. En cualquier caso esto no son más que detalles sin importancia, una vez aquí no tenemos vuelta atrás, solo me incomoda el hecho de no ser el lugar más apropiado para poder luchar en mis propios términos, es suelo es inestable y yo demasiado pesado. Nadie se nos ha quedado atrás, así que me aproximo al grueso del grupo tratando de alcanzar a los soldados de Arkhania con paso seguro. 

    Nickar nos sobrevuela y espero que sea lo suficientemente buena como para alertarnos de cualquier posible amenaza, mi vista no es la mejor en ausencia de luz natural desde que me dieron este cuerpo y será mejor que no nos embosquen por sorpresa en las catacumbas de la ciudad, incluso de tener éxito en repeler el ataque tendríamos el problema de perseguir a enemigos a ciegas para evitar de que alertasen de nuestra presencia a sus camaradas.

-Oh- pineso al detectar el olor y el agua filtrándose por el calzado -¿Cómo se les ha ocurrido?- lanzo la pregunta a Theod o Greta. Impregnarnos de este aroma es como ir susurrando por las calles. Nada más empezar, todo se complica. Veo que Hazir y Serge se acercan a una de esas luces brillantes -¿Sera oro de verdad?- me pregunto y, si es así, alzo la vista al escuchar de nuevo el chasquido sospechando que quizá no estemos solos y a esa inesperada (y por ahora no localizada) compañía también le gusten las cosas brillantes. Escucho a Grook pero niego con la cabeza -No creo que sean arácnidos, no hay telarañas- comento intentando recordar qué criatura podría hacer ese sonido o si existen arañas subterráneas que no tejan.

En principio, decido no moverme hasta no tener más información. Tras acostumbrarme a la poca luz, entrecierro los ojos y observo cualquier movimiento o cualquier pista que arroje algo más de luz a este misterio.

Tras ello, mantengo la marcha tomando todo el tiempo necesario para no escurrirme.

"Palabras", ¿a caso creía Pain que la tiflin se amedrentarla tan fácilmente? Sabía que no era de fiar, si creía que Nickar volaría sin vigilar estaba equivocado, era tal vez la suerte de confiar plenamente solo en sus armas. Y lo más cerca de confiar en alguien que había estado, era con Cisco, seguido de quienes habían demostrado estar a su lado pese a su personalidad altiva. Ese grupo claramente no incluía a Pain, quien se había mostrado como traidor desde el principio.

Unrir. El Don de la inspiración es un ser neutral. Pero no siempre fue así. Más allá del conocimiento que puede saber cualquiera no hay mucho sobre este culto que parece darse sólo en Arkhania y sus cercanías. En Arkhania dicha deidad actúa como guardiana del lago, la luz y la magia. El resultado de fusionar a Selene y Mystra pero con peor humor (y menos escrúpulos) que ambas.

Hazir y Serge os acercáis a la superficie acuosa y podéis ver perfectamente que aquello que emite el brillo dorado procede de monedas ahí abandonadas esperando que alguien las coja.

Vuestros ojos no tardaron en acostumbrarse a la luz. Nickar ya había desaparecido antes de que Pain susurrara algo que no todos escucharon. Socar se mantuvo junto a Theod, atento. Greta, desde donde se encontraba, miraba hacia la zona de la arcada, en silencio. Yzilin y Grook buscaban en lo alto qué es lo que podía emitir esos chasquidos y ahí, en la cueva, el sonido se hizo inquietantemente más claro.

Serge y Hazir, que habían comentado algo acercándose a uno de esos brillos dorados se quedaron quietos al momento que el sonido se hace más continuo. Poco a poco todos comienzan a prestar atención a determinar qué es, pues parece proceder de varios puntos diferentes.

Sobrevolando la zona, detectas uno de los emisores del sonido:

La criatura, con cara de pocos amigos, te mira emitiendo un chasquido de desagrado al ver que le has descubierto. Una serie de chasquidos a modo de advertencia le suceden. 

Es un pequeño lagarto del tamaño de un perro pequeño. Tiene la cabeza con forma de bala y luce un par de cuernos de gran tamaño, que se curvan hacia atrás desde los lados a modo de orejas puntiagudas. Una estructura similar aparece en la cola. Los chasquidos van acompañados por descargas eléctricas de baja intensidad. Si estás a menos de 10' podrás sentir la corriente cosquilleando por tu piel y cuero cabelludo.

Inmóviles, antes de pensar siquiera en recoger las monedas, detectáis un agujero muy cerca de donde ahora estáis. Dentro de él hay algo que emite tres chasquidos. Fijandoos en el interior descubrís algo... algo vivo que sale poco a poco.

La criatura, con cara de pocos amigos, os mira emitiendo un chasquido de desagrado al ver que le habéis descubierto. Una serie de chasquidos a modo de advertencia le suceden. 

Es un pequeño lagarto del tamaño de un perro pequeño. Tiene la cabeza con forma de bala y luce un par de cuernos de gran tamaño, que se curvan hacia atrás desde los lados a modo de orejas puntiagudas. Una estructura similar aparece en la cola. Los chasquidos van acompañados por descargas eléctricas de baja intensidad. Si alguno está a menos de 10' podrá sentir la corriente cosquilleando por tu piel y cuero cabelludo.

En uno de los pilares, asomado, podéis ver algo.

La criatura, con cara de pocos amigos, observa desde arriba emitiendo un chasquido de desagrado ante la presencia de los recién llegados. Una serie de chasquidos a modo de advertencia le suceden. 

Es un pequeño lagarto del tamaño de un perro pequeño. Tiene la cabeza con forma de bala y luce un par de cuernos de gran tamaño, que se curvan hacia atrás desde los lados a modo de orejas puntiagudas. Una estructura similar aparece en la cola. Los chasquidos van acompañados por descargas eléctricas de baja intensidad.

Tras lanzar la amenaza a modo de advertencia a una ausente Nickar, tus pies se posan en algo que no es roca sino hueso. Bajas la mirada. Tu pie está pisando un fémur humano bajo el agua, está ennegrecido y aún conserva restos de piel churruscada pegada a a él.

A medida que el sonido se hace más evidente, algo atrae la atención abajo. Bajo el agua turbia Theod ha pisado algo extraño. introduce la mano y saca un cráneo humano que aún conserva restos de piel churruscada pegada al cráneo.

El miembro de la orden intercambia una mirada de preocupación con Greta.